Partida Rol por web

Lo mataste. No, peor, lo devoraste. – Collins se encaró ante Damon, levantando la barbilla y cuadrándose frente a él, pese a que el psicólogo era más alto y más corpulento que él... Pero ahora estaba tumbado, por lo que no imponía tanto. – ¿Con que motivo? ¿No era digno? – Soltó una risa entre sarcástica e incrédula – ¿Y de que eres digno tú, asesino? – Collins no dijo nada más, se dio la vuelta y se marchó de la sala, pero dijo una última cosa antes de salir. – No voy a pasar el día junto a él, ni este ni ningún otro. Lo quiero lejos, y si no se marcha él, lo haré yo.

Al profesor no le daba ninguna pena el destino de Heikki, solo le daba miedo tener que compartirlo. Algo le decía que Damon había ganado poder al cometer su impuro acto, y que ganaría aún más si lo cometiese de nuevo. Y algo le decía que eso también lo sabía Damon.

Lo quería muerto, pero no podía engañarse, no sería capaz de lograrlo a base de fuerza bruta. El tema moral y ético solo lo sacaba para poner a Syria y Tobias de su lado, ya que eran los que más atados seguían a su humanidad, pero le aterraba la idea de que Danica no se posicionase que perdonase a Damon. Sabia de la afinidad que tenía por el ser de tres ojos, y que no le costaría perdonarle. Necesitaba pensar, y por eso salió del lugar.

Banal y caprichoso era el nuevo Collins, tal y como era la diosa que tenía en su interior. Una niña peligrosa, temperamental y decadente que no sabía y no soportaba no ser el centro de atención.

Tan caprichosa como para decidir tener un súbito arranque de dignidad fraternal y, después de días conviviendo con Damon-Saulot-Lucian, días en silencio, días sin importarle nada aquello ni mencionarlo, días después de aquella comunión de Estambul, decidir que no más. Que de pronto se daba cuenta de que no iba a permitir su compañía.

Y que lo que Saulot había hecho era mucho peor de lo que Setrakian había hecho y volvía a hacer en ese mismo momento. Dormir en la misma casa que Setrakian era admisible. Ser destruido por él, también. Acompañarse de Damon, no.

Damon-Saulot-Lucian apenas se sorprendió por el arrebato infantil. Collins se quería lejos, y ya se iba, tal y como estaba diciendo. En eso, al menos, sí era consecuente.

Observa la reacción de Collins, que se acaba marchando en modo drama queen en un arrebato. No sé de qué se extrañaba. ¿Cuandos sires habían muerto de manos de sus chiquillos? Hasta Troyle, con quien habíamos compartido un pequeño recuerdo hacía no tanto. EL problema era el peligro y la inconveniencia. Le miró marcharse, a sabiendas que el viejo seguramente tendría otro sitio donde meterle, aunque quizá corriera el mismo peligro.

- Quizá a los demás también nos gustaría conocer el motivo y saber que es lo que pretendes a partir de ahora - dijo, hacía Damon y todo lo que le habitaba. 

Danica miraba a Damon con la cabeza ladeada, sus ojos fijos en los labios del hombre mientras explicaba con palabras lo que ella ya había visto con sus ojos. Una feliz batalla. La ironía de esas tres frases hizo que la comisura derecha de sus labios se estirase en una media sonrisa, como si su rostro no terminase de decidir qué pensaba de aquello. Entendía en parte lo que decía, sin duda Heikki había sido débil y la debilidad no cabía junto a ellos. Ella misma podría haber devorado a Nissiku de haber sabido que su debilidad era tan grande como para llevarla a buscar el abrazo del mar. Pero Nissiku era su creación, tenía cierto derecho natural sobre ella. Y, por otro lado...

Alzó la mirada al escuchar hablar a Collins y su ceño se frunció al verlo marchar. Todo aquello tenía un sabor ya vivido en su paladar. La rueda se cerraba o la mirada del pasado se mezclaba con la del presente. Era difícil decirlo, pero se recordaba a sí misma advirtiendo de aquello, sólo que no era ella misma. O sí lo era, pero antes de ser. Difícil ponerlo en palabras, pero claro y simple en el torbellino en que se había convertido su mente. 

—«La sangre se vierte sobre las flores de amaranta y los chiquillos las mastican con fruición» —empezó a murmurar unas palabras que llegaban de otro tiempo y que eran al mismo tiempo suyas y de otro, incomprensibles e inexorables para ella—. «La ira y el capricho se funden con el miedo y todo desaparece en una chispa de luz, tan roja como el deseo.»

