Partida Rol por web

El camino empieza a hacerse sombrío y fresco, lo que me obliga a acurrucarme mientras sigo andando con le móvil pegado a la oreja. A lo lejos, se asoman los primeros síntomas de la lluvia con esas nubes grises y esos truenos que solo indican que de un momento a otro caerá agua.

Las primeras gotas caen sobre el tejido de mi ropa absorbiéndolas sin llegar a calar del todo.

-No no, no te preocupes estoy bien. Oye.. está empezando a llover y se me va a terminar la batería... Efectivamente la batería estaba en las últimas y podía cortarse de un momento a otro, aunque espero que aguante, siempre suelen aguantar bastante estos chismes. Tengo que ir a recoger mi coche a un párquing de las afueras, solo quería saber si puedes venir a buscarme y llevarme hasta allí..- hay una pausa dramática..

-Solo se nos plantean dos problemas. El primero creo que nos vamos a mojar y el segundo, donde comemos..- Bromeo.

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Busco donde apoyarme en la pared a la par de que me de algo de cobertura sobre la lluvia, una de las numerosas cafeterías con toldo podría estar bien. Una vez ahí parado y mientras voy escuchando la voz de Ayira recorro con la mirada la señal que me indique el nombre de la calle.

Mi voz suena mucho más relajada e incluso podría decirse que íntima -Vale. Te estaré esperando en una cafetería cercana.. una nueva mirada hacia la señal es todo lo que necesito para recordar el nombre de la calle y decírsela. Oye, ten cuidado vale y no te vayas a escapar por si no me ves ¿de acuerdo? digo un en tono divertido. Un beso- y cuelgo la llamada.

Pides un café para ir haciendo tiempo mientras esperas a Ayira en la pequeña cafetería en la que has decidido resguardarte de la llovizna.
Pasan unos veinte minutos y para entonces la lluvia se ha intensificado notablemente, acompañada de truenos y algún que otro relámpago que hacen tintinear la luz y electricidad general de los comercios, incluyendo el local en el que te encuentras.

La puerta se abre entonces y allí está Ayira, plegando su paraguas y con un aspecto algo distinto debido a su cambio de corte de pelo.

Abro la puerta, salgo y cierro tras de mí. Decido bajar por las escaleras como casi siempre tras pensar si hacerlo por el ascensor pero esta vez tampoco se decanta la moneda de ese lado. Mientras voy bajando por mi cabeza pasa el momento en el que nos enfrentamos aquella vez contra un hombre-lobo en la que Ryan clavó sus garras perforándolo, espero que no se repita en mi piso algo semejante lo que me lleva a preocuparme por las chicas, pero sé que sabrían defenderse ellas solas.

Cuando piso la calle miro hacia ambos lados y tomo camino hacia el metro mas cercano, deteniédome en una cabina antes de llegar para marcar el número de Mark..

Por suerte conoces lo suficiente la ciudad para poder encontrar una cabina sin demasiados problemas, aunque hay que admitir que no se encuentra en un estado de conservación demasiado bueno y parte del cristal está roto o sencillamente pintado y rasgado, con lo cuál sigue entrando parte del frío exterior pero desde luego no tanto como estando directamente en la calle.
En ése corto trayecto ya te has mojado bastante, sobretodo los zapatos ya que la mayoría de calles siguen transportando medio palmo de agua.

El teléfono del tal Mark empieza a sonar varias veces con insistencia, llegas a pensar que no lo cogerá, quizá de hecho incluso esté durmiendo aunque sea un poco temprano para tu gusto... Pero no, finalmente lo coge con voz algo cansada y soñolienta.

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Era todavía muy temprano, casi no había un alma por las calles, lo cual provocaba una sensación de irrealidad al ambiente gris de un día que pronosticaba mas y mas lluvia. Las calles, recién mojadas, despedían frescura. Los únicos sonidos casi se limitaban a aquellos de los bares que iba dejando atrás a medida que cruzaba las calles para encontrar un cabina aprechando el mismo camino para acercarme a la entrada de metro mas cercano.

