Partida Rol por web

El saco de Boom

Plantando el cerco (Escena 1)

Cargando editor
16/12/2014, 09:25
Karl Moritz

Repaso los rostros de los recién llegados, en busca de indicios sobre lo que les ha sucedido, y las palabras del alférez hacen que me mueva como un resorte.

Ja... Buen momento parra selebrar seguir vivos... Buena daifa... Buen vino... Poca cosa más nesesitar hombre desente... Ja? jojojo!

Anuncio, dando palmadas amistosas a todos, y poniendo rumbo a la mancebía.

Cargando editor
16/12/2014, 14:08
Martín

El muchacho se quedó mirando con ojos entristecidos como la cuadrilla marchaba en pos de las barraganas. Después de sobreponerse del asco que el "capuchón" de Karl le había producido había recordado que uno de los muchachos del campamento le había dicho textualmente "nada dicen los excelentísimos teólogos sobre el uso de la boca por parte de la mujer" e inmediatamente después le había relatado sus lances a tal efecto con una preciosa holandesa.

No obstante esta vez no pudo más que mirar como los demás se marchaban pues a fin de cuentas él era el paje del alférez y si éste le ordenaba tal o cual cosa Martín no podía más que obedecer a su protector.

Notas de juego

=_(

Cargando editor
16/12/2014, 14:15
Perot Vilaplana i Llonch

Vilaplana, con el mosquete preparado, observó el combate entre la caballería holandesa y la española. Un rifirafe confuso de pistoletazos, golpes de sabre y caballos sin jinete. Luego observa como entran los refuerzos en Boom. Idiotas. Esto será vuestra tumba. Emcerrarse en una ciudad a aguantar un asedio le parece un suicidio. Pero él es hombre de monte y no puede entender cómo piensa un tendero o un burgués.

Cumplido su deber, vuelve con los demás al campamento y se mete tanto vino como puede, para calentarse en las frías noches del norte. Lo peor no le parece el frío, sino la humedad que se te mete hasta los huesos.

Recibe la orden de seguir al cabo con cierta sorpresa. No está acostumbrado a que lo felicite un capitán. Siempre que un hombre principal le ha dirigido la palabra ha sido para suplicar por su vida o para darle su bolsa.

- A les seves ordres, senyor capità. O sia, excel·lència.- dice olvidando el castellano unos momentos.

Escucha la trifulca entre los oficiales con cierta distancia. Él no se mete en tácticas...

- COn molt de gust le acompañaré al duelo, cabo.- tansólo dice luego. En su tierra los duelos son cosa habitual. Además la amistad del cabo puede serle útil luego para sus propios planes.

Lo que si le gusta es la oferta de ir de putas. Nunca se ha acostado con una mujer rubia, y se pregunta como serán entre sábanas.

Cargando editor
16/12/2014, 14:16
Perot Vilaplana i Llonch

Notas de juego

Cuanta pasta sacamos del saqueo? Que ahora habrá que gastarla...

Cargando editor
16/12/2014, 19:10
Pedro Negrete

Observé un poco la disconformidad del tudesco a batirse en duelo. Sin embargo, como buen hombre de hígado, no hizo el feo  y aceptó. Asiento un poco para mí cuando éso pasa. Que dios esté ese día a su favor, aunque peque de hereje en algunas ocasiones. Después vuelven el Cabo y el catalán y por sus caras, parece que no andaron con lindezas precisamente. Pero parece que se halló la formula de apañar la situación, así que no hablo al respecto. Menos delante del Cabo, que seguramente no le haga mucha gracia.

Despido al alferez, y tras una palmadita amistosa al tudesco en la espalda, le sigo hasta la mancebía. El rapáz Martin se queda, de momento, más caliente que un hierro al fuego vivo. El deber es el deber, ya le tocará.

Cargando editor
17/12/2014, 10:32
Martín Vélez Manrique
Sólo para el director

Cuando el alferez le comunico su deseo de hablar en privado a Velez le dio una mala impresion, pese a que estaba con la cabeza en otras cosas y presto a batirse hasta con San Pedro si hacia falta considero que hablar con Ferreira era imperativo, buscar a otros padrinos e informarse de como combatia el tudesco era, ahora, cosa de menor importancia. Asi que se dirigio al poco a la tienda del alferez para hablar con el.

