Partida Rol por web

Cuando Sir Vormund llega cruza velozmente a caballo la puerta de la empalizada, sin armadura, va vestido con ropas cómodas, y va seguido de otros dos jinetes. Descabalga y entra en el edificio central; parece enfadado. Os acercáis y un soldado os detiene y os hace esperar un buen rato. Luego otro soldado le avisa y os deja pasar. Una vez dentro, en la sala de mando, Sir Vormund viste su brillante armadura. Parece muy enojado, y grita a vuestro conocido Ringelf:

A la mañana siguiente Farnirir ya no está. Sabes que se fue del campamento en plena noche y lo que te contó, nada más. Sir Vormund te ha citado en la sala de mando, y esperas allí hasta que vuelve de su paseo matutino. Oyes el galope de su caballo afuera. Oyes cómo abre las puertas de un golpe, cómo sube las escaleras, y cómo al rato baja, enfundado en su brillante armadura plateada. Pasa junto a ti, sin mirarte, parece muy enfadado. Detrás notas que alguien entra en la sala, son Joshua, Rilwen y Rimald. -¿Qué hacen aquí?- Se quedan atrás, como esperando su turno. Porque ahora es el tuyo:

Estoy muy enfadado: - ¡¿Dónde está tu amigo Farnirir?! ¡Anoche os vi en la cena, charlando con unos soldados! ¡¿Cómo es posible que se haya ido así, sin más, en mitad de la noche?! ¡No puede hacer eso! ¡No puede salir de aquí sin mi consentimiento! ¡Y menos durante la noche! ¡¿A dónde crees que ha podido ir?!

Aguardo pacientemente a que el pobre cazador conteste. Viendo el estado de sir Vormund no veo motivo para alterarlo más hablando antes de que me conceda el turno de palabra. Tras ver como está el resto del campamento no sé como se tomará las noticias.

Vaya, está de mal humor, lo que faltaba Rimald - de ésta no salimos, ya verás como nos manda de vuelta a la atalaya y con escolta porque si ya falta un cazador vamos que, se va a fiar de Rimald, de una mujer y un obrero. Porque los espectros son malignos que sino ya estaba yendo a por esa armadura y corriendo con ella ladera arriba. 

Oye Rimald, si esa armadura tiene poderes, y Sir Vormund está muy obcecado igual podrías usarla tú para enfrentarte a los espectros? - Era una idea como otra cualquiera, pero a ver, si era tan importante esa armadura, mejor que la llevara alguien que supiera a qué se enfrenta que no un cacique altanero como Sir Vormund.

-Psssttt!!  Calla, coñe!!!

Discretamente le indico a Rilwen, que es oportuno esperar, callar, y observar, que parece que hay una bronca en ciernes, y que no va en nuestra dirección, que es mejor esperar y ver si está relacionada con lo nuestro... Cuando llegue nuestro turno, ya veremos si nos manda a tomar vientos....

Asiento ante lo que Rilwen murmura, aunque intento mantenerme lo más atento posible a sir Vormund para que no se enfade más. La dama es resolutiva, me gusta lo claro que tiene las cosas. Maese Joshua tiene la sabiduría del pueblo, un hombre paciente, que sabe esperar el momento oportuno. Sería un buen soldado. Pase lo que pase me alegra saber que estoy en un buen equipo. He peleado junto a soldados que no valían ni la mitad de lo que cada uno de estos civiles.

Con mucha tensión, aguardo la llegada de Sir Vormund mientras escucho como se pronuncia desde su caballo. Al llegar, ni me presta atención, es como si una caldera estuviera conteniéndose antes de explotar. De reojo veo llegar a Joshua, Rimald y Rilwen, no entiendo que hacen aquí. Pienso esto cuando de pronto Sir Vormund comienza a gritar y preguntarme sobre el paradero de Farnirir, en el momento que empieza a hablar mi nerviosismo crece, así que mientras continua con su descargo de ira, respiro profundo para calmarme y poder expresarme mejor. Cuando termina, aguardo un instante antes de empezar a hablar...

