Partida Rol por web

Al llegar no pudieron bajar a sus hermanos, las estatuas. La entrada principal al búnker era un poco estrecha para ello. Unas escaleras que descendían a las entrañas de la tierra y por las que bajaron todos en fila. Había muchas cosas que hablar. Muchas cosas que explicar. Damon aún tenía que aclarar dónde estaba Heikki, aunque todos presentían algo, algo dentro de él.

Al llegar abajo había una comitiva. Dutch había avisado por radio que la misión había sido exitosa, pero no había explicado cómo de exitosa. Setrakian y el resto no tenían ni idea de que ante ellos volvían dioses y no humanos comunes.

Tenían que bajar a sus hermanos, lo harían después. Había entradas más anchas al búnker desde otros puntos de la ciudad. Solo debían preguntarle a Setrakian cuál usar. Tras informarle con detalle de lo ocurrido en Lesbos.

Setrakian lo había dejado claro, cuando llegaran con el vampiro, usarían una de las cámaras amplias y que aún no habían retocado para dejarlo dentro. La puerta sería vigilada día y noche, así como encantada por él. Al parecer seguía pensando que eso de la “magia” era buena idea, sin duda una locura más… Pero si existían vampiros a saber qué más había ahí fuera. Desde que salieron los strigoi de aquel agujero se podía esperar cualquier cosa que te contaran.

En la cámara se había puesto una tienda de campaña y unos sacos de dormir. Sería suficiente para un chupasangres, lo mismo ni dormían. Además, no iban a darle una de las habitaciones nuevas que estaba reformando el equipo de mantenimiento. Hacía un par de semanas que había llegado un carpintero que estaba mejorando su estilo de vida exponencialmente, sobre todo para dormir…

Pero no era momento de hablar de las nuevas y fabulosas habitaciones que estaban construyendo. Era momento de recibir a los “héroes” o “antihéroes”. Todo iba a depender de qué hubieran traído allí abajo, su salvación o su perdición.

Y ahí estaba el comité de bienvenida, nada más bajar las escaleras que estrechas que subían a la superficie. Setrakian encabezaba a casi el resto del equipo. Se sujetaba con su bastón y miraba a los presentes, así como a los recién llegados.

-¿Y bien?- trató de mirar delante del equipo que había ido a Lesbos, buscando una respuesta. Buscando a ese “vampiro” que se supone que habían traído. -¿Y el resto?- preguntó refiriéndose a los miembros del equipo que faltaban allí, que no eran pocos.

Svass no vaciló ni se mostró temeroso. Llevaba un fusil de asalto, con el seguro quitado, el dedo cerca del gatillo y donde quizás podría albergar una bayoneta, llevaba una linterna cuyo filtro, violáceo, se mantenía apagado. Svass era un hombre de gran tamaño, con una talla física muy superior a la media. Miraba sin emoción alguna a todos aquellos extraños, los miraba como lo que eran, un potencial peligro, pero Svass no caía en el error de creerse superior a ellos, no se podía permitir subestimar a nadie que podría matarle en un suspiro; solo se mantuvo firme, alerta y presto a disparar ante cualquier viso de peligro.

El ukraniano no sentía miedo, quizás el creía inmune a el, pero una vez metido de lleno en ese "fregado", que menos que darlo todo hasta su ultimo aliento; así era su manera de ver las cosas y afrontar el "trabajo". Esperó las respuestas de los recién llegados, habían trazado esa mierda de plan con tan poca información que se imaginaba que todo saldría mal.

Caminaba casi con un ritmo musical, solo le faltaba chasquear los dedos cada dos pasos. Sonreía, y llevaba la chaqueta echada sobre el hombro, agarrándola por el cuello con la mano izquierda para que no se deslizase por su espalda. Collins estaba visiblemente contento, y ya había comentado las ganas que tenia de llegar a la base durante el último tramo del trayecto en barco.  

No había hecho preguntas sobre Heikki, y había sido el primero en proponer dejar las estatuas de sus hermanos ahí en el exterior y preocuparse de bajarlas en otro momento. No esperó mucho a los demás antes de bajar las escaleras, y lo hizo con rapidez, casi canturreando. Fue el primero al que se encontró Setrakian, y Collins lo saludo con una sonrisa amable, antes de mirar al resto del grupo que acompañaba al anciano.  Y entonces su sonrisa se ensanchó y tomo un deje algo más cálido, algo más divertido, algo más sensual. Algo más “lo que de verdad quieras ver en ella”.  Sus ojos, en cambio, tenían la mirada calculadora de un depredador y el brillo malicioso de uno que caza por diversión y entrenamiento más que por necesidad. Extendió los brazos como si quisiese abrazarlos a todos a la vez, un abrazo compasivo, mientras la sonrisa se esfumaba poco a poco invadida por la tristeza.