Espero a que se quedara solo y se dirigio hacia el.

-¿Da su excelencia permiso?

Cargando editor
17/12/2014, 14:28
Perot Vilaplana i Llonch

ME gustaría preguntar discretamente por la mancebía si alguien sabe donde está el regimiento valón de Armando de Foces.

Cargando editor
17/12/2014, 23:22
Diago Ferreira

El alférez entró en lo que hasta hace poco había sido el cuartel de su camarada. Indicó a Martín que encendiera el fuego y calentara algo de vino para ambos hombres, y mientras tanto él se deshizo de la gola de acero y desabrochó su jacó para mayor comodidad.

Esperó a que el cabo le pusiera al corriente de los pormenores del duelo, y lo escuchó con gesto paciente y comprensivo. Sin embargo, cuando pronunció aquella pregunta final, el gesto le mudó cuando colgaba de un clavo su espada con el tahalí enrollado.

-En circunstancias normales, señor Vélez, nada me placería más que ser vuestro segundo padrino. De hecho, nada me placería más que batirme en duelo con ese malnacido de De la Rosa, que cualquier día nos llevará a la muerte por su afán de gloria y reconocimiento.

Tomó su pipa, la que solía fumar en privado, y comenzó a preparar la cazoleta con unos gramos de tabaco inglés de importación. Fue entonces cuando se detuvo un momento a mirar al cabo.

-Sin embargo debo apartaros de ésta honorable obligación en pos de vuestra... de nuestra seguridad. Ha llegado a mis oídos que algo se cuece contra vuestra persona, fruto de las envidias. El capitán ha solicitado a nuestras espaldas que el preboste acuda con algunos corchetes mañana, sin duda con la intención de prender a los duelistas. Queda claro entonces cual era su interés al auspiciar éste duelo: intentar apresaros y daros un correctivo.

Dispuso luego la yesca sobre el tabaco, y cuando Martín encendió el fuego él se agachó para prender un palillo y encender con él la pipa.

-Como entiendo que el asunto es cosa de honra, y no quiero que llamen a nadie cobarde, he dispuesto lo siguiente. El maestre de campo ha pedido un informe del combate de la turbera, y he pensado que vuestra merced, mañana mismo, podría ir hacia el campamento base y hablar con el señor conde. Una órden. Quedaríais así excusado de participar en el lance. En compensanción, el señor Moritz se ha ofrecido a batirse en nombre de vuestra merced. Y si todo sale según lo previsto, apresarán a ambos alemanes. Procuraré entonces untar a los oficiales de justicia y que ambos salgan libres o con pequeño castigo, quedando la cosa en una rencilla entre gente de naciones, algo tan común que se puede disculpar.

Esperó que le diera su opinión sobre aquello. Obviamente, podría sentirse molesto si consideraba que él era quien debía batirse. Sin embargo, todo aquello lo estaba haciendo para salvarle el cuello. Quizá Ferreira le considerara algo parecido a un amigo, o un compadre. O simplemente era una muestra de camaradería. Hoy por ti, mañana por mi.

Cargando editor
17/12/2014, 23:42
Director

El carromato de De Witt estaba fuera del campamento, tal y como dictaban las ordenanzas. Los soldados solían visitar a las acechonas en sus permisos y durante las horas de luz, ya que de noche no podían abandonar el campamento excepto si recibían un pase pernocta firmado por el capitán.

Sea como fuere, ya que todavía el campamento no estaba debidamente cerrado por empalizada ni obra de ingeniería, el asunto era un poco laxo. Habían acudido al sonido del dinero varios civiles de los que acompañaban al ejército, como el vivandero Rudolph y su mujer, los que habían cocinado la pierna de cordero para ellos antes, un armero que reparaba corazas, cascos y llaves de arcabuz, unos hombres que se ofrecieron de gastadores de refuerzo, a tanto el jornal, y sus mujeres que venían en calidad de lavanderas. Mención aparte requería el carromato de De Witt, un viejo conocido de los soldados.

