Partida Rol por web

Los parroquianos no abren la boca, la cosa ha dejado de ir con ellos. Y además de apartarse de la discusión se alejan literalmente y salen sin decir nada de la taberna.

El tabernero llega de la cocina con dos platos de carne seca variada, y se queda algo perplejo por la posición del chico y el enano.

Sale de la barra y se acerca a ellos con los platos por delante.

¿No preferís descansar y tomar algo a pelearos? Y si no lo preferís hacerme el favor de salir de aquí. - Esto último lo dice mirando a Laern

El hobbit se sube a la barra de un brinco y empieza a gritar - ¡Pelea, pelea! - Lo hace repetidas veces mientras empieza a bailotear una danza extraña de un lado para otro de la barra.

Eso sí, cabe destacar que lo hace con mucho cuidado para no derribar algunas de las jarras que habían en la barra.

Lern se había llevado la mano a la cara cuando los lugareños se habian enfrentado al hechicero, y la había retirado, sorprendido, al escuchar las palabras amenazadoras de Zarek y la respuesta dura del enano. Deja su nueva jarra en la mesa, cierra el puño enseñando los dientes y se acerca a ambos. Su aspecto y voz recuerdan a la efigie en su escudo, la de un dios con centellas en los cabellos y rayos surgiendo de su boca.

- ¿Se puede saber qué demonios estáis haciendo? ¿Es que sois unos chiquillos? ¡Recordad que servís a Talona, y manchando esas libreas con trifulcas idiotas estáis escupiendo a la cara del rey! ¡Comportaos como los hombres creciditos que sois!

Lleva ambas manos en el cinturón y, más alto que ambos, les lanza una mirada acusadora, que viaja de uno a otro.

Anioz estaba perplejo por el desarrollo de los acontecimientos, que tan fácilmente habian llegado a acabar en una pelea

-"Maldito hobbit, baja de ahí ahora mismo!, o en vez de enfrentarte a los lugareños probaras el filo de mi propia espada, y callate, me estas poniendo de los nervios, como si no me los estuvieran poniendo ya el enano que no puede estar sobrio ni diez minutos y un poco el mariscal...que le tengo mil veces dicho que beber es insano" dice a punto de perder los nervios

-"Eh! Vosotros! Parad ya, unos chiquillos quinceañeros serian mas maduros que vosotros.Estamos buscando a los embaucadores, no bulla con cualquier lugareño" Anioz se puso mas serio que de costumbre

Bajo de la barra de un brinco, al igual que había subido a ella.

Siempre me amargas la diversión Anioz, eres un soso.

A estas palabras continuó un nuevo baile, esta vez con los pies en el suelo, a la vez que canturreaba sin parar.

¡Anioz es un soso, Anioz es un soso!

-Zarek tras escuchar las palabras de Laern y Anioz mira al fondo de la jarra y dice:

-Supongo que tenéis razón y la cosa se ha salido de el motivo principal , así que por mi parte doy por zanjado lo ocurrido , y volviendo a lo importante ¿nos quedaremos para averiguar más cosas o seguiremos nuestro camino?

-Cuando termina de hablar se recuesta sobre su silla y realiza un gesto amistoso con la mano para indicar al tabernero que le traiga otra jarra. En el rostro de Zarek ya no se atisba ninguno rasgos de furia como los de hace unos momentos es como si realmente hubiera olvidado lo ocurrido con el enano.

El tabernero deja los platos en la barra y se lleva la mano a la frente para quitarse el sudor, sin lugar a dudas ha temido por el estado de su querida taberna.

Enseguida os relleno las jarras. - dice mientras vuelve detrás de la barra -

Laern no cambia un ápice su postura, mirando fijamente al hechicero mientras se sienta, y vigilando la reacción de Görg. Para él la tensión no parece evaporarse.

El breve, tenso, orgulloso duelo de miradas y palabras parece diluirse tan rápido como llegó. Las palabras de Zarek son conciliadoras pero . . . el enano se gira hacia Laern sin variar el gesto ni un ápice.

¿Eso de "hombre crecidito" iba con segundas?

Sólo Laern situado frente al enano y sobre él puede ver el vivo brillo en sus ojos, muy distinto de la oscura mirada anterior. Incluso se puede apreciar un temblor en la comisura de los labios, como de risa contenida.

-Vamos Görg, déjalo estar.- Ireth se había mantenido al margen mientras sus compañeros tenían el intercambio de palabras y hacían su demostración de bravuconería. ¡Hombres! son iguales en todas las razas. -Comamos algo y decidamos que hacer. Yo ya expresé mi parecer, estoy de acuerdo con lo que planteó el mago, pero Laern, tú tienes la última palabra.

