Partida Rol por web

Arlen y su familia viven en éste edificio tapiado, que cuenta con un pequeño jardín. Es una de las pocas construcciones de piedra con las que cuenta la aldea. Teniendo en cuenta los estándares de Fairhill, la casa es opulenta, aunque dista de ser lujosa. Cuenta con todas las comodidades con las que uno podría desear, pero sigue sin ser una vivienda habitual para una aldea de éste tamaño. A Arlen y a su mujer se les conoce por ser anfitriones muy amables y suelen tener invitados para cenar.

Tras terminar de hablar en vuestra nueva casa, salisteis en dirección hacia la casa de Arlen, el magistrado, donde os esperaba él y su familia para una cena tranquila en vuestro honor. 

La noche es fresca, el viento soplaba suavemente pero sin pausa, haciendo que vuestras manos tiendan a cerrar las prendas de abrigo en cuello y abdomen, así como buscar también protección en bolsillos o guantes. Podéis oler la humedad, casi siempre presente por ésta zona debido a las elevadas precipitaciones del lugar. Ése olor trae consigo también el olor a tierra mojada, a hierba cortada, a comida recién hecha...olores que a alguno de vosotros os resultan dolorosamente familiares, pues en otro tiempo, y en otro lugar, eran los de vuestro hogar. Ahora eso queda atrás y delante sólo vuestro futuro, incierto, pero vuestro. 

Al llegar a la puerta de madera de la tapia os recibe Sirya, que por el relente presente en sus ropajes, parece haber esperado pacientemente (o no) vuestra llegada. "Pasad....estáis en vuestra casa" y casi como si lo recordara en el último momento, hace una graciosa reverencia levantándose el repulgo de la falda con la mano derecha. 

Al entrar en la casa, lo primero que notáis es el agradable calor que hay en ella, lo segundo, el delicioso olor a comida recién hecha que inunda vuestras fosas nasales, que os hace salivar pensando en el banquete que os vais a comer. 

Arlen está de pie, en la pequeña estancia que hace las veces de entrada, donde un perchero de pie, de madera, con un par de capas y un abrigo de mujer permanecen colgados. Os recoge vuestras pertenencias y las cuelga de ahí..."Pasad...pasad.....Ginia, mi mujer, está deseosa de conoceros y de que probéis las delicias que ha preparado para vosotros" os dice un sonriente...muy sonriente magistrado. 

La casa no es excesivamente grande, apenas un poco más que la que vosotros ocupáis. El comedor tiene también una gran mesa de madera de cerezo, oscura, en éste caso ovalada, con varias sillas de madera maciza almohadilladas a juego. Hay una gran chimenea en el fondo de la estancia encendida y con varios troncos de diversos tamaños apilados cerca, dispuesta para una larga velada. También hay una mesita baja cerca de la chimenea, así como dos sofás de una plaza encarados a ella. Podéis ver también cuadros, seguramente importados de otras regiones, representando paisajes hermosos (un bosque enorme, una cascada con un pegaso volando por encima, unas montañas con una tormenta de rayos y un castillo en la cima de una de las montañas....), así como algún que otro objeto decorativo, sobretodo vasijas con flores y pequeñas estatuas, tanto de madera noble como de barro pintadas con mucha calidad. En general, la casa está bien decorada, con gusto y muy, muy hogareña. La sensación que os da es de entrar en un hogar feliz. 

La mujer de Arlen, Ginia, una mujer de apenas 1,65 cm, delgada y morena, con el pelo largo y recogido en una coleta por un lateral de sus hombros con varios enganches en ella, es una mujer hermosa a pesar de acercarse a los cincuenta inviernos. Lleva un sencillo vestido azul, a juego con el de su hija, así como unas sandalias con pequeños cristales azules en la punta que refulgen al darles la luz, y os hace pequeñas y suaves reverencias al ser presentados. "Ginia...éstos son los aventureros que han salvado Fairhill de la amenaza de los Orcos, y que sin duda, darán mucho que hablar por aquí aún. Son buena gente. Gracias a Freya, hemos tenido suerte que aparecieran. Éste es Groland, un valiente guerrero, aquel es Rashaniel, un semi-elfo practicante del Arte, como el elfo pelirrojo de detrás, cuyo nombre es Brand, luego tenemos a la parte femenina del grupo, seguramente la que proporciona algo de cordura...como tú haces conmigo....jajaja.....Ella es Kerri, una aasimar clériga de Freya , todo un honor tener a una representante de su raza en nuestro hogar, y por último, pero no menos importante, tenemos a Arue, una exploradora semi-elfa. Lo más fascinante, y me vais a perdonar, Arue, es que es Semi-Drow....nunca, en mi vida, me había encontrado con un grupo como el vuestro...debéis de ser sin duda de corazón benevolente y puro, pese a la mala fama de vuestros....parientes. De todas formas..." añade levantando ambas manos demandando paz antes de cualquier exabrupto "...que mis palabras no se malinterpreten. Aquí en Fairhill se os juzga por lo que habéis hecho todos por nosotros, no por el color de vuestra piel. Haya paz. Pasad, por favor, estáis en vuestra casa." os pide, realizando una pequeña inclinación y acompañando su ligera reverencia con un movimiento con las manos señalando hacia las sillas alrededor de la mesa. "Encantada, es un placer. Tenía muchas ganas de conoceros." dice la mujer, acercándose a cada uno de vosotros para daros un beso y sonriendo (si alguno se echa hacia atrás, o pone cara rara, se limitará a darle la mano y dirá "Oh..disculpad, es una costumbre importada de la nobleza de calimsham, para demostrar confianza...." )