El tal de Witt era un holandés católico que huyó a Amberes cuando durante la Tregua de los Doce Años, el gobierno de los estados recrudeció la persecución en ciudades como Delft, de donde él era natural. Debiendo comenzar una nueva vida, y siendo buen pillastre de los que venderían a su hermana por unas pocas monedas, se vió convertido en un jaque tras apadrinar y dar habitación a dos jovenes de las calles a las que pronto introdujo en el mundo de la prostitución. Éstas eran las hermanas Dehousse, Magrit y Kajtelyne. Ellas le seguían a todas partes en calidad de medio hermanas y medio criadas. Se portaba bien con ellas, pagándoles servicio de médico y botica para las pertinentes revisiones, y aflojando la bolsa para las compras de cada día.

Redondeaba el cuarteto Marie Coëme, una luxemburguesa morena de generosas mamellas que fungía como la compañera sentimental de éste hombre, sin descuidar, por supuesto, encamarse con el que lo solicitara, cobrando la tasa un poco más cara. De éste modo, la mujer se había especilizado en dar alivio a los oficiales, de sargento para arriba, y solía cargar con un bebé que no tendría más de un año, que De Witt cuidaba como si fuera hijo suyo (y que váyase usted a saber de quién lo era realmente).

Esta alegre camarada montaba frente al carromato una mesa con unos taburetes de estilo antiguo, cuadrados y desmontables, dando pan, queso, vino y aceitunas a precio, y sirviendo de vez en cuando cerveza del país, que cobraban bastante más barata, y que estaba rebajada con agua. Si se le solicitaba con buenas palabras y unas monedas, Anton de Witt sacaba del carromato una botella de aguardiante, que era bastante mejor y más potente para cargar delantero al final de la noche.

Cada una de las chicas tenía una tienda, de aquellas pequeñas que usaban para un solo soldado, reservando la parte trasera del carromato para Marie, donde había un camastro de mejor factura y más comodidades, que para eso bien se pagaban. La parte delantera fungía como su dormitorio y despacho, donde llevaba la cuenta, guardaba los caudales y almacenaba las preciadas botellas de licor.

De Witt les dió la bienvenida en aquel idioma que era mezcla de francés, español e italiano, tan útil para entenderse con soldados de tan diferentes naciones.

-Bouna sera caballeros. ¿Qui será lo que voulez?, ¿Vin, birra, femmes?, ¿Tout questo quizá?

Inmediatamente se acercaron las busconas para interesarse por ellos. Magrit, que era la rubia de anchas caderas, llevaba una frasca con vino peleón. Kajtelyne, que era la pelirroja grandota y de largas piernas, les acercó un plato con aceitunas que dispuso sobre la mesa. Marie, por su parte, se mostró de momento ajena a la escena, y sin embargo frente a una pequeña fogata, dando el pecho a su vástago. Y buena mamella era aquella de ver, vive Cristo, que encendía hasta al más apagado.

Notas de juego

Capita, tirame charlatanería si quieres preguntar. Y pregunta, vive Dios xD.

Cargando editor
18/12/2014, 08:01
Karl Moritz

Al llegar a la casa rodante de de Witt me siento como en casa y no puedo evitar adelanterme un paso ante la generosa oferta del jaque.

Buona sera, buona sera! jojojo!! Vin serr bien!

Digo, tomando a la rubia por la cintura y metiendo la nariz dentro de la jarra... Y aseitunas también... Añado palmeando las largas piernas de la pelirroja.

Tout questo!! jojojo! Selebrar seguir vivos! De nada servir montante a un muerto, ja?

Remato con un guiño a de Witt y sus chicas.

Tout questo! Tout questo! jojojo!

Sigo gritando mientras me acomodo para ser agasajados por las chicas.

No tímidos! Musho por selebrar!

