Partida Rol por web

El Regente de Jade I: El Legado de Muro de Salmuera.

Varisia: Punta Arena: Posada del Dragón Oxidado.

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12/08/2017, 01:55
Sandru Vhiski.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

Sandru eleva las manos sobre su cabeza mientras mira a los presentes. Una sonrisa brilla en su rostro, mientras sus ojos destellan animados. Desna les ha sonreído y ha vivido otro día para abrazar a sus seres queridos. Se mueve por la estancia como quien baila animado una música que sólo oye él mismo, mientras sus primeros pasos le llevan a abrazar a su madre, Koya.

- ¡Madre Koya! Hemos vuelto todos de una pieza, ¡Déjame abrazarte! - Sandru eleva a la madura mujer agarrándola de las caderas en un improvisado movimiento, tras lo cual la abraza con fuerza. Luego la mira a los ojos y llama su atención sobre Serveris.

- Madre, Serveris ha sido herido de gravedad. ¿Podrías atenderle? -

Una vez la sacerdotisa de Desna recibe a su hijo adecuadamente y se dirija al herido tien, Sandru mira animado al resto de los que en la sala se encuentran. Se dirige a Kelsier, al que dedica una examen.

- Hola amigo Kelsier. Espero que tu brazo haya mejorado. Lo cierto es que hemos echado de menos tus habilidades en la naturaleza cuando nos hemos visto obligados a soportar ese maldito pantano por más de un día.

Saludos a ti también Hattori, espero que la vigilancia de la posada y la señorita Ameiko no se hayan hecho pesadas a un demostrado hombre de acción como tú, jo, jo. -

Tras palmear suavemente el hombro del hombre mayor, Sandru toma rumbo a la parihuela que portaban los Dalmuvian. De allí toma un pedazo de madera que tiene algo tallado en forma de escritura, tras lo cual se dirige con gesto contenido hacia Ameiko.

- Querida amiga aquí estamos, ¡Qué alegría estar de vuelta a tu insigne posada! - Sandru da un abrazo breve a la hermosa mujer tien, mientras le tiende el pedazo de madera cuyos fragmentos que aún llevan tallados el nombre del un barco en caracteres tien: Estrella Kaijitsu. - Esto debe estar en tu hogar, amiga. -

- Ya podéis tener bien frías esas cervezas porque, ¡Hemos encontrado el tesoro! Y otras cosas... - Sandru sonríe con picardía mientras mira a todos los presentes. - Hay mucho que decir y contar, pero primero pongámonos cómodos y brindemos por el reencuentro de los amigos. Desna y el camino nos han reunido, ¡Loados sean! -

La puerta se abre, y cuando la elfa traspone el umbral apenas una sombra cruza por el rostro del varisio, el cual elige ese mismo momento para comenzar a abastecerse de una jarra de cerveza bien fría.

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12/08/2017, 12:12
Vankor Dalmuvian.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

El viaje desde la casa de Buentocón había sido lento y pesado. Por un lado, como consecuencia del estado de Serveris cuyo orgullo le había llevado a denegar el ir en las parihuelas que aquel hombrecillo había hecho para ellos, dispuesto a entrar en la aldea y en la posada por su propio pie. Y aunque era algo que no entendía, al menos había aceptado que Giorgino le sirviera de apoyo en su avance. De otro, por las cosas que acarreaban precisamente en las parihuelas recién construidas, un tesoro que se había cobrado su sangre y del que no sabía muy bien qué parte les correspondería a su hermano y a él. Confiaba en que al menos sirviera para poder acceder a objetos que pudieran ayudarle en su sueño de aventuras en su caso. En el de Bevelek, ahorrar para e un futuro tener su propia familia. 

Cuando finalmente llegaron a la posada, ambos hermanos dejaron la carga en el suelo. Vankor se estiró como un gato para desentumecer sus músculos, músculos que destacaron sobre su piel, brillantes del sudor el camino y tersos por su juventud. Una sonrisa enorme y blanca se abrió en su boca cuando vio a Koya mirándolo con un brillo en sus ojos. Sin duda, se alegraba de verlo al igual que él se alegraba de ver a aquella mujer de lengua pronta para la riña, pero de enorme corazón. Se acercó sin dudarlo y antes de que atendiera a Serveris a petición de Sandru, la tomó entre sus brazos y la elevó en los aires, dando una vuelta con ella sobre sí mismo. Algunas guedejas de cabello se había soltado cuando de nuevo la depositó en el suelo.

-Cuídalo bien. Es un valiente que ha tenido que enfrentarse a sus propios antepasados para que podamos estar aquí -dijo con tono serio-. Y cúrale de su orgullo también. No ha querido viajar sino de su propio pie en vez de ahí -dijo señalando las parihuelas y con un guiño travieso-. Sí, es todo un hombre y un guerrero -su afirmación parecía tener un deje de tristeza, como si sospechara que jamás lograría alcanzar las metas que su compañero sí conseguiría.

Se dio media vuelta y aprovechó para saludar al resto, menos efusivamente y mas tímidamente. Cuando Sandru cruzó la puerta para buscar una jarra de cerveza como si no hubiera un mañana, él cogió una jarra grande y la llenó de agua. Tomó unos cacillos y salió fuera, sirviendo agua a quien la quisiera. 