Unos momentos después Faxlen aparece por una puerta lateral, vestido con ropajes elegantes, chaqueta y pantalón, y con un peinado más refinado. Su expresión deja entrever que está altamente mortificado (y aguanta con estoicismo y una mirada maliciosa cualquier broma que hagáis con respecto a su vestimenta o pelo) pero se sienta educadamente en la mesa tras saludaros uno a uno y farfullar entre dientes un "...graffcias por traerme con fvida..."....como si le arrancaran las palabras de la boca. Su padre, asiente mientras levanta una ceja al verlo saludaros...

"¡Qué sería de la juventud si no la educamos correctamente!" 

Poco después, entre Ginia y Sirya os sirven la abundante cena, la mesa, acaba abarrotada de comida, bebida y platos con chucherías y caprichos diversos. Realmente, la comida está deliciosa y habéis probado algunos vinos y bebidas que nisiquiera sabíais que existían, al parecer, Arlen a abierto su "despensa especial" para vosotros. Ginia parece una excelente cocinera y algunos de esos platos, aun sin ser entendidos en cocina, deducís que han tenido que llevar muchas horas de trabajo por delante para ser presentados a tiempo a la mesa. 

Durante la cena, tanto Ginia como Arlen se descubren como unos excelentes anfitriones, tratandoos con educación y respeto, manteniendo vuestras copas llenas y sirviéndoos cuando hace falta, así como Sirya, que está muy al tanto de todo también, sobre todo de Groland, según Rash y Brand pueden apreciar sin mucha dificultad. La conversación es agradable y gira en torno a las cosechas que se han recogido y las que se van a plantar, las carnes más sabrosas de cocinar o el tipo de caza que es más abundante por el lugar, así como alguna que otra noticia sobre problemas con piratas en la capital del reino, Athkatla, donde, según Arlen, hay desatada una "fiebre del oro" reciente debido al tráfico comercial con un nuevo continente al sur y muchos comerciantes y grupos de "aventureros" y "mercenarios" acuden por las promesas de aventuras y oro. También sale a relucir que esperan que Fairhill, una vez solucionados los últimos problemas, crezca comercialmente, pues últimamente las caravanas de comerciantes habían empezado a fluir hacia su pueblo con más asiduidad en lugar de hacia Crimmor, pero no les había dado tiempo a consolidar nada, pues habían empezado los problemas con los Orcos y se habían reducido las caravanas al mínimo. También comenta la mujer de Arlen que echa de menos poder ir a ver las barcazas pasar por el río Esmel de vez en cuando, ya que algunas son impresionantes (aunque seguro que ahora que ya no hay Orcos por las proximidades, su marido entenderá que pueda ir a echar un vistazo antes de que lleguen las lluvias de verdad), así como el mal tiempo que se avecina el las Stoneheart el invierno próximo, como todos los años, con terribles tormentas de nieve y hielo cerrando el paso de las montañas, así como los esplendores que le han comentado sobre "Puerta del Bardo", una ciudad donde el arte y la belleza lo son todo "un sitio precioso, según las historias, con cientos de poetas, cantantes, declamadores y artistas, donde se puede encontrar tanto la belleza de sune como el arte de Milil en casi cada esquina..." La conversación termina con comentarios sobre los preparativos que se están haciendo para celebrar "La buena cosecha" * ..."Que como toda persona de bien sabe, tiene lugar en mitad de "El Marchito", ¿verdad?" deja caer la mujer de Arlen entre risas como comentario bromista...

Al terminar la cena, saciados y a punto de salir "rodando" de tanta comida, Arlen os pide que compartáis una última copa de licor con él, al lado de la hoguera. La mesa ovalada se aparta a un lado y las sillas se disponen junto a los sofás. Ginia se despide de vosotros, alabando vuestro coraje y agradeciendo una vez más vuestros actos por Fairhill..."Ojalá hubiera más héroes como vosotros....el mundo sería un lugar mejor. Si me lo permitís, me retiro, estoy cansada y me gustaría dormir ya. No os preocupéis por mí, no os molestaré." Acto seguido, coge a sus dos hijos y tras decirles que se despidan, se va con ellos por una puerta. 

Ambos "niños" se despiden de vosotros, Faxlen con una inclinación y un "buenasnoches..." rápido y conciso, antes de desaparecer por la puerta.....y Sirya con, de nuevo, una reverencia hecha con gracia, observandoos de nuevo con aquellos ojos brillantes por la emoción "Buenas noches, nobles aventureros, que Freya y Tymora os sean propicios..." 

Arlen levanta una ceja al escuchar la frase y observa a su hija pensativo mientras desaparece por la puerta detrás de su madre...sin dejar de poder fijarse en la última mirada que la adolescente Sirya lanza subrepticiamente a Groland, junto con una sonrisa de adiós. La mirada de Arlen queda prendida en el guerrero durante breves segundos, antes de volver a su copa. 

