Partida Rol por web

Saque con cuidado la espada del costado de la bestia ahora inmóvil. una bestia que nos habría partido en dos, como hizo el oso búho conmigo. pero aun quedaba otra, una que vendría pronto. y que debíamos dar muerte. Pero la voz de la razón sonó en el grupo Vamonos y tal como lo escuche lo hice, poco a poco me acerque a los caballos mientras comentaba:- Si sera mejor, estamos destrozados y si vuelve la otra bestia nos destrozara a todos. Pero debemos volver cuando estemos recuperados y comentar a los lugareños que no se acerquen por estos lares, pues su vida correría peligro.
Luego ya reunidos al lado de los caballos digo a los Magos:- No hay nada que necesitéis para vuestros hechizos de estas bestias. Pues en los libros había leído que varias partes del cuerpo de bestias como esta son aprovechados, aunque yo no me quedaría para recogerlas ahora por el peligro que supone, aunque cuando volvamos, (si tardamos), las cabezas, alas, garras y demás cosas seguramente estarán pudriéndose.

Luego doy unas palmadas en el lomo y el cuello al caballo y me subo a su lomo para alejarme de alli cuanto antes.

- Estaría encantado de poder aprovecharlas, Kerri - dijo, dedicando una mirada a los cuerpos - Pero temo que la bestia que queda podría oler los pedazos en mi mochila y venir directamente hasta nosotros. Ya hemos sangrado bastante por hoy.

Groland tomó las riendas que su compañero le ofrecía. Cuanto éste comentó que la familia de Fendrin podía darse por vengada, Groland sólo murmuró:

—Todavía no.

Kerri opinaba como él. El mago le acercó otro animal para cargar el cuerpo del campesino, pero Groland lo cargó en su propia yegua. «Así no se caerá.» Mientras sus dos compañeros hablaban de los restos de las bestias, Groland lanzó una mirada calculadora hacia la cabeza de la mantícora... Pero su instinto de conservación fue mayor. Sólo esperó que aquellos monstruos no tuvieran rituales funerarios.

Magullados, heridos y con algunos miembros del grupo casi muertos, subís a los caballos y comenzáis a retornar hacia Fairhill, con la esperanza de llegar sin ningún incidente más. El camino se os hace largo y arduo, pues las tierras que os rodean dan lugar a engaño.

Mientras cabalgáis, oteáis el horizonte y no dejáis de sentir como si un mar de dunas pedregosas os rodeara por todas partes mientras subís y bajáis una y otra vez por los costados de las mismas....los matorrales que pasan cercanos a vuestras cabalgaduras parecen querer estirar sus ramas hacia vosotros, intentando impedir vuestra marcha, incluso tenéis que ir esquivando piedras y algún hoyo de vez en cuando, probablemente de los típicos animalillos parecidos a ratas gordas que suelen vivir por éstos lares. Los animales en sí no son peligrosos, pero esos hoyos son criminales para las patas de vuestras monturas. El cadáver de Fendrin os recuerda lo que podría haber sucedido de no haber ganado el combate, de haber sido más lentos o de haber, simplemente, tenido más mala suerte.

Arue y Jerinor van delante, guiando al grupo hacia el bosque, la guardia del pueblo parece exhausta tras el combate y todas las emociones vividas, y aunque los primeros minutos mantiene una cabalgada firme y recta, estando atenta a todas partes, pronto veis como el cansancio hace mella en ella y parece apagarse y languidecer, como el día, que va pasando poco a poco, poco a poco su montura se va retrasando y no tardáis en daros cuenta los más despiertos que le está dejando la decisión del camino a tomar a Arue, pues ella parece dudar mucho hacia qué lado ir......*

La cría de mantícora se quedó en el sitio, con mi flecha clavada entre los ojos  y las piernas congeladas por el hechizo de Brand. La batalla había terminado. Escupí de nuevo al suelo, sangre nuevamente, tras haber notado el sabor a hierro en la boca. Necesitaba mirarme las heridas, pero no ahora. Ahora nos teníamos que ir. La última mantícora podía aparecer en cualquier momento y no estábamos en condiciones de luchar. Además, no me cabía duda que por muy crueles y maliciosas criaturas que fuesen las mantícoras, volver a tu nido para encontrarte a tu pareja y crías masacradas te volvían un enemigo aún más temible, poseído por la rabia, el dolor, o lo que fuese que pudiesen sentir las mantícoras.