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12/08/2017, 14:16
Kelsier Deznad.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

Cuando el joven medioelfo retornó al mediodía a la Posada del Dragón Oxidado tras su nueva afición adquirida, explorar y encontrar sorpresas en la gran desconocida Puntarena, creyó que tal vez el grupo que salió en busca de los barcos tien ya debería haber vuelto.

Un día de ida, otro de vuelta y un tercero de exploración, había calculado mentalmente el muchacho. Si no han tenido complicaciones debería haber hecho volver a Sandru y los suyos el día nueve, ayer, estimó el explorador. Tal vez han encontrado algo y cargarlo los ha retrasado, pensó con optimismo no queriendo imaginar que algo fatídico podría haberles sucedido.

Entró por la puerta del local esperando encontrar a sus compañeros de pasadas peripecias. El lugar tenía a los habituales parroquianos, hablando o comiendo, pues ya era hora para ello. De los aventureros, ni rastro.

Kelsier se mordió el labio inferior, como siempre que se enfrentaba a algo complicado o indeseado, a la par que tal acto volvía a darle un aire infantil que trataba de ocultar cara al resto. Resultaba complicado pensar que todo iba bien, especialmente cuando el tiempo estimado había sido superado con creces.

Con el estómago lleno pensarás mejor, se dijo el muchacho a la que penetró en el salón, saludó alzando su brazo herido, y demostrando así su gran mejoría, a la Srta. Kaijutsu, a Hattori y a Bethana, y se sentó en una mesa ocupada por una anciana: Koya.

- Buenas tardes, Sra. Mvasthi - saludó con voz queda mientras observó cómo la vieja sorbía una sopa de pescado en silencio, cabizbaja -. ¿Ninguna noticia de Sandru y el resto? - preguntó con la esperanza de que así fuera y que fuera buena. La mujer lo miró taciturna y negó con la cabeza. Su preocupación también resultaba evidente.

Hattori y Bethana le sirvieron la comida del día que el joven comió con gusto, pese a su tribulación. Pretendió pagar pero, de nuevo, Ameiko negó con la cabeza desde la barra. El joven suspiró y asintió con una media sonrisa en señal de media gratitud, recordando el acuerdo entre ambos: el pago en especie.

Ayyy. Con lo que debo de los últimos días tendré que aumentar mi volumen de caza. Más conejos y perdices, se lamentó el joven imaginando que tendría que madrugar antes y volver más tarde de sus cacerías durante algunos días, para saldar su deuda.

Intercambió algunas palabras con Koya, especialmente para agradecerle sus curas del brazo y su progresiva recuperación, bastante avanzada. Entre dimes y diretes de escasa importancia, principalmente encaminados a matar el tiempo, se hizo la tarde.

Ya comenzaba Kelsier a notar una incipiente tortícolis al girar su cabeza hacia la entrada, cada vez que alguien entraba a la Posada, cuando sus ojos se abrieron de par en par, fruto de una muy grata sorpresa: allí entraban los exploradores, eufóricos, cargados con pesados fardos: Sandru, Vankor, Bevelek, Kromdal y finalmente Giorgino ayudando a un maltrecho Serveris. Pero estaban todos.

Sandru saludó efusivamente a los presentes con su característico humor varisio. Cuando se dirigió a él, el joven estrechó su mano con la suya herida, para demostrar su mejora a pesar de los pinchazos que aun le provocaba el usarla.

- Lamento no haber ido con vosotros. Realmente me hubiera gustado - afirmó el explorador sabiendo ahora que la demora se debió más bien a las inclemencias del pantano -. Espero poder ayudar la siguiente vez que os quedéis "empantanados" - bromeó el medioelfo.

Fue entonces cuando advirtió la entrada de una última persona. Sus ojos se abrieron aun con mayor sorpresa que cuando entraron los aventureros: era su madre, Shalelu.

Madre...

Dejó a Sandru y avanzó hacia ella. La última vez que le había visto fue el día que retornaron de la incursión contra los goblins. Después desapareció sin despedirse ni, aparentemente, interesarse demasiado por su estado de salud, causando una profunda tristeza en el joven que no había trascendido en ningún momento, guardándola en su interior.

- Hola, madre. Es grato volver a verte - la saludó con suavidad, mientras diversas emociones pugnaban en su interior intentando tomar el control del ánimo del joven.

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12/08/2017, 16:31
Bevelek Dalmuvian.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

La posada del Dragón Oxidado nunca había lucido tan bien como aquel día por la tarde cuando volvieron de la expedición. Sus ojos casi se empañaron. No estaba seguro de si era la luz del atardecer, la época del año en la que se encontraban o simplemente las ganas que tenía de volver a estar en un lugar tranquilo y sin peligros. Cargó con el cofre junto a su hermano hasta que llegaron al interior de la posada y saludó a todos con efusividad. Bevelek era simpático, siempre lo había sido aunque no era excesivamente cariñoso, sin embargo aquel día todo le llenaba de felicidad y reunirse con esos viejos conocidos y amigos le pareció una de las mejores noticias que hubiera podido recibir.