"Bien...ahora estamos a solas. Os agradezco profundamente vuestra presencia aquí, que hayáis aceptado mi invitación. Me acabáis de ahorrar meses de dolores de cabeza por parte de Ginia. ¿Hay alguna cosa que queráis contarme, algo en lo que pueda seros de utilidad? Por cierto....tengo que hacer algo con Sirya...últimamente no hace más que hablar de aventuras, héroes....sólo me faltaba que Faxlen me desobedeciera y se fuera detrás vuestro." El hombre mira fijamente el fuego antes de dar un trago. "Respecto a eso... Gracias." Arlen os mira con intensidad, serio y algo taciturno. "No sé qué hubiera hecho si lo hubiera perdido... No tengo mucho con lo que recompensar vuestra hazaña, por lo que os pido que aceptéis este regalo." 

De debajo de su túnica, saca una pequeña bolsa de fieltro, donde guardadas hay dos pociones y dos gemas. 

"Las pociones son curativas, de gran poder, y las gemas se pueden vender por cien dragones." 

Se recuesta en su sofá después de dejar la bolsa en la pequeña mesa delante de la chimenea, quedando el otro sofá libre, saboreando su copa de licor, mientras espera vuestras palabras....

Para la cena en casa del Magistrado, Rashaniel había decidido arreglarse. Si bien con  sus nuevos ropajes tenía un aspecto más curtido, no era la imagen que quería dar ante la familia del hombre más poderoso del pueblo. Disponía de unas ropas de abrigo que aún no había usado que su familia había insistido en que se llevara, y que aún conservaban la elegancia en corte y costura de la túnica con que sus compañeros le conocieran. Eran de un azul oscuro como un atardecer de invierno, y los puños estaban rematados de lana de oveja negra. El cuello de la túnica era de la misma lana, dándole el aspecto de un príncipe del norte, lo que el joven mago decidió completar haciéndose un recogido de coleta que acostumbraban a llevar los elfos de alta cuna de su tierra natal. Al no disponer de perfumes ni colorantes para sus mejillas, decidió lavarse el rostro a conciencia para retirar cualquier rastro de suciedad y marchó junto a sus compañeros a la cena.

Nada más llegar a la vivienda, Rashaniel pareció transformarse en un joven completamente distinto. Era como si moverse entre gente poderosa socialmente le convirtiera en un astuto bailarín. Inclinó de la forma justa la cabeza al saludar al Magistrado, y cambió rápidamente para hacer una suave flexión para agradecer la bienvenida a la pequeña de la casa. Era como si hubiera recibido una intensa educación en cuanto a formas y maneras se tratara. Para cuando llegó a saludar a la esposa del Magistrado, se anticipó a su saludo y posó suavemente los labios sobre el dorso de su mano, dedicándole unas palabras en élfico que se podían traducir como “Por fin he encontrado la luz que ilumina esta morada”.

Durante la comida se preocupó de comer de forma comedida, con pequeños bocados y sin apenas mojarse los labios con el vino. Al día siguiente tendrían una larga jornada por delante y prefería dormir plácidamente. Se permitió algunas bromas de buen gusto sobre sus compañeros, y no dudó en comentar en voz baja con sus compañeros de asiento el interés de la joven Syria por Groland. A Faxlen le mostró su gratitud por la ayuda prestada, y le instó a convertirse en un hombre de letras, ya que era una vida que traería menos preocupaciones a sus progenitores, al menos mientras viviera bajo su techo.

Al finalizar la velada, se incorporó para despedirse de todos y cada uno de ellos, deseándoles buenas noches y un agradable descanso, y luego procuró mantener una postura relajada que no le provocara sopor. Se mantuvo en silencio mientras su anfitrión hablaba, y en cuanto quiso ofrecerles más dinero y regalos por traer a su hijo sano y salvo, alzó la mano, poniéndola sobre la del hombre.

- Mis disculpas, mi señor. Pero me temo que ya sería demasiado lo que vos y este pueblo han hecho por nosotros – dijo, y luego miró a sus compañeros – Bueno… perdonadme, amigos míos, no he pensado en vuestros intereses, y quizás he hablado de más.

Esperé paciente a que el resto se preparase, haciendo que mi pie repiquetease en el suelo mientras me apoyaba en la pared con los brazos cruzados. Cuando Rashaniel bajó tan... arreglado, me sentí un poco fuera de lugar. Yo nunca había estado en ningun evento social de alta alcurnia (de hecho apenas habia estado en un par de fiestas populares y solo porque pasaba por ahí) y no sabía muy bien cómo actuar, y menos aún, tenía ropa de gala. Tan solo había cogido ropa de más abrigo porque la temperatura había bajado, pero ésta era tan tosca como laque llevaba normalmente: oscura, sin decoración alguna, práctica y gastada por el uso.

Aprté la mirada del arreglado semielfo esperando a que el resto no fuese tan bien vestido como él. Cuando por fin marchamos hacia la casa del magistrado, me cubrí para protegerme del viento, pero también para esconder mi cara de disgusto. No me sentía cómoda con esta situación y no creía que nunca llegase a sentirme.

