Partida Rol por web

Los soldados no sospecharon. Es más, agradecieron el cambio de guardia tan pronto. Así podrían dormir más. El arcabucero apagó la mecha que traía en el brazo, y el piquero se agachó perezosamente a coger el asta.

-Frío, pardiez. En ésta tierra de herejes hace frío hasta en noches de verano. Y luego ves a los holandeses deambulando en mangas de camisa, diciendo que hace un tiempo estupendo. Mal rayo les parta.

El piquero intervino luego con curiosidad.

-¿Y ésta prisa con relevarnos? Valcárcel está un poco nervioso últimamente. Y el capitán.

Luciano suspiro de forma ostensible.

-Mira, no lo se y maldita sea la falta que me hace saberlo. Pero puedes preguntar al capitan cuando vuelvas y de paso porque me escoge a mi para sus caprichos- Y se acerco hasta ponerse casi nariz con nariz y bajando el tono de voz para hacerlo mas grave le dijo-Pero aunque no me lleguen las luces para desvelar tal misterio si me llega la memoria para acordarme de lo que les pasa a los que preguntan demasiado o tienen ideas propias, como al cabo y sus amigos. Que si el tiempo aqui es desapacible es una primavera en Napoles en comparacion con la carcel y las atenciones del preboste de Foces. He venido, te he dado el santo y seña, si te quieres quedar es asunto tuyo, yo vuelvo, informo al sargento de tan diligente e ilustrado soldado y me vuelvo a la cama.

Se separo y se quedo esperando la reaccion de los soldados.

Miro a Martín cuando dice aquello, interrumpiendo mi sopa.

- Estamos haciendo, Martín. Deben venir a buscarnos cuando la trampa surja efecto, entonces haremos el resto de nuestra labor. Si nos han mandando aquí hasta entonces, es que para lo previo les vamos a estorbar más que facilitar. Y hay que que vigilar a gente aquí- digo, en tono calmado. - Y ahora para de mover esas piernas. Me pones nervioso, pardiez - digo, algo más tajante.- ¿Estás seguro de que tanto el Sargento como el Capitan dormían?

Otra cosa no puedo hacer. Salir de aquí a ciegas, y poner en riesgo la maniobra, no. Si salía bien, los frutos de la espera serían mas beneficiosos.

- Vete a saber qué pasa por la cabeza de un oficial. La mente de un selenita es más fácil de entender... ¿No hay novedad de los herejes? Hay que estar atento por si planean algo.

ENzio se acerca a la hoguera como para calentarse, pero en realidad para rodear a los tipos por el otro lado.

Desde la distancia empiezo a impacientarme. Apenas me llegan con claridad las frases que se intercambian guardias y corchetes.

Hablan demasiado... maldita sea. Demasiado... Con lo bien que me iría ahora un trago... Si empiezan a salir aceros me iría bien tener el cuerpo templado con un buen vino como el de ese alférez, mal diablo lo lleve... Aunque tampoco le haría ascos a una cerveza aguada... Algo de néctar espirituoso me haría mucho bien... pero noooo, aquí, quieto, a la espera. No hay nada peor que estar ocioso, a la espera de lo peor. Por lo menos la noche es agradable. un buen clima hace en Boom... Un buen sitio para retirarse... Lástima que de aquí poco sólo será un montón de mierda, cenizas y barro...

Afino la vista y el oído por si veo que la cosa se pone fea, poder dar aviso a los que me acompañan para ir a socorrer a nuestros compadres.

¿Qué pasa que no los detienen ya?

Los dos soldados se miraron cuando el italiano soltó aquel exabrupto. No tenían ganas de pelear con aquel frío del demonio, ni de discutir las razones por las cuales les habían relevado. El arcabucero quitó bala y pólvora de su arma dándole unos golpes cabeza abajo (si uno lo mantenía cargado mucho tiempo, tendía a oxidarse). Además, hacía rato que había apagado la mecha. El piquero refunfuñó pero se llevó el asta al hombro en posición de marcha. Y ambos comenzaron a caminar de vuelta al campamento.

En cuanto Luciano vio que los dos guardias les daban la esspalda le hizo una señal a Enzio con la cabeza hacia el arcabucero, saco una de las pistolas y se acerco por detras al piquero apoyandola en su cabeza.

-Suelte con mucho cuidado la pica al suelo y tumbese en el suelo con la cara hacia al suelo-dijo despacio y con voz seria-Si no haces nada extraño saldras con bien de esta, como digas una palabra mas alta que la otra o te despacho con satanas sin mediar confesion.

Y silbo  hacia sus corchetes para que acudieran prestos a ayudarle

En cuanto oigo el sibido le palmeo el hombro al corchete más cercano, como para animarle a salir y acudo a la llamada, junto al resto de mis compadres. Con la espada presta por si hay problemas.

El piquero, al verse rodeado por los hombres de Schneider, soltó el asta y subió las manos, rindiéndose enseguida. Su compañero, no obstante, intentó alguna estupidez, obviando el hecho de que era una pistola la que le apuntaba. Se llevó la mano a la empuñadura de la espada y se giró a mirar al italiano. Tenía cuajo, sin duda.

-¿Quién sois y a qué viene ésta celada? -inquirió.

Enzio desenfunda su pistola y apunta a los soldados:

- Significa que estáis arrestados. Quedaos quietos y no pasará nada.

El arcabucero no se daba por vencido. A pesar de que estaba rodeado y solo, le echaba mucha moral al asunto. Observó a los corchetes que cerraban la trampa, y sin soltar la mano de la empuñadura de la espada preguntó con aire altanero.

