Partida Rol por web

Tras el "grand-guignol"* de la noche anterior, todos necesitabais unas horas de sueño. Dejando el almacén-pensión de la señora Grim, os metisteis en la nueva lobunamente prevenidos y armados. No hubo sorpresas, pero, y pudisteis regresar a vuestros hoteles o lugares de estancia. Saroch se encargó de ingresar a Hobbs, y el cuerpo de Pook acabó en la morgue. Él mismo hizo un certificado de defunción, citando como causa de defunción una infección de la sangre. Smith se comprometió a escribir a los padres del pobre muchacho y darles una explicación adecuada.

Dado que el Oriental Club no acepta mujeres sin invitación expresa para cada ocasión y la premura es extrema, el Profesor Smith os ha citado en una cafetería cercana, donde podéis desayunar en un reservado mientras os da explicaciones. Él mismo llega con aspecto cansado y angustiado, saca de su maletín diversos telegramas que os muestra. En una caja de sombreros a rallas negras y verde mentoladas, también encima de la mesa, se guarda el infame fez rojo de la noche anterior.

- He contactado con mi colega el profesor Demir en Constantinopla vía telégrafo, 

Me encontraba ya en el lugar cuando vi llegar al Profesor Smith cuyo aspecto aún parecía más desmejorado que la noche anterior.

- Me imagino que las noticias no serán buenas... - añadí después de que hiciera mención a su compañero de Constantinopla.

- ... Buenos días, barón.... Efectivamente, no son buenas noticias: me ha confirmado que el hombre que falleció ayer era Matthew Pook, que estaba siguiendo al poseedor del fez rojo de Estambul a Londres. Yo y Demir intercambiamos varios mensajes sobre el tema.- Os enseña los dos primeros telegramas.- Después que encontráramos a Pook mandé otro cable a Demir y acabo de recibir su mensaje de respuesta.- con cierta teatralidad, muestra un tercer telegrama.

"Cómo pudieron ver ayer, el fez es muy peligroso. Sospecho que ese Menkaph lo usó con Pool para provocarle una muerte horrible. Esta mañana he intentado destruir el fez con fuego y tijeras. Y la maldita cosa se... regenera. No hay otra forma de decirlo. Prueben ustedes si me creen. 

"Confío en el profesor Demir, a quien debo la vida, y creo que debemos seguir su consejo y llevar ese fez a Constantinopla con la máxima rápidez. Especialmente aprovechando que su "propietario" está ahora mismo en Londres. 

"Yo mismo no me atrevo a volver a Constantinopla. Tengo enemigos peligrosos allí, capaces de arrancarme la piel a tiras, literalmente (disculpe mi lenguaje, miss Meadowcroft). Me crucé con un culto de desalmados encabezado por Selim Makhrat, un individuo mortífero... Demir me ha asegurado que si vuelvo a Oriente, mi vida no vale un penique.

"Les ruego que vayan a Estambul en mi lugar. La forma más rápida es con ese nuevo tren, el Samplon Orient Express. Un expreso que va de París a Estambul en solo tres días cruzando Europa. 

Poco había dormido el doctor Polat, y se notaba. Sin poner la vista en la joven que les acompañaba tomó asiento. Al volver la cabeza su campo de visión atrapó la caja donde se adivinaba al sangriento fez, con lo que encontró que no sabía dónde poner la vista, hasta que se dio cuenta de la tontería de la situación y saludó agradablemente a la señorita Meadowcroft con una leve sonrisa de circunstancias y, luego, a todos los demás.

Entonces escuchó atentamente al profesor Smith. Y al final asintió fervoroso, porque ardía en ganas de vengar la muerte de ese pobre muchacho, y ardía de curiosidad, una curiosidad que luchaba con su profundo pavor, por desentrañar el misterio del fez sangriento.