Finalmente, y tras unas presentaciones con demasiado contacto físico para mi gusto (cosa q probablemente se vio reflejada en mi cara, nunca había sido muy buena escondiendo eso) y un par de frases q me hicieron hervir la sangre, fuimos puestos a comer. Me mantuve callada durante toda la cena, hablando solo lo justo y necesario si alguien se dirigía directa y especialmente hacia mí. Había demasiada comida, demasiada bebida y demasiadas conversaciones. No era mi entorno. Yo era sobria, en todos los sentidos. Aunque debía admitir (a pesar de que nunca lo haría en alto) que la tarta de frutas de la mujer de Arlen estaba deliciosa, dulce, como a mí me gustaba. Eso probablemente mejoró mi humor temporalmente.

Cuando nos retiramos de la mesa y los niños se fueron a la cama, el magistrado nos ofreció más pago, como si no fuera suficiente. Empezaba a pensar que había gato encerrado. Nadie era tan generoso por algo tan absurdo. Nadie. 

Cuando Rash habló le miré en silencio, con expresión neutra. Ayer se quejaba de no ser pagado y ahora rechazaba esto. No sabía si esto tenía algo que ver con la conversacion con la sacerdotisa o conmigo, pero era un cambio interesante. No dije nada. Ya había ofrecido dar al pueblo las armas y armaduras gratis y alguno no parecia del todo contento, con lo que les dejaría a ellos decidir. Y en cuanto decidiesen, me iría a la cama. Quería silencio y soledad, por un rato...

Brand se pasa la velada comiendo y bebiendo con gran gusto, sin dejar pasar una oportunidad como esta para disfrutar de los placeres de la vida (el elfo, pese a lo que sus acciones durante el día hayan podido sugerir, era normalmente moderado en su hábitos alimenticios y no solía probar ningún tipo de alcohol si sospechaba que necesitaría su mente despejada para algo, lo que no hacia sino aumentar su disfrute cuando se podía permitir tales cosas y podía llevar a conclusiones equivocadas). Presta atención con una oreja a las palabras de sus anfitriones, pero el resto de su atención esta en otras cosas hasta que el ofrecimiento de Arlen y el inesperado rechazo de Rash le hacen volver a centrase en la conversación.

-Yo por mi parte no seré mal educado y aceptare esos regalos libremente ofrecidos, en particular las pociones -dijo Brand sin reparos por la impresión que podía estar dando, pero tomándose la molestia de gesticular a Rash que no se tomaba a mal sus palabras-. Las gemas pueden sernos útiles mas adelante, pero las pociones de sanación pueden resultar ser imprescindibles en los próximos días.

Tras despedirse de la familia de Arlen, Groland -como los demás- siguió a su anfitrión hasta las sillas que Ginia había colocado junto a los dos sillones. Como nadie parecía animarse a ocupar el sillón que el magistrado dejó libre, el guerrero se sentó en él. También aceptó, por educación más que por gusto, la copa que se le ofrecía. No parecía de mal humor, pero tampoco se mostraba muy alegre, pues la cena le había despertado emociones encontradas: por un lado, aquel enésimo banquete en honor del grupo (y en una casa elegante como aquella) no había hecho más que acrecentar sus sospechas sobre la extraña opulencia de Fairhill; por otro lado... Bueno: ¡un banquete es un banquete! Había comido con ganas y le iba a pasar factura, pero a Groland le gustaba la comida y no sabía cuándo volvería a estar frente a una mesa como aquella.

Además, lo que al principio le había parecido excesiva generosidad, poco a poco comenzaba a parecerle algo comprensible: al fin y al cabo, Groland, Kerri y los elfos habían recuperado para el pueblo una reliquia de la que dependía su prosperidad, y de un enorme valor simbólico para Fairhill además, y posteriormente habían liberado a de unos mortíferos vecinos. El agradecimiento era comprensible. Por eso, aunque el nuevo regalo le pilló de sorpresa, y aunque contribuyó inevitablemente a su paranoia, no le costó apoyar a Brand. Las pociones, particularmente, les podían ser de gran utilidad contra la mantícora.

Groland no entendió el repentino desprendimiento de Rash, pero no le dio mayor importancia: no era la primera vez que no comprendía los motivos de alguien. Además, aquello no era lo más llamativo del medioelfo aquella noche: las ropas que se había puesto, su aspecto refinado, sus movimientos, sus modales... Aquello era lo llamativo: parecía aristocrático. Groland no pudo evitar hacerse preguntas. “¿Qué sabemos realmente de él?” Que venía de Argluna, que su madre era elfa y su padre humano, que era un mago novel... Nada más. ¿Ocultaba el mestizo algún secreto?

Flowright, en cambio, era increíblemente transparente, incluso para alguien como Groland: una mujer dura, una superviviente, una descastada debido a su herencia inframundana, habituada a la vida en los caminos... Era obvio que no sentía muy cómoda con todo aquello. Groland se preguntó cuánto tiempo permanecerían juntos. Probablemente sólo hasta que hubieran solucionado lo del castillo. “Si consigo convencerles de que lo hagamos”, recordó con cierta ansiedad.