Frunció el ceño un poco más al escucharse a sí misma. Luego miró a Syria. Las preguntas eran necesarias. Las respuestas no tanto. Pero sí era necesario un compromiso si no querían que la rueda pasara por los mismos lugares una y otra vez.

—Podemos hacerlo mejor. No podemos desconfiar de nosotros si tenemos que luchar juntos. Los ojos deben estar fijos en el enemigo, no en el hermano. Necesitamos un pacto de respeto mutuo si queremos permanecer juntos. ¿Podréis hacerlo? —preguntó, repasando con su mirada a cada uno de los presentes en aquel cuarto, terminando en Damon, el primero que había cedido, pero tal vez no el último. 

Pero no esperó respuesta. No aún. La idea tal vez tendría que madurar... ¿Habría llegado ya el momento en que sus palabras se comprendiesen? Chasqueó la lengua. Deseaba quedarse a saciar su curiosidad, pero sabía dónde debía estar. Con suavidad dejó una caricia en la mano del psiquiatra y empezó a dirigirse hacia la puerta.

—La soledad sacará lo peor de él —dijo, refiriéndose seguramente a Collins—. Me quedaré a su lado. 

Abrió la puerta y salió en busca del profesor.

Respondí a Syria —Si no creo que esté contra nosotros, salvo que empecemos a matar a demasiados humanos. Creo que piensa en nosotros como un mal menor —era otra manera de decir "bien superior"— Supongo que alguno sí lo será. Y yo voy a construir confianza tratando de dar un voto a Setrakian y al resto. Pero tú Damon... ¿Por qué no era digno? 

Collins, o lo que llevaba dentro, abandonó la sala. Y Danica lo siguió. 

Collins se había ido y Danica detrás, dejando antes la pregunta de "un pacto de respeto mutuo". 

Tobías se hartó. —No se han ido porque estén enfadados, ni porque Collins sea ahora una niña presumida y loca en el cuerpo de un profesor logorreico. Se ha ido porque le apetece manipular humanos del centro con su poder, disfrutando de la adoración que no tiene aquí —Tobias veía a través de sus juegos perfectamente— y la otra porque prefiere estar a su lado. Esa sí se ha vuelto loca con el que tiene dentro. 

—Damon... responde a Syria y tengamos la fiesta en paz antes de reencontrarnos con nuestros nuevos y antiguos hermanos mañana. Ellos también sabrán lo que ha ocurrido. Heikki... era parco en palabras y en actos, pero sin duda Lucien le eligió por algo. 

No había pasado mucho rato desde que Collins había salido de aquella habitación cuando Danica lo hizo también. Los ojos atentos de la exploradora miraron a ambos lados del pasillo y al verlo apretó el paso para alcanzarlo. No dijo nada, sólo se quedó un paso por detrás de él, en silencio. Parecía pensativa, enredada en los torbellinos de su propia mente, pero dispuesta a seguirle y guardarle las espaldas. 

Collins redujo el paso para que Danica lo alcanzara con facilidad. Cuando vio que se quedaba un paso por detrás se detuvo, para que se pusiese a su altura.

Sabía que algo así pasaría. Está en nuestra naturaleza, es lo que somos, pero no esperaba que ocurriese algo tan drástico, tan rápido y de manera tan banal. – Miró hacia atrás, en la dirección en la que habían venido, con algo de decepción. – Por si fuese poco tener que lidiar con lo que sea que es Setrakian y con las intenciones que pueda tener…

Danica no echó la mirada atrás cuando Collins lo hizo, pero sí que avanzó hasta ponerse a su lado. De haber sido aún humana, habría suspirado, pero ese tipo de gestos tan necesarios hacía apenas unas noches, ahora le parecían banales, insuficientes. 

—Los necesitamos —dijo, con un encogimiento de hombros—. A todos ellos y a todos los que podamos sacar de las estatuas. Y al viejo también. —Dejó que pasaran un par de segundos antes de añadir algo más—. Cuando nos hayamos librado del Máster podremos ir donde quieras, lejos de todos ellos, pero hasta entonces vamos a tener que encontrar la forma de convivir y sobrevivir. —Dio tres pasos y miró a Collins—. Necesitamos un pacto de no agresión. 