¿Por qué tendría ese humor sir Vormund? Estaba al mando de la expedición y en principio no se había preocupado mucho por la desaparición de los hombres aquella noche sino que estaba molesto, no era preocupación. Y ahora se le ve tan altanero, sin motivo alguno. Incluso llegó a pensar que el rey de Barro lo había mandado a la expedición simplemente porque quitárselo de encima, por mandarlo lejos, sí, esa podría ser la causa principal del porqué comandara esta misión. 

-Disculpe Sir Vormund, pero no lo sé-. Comienzo con voz entrecortada... -Ayer por la noche se disculpó en la cena, pues dijo que tenía que ir a realizar algunas cosas y no volvió, no me dijo a donde iba, ni a qué-. A medida que hablo puedo hacerlo con más confianza. -Solo se me ocurre que haya ido a cazar o incluso, averiguar qué peligros aguardan en el bosque, pues verá usted, él tiene una obsesión por cazar criaturas poderosas, me lo contó cuando estábamos cazando... Esa es toda la verdad-.

Aguardo ansioso a que me crea...

Sir Vormund no te cree, sospecha que no le has contado toda la verdad, que ocultas algo. Por un momento se queda pensativo, y te pide que le cuentes con todo lujo de detalles qué fue lo que visteis en el bosque para que Farnirir tenga tanto interés en irse solo a buscarlo.

En el momento en que Sir Vormund no me creyó pasaron mil cosas por mi mente, pues desde un principio había querido decirle lo que vivimos en ese bosque, pero una mentira nos llevó a la otra con Farnirir. Respiré profundo de nuevo antes de empezar y comencé a hablar mirando a Sir Vormund a los ojos, mi tono era el normal esta vez, pues estaba diciendo la verdad. 

-Perdón Sir Vormund, no sabíamos como afrontar la situación-. Hago una pequeña pausa... -Lo cierto es que el día en que fuimos a cazar encontramos el cadáver de un ciervo, este se encontraba totalmente seco, no había ni una gota de sangre en su cuerpo. Encontramos un rastro, el cual seguimos para averiguar qué criatura había hecho tal cosa, nuestro objetivo era encontrarlo e informar al campamento. En medio del profundo bosque, apareció ante nuestros ojos, una criatura pálida y esbelta, con apariencia de humano, pero yo se bien que no lo era, tenía unos ojos rojos que podían ver dentro de la misma persona... Tratamos de huir, pero habían más seres iguales que impidieron nuestra retirada. Dijo que íbamos a morir a menos que hiciéramos algo por "ellos", así que nos pidió robar unas flechas que resguardan los soldados del campamento y la espada de plata que usted porta. No teníamos opción, nos hubieran matado, así que aceptamos con la esperanza de que se nos pudiera ocurrir algo después-. Tomo aire para proseguir. -De regreso al campamento, Farnirir me contó de una leyenda que conocía, sobre unas criaturas que se alimentaban de sangre, le temían al sol y eran débiles a la plata, todo encajaba y las razones para pedirnos aquella encomienda tenían sentido, así que planeamos volver y pensar en algo para usar esa información a nuestro favor, siempre y cuando, pudiéramos averiguar algo más sobre esas criaturas. Por ello no dijimos nada, tratamos de averiguar con los miembros del campamento algo que pudiera servirnos para pensar en una solución, pero esto no dio fruto. Estoy seguro que Farnirir se sintió atraído por el deseo de cazar a esa criatura, de alguna forma, es su naturaleza. La criatura dijo que quería que los objetos le fueran llevados al mismo lugar en tres lunas, por lo que hoy por la noche se cumpliría la segunda, quedando solo una más. Discúlpenos Sir Vormund, no queríamos causar conmoción en este lugar, ni exponer a nadie, hasta que estuviéramos seguros de lo que debíamos hacer-.

