Partida Rol por web

Tras el descanso comprobó como Égida había reparado magistralmente la armadura y le quedaba perfecta a Abdalí. Avanzó con el pensamiento perdido hasta que vieron el lugar dónde se encontraba Talis. El campamento de los cultistas. Seguía preguntándose, que es lo que hacía allí y como conseguiría rescatar a su amiga. Tenía claro que con el campamento lleno era imposible y cuando la druida comenzó a hablar, sus palabras coincidían exactamente con sus pensamientos pero también hablaba de observar desde dentro cosa con la que en principio no estaba de acuerdo. Pero entonces las palabras de Égida, que debía de apartarse pues era de sobra conocido dentro del campamento al eregirse como uno de los héroes de Nidoverde, tan firmes tan decididas de poder salvar a todos a Talis se le atragantaron en el estómago junto a lo que había dicho la elfa que les acompañaría en aquella extraña forma hicieron pensar en que sería de él si no era capaz de intentarlo.

Quizá no valiera para aventurero pero no iba a dejar a su amiga tirada por lo que se puso al lado de Abdalí y la nueva forma de Draenna para internarse en el campamento con un verdadero nudo en la garganta.

- Me quedaré con usted, maese Égida. No estoy seguro de poder infiltrarme en el campamento como si fuera un mercenario más...El joven explorador, de corazón bondadoso, no se veía capaz de mantener el engaño entre kobolds y bandidos. Detestaba a los kobolds.

Joorin observó marcharse a sus tres compañeros. La criatura en la que se había transformado la elfa, conseguía infundir cierto temor en el corazón del mediano. Dreanna poseía un poder sobrecogedor.

Suspiró profundamente. - Espero que estén bien y nada malo les pase. Comentó en un murmullo al coloso metálico.

No sabía si Joorin lo hacía por no dejarle a solas o porque no se sentía con valor para adentrarse en el campamento, pero no importaba: tendría compañía mientras vigilaban los alrededores. Además, con alguien tan diestro en combate como el mediano, si hacía falta emboscar a alguna de las patrullas lo tendrían más fácil.

—Yo también lo espero —respondió, melancólico. Posó la manaza en el hombro de Joorin suavemente y señaló al bosquecillo cercano—. Ocultémonos y echemos un vistazo, a ver si podemos deshacernos de alguna patrulla.

El grupo se dividió en dos, por una lado Égida y Joorin se quedaron ocultos en unos matorrales, cerca dela bajada que llevaba a la entrada del campamento. Lo suficientemente lejos como para que el vigía del la torre no pudiese verlos. Endozal y Abdali junto con Draenna transformada en un Draco de emboscada como a los que se habían enfrentado en el asedio se dirigieron al campamento. 

-¡Eh vosotros!-les gritó una voz chillona desde la torre. La cabeza de un Kobold y la punta de una jabalina sobresalían e ella- ah, mas mercenarios... ¡Llegais tarde! ¡Me da que os habeis perdido la cena! jajaja-se rió el kobold dejandoles pasar sin parecer muy preocupado por quienes eran. 

En el camino y junto a las tiendas las antorchas iluminaban la zona. Una zona llena de gente, tanta que no parecía preocuparles no reconocer las caras de Abdali y Endozal.

A su derecha había varias tiendas y entre dos de ellas habían puesto sobre la tierra varias mesas donde un grupo de personas estaban festejando. Una de esas tiendas debía servir como cantina pues tenía una olla y otros utensilios de cocina y alrededor de la misma había varias cajas y barriles presumiblemente con comida y bebida.

Se dieron en cuenta entonces de que aunque en el asalto ningún cultista llevaba túnicas en el campamento si que las llevaba. No era muy complicado distinguir los cultistas de los mercenarios.

