Partida Rol por web

Era una noche corriente de trabajo.

Tu cliente un viejo conocido, el viejo Will. El tipo tenia lesiones viejas y mal curadas, para las cuales los fármacos normales habían dejado de suponer alivio alguno. No era un mal tipo, pagaba en efectivo, se llevaba sus pastillas y cuando se le terminaban volvía a buscarte.

Al principio fue una vez al mes, después cada dos semanas, ahora las necesitaba todos los viernes, puntual como un reloj y cada vez en mayor cantidad. Era evidente que el tipo estaba tomando una adicción seria a las pastillas que tu le dabas.

También notaste un claro deterioro en Will, no debía dormir bien por las noches, sus ojeras eran cada vez mayores. Se decía que había tomado turnos dobles en la fabrica para pagar la universidad de su hija, otros decían que simplemente se estaba volviendo loco después de la muerte de su mujer.

Puntual apareció Will, con la expresión sombría y bastante pálido. Llevaba un brazo en cabestrillo y se esforzaba por disimular su cojera. 

- ¿Tienes lo mio?.- te pregunto con aspereza. Will odiaba tomar pastillas pero sin ellas su vida hubiera sido un tormento continuo.

Miré al viejo, pero no dije nada. Asentí y me giré hacia el lugar donde guardaba lo suyo y lo de tantos otros. Pero el deterioro de Bill junto al aumento de frecuencia de sus visitas me preocuparon, implicaban una mayor tolerancia de la que yo había previsto y eso sólo significaba que Bill tomaba más de lo que debía. Mi intención era aliviarle, no crear un adicto más en la ciudad. Por lo que cambié su medicación a algo más "natural". Lo que le dí ahora era una receta propia que proviene de la planta del cannabis. Básicamente le adormecería el sistema nervioso, se sentiría un poco atontado pero sin mermar sus reflejos para que su integridad física no peligrara en la fábrica.

-Aquí tienes Bill.- No solté las pastillas para que me mirara -No abuses, Bill. ¿Qué tal está tu pequeña?- le pregunté para quitar hierro al asunto.

Hizo un gesto de gratitud y te pago en billetes pequeños, como siempre.- Odio tomarme esta mierda.- dijo y supiste que hablaba en serio.- El medico dice que tengo que operarme la rodilla pero el seguro no me lo cubre y nadie me garantiza que salga bien, así que es esto o buscarme un trabajo para tullidos....aunque es la espalda la culpable de que necesite un poco mas de vez en cuando.- aseguro metiendo aquello en el bolsillo.

- La niña esta bien. Para ella su padre es invencible y así debe seguir siendo.- dijo convencido de ello.

Te diste cuenta que sus ojos fueron a la carretera y su gesto se volvió mas serio de pronto. Un coche circulaba a una velocidad ridiculamente lenta. Cuando vio bajar las ventanillas y asomar los cañones de unas armas te empujo por reflejo para quedar cubiertos detrás de los contenedores.

Todo paso muy rápido, las balas silbaron y las chicas que buscaban clientes gritaron aterradas. El coche acelero quemando rueda y dejando seis heridos de bala en la puerta del local, junto con un par de cadáveres.

Will no lo pensó, se metió un par de pastillas en la boca y por alguna razón salio corriendo atajando por los callejones, persiguiendo al coche. En absoluto se comportaba como un hombre corriente que trabajaba en una fabrica.

-Oh ¡Joder!- caí tras los contenedores por el empujón de Bill. Los proyectiles impactaron en la pared por encima de donde nos encontrábamos ahora. Probablemente nos habrían dado de no ser por los reflejos del "trabajador". -¡Eh! ¡Bill!- la adrenalina le impidió escucharme -Cago en to!- sentencié mientras corría tras él por los callejones, no tenía la capucha ni el pasamontañas que me cubría el rostro. Esta vez no estaba preparado. No había pasado el tiempo suficiente desde la última vez. Aún siento el hormigueo y las piernas entumecidas. Pero corro tras él sospechando que se trate de otro vigilante. -Oh, Bill, si hubieras sido sincero habría aumentado tus reflejos antes de salir corriendo- no tenía flechas, no tenía compuestos vigorizantes, sólo anestésicos que calman el dolor y dos doses de El beso de la Musa. 

Negué con la cabeza resignándome mientras seguía corriendo tras él, a cierta distancia. -La espalda. ¡Y un huevo!- retazos de la conversación llegaban a mi mente haciendo que me enfureciera cada vez más. Sentía como si mi enfermedad estuviera pendiente de mis sentimientos para apaciguarlos sin sentido o aumentarlos en una ira sin razón. Palpé mi propia medicina en uno de los bolsillos de la chaqueta y eso me tranquilizó.

- Mis reflejos no me duelen.- gruño William torciendo la esquina. Casi al mismo tiempo escuchaste el ruido del hueso de su rodilla y un gemido ahogado de su propietario quien lejos de frenar acelero.- ¡¿Por qué me sigues?! ¡Ve y ponte a salvo!.- exclamo entrando en un callejón. Salto encima de un contenedor para alcanzar las escaleras de incendio de uno de los edificios y empezó a trepar por ellas rumbo al tejado.

