Partida Rol por web

El elfo ya no podía conjurar dentro de la zona de silencio, por lo que se limitó a hacer unos gestos y echó mano a su saquito, de donde había sacado en una ocasión un espadón para Abdali, pero esta vez salió un estoque del mismo.

Hizo algún tipo de comentario, pero claro no se podía escuchar debido al hechizo. Sacudió la cabeza un tanto molesto por ello.

El hechicero, herido, corrió hacia el castillo pero no para esconderse en él, sino para alejarse de sus enemigos. Hizo un gesto con la mano, como si con sus uñas rasgase el aire abriendo una herida al espacio que había delante de él. Una herida que se abrió formando un portal delante de él.

- Aftah ya Simsm!-dijo mientras abría el portal-. ¡Nos volveremos a ver!-dijo sin darse media vuelta con la intención de abandonar a Rezmir a su suerte. Pero no contaba con que Abdali había salido corriendo tras él*.

Rezmir al verlo se llenó de furia y sus ojos centellearon como si estuvieran llenos de fuego. Gritó algo, pero no se la escuchó. A Rath Modar tampoco es que le importara.

- ¡No te escaparás, sabandija!- cómo odiaba a los magos y sus sucios trucos para huir de la contienda. Aunque no conocía personalmente a este ni tenía ni idea de qué le ataba al Culto del Dragón, sabía que los Thayanos eran esclavistas, necrófilos y mala gente en general, así que, si podía librar al mundo de uno de ellos, estaba seguro que Sir Frume le recompensaría.

Levantó su espadón y descargó sobre el desafortunado un único golpe golpe pero que no fue suficiente para pararle.

Frustrado vio como el portal se cerraba y se giró para volver a ayudar a sus compañeros.

Viendo que Rezmir se quedaba sola y que seguía centrada en él, Égida siguió con el escudo alzado protegiéndose de los ataques de la dracónida lo mejor que podía mientras Grend, Dalia y Abdali se aseguraban de rodearla y buscar sus puntos flacos.

El Hechicero Thayano parecía estar a punto de escapar cuando Abdali lo alcanzó con su espada abriendole un enorme tajo desde el hombro hasta la cadera. Un grito de dolor surgió del terrible hechicero mientras, por la propia fuerza del golpe, caía hacia el portal. Un golpe como aquel era una muerte segura, pero el calishita no pudo comprobarlo ya que el portal se cerró en el instante que el cuerpo del hechicero rojo lo cruzó.

Dalia volvió a atacar a donde estaba aquella criatura, pero la oscuridad era impenetrable incluso para sus agudos ojos, sin duda una oscuridad mágica, y las dos flechas terminaron sobrepasando la zona y golpeando en la pared del otro lado.

Disparar a algo que no veía, tan solo intuía, era realmente difícil.

Rezmir atacó con furia al clérigo forjado, pero la defensa de este era férrea y no consiguió superarla. Entonces, bajo la máscara, se fijo en que Abdali conseguía matar al mago rojo y se encaraba en dirección a ella. Antes de que Grend pudiera evitarlo una masa negra se formó a la espalda de la susurradora de dragones y la perdio de vista. Pero esta vez solo fueron unos segundos antes de que de la oscuridad emergiese de nuevo esta vez atacando al calishita. Abdali apenas logro apartarse un poco de la espada como para que esta no le partiera en dos, pero aún así le abrió un buen tajo en la barriga, que empezó a ponerse negro.

-Me has hecho un favor matando a ese desgraciado-le dijo siseando-, pero no vivirás para contarlo.

No había razón alguna para que la semidragona le atacara a él, pero aún así lo hizo. Sintió la mordedura de aquella espada encantada que drenaba hasta la propia alma.

El guerrero calishita no pudo hacer nada más que intentar devolver el golpe. Gracias a su entrenamiento, intuía a su enemigo pese a que no lo viera, y consiguió acertar un par de espadazos.
 

Aquella maldita se alejó de él, decidió correr hacia ella para apoyar a su compañero mientras descargaba una oleada tras otra de energía flamígera sobre la dracónida.

Dalia notó como aquella podredumbre quería ampliarse y apretó los dientes con fuerza tratando de resistirse. No estaba muy segura, pero parecía que la cosa iba a más.

El elfo salió corriendo también en persecución a la dracónida. La verdad es que se estaba llevando una buena ensalada de ostias pero seguía sin caer.

-Ya tiene narices que lo diga yo, pero si al menos no estuviese esa mierda de oscuridad molestando esto sería mucho más rápido.-

Entonces se dio cuenta de que podía volver a hablar.

-Oh. Que maravilloso es poder escuchar de nuevo el sonido de mi melodiosa voz.-

Lanzó un par de estocadas a la villana, pero tan solo logró alcanzarla una vez. Eso sí, se clavó bastante en aquella dura piel.

