Partida Rol por web

- Pues han dicho que iban a dar una vuelta por el monasterio, pero ya hace un buen rato que salieron, así que... a saber donde están..., dice Tomás y vuelve a su faena con las armas.

Se encontraba en el cielo, flotando por las extensas nubes blancas y divisando su pueblo natal desde el aire, cerró sus ojos y la brisa matutina refrescaba su rostro y con una sonrisa disfrutaba del paisaje. Los pájaros le acompañaban y con sus dulces trinos amenizaban su viaje...

Abrió los ojos y se encontró en la iglesia, con una sonrisa se levantó de un salto y miro a su alrededor, parecia que todo seguía igual.

Se dirige a Abraham.

-"¿Ha visto algo extraño por aquí?, yo me he metido tanto en mis rezos que no me he dado cuenta de nada a mi alrededor..."

Abraham se sobresaltó ligeramente cuando Hicham volvió a la vida y se dirigió a él. Le hizo un gesto de silencio y con la mano para que hablara bajito, una cosa es intentar distraer a los monjes de las pesquisas de la dama y otra conseguir que los echaran de la iglesia del monasterio a patadas. Se acercó, aprovechando la excusa para estirar las piernas. Tuvo que masajearse levemente las pantorrillas para recuperar cierta circulación e ignoró el molesto hormigueo que invadía desde las rodillas hacia abajo. Cuando estuvo junto a él susurró a su compañero:

- "Pues aún estoy vigilando las puertas a ver de cuales salen y entran monjes."

María deja de observar la Iglesia para centrarse en los dos nuevos peregrinos. Se acerca a ellos, y en voz baja, acorde al lugar en el que están, susurra:

-Saludos, peregrinos, la Paz de Dios os acompañe. Veo que os ha llamado la atención esta Iglesia, como a mí, cierto...?

Sigue hablando, buscando captar su confianza. Acompaña sus palabras con una sonrisa encantadora y un gesto agradable y acogedor.

Abraham mira la escena ya que tarda en darse cuenta a quién se dirige María y casi iba a responder... Cuando se gira a ve a los peregrinos que estaban preguntando a los monjes. Tan concentrado estaba en las oraciones y en mirar a su alrededor que no se había dado cuenta de ellos.

Le extraña la actitud tan abierta de la baronesa, ya que si los hombres están tan interesados por el edificio de fe sin duda evitar la belleza que atrae la tentación de la carne, y si no puede ser incluso más peligroso.

Los dos peregrinos, después de un rato en la iglesia hablando con algunos novicios y observando los pocos detalles de su interior, ya parecía que se retiraban, cuando la señora de Somontano se acerca a ellos y, con buenas maneras intenta entablar conversación.

Responde el más anciano de los dos, un hombre con barba mal cuidada e higiene menos cuidada aún, que parece tener algunas luces más que su compañero, quien permanece callado pero sin perder ojo a la mujer.

- Sí, señora, una iglesia muy bonita... aunque no tanto como usted. Sentimos no poder quedarnos a charlar, pero pensábamos irnos a retirar a la hospedería hasta la hora de la cena... si nos disculpa..., dice el hombre y sigue retirándose hacia la puerta.

Abraham se queda mirando a Hicham e intenta no centrarse demasiado en la hermosa baronesa que parece más que dispuesta a desplegar sus encantos con los peregrinos.

La verdad es que no tiene muy claro que hacer, realmente no se trata de un hombre de acción pero sin tener a un cliente potencial se siente inútil. La situación le supera bastante. No puede alejar de su cabeza la imagen del extraño monje dando órdenes a los demás clérigos.

Hicham mira la escena sonriendo, como los monjes van y vienen colocando y descolocando cosas y como la "dama", (o por lo menos eso le había parecido antes de aquello) se prostituye a unos desconocidos...y niega categoricamente con la cabeza, "Como se atreve en la casa de Dios...que verguenza"

Hace un gesto a Abraham se encoge de hombros y acto seguido se dirije al abside derecha de la iglesia y sin mostrar ningún reparo y con gran determinación se dirige a la puerta que allí se encuentra*.