Partida Rol por web

El Regente de Jade I: El Legado de Muro de Salmuera.

Varisia: Punta Arena: Posada del Dragón Oxidado: Despacho de Ameiko.

Cargando editor
27/08/2017, 20:57
Kelsier Deznad.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

La propuesta hecha por Sandru y las diversas reacciones sobre viajar al Castillo del Muro Salmuera para recuperar el legado de Ameiko llamaron la atención del muchacho. Por diversos motivos.

Por un lado su afán de explorador. Viaja, explorar, descubrir... Sí, aquella era su vida, su vocación. Su mundo se limitaba a Puntarena y los campos y bosques circundantes, algo que comenzaba a quedarle algo pequeño. Por un instante alzó la mirada hacia Shalelu, en un instinto por preguntarle qué le parecía y si recibiría permiso. Entonces recordó que su madre no ejercía como tal ni tenía intención alguna de hacerlo, rehuyendo todo acercamiento entre ambos. No, desde pequeño el medioelfo llevaba tomando sus propias decisiones y este nuevo formidable salto volvería a hacerlo en solitario, a pesar de haber deseado un respaldo materno.

Por otro lado estaba el asunto de si Ameiko deseaba compartir sus legítimas pertenencias con los aventureros, sufragando los costes de montar una nueva caravana para viajar a aquel lugar, sin mencionar no los motivos económicos, sino los personales. Desenterrar el pasado y todos los problemas que aquello podría acarrear. Mientras lo valoraba, la mujer asintió afirmativamente al respecto.

También quedaba la distancia a recorrer. ¡Casi mil kilómetros! En carro sería algo más llevadero que andando, pero la velocidad de movimiento sería escasa y solo por carreteras y caminos practicables. ¿Cuanto llevaría alcanzar su destino? ¿Mes y medio o tal vez dos? Y solo de ida y si todo iba bien y sin contratiempos. Aquellas estimaciones dejaban al muchacho cavilante. Nunca había estado ni tanto tiempo ni tan lejos de su hogar, por lugares ignotos y posiblemente peligrosos...

- Contad conmigo - se pronunció el explorador mirando a todos los presentes, iniciando por Sandru, para finalmente posar su mirada en Ameiko y luego en Shalelu. A una, para que supiera que estaría a su lado en esa empresa. A la otra por deferencia, comunicándole lo que pretendía hacer, con o sin su bendición. Después de todo seguía siendo su madre -. Trataré de ayudar en lo que pueda - afirmó con toda la seriedad que su rostro adolescente podía transmitir, contestando así al ofrecimiento de Sandru y el ansia de Giorgino. Ímpetu, el de este último, que se vio forzado a refrenar a su pesar.

- Espera, Giorgino - dijo con tono serio, dando unos pasos y apoyando su mano sobre la puerta, impidiendo que este último saliera, ganándose su atención. Frunció los labios e hizo una mueca amarga, desviando la mirada hacia al suelo durante un momento antes de volver a alzarla y dirigirla al joven Vishki -. Olvídate de Petunia. Se ha prometido a otro - soltó a modo de bofetada verbal. Bofetada que llegaba hora de que alguien le diera para despertarle. Lamentaba tener que ser él.

Cargando editor
27/08/2017, 22:55
Koya Mvashti.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

Koya se lleva una mano a la frente cuando Kelsier, más joven y rápido que ella, detiene a Giorgino y le frena en la puerta.

Tras las palabras del semielfo, la desagradable y amarga noticia que tenía que llegar al joven Vhiski llega por fin. Koya se lamenta en silencio de no haber podido ser ella quien le diera la noticia. La impetuosidad de Giorgino en la planta baja le impidió sacar unos minutos para hablar con una anciana y ahora... Ahora Kelsier le decía lo que Giorgino se negaba a comprender.

- "Esa chica no es para ti." - Añadió Koya a las palabras de Kelsier. - "Olvídala." -

Cargando editor
28/08/2017, 14:26
Giorgino Vhiski.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

Al llegar a la puerta la mano de Kelsier le impidió salir y su tono serio diciendo que esperara le hizo parar en seco, seguramente el semielfo tenía algo importante que contar y no quería esperar a que Giorgino regresara. Algo en la expresión de su amigo le hizo sentir que no serían buenas noticias.

¡Oh no! ¡Kelsier no va a venir en la caravana!

Aunque el tema era bien distinto e inesperado para el joven varisio, se quedó tan sorprendido que tardó en reaccionar ante sus palabras.