Díselo a Heikki, quizás firme ese pacto tuyo desde el fondo de la panza de Damon – Collins chasqueo la lengua, disgustado, e hizo un gesto a Danica con la mano, como apartando algo – Perdón.  Tienes razón, como de costumbre, pero hasta qué punto puedes confiar en alguien que ha matado a uno de los nuestros sin motivos, solo por hacerlo. ¿Que no era digno? ¿Lo serás tú, o yo? ¿Quién es el próximo? No somos santos, lo admito, pero el acto que ha cometido él tan a la ligera ni me lo había planteado. Ella tampoco.

No pareció que a la exploradora le molestasen aquellas primeras palabras del profesor. Simplemente siguió caminando mientras le escuchaba con una atención que habría sido impensable unos días atrás. Se quedó pensativa un momento cuando él terminó de hablar. Sentía en la garganta el sabor amargo de no haber sabido hacerse entender, aunque esa sensación no provenía de ella, sino de su sangre. 

—Ya había pasado antes. Yo lo vi... sólo que... desde el otro lado —dijo, frunciendo un poco el ceño—. Lo vi antes del antes, pero nadie me escuchó entonces. Tal vez puedan hacerlo ahora. 

Su mirada se había perdido un tanto, adquiriendo ese brillo plateado que era ajeno a Danica pero que le pertenecía al mismo tiempo. Y cuando volvió a mirar a Collins lo hizo con determinación flotando en sus pupilas.

—Tú y yo no vamos a estar solos —aseguró, con un tono que sonaba a promesa—. No voy a dejar que te hagan nada. Ni él ni ninguno.

—Las carcasas cambian. Elegí la conveniente en aquel momento.

Tres personalidades había en Damon y las tres eran verdaderas y simultáneas, al menos durante los últimos días. El rostro de Damon reflejaba sosiego, tranquilidad. No había un ápice de preocupación sobre aquello que alteraba a los otros. Pero podía comprender su malestar.

No porque les importara mucho el destino de Heikki, al menos no a todos y, en cualquier caso, nunca demasiado.

Simplemente porque no querían el mismo destino.

—No soy vuestro enemigo. Él está en otra parte y por él hacemos todo. La noche debe pasar.

Y no dijo más, porque no consideraba que hubiera que añadir nada, ni le importaba.

Damón lanzó la escusa y Syria hizo como que se lo creía, por el bien de la situación, por lo inoportuno de una disgregación justo en este momento. Por el bien de todos, aunque no lo parezca. Tuvo que estar de acuerdo con Tobias, que daba explicación al momento de drama queen que había experimentado Collins. 

- Creo que estamos de acuerdo que discrepancias y atacarnos unos a otros en este momento no ayudan a nuestro cometido. Ya tendremos tiempo de tratar esto más adelante, si es que importa en ese momento... Pero no avivemos una guerra ahora. Ya tenemos una ahí fuera, en la calle, no hace falta otra aquí dentro. - dijo con firmeza, escuchando después lo que tenía que decir Tobías de nuevo y ahí tuvo que puntualizar - ¿Tan seguro estás de que la próxima noche nuestros compañeros se habrán unido? Repito que había mas gente en esa cueva, y sin embargo, solo nosotros fuimos escogidos - a estas alturas, ya no sabía cuando hablaba uno u otro. ¿Donde acababa Syria y empezaba el huesped?

Principios de Enero de 2055                                                                                                 Prypiat, Ucrania

Vuestra afiliación a La Resistance os había llevado a Prípiat. Ahora una ciudad fantasma y antes relativamente moderna. Fundada el 4 de febrero de 1970 expresamente para dar hogar a los trabajadores de la Central Nuclear de Chernóbil y a sus familias. Debido a su estratégica posición geográfica en un clima relativamente templado y un suelo muy fértil, cerca de una estación de tren, una autopista, y por supuesto el río Prípiat, la ciudad comenzó a desarrollarse, convirtiéndose en una de las zonas más agradables para vivir de la antigua URSS. La población en sólo 16 años creció hasta más de 40.000 personas.

Una ciudad grande, en expansión, próspera... Hasta que ocurrió el desastre. Todos los libros de historia hablaban de la explosión de la central de Chernóbil en 1986, de la posterior evacuación de toda la zona y de cómo un lugar con tanto futuro había quedado abandonado y fantasmal. Hace casi dos décadas desde aquella catástrofe y desde entonces nadie se ha atrevido a repoblar aquella zona, lo que la hacía perfecta como un buen escondite. Los niveles de radiación no desaparecerían de allí hasta dentro de 24.000 años, la tierra ya no era fértil y el río seguía contaminado. Pero qué era peor, ¿morir libre de un cáncer o subyugado como una bolsa de hemodonación viviente?