Estaba deseoso de beber y comer algo, quería descansar y comentar con sus compañeros lo vivido y por si fuera poco, tenía algo de curiosidad por saber que había dentro del dichoso cofre que tantos problemas les había dado.  No sabía si le otorgarían algo a él por el trabajo realizado, pero desde luego no lo rechazaría, aquella había sido la empresa más peligrosa en la que se había embarcado en toda su vida.

Rechazó el agua que su hermano ofrecía y buscó con la vista la mediana que atendía las mesas, para pedirla una jarra de cerveza y algo contundente que poder comer. En ese momento entraba por la puerta la elfa que rara vez se dejaba ver por lugares como ese, lo cuál extraño al mayor de los Dalmuvian, pero trató de fingir normalidad.

La verdad es que vengo seco y hambriento. Ha sido una buena paliza y hemos pasado por miles de peligros que ni os imagináis, bueno Shalelu seguramente sí, pero el resto quizás no.  Pero mejor dejo que lo cuente el jefe Sandru que él cuenta mejor las cosas.

Cargó aquella responsabilidad de forma deliberada en su jefe que extrañamente se había quedado callado pese al ímpetu con el que había comenzado a hablar.

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13/08/2017, 00:31
Kromdal.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.


Propiedad Transitiva asintió a las afirmaciones de sus compañeros mientras dejaba en el suelo, cuidadosamente, a su lado, las bolsas en las que aquellos cristales de roca habían sido guardados. Se sentía bien, el paseo había sido lento por la debilidad del herido Serveris, y eso le había servido para recuperar el aliento y, poco a poco, el buen humor.

- Debo reconocer que, para no ser de mi gloriosa tribu, todos saben pelear. No como yo, claro- sonríe enseñando los dientes- sin mí seguro que unos cuantos de estos chicos estarían muertos. Pero bueno, no fanfarronemos. Todos somos unos jodidos héroes. Pero que lo cuente Sandru, que se le da bien eso de escandilar a unos y otros. Yo necesito una buena bebida, eso está claro.

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13/08/2017, 10:15
Giorgino Vhiski.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

Y por fin habían llegado al pueblo, tras un camino de vuelta que se le había hecho demasiado largo y durante el que había preguntado cuanto faltaba unas cuantas veces.
Saludaba con efusividad a todo aquel que se cruzaba en su camino y le invitaba a acudir al Dragón Oxidado para enterarse de la última hazaña de los Vhiski.
Al llegar a la posada se contuvo para no salir corriendo a saludar a todos los presentes, sobre todo a su abuela Koya, pero debía ayudar a Serveris a llegar a una mesa y sentarse, así que se conformó con alzar una mano y saludar mientras sonreía muy contento.

-Serveris, descansa un rato, pronto se ocuparán de ti, mira, va a venir mi abuela, ella te dejará como nuevo y yo que tu no me resistiría o será peor.

Dio un par de palmadas en el hombro y sonrió al medio tien que se había ganado el respeto de todos a pulso con sus acciones en el pantano y abrió los brazos para recibir a su abuela.

-¡Abuela! ¡Abuela! ¡Hemos vuelto! ¿A que nos echaste de menos? ¡Y venimos casi enteros! ¡Claro que no fue fácil, pero yo estoy bien, Serveris se llevó la peor parte, pero porque es un gran guerrero, ya verás que historia!

Además del abrazo plantó un par de sonoros besos a su abuela y después dejó que la anciana pudiera atender a Serveris mientras iba a saludar al resto de sus amigos allí reunidos.

-¡Hola Attori! ¿Me has echado de menos? Yo a ti si, me hubiera gustado tanto que hubieras podido acompañarnos, pero bueno, hemos sobrevivido sin ti a pesar de todo y mira el tesoro que hemos traído. ¿A que es impresionante?

Un abrazo y dos besos después Giorgino dejó al anciano para que pudiera contemplar bien el cofre que habían traído y que seguramente él había visto cuando era joven.
Se acercó a saludar a Kelsier, también lo habían echado de menos en el pantano, lástima que estuviera lesionado y no pudiera acompañarlos.

-¿Que tal tu brazo Kelsier? Espero que ya estés recuperado, seguro que pronto tendremos otra aventura o quizás una caravana... Deberíamos ir todos juntos como la primera vez, eso estaría bien. ¿Has vuelto a ver al perro? Me gustaría poder atraparlo y domesticarlo bien, para que no vuelva a estropear ninguna mercancía. -En aquellos momentos reparó en la presencia de Shalelu que había entrado detrás del grupo.- ¡Señora Shalelu! ¡Lo que se ha perdido! ¡Acabamos de volver del pantano y no se va a creer todo lo que nos pasó! Esto... ahora vuelvo.

Dejó a solas a madre e hijo mientras se acercaba donde estaban la Señorita Ameiko y su tío Sandru, había pretendido dejarles un poco solos, pero ya era hora de intervenir y seguir con su plan secreto.

-¡Me alegra verla Señorita Ameiko! ¿Le gusta el regalo? El tío Sandru hizo un gran esfuerzo por recuperarlo, yo no se leer tien pero pone su nombre ahí ¿Verdad? ¡Ni un ejército nos habría impedido traerle ese letrero! ¿Verdad tito? Bueno, ni el resto del tesoro claro, pero esa es otra historia. Tito, todos estamos ansiosos porque relates nuestras aventuras. -Giorgino vio como todos parecían estar de acuerdo, los que lo habían vivido estaban seguros que en las palabras de Sandru sus hazañas serían más entretenidas y los que no habían podido ir esperaban el relato de lo sucedido. Pasó la mirada por toda la posada y entonces la duda se apoderó de él.- ¡Espera tito, espera! ¡Falta Petunia! ¡Seguro que ella también quiere escuchar la historia! ¡Iré corriendo a su casa y la traeré enseguida! ¿Esperarás para contarlo todo? ¡Por favor tito, por favor!