Cuando encontramos lo que buscábamos, los strigoi nos encontraron a nosotros. Murieron protegiéndonos. – Lanzó una mirada sobre su hombro, buscando el apoyo de sus compañeros. – Como mártires, y héroes.

Desde el momento en el que había despertado de su sueño como Arikel, había estado intentando “entrar en contacto” con el inquisidor que había dejado en Estambul. Experimentando, usando sus poderes con él. Usándolo como a un satélite de su presencia, de su voluntad, intentando controlar a los strigois desde él. Pero no tenía manera de saber hasta qué punto funcionaba, si es que lo hacía. Bueno, con suerte la gente de Estambul estaba teniendo días más tranquilos, y si no… pues tampoco estaba para verlo. Ojos que no ven…

Pero sus ojos si veían. Y habían visto la sucia alma de Damon, cargada con el peso que era el alma de otro de sus hermanos, Lucian. No es que fuese a echar de menos a la víctima, pero el crimen que había cometido el psicólogo era el más cruel y degenerado que se podía cometer. El profesor le haría pagar por ello, pero debía tener cuidado. Todo a su debido tiempo.

Ahora su interés residía en otro lugar. Uno bajo tierra. El profesor se había decidido; Setrakian sería un buen chiquillo. Sabio, determinado, valeroso. El tipo de persona que quería como líderes del nuevo mundo que iban a crear. Y si podía usar sus recursos para protegerse de sus hermanos, mejor que mejor.

La verdad es que lo que nos había contado el abuelo era bastante inquietante a pesar de que el camping que le habían montado al invitado no lo fuera en absoluto. Esperaba que por lo menos el chupasangres no estuviera deseoso de que lo tratáramos con glamour porque lo que encontraría serían gachas, esposas y un bunker mágico sin pasta de dientes. Espera. ¿Comería gachas? No, ¿verdad? Pero seguro que sí querría lavarse esas perlas de destrucción masiva. ¿Serían afiladas?.
Interesante
Metí las manos en los bolsillos para recolocarme caballerosamente los impolutos gayumbos que llevaba puestos, más blancos que en mi vida. Si el maromo anabolizado llevaba un dildo cargado al hombro... yo no podía causar una peor impresión.
Hice lo propio y después de un par de movimientos terriblemente sensuales me puse la mano en la boca para echarme el aliento a menta y asegurarme también de que tenía mi arma fundamental de protección en los vaqueros: mis dados de seis. Perfecto.

-¿Y cuándo se supone que llegan?... - Estaba a punto de bostezar pero no me dio tiempo. No me dio tiempo porque las puertas de metal se abrieron y flipé en colores. En todos los colores con los que podría flipar un daltónico como yo, o sea, dos y medio.
Esto si que no me lo esperaba. Un escalofrío me recorrió el culo cuando Mr. Midlife in Crisis cruzó la sala como si fuera un ganster con banda sonora incorporada pero desteñido, calvo, con gafas y sin sombrero Fedora. Me restregué los ojos con cara de gilipollas y un sudor frío.
Se suponía que esa era la rata de biblioteca que había visto hacía semanas, ¿no? ¿Por qué ahora parecía una diva? El mismo cosquilleo en los deditos de los pies que cuando...

-Pero qué cojones... -susurré con la boca abierta y un poco de babilla colgando de los labios. Casi que me podría haber empalmado si no hubiera hecho por pensar muy fuertemente en gatitos muertos y en que allí casi todos estábamos al borde de una extinción.
Está como más guapo, ¿no? ¿Desde cuando tiene un paquete tan grande? Stop.
- EncantadoSr.GublinssoyShadow...je -y extendí la mano hacía él, rojo como un tomate, y con la misma cara de circunstancias que se te queda cuando te pone cachondo algo que sabes que es ilegal en 45 estados distintos.

Había tensión, era evidente que notaban que no eramos lo que ellos habían conocido días atrás. Tan palpable como los huecos que habían quedado en nuestro grupo después de tanto caídos. Había que explicar muchas cosas y quizá no las tomaran de las mejor de las maneras.  Aunque eso no era lo que más podía perturbarla, o perturbarlo.  Dejar a los hermanas de atrás era un hecho que le inquietaba, pero no quedaba otra. Solo tenían que darse prisa y volver a por ellos lo antes posible, pero para ellos tenían una charla pendiente primero.

