Partida Rol por web

La fiesta en sí empezaba a las nueve de la noche, pero Verca y Quentin empezaron a trabajar desde por la mañana. La empresa encargada del catering quería estar segura de que todo estaba listo para aquella noche. Acudieron a las oficinas de la empresa, donde les hicieron entrega de sus dos uniformes de camareros y un pase de servicio.

- Este pase os permitirá coger el ascensor orbital hasta el casino. Hay que montarlo todo: mesas, sillas, comida... ¡Vamos, vamos, vamos!- les gritó la responsable de la empresa, una rubia extremadamente delgada y de voz chillona.

El día anterior fue movidito. Buscando material, obteniendo la documentación falsa para trabajar en una de las empresas de catering y restauración. Quentin y ella daban el pego como camareros, las androides de servicio escaseaban, no era como antes, y menos en Venus. 

-No abras mucho la boca, Quentin -le aconsejó su amiga - Haz lo que yo.

Por la noche, Verca visitó a un viejo colega, Brontie. Doble viejo, por la edad y porque hacía como cinco años que no lo veía. Charlaron. Bebieron. La resolutiva androide tuvo que ayudarle a sisar un par de maletas con su poder de telekinesis para que colaborase. -No quiero saber lo que contienen esas maletas. -aseguró, muy seria.

Brontie le dio acceso a uno de los hangares menos cuidadosos y vigilados de la zona PuertoVenus, donde el viejo trabajaba. Lo que allí había era chatarra, pero el tipo le consiguió una pequeña nave destartalada y por la que nadie preguntaría. 

-No llegarás muy lejos con eso, Verquita. -odiaba que la llamasen así.

-Tal vez a Marte. Me vale. -sonrió, en una mueca supuestamente irónica, con esa dentadura maciza y robusta.

Cave estuvo todo el día anterior buscando en las webs de moda, un buen esmoquin.  Al final se decidió por un modelo clásico. La chaqueta era negra. Con calaveras bordadas con hilo muy fino en las solapas. También buscó una pajarita y un fajín a juego. La web tenía una oferta. Zapatos gratis con el traje. Escogió un par de zapatos de imitación de piel. Metió su imagen escaneada en la web y el software en 3D le envió una imagen tridimensional de sí mismo con el esmoquin puesto. Joder. Parecía un puto pijo de mierda.

Hizo el pedido enseguida y el paquete llegó a tiempo. Se lo probó delante del espejo. Le quedaba como un guante. Estuvo trasteando la forma de ocultar el distorsionador de frecuencias en algún sitio. Probó haciendo un doble fondo en el tacón del zapato. También estudió como meterlo en la hebilla del pantalón.

- Ssssiii se-ñooo-rraa- respondió Quentin arrastrando las palabras ante las instrucciones que habían recibido de la encargada. - Soooy un popo-cco leen-to, pe-roooo noooo essss-tooyy soooor-dooo - masculló entre dientes mientras se giraba para comenzar a cargar las cajas que le habían indicado.

El tiempo pasó lentamente y cuando la noche estaba a punto de caer sobre la ciudad, Quentin se puso su uniforme de camarero (afortunadamente, le dieron uno de su talla) y se guardó algunas cosas bajo la amplia ropa...

Conseguir las invitaciones no había resultado nada sencillo, tan solo la suerte hizo que no fuese atrapado en una redada que le estaban haciendo a su contacto. Aunque finalmente logro escapar con las entradas y sin heridas.

Lo siguiente no debería ser muy complicado, acceder con invitaciones a la fiesta. Así que además de comprar ropa adecuada y pasar por una peluquería para hacerse con la típica estampa que podría esperarse de los asistentes al evento, aun le quedo tiempo para intentar descubrir el destino que había sufrido su contacto. Para lo que reviso todas las noticas relacionadas con detenciones y bajos fondos. 

Verca y Quentin debían esconder piezas de equipo bastante voluminoso, como las granadas de gas o los chalecos de kevlar. Para ello, decidieron meterlo repartido en varias cajas de comida. Optaron por las cajas de ostras congeladas, ya que disponían de mucho sitio, y en teoría las guardarían en la cámara frigorífica, donde era menos probable que alguien husmeara por casualidad.

Preparados con sus carritos de cajas y acompañados por el resto del personal, cogieron el ascensor orbital. La sensación de subir varios kilómetros era menos vertiginosa de lo que habían esperado. El aparato era silencioso y eficiente, y apenas se notaba la aceleración. Eso sí, tardaron varios minutos en llegar al casino.

Siguieron las indicaciones del personal de seguridad, cogiendo uno de los pasillos de servicio para empezar a descargar cajas. De vez en cuando los paraban para verificar su pase de seguridad.

Todo marchaba bien por el momento.

Cuando se dirigían a la cámara frigorífica, sin embargo, un tipo les dio el alto. No era de seguridad, sino que llevaba un buen trabajo y tenía cara de jefe. Probablemente el maitre o algún otro jefe de servicio.