-¿Petunia? ¿Prometida con otro? -Preguntó muy sorprendido. Indudablemente tenía que ser una broma, pero Kelsier no tenía el sentido del humor de su madre y había hecho una sin demasiada gracia, tal era así que durante un instante el semielfo se quedó mirando al suelo.- Sí... claro... No es muy gracioso... -Y para mayor estupor su abuela había seguido con la broma, lo que era extraño porque ella no solía bromear con esas cosas.- Venga, dejadlo ya, no me hace mucha gracia, voy a acabar pensando que Petunia no os cae bien. -Giorgino se volvió preocupado, para él era importante que su futura esposa encajara en su familia y amigos.- Porque os cae bien ¿Verdad?

Lo que veía en los rostros de sus familiares y amigos comenzaba a preocuparle de verdad, aquello no parecía ya parte de una broma sin gracia, parecía algo serio.

Espero que ahora todos se pongan a reír y a decir que es una broma. La verdad es que me la han colado bien.

Cargando editor
28/08/2017, 14:36
Vankor Dalmuvian.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

Por fin Ameiko había hablado y con ellas sentenciado su destino. No solo viajarían al castillo del Muro de Salmuera sino que, además, deberían hacerse con la caja de custodia, pese al peligro que ello implicaría y la posibilidad de despertar aquello que debía seguir dormido. Negó con la cabeza, no entendiendo la decisión aunque la aceptara. Y a un tiempo veía que su falta de comprensión chocaba frontalmente con el deseo de otros.

Miró a Ameiko, cuya decisión, aunque firme, parecía sujeta a consideraciones que trataría privadamente con Sandru. Y se sorprendió también de que pese a creer que la misión sería peligrosa, los empujara a ella. Pero todo ello pasó a segundo plano ante la tormenta súbitamente desatada. ¿Petunia prometida con otro?, repitió mentalmente. Suspiró con cansancio.

-Si he de hablar por mí, diré que me resulta una mujer agradable en el trato. En cuanto a lo que aquí se ha dicho... Giorgino, tú mismo, hace pocos días y en esta misma posada dijiste que cuando hablaste con ella para concretar cosas de vuestra boda, ella te dijo que estaba enamorada de otro y que deseaba ser granjera. Un tal... Lanshe si no recuerdo mal. Lamento que todo esto te disguste pero no debería sorprenderte -dijo con cierta crudeza que creía necesaria-. Lo siento, Giorgino, de verdad, pero tendrás que aceptar la realidad aunque te resistas a creerla. Ella intentó ser sincera contigo, hablaste incluso de su tristeza cuando te lo comentó. No quisiste ver la verdad en sus palabras y ahora te enfrentas a lo inevitable. Y sabes que Kelsier no te mentiría. Y aún menos, Koya que solo desea lo mejor para ti.

Cargando editor
28/08/2017, 15:41
Kelsier Deznad.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

Kelsier asintió a las palabras de Vankor, mientras su mano buena seguía apoyada sobre la puerta. No fuera que el joven Vishki saliera a la carrera sin conocer, tragar y digerir la cruda realidad.

El joven medioelfo, de todos modos, tuvo que vencer cierta perplejidad ante las palabras incrédulas de Giorgino. Ambos debían tener la misma edad física. No, ni siquiera. Kelsier no había logrado desarrollar su adultez como lo había hecho el varisio. A pesar de que el élfico tenía más años, su aspecto adolescente resultaba extremadamente precoz para al ciclo vital de un medioelfo. Y sin embargo, mentalmente, la infantilidad de uno y la madurez del otro resultaban palpables. Resultaba irónico.

- Boram - corrigió el explorador a Vankor, extrañado que nombrara a un tal Lanshe. ¿Acaso Petunia tiene multitud de novios? -. El tal Boram y su padre se presentaron ayer noche para brindar por el futuro enlace del hijo con Petunia - afirmó mirando a Koya, Ameiko y Hattori, testigos de tal evento antes de retornar con el desengañado varisio y explicando de tal manera las risas de algunos parroquianos ante las soflamas del joven sobre casarse con la muchacha -. No es ninguna broma - atajó con la mayor seriedad que pudo -. Lo siento, Giorgino.

Tras ello quitó la mano de la puerta. Sabiendo la verdad el joven Vishki era libre de irse o quedarse. Pero ya no seguiría siendo el hazmerreír de algunos en base a su ignorancia de la situación.