Collins avanza delante como un maldito pavo real. Syria mira al grupo que tienen delante, presidido por  Setrakian y tantea. No les teme, solo busca la mejor forma de allanar el terreno. Hasta que Collins vuelve a adelantarse.

- Hay mucho que contar - asiento, tas las palabras de Collins y mirando al profesor. - Encontramos lo que buscábamos, si, pero no en la forma en que esperábamos. 

Están a punto de ofrecerle ir a un hotel a Collins, a juzgar por el rubor de aquel moreno, que si lo había visto antes no se acordaba. Era insignificante, le decía su fuera interno. Le tiene que hacer gracia.

El despertar había sido para Danica aún más confuso que el anterior. En el interior de su mente se arremolinaban recuerdos propios y ajenos, emociones desdibujadas, cosas que sabía y cosas que no sabía cómo sabía. No había orden, jerarquía ni concierto en sus pensamientos, pero, de algún modo, todo parecía encajar perfectamente en su lugar. Se sentía como si su cabeza fuese una coctelera con demasiados ingredientes y cada vez le costaba más encontrarse a sí misma en toda esa mezcolanza. 

Así que en un primer momento no le dio muchas vueltas a nada, ni a la ausencia de Heikki, ni al hecho de dejar a sus hermanos atrás por el momento. Sin embargo, a medida que iban metiéndose en el interior de la base y sentía que pensaba con más claridad que nunca, su ceño se iba frunciendo. 

Ella caminaba un paso por detrás de Collins, dándole un apoyo silencioso, decidida a guardarle las espaldas. Al llegar su mirada repasó a los tres humanos mientras él extendía todo su encanto, y terminó sobre el viejo. 

—Somos lo que fuimos a buscar —dijo—. Eso es lo que importa.

Bajamos a hablar con el Anciano. Collins iba el primero. Estaba demasiado cambiado. Ya no daba sus discursos y se mostraba alegre. Setrakian seguía estando rodeado de muchos valientes que sólo deseaban acabar con los Strigoi. Collins no dudó en usar sus poderes con los allí reunidos. 

Syria les explica lo que ha ocurrido, o comienza a ello, Danica lo remata. 

 —No se puede ir a buscar a la Oscuridad y volver sin cambios. Digamos que no hemos encontrado un vampiro... sino muchos, y ahora están dentro de nosotros. El lado bueno es que seguimos dispuestos a usar ese poder para acabar con el Maestro y todos sus Strigoi. 

O al menos espero que todos sigan en el barco. Luego que hagan lo que quieran, mientras no esclavicen a toda la humanidad como bestias sin control, como dementes parodias vivas de lo que eran antes. 

Sentías al inquisidor, en el fondo del mar, pero no podías hacerlo moverse. Era como si el agua lo dejara en letargo de alguna forma. Sin duda debía haber sido algún tipo de modificación que vuestro “hermano” hizo y no recordáis. Anterior o posterior a las visiones que habéis tenido. Ya sabíais que los strigoi no podían moverse a través de grandes masas de agua sin ayuda humana, ahora sabías por qué. Meterlos en agua los dejaba en letargo.

Collins hizo que todos los presentes desearan acercarse a él. Algunos en mayor medida y otros en menor. Alguno de los chicos que se encargaban de la seguridad se aventuró a ir a tocarle un brazo, ruborizado como una adolescente delante del chico que le gustaba. Si Collins había sido un personaje a evitar antes de marcharse, ahora todo el mundo quería estar con él.

-¿Qué haces después de cenar?- le preguntó la doctora, acercándose a sonreírle de una forma un poco estúpida y con un brillo en sus ojos en dirección a Collins.

El único que parecía guardar la compostura allí era Setrakian. Él no pareció inmutarse ante el despliegue de Collins, al contrario. Frunció levemente el ceño cuando vio cómo se comportaban todos los presentes.

-Tendréis que explicar lo ocurrido- dijo y buscó la mirada de Merkel, el cual negó levemente como sin saber bien por dónde comenzar a explicar. –Con detalles…- señaló una de las salas de reuniones, puesto que no entendía del todo lo que trataban de explicarles. El movimiento de Collins sin embargo le había hecho comprender que ya no eran los rebeldes que mandó a Lesbos. Eran algo más, o quizás otra cosa.