- Un momento, un momento. ¿Qué es esto? ¿Ostras? No, esto tiene que estar mal. Dejadme ver.- exigió.

- ¿Oss-traass? Peper-doo-nne... no séee que lle-vaaan laaas ca-jaas... - comenzó a decir Quentin nervioso. - Meee haaan di-chooo: túuu lle-vaaa caa-jaas y yooooo lleee-vooo caca-jaas... buuuueeeen Quentin... Quentin chiiii-coooo bueee-nooo - continuó.

Una gota de sudor recorría la frente de Quentin al verse interceptado por su superior. Al menos su contrato era legal y estaban donde tenían que estar, pero eso no impedía que pudieran registrar las cajas donde llevaban el material y les descubrieran.

Vamos Verca... dí algo... - pensó.

El viaje fue lento. En realidad no, solo era una sensación, el ascensor subía muy rápido, pero el trayecto era largo. Una maravilla de la tecnología.

Las cosas iban, pero claro, solo acababan de comenzar. Verca no tenía la capacidad de ponerse nerviosa o al menos no demasiado. Cuando le sucedía era una sensación de inquietud relajada, como la marea suave en la playa un atardecer.

Quentin, diligente, no desentonaba. 

Apareció ese tipo.

-¿Qué está mal? -su compañero salió al paso el primero y distrajo un poco al tipo engominado.

-La documentación de las ostras.-se la puso en la cara al hombre- No podemos abrir ahora las cajas, no es el momento, ¿qué sucede? -dulcificó la voz y extendió la sonrisa. Se colocó frente al jefe y le hizo una señal disimulada con la mano a Quentin para que siguiera adelante con la caja mientras ella entretenía al sujeto.

¿Debía flirtear? No, que resultaría raro. Esperó a ver cuál era el problema. 

El tipo le echó un vistazo rápido a los papeles que le tendía Verca, aunque no parecía muy interesado en leerlo.

- ¡Esto está mal! Yo no pedí ostras, ¡pedí arvulias venusianas! Espero que sea solo un error de la etiqueta, y que el contenido esté bien. A ver, abrid esa caja de ahí, por ejemplo.- dijo, con un tono de alguien que está acostumbrado a que le obedezcan.

Una vez había pasado por la peluquería y con las ropas que había comprado, se sentía tan estúpido como deberían ser, la mayoría de los invitados a la fiesta. Echo una ojeada a Cave, y en un momento se dio cuenta de varias cosas.

-Cave, a parte de la invitación hay que intentar aparentar que somos invitados al evento. Tienes que comprarte algo de ropa, o no darás el pego.- Bueno, pensó, tal vez podría darlo como guardaespaldas, pero eso no sabía si sería bueno o malo. -Recuerda que no queremos llamar la atención, eso no es bueno cuando se quiere robar.- 

Esa caja de ahí, precisamente, no - pensó Verca, mirando al maitre y luego mirando a la caja. 

-No han traído arvulias venusianas. Oh, espere, tienen que llegar más tarde. Nosotros nos encargamos de este envío. Pero no podemos abrir las cajas, se echarían a perder, eso nos dijo encarecidamente la jefa de allá abajo. Son especímenes especiales, creo, proceden de la tierra, de las rías gallegas. 

Verca probó de guiñarle el ojo - Sabe de qué le hablo, ¿verdad? Claro que sí, usted es un tipo con mucho mundo y conocimientos, nos lo dijeron abajo. "Tenéis suerte de os atienda el maitre guapo, si lo hacéis bien con él, os renovaremos para otra fiesta" , nos lo avisó la jefa. 

Comprobó la hora en su reloj interno, pero hizo como si la mirase en el reloj de lámina en su mano. -¡Uy! Es tardísimo, nos vamos, que tenemos mucha historia todavía. Gracias, permiso. 

El tipo hizo amago de detener a Verca por un momento, pero finalmente les dejó pasar. Quizá fuera que estaba demasiado ocupado preparando las mil cosas que tenía que hacer, o quizá el argumento de Verca lo había convencido. Igual el ligero flirteo había funcionado. Lo más probable era que fuera una combinación de todo.

- Venga, tirad, tirad, ¡no os quedéis ahí parados! Ya me encargaré de revisar que esté todo bien más tarde.- dijo, y se fue con un desaire a gritarles a otros camareros.- ¡Eh, vosotros! ¿Es que nunca habéis cargado esculturas de hielo, joder?

Cave se miró al espejo al escuchar a Armando. ¿Qué dices? Se volvió a mirar en el reflejo. Yo me veo muy bien. Era la verdad. Se veía de puta madre.  Había comprado el traje en un sitio de moda. Era moderno, sí, pero ¡Joder!, que no estaban en el siglo XX. ¿Qué quería que se pusiera? ¿Una chaqueta de pana y una camisa con chorreras?  