-¿Arrestados bajo que autoridad, si puede saberse?

Al ver el cáriz del asunto y como esto va a llevar algo de parloteo e intercambio de bravatas entre uno y los otros, voy mirando de moverme con disimulo, lentamente, con la intención de colocarme a las espaldas del hombre, que muchos somos y él sólo tiene dos ojos y una espada.

Una vez en su cogote, si la cosa sigue en el asunto de ver quien tiene más hígados, una buena puñada por la espalda será oportunidad suficiente para que todos se le puedan lanzar encima y que le lluevan tantos palos que se le bajen las ganas de seguir haciéndose el bravo.

- De momento la autoridad de estarte apuntando a la jeta con una pistola. Ya te enterarás del resto cuando toque.

Chasqueo los dedos delante de Martín, que parecía haberse quedado en babia.

- !Eh! ¿Estás seguro de que tanto el Sargento como el Capitan duermen? -le repito, porque sino ibamos a tener problemas. Uso un tono quedo, que no convienen que se escuche más allá de esta tienda.

Acabo dejando el cuenco de sopa aparte, me empezaba impacientar y a poner un tanto nervioso. Estaban tardando demasiando, y no sabía si fiarme de este muchacho, en el que tanto parecía confiar el alferez.

- ¿Nos van a dejar aquí a pudrirnos? Creo haber oído que els companys (los compañeros) están indignados por como nos tratan. Deberíamos probar a hablar con algún superior. No hi ha dret. Como sigamos aquí, me fugo.

Sonrio ante la respuesta de Ezio, que es la que le apetecia decir a el tambien, pero se imponia un poco de calma en lo que sus hombres llegaban hasta alli y se viera acorralado el soldado. Habia que cogerle vivo y a ser posible, sin ruido. Asi que mudo la faz por otra mas seria y dijo.

-Bajo la autoridad que me otorga el rey y el mariscal, tienes posibilidades de salir con bien de esta, no eres tu quien me interesa, pero a cada momento que tu mano sigue posada en la espada menos probabilidades tienes de salir con vida  y me encargare que el transito sea lo mas largo y doloroso posible. Suelta el arma, contesta a unas preguntas y me olvidare de tus faltas e incluso de tu nombre. Persiste y conoceras el infierno en la tierra.

Miro de soslayo a su alrededor para cerciorarse que llegaban los refuerzos, no queria disparar si no era absolutamente necesario.

Don Gabriel: ¿Estás seguro de que tanto el Sargento como el Capitan duermen?

- ¡Sí! - respondió Martín rápidamente - bueno, creo que sí - algo más dubitativo - estoy casi seguro de que sí.

- ¿Debería ir a comprobarlo? - el muchacho estaba dispuesto a hacerlo, tanto por matar el tedio como por quitarse de encima la mirada ceñuda del sacerdote que parecía tan hastiado de la espera como el propio Martín.

- Quizás si soy lo suficientemente sigiloso pueda verles sin despertarles por hacerlo ¿qué le parece a su excelencia?

El arcabucero todavía dudó. Intuía el por qué de la celada, y sabía que estaría jodido se rindiera o no. Por eso su mano tembló sobre la empuñadura de la espada, hasta que su compañero, que había desabrochado su tahalí, lo tiraba al suelo diciéndole:

-Paco, déjalo. No merece la pena hacerse matar por De la Rosa. No lo merece.

El arcabucero luego apartó su mano de la espada, y de hecho se deshizo de su tahalí. Miró a su compañero y respiró hondo a modo de suspiro.

-Suyos somos, bajo esa autoridad. Pero por Dios le digo. Si no termina con el preboste, el sargento y el capitán a la misma vez, estaremos todos jodidos.

Les quito las armas y les ato las manos a la espalda.

- Mera precaución, señores.

Miro con satisfaccion a los dos soldados mientras los ataban.

-Parece que estos van a colaborar mejor de lo que yo creia-penso.

Se acerco a uno de los corchetes y le ordeno que preparara dos sogas para ahorcar a los reos, mientras a otros dos que aprestaran mordazas por si se precisaban. Terminados estos trabajos se puso delante de los reos.

-Les voy a ser francos, quiero acabar con esto rapido, entre esta noche y mañana a ser posible Me van a decir sus mercedes en donde estan los tulipanes y cual es la parte que le incumbe a cada cual, ademas de decirme con quien mas estan en tratos, a parte del sargento, el preboste y el capitan, porque alguien tendra que comprar esos tulipanes, digo yo. Si cooperan en todo y termino mi mision rapidamente les doy mi palabra que tendre buenas palabras de sus personas con el mariscal, que, en atencion de su cooperacion, seguro que sera clemente y nos podremos olvidar de sus faltas, si las respuestas no me gustan o me hacen perder el tiempo pueden ver como ese simpatico corchete- y señalo al que esta haciendo las sogas-Les esta preparando el avio para ir con satanas, primero uno, por aquello de ver si recupera la memoria el otro y despues el que falta. Despues con rapidez ire a detener a los que restan y les sacare la verdad a la vez que los dientes, pues hasta ahi llega mi autoridad, y su resistencia de nada habra valido. Con que reflexionen sus mercedes y cuentenme una buena historia.

Le hizo una seña al corchete para que pasara la soga por las ramas del arbol mas cercano y se cruzo de brazos delante de los soldados.

-Adelante, estoy esperando.