Al fin encuentro una cabina que se me había olvidado por completo que aún permanecía ahí. Algunos gamberros en una noche de borrachera la habrán tomado con la cabina. Busco unas monedas por el bolsillo pequeño del pantalón e introduzco un par de ellas por la rendija de las monedas. Marco el número y espero haber si da tono... hay suerte, ahora solo falta escuhar su voz...

Al escucharla se me hace un pequeño nudo en la garganta. -Ehhh. Se que esto te va a sonar a locura y ni siquiera te conozco, aunque se mas de ti de lo que te imaginas, quizá con que te diga el nombre de Irina te lo diga todo, si no quieres que le ocurra nada malo dime un lugar para conversar. Sólos. Tú y yo...y ahora..

Me acurruco en mi cuerpo para abandonar un poco la sensación de frío, esperando su respuesta y por su bien que no obtenga como respuesta el colgar del teléfono..
No me gustaba llamar a un desconocido y amenazarle así sin mas, pero creo que era la fuerza que debía empeñar en este momento.

la voz al otro lado de la línea apenas duda unos sgeundos antes de responderte con una seguridad y firmeza mayores que la tuya, al menos en apariencia.

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Aún así la línea continúa establecida y no ha colgado, por si quisieras añadir algo más, aunque está claro que él no lo hará.

...de acuerdo. No intentes jugármela- Termino la comunicación dándole al gatillo de la cabina con dos dedos para después colocar el telefóno donde corresponde, no como al principio, esta vez la voz era mas fría y firme antes de colgar. Creo que hablar con ese tipo no va a ser coser y cantar, y a decir verdad si yo me pongo en su papel y un tipo me llama en plena tormenta no iría con las manos vacías...

Pero esta vez me tocaba ser a mi el bueno de la película. No debe de ocurrir nada, es ir allí, hablarle, escucharle y volver a mi piso para cenar con Ayira, si es que ha decidido quedarse.
Cruzo un par de calles más para coger el metro, bajo los escalones hasta encontrar un pequeño mapa de la ciudad para asegurarme donde esta la calle en la cual habíamos quedado y con la mirada recorro el mapa hasta buscar el nombre que me dijo aquel tipo por teléfono. Creo que no es necesario coger el metro y será mejor ir andando, solo quería asegurarme si debo coger el metro o no. Tras asegurarme de eso me dirigo hacia allí..

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La voz se escucha suficientemente alta y clara a través de la lluvia que te ha empapado por completo, pero cada vez cesa más. Aunque por lo contrario parece que también hace más frío, pero quizá se deba a tu ropa mojada.

El cazador parece encontrarse en alguno de los edificios del callejón, prestando un poco de atención alcanzas a distinguir de cuál se trata, uno frente a los arbustos en los que has conseguido agazaparte, una posada bastante sencilla.

Y mientras esto sucede la lluvia que casi había cesado es sustituida progresivamente por copos de nieve cada vez más espesos, empezando a cubrir el suelo mientras en el bolsillo de tu chaqueta vibra el móvil (Ayira).

Sigo mis andandas en una sola dirección, por esas calles mojadas que solo reina el terrible frío, frío que se va calando en mi ropa y poco a poco en mi cuerpo. Trato de tomar una postura de brazos encogidos como si quisiera abandonar dicha sensación.

Al llegar al sitio de queda trato de agazaparme en unos arbustos cercanos a la zona y aprovechar mi agudeza visual para detectar al cazador -Venga.. me apresuro en mis pensamientos hasta hallar con él. Cuano doy con el cazador no siento nada, ni miedo, ni ira.. nada, tan solo ese invernal frío. Estoy apunto de salir de mi escondrijo cuando de repente e inesperadamente algo vibra en mi chaqueta, es el móvil y casi me ha asustado mas el sonido del artilugio que la presencia de ese cazador.