La sala a la que les invitó a entrar era una sala que ya conocían. Su punto de partida. No parecía haber restricciones sobre quién más podía entrar a esa reunión. No más secretos quizás.

Y entonces ocurrió.

El mundo Svass se volvió del revés, lo que antes parecía oscuro, duro y varonil, ahora parecía, en su ukraniana cabeza, un mundo de azúcar y algodón. Se humedeció los labios, le temblaron levemente las piernas y por supuesto, bajó su arma poniéndole el seguro con un sencillo y experimentado gesto. 

No dejaba de salivar, sus pupilas se dilataron al máximo humano y no podía quitarle el ojo de aquel... ¿señor? La mente de Svass bullía en un mar de confusión, una tempestad que lo estaba inundando todo. Una pequeña voz, que gritaba en contra del viento trataba de hacerse oír, clamando a los cielos que el no era gay, era muy macho aunque jamás se había permitido el amor en toda su vida - noeresgaynoeresgaynoeresgay - se repetía una y otra vez en su mente mientras sus impulsos más básicos deseaban lanzarse sobre el hombre de gafas y medio calvo arrancándole la ropa y acabar en una tórrida escena de una novela barata para señoras aburridas de sus maridos. 

El corazón amenazaba con salir del pecho, sus ojos escaneaban las facciones del anónimo adonis que tenía ante si. Volvió a humedecerse los labios hasta que por fin, Setrakian habló. Su imperiosa orden no llego con mucha nitidez a los abotargados oídos de Svass, ya que la presión sanguínea de su corazón latiendo a mil por hora provocaba que los sonidos llegaran desdibujados. Ni llegó a escuchar la invitación de la doctora, y una ínfima parte de su orgullo dio gracias por ello, porque de lo contrario le hubiera soltado un derechazo a la vez que bramaba un "¡es mio zorra!".

Sin dejar de mirar de reojo a Collins como un quinceañero en celo, Svass se sentó en el mejor sitio posible para no dejar de mirarle. 

- nosoygaynosoygaynosoygaynosoygay

El profesor parecía hincharse con las reacciones que iba provocando.

Es Collins, Shadow, encantado de conocerte – Respondió a Shadow con una sonrisa sincera mientras le daba un apretón de manos, colocando su mano izquierda en el brazo del muchacho de manera reconfortante.  Miró entonces a la doctora, y su sonrisa se volvió más predadora. Soltó al chico antes de responder con un ligero asentimiento a la mujer. Abrió la boca para contestarle, algo increíblemente sugestivo, seguro, pero cerró la boca en el acto ante las palabras de Danica. Cuando Tobias remató la faena, cerró los ojos también. Soltó aire, aunque no necesitaba hacerlo, antes de abrir los ojos de nuevo. En su cara volvió a dibujarse la misma sonrisa zalamera de antes, que se torció al mirar a Setrakian. Cuando entraron todos en la sala, tenía el ceño levemente fruncido.

Collins era como un niño con juguetes nuevos. Tobías recordó las interminables discusiones sobre la existencia o no de los vampiros y la negativa total del profesor a aceptarlo. Ahora que tenía uno dentro... no se contenía un pelo. Se había entregado totalmente al espíritu. 

Quizá yo también lo haría, si me diera cuenta de cómo era antes. Pensó.

El hematólogo se en una de las sillas y esperé a que Setrakian también lo hiciera. A que todos lo hicieran. Luego empecé con la historia. 

—El viaje fue más o menos bien, sin demasiados problemas... hasta que llegamos a la cueva. Tuvimos que pasar por pasadizos anegados hasta que encontramos las estatuas. Estaban allí, eran...

Esperó a ver si otro seguía describiendo. Total, quizá sólo Setrakian se enterara de algo. Con el poder de Collins activo, sólo recordarían su rostro. 

El ego del profesor se estaba hinchando tanto que hasta casi podía sentir como lo hacía su cuerpo a su vez. Durante décadas había sido ignorado, y a veces activamente rechazado, por cualquier mujer (y algún que otro hombre) por la que se había interesado, hasta el punto en el que no le costó dejar esos asuntos de lado y centrarse en sus estudios, en su trabajo para la resistencia.

