Partida Rol por web

Tras atender las heridas más graves del grupo, retomáis la marcha siguiendo la dirección que habíais llevado hasta ahora. No tardáis ni media hora en llegar hasta la entrada de una pequeña cueva. 

- Éste es el lugar. La cueva por dentro no es muy grande - comenta la exploradora mientras mira a su alrededor - No veo ningún peligro alrededor. Aún así mantened los ojos bien abiertos. En cuanto aseguremos la zona podremos descansar.

El mediano entro bufando a la cueva y se dejo caer como un fardo de ropa sucia.
Y poco a poco empezó a ordenar sus cosas, en su mochila, viendo que todo estaba sano y salvo, y todo era fácilmente vendible por una cantidad adecuada.

Espero que haya mucha gente agradecida si salimos de esta.

Murmuraba de vez en cuando, y parecía algo molesto por la travesía. Y no era de extrañar, no parecía el tipo de ser que fuera muy duro para aguantar caminatas por pantanos, y ataques de insectos casi tan grandes como él mismo.

 -Habrá gente agradecida y habrá recompensa por nuestros esfuerzos, Maese Logrim.

Habían llegado a la cueva y la guerrera había entrado con la espada en la mano para comprobar que ésta estuviera libre de amenazas. No encontró nada que pareciera peligroso, aunque tampoco nada útil aparte de la propia protección que ofrecía la caverna, por lo que se acercó a la exploradora apra decir:

 -Lo que no me atrevo a hacer ahora sin preguntar es una hoguera. Maechen, ¿estaremos más en peligro aquí si hacemos fuego que si no lo hacemos?

Si no hay agradecimiento de por medio, siempre esta el aceso monetario por realizar la empresa, ser Saru.

Mientras los demás entraba, yo vigilaba por la retaguardia. Por si alguna bestia quisiera darnos una ataque desprevenido, pese a que estaba un poco errada en mis cálculos y era de todo innecesario tal precauciones.

-En oscuridad no sabemos que criaturas nos podemos encontrar, y si de igual forma caminamos a oscura, no tenemos nada para saber donde pisamos. Pasame algo para el cual quemar.-Y con tales palabras, saco la varita para quemar.

Al entrar en la cueva descubrís que es bastante pequeña, lo que resulta un alivio ya que sus dimensiones son suficientes para acogeros a todos en su interior, y resulta fácilmente defendible al ser la entrada el único acceso a la cueva.

- Si el fuego atrae a algún depredador, solo puede venir por ahí - señala Maechen a la entrada de la cueva - ya que fondo es pura piedra maciza. No nos sorprenderá nada desde el interior.

La mujer se deja caer sobre el suelo, visiblemente agotada. - Deberíamos hacer turnos para vigilar. 

El mediano no espera invitación de ningún tipo y en cuanto dicen que se puede descansar, coloca sus pertrechos haciendo una cama improvisada, y sin mas se deja caer para descansar.

Ya con los ojos cerrados comenta para los demás.

Si hay que vigilar, mejor que quedo el ultimo. Ahora mismo soy mas una piedra que un mediano. Y no creo que sirva de mucha ayuda.

Así sin esperar mas confirmaciones por parte del resto del grupo se gira dándoles un poco la espalda, y poniéndose de cara a la roca de la pared de la cueva e intenta dormir. Cosa que contra todo pronostico no tarda más de un minuto en conseguir.

Entro en la sala y coloco mi petate y bultos en una posicion agradable cerca de donde estaba el fuego ...

- Decidamos las guardias, curemonos y finalmente descansemos, ha sido un dia largo y mañana sera tambien largo -

Cuando llega la mañana, me levanto temprano y comienzo a cocinar unas gachas con algo de tocino que traimos de provisiones, con la esperanza de que todos recuperaramos energias ...

- Buenos dias dormilones ... a desayunar antes de iniciar nuevamente el camino .... - 

El mediano no tenia intención de despertarse, varias veces había estado moviéndose durante  el descanso y estuvo a punto de abrir los ojos. Pero no le apetecía nada en absoluto enfrentarse de nuevo a la realidad que estaban viviendo.

Así fue que escucho movimiento y se giro sobre sí mismo debajo de aquella manta que parecía no tener nada mas que tres esquinas. Y no se hubiera movido si no fuera por el olor del tocino caliente.

El mediano se desperezo y recibió el nuevo día a su felino cocinero con una gran sonrisa.

Eso huele que alimenta mi querido Lideon, parece que al fin nos alcanza un rayo de esperanza en esta turbia aventura pantanesca.

Dudaba que la palabra pantanosa fuera dada por buena, pero su humor había cambiado de golpe y en aquel instante era un dechado de felicidad autentica. La comida, siempre había tenido una magia, una magia que lo convertía de un hosco y deprimido ser a uno lleno de interés por un nuevo día.

Bajo el amparo de una nueva morada improvisada. Que yo me dejo mis cosas, y me siento dejando que me lleve el cansancio, hasta no ver nada mas que oscuridad en mis ojos y finalmente la Nada.

Y un olor, hace que mueva la cabeza. Intrigada, levanto los ojos y alli veo, el fuego consumiendo la carne con el apetitoso olor enajenante de el-¿Pero que delicia es esa ? Para estar en tan desamparada cueva, vos sabeis sacar provecho de las dificultades. Dame, por favor. Que es hora de levantar mi Alma.