No podían empezar aquella fiesta sin ella y Giorgino había pensado mucho en su reencuentro. Pronto se casarían y podrían vivir aventuras juntos, como la Señorita Ameiko y su tío Sandru.

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13/08/2017, 18:54
Kromdal.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.


Realmente Propiedad Transitiva sentía afecto por ese chaval alocado, optimista y que hablaba demasiado. Tal vez, por eso, no tenía muy claro qué podía decirle ante su obvio y evidente estado de lujuria permanente respecto a la susodicha Petunia. Y vaya por delante que lo entendía: la chica estaba como un queso, y todo eso, ¿y qué hombre digno de tal nombre no había hecho el capullo por una mujer no una sino muchas veces!

Pero reconozcámoslo: ir contra la razón cuando se trataba de mujeres solía terminar mal. ¡Lo sabría él!

- Chaval- dijo finalmente poniendo su mano en el hombro de Giorgino- ¿estás seguro que esa chica te quiere? ¿no piensas que si te quisiera hubiera venido a esperarte o a preguntar por tí? No digo que no alabe tu gusto, porque está tremenda. Hasta yo tiraría si se pusiera a tiro. Pero creo que estás perdiendo el tiempo y seguro que habrá más de una chica, y más de dos, que enamorarás. No te enloquezcas por las primeras tetas que quieras catar. Es un consejo.

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13/08/2017, 20:11
Giorgino Vhiski.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

Kromdal sabía mucho de mujeres, eso estaba claro, pero las varisias eran especiales y seguramente no las conocía bien, y mucho menos a Petunia, que era especial entre todas.

-¡Claro que si Kromdal! ¿Lo dices por lo de hace unos días? ¡Eso fue una confusión! jajajaja. -Confusión que seguramente su abuela y la Señorita Ameiko ya habían aclarado e incluso comenzado con los preparativos para la boda. Giorgino se giró hacia ellas.- Abuela, Señorita Ameiko. ¿A que Kromdal se equivoca? -Giorgino se acercó al bárbaro seguro de la respuesta.- Te apuesto una jarra de cerveza, me apetece una bebida fresquita y gratis.

Se rió por lo bajo junto al bárbaro y palmeó su hombro. Sabía que no se lo decía por molestarle si no porque le apreciaba y se preocupaba por él, pero en este caso se había equivocado.

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13/08/2017, 20:15
Kromdal.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.


A Propiedad Transitiva le caía bien el chaval pero... ¿quién iba a negarse a una bebida gratis?

- Acepto. Si Ameiko y tu abuela dicen que esa chica está enamorada de ti, y que os vais a casar, te invito a una cerveza. Si no, me invitas tú. ¿Es eso?

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13/08/2017, 23:53
Sandru Vhiski.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

Ahora que tenía una jarra fría de cerveza y había aposentado el trasero en una robusta silla, casi parecía que el asunto del pantano era un mal sueño. El variso rascó con las uñas el arreglo que había hecho a esa silla una y otra vez. Solía hacer chapuzas para Ameiko en la posada cuando era necesario. No es que fuera el carpintero más hábil de Punta Arena, pero la posadera sabía que podía contar con él si era necesario.

Los presentes intercambiaban saludos, animados y alegres. Sandru repasó los objetos que habían acarreado desde el Pantano: El madero con el nombre Estrella Kaijitsu, el saco con las piedras de cristal de roca, el cuchillo que Giorgino llevaba colgado al cinto, además de los pergaminos que guardaba en un cilindro en su mochila. A eso había que sumar el saco cerrado que descansaba a sus pies y el cofre que se mantenía en una esquina de la sala. Con la otra mano el mercader jugueteaba con la pequeña llave que llevaba en uno de sus múltiples bolsillos.

El hilo de sus pensamientos fue interrumpido por las repentinas ganas de todo el personal de que relatara los acontecimientos ocurridos en la aventura del pantano. Él no era un bardo, el peso de una hermosa historia debería recaer sobre la joven Ameiko, acostumbrada a cautivar al público. Si bien su herencia varisia le permitía moverse con desparpajo ante un público amistoso, no sabía muy bien por dónde empezar. Quizás lo mejor sería por el principio. Agarró y masticó una de las picantes banderillas que se encontraban en recipientes de loza, inmersos en salmuera. Sí, el Pantano del Tocón de Salmuera merecía una buena historia.

- Ya que todos insistís, contaré lo que pasó. - El varisio se levantó y a la vez que engullía los encurtidos, paseaba por la posada mientras hablaba.