Y ahora, con solo desearlo, tenía a toda la gente de esa sala comiendo de su mano, deseándolo, insinuándose. Él solo quería tenerlos predispuestos a escucharle, a aceptar su naturaleza, pero con la sangre que corría ahora por sus venas su naturaleza era la de Afrodita, Ishtar, Kama, Freya, Min. Todas en una.  Collins no podía hacer nada para evitarlo. No quería, tampoco… Que fácil le resultaría saciar todas sus hambres con solo el aura que desprendía…

Se distrajo lo suficiente como para dejar a Danica y a Tobias hablar más de la cuenta. Quería llevar él el peso de esa conversación, pero no le fue posible. Solo esperaba que no dijesen abiertamente que ellos habían devorado al resto de la expedición al despertar. Al menos su poder mantendría al anciano de su lado, pasase lo que pasase… O no. Porque el hombre parecía no mostrar ningún interés especial en él. Inmediatamente entro en pánico, aunque hizo lo posible por no mostrarlo. Investigó con la mirada al viejo mientras le seguía a la nueva sala donde les llevaba. Su plan contaba con el anciano.  Necesitaba su total confianza para estar seguro, y el viejo parecía resistirse.

Damon no dijo nada hasta que se sentó en una de aquellas sillas. Lo hizo con una actitud elegantemente informal, algo separado de la mesa y con las piernas cruzadas. La mirada perdida, su mente vagaba por otros lugares y épocas. Un dedo tamborileaba en la mesa.

—Encontramos lo que buscamos... y éramos nosotros. La búsqueda era desde el otro lado—dijo, mirando a Danica. Al interior de Danica. Sonrió levemente, con complicidad.

La masacre en Mitilene, lo ocurrido en Estambul... esas noticias no tardarían en llegar hasta Prypiat con la red de informadores de Setrakian. Tampoco tardarían en llegar al líder del otro lado.

...ya le han llegado...

«La búsqueda era desde el otro lado», al escuchar esas palabras Danica sintió que eran las que había escuchado con más sentido desde que se había puesto en pie al caer el sol. Su mirada buscó la de Damon y al encontrarse con ella una media sonrisa se coló en sus labios. La ironía era deliciosa y ahora era capaz de apreciarla. 

Ella se sentó cerca de Collins, pero intentando tener a Damon al alcance de la mirada. Tenerlo cerca le producía una curiosa serenidad. No dijo nada más, los detalles que pedía el viejo tendrían que darlos otros. Dejó que su mirada se desviase a los rostros de la sala, a los que contemplaban encandilados a Collins, a sus compañeros en aquella expedición y, finalmente, al de Setrakian. Un humano capaz de mantenerse estoico ante el encanto desplegado por el profesor... Lo miró con curiosidad, tratando de repetir lo que había hecho en la cueva con la estatua de Veddartha, intentando ver más allá del hombre para desentrañar su esencia. 

No, Setrakian no se atemorizaba ni un ápice. Ni siquiera era victima de los juegos inoportuno de Collins, porque lo que necesitaban era explicaciones. Syria le miró con renovando interés, caminando cuando tocó para acercarse a la sala de reuniones y en última instancia tomando asiento como el resto.

Comienzan a explicar las cosas, a medias.

- Conseguimos llegar a Lesbos, como mi compañero dice, sin problema. Encontramos la cueva y atravesamos sus conductos llenos de agua como buenamente pudimos. - empiezo a decir, repitiendo lo que algunos ya habían dicho, pero por empezar desde el prinpcio - Una vez allí... encontramos una serie de estatuas, doce para ser exactos. Estaban en una cámara, rodeando un monolito marmóreo con marcas y runas que en un principio no comprendimos. Acabamos dándonos cuenta de que teníamos delante de nosotros restos o tumbas de antiguos vampiros. Todo iba bien cuando , contra todo pronóstico, se levantaron, cobraron vida y tomaron la nuestra, nuestra sangre hasta que perdimos la consciencia. Cuando despertamos, ya no eramos nosotros, profesor. Eramos ellos... Somos ellos, tomaron nuestro cuerpo. - le miro, sintiendo que ya le había contado bastante y, aunque queda aun mucho que contar, al menos hacerlo por dosis y que pudiera asimilar. - Soy algo más que Syria, sin dejar de serlo - le digo - Soy algo mas, mucho mas poderoso. Mis compañeros sufrieron el mismo destino... Aunque hay estatuas que no se levantaron y las trajimos con nosotros,  porque están vivas de alguna forma - vivas era raro de decir, pero quería que el profesor le entendiera - Y debemos meterlas al bunker antes de que salga el sol, creo que es una prioridad, después podemos seguir hablando.