Un poco más adelante había otro grupo de tienda de campaña, aunque frente a estas colgaba un estandarte con un sol pintado de rojo sobre fondo oscuro. Había varias personas por allí aunque no las distinguían bien desde la entrada. Lo que si podían ver eran los largos postes clavados al suelo unos metros frente a esas tiendas. 

Joorin asintió a las palabras de Égida, y se escondió sigiloso tras este entre los matorrales. 

Sus pensamientos le golpeaban en la cabeza cual martillo mecánico. No podía dejar de pensar en lo complicada y difícil que era la situación en la que se encontraban. Si descubrían a sus compañeros... Tenía que apartar esos pensamientos de su cabeza. Todo iría bien. 

Abdali pasó entre las torres de vigilancia con el corazón en un puño, pero al ver que los ineptos kóbolds les daban la bienvenida, se relajó casi por completo: El plan funcionaba.

Pronto el ambiente festivo caló en los huesos del calishita, tan necesitado de un descanso y de pasarlo bien, como el que más. Pero no podía dejar de pensar en la razón por la que estaban ahí, ni el tipo de personas que les rodeaban. Era gente malvada que se regocijaba con el botín robado a los inocentes pueblerinos y granjeros. Así que volvió a concentrarse en su misión. Intentaría pasar como uno más y recabar toda la información posible. Quizás conseguir que le destinaran a vigilar a los prisioneros...

Se acercó a la mesa donde parecía que los mercenarios se reunían y pidió que le dejasen un sitio.

- Buenas noches! Qué tal van señores? Por fin un día para poder relajarnos, lo que todos necesitamos! Puedo sentarme con vosotros? Llego tarde o todavía sirven comida por aquí? A quién tengo que sobornar para conseguir una jarra de cerveza? Tengo un hambre de 'dragón'!

Esta nueva forma era incluso más cómoda que la anterior, con ella podía moverse junto a los humanos sin llamar la atención. En el fondo su principal tarea era la de infiltrarse y recabar toda la información posible. Ella disponía de casi una hora, tiempo suficiente para poder escuchar las conversaciones entre los mercenarios y sacar alguna información útil.

Los olores a comida no pasaron desapercibidos pese a sus sentidos de reptil. Cuando estuvieron lo bastante cerca de las provisiones se giró hacia Endozal y le hizo un gesto, señalándole en esa dirección. Creyendo que el avispado cocinero sabría que hacer con esa información, se centró en su siguiente objetivo.

Tenía que estar lo bastante cerca como para empezar a escuchar bravuconadas de hombres ebrios. Muy atenta y enroncandose sobre si misma para dar la impresión de ignorar todo aquello que podían desvelar, aguardó hasta escuchá algo de sus próximos movimientos.

¿Cuál sería su siguiente objetivo y lo más importante cuando tenían planeado marchar?

Avanzó al lado de Abdali al principio un tanto temeroso, pues no veía como iban a pasar desapercibidos, pero tras ver la recibida por parte de los Kobolds y el ambiente de festejo se relajó bastante pues nadie iba a prestarles demasiada atención si estos no la llamaban. Además Draenna les acompañaba en aquella forma y estaría más atenta que ellos pues nadie se fijaría en la atención que está prestaría a las cosas.

Al acercarse a la mesa dejo que Abdali hablará pues el hombre sabía desde el principio que debían infiltrarse y parecía tener claro como. Así que trató de hacerse un hueco con él y echar un ojo hacia la que hacía las veces de cantina. Hay si pudiera provocar una buena intoxicación entre los comensales, pero no sabía si en esa propia cantina dispondría de material suficiente para preparar una buena indigestión general y así ayudar de alguna forma a Talía. Pero nadie le aseguraba de que todos fueran a comer lo que el preparara si se ponía a ello.

Uno de los hombres, un tipo con el pelo caoba y que estaba despeinado como si le acabasen de disparar con un cañon se giró al escuchar al calishita.