 

Cargando editor
18/12/2014, 17:40
Pedro Negrete

Recreándome la vista en las busconas, tomo otro de los asientos entorno a la mesa del tinglado de Witt. El tudesco las acaparó pero tiempo habrá para tocar y probar. Con monedas en la faltriquera todo se acaba dando, ya lo creo. La mujer de Witt solo serviría a oficiales, pero vive Dios que por mirar nadie cobra y no perdí de vista las pechugas de aquella morena. Quien fuera niño de teta en estos momentos.

- Lo queremos todo, pardiez que si...- digo con mirada felina y una amplia sonrisa en el rostro.- ¿Tímidos, tudesco? Con la verguenza ni se come ni se almuerza...

Estudio con detenimiento la delantera de la rubía y de la pelirroja. Esta última parecía tener menos busto, pero las piernas largas de una mujer también eran una paisaje agradable de ver. Además, tenía buenos recuerdos con una pelirroja. De allá la época de Breda, y ese pelo rojo me evocaba a aquellos ratos. Aunque la pelirroja de entonces era de rostro mas agraciado, pero alta y esbelta como Kajtelyne. Nombre que parece impronunciable, cuanto menos.

Cargando editor
18/12/2014, 17:39
Martín Vélez Manrique

Se sento con aire pensativo mientras cavilaba la oferta.

-Supongo que el hecho que podais pensar con claridad hace que seais vos y no yo quien lleve loa galones, aunque no explica de forma satisfactoria lo del capitan. Me temia una felonia de este tipo, no es dificil provocarme, el plan me parece brillante aunque humillante, si ,lo acepto es porque quiero hacer pagar al capitan su bajeza y no lo conseguire ahorcado o en la carcel, aunque bien sabe Dios que en esta mopnarquia la justicia es bien dificil de alcanzar. Quiero la seguridad que al señor Moritz no le va a pasar nada, y que la idea es asumida por el, no me gustaria que sufriera las consecuencias de mis actos, procurarae compensarle en lo que pueda.

Fumo un rato mientras paseaba la mirada de forma perdida.

-Me gustaria saber, si esta en su conocimiento, que papel tiene el sargento en esta intriga, pues las explicaciones habra que darlas de igual manera, Karl no deberia enfrentarse a el, porque siendo un virtuoso del montante no creo que se desenvuelva bien con la espada, y si le pasa algo en el duelo, que solo se pospone hasta que podamos arreglar esto en privado el y yo, sera a muerte el proximo encuentro, aunque me cueste la salvacion eterna.

Y se le quedo mirando a los ojos.

-Ni que decir tiene que le quedo muy agradecido por sus gestiones y tiene mi palabra que tendra en mi un seguro servidor para lo que mande, y nunca se ha dicho que un Velez se haya hechado atras cuando da su palabra. ¿Cree que debo hablar con Karl antes de partir o debemos hacer que todo parezca casual?. De todas maneras seria conveniente recibir las ordenes de partir delante de gente caundo lo estime oportuno. Yo pondre cara de disgusto, y no tendre que fingir nada. Si no puedo decirselo yo, seria bueno que hablara con Karl para decirle que evite el combate, en lo posible, de mis excusas y le diga que quedare a su disposicion cuando mis obligaciones me lo permitan. Estare en mi alojamiento si no tiene nda mas que mandar , excelencia.

Cargando editor
18/12/2014, 19:48
Karl Moritz

jojojo!! Grran verrdad desir!

Le contesto a Negrete, haciéndole sitio en la mesa, tanto a él como al catalán. No soy codicioso y estas cosas se disfrutan más en compañía, y más si es tu rücken, que estas cosas unen, y uno siempre quiere a su lado, en una batalla, a alguien que le aprecie.

Nos brrindar por pequenio Martin... Dar homenaje en su nombre!

Añado con un guiño a las muchachas. Hans se sienta a la mesa y me da una reprimenda en alemán por mi ligereza para gastarme los reales, pero no le hago mucho caso. Todo parece una escena vieja para ambos protagonistas, como si hicera años que mantienen la misma discusión.

Venga, venga! Venir! Sentar! Damas esperrar!!

Hans apenas mastica una aceituna y le da un trago al vino.