Esa había sido otra de las cosas que no le habían permitido disfrutar al máximo de la comilona. Otra había sido su aspecto, en la antípodas del de Rash: si el mago llevaba ropa impecable, elegante y abrigosa, el guerrero había tenido que conformarse con la ropa remendada, sencilla y ligera que llevaba desde que llegaron, pues sus prendas de abrigo habían quedado visiblemente chamuscadas después de que su mochila cayera en las llamas en las que casi se abrasan a él, la hermana Kerri y Brand, y no le había parecido digno asistir a la cena con ellas. Por suerte, la casa de Arlen y Ginia era cálida, hogareña y acogedora, y ellos eran unos excelentes anfitriones que no dieron muestras de percatarse de sus ropas... No como la niña, Sirya, que no había dejado de mirarle en toda la noche. Aquello le había fastidiado a Groland: no creía ir tan mal vestido.

Por eso durante la comida la había ignorado y había dirigido sus escasas intervenciones a los padres y al pobre Faxlen, aunque más bien había permanecido a la escucha. A este respecto, no le interesaron las expectativas de futuro del pueblo (sobre las que ya había oído hablar a Shandrill) ni las noticias sobre las empresas en tierras lejanas (no quería irse tan lejos). Con lo que se quedó fue con las noticias de piratas en la costa y con el pronóstico meteorológico de las montañas. Recordó lo que le había sacado a Tarnen sobre la hija de Voril y sacó sus propias conclusiones. De hecho, una vez aceptados y agradecidos los regalos, Groland aprovechó el talante receptivo de Arlen para preguntarle:

—Magistrado: respecto a lo que comentasteis antes sobre las tormentas y los pasos —comenzó, tímidamente—, si alguien hubiera partido hace unos días de Fairhill con intención de cruzar las montañas... ¿Creéis que habría encontrado problemas para hacerlo?

También le preguntó al magistrado qué opinaba sobre lo que decía la gente de unas desapariciones al norte de Fairhill y sobre la mantícora. Al día siguiente, Groland y los demás tendrían que despertarse temprano y no quería acostarse tarde, pero tampoco quería desaprovechar la oportunidad de sacarle información a aquel hombre.

La recepción fue muy formal, y actué según los cánones que tantas veces había leído en los libros, mi comportamiento fue recto y comí bien, sin pasarme o quedarme corta, la velada fue estupenda y nuestros anfitriones nos daban conversación a cada plato que llegaba. Al final de la misma se retiraron toda la familia menos el magistrado que nos dio las gracias por traer vivo a su hijo y por haber salvado al pueblo, era comprensible que se sintiera en deuda con nosotros, yo misma había estado a punto de morir y dos compañeros lo hicieron, su hijo podía haber sido uno. Al finalizar la velada nos ofreció dos pociones de curación y dos gemas, Rash paso de ellas, menos mal que mis otros compañeros estaban mas cuerdos o habían bebido menos y se sentían mas humanos que superheroes para rechazar tamaño regalo. por lo que digo:- Magistrado, gracias a usted por estas ofrendas, que serán bien utilizadas y el favor sera devuelto a Fairhill como Freya decida.

Tras la cena, en la que la mujer había disfrutado con la presencia glamurosa y modales de Rashaniel y la innegable aura de atracción de Kerri, os quedasteis solos con Arlen. 

Algunos de vosotros pudisteis apreciar durante la cena que la joven guardaba un arma debajo de sus ropas a la altura de la pierna derecha por la forma de tocársela una y otra vez durante la misma*.

Otros, se dieron cuenta del intenso interés que parecíais despertar en la "pequeña". Aunque la misma intentaba disimular, lo cierto es que le costaba cenar y concentrarse teniéndoos tan cerca. Os contemplaba a todos y cada uno de vosotros entre suspiros y miradas vidriosas, sin duda, paso previo a una ensoñación. Y aunque Groland no era lo que se dice un caballero guapo....ni siquiera muy ducho en cuestiones de protocolo, de alguna forma, la mirada de la joven siempre volvía a él, aún tras detenerse en alguno de vosotros. Finalmente, mientras se retiraban, algunos de vosotros os percatasteis de una última mirada acerada hacia el guerrero de pelirroja barba que durante gran parte de la cena la había ignorado y a todo el grupo en general.....y un ligero asentimiento ante sí misma, como si la joven hubiera tomado una decisión justo antes de cerrarse la puerta detrás de ella. 

También os percatasteis de que el padre de Syria se fijaba en las miradas de la misma hacia Groland durante la cena y levantaba la ceja izquierda un par de veces, mirando ora a uno, ora a otro, pensativo**. Parecía pensar que su hija estaba interesada en Groland...más de la cuenta. 

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Arlen contestó lo mejor que pudo, dadas las circunstancias...."No es molestia para mí recompensar a quien ha sido un aliado justo conmigo, joven Rashaniel, pero respeto tu opinión"......"al igual que respeto la de Maese Brand" añadió, unos momentos después, cuando Brand cogía las dádivas.....incluyendo una ligera reverencia con la cabeza a las palabras de Kerri, a la que sonrió abiertamente. 

