Partida Rol por web

La noche era curiosamente templada para las fechas en las que estaban. Además había una tranquilidad y una quietud que no se conocía en el resto de Europa o el mundo. Quedaban pocos sitios así, con un mínimo control strigoi, o incluso ninguno. El norte de Europa era una de esas excepciones, pues a aquellas bestias les costaba vivir en sitios donde el temporal era muy desfavorable. Si aquella isla con buen clima seguía así era porque se cultivaba parte de la comida que luego se repartía por Europa. Se recogía, se hacía crecer y se procesaba. Aquellos humanos eran muy productivos y todo el que demostraba serlo se le daba cierta manga ancha. Si servías bien al régimen, tenías unos mínimos privilegios.

Elena se movió por callejuelas hasta llegar a la parte norte del puerto. No quería que fuerais vistos en exceso, seguramente que tanto silencio no le parecía bien, no estaba hecho a ello. -La entrada a las ruinas creemos que puede estar sumergida, ha pasado mucho tiempo desde que se descubrió el hallazgo. Quizás debamos meternos en el agua y no estará precisamente cálida- advirtió al grupo. -¿Estáis todos de acuerdo con eso? Porque quien quede fuera, esperando otra entrada, puede que no vaya a encontrarla.

La militar abrió la bolsa que llevaba encima, en su interior un par de linternas sumergibles y unos trajes de neopreno. La bolsa era impermeable y podrían guardar su ropa en el interior.

-La bolsa es impermeable, si metemos dentro la ropa podemos llevarla con nosotros. Por otro lado espero que no seáis pudorosos, porque tendremos que cambiarnos todos sin más- dijo mirando alrededor, pues sus pasos les habían llevado a una cala rocosa, no muy lejos del puerto y al norte del mismo. Ella comenzó a desnudarse, para colocarse el neopreno, sin mucho pudor, había que ser prácticos. 

Colocó su ropa dentro de la bolsa y espero a que el resto procediera de forma similar. Luego cerro la bolsa y se metió hasta las rodillas en el agua, bajando entre las piedras. -Tened cuidado, no está demasiado fría, pero las algas escurren- se deslizó entre ellas hasta acabar bien metido en el agua y se puso a buscar por el lugar. Fred la había indicado bien dónde debía estar la cueva. -Aquí habrá que bucear un tramo- advirtió, cogiendo aire y metiendo su cabeza bajo el agua. Se adentró bajo el rocaje, algo arriesgado, pero al menos el mar acompañaba permaneciendo calmado.

Bajar al agua y bucear para entrar en la cueva, de noche, fue cuanto menos claustrofóbico. La oscuridad y el miedo irracional a lo desconocido podía jugar malas pasadas, por suerte no había demasiado espacio en esa entrada como para desviarse mucho. Apenas tuvieron que aguantar la respiración hasta pasar al otro lado, donde había una cueva abovedada. Allí esperaba Fred, sentado en la orilla rocosa y mirando que todos salieran, enfocando con una linterna para alumbrar el interior. El resto del grupo estaba del otro lado, vestido.

-Ya están aquí- sonrió Fred viendo a la otra mitad del grupo y les ayudó también a subir a tierra firme. -A partir de aquí no hay marcha atrás, o encontramos algo, o hemos fracasado. ¿Os ha visto alguien?- Fred miró a la militar española.

Ella negó concienzuda. -Negativo, pero mejor darnos prisa. Si aquí hay chupasangres lo más apropiado será despertarlos de noche, ¿no?- se sacó el neopreno, al igual que Fred que aún lo conservaba y el resto.

Cuando todos estuvieron listos, comenzaron a recorrer un largo pasillo, alumbrados con las linternas. En apenas unos minutos encontraron una cámara enorme, con columnas naturales.

En el centro de la misma había un gran monolito de mármol con marcas y algún tipo de jeroglíficos o runas, marcas desconocidas para vosotros a primera vista. Alrededor y de cara al monolito de mármol 12 tronos esculpidos con el mismo mármol. Sobre los tronos sentados 12 figuras de una belleza extrema, ataviadas con ricos ropajes y mucha joyería. Las figuras antropomórficas eran muy realistas y quizás demasiado detalladas. Sus ojos estaban cerrados y las 12 miraban al monolito, habiendo 6 mujeres y 6 hombres.

¿Serían aquellos los vampiros?

-Hostia puta...- dijo la rubia para sí, acercándose a las figuras sobre los tronos con precaución. -¿Esto es real o es algún tipo de broma?

Richar se dejó guiar por sus compañeros, aunque una vez sumergido en las oscuras aguas se preguntó si de llevar las gafas puestas habría sido capaz de ver algo igualmente, a pesar de todo se sentía como desnudo sin ellas como si una parte de él se hubiera ido y sobre todo se sentía mucho más torpe. Cuando por fin emergieron tomo una gran bocanada de aire y se dejó ayudar por Fred para subir a las rocas.

-Gracias por la ayuda, eso ha sido un gran trabajo en equipo ¿No os parece?