La guerrera había pasado una buena noche dentro de lo que cabía. Guardias peores había tenido durante su servicio militar e incluso en su propia casa, como cuando la invadieron ratas grandes como su brazo.

El aroma de la comida que el bardo cocinaba terminó de despertarla. Se levantó y se estiró a gusto, haciendo que sus músculos entraran en calor.

 -¡Buen día compañeros! ¡Y buen día especialmente a Maese Lideon el cocinero! ¿Es tocino eso que huelo?

Al acercarse vio que efectivamente el desayuno tenía tocino. Los ojos de Magd brillaron de la emoción.

 -Un banquete digno de un rey, sin duda. ¿Qué tal habéis descansado todos? ¿Estaréis listos para continuar tras el desayuno?

- Veo que a todos os ha agradado que haya preparado un desayuno nutritivo para el nuevo dia verdad ... - tome cuentos, y coloque un poco de gachas y un par de crujientes lonchas de tocino junto a el, en los platos de Kareen, Magd  y Maechen, coloque  los trozos de panceta mas grandes ..., no podia evitarlo, me perdian las hermosas aventureras.

¡Buenos días todos!

Venía de su rezo y meditación   

Se le veía renovado, diferente, en algo cambiado.  ¿Que sería?

Comenzó a otear el horizonte, tratando de saber cómo sería el clima el día de hoy.   Para saber cómo adentrarnos hoy a donde vayamos, sea ciénega o pantano.

La noche fue bastante tranquila. Las guardias se sucedieron sin ningún tipo de percance y Maechen fue la última en despertar al llegarle el olor del desayuno que estaba preparando Lideon.

Una vez descansados, y tras comer y reponer fuerzas, salís de la cueva que os había proporcionado refugio. Kvothe otea el horizonte. Parecía que el día sería tan desapacible como el de ayer, con una constante bruma rodeando la ciénaga y una humedad que calaría hasta los huesos. Al menos la lluvia había cesado.

- Debo pediros perdón - dije Maechen de repente, con un tono que reflejaba cierto disgusto - Os traje directamente a esta cueva pensando que sería el refugio de nuestro objetivo, ya que es la única cueva cercana que conocía. Y tan solo encontramos a un grupo de estriges chupavidas que fui incapaz de percibir y casi nos matan, y una cueva vacía donde no había absolutamente nada - La decepción se podía ver en sus ojos, a todas luces era como si su trabajo de "guia" por la ciénaga hubiera fracasado.

Con la panza llena y las pilas recargadas, Magd se sentía capaz de recorrerse aquel pantano enterito. Por eso, cuando Maechen les pidió perdón por no haber conseguido sus objetivos el día anterior, la guerrera se acercó para darle una confortante palmada en el hombro.

 -No hay daño, Maechen. Las cosas nunca suelen salir como las planeamos, siempre hay factores que nos cambian el resultado, para bien o para mal. Así que no le des más importancia de la que tiene. Hoy es nuevo día, partamos y exploremos más. Confiamos en ti, Maechen, sabemos que nos acabarás llevando a nuestro objetivo.
 

Pues yo digo que nos encaminemos al pantano.  Me encanta la sensación de barro en las escamas, el agua por doquier, la buena comida del sitio, e inspirar cada vez llenando de fresca humedad los pulmones.    -Si, descendía de un dragón azul, de ahí venía.  

Maechen recupera la compostura tras las palabras de ánimo que le ofrece Magd. Seguidamente os ponéis en marcha y abandonáis la cueva para volver a adentraros en la ciénaga.

La humedad, el olor nauseabundo y el incesante zumbido de moscas y mosquitos os envuelven una vez más conforme vais avanzando en la dirección que os marca la exploradora. No pasa ni media hora desde que emprendisteis el camino cuando  a través de la niebla veis una ruina destartalada levantándose entre el fango. 

El techo del edificio se ha derrumbado. Sin embargo, alguien ha echado una enorme red por encima de las ruinas. Hecha de ramas, hiedras y raíces, la red forma un toldo protector. Alrededor de las ruinas hay varios árboles con hiedras colgando y varias charcas con algas de color verde brillante. Más allá de las ruinas un pequeño arroyo erosiona los cimientos y termina en una pequeña poza.

El pequeño mediano se había vuelto algo taciturno después del desayuno. Saber que ya habían llegado al punto indicado sin hallar ninguna pista le parecía un despropósito, pero se guardo su cinismo para sí mismo.

Un buen rato más tarde llegaron a una construcción y había muestras evidentes de manufactura. Cómo no podía ser obra del dragón, Logrim profetizo para sus adentros que seguramente se trataría de sus secuaces.

Y si ese era el caso, y estaba seguro de que así fuera, había guardias de seguridad. Y seguramente estarían vigilando.

Fue dejando que sus compañeros le pasaran por al lado y busco donde ocultarse. Saco su arma y busco entre las ramas de los arboles por encima de su cabeza.

Era su costumbre buscar a los enemigos por encima de su cabeza, porque rara vez eran más bajos que él. Y normalmente los mayores sustos venían desde arriba, como aquellas moscas gigantes de ayer.

Kvothe, miró a las plantas que crecían en el sitio.  Buscaba identificar si algunas eran tóxicas, o espinosas, o si mostraban signos de que alguien las hubiera comido, cortado o pasado recientemente por ahí.   O si alguien estaba por ahí.  Ahorita.