El talante de Arlen se demostró al adelantarse Groland hacia el sillón, sentarse, coger una de las copas ofrecidas y lanzarse a preguntarle al magistrado....obviamente, el magistrado era un hombre que sabía, hasta cierto punto, disimular sus sentimientos. Groland no se había percatado de nada, así que preguntó al magistrado, a lo que éste contestó con una media sonrisa "No...problemas con nieve o pasos cerrados, no. Ahora, otro cantar sería hablar de posibles emboscadas de monstruos o bandidos que pudieran aprovechar los viajes que suele hacer la gente en éstas últimas jornadas de relativo buen tiempo para lucrarse....con sus bienes...ya fuera dados con consentimiento o cogidos de sus cadáveres fríos...".

Cuando Groland le preguntó sobre las desapariciones al norte de Fairhill, y sobre la mantícora, el magistrado asintió, sacando una pipa de madera de un pequeño y disimulado cajón en la mesita y encendiéndola, tras poner tabaco, para dar unas pocas chupadas y pasar a responder....."Precisamente sobre eso quería comentar...sé que han habido desapariciones, pero con todo éste asunto de los Orcos y demás, como comprenderán, teníamos otras prioridades. Ahora podemos centrarnos en ésas noticias y tratar de resolverlas. Sé que Fendrin ha estado quejándose a quien ha querido escucharle sobre que una mantícora se llevó a su familia, a su mujer y a su hijo. También han desaparecido algunos soldados de patrulla al norte de aquí, así como algún que otro aventurero. No creímos prudente seguir enviando gente para que desapareciera, al menos no hasta tener resuelto el problema de los Orcos, que, en mi opinión, podría estar detrás de esas desapariciones. Ahora que ya no están, podrían ustedes echar un vistazo...quizás no sea nada, pero....¿y si Fendrin tiene razón y existe de verdad una manticora que, hasta ahora, hemos ignorado por los terribles problemas que sufríamos con los Orcos? Si existe, bien es verdad que ella no se ha dejado ver. Según sé, son criaturas muy inteligentes y astutas, así que no me extrañaría tampoco. ¿Iréis a explorar aquella zona también? Si así es...en verdad sois una bendición para éste pueblo." 

Tras unas pocas caladas más y escuchar sus respuestas, el magistrado intuía, por sus caras y gestos, que estaban cansados...."Quizás sea hora de retirarnos....." 

Acompañandoos a la puerta de su casa, se despidió de cada uno de vosotros. "Ha sido un honor y un placer. Os deseo la mejor de las suertes para mañana". 

Cuando el magistrado respondió a su pregunta sobre el tiempo en las montañas, el cormyriense asintió, satisfecho. "Eso limita los problemas con los que pueden haberse encontrado", reflexionó.

Lo que dijo Arlen a continuación, sobre la mantícora y las desapariciones, resultó del máximo interés para el guerrero, que había albergado sospechas sobre la posible conexión entre ambas informaciones. Ante esta teoría, Groland no pudo reprimir un grave “Hmmmmmm...!” de interés. “La familia de Fendrin, soldados, viajeros... Una mantícora lo explicaría todo. Y lo simplificaría.” Las palabras de Arlen también le hicieron comprender por qué las autoridades no habían atendido el caso de Fendrin: los orcos habían sido un problema más urgente.

Finalmente, cuando el magistrado dio por satisfechas las demandas del grupo y les acompañó a la puerta, Groland le dio parcamente las gracias y un apretón de manos. Era hora de descansar.

Kerri se mantuvo expectante, escuchando con atención, sin corta la explicación, hasta que termino y dijo" seriáis una bendición", en ese momento Kerri sonrió a Arlen y dijo:- Magistrado, Freya quiso que viniera y la sirviera, por algo es, Así que mientras este pueblo tenga la protección de Freya, me tendrá a mi hasta que los problemas sean resueltos y mis servicios sean requeridos en otro lado. Cuando se despidieron lo hizo cortésmente y regreso a la casa para dormir las horas necesarias para recuperar sus fuerzas y materializar las energías mágicas que Freya le infundía y que se convertían en palabras que se trasformarían en efectos mágicos, pero debía descansar y hacerlo bien, esa noche no honoraria a Freya como Shandrill le había mostrado, y quizás tardara en hacerlo, pues había mucho que hacer por estos lares, o quizás no, solo el tiempo y Freya podrían saberlo.

El semielfo miró con cierta decepción cómo su compañero guardaba las pociones y gemas como si fuera un cuervo acumulando objetos brillantes. Cierta semejanza entre la actitud de Brand y su familiar resonó en la cabeza del mago, pero se calló la reflexión. Parecía que sus compañeros nunca tenían suficiente. ¿Era eso lo habitual en la vida de aventurero? ¿Acumular oro y tesoros como los dragones de las leyendas? Él sabía a conciencia de cuánto dinero disponían, y era más que suficiente como para que una familia viviera durante un año cómodamente. ¿De dónde sacaba Fairhill aquellas riquezas?

Sumido en sus pensamientos, no prestó demasiado atención a la conversación entre Groland y el Magistrado hasta que éste preguntó.

- Tenemos intención de investigar los acontecimientos relacionados con esa mantícora, mi señor – dijo tímidamente Rashaniel, ahora que la seguridad que mostraba se había desvanecido – es algo demasiado importante como para dejarlo pasar, y se ajusta a nuestras posibilidades como grupo.

Esperó que la matización fuera comprendida, ya que era una alusión a la otra misión que pretendían que cometieran, la de la leyenda del vampiro.

