Partida Rol por web

La inmensa nada avanzaba poco a poco hacia mi, pero no tenia sensación de nada, ni sabia donde estaba, ni que estaba hacinado y lo peor, no sabia ni quier, o que era yo.

Groland se levantó y ensangrentado y dolorido como estaba, gritando algo en su lengua natal, mirando con furia al Oso-Búho, le propinó un tajo en el flanco a la criatura que bramó ante el dolor que la consumía por múltiples heridas. Jerinor, aprovechando que la criatura estaba en el suelo, se movió con presteza para atacar por ambos flancos y tener ventaja frente al monstruo, tal cual le habían enseñado en su aldea, alzando su arma, la clavaba una y otra vez en la barriga de aquel ser, penetrando a duras penas la dura piel. La sangre ya comenzaba a brotar por muchos sitios, pero la bestia no parecía debilitarse. 

Rash se intentaba acercar hacia Kerri, que seguía exánime en el suelo, regando el lateral del camposanto con su preciada sangre, mientras manipulaba un frasco de aceite para prender otra mecha que le había puesto. Arue, dudando si disparar o no, prefirió no arriesgarse a impactar a alguno de sus compañeros, permaneciendo a la expectativa. La criatura se había echado al suelo y no paraba de moverse, no era el mejor momento para lanzarle flechas con sus compañeros enzarzados cuerpo a cuerpo con ella. Brand, mientras tanto, manipulaba de nuevo las energías mágicas para crear un sencillo, pero efectivo conjuro debajo de la bestia. Una capa de grasa surgió a los pies de la criatura, justo en el mismo momento que la criatura trataba de levantarse.....

La criatura, prendida en llamas, recibiendo tajos y heridas por doquier, sólo tenía una idea en mente...y era acabar con aquella criaturita que le estaba haciendo tanto daño con aquello que le cubría y que no podía quitarse de encima. Con un rugido sacado de lo más hondo de su ser, realizando un esfuerzo sobrehumano, se levantó y salió a duras penas de aquella tierra resbaladiza, acercándose con furia asesina hacia aquel patético ser, esa cosa que se movía por debajo de él y que dentro de poco estaría dentro de su boca, ignorando por completo al resto. Sus ojos miraron intensamente a Rashaniel, diciendo claramente "¡VAS A MORIR!". 

El Oso-Búho, en llamas, levantó ambas garras, dispuesto a descuartizar al mago. 

Recién acababa de machacar al animal con su maza cuando éste comenzó a levantarse del suelo. Groland vio la oportunidad: atacó de nuevo y acertó de lleno. Un grito de sádica satisfacción brotó de lo más profundo de su tonelesca caja torácica. El impacto habría matado a un tipo normal, pero el oso-búho estaba varios niveles por encima. Era un rival formidable.

El Oso-Búho rugió con todas sus fuerzas en la cara de Rashaniel, un rugido de furia, una promesa de muerte, un grito de poder...El semi-elfo pudo oler la podredumbre que emanaba del interior de la boca del animal, posiblemente de los restos de las víctimas que aún permanecían en el interior de aquel pico lleno de dientes que en éste momento tenía a escasos centímetros de sus ojos. 

Un golpe seco, un crujido húmedo, y todo acabó. 

El hueso parietal de la criatura partió hacia dentro, salpicando la cara de Rashaniel con un trozo grumoso de algo blando de color gris perlado. La criatura se derrumbó en el suelo, como si fuera una marioneta a la que le hubieran cortado todos los hilos de golpe. Las llamas la siguieron consumiendo, aumentando el olor a carne quemada....

Darle a alguno de mis compañeros con la flecha era demasiado posible, era peligroso disparar. No dejaban de moverse y retorcerse y estaba segura de que si golpeaba a alguno por accidente me acusarían de haberlo hecho a adrede, de haberlo querido hacer todo el tiempo. Bueno, en realidad no estaba segura, de hecho era solo una duda mínima tras los dias que había pasado con ellos pues hasta Groland parecía confiar en mí, sin embargo la parte más cauta de mí, la que se había llevado más de un juicio negativo solo por mi piel, me decía que no me arriesgase. 

DEjando caer el arco al suelo me levante desenfundando mi espada para salir en busca del oso, quien a su vez había escapado del conjuro de grasa y había parecido decidir atacar a Rash. Sin embargo, antes de que llegase, Groland le dio el último golpe de gracia.

Acabé de recorrer la distancia que me separaba del ahora cadáver oso y Rash.

- ¿Estás bien? - le pregunté antes de incluso darme cuenta de que lo había preguntado. Entonces miré tras el y vi a la bibliotecaria sangrando en el suelo. Inconsciente. OTRA vez. ¿Es que no aprendía? Me arrodillé junto a ella para examinarla. Teníamos las pociones del mercado, pero no estaba segura de si eso sería suficiente.