Cargando editor
19/12/2014, 01:11
Diago Ferreira

Vélez era un hombre que gustaba de dejarlo todo bien atado. Pero Ferreira, por el contrario, aceptaba el azar como parte connatural de la existencia humana. Era por ésto que a veces sus planteamientos chocaban un poco, y convenía conciliarlos. Sin embargo, no había nada más conciliador que la sinceridad. Y a ella apeló sin reservas.

-No puedo garantizaros que no haya represalia alguna contra los duelistas. Al menos, puedo garantizaros que no mediará pena de vida, licenciamiento o cualesquier género de extremos. Como suele pasar en éstos casos, ambos hombres pasarán varios días en prisión preventiva hasta que al final se decida no procesarles por cargo alguno. Perded cuidado. Como parte ofendida que es en éste duelo, y tenemos el billete de desafío que lo demuestra, si el sargento sale libre el señor Moritz lo tendrá que ser también. No tiene ningún sentido jurídico no castigar al promotor de un duelo y si al que se ve arrastrado a él por una cuestión de honor. Y éste es nuestro caso, y el que tiene mayor disculpa. Sin duda alguna.

Dió otra calada a la pipa, y le miró un momento.

-Si no obstante la cosa pasara a mayores, nos encargaremos de que el tudesco salga libre. Así tengamos que ponerle una daga en el cuello al alemán.

Cargando editor
19/12/2014, 01:45
Magrit Dehousse

La rubia terminó sentada de lado sobre los muslos de Moritz, dado que era lo más cómodo en aquella situación. Cuando éste metió la cabeza en la jarra le dió un leve pescozón y luego se rió, mirándole con una sonrisa. Parecía un niño travieso y eso le generaba simpatía.

-Deustche, ¿Ja? Je savais que beaucoup d'Allemands à Anvers . Hommes chaud sous une calotte glaciaire

De Witt les sirvió un plato con unos trozos de queso y otros de lo que parecían una suerte de dados de cecina cocinados con manteca. Llenaron las jarras con aquel vino bautizado y brindaron a su salud, contentos de haber salido vivos de aquel lance y con las bolsas llenas. Ahora el patrón de aquellas damas se daría buena maña en vaciárselas.

Cargando editor
19/12/2014, 02:01
Hans Schneider

El compadre Hans estaba ahora concentrado en la sacrosantísima tarea de trasegar vino por azumbres. Eso no le impedía compartir miradas con la rubia, a la que haría una visita después de su compadre. El políglota personaje les tradujo lo que la buscona había dicho.

-La señorita dice que los alemanes somos hielo por fuera y fuego por dentro. Creo que conoció muchos de nuestra nación en Amberes.

Tuvo una pequeña conversación con ella, al cabo de la cual se rió de buena gana. Luego miró a Perot y alzó la jarra en señal de brindis.

-Decidme, catalán. ¿Como son las mujeres de vuestra tierra? Bien buenas han de ser cuando no os veo acechando a ninguna de éstas. ¿O es que os reserváis para tratar de encamar a la señora Marie? Dicen que es mujer de carácter.

Cargando editor
19/12/2014, 02:06
Kajtelyne Dehousse

La pelirroja notó la mirada de Negrete y se acercó a él. Ella no se sentó encima, ni falta que le hacía para demostrarse una seductora de tomo y lomo. Lo hizo junto a él, y le sirvió el vino como si fuera un gran señor. Así eran los españoles, hambrientos ante todo de honra y con una imagen grandilocuente de su propia persona.

Tocó su pierna como quien busca lo que busca, y al acariciarle dió con el vendaje. Compuso entonces un pequeño y gracioso puchero.

-Vous êtes blessé. Quel gâchis. Je peux vous aider avec la douleur

No hacía falta traducción, pues comprendía las palabras "herido", "ayudar" y "dolor". A bien seguro que podía ayudarle con ello.

Cargando editor
19/12/2014, 17:40
Perot Vilaplana i Llonch

_ ¿Las catalanas? Pues hay de tot.  Las hay guapas y ni ha de lletjes (y las hay feas(, pero todas tienen mucho carácter. Aunque ahora con las guerras de Francia en los lupanares hay sobretodo francesas. Hugonotas. Hacen porcades (guarradas) que nunca haría una cristiana, así aviat dejarán sin trabajo a las paisanas.