Y bajo esta ciudad fantasma, accediendo al alcantarillado varios kilómetros fuera de la ciudad, se podía llegar a uno de los búnkeres de la resistencia. Había que estar muy loco para estar metido en un sitio así, pero más loco aún para meterse a La Resistance. Solo aquellos con convicciones fuertes, gran determinación y ciertos pensamientos suicidas en su cabeza podrían meterse a hacer frente a los Strigoi. Algunos dirían que no eran deseos suicidas, sino un fuerte sentido del deber, el honor y de hacer lo correcto. Todos sabemos que el cementerio está lleno de héroes, eso lo explica todo.

Un pesado y grande portón se esconde tras uno de los intrincados túneles del alcantarillado de Prípiat. Al abrir la puerta el interior es más que decente, nada que ver con la humedad exterior para entrar. De no ser por la radiación el lugar estaría infestado de ratas o cualquier otra alimaña amante de la oscuridad, esto incluía a las sanguijuelas de las cuales se quería librar la resistencia.

Ambos paseabais por los pasillos. No hace tanto que estabais en aquel lugar, vuestra migración se debía a que el mundo estaba cada vez más sumido en el caos y Setrakian os había hecho llamar como un apoyo a aquel lugar. La Resistance era un concepto, una idea, un sentimiento, pero también había un grupo de personas tras ello. Y ese grupo de personas se encontraba ahí, pese al desconocimiento de mucha gente alrededor del mundo.

Se rumoreaba que había llegado un grupo de expedición y que habían traído "algo" con ellos. Ese algo se estaba custodiando en una de las salas y la curiosidad os pidió ir a echar un vistazo.

Las estatuas permanecían ahí, mirando al infinito y siendo custodiadas por quien Setrakian había pedido. Parecía una estupidez que se les pidiera echar un ojo a cosas que no se movían. Nadie iba a tratar de entrar en el búnker y de boicotear nada, solo los hombres de mayor confianza de Setrakian se encontraban en aquel lugar.

Las horas pasaban muertas y el soldado que se encontraba con Svass y Shadow decidió acercarse a mirar a las mismas de cerca. No solo se conformó con mirarlas, las tocó.

-Que mal rollo- dijo tras frotarse los dedos, como si el tacto de las mismas no le hubiera sido agradable. –Estos lo que sean son muy raros, ¿no creéis?

Pero no hubo tiempo a respuesta, pues dos de las estatuas, incluida la que había sido tocada, se levantaron de sus tronos. Era una visión increíble y aterradora a la vez.

Aquello era como una película de egipcios, donde los faraones muertos se levantaban como momias de sus tronos para castigar a los impuros. El sonido que hicieron al ponerse de pie al unísono, resonó por toda la caverna. El militar sacó su arma asustado y apuntó a las estatuas. Una bala perdida rebotó sobre los cuerpos de aquellas cosas que avanzaban implacables. Las estatuas avanzaban, sí, pero no hacia el militar sino hacia Svass y hacia Shadow.

Ambos sintieron placer al notar como esos dientes atravesaban su piel, uno que no habrían sentido en sus vidas. El éxtasis se vio superpuesto con las imágenes, visiones y sensaciones que inundaban su cabeza. Aquellos seres eran mucho más antiguos que la edad media, databan de varios siglos antes de cristo y así es como se lo hicieron saber a los nuevos elegidos.

Aquellos seres estaban bebiendo de ellos al tiempo que nublaban su mente con el pasado que ellos habían vivido. Poco a poco notaron como perdían la fuerza de su cuerpo, dejando sujetarse por aquellos brazos férreos que les agarraban. Pronto su corazón lucho arrítmicamente para suplir la hipovolemia que estaban sufriendo sus organismos. La vida se escurría de sus cuerpos, poco a poco. Tanto que apenas notaron que perdían la inconsciencia y que todo se tornaba negro.

Despertaron tendidos sobre el suelo, manchados de sangre por todas partes y con parte de sus ropas rasgadas. Ambos tenían las ropas manchadas de sangre y solo tres estatuas se encontraban sentadas en su lugar, dos habían desaparecido. Su compañero era un amasijo de huesos y restos de músculo en mitad de la estancia