Me colgué el arco al hombro y me di la vuelta, caminando hacia los caballos. Recordé el cofre de la cueva y los restos humanos. suponía que cómo parte de el "trato" de ser un grupo, debía compartir la información.

- Hay un cofre en la cueva, y restos humanods de todo tipo. Pero yo no pienso volver. Haced lo que queráis con ello. - comenté mientras pasaba junto al resto. Nunca había requerido más de lo necesario, y las riquezas no me hablaban. No me servían de nada, así que no iba a arriesgar mi vida por ello. El señor oso no tardó en dar su opinión al respecto. Siendo el mercenario del grupo, habría pensado que querría subir, pero era más inteligente que eso y también quería marcharse. Rash y Kerri también estaban deacuerdo (auqnue las ganas de hablar de ambos me parecían demasiadas en esa situación. Yo no quería volver a abrir la boca en todo el camino), y pronto estuvimos montados en los caballos, alejándonos del claro que se había convertido en tumba para tantos.

El silencio nos acompañó en un viaje que parecía más adusto, más difícil y más largo que hacía unas horas. Llegado un punto, me di cuenta de que Jerinor ya no era capaz de guiar a nadie, y que la responsabilidad caía sobre m´.

Detuve mi caballo y desmonté, apretando los dientes ante el dolor de las heridas. Una vez la adrenalina había desaparecido lo único que evitaba que me (nos) retorciese de dolor era el cansancio, y al menos en mi caso, un sentimiento de derrota y desasosiego que debía aún analizar.

Observé mi alrededor, con cuidado, para asegurarme que íbamos en el camino correcto. Regustré con cuidado el suelo y las plantas, así cómo la posición del sol. Creía saber por dónde debámos ir, pero mi mente estaba algo espesa*, así que sólo esperaba que mis instintos nos llevasen por buen camino. Me acerqué de nuevo al caballo y acallando de nuevo el dolor con gruñidos, y me puse de neuvo en marcha, manteniendo el silencio.

Los ánimos estaban hundidos. Las ganas de salir de aventuras, aplastadas. El afan por convertirse en leyendas, devorado por unas fieras que ahora yacían en aquel promontorio. Habían salido con vida de aquel enfrentamiento - salvo Fendrin - pero ahora huían con el rabo entre las piernas. Si hubiera sido sólo un enemigo... pero habían pecado de arrogantes tras el incidente del castillo y el oso-búho. Debían de ser más precavidos de ahora en adelante.

- Groland - dijo a su compañero, pero también al resto, avanzando en su montura hasta el pelirrojo guerrero - Creo... que cabe la posibilidad de que la mantícora que queda siga nuestro olor. Hemos dejado allí sangre, pelo y ropas, para una criatura así sería fácil. No creo que regresar a Fairhill sea la mejor opción. Creo que debemos ir hasta la granja de Fendrin, que está suficientemente alejada de la población, descansar, y prepararnos.

Miró al horizonte, y luego se encogió de hombros.

- Si no viene a por nosotros, está claro que debemos regresar a por ella... es demasiado peligrosa y ahora está furiosa.

miro a todos, estábamos desechos, pero había cosas innegables, por lo que dije:- Debemos curarnos primero, y fortalecernos, hemos matado a dos criás y una madre, con suerte, el padre es mas grande y ahora mismo estará furioso buscándonos. Espero que no sepa seguir rastros porque sino condenaremos a toda la población de Fairhill. Debemos curarnos y como he dicho y volver a matar a la bestia para que la vida de esta gente sea mas tranquila, pues acabamos de convertir unas desapariciones esporádicas en una búsqueda insaciable de venganza.