—Antes de partir, debería consultar en la Biblioteca Nacional, por si tienen esa crónica de Ibn Jaldun del siglo XIV de la que les hablé que, creo, es importante conocer. Mientras podrían ayudarme con los pocos preparativos que tengo que hacer, y ultimar los suyos.

En realidad Polat no tenía mucho que recoger, puesto que estaba aquí como visitante, y hacer su maleta era cosa de poco. Quizá el caso de los demás fuera otro, y ello le diera tiempo para su búsqueda.

La Biblioteca Nacional Británica era una de las más completas del mundo entero. Sería locura no consultarla mientras fuera posible aunque, quizá, la premura del momento lo desaconsejaba.

Mientras escuchaba las palabras de Smith un escalofrío recorrió mi espalda. Constantinopla... otra vez... suspiré. 

- Déjame leerlo - dije extendiendo mi mano derecha para coger el último telegrama. Leo una a una cada una de las palabras y noto como mis hombros están cada vez más hundidos.

- Sabes que te debo una muy grande, Smith... y por eso iré... iré a Estambul en ese tren - añadí mostrando claramente mi desagrado ante la idea de ir hasta Estambul llevando... esa cosa en el equipaje.

Escuché las palabras de Polat acerca de ir a la biblioteca a consultar un libro.

- Dudo mucho que el tren vaya a salir ya, Polat... y aún no sabemos si podremos comprar los billetes para el siguiente viaje. Así que probablemente le dé tiempo consultar su libro. Sugiero que consigamos los billetes lo antes posible y posteriormente nos dividamos en grupos: usted puede ir a la biblioteca, otro grupo puede dedicarse al resto de preparativos... y tal vez otros pudieran intentar obtener más información de otras fuentes.

Tras la...digamos extraña velada de anoche la señorita ha dormido a tramos, sus sueños plagados por figuras siniestras escondidas detrás de las esquinas. Eso todo no impide que salude con amabilidad a los caballeros allí reunidos, y que responda a la leve sonrisa del joven doctor con una sonrisa muy similar.

Observa con curiosidad lo que el profesor Smith les muestra, una arruga de preocupación situada entre sus ojos. Coge uno de los telegramas y lo lee con gesto concentrado, limitándose a asentir con un ademán distraído cuando Smith se disculpa por su rudo vocabulario. Se le escapa una sonrisa amable al oír mencionar la biblioteca.

-Si nadie tiene inconveniente yo podría ocuparme de los billetes para el tren y los preparativos relacionados con ello: tengo cierta experiencia organizando viajes,- arruga la nariz en un gesto que hace que sus ojos reluzcan con entusiasmo. Tiene más experiencia organizando viajes que quedándose en un sitio tanto tiempo como ya ha estado en Londres. Empiezan a asaltarle las ganas de marcharse, aunque sea para cumplir un cometido tan extraño.- aunque nunca para tanta gente.

- Sin duda el doctor Polat es la persona adecuada para indagar sobre la historia de ese objeto.

"He contactado con mi amigo el conde Von Hofler, de Viena, para pedirle ayuda. Ha demostrado el mayor interés, hasta el punto que va unirse a su expedición, cuando el Orient Express pase por la capital austriaca. No solo eso, sino que el señor conde me ha mandado via telégrafo capital para sufragar los gastos del viaje. No tienen que preocuparse ustedes por nada, en ese sentido. 

"Si la señora Meadowcroft es tan amable de encargarse de los billetes para el ferry a Francia, se lo agradeceré. Los billetes del Orient Express solo se venden en París, pero el barón me ha asegurado que tendrán los suyos en la taquilla. Gracias a las maravillas de la técnica moderna, solo se tardan tres días con sus noches en llegar a la antigua Constantinopla. Las principales paradas son Munich, Vienna, Budapest, Belgrado y finalmente la capital otomana. 

"Una última cosa: quizá encuentren de interés visitar el domicilio de Matthew Pook. El chico aparte de estudiar trabajaba en el Museo Británico como becario, y vivía en una modesta residencia a cierta distancia de allí. El profesor Demat me ha dado la dirección.

