Partida Rol por web

- Maese Égida! Utilize el fuego para espantarlas! Mientras hacía lo propio e intentaba encender una que sacó presto de su mochila de viaje. Los utensilios de cocina repiquetearon un instante entre sí al sacar la antorcha.

Joorin intentaría encender la antorcha y sacar una de las dagas que portaba al cinto para sostenerla con la otra mano.

Al pequeño mediano le pareció más útil espantar a las ratas con fuego que pinchar las una a una con su fiel daga.

Las ratas no parecían querer escucharla. Ya fuese por que estaban demasiado alteradas, por su instinto territorial de defender sus nidos o porque estaban demasiado hambrientas para entrar en razón. La cuestión es que declinaron la oferta y se pusieron agresivas.

Draenna echo hacia atrás de un brinco al ver lo que se le podía venir encima. - No quieren escucharme. ¡Cuidado!

En momentos como este lamentaba haber abandonado la troupe. Era cierto que el tiefling había supuesto un problema en más de una ocasión cuando llegaban a pueblos especialmente racistas. Era cierto que el Solar sólo les había sanado de la peste a cambio de que zendarión trabajase para él, pero aun así era un trabajo más digno que luchar con ratas en un túnel oscuro.

- Lo siento por tus amigos peluditos, pero no me gusta que me muerdan. Al menos no sin que me inviten a cenar antes.

Joorin agitó ante él la recién encendida antorcha. Intentaba mantener a aquellos bichos lejos de su alcance, formando arcos de fuego con la llameante tea encendida.

- Apartar bichos, fuera! Fuera! Gritaba para asustar a la vez a aquella estampida de roedores.

En su otra mano sostenía una daga, dispuesto pinchar a las ratas si alguna le subía por los pantalones.

Aunque agradeció el intento de Draenna por calmar a aquellas bestias sedientas de sangre, era evidente que eran simples animales que se interponían entre ellos y su objetivo. Y al igual que había sucedido con los kobolds, merecían igual destino. Égida se vio rápidamente rodeado de roedores por todas partes que intentaban trepar por su blindaje y se enganchaban en su mochila, y lo único que podía hacer para defenderse era agitar su ahora brillante martillo. No importaba lo mucho que aplastara a una, tres ocupaban su lugar.

—¡No tengo fuego! —respondió al mediano. Aunque su martillo ahora brillaba como una antorcha, no serviría para prenderlas fuego. Y tampoco tenía muy claro que fuera muy seguro encender nada en un túnel bajo tierra...

La respuesta de Abdali fue igual o más contundente si cabe que el de las apestosas ratas. Si no querían escuchar a la elfa tendrían que 'escucharle' a él.

Las ratas los asaltaron en el tunel y a pesar  de que Draenna trató de contenerlas estás se mostraban demasiado agresivas además de tenerles rodeando y dispuestas a morder. Al ver que todos comenzaron a atacar Endozal sujetó con su mano izquiera la ballesta que llevaba en la mano y con la otra desenfundó la daga.

Trató de agacharse para impactar en una de ellas pero eran demasiado escurridizas y pequeñas como para acertarlas.

Draenna vio como todos preparaban sus armas para enfrentar a la plaga. Ella lo había intentado por las buenas, pero las ratas bo habían querido escuchar su ofrecimiento. Comida a cambio de dejarles pasar ¿Porqué no quisieron hacerle caso? Ahora empezaría de nuevo un derramamiento de sangre innecesario.

- Yo... yo no puedo matarlas sin más. - dijo titubeando. Entonces cogió carrerilla y salto por encima de la masa principal de ratas para correr hacia el fondo del pasillo, en dirección al río. ¡Os abriré una salida! - gritó mientras avanzaba por la oscuridad.

-¡Toma!-gritó el Sargento lanzandole un manojo de llaves a Draenna quien había echado a correr hacia delante. La elfa las cogió al vuelo y echó a correr. El grupo avanzaba lentamente, apartando las ratas como podían. Habían logrado apartar gran parte de ellas pero tendrían que deshacerse de la mayoría si no querían encontrarse en esa situación cada vez que entrasen o saliesen. Los mordiscos apenas les hacían daño, excepto a Joorin que al ir descalzo* las ratas habían encontrado un blanco perfecto en sus pies.

La elfa corrió unos metros mas adelante hasta que encontró el final del tunel que terminaba en una vieja reja que se asemeja a la salida de una alcantarilla. Un grueso y oxidado candado la mantenía cerrada.

El golpe del espadón de Abdalí junto con la habilidad del tieflin también con las dagas consiguió que un montón de aquellas molestas ratas yacieran muertas en el suelo. Trató de ayudar a Joorin y aprovechando que las ratas estaban distraídas merendando sus descalzos pies Endozal asestó una puñalada a una de las ratas que le acosaba.