Me quedé expectante a lo que Sir Vormund respondiera, pero dentro de mi mente pensaba que lo que ocurriría desde ese momento, no iba a ser bueno. 

—Concuerda con lo que nos ha sucedido a nosotros señor.— intervengo sin moverme de mi lugar, en posición firme —Las mismas criaturas nos atacaron esta noche en la atalaya. No tuvimos ni una oportunidad. Se movían tan deprisa que nada pudimos hacer cuando se abalanzaron sobre nosotros. En nuestro caso nos prometieron una recompensa enorme si le llevábamos su armadura de plata. Luego desaparecieron para amenazarnos con la muerte si no cometíamos el robo. Pensábamos que eran espectros del bosque pero por lo que Ringelf describe parece que son vampiros. Está claro que lo que Farfnir sabía encaja con lo que sucede. Quieren hacerse con aquello que las puede derrotar, la plata, y no pueden tomarlo por si mismas, así que han intentado engañarnos con lisonjas o amenazas para que traicionásemos a los nuestros. Igual que Ringelf nosotros hemos optado por venir a informar de inmediato. Creo que tenemos un tiempo escaso para prepararnos o buscar una manera de engañar a esos seres para ganar algo más ya que, después de todo piensan que estamos cumpliendo la traición que nos encomendaron.

Guardo silencio tras mi intervención, manteniendo la mirada al frente. Ahora sabremos si Sir Vormund estaba al tanto de la existencia de las criaturas y veremos que pretende hacer.

Un escalofrío me recorre la espalda, y por un momento, siento que me flaquean las piernas... ¿Vampiros??? ... eso son cuentos de viejas... hostia, que lo mismo son las leyendas que se supone que habría que relacionar con este bosque... tengo los ojos abiertos como platos, y las manos sudorosas, intentando recordar los cuentos para críos y como se vencía a esos seres... o como evitabas que se te bebiesen toda la sangre

Pero no puedo olvidar a los compañeros, vecinos, amigos, que dejamos terminando la atalaya allá arriba...

-Si, señor, y el plazo que nos dieron también termina con esta luna no, la siguiente. Dejamos a dos compañeros terminando la atalaya... espero que no los maten esta noche...

Que curioso... reparo en lo que voy diciendo y su significado: en todo caso, los plazos coinciden: esperan tener las cosas de plata para la misma noche; eso nos da un poco de margen, pero... es indudable de que de noche rondarán cerca, para asegurarse de que no intentamos huir...

... y todo ello, si aceptamos que hablamos de vampiros; lo mismo son otra cosa igual o peor... yo sigo dando vueltas a la memoria en busca de mitos, historias, cuentos, que casen con lo poco que sabemos.... el primero, el chupacabras,  lo descarto; en todo caso sería el "chupaciervos", y ese no me suena...

Surgieron de la nada y cuando se marcharon sucedió lo mismo, simplemente se desvanecieron- No habían llegado sin más, ni tampoco se fueron dejando huellas o rastros, porque quizás siguiéndolos si les hace daño el sol... pero claro, si desaparecen entonces no hay manera de rastrear nada. - Seres malignos, amenazan con matar, hacen desaparecer a nuestros hombres por la noche, pretenden que os robemos...

Parece que tienen problemas con la plata, les hace daño.

En el momento en que comenzaron a hablar mis compañeros me sentí aliviado, pues habían más personas que habían presenciado lo mismo que yo, aunque eso también es malo, porque quién sabe cuántas de estas criaturas existirán en este lugar. Ahora solo había que esperar la reacción de Sir Vormund...