Elisabeth empieza a pensar el todo lo que necesitan: billetes de tren a Dover, billetes de Dover a Calais, tren de Calais a París... Aparte están los visados en la embajada turca, equipajes... Quiza incluso permisos de armas...

El barón Von Hartzman, con puntualidad germánica, ha llegado al café antes incluso que el profesor. Siendo lunes, aun quedaban ejemplares del Times de la semana anterior en una mesa, hojeando algunos mientras pedía un café y os esperaba, ha visto una noticia que llama poderosamente la atención, en las presentes circunstancias. Es del Times del martes:

COBARDE ASESINATO DE ANCIANO COLECCIONISTA DE FEZ EN ROTHERHITE.

La banda de canallas culpables sigue libre.

El pasado jueves, el anciano coleccionista de feces señor Josua Devore, de 70 años, que vivía en el nº 3 de Blithering Lane, en Rotherhite, fue asesinado en el transcurso de un robo en su residencia, según la policía. Descrito como un inofensivo excéntrico, el señor Devoe fue brutalmente golpeado con un objeto romo, y su casa saqueada.

El señor Devoe era famoso por su colección de  sombreros "fez", provinentes de todo el mundo, además de por los libros y demás curiosidades relacionadas con los dichos fez. Al parecer, no fue robado ningún ejemplar de ese peculiar clase de indumentaria.

"Los ladrones sí rompieron una vitrina donde el señor Devoe guardaba varios documentos y volúmenes relacionados con su afición. La policía cree que los ladrones buscaban dinero y, en su maníaca búsqueda destruyeron el mueble. El inspector Kendall, de Scotland Yard, cree que los culpables fueron una banda de ladrones que atemoriza el barrio. 

"Sus robos son cada vez más audaces, y era sólo cuestión de tiempo que pasara algo así", nos relata el inspector. El cual asegura que los atrapará para que reciban su justo y merecido castigo. Se recomienda a los vecinos de Rotherhite que, entretanto, tomen las medidas adecuadas para proteger sus propiedades.

- Yo me puedo encargar de ir a la residencia del difunto Pook a echar un vistazo - me ofrecí después de que el profesor Smith explicase los planes para el viaje.

Una vez que terminó de hablar señalé un ejemplar del Times de la semana anterior que había visto por casualidad mientras les esperaba. Apoyé mi dedo sobre la noticia que hacía referencia al asesinato de un coleccionista de feces.

- Ya sabéis que no creo en las casualidades... ¿qué opináis de esto? - pregunté...

El Dr. Saroch asintió a las palabras del Prof. Smith. Aún recordaba cuando le había salvado la vida y no iba a permitir que ahora muriera futilmente si podía evitarlo. En esa otra ocasión sospechaba que alguien lo había envenenado por lo que sus palabras de una secta malvada le encajaban ahora.

- No os preocupeis profesor Smith - le contestó mientras posaba su mano sobre el hombro del profesor - Hablaré con mi hospital para pedir unos días para mis "affaires personnelles*" y cogeremos el tren. Yo puedo acompañar al Capitán Heinrich a registrar la casa de Pook, y si alguien tiene contactos en la policía tal vez podríamos intentar investigar la casa del coleccionista de feces, puesto que tampoco creo que sea una casualidad lo que allí pasó.

El profesor Harold aún no había dicho ni una sola palabra desde que conociera a todos estos caballeros. Todavía guardaba terribles impresiones de lo ocurrido la noche anterior en la casa de ese pobre desgraciado. Pero recordó de pronto que le sonaba el nombre de Von Hofler.

-Profesor Polat -era la primera vez que abría la boca-. Me gustaría acompañarle a la biblioteca. Creo que deberíamos saber todo lo posible sobre ese fez y el culto que lo persigue.