Dalia aprovechó que aquella vívora salía de las sombras para atacar para dispara sobre ella, con todo el movimiento que tenía la pelea le dio la impresión de que al menos una de las flechas se clavaba profundamente, pero era difícil de decir

Una vez la Susurradora de dragones se quedó sola las cosas sucedieron rápidamente. Sin poder pedir refuerzos, los cobardes kobolds no se atrevieron a salir. Las flechas de Dalia, la estocada mortal de Grend, el fuego purificador de Égica y los cortes propiciados por el espadón de Abdali fueron suficientes para derrotar a Rezmir. En un grito silencioso la dracónida cayó de rodillas, pero en lugar de desplomarse algo ocurrió. Su piel empezó a calentarse y luego a brillar levemente mientras se iba quemando desde dentro con su propio ácido. El aliento destinado a quemar a sus enemigos ahora la iba desintegrando a medida que su vida se le escapaba entre las garras. Tras unos segundos de puro horro que, gracias al hechizo no pudieron oir, en el suelo no quedaba más que una mancha grasienta, la Máscara de Dragón Negro y el espadón, Hazirawn, que había usado en el combate. 

De pronto todo parecía haber acabado...

El calishita no sintió ni una pizca de lástima por la oscura semidragona muerta. Lo que sí sintió fue mucha codicia al ver aquel espléndido espadón que sabía que era mágico. Sin pensárselo mucho (que eso de pensar no era su fuerte), recogió el espadón y la mácara del suelo y los levantó en alto como los trofeos de guerra que representaba.

¿Ya estaba? ¿Habían acabado con el culto? No podía esperar regresar a Elturel, contárselo a Frume y ser tratado como un auténtico héroe por las sacerdotisas de Sune.

Pero... Un momento ¿Quién conducía ese castillo flotante? ¿Iba solo? Quizá pudieran poner rumbo a la ciudad e ir cómodamente sentados como unos reyes.

- Bien hecho chicos ¡Hemos ganado!-

Si pudiera sonreír, Égida habría dedicado la más cálida y sincera de las sonrisas a Abdali cuando tomó el bien merecido espadón y celebró la victoria.

Si pudiera respirar, dejaría escapar todo el aire de los pulmones, aliviado por acabar con un gran enemigo como aquel sin que sus compañeros salieran malheridos.

Pero estaba seguro de que había asperezas que limar en todo aquel asunto.

- Registremos el castillo, seguro que encontramos algo de valía. Incluso este castillo podría venderse por bastante.

Dalia miró a Égida y sonrió.

- Realmente eres duro, a mí casi me parte con un solo golpe, y además sus golpes parecían pudrir la carne. Gran trabajo el vuestro también -añadió en dirección a Abdali y Grend- Mi venganza está cobrada, pero no tengo ya nada mejor que hacer. Si creéis que puedo seros útil seguiré con vosotros. Además de arquera se me dan bien las cerraduras.

Grend no tenía un historial contra aquel dracónido como parecía tener el guerrero y el golem, pero había intentado matarle y eso no le sentaba nada bien.

-Bueno. Lo que importa es que hemos acabado con él. Ahora a ver qué hacemos. Sin duda habremos alertado al castillo, y no tiene pinta que este sea el que lo maneje. Pero si queréis echar un vistazo os acompañaré. Seguro que tienen alguna cámara del tesoro en algún lugar.-

No le importaban las armas, pues tenía la suya propia, así que ni se inmutó cuando Abdali cogió el espadón. Además, era demasiado tosco y bruto para alguien tan refinado como él. por lo que prefirió registrar los cadáveres de los magos. En especial pócimas de curación. Pues como bien indicaba Dalia no habían salido indemnes de aquel combate.

El grupo cogió el espadón y la máscara de Dragón negro de Rezmir. Aquella máscara cornuda de ébano brillante se asimilaba a un cráneo de dragón con cuernos. Nada más cogerla podían notar un gran poder que emanaba de ella, pero para descubrirlo debían sintonizarse con ella.

También registraron los cuerpos de los cadáveres rápidamente. No tenían gran cosa, parte de los barracones estaban ardiendo y los cultistas, recién despertados, apenas tenían sus ropas y sus armas, solo un par llevaban bolsas con algo de dinero (16 po para Grend!).

El sol empezaba a iluminar el cielo, estaba a punto de amanecer. Habían derrotado a la lider del culto de los dragones, pero ahora se encontraban en un castillo que volava varios kilometros por encima del suelo.  No sabían como podían posar el castillo para poder salir de él, si no querían amaestrar a alguno de los dracos que había en el establo (los que los habían llevado se habían ido volando tras comerse a los ogros de las torres). Miraron a su alrededor. Obviando la puerta de la caseta donde se habían escondido los kobolds había dos puertas más en el edificio más grande y una abertura más alla en la roca. Parecían los únicos caminos por donde continuar para salir de allí, pero no sabían que peligros les aguardarían en aquel lugar pese a haber eliminado a la Susurradora de dragones...

Égida podría identificar las propiedades mágicas del casco, pero eso debilitaría sus energías y no estaría disponible para poder sanar las heridas de sus compañeros.

- ¿Quieres que lo examinemos luego? - le preguntó a Abdali, ofreciéndole el casco. El guerrero quedaría terrorífico con el equipo de Rezmir, y sus enemigos se lo pensarían dos veces antes de plantarles cara. Empezó a mirar alrededor haciento recuento.- Veamos, los barracones están en llamas... eso nos ahorró trabajo, gracias Grend. Y en las cocinas dijísteis que había un grifo con malas pulgas... tampoco nos interesa. Más dracos en los establos que podríamos usar para salir de aquí... con lo que queda ese edificio y la apertura en la roca. ¿Vamos al grande lo último, para asegurarnos que no dejamos nada atrás?