Le gustaba que comenzaran a confiar unos en otros y a ayudarse mutuamente, aunque la escasa luz de las linternas que Fred había dispuesto no era suficiente para que distinguiera más que los bultos de sus compañeros, se puso las gafas pero estaban demasiado mojadas para ser muy útiles, tenía que secarlas antes así que volvió a quitárselas y se acercó a la bolsa impermeable que Fred había señalado para coger su camisa y secarlas un poco. La abrió y revolvió hasta que encontró lo que pensó que sería uno de sus calcetines negros, lo sostuvo cogiéndolo con un par de dedos mientras entrecerraba los ojos intentando enfocar mejor sin demasiado éxito.

No, esto no son mis calcetines...

Se puso las gafas por un momento y comprobó que en vez de sus calcetines sostenía una de las prendas íntimas de alguna de sus compañeras, en concreto un tanga. Se ruborizó un poco y soltó la prenda en el interior de la bolsa, sería mejor que usara las gafas a pesar de que las gotas distorsionaban la imagen, al menos hasta que encontrara su camisa. Cuando finalmente lo hizo volvió a sonreir satisfecho, ahora ya veía perfectamente. El otro grupo hacía su aparición también en aquellos instantes y Richard hizo un gesto de saludo con su mano.

-Bienvenidos, parece que todos hemos llegado bien. Tras cambiarse de ropa, dejando nuevamente la debida intimidad a las chicas para que lo hicieran mientras se entretenía en observar la cueva a la que habían llegado, todo el grupo se puso en marcha hacia un pasaje interior. Al llegar a la cámara no pudo disimular su asombro ante lo que había ante ellos.

-¡Vaya...! ¡Esto es absolutamente asombroso...! Richard se dedicó a mirar todo con detenimiento intentado encontrar algo que le fuera familiar, desde la artesanía de las estatuas, alguna inscripción, la composición de todo el conjunto... Estaba tan entusiasmado como un niño con un juguete nuevo.

La experiencia de inmersión resultó resultó cuanto menos angustiosa. Ya por su prolongación el tiempo, que fue el justo, sino más bien por las condiciones. Estrechez, oscuridad, desconocimiento...Un miedo irracional recorrió cada una de las conexiones neuronales de Syria, haciéndola debatirse entre el terror mas crudo y visceral, y su parte razonable. Esa que la animaba a seguir. Curiosamente esa voz sonaba como la de Fred, siempre ahí, siempre presente...Negándose a rendir pleítesía a los sombras mas oscuras de la muchacha. 

Los segundos se hicieron largo, largos, minutos. Pero llegó de una y sin salir en estampida hacía el otro lado de la gruta. Allí ya les esperaba Fred, que es indicó que podían cambiar sus ropajes de vuelta. Syria solo quería quitarse esas rosas manchadas de agua en a saber que condiciones, y recuperar sus viejas pero confortables prendas, que era bien recibidas por su zona de confort. Mientras las recoloca una a una, presencia la cómica escena de Richard haciéndose con un tanga. Sin duda, de ella no era, no gastaba de esas cosas. Era más probable verla con algo tipo culote con temática friki. No pudo sino reírse con semejante estampa.

- Tranquilo, los tangas no muerden...- sin duda este señor debía follar poco...Como ella, que directamente nunca lo hizo. Aunque no necesitaba hacer la cata para saber que tipo de genital le tiraba más. Pierdo su  vista ligeramente en aquella prenda, que debía ser de la otra chica, y me veo a obligada a sacudir ligeramente la cabeza para espantar algunos pensamientos cuanto menos inoportunos. 

El resto del grupo hace acto de presencia, y cuando estamos todos se ponen de nuevo en marcha. Syria estaba un poco perdida en aquellas tesituras. Había pasado largos años siendo entrenada y empollando los manuscritos que había escrito su padre. Podría abrir a un Strigoi y reconocer una a una, de memoria y sin dificultad, cada una de las partes de aquellos monstruos. Discernía los procesos fisiológicos y biológicos que daban vida a su cuerpo...Pero distaba mucho de ser una aventurera de pistola en mano. Por eso no se separó de Fred en todo el camino. 

Lo que les esperaba al otro lado del pasillo la dejó completamente boquiabierta. Miraba todo con los ojos como platos y se debatía entre quedarse donde estaba, a la espera de que alguien mas entendido tomara la iniciativa antes de dar un paso en falso, o acercarse contemplar de cerca aquel panorama.

- ¿Y si son esos...?- musitó, ligeramente sobrecogida. La mera idea le proporcionaba sentimientos encontrados. Miedo y excitación a un tiempo.

A Heikki no le gustó mucho tener que bucear atravesando una gruta. Siempre odió esas situaciones, tan angostas para él y peligrosas... pero sobre todo, lo primero. No comentó nada al respecto, se limitó a asentir a la teniente Pérez y seguirla como buenamente pudo bajó las no tan frías aguas de la cueva sumergida.