Cargando editor
28/08/2017, 17:38
Giorgino Vhiski.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

Las caras no dejaban lugar a duda, los que no hablaban estaba claro que parecían estar de acuerdo con los que si lo hacían. Entre Vankor y Kelsier intentaron hacer entrar en razón al muchacho que no quería encajar las piezas de aquel puzzle, aunque todas estaban delante de sus narices. Se imaginó a Boram y a su padre brindando la noche anterior por el enlace mientras él dormía con las serpientes de Buentocón y a Boram y Petunia enamorados mientras luchaba contra esqueletos, monstruos y alimañas. Recordó algunas de las palabras de Petunia y las que su abuela le había dirigido hacía escasos momentos. Todo era verdad y no una broma de mal gusto, se quedo cabizbajo pensativo.

¿Y que tiene ese tal Boram que no tenga yo? ¡Si ni siquiera es un aventurero! ¿Y que ha pasado con todo el amor que me tenía Petunia? ¡Es injusto!

Giorgino siempre la había querido y la había cuidado, estaba dispuesto a hacer todo por ella y ahora tenía algo de dinero con el que comenzar una nueva vida. Pero el dinero si no había con quien compartirlo no parecía tan atractivo, o las aventuras si no había a quien contarlas a llegar a casa... Había pasado de la alegría a la tristeza en un momento y lo peor era que estaba estropeando la celebración a los demás. Además sentía la mirada de todos clavada en él y eso le incomodaba, de alguna manera creía que les había fallado, que había hecho algo mal y les había decepcionado.

-Entonces... Yo voy a... bajar a por unas bebidas para celebrarlo. Lo del tesoro y la nueva caravana claro, no lo de Petunia... Ahora subo.

Necesitaba estar un rato a solas y digerir bien todo aquello a lo que no veía ninguna lógica. 

Cargando editor
28/08/2017, 17:39
Vankor Dalmuvian.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

-¿Boram? -dijo momentáneamente perplejo. Conocía al dueño de aquel nombre. Había estado hablando con él en el cumpleaños de Koya-. No sé, solo repito lo que Giorgino mencionó.

Cargando editor
28/08/2017, 18:35
Sandru Vhiski.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

Sandru escuchó el frío chaparrón que estaba recibiendo Giorgio y reprimió un gruñido gutural.

- Así que eso era lo que pasaba abajo... -

Era feo ver lo que la malicia, la envidia o quizás el odio a los varisios en general podía provocar hacia su gente. No sabía si los padres de la muchacha habían tenido algo que ver en el asunto o era la mera volubilidad de la juventud la que había obrado para hacer que la existencia de su sobrino fuera algo miserable actualmente.

Se levantó siguiendo un impulso, y dio dos zancadas agarrando a su sobrino en el último momento, antes de que abandonara el despacho.

- ¡Sobrino, no te preocupes! Piensa que con tu planta de los Vhiski, tu encanto natural, y la cantidad de emplazamientos que vamos a recorrer tendrás la oportunidad de conocer decenas de hermosas mozas. Hasta ahora sólo has vivido en Punta Arena, y si finalmente esa muchacha nada aventurera que sólo aspira a labrar la tierra por muy honrado que sea no quiere estar contigo, es que no era la voluntad de Shelyn que fuera tu media naranja, ¿no crees?

¡En realidad la Shelyn te cierra una puerta, y te abre otra! ¡El camino! Es tu oportunidad, como si la voluntad de ambas diosas, Desna y Shelyn guiaran tu auspicio. En cuanto nos pongamos en marcha yo que tú visitaría el carromato de Koya para que desvele las nieblas del futuro en ese aspecto. Quizás puedas tener alguna ventaja a ese respecto, al modo de los varisios, je, je. -

Sandru abraza de manera torpe otra vez a su sobrino palmeándole la espalda con fuerza, dejando ya que parta para que su emoción no se desborde delante de la concurrencia.

Cargando editor
28/08/2017, 20:42
Bevelek Dalmuvian.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

Estaba tan ensimismado con la posibilidad del viaje y todo lo que eso podía suponer para él, que no fue capaz de entrar en la conversación sobre Petunia y Giorgino hasta que fue demasiado tarde. El viaje y reabastecer la caravana le iba a dar mucho trabajo, sin embargo le hubiera gustado decirle algo a Giorgino sobre aquello. Ya tendría tiempo de hablar con su primo pequeño, además esas eran algo por lo que debía pasarse en solitario eran un camino único que cada uno debía emprender.