Entramos en el pantano y fuimos directos a casa de Walthus Buentocón. La visita nos aportó lo que se esperaba, algo de información a mayores sobre el pantano, sus lugares y habitantes. A pesar de que no contábamos con un verdadero explorador en nuestras filas, nos las apañamos bastante bien para orientarnos y demás gracias a Kromdal y sus habilidades al aire libre. Nos habló de los lugares donde estaban los pecios de los naufragios y nos previno de diversos peligros que podíamos encontrar en nuestras andaduras. Algo malo parecía pasar en la casa de la Vieja Megus y así nos lo dijo.

También nos indicó la existencia de unas cuevas aparentemente inexploradas, que se prometían peligrosas. Decidimos al día siguiente explorar el primer naufragio, el cual se encontraba bastante cerca. Allí no encontramos más que rastros de que los goblins habían sacado de allí los explosivos que tenían en su poder y ese madero tallado con el nombre de tu familia, Ameiko.

De camino al segundo naufragio acordamos pasar por casa de la Vieja Megus, lo cual nos descubrió que su casa llevaba semanas, quizás meses descuidada. Todo estaba a punto de desmoronarse, y unas agresivas ratas gigantes habían hecho del lugar su hogar. Gracias a los esfuerzos de todos conseguimos acabar con el nido, y constatamos que la Bruja estaba muerta tiempo ha, quizás las ratas o algún experimento acabó con ella. Lo cual me recuerda que allí encontramos el bonito cuchillo que luce Giorgio al cinto, unos pergaminos mágicos a los que me gustaría que Koya y Ameiko echaran un vistazo, y una bolsa de monedas que lleva el bueno de Propiedad.

Tras la cabaña de la Bruja hallamos una barca que usamos para acercarnos al lugar del segundo naufragio antes de que la noche cayera sobre nosotros. Encontramos el pecio llamado el Kaijitsu Floreciente. Eso, y dos esqueletos muertos vivientes que se animaron con asesinas intenciones. Por suerte, nuestra aguerrida compañía con Kromdal a la cabeza, los redujo a inanimados fragmentos sin percance para ninguno.

El mayor percance, y la mayor posibilidad de desastre se dio cuando decidimos pasar la noche en las cercanías del maltrecho pecio. Las inclemencias del pantano nos estaban poniendo a prueba, pero la mayor amenaza, la que pudo acabar prematuramente con la misión y nuestras vidas estaba por venir. Sólo la habilidad de Bevelek colocando trampas alrededor del campamento, y la aguda vista de Vankor nos salvaron de la emboscada del más terrible habitante del pantano: El Monstruo del Río Empapado. -

Sandru Vhiski hace una meditada pausa en su historia mientras sus pies le devuelven hasta la silla de la que se alzó en primera instancia, mientras da un largo trago a su cerveza.

- Hablar del valor que todos demostraron en la lucha sería redundante. Baste con que hablemos sobre su resultado final. - El varisio levanta un saco y se coloca cerca de la ventana más cercana por la que penetra la luz. Sostiene su contenido a la vez que retira el saco, dejando que la luz revele... ¡La cabeza del Monstruo del Río Empapado! Flotaba en salmuera, en el interior de un tarro de cristal.

- Alguien debería avisar al Sheriff Cicuta para que se informe de que los desaparecidos han sido vengados, y los familiares descansen tranquilos. Con tu permiso Ameiko, me gustaría que se exhibiera en tu posada como refuerzo para cuando narres la historia de su muerte, si lo tuvieras a bien.

No me quiero extender mucho, así que sólo diré que tras la noche algunos habíamos cogido algo de frío pero nuestro ánimo nos marcó el continuar viaje a las cuevas donde parecían ocultarse las respuestas a los enigmas del pantano. Una vez allí nos enfrentamos a los peligros de una estrecha cueva, donde nos las vimos con un nutrido grupo de esqueletos reanimados. En ese momento Serveris notó que el líder de esas criaturas era uno de sus antepasados, y buscando liberarlo se enfrentó a él en combate singular. No podía ser más desigual, ya que el no muerto tenía la experiencia de una vida de lucha, más Serveris vendió cara su vida y estuvo cerca de derrotarlo por sí mismo. Cuando el otro estuvo a punto de acabar con él, nos vimos obligados a intervenir. Tras terminar con su maldición, los demás se deshicieron en montones de huesos, a los que procedimos a dar paz.

Nos hicimos con la espada encantada del no muerto, su notable armadura y el cofre que parece contener los tesoros del pantano, así como una llave que esperamos lo abra. Henos aquí de vuelta, para abrir este botín por el que hemos sangrado y sufrido. -

Sandru suspiró mientras echaba un vistazo de reojo al cofre. Quizás no era buena idea abrir esa hermosa caja en una posada abierta a todo el mundo. Hacerlo a puerta cerrada pudiera ser lo más prudente. Era un tema delicado ya que aunque sin duda sería al menos en parte legado Kaijitsu, todos los integrantes de la partida tenían derecho a ser recompensados por su labor. Veríamos si la madeja del destino se desenredaba por sí misma, o bien había que darle unas puntadas.

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14/08/2017, 04:36
Serveris.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

El viaje desde la cabaña de Buentocón fue tranquilo y sin ningún inconveniente que fuese a perjudicar más mi salud. Lo cierto es que amanecí mucho mejor después de una buena noche de sueño, con menos dolor de mis heridas y sin tanto malestar de la gripe. No estaba en condiciones de casi nada, pero por lo menos podía caminar más tranquilo.