La elfa se recostó en su silla mientras apuraba el resto de cerveza de su jarra en espera de la respuesta de su superior.

Laern sonríe de oreja a oreja.

- Iría con segundas si hubiera dicho que él es un hombre crecidito y tú una mujer, pero sospecho que no te habrías molestado en preguntar antes de darme una buena -lanza una sonora carcajada y le da una fuerte palmada en la espalda-. ¡Venga, a apurar la cerveza, o me la beberé yo, que vengo con sed!

Se vuelve a apoyar en la barra, dándole la espalda al resto, y se termina la cerveza. Sólo entonces contesta a la elfa, sin mirarlos siquiera. Su tono es algo melancólico.

- Preferiría no quedarme a dormir. Ya hemos mandado avisar, y para ello hemos prescindido de un buen hombre. No hagamos que su trabajo sea en vano. Nuestros asuntos son por igual de la máxima urgencia, y no hay nadie que proteja a otros ciudadanos inocentes mientras nos quedamos a gandulear y dedicarnos a lo que no nos atañe. Además -se vuelve a encarar a sus compañeros, con los brazos extendidos y palmas sobre la barra-, la ayuda estará en camino en breve. Y este asunto, además de estar ya frío, requeriria un equipo de batida, que no dudo -asiente al posadero-, vendrá, y en breve.

El tabernero había cogido un trapo viejo, y algo sucio, con el que se disponía a "limpiar" la barra.

No se preocupe señor. - dice mirando a Laern - Ya agradecemos lo que ha hecho, mandando a uno de sus hombres. Pero si desean pasar la noche que sepan que no hay problema alguno.

Al ver que nadie le hacia caso dejó el bailoteo y volvió a sentarse en una silla.

Vámonos ya Laern, esto es muy aburrido, ¡no hay nada divertido!

Laern levanta su enguantada mano derecha, señalando al hobbit con el índice.

- Tenemos prisa... y hambre. Hemos venido a comer, y si no falta mucho...

Prolonga la "o" final mirando al propietario.

Seguía con el trapo dale que dale, pasándolo a conciencia por el borde de la barra.

Pues... - se empieza a escuchar algo de alboroto por fuera de la taberna - yo diría que ya están llegando. Pueden tomar asiento en aquella mesa de allí. - os dice mientras la señala con el dedo - Esa normalmente está libre. ¿Les parece bien?

Relajando paulatinamente el gesto y llegando a mostrar una leve sonrisa me encamino a la mesa que indica el posadero con una jarra en la mano mientras murmuro: Ho, ho, ho. La elfa ha picado. La miro de reojo divertido.

Al hobbit lo miro menos distendido, es como un grano en el culo así que procuro sentarme lejos de dónde él esté. Pese a todo he de cuidar más mis palabras, tienen el don de golpear donde menos espero, gozan de vida propia. ¿Las palabras se podrán arrojar como un hacha? Um, interesante idea.

Sin mediar palabra, Laern recoge su yelmo de la barra y se dirige a la mesa que le indica el posadero. Se sienta armando mucho ruido y, colocando el casco sobre el regazo de forma que se enfrenta a la parte cóncava, se quita los guantes y los mete dentro. Acto seguido deposita el yelmo bajo su asiento o a su lado, contra la pared: donde mejor venga y no le vayan a dar un golpe. Además, pone al lado su venerado escudo, al que en otras ocasiones sus compañeros podían encontrar puliendo con esmero. Sus ojos sin vida parecen clavarse en el guerrero.

- ¡Que no tarde! -espeta de repente al propietario-. Espero que no os disguste mi decisión.

Eso se lo dice a sus camaradas, como si la conversación siguiera ininterrumpida.

Ireth se encogió de hombros ante el último comentario de Laern. A decir verdad, le hubiese gustado escarbar un poco más en el poblado, pero si el capitán quería llegar cuanto antes al fondo de la misión que tenían entre manos, no sería ella quién pondría pegas. Tomó su jarra, sus pertenencias y se cambió de mesa. Estos parroquianos... ¿no podían dejarnos donde estábamos?

-Ven Morz, no te quedes allí haciendo el ridículo. -alguien tendría que enseñarle un poco de sentido de la ubicación a este mediano...

Había vuelto a bailotear, o más bien estaba paseándose por toda la taberna cuando escuchó a Ireth.

¿Ridículo?¿Quién está haciendo el ridículo? Vuestro humor cada vez va a peor. - dice esto último mientras se sienta al lado de Anioz -

Y tú eres un soso y un callado. - saca la lengua como burla a Anioz -