Trato de seguir ocultado mientras copos de nieve se funden en agua al golpear en mis ropas. Cogo el móvil, miro hacia tras para comprobar lo que hace el tipo y doy al botoncito verde diciendo muy despacio y en silencio.

-Sihhh.. no hables muy fuerte digo antes de que empiece a hablar con mi tono habitual, aunque si bien me conoce indica que me estoy metiendo en la boca del lobo.

¿Va todo bien?- Miro hacia tras...

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Aunque intentas convencerla de que se queden en tu casa, la cosa no surte demasiado efecto a través de a línea telefónica y tras dejarte clara la dirección de Natalie Ayira cuelga su teléfono mientras tú sigues agazapado y desarmado.

Sea quién sea el otro cazador es difícil que se esté llevando una buena impresión de ti con esa actitud, al menos la suficiente para confiarse.

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Mientras los copos de nieve se deshacen lentamente sobre mis ropas escucho atentamente a la cirujana sin apartar la vista del cazador y sin tener claro de lo que está pudiendo pensar o de si incluso me ha captado y le parece algo gracioso, en cierto modo sería un buen comienzo.

No digo ni una sola palabra cuando Ayira ya ha cortado al otro lado pero sin perder ni un solo detalle de la conversación.

-Genial... se me escapa irónicamente mientras me guardo el móvil en el bolsillo trasero y de paso aprovechar el movimiento para coger la pistola. Es entonces cuando ya decido levantarme y dejarme ver. Primero doy un par de pasos directos hacia ese hombre, me paro, levanto la mano en el alto con la que sostengo la pistola y desencajo el cargador con la misma mano dejando que caiga al suelo, miro al cazador y vuelvo a tomar las riendas hacia su dirección dejando clara mis intenciones de que no quiero nada violento.

-No te parece que hace un poco de frío para hablar en la calle... mi mirada es penetrante hacia el hombre sin apartarla de sus ojos mientras los copos de nieve siguen golpeando a mi persona.

Desde mi posición puedo ver como finalmente cuelga el móvil guardándolo en el bolsillo. No sé si fruto de mis palabras o porque ya ha terminado de hacer lo que quería hacer. Sea como sea parece que al fin se mueve. Guarda el móvil y vuelve a coger la pistola -mierda -sale de entre los arbustos y se coloca donde debió colcarse en un principio. Nos habríamos ahorrado bastante tiempo.

Con el arma en alto, suelta el cargador que cae al suelo entre los copos de nieve que se van acumulando en la calle. -Mucho mejor -digo antes de cerrar la ventana. Tengo que salir pronto antes de que se arrepienta. Me enfundo la chaqueta y salgo a la calle.

Me quedo en la puerta del hostal. El escondite ha quedado descubierto, pero no pretendía quedarme mucho más en aquella habitación. Hoy podré volver a casa. Desde la puerta veo al hombre que me reclamaba. Tiene el pelo rubio, es delgado y tiene un arma. Veamos qué quiere.

-Me parece que estamos bien así. Hace un día perfecto para pasear, quedar con los amigos, amenazar por teléfono, venir armado... -el sarcasmo cae más duro que los copos de nieve. -Qué quieres. -Mantengo una distancia bastante prudencial. Unos cinco metros entre él y yo. No es suficiente si tiene otra pistola, pero si para mantenerme distante.

Leon permanece todavía con las manos en alto, avanzando unos pasos para dejar la pistola más atrás si cabe, pero guardando una distancia prudencial entre él y tú de un par de metros.
-Bueno, sé que no fue la mejor forma de conseguir que habláramos, pero fue la única que se me ocurrió. Natalie lo intentó de buenas y no le hiciste caso, ¿recuerdas?- pregunta decidiéndose a bajar las manos y meterlas en los bolsillos, encogiéndose un poco sobre sí mismo debido al frío... y el hecho de estar medio mojado no ayuda en absoluto.