Finalmente llegamos a Punta Arena y la sola visión de sus construcciones me llena de felicidad. Diría que fue suficiente pantano para mí por un buen tiempo.

Entramos al Dragón Oxidado y somos recibidos por Ameiko, Koya, Kelsier y el viejo Hattori. La madre de Kelsier llega también y así estamos todos juntos. Algunos de mis compañeros de viaje afirman mi valentía y mis logros, a lo que resto importancia negando con la cabeza y con una sonrisa amistosa. Exageran, pero es una costumbre común entre los varisios.

Me siento en una silla para descansar mientras que Sandru cuenta toda la historia de lo sucedido. Pido una cerveza a Bethana, pues definitivamente se me antoja algo de cebada después de lo vivido.

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14/08/2017, 12:12
Bevelek Dalmuvian.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

Bevelek sonrió con ganas, su cara demostraba la alegría que un niño puede reflejar ante un juguete nuevo. Ante sus ojos estaba una buena jarra de cerveza y un plato de comida bien nutrido, compuesto por queso un par de hogazas de pan y una carne bien tostada que no fue capaz de identificar, pero tampoco le importó. El varisio acometió tal tarea con emoción y resolución, sus manos tenían la misma determinación que la de Kromdal cuando blandía su pesada y letal hacha. Tanto era así que casi no escuchó el comienzo de la historia que su jefe se había puesto a relatar. Tardó algo, pero finalmente lo consiguió. Prestó atención al relato y asintió cuando la parte por la que iba era más sombría, sin embargo no pudo más que enarcar una ceja al escuchar a su jefe hablar. No quería interrumpirle, pero la precisión era lo primero. El mayor de los Dalmuvian intentó hablar pero un trozo de carne que tenía en el paladar se le fue por mal lado y tuvo que beber cerveza y golpearse el pecho de forma sonora para no ahogarse. 

Jefe Sandru... eran tres... tres esqueletos...

No le gustaba tener que corregir a su jefe, pero puestos a contar la historia, que mejor que contarla con todos los detalles y no empequeñecerla. Apuntado ese pequeño detalle, decidió continuar con su propia batalla. Estaba disfrutando aquella comida más que de cualquier otra que recordara en toda su vida. La carne le parecía especialmente sabrosa y ni siquiera el recuerdo de El Monstruo del Río Empapado frente a frente con él. Aquella imagen le perseguiría en sus noches, la cara de aquel horrible monstruo antes de ser destrozado.

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14/08/2017, 13:10
Sandru Vhiski.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

Sandru apuró el contenido de su jarra y tragó ruidosamente. Después miró a Belevek mientras fruncía el ceño. Si quería contarlo él, podía haber empezado. No era muy cortés el corregir al narrador de una historia. Posó la mano sobre el tarro que contenía la cabeza del monstruo mientras lo observaba unos instantes. Luego se dirigió al barril y solicitando silenciosamente el permiso de la posadera con un ademán, procedió a llenarla de nuevo.

- ¿Realmente eran tres, Belevek? No lo recuerdo bien. ¿Te refieres al segundo pecio o a la cueva? Deberías ser más específico o contar la historia tú mismo. En todo caso todo ha pasado muy rápido y los números no importan demasiado, más allá de que los que son relevantes no hayan disminuido y estemos de vuelta: Nosotros seis. -

El varisio volvió a sentarse mientras elevaba los pies sobre una silla y admiraba la cabeza que flotaba en salmuera. Miró de reojo a Ameiko, tratando de adivinar por su expresión cómo estaba encajando la historia del pantano. También dedicó un instante a observar a Shalelu aunque era casi imposible leer la expresión helada de su rostro. Quién sabe dónde había estado la exploradora y lo que había averiguado. En todo caso con la elfa no valían las prisas, si decía algo lo haría cuando ella considerara.

- He dejado algunas partes de la historia sin completar, como el encuentro con cierta araña gigante, una hambrienta ameba del tamaño de un poni, y el regreso a Punta Arena pasado por la hospitalaria casa de Walthus Buentocón. Mi madre me dijo que no pusiera todos los huevos en la misma cesta, jo, jo, jo. Quizás son historias para otro día o para que las relaten sus protagonistas ahora, o en una noche de invierno. -

El mercader pasa la mirada por los presentes para acaba en Ameiko. Si algo había de hacerse con ese cofre, ella tendría algo que decir al respecto.

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14/08/2017, 17:43
Shalelu Andosana.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

Shalelu entró sin llamar la atención, sin algaradas, sin  gritos ni zapatiestas. Lo único que delató que había llegado fue la luz derramándose sobre una Posada que en nada había quedado abarrotada. Fue consciente de las miradas que decían todo y de aquellas que pretendían no decir nada, miradas a las que correspondió con indiferencia antes de pasar al siguiente que la observaba. Tan solo se detuvo un instante más en la mirada Ameiko, contacto que se perdió tras las cabezas de aquellos que se acercaron a saludarla.

Tan pronto Giorgino se alejó, agradeciendo que su habitual impaciencia e inquietud la libraran de ser aseteada por su verborrea y sus insistentes preguntas, miró a Kelsier. En el rostro de la elfa no había nada más que cansancio, un cansancio que no debía ser físico pues todos y cada uno de sus movimientos seguían dotados de la misma gracia felina propia de los de su raza.