Saludó a los otros, cuando se reunieron, con un tosco asentimiento de cabeza aderezado con un gruñido mientras comenzaba a desvestirse para ponerse la ropa que llevaba antes. Menos mal que la bolsa había mantenido seca la ropa, sino, tendría que seguir pareciendo una especie de pinguino venido a menos.

Las figuras si que hicieron que Heikki abriera los ojos de par en par y no pudo evitar acercarse a estas para verlas más de cerca. No las tocó, solo las miraba desde cerca, una a una... seis hombres, seis mujeres... todas talladas con una perfección nada propia del hombre, según la corta experiencia de Heikki en estas cosas - joder... - masculló cuando observó la ultima de las doce...

Tobías había realizado muchas excursiones por el campo, había atravesado riachuelos y sabía nadar. Pero aquella expedición le estaba llevando al límite de sus fuerzas. Agradeció haber descansado un rato en la habitación antes de salir. Le había permitido llegar sin tener que descansar y pararse a la mitad. Lo peor había sido la aventura submarina. El agua estaba helada y el neopreno apenas ayudaba a contener el frío. Y vestirse después le haría pillarse una pulmonía, seguro. Pero no había otra manera. 

Aún así, las investigaciones habían dado su fruto. Allí encontraron algo. Otra cosa que la ciencia no podía explicar. Otra cosa más, como los Strigoi.

—El detalle es increíble. ¿Quién ha podido crear estatuas como estas? ¿Y por qué hacerlas así, mirando al monolito?

El buceo había sido claustrofóbico, pero al final se superó sin problemas. Seguramente porque fue mucho más corto de lo que Gates se temía. Luego, se extrañó de encontrarse con el otro equipo, del que pensaba que se había quedado en el hotelucho a dormir. Una vez más eran un batallón en un sitio estrecho. Como en el refugio de Chernóbyl, el barco y la habitación del hotel. Más valía que se fueran acostumbrando a la compañía y las estrecheces.

Se cambió para esquivar el frio al ver la iniciativa de los demás, pero lo hizo pensando que bien podría quedarse con el neopreno puesto: aleja el agua y, seguramente, tendría que volver a ponérselo más tarde para salir de allí. Si salían. Porque estar en una cueva submarina con salidas desconocidas no era lo que más le divertía en ese momento. Los ecos, la humedad, la oscuridad… nada que fuera acogedor.

Caminaron y, cuando llegaron a la cámara… simplemente se quedó con la boca abierta. Otra sorpresa más esa noche. Eso no era lo que había esperado cuando le dijeron que visitarían unas ruinas. Porque eso no parecía ni un posible yacimiento arqueológico, ni mucho menos unas ruinas en sí mismas. Eso era otra cosa.

La factura de las estatuas era notable. Gates no había visto nada parecido en el arte antiguo, aunque sabía que en la Grecia clásica se habían alcanzado cotas de realismo asombrosas. De eso sabían mucho griegos y romanos. Pero esas doce figuras eran algo distinto. No tenían el estilo grecolatino, al menos desde la opinión de Gates. Los abalorios, los detalles, los peinados… nada le parecía conocido. Y si no eran griegos… ¿quién había tallado aquello en Mitilene?

-Asombroso… bellísimo… -musitó, acercándose a las figuras, casi hipnotizado.

En el tramo de buceo Danica tuvo un ojo puesto sobre el profesor, vigilando que su ceguera no lo llevase a chocar de cabeza contra algún pico afilado. Jamás lo reconocería en voz alta, pero echaría de menos a ese tipo si lo perdían bajo el agua.

En cuanto emergieron su cabeza giró y sus ojos se afilaron mientras hacía una evaluación básica del lugar y sus posibilidades. Cuando se dio la vuelta para caminar hacia la bolsa donde habían guardado la ropa y vio al profesor con su tanga en la mano, su ceño se frunció.

—Tsk. —Chasqueó la lengua. A ver si había estado cuidando de un puto pervertido... Se acercó con toda la intención de quitárselo de la mano, pero cuando llegó, ya lo había soltado. Lo cogió de malos modos junto con el resto de su ropa y se la puso, dedicando miradas hoscas alrededor.

Vio llegar a los que se habían quedado en el hostal y los saludó con una inclinación de cabeza. Se ajustó las cinchas de las armas y directamente desenfundó el machete, dándole algunas vueltas en la mano antes de empezar a caminar con los demás.

Antes de fijarse en las estatuas su mirada recorrió todo el lugar. Analizó posibles entradas y salidas, rutas de huida rápida, armas improvisadas... Al fin y al cabo para eso estaba ella allí. Y cuando finalmente sus pasos la llevaron a las estatuas las miró con frialdad e indiferencia. Estaban muy logradas en todos los detalles y todo eso, pero a ella el arte nunca le había importado una mierda. 

Terminó por acercarse al monolito y ladeó la cabeza estudiando las runas que había inscritas sobre él. Eso sí que le parecía más interesante.

Las runas tienen pinta de ser antiguas, mucho más antiguas que cualquier escritura de la edad media, aquello debía ser al menos de culturas mesopotámicas que estaban comenzando a escribir.