 - ¿Vampiros? ¿Unas flechas? ¿Mi espada? -al principio no entiendo nada, la historia de Ringelf me parece sacada de un cuento de hadas, y por un momento pienso que el miedo se ha apoderado completamente de ti. Luego Rimald apoya tu relato, luego Joshua y finalmente Rilwen. Todos parecéis estar de acuerdo en el aspecto que tienen estas criaturas, en cómo se movían en la noche y en cómo os abordaron en la oscuridad... muevo la cabeza hacia un lado, intentando comprender. Os miro a los ojos, buscando alguna sombra de burla. Pero sólo encuentro sinceridad. Poco a poco algunas cosas empiezan a encajar en mi mente...- Ahora tiene sentido... -digo como para mí mismo, recordando algo.- No puede ser. -y se me escapa- ¡Tenía razón! -respiro profundamente, con los ojos cerrados, incluso parece que sonrío en mis adentros. Tras un momento vuelvo a hablar, con tono preocupado: - Que yo sepa en este campamento sólo están hechas de plata mi espada y mi armadura. Nada más. No tengo noticia alguna de unas flechas que puedan matar vampiros. Pero somos muchos, y somos valientes -estoy excitado, y confuso, las opciones de salir victoriosos son pocas en caso de un enfrentamiento, pero ¿qué otra opción hay?- ¡Tenemos que avisar al Rey! ¡Haz venir al escriba! -ordeno a un soldado que se encuentra, atónito, junto a la puerta- ¡Ni una palabra de esto ahí fuera! -le termino ordenando en tono severo. Os vuelvo a mirar. Ahora estoy más tranquilo, voy asimilando poco a poco la información que acabáis de darme, y una idea empieza a formarse en mi mente: - Sois muy valientes al contarme todo esto. Habéis demostrado una gran lealtad al no haber intentado robar ni mi armadura ni mi espada. -sonrío- Es posible que esta plata sirva para protegerse de ellos, aunque nunca lo he comprobado por mí mismo. -suspiro- Siempre pensé que no eran más que leyendas antiguas y absurdas. ¡Pero es cierto! Debemos avisar al Rey. Debemos luchar y resistir. Debemos ganar tiempo... -os vuelvo a mirar- Tenéis que ganar tiempo. ¿Podréis? Debéis volver a donde os esperan, y pedirles más tiempo. ¿Seréis capaces? Decidles que estáis en ello, pero que robar mi arma y mi armadura es más difícil de lo que parece. ¿Podréis? Las vidas de todos dependen de vosotros. -respiro hondo- Esta noche debéis descansar. No digáis nada de esto ahí fuera. Comed y dormid. Y volved aquí mañana, temprano. Ahora necesito pensar. -luego me siento en mi sillón, pensativo, con la mano en la cabeza, esperando a que salgáis.

Salgo bastante animada de la tienda de Sir Vormund - Ha ido mejor de lo que esperaba - Aunque tampoco conocemos su plan, pero al menos no nos ha mandado encerrar y nos ha creído. Igual era buena idea simular delante de todo el campamento que hemos venido a por más material para construir la atalaya - Es importante no causar expectación, no fuera que esos espectros tuvieran oídos cerca, igual podían controlar a personas o animales.

- Igual llevarnos al cazador a la atalaya también podría favorecer nuestro relato de cara a engañar a los espectros, como alegando que nos han puesto vigilancia - aunque luego descarto la idea para no poner en peligro a Ringelf. Hemos de pensar un plan, buscar la estratagema para conseguir más tiempo-comento entre susurros cuando no hay nadie cerca de nosotros. 

"¿Ganar tiempo?, ¿Es enserio?, esas criaturas van a matarnos si nos atrevemos a volver con las manos vacías". Es lo primero que pienso, pues realmente, no creo que nos permitan seguir con vida si no cumplimos con el tiempo que nos dieron. "Lo mejor sería preparar un plan para atacarlos ese mismo día... aunque claro, no creo que puedan actuar si saben que aún hay plata en el campamento". En ese momento tengo mi cabeza dividida entre las oportunidades, entre las cosas a favor y en contra. Soy el último en retirarme de la habitación, realmente no estaba de acuerdo con el plan que se le había ocurrido en ese momento, aunque no creo que hablarle inmediatamente sobre mi objeción sirviera de algo, pues había quedado bastante sorprendido...

"¿Pero por qué si no se imaginaba lo de las criaturas, está totalmente armado con plata?..."