-¿Eh? ¿Pero tu no eres de los Velas Negras?-le preguntó extrañado. El resto se giró hacia el y Endozal observandoles hasta que el tipo empezó a reir- que mas da! Jajaja una victoria es una victoria y todos vamos a ser un poco más ricos que ayer jajaja. Toma, bebed-dijo agarrando dos jarras con cerveza y acercandoselas en la mesa a los dos. 

Endozal se fijo en lo que venía a ser "la barra" improvisada y la cocina. Parecían estar haciendo un rancho de carne y verduras con mucho caldo. La verdad es que no tenía mala pinta dada la situación en la que estaban pero desde luego no era una comida como las que se comían en otros lugares de renombre como El portal Bostezante o la Sirena Varada. La única pega es que la semiorca y el humano que se ocupaban de preparar la comida seguramente no estarían muy conformes si ven a alguien acercarse a la olla. 

Era difícil discernir nada de ultilidad entre las voces que pegaban. Lo que si estaba claro es que los mercenarios debían pertencer a varios grupos distintos. También quedó claro que no se llevaban muy bien con los kobolds, seguramente por ser kobolds. La mayoría de ellos llevaban ropas normales, de cuero aunque alguno no se había quitado aun la armadura. No había ningún cultista, al menos con túnica, allí y los mercenarios parecían estar cómodos con eso.

'Velas Negras'? No tenía ni idea a qué se refería el mercenario, pero algo en la simplona mente del calishita le decía que no era buena idea preguntar sobre ello.

Gracias!- dijo levantando la jarra hacia quien les estaba invitando y llevándosela de inmediato a la boca para dar un buen trago. Se limpió con la manga y volvió a dirigirse al mercenario.

Bueno, y ahora qué nos espera? A quién tenemos que dirigirnos para un nuevo trabajo o es que ya hemos terminado aquí? Y lo más importante... - quiso incluir para darle informalidad a la conversación- a quién tengo que matar para conseguir un poco de ese guiso?

Su garganta se hizo un nudo al escuchar al mercenario dirigirse a ellos. Que demonios eran los Velas Negras. Les habían pillado, estaba casi seguro. Una gota de sudor comenzó a deslizarse sobre su frente, pero el hombre empezó a reir restando importancia y respirando más tranquilo cogió la jarra que le ofrecían y levantándola a modo de agradecimiento en imitación a Abdali, que parecía más acostumbrado a estas compañías, tomó un sorbo para identificar el tipo de cerveza y si era de buena calidad. Con la jarra en la mano pudo contemplar la cocina y vio como cocinaban, las cantidades ingentes que necesitaban para alimentar a todos hacían de aquella cocina un poco caótica. Había posibilidades de intoxicación visto como estaban trabajando pero no veía material que le pudiera servir y el echo de que la semiorca de aspecto fiero estuviera al frente de la olla le echó para atrás y prefirió seguir esperando. Por lo menos hasta poder probar la comida.

Escuchó la pregunta directa de Abdalí y esperaba que todo lo que llevaban bebidos aquellos mercenarios hicieran que soltara la lengua todo lo posible.

Te suenan Las velas Negras aunque nunca has llegado a verlos pero si dice que son un grupo de de piratas y mercenarios que asolan las costas y hacen todo tipo de trabajos por terribles que sean a cambio de una buena paga. Te suenan por que gran parte de ellos suelen ser calishitas

La bestia escamosa en la que se había convertido la elfa pasaba totalmente desapercibida ante la mirada de kobolds, mercenarios o cualquier otro de aquel campamento.

Era una buena forma ocultarse y a la vez de dar un aspecto más creíble al grupo en su conjunto. Ver a dos humanos llevando a uno de esos lagartos adiestrados era como un sello de autenticidad.

Por desgracia el parloteo y el ambiente festivo en general no le permitieron prestar atención a ninguna conversación interesante. Por el lado bueno es que podrían todavía campar a sus anchas un buen rato más.