Jefe Sandru en cuanto nos de la orden podemos empezar a ponernos con los materiales y a preparar el viaje.

Mucho trabajo venía por delante pero era bueno tener trabajo. La caravana se había recuperado y volvía a tener una buena fuente de ingresos para subsistir y eso le alegraba. Existían otras caravanas pero él se negaba a ir a otra que no fuera la de Sandru Vhiski. No le apetecía un viaje tan largo pero si gracias a eso iban a poder regalarse un pequeño colchón de seguridad económica bien iba a merecer la pena correr el riesgo y el trabajo adicional.

Cargando editor
29/08/2017, 05:48
Giorgino Vhiski.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

Se sintió reconfortado con el abrazo de su tío y también con sus palabras bonitas y llenas de esperanza, incluso consiguió arrancarle una pequeña sonrisa. Asintió levemente, más por la convicción y pasión con la que había hablado Sandru que porque estuviera seguro de que las cosas iban a pasar así. Al fin y al cabo uno no se iba encontrando chicas como Petunia por ahí colgando de los árboles como frutas para ser recogidas.

Claro que pedir una a la que le gusten los viajes en caravana y no me deje por otro no me parece demasiado.

La intervención divina de Shelyn o Desna le preocupaba más. ¿Acaso era aquello un castigo de las diosas por algo malo que había hecho? ¿Las había ofendido de alguna manera? Tendría que poner al día sus rezos y ofrendas a ambas para ganarse de nuevo su favor. Claro que igual simplemente ellas le habían protegido de una chica que no sería feliz a su lado.

¡Granjera! ¡Como mi madre! ¿Que clase de vida es esa?

Quería mucho a su madre y apreciaba todo el esfuerzo que había realizado por sacarlo adelante a pesar de la pérdida temprana de su padre, pero él tenía verdadera sangre varisia en las venas y necesitaba viajar, nunca podría contentarse con una vida tan aburrida como la de un granjero, por muy honrada que fuera.

Quizás cuando sea viejo me retire y deje de viajar, pero ahora es lo que tengo que hacer.

-Gracias tito y gracias al resto. Supongo que para Petunia fue demasiado que me convirtiera en un aventurero, quizás tenía la esperanza como mi madre de que acabara convirtiéndome en granjero. Pero soy varisio y mi vida está en la carretera, junto a vosotros. Tenemos que recuperar el cofre de la Señorita Ameiko ¿Verdad? Y a ti Kromdal, te debo una jarra de cerveza, un buen varisio siempre cumple con su palabra.

Seguía sintiéndose triste, pero al menos en su corazón ya había empezado a surgir la esperanza de nuevas aventuras, un gran viaje y sobre todo la compañía y amistad de su familia y amigos.

Y quizás el tío Sandru tenga razón y conozca a otra chica. Pero esta vez debe ser una buena varisia o al menos que le guste viajar y las aventuras.

Cargando editor
29/08/2017, 12:16
Koya Mvashti.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

A pesar de repetirse una y otra vez que ella sabía que Sandru iba a regresar aquel día, con todos sanos y salvos, Koya se vio sorprendida por un inusitado alivio. Para ella era una extraña sensación, como el sabor agridulce que tanto le gustaba a los tien en su comida. Un sentimiento de gozo tan grande como pocas veces había experimentado en su larga vida y que la había dejado algo aturdida. ¿Acaso no se sentía también culpable? ¿Cómo podía sentirse tan aliviada si Desna ya le había confiado su regreso?¿Aquella sensación de haberse quitado un peso de encima, un nudo que atenazaba la boca de su estómago y que se deshacía como un castillo de arena acosado por las olas, no significaba acaso que había dudado de los designios de Desna? Estas extrañas reflexiones mantenían ocupada a Koya y, cuando salió de su ensimismamiento, tenía delante a Giorgino y su problema.

- Sí, luego hablaremos.- Y aunque se alegraba sobremanera de verlo su tono de voz no dejaba lugar a dudas de que la conversación iba a ser subida de tono. ¡Así es el carácter voluble e incendiario de los varisios que tanto puede llegar a sorprender a los que no están acostumbrados!