Sin perder tiempo, me puse a trabajar mientras hablaba a Rash, quien estaba más cerca y parecía más adecucado.

- Dale una de las pociones. - Le dije mientras mis manos examinaban con cuidado pero decisión su herida para intentar tratarla lo mejor posible.

El mago se había quedado paralizado cuando vio cómo la mágica criatura se abalanzaba sobre él. Sus miembros se habían negado a moverse, dejándole a merced de sus garras y colmillos. Unas garras y colmillos que prácticamente habían partido por la mitad al guerrero más fuerte de todos ellos. ¿Qué le habrían hecho a él?

Afortunadamente, el pelirrojo humano había aprovechado que el Oso Búho se había centrado en él, con el cuerpo en llamas y los ojos inyectados en sangre, para propinarle un formidable golpe que estremeció la escena con un sonido de huesos rotos. Y luego… el silencio.

Rashaniel se quedó ahí durante unos segundos más, paralizado, con el rostro salpicado de pequeñas partículas de sangre y un fragmento de masa encefálica deslizándose por su mejilla con un sonido acuoso. Un ligero temblor recorría su cuerpo, y no dejaba de mirar el enorme cuerpo de la criatura, aun sacudiéndose por el tremendo daño que se le había infligido a su sistema nervioso.

¿Estás bien? le había dicho alguien. Una voz conocida. Cuando volvió el rostro, vio las ya familiares facciones de Arue, que trotaba hasta su altura con la espada en la mano. Asintió rápidamente, recuperando poco a poco la compostura, y volvió a mirar al Oso Búho, quizás para confirmar que estaba muerto.

- Sí… las pociones… Comprueba su pulso, aunque sea débil, si aún respira, podemos salvarla – dijo, agachándose – Hay que encontrar a Fendrin… no es seguro para él estar solo en el bosque.

Miró a Groland… y una tímida sonrisa asomó en su rostro.

- Gracias

Tras que Groland propinara el golpe de gracia a la criatura Brand bajo su mano aun alzada de gesticular para los hechizos y se acerco a los demás, pero mantuvo el arco en su otra mano.

-Si necesitáis mas pociones todavía tengo las mías sin usar. Tal vez sera recomendable volver a repartirlas entre nosotros.

.... oscuridad .... silencio .... la nada ....

Después de haber estado al borde de la muerte en el abrazo de aquel monstruo, Groland no se creyó del todo que lo hubieran conseguido matar finalmente. El guerrero tardó aún unos segundos en bajar las armas e incluso llegó a amagar un golpe más mientras la criatura caía al suelo.

—¿Es... está muerto...? —preguntó al aire, medio ido, tratando de recuperar el aliento y con dificultades para abrir uno de sus ojos. Frente a él, Rash le daba las gracias—. Está muerto —entendió.

Tras convencerse de que no volvería a levantarse, Groland retrocedió unos cuantos pasos y se relajó. No por mucho tiempo: sorpresivamente, se puso de nuevo en alerta y lanzó un vistazo a los alrededores, buscando entre la maleza alguna otra figura oculta. No vio nada. Mientras sus amigos se reunían al otro lado de la montaña de pelo chamuscado, Groland se giró en dirección al lugar por donde había visto desaparecer al granjero y gritó:

—¡FENDRIN! ¡FEND-...!

Se detuvo de repente: como Rash, no quería perder al granjero, pero se le ocurrió que tal vez no era una buena idea ponerse a gritar como un descosido. ¿Eran solitarios los osos-búho? ¡Qué cojones sabía él! Lo único que sabía era que un intenso dolor lacerante comenzaba a extendérsele por la espalda. A medida que se enfriaba, la mejilla derecha le ardía cada vez más: pronto no podría mover media cara sin pasarlas putas.

—Debemos largarnos de aquí —indicó en tono perentorio a los demás.

Necesitaba tomarse una de las pociones, pero pensó “¡Alto! ¡La hermana Kerri puede curarte!”. Cuando giró el rostro, descubrió a sus socios ocupándose de la clériga. Recordó cómo había caído al suelo de un zarpazo. Tragó saliva.

—¿Sigue con vida? —fue lo único que atinó a decir.

Alrededor vuestro no se oía nada, a excepción del crepitar de las llamas sobre el cuerpo de la bestia, que poco a poco se iban apagando. Parecía que todo había acabado, pero Kerri seguía en el suelo, tendida, sin moverse...su cuerpo exánime era un testigo mudo de la terrible furia homicida que podía desatar en breves segundos aquel tipo de criaturas. 