Ya en el camino, Groland no apartaba los ojos del cielo: confiaba plenamente en Jerinor y Arue para guiarles, y del paisaje sólo le interesaba que desapareciera, sustituido por las paredes de alguna construcción humana. Al igual que Arue, montaba rígido, entumecido por el dolor de las heridas. Cada poco, el contoneo de su montura hacía que el cuerpo de Fendrin comenzara a deslizarse hasta el suelo y tenía que tirar de él. Nunca le había gustado manipular cadáveres. De personas.

De casualidad, percibió el abatimiento, o cansancio, de Jerinor. En respuesta, se acercó hasta ella y le dijo:

—Mantente firme —gruñó—. Aún no podemos bajar la guardia.

Su intención había sido levantar el ánimo a la fairhilliana, pero el tono resultó de mando. No se le daban bien estas cosas. ⁽¹⁾

Pese al estado de alerta, de vez en cuando desconectaba involuntariamente: pensaba en el cofre que había mencionado la montaraz. No había mostrado ningún interés cuando había sabido de su existencia -quién lo habría hecho, dadas las circunstancias-, pero en realidad le había llamado la atención: ¿estaba entre las habilidades de las mantícoras fabricar muebles? Groland juraría que no. No era -muy- codicioso, ni el más curioso de los hombres, pero tampoco era de piedra. ⁽²⁾

Tras una pausa para que Arue decidiera el camino, Rash propuso que el grupo se refugiara en la granja de Fendrin. Groland reflexionó y le dio la razón: la mantícora podía localizarse por el olor de la sangre y en todo caso no conseguirían llegar a Fairhill sin hacer noche al raso (habían tardado en llegar al lugar de la cueva más de media jornada), lo que en todo caso era mala idea. No obstante, la casa de Fendrin no le pareció buena idea: ¿no estaba aquel lugar demasiado cerca de la cueva y demasiado aislado? Allí no obtendrían ayuda. En eso era Kerri la que tenía razón: necesitaban reponerse. Groland dudaba que pudieran volver al combate sin descansar unos días.

—La casa de los granjeros tampoco debe de estar muy lejos, y allí pueden ayudarnos y queda de camino al pueblo. —Se giró—. Jerinor: ¿sabes llegar a la granja de Fendrin? —preguntó el hombretón. ¿Quién si no podría saberlo? ⁽³⁾

Al igual que Rash y Kerri, Groland tampoco quería dejar a la última mantícora viva, pero no dijo nada al respecto: era un tema que no quería abordar hasta que no estuvieran a salvo. Tampoco dijo nada sobre los temores de Kerri: no sabía qué pensar. Un animal quizás lloraría a sus muertos, pero seguiría con su vida. Una persona quizás buscaría venganza, pero sabría que atacar Fairhill es un suicidio... ¿Eran las mantícoras sólo inteligentes o también algo más? ¿Conocían la sed de venganza? ¿Podrían matar por algo más que por supervivencia? ¿No estaban personificándola demasiado? ⁽⁴⁾

No eran consideraciones que le fueran a quitar el sueño: el bicho seguiría siendo un problema, de todas formas. Fuera como fuera, lo que importaba en aquel momento era guarecerse.

Jerinor, que había mirado de soslayo sin darle demasiada importancia a la "sugerencia" del guerrero, se giró hacia Groland cuando mencionó la posibilidad de ir a la Granja de Fendrin. "Si es cierto lo que decís, que nos puede seguir, su granja está en pleno Fairhill¹ , y pondríamos en peligro al pueblo. La casa de los granjeros que nos acogieron viniendo hacia aquí tampoco me parece una buena opción si es cierto que ése bicho puede rastrearnos....¿quizás la casa donde encontramos a aquella bestia enorme? El oso-pájaro?" dijo por último, al pensar un momento.

Quedo pendiente de vuestra respuesta, mientras seguíais a Arue...²

- No creo que nos rastree, pero como veáis, esta frustrado y aniquilara todo lo que encuentre, pero no tiene porque seguirnos. en cuanto nos metamos en el bosque que sea medianamente frondoso nos perderá de vista pues ira volando y no podrá seguir nuestras huellas.
Pero como he dicho, lo que queráis. digo para terminar.