Cuando Kromdal destapó apresuradamente el pastel, Koya se limitó a resignarse y a clavar su mirada en el bárbaro. Los ojos cansados de Koya, de marfil veteado de rojo sanguíneo, aún lucían imponentes. No en vano la gente de Punta Arena solía desviar la mirada de la anciana para no cruzarla con la suya.

- ¡Pfff!- Resopló como si una mosca se hubiera posado en su fino y cuarteado labio superior. Asintió a las sabias palabras de su hijo, mucho más maduro y cabal que Giorgino. Petunia no sería más que una mísera muesca en el historial amoroso de un varisio, como no podía ser de otra manera para un pueblo que vive en el Camino. Si Koya hubiera hecho una muesca en su carromato por cada persona que hubieran pasado por su cama, ahora su carro estaría más rayado que cuando lo cogió su nieto para sus carreras clandestinas. Tendría que superarlo y aprender de ello. Koya podía curar las heridas físicas que tenía Severis pero tendría que dejar que Shelim curara el dolorido corazón de su adorado nieto. Desna no se preocupaba por minucias como aquellas. No era una diosa de segunda como para preocuparse por la prescindible Petunia.

Lo que me preocupa es...¡maldita sea!- Definitivamente tendría que hablar con Giorgino.

Koya había tomado asiento de las primeras en el despacho de Ameiko, pues la edad le daba ese privilegio, y observaba casi obnubilada de nuevo, cómo el bárbaro y Vankor portaba el cofre que la expedición al pantano había encontrado. Unos instantes antes el joven la había elevado al cielo estrellado de Desna y con eso tenía que conformarse pues no era más que una vieja arrugada como una pasa y seca como la mojama. Entonces volvió a la realidad para darse cuenta de los peligros que el grupo había corrido mientras Ameiko, el pobre Kelsier y ella misma, esperaban impacientes su regreso. Ratas monstruosas, esqueletos andantes, antepasados malditos y, no menos peligroso y terrorífico, el monstruo del Río Empapado.

- ¡Por Desna que os merecéis esto y más!- Pero los peligros pasados habría paso a otros nuevos y desconocidos. Un nuevo objetivo que, el en principio pequeño problema de seguridad que suponían los Goblins, había dejado al descubierto.- Esto es a lo que me refería el día que te leí las cartas en la posada, hijo mío. Los goblins sólo eran lo que asomaba bajo la manta. Ahora debemos extremar las precauciones si vamos a tirar de ella pues ya Desna nos advirtió de que el peligro era grande.- La anciana pareció reflexionar un momento antes de emitir su decisión.- Os acompañaré también.- Dicho esto se quedó mirando a Ameiko con gesto serio. También a ella le había leído las cartas y era hora de que se enfrentara a su destino. No podía quedarse sentada a esperar a que otros lo solucionaran por ella.- Tomad las decisiones que marcaran vuestro Destino. Hacedlo rápido y no dudéis. Después dejad que esta casada vieja atienda al pobre y valiente Severis que ha aguantado estoicamente toda este rato.- Había demasiada gente allí para ponerse manos a la obra así que tendría que esperar a que la reunión se disolviera para atender al tien. Mientras esperaba a los demás los ojos de la anciana se desviaban al oro y joyas contenidas en el cofre. El noble metal era algo que atraía a los varisios como las miel a las moscas.

Cargando editor
29/08/2017, 17:45
Sandru Vhiski.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

Sandru no pudo reprimir su alegría cuando su madre dejó claro que les acompañaría en el viaje. Si bien se cuidó de no exteriorizarla hasta que Giorgio se hubo retirado. Que Koya hubiera decidido viajar con la caravana le traía otras preguntas al varisio a la mente.

- Contar contigo en este largo periplo será una bendición de Desna, madre. No sé me ocurre cómo poder llevar la caravana a buen puerto sin tu ayuda y visión. ¡Qué sería de una caravana sin la guía de una servidora de Desna!

Además madre, puede que este sea el Gran Viaje que estabas esperando. Recuerda que llevabas lunas hablando de ello. Quizás al final nos ha encontrado antes de que tú lo buscaras por tu cuenta. -

El mercader le tiende el anillo y la varita que estaban dentro del cofre con un gesto interrogante. Entre la sabia mujer y quizás Ameiko podrían desentrañar los secretos de la magia de ambos objetos. Por último miró a la hermosa mujer tien.