Escuché cada palabra en relación a las desapariciones y la mantícora pues podían ser útiles para malñana, pero al contrario que el resto, yo no dije nada. Había hablado mucho hoy, y comido, y descansado... Algo que no era lo que hacía yo normalmente, y por lo tanto, algo que (irónicamente) hacía que me sintiese exhausta. 

Viendo que al parecer la conversación había dado de sí todo lo posible y yo no era la única que quería marcharse (aunque desconocía los motivos del resto) y que el magistrado nos llevaba a la puerta, no dudé un instante en enfundarme bien en la capa y despedirme con un cortés pero corto "buenas noches". Cuánto antes terminase este día, mejor para mi cuerpo y en especial para mi humor.

Salís de la casa al aire frío de la noche, donde el corto trayecto hasta vuestro nuevo hogar hace que os despejéis un poco de los vapores etílicos que habéis consumido. 

Escucháis a lo lejos las voces de los guardias, comprobando el perímetro y asegurándose de que todo va bien. Todo está tranquilo. 

Agotados por el día tan largo, las comilonas y la bebida, caéis rendidos en vuestras camas a daros un sueño merecido....y reparador. Mañana será otro día. 

"¡Niña! ¡Levanta ya, que no son horas! Tienes que ayudarme con la compra y tenemos que limpiar, después tendremos que prepararle el almuerzo a tu padre y a tu hermano, para después ir a hacer unos recados al sastre y al viejo carretero Sangf, que debe traerme un encargo la próxima vez que salga de viaje, y todo eso sin olvidarnos de la colada, la comida y después.....después te daré más faena, ¡¡ que siempre estás pensando en las musarañas !! Venga...¡arriba!" 

Aún recuerdas la voz de tu madre de ésta mañana cuando te ha despertado de buena madrugada abriendo la ventana de par en par y dejando entrar la luz del sol y el sonido de la naturaleza...ha sido insufrible desde ése mismo momento. Parecía que le hubiera dado algo. Llevas toooodo el día trabajando sin parar, aunque al menos, tú puedes deambular por donde quieres, no como el pobre de tu hermano Faxlen, que está encerrado en su cuarto sin poder salir, por orden de tu padre.....aunque tú darías tu brazo derecho por haber vivido una aventura como la de tu hermano, en el castillo del viejo mago. 

Tu madre, Ginia, una mujer de apenas 1,65 cm, delgada y morena, con el pelo largo y recogido en una coleta por un lateral de sus hombros con varios enganches en ella, es una mujer hermosa a pesar de acercarse a los cincuenta inviernos. Suele vestir con elegancia, y sabes que es una seguidora incondicional de los modales de las cortes extranjeras....pese a vivir en un pueblo como Fairhill. Le ha insistido mil veces a tu padre para trasladaros a una ciudad más importante, como Puerta del Bardo....y tu madre puede ser realmente cansina cuando se lo propone. Pero tu padre, que además de ser un hombre testarudo, es bastante inflexible cuando se propone algo, de momento parece tener controlada la situación y echa mano de una enorme paciencia. 

Tu padre, Arlen, un hombre alto, de casi 1,88 cm, de unos 45 años y pelo negro, interrumpido por una franja gris junto a las sienes y una raya plateada en la corta barba. Lleva casi siempre un cetro consigo, de aproximadamente un metro de altura, hecho de madera oscura y robusta, cubierto por bandas de hierro. Tiene los ojos oscuros y mirada orgullosa, a la par que muy intensa, tanto, que parece atravesar a quien mira si se lo propone. Suele ir vestido con una túnica de color negro (su color favorito), con el cuello decorado con pequeñas cenefas de color dorado, así como el borde de las anchas mangas. Un cinturón (se lo regalaste tú) con un par de bolsas de cuero pequeñas en su parte derecha completan el atuendo, además de unas botas de cuero blando, de buena calidad. 

Pero a pesar de todo el trabajo, hoy ha sido un día muy excitante. A media mañana, cuando aún estabas con la faena de la casa, se han escuchado las campanas de alarma del pueblo, y te has asustado y te has excitado a partes iguales. Pero tu madre, inflexible, te ha dicho que había que seguir con la faena porque vosotras no podíais hacer nada, que era faena de los hombres del pueblo. A pesar de que lo has intentado, no has podido escabullirte, y eso que eres endiabladamente buena en ello, pero tu madre parece tener un "don" especial para saber cuando y por donde vas a intentarlo y siempre te hace "abortar" los intentos. 

Te has podido enterar, sobretodo por el amigo de tu hermano, Lannet, el mediano, que eran Groland, Arue, Rash y todos...que habían vuelto. Algo del ataque de un monstruo volador. Una sierpe, un dragón...no lo sabes muy bien, porque tampoco te ha dado tiempo a escuchar a Lannet, que hablaba muy rápido y ha salido corriendo hacia los establos, diciendo no se qué de "tener que hacer un viaje rápido, que enseguida volvía" con una sonrisa picaruela en sus labios. Tu hermano y él suelen hablar mucho desde la ventana de su cuarto, en el segundo piso, que da a la parte trasera y tiene algo más de intimidad, como se ve desde el otro lado de la tapia....pero Lannet suele subirse a la misma sin ningún esfuerzo. La gente del pueblo, sobretodo las comadres, le han contado a tu madre que traían consigo a un muerto y a Ariadne. Tú has pensado por un momento que igual era Ariadne la muerta...pero en realidad te ha sabido mal y reconoces que no es el pensamiento correcto...por mal que te caiga la zorra cantadora esa. Luego te has asustado un poco porque no sabías exactamente quién era el muerto...pero seguías sin poder salir. 