William tenía razón. Ahora no era más que Yago. Si quería aguantar el ritmo, debía ser El Brujo. Poco a poco mi velocidad descendió hasta quedar al pie de la escalera de incendios -ten cuidado, viejo amigo-. Eran muchos los que luchaban contra el crimen por su propia voluntad, una labor no exenta de riesgo. Y, por lo que aprecié desde abajo, William estaba más que seguro (y acostumbrado) a a arriesgarse.

Giré sobre mis talones, no sin preocupación por el viejo, y caminé hacia mi refugio, mi pequeño rincón del mundo. Con el tiroteo las ventas habrían quedado arruinadas. Podía hacer tres cosas: cambiar el punto de venta a otro, ponerme la capucha y demás para salir a rondar las noches o encerrarme en mi laboratorio.

Me decanté por lo segundo. Carecía de sentido ponerme en el laboratorio con William rondándome la cabeza, así que, cogí todo lo necesario, regresé a la escalera de incendios y subía para seguir el rastro de Will para hacerme una idea de lo sucedido.

Al volver no había nadie allí. Buscaste pistas que te indicaran lo sucedido. Había casquillos de bala en un rincón y al mirar a la calle viste un coche en el callejón.

Los disparos en el parabrisas y el reguero de sangre fresca en la calle hubieran llamado la atención de la gente en otro tiempo. Ahora nadie oía ni veía nada, ni una anciana curiosa asomada tras un visillo que presenciara la muerte de un par de desgraciados atrapados en su interior.

Hubo supervivientes, alguien se arrastro a la parte trasera de un club, solo debías seguir la sangre.

Observando, oculto en la noche, me masajeo las sienes intentando recordar algo de ese local. -Jode- pienso -el último colocón me ha dejado desconcertado-. Lo cierto era que no estaba para una pelea y no tenía intención de meterme en un local que no conocía. Los tipos del coche están muertos y uno de ellos se arrastró hacia allí. Sigo observando, oculto en las sombras.

El rastro de sangre sale del coche, por lo que deduces alguien herido trato de correr hasta la puerta del callejón. Perdía mucha sangre, en un momento dado debió trastabillar pero se incorporo de nuevo por las marcas dejadas en el asfalto. Temía a algo o alguien por encima del dolor o la lesión que tuviera.

 Por tus conocimientos dirías que la herida debía ser profunda, sería por la abundancia de sangre puede que tuviera alguna arteria dañada, posiblemente la enguinal del pierna izquierda.

Llego a la puerta trasera, escucho al otro lado evitando las manchas de sangre, dispuesto a entrar con la capucha echada si hay silencio.

No escuchas nada desde ese lado de la puerta. Te fijas que otro antes que tu a debido abrir de una patada, la gran marca de un pie no deja lugar a duda. El rastro de sangre sigue por el pasillo. Escuchas un tiro seguido de fuertes golpes en una de las salas. Una chica sale corriendo y gritando, medio vestida, buscando una salida.

Los golpes paran y la puerta abierta de la habitación te permite ver a Red Hunter, o mejor dicho, a William con la mascara de Red, sacudiendo unos puñetazos correctivos a un tipo ya en el suelo. A su alrededor cuatro hombres mas parecen necesitar atención medica, todos mafiosillos locales.

Al notar tu presencia Red suelta su presa y ves una herida de bala en su costado pero parece que ha tomado más pastillas de la cuenta. Si bien no parece percibir el dolor, ni se a dado cuenta de lo mucho que sangra, le ves mareado y algo desubicado.

- Llegas a por las sobras.- murmuro y empezó a reírse haciendo notar que estaba sufriendo algunos efectos secundarios inesperados.- ¿Te las pongo en un Tuper...? o Taper... o como tuaperwear... no se como se dice...esas cosas de plástico con tapa.

La mascara hacia su voz sonar distinta pero no tenias dudas de que era William. Miro a uno de los hombres, con el cuello roto.- Este va a necesitarla la caja de madera.- bromeó antes de pasar a explicar.- Estos cabrones son los que han abierto fuego en la puerta de un local hace un rato... Llama tu a la policía que venga a limpiar... yo no me siento muy...bien.- murmuro dejando ver la perdida de sangre era importante.

-Puedo aliviar tu dolor, pero necesitarás un médico que te cosa.- Comento viendo el percal. No iba a llamar a la policía. -Al fin y al cabo llevo dándote sustancias desde hace... ¿cuánto?- a diferencia de él, yo no llevaba casco sino un cacho de tela tapándome la boca.

-Si llego a saber que eras tú, te habría dado algo... diferente. ¡Vamos!- le hago un gesto para que me siga. Estoy furioso con él. El puto Red Hunter. La leyenda caída. Durante años fue mi ídolo pero... ahora... no sabía muy bien lo que era aunque, al fin y al cabo, yo (y bastantes más) hemos seguido su ejemplo.