- Si me permites Ameiko le dedicaré unas horas de trabajo a este hermoso cofre de manera que recupere la hermosura que tenía en sus comienzos. No se me ocurre mejor lugar para que guardes tu equipaje y bienes preciados durante el viaje que vamos a acometer. -

Sandru sonríe y palmea la vieja pero resistente madera. Unas horas de pulido y una capa de barniz harían maravillas en su superficie. Y algo de aceite en la cerradura devolvería la movilidad al mecanismo. El varisio guardó la llave en uno de sus bolsillos mientras miraba al resto que no se habían pronunciado. Quizás había dudas en los corazones de algunos de ellos.

Cargando editor
29/08/2017, 18:11
Vankor Dalmuvian.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

-¿Fecha de partida aproximada? Bevelek y yo vamos a tener trabajo para preparar lo que sea necesario en la caravana. Para ir adelantando, ¿podrías hacernos, jefe Sandru, un listado de materiales que tengamos que adquirir o de los trabajos más inmediatos? Sé que acabamos de llegar pero organizar todo esto va a llevar tiempo.

Cargando editor
29/08/2017, 18:45
Viejo Hattori.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

Él no era quien para meterse en aquella conversación, pero cuando comenzaron a hablar de lo ocurrido en la taberna con cierta celebración, no pudo más que mirar al joven y pobre Giorgino y asentir con la cabeza, dándole la razón a sus compañeros. ¡Él trabajaba allí! Sabía de lo que hablaba, y lo que sus viejos y cansados ojos habían visto. No era cuestión de darle esperanza, él, mejor que nadie sabía que este tipo de carromatos solo pasaban una vez en la vida, y si no era posible subirse, mejor buscar otro cuanto antes.

- Si necesitáis algo que yo pueda hacer, no dudéis en venir a buscarme y demandar lo que tengáis en mente. Dos manos más, aunque viejas, siempre son de ayuda. - Dudaba que pudiera hacer la mitad de lo que ellos hacían. Incluso dudaba de que pudiera ayudar en algo, pero una voluntad fuerte y un deseo de colaboración era todo lo que podía ofrecer. Y si era por Ameiko, sin duda pondría el alma a trabajar de ser necesario.

Cargando editor
30/08/2017, 00:07
Serveris.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

Entonces llega lo que nunca había imaginado: Sandru plantea la idea de formar una caravana todos los presentes y recorrer con ella mucho más allá de lo recorrido comúnmente. Ser como exploradores aventureros, con una caravana en la que no pasar las penurias clásicas como hambre y frío.

"Si puede mantenerme seco en el viaje, estaré feliz de estar ahí."

Ameiko está de acuerdo y se menciona que la caja en ese castillo de algo de salmuera puede que no sea el final. Puede que sea ir más allá, quizás hasta donde. No lo sé y me encantaría saberlo.

Un tambor comenzó a sonar atronador en mi pecho, tanto que ni siquiera conseguí escuchar bien por qué todos hablaban con Giorgino de Petunia. Entonces escucho con un poco más de calma y entiendo que Petunia lo dejó por otro a quien se prometió. Tuerzo el gesto con pesar y pongo una mano sobre mi amigo para subirle el ánimo:

 - "Debes estar tranquilo. Esta empresa es probablemente lo más glorioso que haremos y ella, con tan pocos sueños, solo te limitaría. Debemos ser libres para disfrutar esto como corresponde."

De repente, entendí que quien había pronunciado esas palabras era el varisio en mí. A pesar de ser un simple granjero, mi padre me heredó algo que ahora está aflorando y lo hace para bien. Entiendo que sí soy un mestizo y que no tiene nada de malo. Si le sumamos un tien que se siente extraño acá, eso debe ser el irrefrenable deseo que tengo por viajar y ver tierras lejanas.

Sin poder contenerme más, miro a Sandru y respondo:

 - "Yo... yo también quiero ir. No quiero quedarme en Punta Arena ni un minuto más del necesario. Quiero ver el mundo junto a ustedes."

No digo más, sobre todo por vergüenza:

"¿Como decirles que después de lo ocurrido con mi padre, ellos son la única familia que tengo? No puedo imaginar a nadie más con quienes querría ver el ancho mundo. Ahora realmente soy feliz."

Trago un poco de saliva, con una sensación tan agradable que hasta los dolores se me han ido. Me ruborizaría si tuviese suficiente sangre en mi interior, pero mi abuelo no muerto se encargó de evitarme el pudor.

Entonces Koya me menciona y niego con la cabeza antes de contestarle:

 - "No se preocupe, estoy bien. Esto es más importante. Muchas gracias."