Después de que el encargado les diera paso libre, Quentin siguió empunando las cajas mientras se alejaban cada vez más de él dejándolo atrás. Una ligera sonrisa de alivio se reflejaba en su rostro mientras caminaba mirando a Verca con cierta admiración por como había resuelto la situación.

- ¿Doon-de dede-jaaa-mos es-too, Ver-ccca? - le preguntó una vez que estaban suficientemente lejos.

La verdad es que no estaba mal el traje de Cave, tenía que admitirlo.

-No esta nada mal el traje, pero sigues teniendo demasiado aspecto de matón. En fin, trata de ir con tranquilidad y no mirar mal a la gente.- 

No sabía que tipo de gente habría en la fiesta, pero seguro que era de lo más variado, y entre los asistentes no faltarían encargados de seguridad de los peces gordos, así que era posible que no tuviesen problemas. 

-Tenemos que ir para allí, ya casi es la hora.- 

-Sí, sí, vamos, vamos, vamos -se despidió Verca a toda prisa y todo sonrisas simulando a las humanas. por si acaso, mientras empujaba el carrito de las caja junto a Quentin, movió un poco las caderas como las chicas del cabaret que a veces había visto.

-¿Crees que me he pasado, Quentin? 

Tenía dudas. -Bueno, da igual, tenemos vía libre y nadie sospecha. Tú tira y ya veremos.

Claro, fue en un armario de trastos del almacén al lado de las cocinas donde dejaron el equipo, menos alguna cosa que llevaban encima. Luego guardaron las cajas de ostras en los refrigeradores. Había mucho movimiento de camareros y gente de servicio, así como de seguridad, nadie se fijaba en ellos. Verca se apoyó en la pared, encendió un cigarrillo, para disimular. En realidad era un comunicador, para hablar con Cave y Armando.

-Las ostras en el frigo. La libélula sobre el pantano. Awaiting news.

Finalmente llegó la hora. Con el esmoquin bien ajustado, Cave y Armando se metieron en la aerolimusina que habían alquilado, y que los dejó en la puerta del hotel Afrodita, en la superficie. Allí había otros vehículos lujosos que iban llegando en fila. La entrada había sido acordonada, y la prensa se apiñaba alrededor de las cintas, con drones-cámara sobrevolando la escena. Cave y Armando se sonrieron, se sentían como dos jodidas estrellas de cine. 

Dentro del hotel, habían montado un control de seguridad en el hall, con el típico arco detector de metales y cinta de rayos X. Por suerte, las armas ya las habían colado Verca y Quentin, pero de pronto a Cave le entraron dudas sobre el distorsionador de frecuencias que llevaba en el bolsillo. Dependiendo de la calidad del equipo de seguridad, podría ser que pasara sin pitar... pero era un riesgo.

Cave se sorprendió al ver las medidas de seguridad. Hubiera apostado a que los seguretas del casino relajarían los escáneres de acceso. Con tanta gente en la cola y todos esos VIPS con sus implantes y sus androides de compañía haciendo saltar las alarmas, se iba a formar un buen pifostio.

Bueno tenía un “plan B”.

Cave metió la mano en el bolsillo y sacó su paquete de Cherterlike©. Se metió en la boca uno de los filtros y empezó a fumar.  Era de sabor sandía ácida. Su favorito desde lo probó en la trena. El tabaco en aquella época se había convertido en algo muy diferente a lo que fue en el siglo XX. Sin nicotina ni añadidos, era como inhalar un refresco.  Esperó hasta estar apiñado entre toda la gente que esperaba para pasar el control y entonces, aprovechando el follón, sacó el resto de filtros y se los guardó en el bolsillo. Después sacó el distorsionador y lo metió en el paquete de Cherterlike©.  Cuando estuvo cerca del control  lanzó el paquete al otro lado del arco. Apuntó hacia una maceta de adorno que había en el hall. El paquete de filtros Cherterlike©, pasó volando por el escáner y lo hizo saltar. Fue solo un pitido. Un leve -PIIII-. Los de seguridad, confundidos, cachearon bien a quien estaba en ese momento pasando bajo el arco. Al ver que no llevaba nada, pensaron que era un fallo del escáner. Era normal que fallara con tanto trajín de piezas de androides e implantes estéticos.

Ahora, si todo salía bien, solo tendría que coger el paquete del tiesto.

Verca y Quentin se movían de aquí para allá entre camareros humanos y androides. Todos muy concentrados a lo suyo, muy comprometidos. Bueno, claro, es que  se jugaban su trabajo y renovaciones suculentas. 

-Vigila, Quentin.

Verca se metió en uno de los diminutos almacenes y se conectó a uno de los paneles en la pared con un cable orgánico de su antebrazo. Quería echar un vistazo a las cámaras en general y a las de la zona de su objetivo en particular.