- Hola, hijo- saludó con comedimiento.- ¿Y tu brazo? ¿Has descansado como se te recomendó o has hecho lo que has querido e ignorado los consejos?

No esperaba respuesta y tampoco le interesaba demasiado. Lo conocía demasiado bien. Sabía que estaría más interesado en las aventuras del resto, en lamentarse por lo que se había perdido y lo que se estaba perdiendo, que en hacer caso a cualquier consejo que pudiera darle. Había sido así toda su vida. Sus palabras caían siempre en oídos sordos salvo por aquellas en las que hablaba de sus andanzas. Solo esas parecían interesarle. Solo esas calaban en una mente en la que no había espacio más que para la imprudencia. No se cansaba de repetir que era mayor, que era adulto, mientras se comportaba como un niño ignorando a aquellos que aunque fuera por simple experiencia, por tiempo vivido, siempre sabrían más que él mismo. Si su hijo quería responderla, si quería replicarla, siempre podía hacerlo después de escuchar a Sandru y al resto, siempre que sus historias no lo cautivaran haciendo que olvidara todo lo que realmente importaba.

Así pues espero con paciencia en una mesa apartada mientras Sandru relataba, regodeándose en los éxitos, las peripecias que casi habían acabado con la vida de uno de ellos. No era que no se alegrara porque todos siguieran vivos, no era que no sintiera alivio al saber que no moriría ningún incauto jovenzuelo más por causa del monstruo del pantano. Nada tenía que ver. No era nada de aquello.

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14/08/2017, 18:52
Giorgino Vhiski.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

-Vale, trato hecho.

Asintió mientras estrechaba la mano de Kromdal y sellaba así el pacto para conseguir una cerveza fresquita gratis.
Fue entonces cuando su tío comenzó el relato y Giorgino se quedó escuchando con mucha atención y asentía a las palabras de su tío con la cabeza aguantando las ganas de intervenir o dar su propia versión de lo sucedido. Cuando Sandru terminó, el chico sacó la daga que habían encontrado del cinto y la mostró a todo el que quisiera verla.

-¡Mirad que daga! ¡A que es bonita! -La paseó mostrando sus bondades, lo brillante que estaba y lo afilada. Quizás tuvieran algún posible comprador por allí, si es que su tío decidía desprenderse de ella. Como habían vuelto a la civilización ya no tenía sentido quedársela.- Toma tío Sandru, será mejor que la guardes tu.

Él ya estaba suficientemente armado con su bufanda de cuchillos y el cuchillo de estrella, armas mucho más varisias que la daga y con las que se identificaba. Sonrió ante la regañina que su tío había dedicado a Bevelek y no pudo contener un comentario.

-¡Venga Bevelek! ¡Cuentales a todos cuando te atacó el monstruo del pantano con su feroz rugido salvaje! jajajaja.

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14/08/2017, 19:01
Kelsier Deznad.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

El muchacho observó en silencio a su madre por unos momentos, tratando de dilucidar si el tono que empleaba para con él era uno de condescendencia, admonición o sarcasmo. Invariablemente, el joven adoptó el habitual carácter respetuoso para con ella y ahogó sus instintos de recriminarle su repentina ausencia. ¿Para qué? ¿Para perderla más tiempo? No. Para unos momentos que podía estar con ella, a pesar de que la elfa tal vez no lo valorara, mejor aprovecharlos y en el mejor ambiente posible.

- Un poco de todo, madre - contestó dibujando una suave sonrisa por primera vez desde que se miraran. Observó cómo su progenitora cargaba con algunos fardos e hizo ademán de cargar con alguno con su brazo herido, a modo de respuesta sobre la gran mejora del mismo. Observó como la exploradora se encaminaba hacia una mesa vacía y pretendió seguirla hasta allá. Repentinamente fue interceptado por un eufórico Giorgino, interesándose por su estado de salud y noticias sobre Vishkirville.

- Casi recuperado, gracias Giorgino - respondió, feliz de ver a sus amigos de vuelta -. Respecto al perro... Bueno, creo que será mejor comentarlo en otro momento, creo que tu tío Sandru quiere hablar - atajó, evadiendo diplomáticamente el hablar sobre el chucho en ese momento y en ese lugar -. Y sí, estoy deseando poder ampliar mis conocimientos sobre las tierras circundantes a Puntarena. Una caravana sería algo perfecto, gracias - agradeció el ofrecimiento estrechando su mano -. Discúlpame, desearía hablar un poco con mi madre - se disculpó dejando al pequeño de los Vishki retornar a la algarabía, exclamando jubiloso sobre su futuro enlace con Petunia.

En ese momento Kelsier se detuvo y se giró hacia Giorgino, de espaldas a él. De haberle visto el varisio, habría podido constatar la sombra de tristeza que recorrió la faz del medioelfo. Se tornó de nuevo hacia su madre y terminó sentándose junto a ella, dejando el pequeño fardo de la exploradora a un lado de la mesa.

- Me alegro de volver a verte - repitió con voz suave y con una entonación más agradable que la primera vez -. Escuché por el alguacil Cicuta que estabas ahí fuera vigilando y cazando goblins - informó mirándola fijamente. Durante unos segundos la observó en silencio, con una pregunta en su mente que al final terminó por salir -. Te marchaste sin despedirte - trató que no sonara a reproche -. Me hubiera gustado que... bueno, hubiera agradecido un simple adiós - sentenció sin aspereza, más bien con genuina tristeza.