KAIMIERZ había sido el último en incorporarse a la mesa. Y a juzgar por las sombras que rodeaban sus ojos, estaba claro que aún perecía necesitar un par de horas de sueño para recuperarse del todo. Probablemente sus camarada atribuyeran aquel estado a las impresiones que les había dejado la noche anterior. Pero lo cierto era que el joven noble no solía despertarse antes del mediodía, y no estaba acostumbrado a tener reuniones en horarios tan intempestivos.

Mientras los demás hablaban, permaneció sumido en un adormilado silencio, su bucólica mirada absorbida por la taza de café que tenía frente a él. Solo pareció reaccionar cuando el profesor SMITH les entregó los telegramas, que KAZIMIERSZ analizó con aire ausente.

- Yo no creo ser de mucha utilidad en la biblioteca. Así que quizás pueda acompañar a alguno más. Supongo que lo más indicado sería ir con el Barón. Pero también podría ser de ayudar a la Srita. MEADOWCROFT con todos esos trámites. No sería un problema financiar esta etapa de la expedición, si fueran necesario.

- Y por cierto… ayer apenas tuve oportunidad de comentarlo. – agregó finalmente con tono distraído, mientras tomaba el periódico para leer la noticia que les indicaba el barón – Pero encontré esto en la habitación de POOK. Quizás alguno de ustedes pueda sacar algo de ellos.

Acto seguido, rebuscó en sus bolsillos un manojo de papeles prolijamente doblados y los dejó sobre la mesa.

Asintió satisfecho ante cada resolución de los problemas organizativos que se iban presentando, asintió cálidamente a la propuesta de O'Leary y se estremeció con la lectura del artículo de periódico pasándose una mano por la cabeza descubierta, sin duda recordando su propio fez destruido por su propia mano. Además, suspiro de alivio casi imperceptiblemente cuando Smith anuncio que los costes del viaje y van a ser sufragados por un alma caritativa. Un simple historiador, aunque sea de la famosa universidad del Bósforo, no suele ser rico.

Señor Woytek-Lezcynski, por favor, dijo mientras contemplaban lo que les estaba enseñando, yo creo que debería acompañar a la señorita, pues parece que hay unos desalmados cometiendo fechorías que están sueltos, y pienso que ha sido Dios el que nos ha inspirado para que cada uno cumpla con el cometido para el cual ha sido llamado pero, además, no es menos providencial que podamos dividirnos por parejas y así protegernos los unos a los otros.

Tanto la pronunciación del nombre extranjero como la dicción en inglés fueron precisas y claras a pesar del fuerte acento.

Como investigador aficcionado, el Doctor Saroch se puso a ojear esos papeles de la habitación de Pook para ver si sacaba algo en claro. Alguna pista que les pudiera orientar en su próximo viaje*.

El joven noble había dejado el diario sobre la mesa con un gesto evidentemente abstraído. Como si le costara asimilar toda la información que acababan de conseguir. En verdad, la noche anterior apenas si había prestado atención al extraño sombrero que llevaba aquel pobre desgraciado de POOK. Pero tal parecía que era la causa de todo el revuelo.

Quizás debería tener los ojos más abiertos la próxima vez…

Mientras volvía a concentrarse en revolver por decimoquinta vez su infusión, escuchó que el profesor POLAT se dirigía a él.

- Por favor… Kazimierz está bien. – se apresuró a responder, casi en tono de dispensa, consciente de las dificultades que su augusto linaje solía acarrear a todos aquellos que no estuvieran familiarizados con su cultura – O Kaz… Creo que todos aquí son mayores que yo. Así que me resulta inapropiada semejante deferencia.

- De todos modos, tiene razón. Tal vez si ayudo a la Srita. MEADOWCROFT terminemos cuanto antes con todos esos engorrosos trámites. Y podamos partir de inmediato.

- Supongo que necesitaremos los datos personales de todos. – agregó con cierta duda, dirigiendo su mirada a la única dama de la mesa en busca de consejo – Y tal vez alguna documentación.