- ¿Una Mantícora y un Oso-Búho? - respondió el mago en voz alta tras escuchar a Jerinor. A lomos de su caballo abrió su libro de hechizos y empezó a hojearlo, buscando algunas anotaciones - Sería interesante ver cómo reacciona ante su olor. Creo que no hay estudios actualizados sobre las interrelaciones entre ambos...

Cuando notó las miradas que le estaban dedicando, cerró el libro de golpe y carraspeó.

- Creo que es buena opción. Se puede organizar una emboscada entre los árboles y usar la cabaña para atraerla... - dijo, aunque miró a los guerreros. Tenían más experiencia en combate que él.

«¡Seré estúpido!», se recriminó Groland cuando Jerinor le recordó dónde estaba la casa de Fendrin: ¡había estado allí aquella mañana! Un despiste debido al agotamiento, sin duda, pero también a que llevaba desde la noche del ataque orco con la idea de que esa granja estaba lejos del pueblo.

Se dispuso a hablar, pero se detuvo al oir la voz de Rash. Le lanzó una larga mirada reprobadora.

—Quizás nos busque, quizás no —dijo cuando el mago dejó el grimorio a un lado—. Volver al pueblo...

¿Qué decirles? No creía probable que la mantícora atacara Fairhill abiertamente, ni que fuera a cebarse más con la gente de la región. ¿En defensa propia? ¡Ridículo! ¿Para alimentarse? Si no lo había hecho antes, con tres bocas más que alimentar... ¿Por venganza? ¿O por rabia, como decía la clériga...? No: el problema para Groland era que Fairhill estaba muy lejos. Escupió al suelo.

—No es una opción ahora —gruñó, y añadió, dirigiéndose a Jerinor:— Vayamos a esa cabaña.

Si Groland hubiera sido un hombre más dado a la cháchara, tal vez habría dicho que aquello tampoco le gustaba: ¿y si era la guarida de más osos-búho? Estarían saliendo del fuego para caer en las brasas. Pero, ¿qué hacer si no? Realmente no quería arriesgar las vidas de la familia a la que habían ayudado aquella mañana. No había más opciones.

—Aunque mejor si encontramos otro refugio por el camino... Y nada de emboscadas —concluyó girándose de nuevo hacia Rash—. Debemos ocultarnos y descansar: ya habrá tiempo para luchar.

Parecía que el destino estaba fijado, o al menos, se había decidido dónde sería menos perjudicial la presencia de todos, ahora que la mantícora-padre estaría furiosa y con sed de venganza.

Tener un destino claro animó algo más al grupo, y varios de sus integrantes ya empezaban a forjar un plan en sus cabezas, sobretodo el siempre tímido Rash, que tras hojear el libro y comenzar a divagar sobre algunas ideas que le venían a la mente, se percató de las miradas que le lanzaban el resto. Kerri, por su parte, insistió en encontrar un lugar seguro y recuperarse, lo cual no era mala idea tampoco.

A pesar de todo, el paso del tiempo y el cabalgar les hizo cada vez más conscientes de sus heridas, que poco a poco iban dejándose notar cada vez con mayor intensidad, hasta el punto de resultar molestas durante el contínuo y monótono trote de los caballos. Una hora, seguida de otra, pasaron mientras seguían su camino, su huida de aquel espantoso lugar. El mediodía dió paso a la tarde, y ésta al atardecer, con lo que el cielo poco a poco se fue tornando cada vez más oscuro, a la vez que el leve viento que se levanta hace que la temperatura, ya de por sí fresca, aún os lo parezca más. El suelo sigue mojado y embarrado, ya que el sol no ha ayudado a que la tierra absorba toda el agua que ha caído ésta mañana, pero por suerte, la zona por la que cabalgáis al ser tan empedrada, y a pesar de tener barro por doquier, no resulta demasiado impedimento para vuestras monturas más que el tiento con el que tenéis que ir y que retrasa en cierta forma vuestro avance.

La guarida de las mantícoras cada vez quedaba más atrás, haciéndose cada vez más pequeña en la distancia, allí quedaba ya el recuerdo de donde habían tenido que luchar por sus vidas y por la de su compañero, Brand, que permanecía ceñudo y silencioso tras el rescate. El pedregoso suelo parecía no tener fin, y aunque poco a poco parecían acercarse cada vez más hacia el río que antes habían cruzado, aunque aún lo mantenían a cierta distancia, el bosque no parecía acercarse en absoluto.