Echa un trago de cerveza. Vaya mierda el brebaje ese. Ni siquiera emborracha bien. Un pedo de eso se le pasa a uno en un estornudo. Por lo menos hay aceitunas... Aunque preferiria avellanas, como hacen en su tierra en las posadas. Recuerda una posada en Sant Sadurní donde hacían un pollo a la ciruela... COn un vino del Penedés... Pero no es momento a la nostalgia. Echa un vistazo a las mozas presentes. La pelirroja va a por Negrete. La rubia a por Moritz. Le quda la madre reciente. Esa servirá a mi propósito. Se dirige a ella:

- Tú, cuando acabes de alletar al vailet (darle el pecho al niño). Te vienes conmigo. ¿Capisco? Avec moi.

Cargando editor
19/12/2014, 18:55
Martín Vélez Manrique
Sólo para el director

Asintio a la ultima propuesta, saludo al alferez y salio del alojamiento del oficial mientras negros pensamientos le cruzaban por la cabeza. La ira le embargaba, tanto por que alguien aprovechara un asunto de honor para hacer sus planes, como pòr el ataque directo que estaba recibiendo como por la desagradable consecuencia que era que un compañero resultara salpicado. Aunque agradecido por la ayuda del alferez y por el valiente ofrecimiento de Karl tambien le desagradaba estar en deuda con nadie, eso era otra carga que llevar hasta que pudiera saldarla.

La cara que tenia era de pocos amigos, la mano en la empuñadura de la espada y el gesto colerico hacian que la gente del campamento prefiriera apartarse a su paso. Se quedo un rato fumando en el parapeto para calmarse y luego regreso a su alojamiento.

Notas de juego

Intento hacer un aparte con Karl, dime si es posible, si no dejo obrar como lo planeado

Cargando editor
19/12/2014, 23:08
Martín

El muchacho a punto estuvo de sugerir descerrajarle un tiro al sargento que tal celada había planeado contra el cabo Vélez, amén de la mierda de estrategias que había ideado. ¡Cruzar un puente para combatir en lugar de defenderlo desde un extremo mientras los herejes se aliean en el mismo para recibir matarile! Incluso a un novato como a Martín le parecía de tontos dejarse un puente así a la espalda, pero bien se cuidó el muchacho de decirlo incluso a sus compañeros, no fueran a darle de papirotazos en las orejas por listillo.

Respecto a la idea de repartir plomos también hubo de callarse, pues Vélez parecía empeñado en resolver sus asuntos él mismo y lo de arreglarlo de un tiro no parecía ir mucho con él y más cuando aparecía gente importante como el capitán de por medio. Quizás Martín no debería pasar tantas horas con el catalán, que a buen seguro hubiera sugerido arreglarlo todo de un plomazo.

Perdido en estos pensamientos mientras contemplaba ora a uno, ora al otro de los dos hombres Martín casi se olvida de algo importante, algo muy importante. Tanto que de pronto saltó a media conversación.

- ¡Válgame Dios! ¡la Virgen! su excelencia mire - casi chilló, dirijiéndose al alférez al que siempre trataba con gran respeto y educación, al menos cuando se acordaba.

Mientras éste y Vélez le miraban interrogantes Martín comenzó a hurgarse, primero en los bolsillos, luego entre los pliegues de las dos camisas que llevaba, una sobra otra para no pasar frío. Cuando los dos comenzaban a impacientarse, Martín obtuvo, al fin de entre la ropa unos pliegos, algo manchados de sangre - encontreles en los cuerpos del capitán holandés y de su alférez - se los tendió a Ferreira - ojalá sean a su excelencia de utilidad - dijo Martín que esperaba que se tratara de los planes del enemigo para toda la campaña. Ójala que no fueran poemas de amor o testamentos y al final el alférez se riera de él o le riñera por hacerle perder el tiempo con traducción de los mismos.