Draenna tomó las llaves y con rapidez fue hacia la puerta para abrir ese candado y despejar el camino libre al exterior. - ¡Aprisa Joorin salid de ahí! - apremió al mediano que estaba sufriendo los mordiscos de las ratas más que ningún otro.

Como un gata, Draenna pasó por su lado esquivando los enjambres de ratas en dirección hacia la puerta. ¿Pero será...? Ah, espera, no está huyendo. No tenía mucha experiencia en tratar con elfos y pensaba que estaría intentando dejarles atrás pero en realidad estaba asegurando la misión.

La pared se cubrió de un amasijo de sangre y vísceras de rata cuando volvió a balancear el martillo y media docena de bestias quedaron convertidas en puré. No obtenía satisfacción al masacrarlas —él tenía proyectos más oscuros en mente— pero le permitía desquitarse por lo difícil que le había resultado enfrentarse a los kobolds en el exterior del torreón— ¡Sigamos adelante, no paréis! ¡Ya queda menos!

Parecía que todo estaba controlado pero aún así volvió a balancear su arma por si hubiera algún desdichado roedor que hubiese escapado de su feroz ataque. No es que tuviera nada en contra de los animalillos, pero si tenían que traer más tarde a los paisanos por ese túnel, no sería muy decoroso que fueran mordidos por ratas en el trayecto.

Con su ego dolido por que nadie, ni siquiera las ratas prestasen atención a un rostro capaz de conmover audiencias enteras, Zendarión continuo su labor mientras miraba a la druida con odio y asco. Aunque era una reacción que solo podían ver ellos, estaba claro el desprecio que sentía por la elfa.

Apuñalaba dagas con meticulosa precisión, al menos con su mano hábil, probablemente también podría hacerlo con la segunda, si su semblante no diera la impresión, sin lugar a dudas, de que realmente a quién quería apuñalar era a la desertora.

Las ratas fueron rápidamente dispersadas. Draenna había logrado abrir la puerta y todos tenían vía libre para salir al exterior, pero cuando iban a hacerlo la elfa se dio cuenta de algo. 

-¿Eh, has oido eso?

-Si, creo que venía de ahí abajo.

El ruido que había hecho la puerta herrumbrosa al abrirse no había pasado desapercibido por unos bandidos, aunque ahora mismo desde el tunel no podían ver cuantos eran ni donde estaban exactamente.

Estaba hecho, pero todavía no estaban a salvo. Como era de esperar, había bandidos por los alrededores y se habían percatado de que la puerta se había abierto. Rápidamente, Égida ocultó la maza tras el escudo para evitar que les detectaran y se agachó para que no le vieran— Preparad los arcos— susurró a sus compañeros. Debían aprovechar la ventaja que concedía la distancia entre ellos si decidían entrar.

Quitó sin mucha parsimonia los trozos de rata que adornaban su espadón con el borde de la bota y se lo volvió a colocar a la espalda. Cogió entonces el arco largo con el que había mostrado tan escasa puntería e hizo caso al hombre metálico. Intentó colocarse de tal forma que viera llegar a los enemigos pero que su posición quedara cubierta por las sombras dentro del túnel. Se preparó para disparar en caso de que se acercasen enemigos.

La elfa quedó guardando la puerta para vigilar que todos salieran de allí y luego cerrar tras ellos la puerta. - Vamos, parece que nos han oído... - susurró a sus compañeros para que salieran con cuidado.
Entonces, entonando una letanía, invocó una espesa niebla para cubrir la huída y confundir a sus perseguidores...

- Que me comen! Gritaba el mediano cuando las ratas correteaban sobre sus pies mordiendo y arañándolos cual locas criaturas. 

El mediano daba saltos de un pie al otro mientras agitaba frenéticamente la antorcha.

Y las ratas se marcharon con la misma celeridad que aparecieron. Al parecer Dreanna había conseguido abrir una puerta... 

No tuvo tiempo ni de suspirar de alivio al ver las ratas huir, cuando sus compañeros detectaron un nuevo peligropeligro. - Cuantos sobresaltos... Pensó aceleradamente mientras arrojaba la antorcha al suelo y cogía su arco corto de la espalda. 

Se agazapó sigiloso mientras cargaba una de sus flechas con precaución.

Llevándose la mano a la frente, el tiefling se masajeó la frente. Los actos impulsivos de la druida iban a ser un problema, tal vez a un plazo más corto del esperado.

La nube que había creado era obviamente artificial, no hacía falta ser mago para darse cuenta. Pero del mismo modo en que impedía a los bandidos verles (aunque vieran la nube dando la señal de alarma) también impedía a la cuadrilla atacar a los bandidos. 

Chasqueando la lengua, avanzó por el pasillo. Los esfuerzos de esconderse no iban a servir de nada en un pasillo. Al menos prefería disparar primero.