Encontraron un sendero pedregoso que ascendía desde una pequeña arboleda hasta lo alto de una colina. En lo alto de la colina pudieron vislumbrar la sombra de una torre grande y redonda en mal estado de conservación. La luz comienza a declinar, pero aún hay suficiente para que podáis ver que los sillares han caído al suelo. Apiñados en la arboleda, pues apenas hay sitio para esconder los caballos y poco más, empezáis a escuchar una deliciosa voz femenina que canta una balada de amor acompañada por un arpa tañida con bastante torpeza....pero una cosa es segura, por aquí, no habéis venido antes.

Jerinor contemplaba la torre boquiabierta, con un susurrante...."...aquí no he estado yo....."

Estaba echa una mierda. Y nos dirigíamos a un lugar para protegernos el resto de la noche, pero Parece que no nos iban a dejar hacerlo pues de repente escucharon una voz y un sonido de arpa. Algo que le.recordó a la hija del herrero que había escapado con dos tipos. Así que digo:- amigos esa voz podría ser de la hija del herrero. Con cuantos se fue? Con dos?estoy muy jodida y meterme en un combate seria una idiotez.

Emboscar a la mantícora. EMBOSCAR A LA MANTÍCORA. Estaban locos. Rash y Kerri no parecían conocer la regla más importante de un guerrero: debes saber cuando parar, para poder luchar un día más. Y ahora, teníamos que parar.

Herida, dolorida y ofuscada, seguí lo que yo creí era la senda a la cabaña del oso. Ya les mandaría a buscar mierda de orco al llegar a la cabaña, puesto que ni borracha iba a dejarles preparar una emboscada.

"Ingenuos soñadores. Me pregunto cuántas veces tendrá que golpearles la realidad hasta que aprendan."

Finalmente salimos a un claronada familiar. Me había confundido, o tal vez inconscientemente les había alejado de la cabaña para no darles opción a ejecutar los planes que seguro estaban maquinando. Miré hacia atrás, hacia el grupo, esperando reprimenda en sus miradas por no llevarles por el camino adecuado, pero lo que me pareció ver era sorpresa, o curiosidad. Tal vez era la orre, tal vez era el sonido del arpa que nos llegaba de lejos.

- Ta torre servirá de refugio por esta noche, a no ser que os apatezca dormir en lso árboles. - yo lo había hecho incontables veces, pues era más seguro que el suelo estando sola, pero yo era más pequeña y ligera que la mayoria de ellos. Tal vez Rash era el único igual de menudo que yo.

Ir vosotros y mirar. Si no hay peligro ya me acercaré. Pues si voy ahora despertare a todo dios con mi armadura.. A esta Drow le ha dado un siroco? Tanto hablar de que es una locura tal y cual cosa y ahora quiere ir a la torre desde donde sale una música y no sabemos que nos encontraremos.

El joven mago empezaba a dar cabezadas de cansancio. No tenía tanto aguante ni una forma física tan imponente como Groland o Jerinor, así que cabalgar durante todo el día y enfrentarse a bestias salvajes le había pasado factura. Cuando llegaron a los alrededores de la torre y empezó a escuchar la melodía, arqueó las cejas con una leve sonrisa.

- ¿Una torre abandonada y la voz de una joven que canta? Parece sacado de un cuento clásico - dijo, escuchando a Arue - ¿En serio vamos a ir? A mí me parece evidente que es alguna clase de trampa...

Kerri primero sospechaba que era la hija del herrero, y tres segundos después no quería acercarse por si había peligro. Cada vez entendía menos a la clériga. Suspiré, me descolgué el arco y le puse una flecha.

- Estoy cansada de trampas y batallas por hoy. Si queréis mato a quién haya y todos más tranquilos. - dije con una frialdad que incluso para mí, era demasiada. Ellos no habían visto a una Arue tan fría aún. - O montáis campamento en el suelo y yo me busco un árbol.