Arue se agachó a su lado, intentado taponar la herida que tenía a la altura del hombro, justo al lado del cuello, pero la sangre continuaba saliendo, cayendo a borbotones por entre sus dedos...caliente....pegajosa. El cuerpo de Kerri se enfriaba con rapidez, y aunque su corazón aún latía, cada vez lo hacía más débilmente y no parecía que fuera a aguantar mucho tiempo aquella sangría si no la parabais de alguna forma. Sus labios, poco a poco, iban adquiriendo una tonalidad azul oscuro, mientras su piel cambiaba esa tonalidad ligeramente dorada por un color carne ciertamente pálido....cada vez más....cadavérico.

El olor a quemado de la carne de la criatura lo inundaba todo, y los gritos de Groland cayeron en el silencio del bosque como una losa caería sobre un suelo de piedra, categóricos. Jerinor, con semblante taciturno, se alejó hacia una punta del camposanto para vigilar los alrededores mientras os hacías cargo de vuestra caída compañera. El ceño de la mujer y sus labios fruncidos expresaban con gran claridad que la situación no era nada de su agrado. Su mirada se dirigió hacia la casa y hacia las tumbas...pensativa. 

El mago negó para sí. Su compañera exploradora no era capaz de taponar las heridas que le habían infligido a Kerri, y si dejaban que siguiera desangrándose, no conseguirían sino cargar otro cadáver a sus espaldas. Con un rápido movimiento, sacó una de las pociones que tenía (Poción: Curar Heridas Graves) y se arrodilló junto a la muchacha.

- Arue, toma - dijo, llamando la atención de su compañera - Dale este bebedizo... le ayudará.

En aquel momento de tensión, la lista de tareas mental de Groland se reducía a lo siguiente: volver a la civilización con Kerri viva, sanar sus heridas, encontrar a Fendrin. Eso no significaba que no tuviera interés en ver cómo era por dentro la guarida de un oso-búho, claro, pero le gustaría poder vivir para contarlo... ¡Oh! ¡Contarlo! Las heridas dolían menos cuando se imaginaba la cara de la gente de Fairhill cuando supieran que había luchado y vencido a un animal semejante... ¿Le creerían? Groland se apuntó mentalmente pedirle a Kerri -si sobrevivía- que le curara a medias las heridas: las cicatrices no eran necesariamente buen currículum para un guerrero (los mejores de su profesión, sencillamente, evitaban los golpes), pero a las chicas les gustaban y los parroquianos las admiraban. Incapaz de hacer nada por la sacerdotisa -ahora- freyana, Groland se dedicó a ayudar a Jerinor a vigilar el entorno.

- Groland, mientras tanto - dijo, mientras ayudaba a la exploradora con la poción, y dedicaba una mirada al Oso Búho - ¿Te importaría hacerme un favor? Pelo, Pluma, Colmillo, Garra, Lengua y Ojo. Son ingredientes.

Lo dijo con toda la naturalidad del mundo, sin percatarse de que le estaba pidiendo a su compañero y amigo que descuartizase a la criatura.

Gruñí viendo que la sangre no paraba de brotar. Maldita, jodida bibliotecaria. ¿¡NO PODÍA SER SENSATA NUNCA?! Si hubiese actuado con cautela la muy imbécil no estaría muriéndose en mis manos. ¡SE TENÍA QUE SER GILIPOLLAS!

Estaba muy cabreada con la actuación de Kerri, quien parecía que no sólo no aprendía de sus errores, sino que tenái tendencia a repetirlos aún peor. Pero también era la frustración de no poder parar la hemorragia. Había pedido a Rash que le diese una de las pociones directamente a ella, no que me la alcazase a mí, ya que así no necesitaba apartar mis manos. Sin embargo, como no conseguía pararlo, no importaba si las partaba unos segundos así que sin decir nada cogí la poción y abrí el frasquito. Lo acerqué con cuidado a sus ahora amoratados labios y tras abrir su boca ligeramente con un dedo, empecé a dejar caer el contenido dentro, con cuidado de que ni una sola gota cayese fuera.

"Aunque con la suerte que estamos teniendo voy a ver la poción salir por la herida que tiene".

En cuanto el frasco estuvo vacié cerré si boca e incliné su cabeza un poco para atrás, intentando ayudar a la poción a bajar por su garganta. Después, volví a la herida abierta, sin esperanzas de poder hacer nada más.

Groland no entendió inmediatamente lo que el mago le pedía y tuvo que mirar alternativamente al animal muerto y a su compañero un par de segundos antes de hacerlo. Sin embargo, una vez captado, la reacción no se hizo esperar: sin prisas, pero con metódica naturalidad, dejó su escudo, su maza y su mochila en el suelo, soltó de esta última el hacha que llevaba atada y se dirigió hacia el cadáver. El hombretón no era un cirujano ni un peletero, pero había ciertas cosas que se le daban innatamente bien. Sólo esperaba que al mago no le importase recibir el pedido en bruto.

Sin nada mas que hacer y con la situación controlada por el momento, Brand se distrae viendo al guerrero despiezar a la derrotada bestia.