-Sabemos lo que eres, eres cómo nosotros... Has visto a esos monstruos de pesadilla. Queremos ayudarte a entenderlo. A nosotros también nos costó al principio- resopla hondamente, echando de menos su paquete de tabaco en éstos momentos. Lo cierto es que actualmente sigue resultando difícil, pero al menos no están solos -Colega, vas a tener que tener un poco de fe a partir de ahora, si no te acabarás volviendo majara...- espera con impaciencia a que Mark se ablande y acceda un poco a sus palabras. Al menos que se vuelva un poco más receptivo.

Guardo las manos en los bolsillos. Parece que después de todo si que hace frío aquí fuera. Me encojo dentro de mi propio abrigo mientras escucho lo que me dice el desconocido. -¿La única? No se si amenazar es una buena forma de hacer nada. -digo con cierto desdén. -Si, recuerdo a esa tal Natalie. Me dijo que fuera anoche a no se qué sitio, así por las buenas. No era la mejor de las noches para ir a ningún lado. No había ni taxis, así que... ¿por qué confiar en ella? ¿por qué en ti?

-¿Quienes sois y qué queréis de mi? ¿Qué significa ser como vosotros? Estoy escuchando eso de ser de una manera o de otra, pero nadie acaba por decirme exactamente a que se refiere. Solo se que ayer estaba tan tranquilo en casa con Irina y hoy la tengo en el hospital, tengo sueños extraños y veo a gente ardiendo que me ataca con cadenas -apenas me muevo de mi sitio o gesticulo de alguna manera pero mi mirada se pierde en el infinito antes de volver a mirarle a los ojos.

-Está bien, te daré una oportunidad. Vamos a esa cafetería y cuéntame todo lo que tengas que decir -digo señalando con la cabeza a la cafetería que se encuentra unas casas más abajo en la misma calle. Si aún tengo desconfianza en un tipo armado, en una cafetería no podrá hacer mucho sin que le descubran. Es un mejor sitio para hablar, amén de que la nieve ya empieza a empaparme el pelo y empiezo a tener demasiado frío.

Sus palabras me llevavan a un pasado no muy lejano, a un pasado en el que todo comenzó y yo como él tambien estaba repleto de preguntas, desconfianza y tonos agresivos, pero si se pone a pensar bien... ¿qué tarado saldría de su casa para ir a este lugar?. He llegado a lo que quería mas pronto de lo previsto. Como dije solo quería entablar una pequeña conversación con él y es lo que había conseguido. Todo lo demás dependerá de él..

-¿Sabes? Tenía unos 16 años cuando participe en mi primera batalla. Al principio no se me quitaban de la cabeza los rostros de los hombres a los que les robaba. Aunque te esfuerzas en olvidarlos, se te quedan grabados en la memoria.
Yo también tenía unas pesadillas terribles. Y por mucho que lo intentara, tenía la sensación de no deshacerme nunca del hedor de ellas al despertarme.. del suelo guío la mirada a él y me doy cuenta de que quizá me este enrollando, pero debe saber que no he venido para hacer de consejero. Es como una maldición. Si no te acostumbras se te parte el alma. Por otro lado, si acabas acostumbrandote, se te puede acabar congelando el corazón. Dejo un incómodo silencio dándole tiempo a que asimile las palabras y carraspeo encogiendome más aún en mi propio cuerpo Oye. A mi no tienes que darme ninguna oportunidad. La pregunta es si sabrás dartela a ti mismo. Vuelvo a hacer otra pausa y por mi tono de voz muestra que no tardaré en marcharme descartando por completo ese café ¿Sabes? pareces un hombre listo y creo que sabes lo que tienes que hacer en cada momento. Solo te diré que aceptes cuanto antes en lo que estás apunto de convertirte si no quieres morir; Eres un cazador Mark, y debes dedicarte a luchar contra tus miedos y creer en ti mismo..

Trago saliba y giro sobre mis pasos hasta el punto de llegar al cargador, allí me agacho, lo cogo y vuelvo a cargarlo en la pistola mirando a los ojos de Mark.

-¡Hey! alzo la voz desde allí mientras guardo la pistola entre el pantalón y la espalda ¿Tienes coche?...