Quizá Endozal encontrara la forma de sabotear los alimentos o el agua. Si así lo quería, podría empezar una trifulca entre kobolds y mercenarios para crear una distracción lo bastante buena como para darle tiempo a malograr la comida.

Entonces oyó un nombre familiar que recordaba de antaño Velas Negras... - pensó girándose lentamente hacía el interlocutor de Abdali.

Te suenan Las velas Negras aunque nunca has llegado a verlos pero si dice que son un grupo de de piratas y mercenarios que asolan las costas y hacen todo tipo de trabajos por terribles que sean a cambio de una buena paga.

Egida y Joorin: Mientras permanecían ocultos se fijaron que había dos Kobolds en lo alto de la torre de vigilancia de la entrada. Al resto de su grupo, al entrar al campamento y juntarse con los bandidos les habían perdido de vista salvo a Draenna. A menos que fuera otro Draco distinto, desde donde estaban apenas podían distinguirlos. En ese momento vieron movimiento por encima del risco que tenían frente a ellos. Una pequeña patrulla de 4 sectarios parecía hacer una ronda, estaban escondidos pero si se fijaban en los matorrales donde estaban... bueno égida no era fácil de esconder. Esperaban que sus compañeros se diesen prisa.

Abdali, Endozal y Draenna: El ambiente parecía festivo y despreocupado. Los mercenarios estaban alegres por la victoria, el dinero y el alcohol, aunque no parecía que estuviesen demasiado borrachos como para no darse cuenta de algún movimiento descarado. Algunos grupos iban y venían por el campamento aunque en aquella zona apenas se veían kobolds. No muy lejos de donde estaban, como a unos 20 o 30 metros se encontraban los postes donde estaban atados al menos 7 personas, a las que no podían distinguir bien por la oscuridad.

-Jajaja vaya con el Vela Negra, ¿que pasa que los tuyos no te dan de la sopa de trucha que soleis comer?-dijo bromeando, probablemente de manera ofensiva si Abdali hubiera sido un Vela Negra de verdad-. Ahora nada, a esperar y celebrar hasta que la dama dragón nos diga cual es el siguiente paso. A mi mientras nos paguen ya me vale-respondió y varios mercenarios se rieron mientras la semiorca que se encargaba de la cocina acercaba un par de cuencos de madera con guiso a Abdali y Endozal

Égida se sentía algo inútil allí arriba, pero era lo mejor: ya habría tiempo de hacer algo de provecho cuando salieran de allí. Y mientras se ocultaba entre los arbustos lo mejor que podía, tomaba nota mental de la disposición del campamento para plasmarlo más tarde. Sería muy útil por si alguien tomaba la iniciativa y decidía atacarlos.

Cuando observaron la patrulla, Égida se preparó para atacarlos, aunque no sabía si le verían antes.

Se rió junto a los mercenarios y propuso un brindis a todos. - ¡Por el dinero, el bien más preciado! propuso un brindis tratando de animar a todos a beber. No tenía nada claro que hacer y miraba a Abdali de reojo por si se le ocurría algo. Desde allí no veían la zona de los prisioneros por la oscuridad que ya reinaba en la noche. Se fijó en la semiorca cuando se acercó con los cuencos de madera y le dieron ganas de no acercarse a la cocina para que no le trincharan con el cuchillo de cortar carne. Además, habían comprobado que cada campamento se surtía de su propia comida, por lo que hacer pasar una mala digestión a esa compañía de mercenarios no solucionaría demasiado. De momento no les quedaba más que comer y beber junto a esos mercenarios hasta que se pudieran escabullir.

Probó la comida del cuenco y alargó lo máximo que pudo comiendo muy poco a poco para evitar tener que beber tanto como hacían los mercenarios. La única opción viable que veía era que todo el campamento se emborrachara, pero tenía la sensación de que los cultistas no serían tanto de festejar y los Kobolds por su parte parecido.