Lo digo mientras mantengo mi apoyo en el escritorio, quizás a punto de desvanecerme pero aguantando pues cada cosa que se está diciendo es fuente de una gran dicha para mí y eso es algo cuyo precio feliz pago con un poco de dolor.

Cargando editor
30/08/2017, 11:49
Koya Mvashti.

Su hijo hablaba de su Gran Viaje y eso llenaba de excitación el flacucho cuerpo de Koya.- Sí, puede que tengas razón y sea éste. Mmm... pero todo ya se verá. -

En el fondo se resistía a comenzar tan ansiado viaje pues, una vez empezado, ya no habría marcha atrás. Y si alguien en Punta Arena sabía lo rápido que pasaba el tiempo, esa era Koya. Temía que en un instante, tan fugaz como un parpadeo, estuviera ya de regreso, condenada a una vida de ostracismo en Punta Arena. Aprovechando un momento en el que Sandru se aproximó a ella, Koya le tiró de la manga para susurrarle al oído.

- ¿Vas a dejar que Giorgino conduzca mi carro? - Peguntó algo preocupada. Su nieto así había expresado su deseo y Koya no podría resistirse a ello. Después de todo era su ojito derecho y ella disfrutaría también de su compañía. Necesitaba pasar tiempo con él para lamerle las heridas dejadas por Petunia. Pero, por el otro lado, estaba el tema de su salud física y mental. Su corazón ya estaba débil y podría acarrearle una muerte prematura. Demasiadas emociones.

- Bevelek, Vankor...- Hizo un inciso cuando éste último preguntó sobre la fecha de partida y preparativos. - Esta achacosa abuela puede que os necesite para la ayudéis con sus cosas. -

Si el viaje iba a ser largo tendría que organizar muchas cosas y trasladar grandes cantidades de materiales al carro. No veía mejores candidatos para ello que los dos solícitos Dalmuvian. Ya les invitaría a una limonada una vez hecho el trabajo. Una sonrisita tonta se dibujó fugaz en sus labios.

La pitonisa arrugó el ceño, cosa que no indicaba nada bueno, cuando Severis le dijo lo que era más importante. Eso ya lo decidiría ella que era la curandera y no un jovenzuelo al que el éxito se le había subido a la cabeza. Éxito parcial, todo sea dicho. Siempre había pensado que, cuando llegara a vieja, se ganaría una posición de respeto tal que podría hacer prácticamente lo que se le antojara. Pero la juventud iba perdiendo la consideración a los mayores. Al menos le habían dejado un sitio donde sentar sus huesudas posaderas.

- Muy bien. Como quieras. Pero cuando acaben aquí no te irás sin que vea esas heridas, jovencito. -

Cargando editor
30/08/2017, 16:54
Kromdal.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.


A Propiedad Transitiva el chaval (y por chaval nos referimos a Giorgino) le caía bien. En otra circunstancia su sufrimiento y su posterior recuperación, milagrosa casi como todo lo que se refería a Giorgino, hubiera supuesto que el bárbaro hablara sobre el tema, o palmeara la espalda del varisio.

Pero no esta vez. Esta vez otros temas mucho más personales acuciaban la mente del bárbaro: ¿debía acompañarles en ese viaje? Todos ellos eran casi, casi (o sin casi) familia. Y sí, no le caían mal. Pero ¿qué se le había perdido después de todo a él en ese puñetero lugar? ¿buscar aventuras? Sonaba bien, pero la verdad, no dejaba de ser una puta caravana comercial. Y si quisiera ganarse la vida como caravanero o mercenario, había otras opciones. Además, estaban hablando de una enorme cantidad de kilómetros, y durante los mismos, ¿dónde iba a encontrar alcohol, comida y putas? Y si no las encontraba, ¿cómo mierdas se suponía que iba a lograr dormir por las noches sin tener que pensar en sus difuntos, en los fantasmas que poblaban sus noches? ¿cómo iba a lograr esquivar las maldiciones con las que, a buen seguro, los ancianos de su tribu le perseguían?

No, no le gustaba la idea. No le gustaba nada. Por otro lado, ellos le caían bien. Y quizás estar con los varisios lejos de este lugar esquivara las maldiciones y los fantasmas. Quizás. Repentinamente, tomó una de las monedas, y la lanzó al aire, dejando que cayera sobre la mesa, y girase, durante unos segundos, antes de mostrar la cara.