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15/08/2017, 19:24
Shalelu Andosana.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

Shalelu alejó las cosas que cargaba de las manos de Kelsier, que las había acercado con intención de ayudar. Cuando lo hizo detuvo su mirada en el brazo que su hijo se había roto por su irresponsable temeridad.

- No hace falta que hagas esfuerzos innecesarios. No voy a ir muy lejos y puedo yo sola.

Y sola llevó sus cosas hasta la mesa en la que se sentó. Su hijo no tardó en acompañarla cargando su propio equipaje, un equipaje que no dudó en compartir con su madre. Ella lo escuchó pacientemente aunque sin llegar a mirarlo a los ojos más de lo que consideró necesario. Su mirada volaba de un lado a otro atenta a todo lo que ocurría en la posada.

 - Y a mí me hubiera gustado no tener que marcharme, pero era mi deber hacerlo- replicó tranquila.- No me voy por placer, no me voy por afán de aventuras o con intención de probar nada a nadie. Es mi trabajo, Kelsier, y creía que eras lo suficientemente maduro como para comprenderlo. Pero no te preocupes, si necesitas un adiós la próxima vez te lo daré- añadió, pretendiendo así zanjar la discusión.

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15/08/2017, 19:27
Kromdal.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.


Propiedad Transitiva aplaudió ante la historia de Sandru, sin importarle demasiado el contenido de la misma. Todo el mundo sabía que las historias cambiaban cada vez que se contaban, y una y otra vez iban modificándose hasta que lo que se contaba tenía un poco de lo ocurrido, y un poco de cada uno que había escuchado la historia y la había contado otra vez. Así era, y así debía ser. La verdad, esa estúpida concepción tan civilizada, era algo sobrevalorado y profundamente aburrido.

- Así se cuenta una historia. Y bueno... supongo que alguien tendrá que decir al chaval la verdad sobre Petunia, ¿no? Quiero mi cerveza gratis, y él ya no es un niño. Tiene que aprender que con ciertas cosas, y sobre todo con las mujeres, la vida no es siempre como uno quiere. Y ya de paso, Ameiko, ¿qué demonios quieres que hagamos con estas cosas? ¿son tuyas no? O al menos eso he creído entender.

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15/08/2017, 19:38
Kelsier Deznad.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

Kelsier escuchó la respuesta de su madre, la frialdad de sus palabras, la excusa del trabajo como escudo y la insensibilidad casi desdeñosa hacia los intentos del hijo por pedir algo de afecto a su madre. Aquello le dolió. Mucho. Si la mujer pensó que con esas palabras todo se había acabado, acertaba. Pero solo en parte.

- Esto no se trata de tu trabajo, madre. Lo desempeñas ejemplarmente y todos te admiran por ello.

Aunque nadie más que yo.

- En ningún momento lo he puesto en tela de juicio, luego no entiendo por qué lo mencionas. No viene a cuento. No es un problema del trabajo. Es un problema entre nosotros - le espetó a pesar de su tono suave, calmado y bajo al hablar -. Y lo que siento es que, precisamente, crees todo lo contrario a lo que afirmas: que no estoy maduro. Y dudo que a tus ojos nunca lo esté - dijo expresando lo que el muchacho sentía. Se levantó de su asiento.

- Si pretendes estar sola, lo haces muy bien - admitió el hijo a la madre -. Al final resulta que el adiós te lo doy yo, madre - terminó a modo de despedida, con voz triste, antes de alejarse. Miró unos instantes a la algarabía y decidió que su rostro triste y abatido no enturbiara el momento. Por ello, de manera discreta y sigilosa, algo que se le daba bien, salió de la Posada.

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15/08/2017, 21:45
Bevelek Dalmuvian.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

El varisio se detuvo en su opípara comida y se dispuso a precisar la información que su jefe le pedía, intentando ser lo más preciso, amable y bienintencionado que podía.

En el primer encuentro Jefe Sandru, eran tres. Pero usted lo cuenta esto mucho mejor que yo, eso sin duda. Yo únicamente quería precisar ese pequeño dato para no restarle un ápice de grandeza y emoción a nuestra historia. Pero usted Jefe Sandru tiene mejor dominio de la palabra y cuenta mejor la historia no hay duda de eso. Yo estoy disfrutando tanto de esa historia como...

Bevelek se detuvo cuando escuchó hablar a su primo pequeño, Giorgino, al que fulminó con la mirada por lo que dijo y sin saber muy como escurrir el bulto contó algo con brevedad.

—Oh le escuchamos gracias a una trampa que monté y a que mi hermano Vankor, como ha dicho el jefe, tiene unos sentidos muy agudos. El terrible monstruo se fue a por mi, pero fue abatido antes.

No había necesidad de especificar que había visto toda su vida pasar cuando se encontró cara a cara con el monstruo en la oscuridad de la húmeda noche del pantano. Prefirió seguir comiendo aquella carne de algo que no lograba identificar y continuar escuchando la historia de la aventura que había vivido, con la tripa llena y en un lugar cobijado aquello parecía más lejano y entretenido.