- Iré- dijo con sencillez tras guardar nuevamente la moneda, mirando luego a Sandru- luego hablamos cuando tengas un rato y termines de hablar con los tuyos y con Ameiko.

Cargando editor
30/08/2017, 17:44
Vankor Dalmuvian.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

-Claro que te ayudaremos, Koya. Pero con una condición, que retires lo de achacosa -dijo sonriente. Vankor sabía a aquellas alturas de la partida que a la pitonisa le gustaba escudarse en su edad para reivindicar un trato de favor en base a una pretendida debilidad y fragilidad de las que dudaba enormemente. De hecho, preferiría enfrentarse en batalla contra Sandru que contra Koya-. Porque si mantienes esa afirmación, entonces Sandru se replanteará el que nos acompañes y eso no sería bueno para nosotros. Y porque si lo retiras, este -elevó un brazo y lo flexionó haciendo que el bíceps destacara como esculpido en piedra- y este -hizo lo propio con el otro- estarán a tu entera disposición para lo que necesites -miró directamente a Koya, con sus grandes y límpidos ojos castaños, sombreados por una inocencia real difícil de creer pero que ahí estaba. Vankor no pretendía presumir. Sus músculos eran su herramienta y los mostraba con la misma naturalidad que Hattori su escoba. 

Cargando editor
30/08/2017, 18:05
Koya Mvashti.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

Las achacosas ancianas no se sonrojan. El adorable rubor femenino, que había encandilado a tantos hombres a lo largo de la historia, es más propio de doncellas virginales que de ancianas como Koya. Su ausencia es un efecto, uno de tantos, de la longevidad. El enrojecimiento proviene de la vasodilatación de los capilares sanguíneos que llegan a las mejillas, haciendo que por éstos corra más abundante la sangre , contagiando así su rojo carmesí a la piel. Koya ya era una vieja pelleja y, como tal, tenía los capilares rotos, marcados permanentemente en las mejillas, al igual que les pasa a los borrachos empedernidos. De ahí que pudiera disimular el estupor que las palabras de Vankor provocaban en ella.

- Lo retiro, lo retiro, claro que sí, jeje.- Le había salido contestón el pequeño de los Dalmuvian. No era la primera vez que se atrevía a rebatirla con contundentes argumentos. ¿Acaso no tenía todo el derecho del mundo de hacer valer su senectud?Simuló tranquilidad pero aún así intentó salirse con la suya.- Además, con vuestra ayuda, el carro irá equipado con todas las comodidades que una varisia tan avanzada en años como yo pueda desear para el largo Camino.- La visión del joven Vankor, con su cuerpo esculpido a base de duro ejercicio y esa expresión de inocencia en el rostro, clara como un arroyo de montaña, provocaba en Koya una mezcla entre ternura y enfado. Enfado porque el joven parecía haberla calado bien, y enfado consigo misma por ser incapaz de darle la vuelta a la situación como hacía, cuando le interesaba, con todo el mundo. Al final terminó cruzándose de brazos a la espera de poder abstraerse en los cuidados que requería Severis. Se forzaba a no arrugar el gesto y a no mirar descaradamente los portentosos músculos que el joven lucía de la forma más natural.

Cargando editor
30/08/2017, 18:40
Bevelek Dalmuvian.

MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, DIEZ DE ABADIO.

PUNTA ARENA.

POR LA TARDE.

—Claro Koya, ayudaremos en todo lo que necesites estamos listos y dispuestos, además tenemos muy buena mano para eso. Aprovecho para decirlo, si alguno de los presentes no ha viajado nunca en caravana y tiene cualquier clase de duda sobre en qué puede ser útil o como ayudar que venga con nosotros y le indicaremos la forma más adecuada. Mi hermano y yo tenemos bastante experiencia.

Palmeó sus manos para luego frotárselas con emoción. Volver al trabajo indicaba que volvía la apacible y amable tranquilidad, gracias a eso podía olvidarse de los peligros sufridos en el viaje durante un rato y concentrarse en retomar su apacible y tranquila vida. Con los carros, los animales y los pertrechos que debían cargar. Poco a poco todo se iba encaminando de nuevo tras la pequeña crisis, volvían a tener trabajo e incluso un poco de dinero para poder gastar en sus pequeños caprichos.

Al final vamos a tener un gran grupo de viaje si vamos todos.

Comentó aquello con una sonrisa larga, sería animado un viaje con todos juntos.