Y ahora tu padre, que se acaba de reunir con el Capitán Baran en casa para hablar de lo sucedido, te ha pedido que vayas a por unas viandas a la posada, la cocatriz. ¡¡POR FIN!!.

 Bueno...Glarian siempre te ha caído bien...aunque sea una chivatilla de tu padre....simplemente sabes que lo que no quieras que se entere tu padre, no debe saberlo ella. Es fácil. Y entiendes que ella lo hace porque cree que es lo correcto..otra cosa es que lo que ella crea que es "correcto" no case con tus intereses. 

Intentas echar la vista atrás en éstos pocos días......desde que han llegado los llamados ahora mismo..."héroes de Fairhill".....¿qué ha sucedido en estos tres o cuatro días? Ha sido todo muy rápido....tratas de recordar...de poner tus pensamientos en orden....¿cómo te sientes por ello?*

Menudo día llevaba... su madre no le había dejado ni a sol ni a sombra y todo intento por escabullirse había sido en vano. Lo cierto es que mientras hacía todas las tareas encomendadas, Sirya se presentaba de bastante mal humor. Tenía envidia de que su hermano hubiera sido capaz de irse a la aventura una vez más. Le habían pillado, sí, pero desde luego fijo que había merecido la pena. No varió su expresión de niña contrariada y ésta cada vez se acentuaba más; con cada intento de salida estropeado por su madre.

¡Y para colmo Groland había vuelto al pueblo! Bueno, Groland y el resto de sus compañeros, claro. ¡Pero sobretodo Grolan! Con solo saberlo su imaginación voló a lugares donde el prado estaba perfecto y el aventurero corría en su dirección dando pequeños saltitos. Poco realista a decir verdad, pero Sirya era así cuando dejaba volar su imaginación.

Al ver que cada plan de huida fracasaba, comenzó a sentir estrés, lo que la llevaba a actuar de manera... algo extraña. En una de las ocasiones su madre la pilló a punto de saltarle - literalmente- a uno de los sirvientes de su padre por la espalda.

Pero ahora... ¡ahora por fin la enviaban a la Cocatriz! ¡Después de horas de duro trabajo al fin obtenía una recompensa! En esos momentos no envidió a su hermano, ahí, encerrado hasta a saberse cuando. Exhibió para sí una medio sonrisa pícara, se arregló como pudo el pelo y no esperó ni dos minutos para salir corriendo a la posada. Sabía cómo era su padre y quizás terminara por cambiar de opinión pronto.

¿Qué habrán conseguido esta vez? ¿Derrotar a más orcos? En estos cuatro días han pasado muchas cosas. Nuestro pequeño pueblo, protegido por el Crisol y por Shandrill de toda amenaza, fue atacado. Hubo muertes y lo cierto es que creció el caos. Luego adivinamos que se trataba de orcos. Éstos habían matado a tres guardias y se llevaron el Crisol. Pero Groland y sus compañeros lo recuperaron. Mi hermano les ha ayudado a ir al castillo, ¡qué envidia! porque se rumoreaba que los orcos se escondían allí, en el castillo del mago. Fueron a buscar a la hija del herrero, ¿no? Esa que dicen que ha sido secuestrada pero seguro que se ha ido con el bardo tan atractivo... ¿qué habrán logrado? ¡No puedo esperar para enterarme!

Saliste de la posada, siendo recibida por el aire gélido y la lluvia que caía fuerte y tenaz. Los relámpagos caían sin cesar, en una tormenta que hacía tiempo que no veías, aunque hace pocos días ya hubo otra tormenta menor. Los truenos te acompañan en tu camino de vuelta a casa, ahogando el sonido de tus furiosos pasos. Tu padre te ha dejado en ridículo de nuevo delante de todos, sobretodo delante de Groland y...del resto. Al menos Jerinor ya no estaba allí. 

Te pareció ver una sombra fugaz en un recodo del camino, pero seguramente había sido tu vista...o tu imaginación. ¿Verdad? Aceleraste el paso, sintiendo como el corazón te bombeaba más rápido a cada momento. El miedo dio alas a tus pies. 

Finalmente llegaste a casa, donde te peleaste con la llave durante unos momentos, nerviosa porque estabas segura de que habías visto algo a tu espalda. Cuando estabas abriendo la puerta, una pequeña mano se posó en tu brazo..."Eh, pequeña...no corras tanto, que tu tío no tiene las piernas tan largas..jeje..¿Tienes buena vista, eh? No quería asustarte, pero con ésta lluvia tampoco tenía ganas de estar mucho rato fuera." 

Era tu tío, Lannet. 

Vestido con su gris capa élfica te costaba distinguirlo del resto del empedrado de la calle, y sus pasos habían sido tan silenciosos que casi te da un vuelco el corazón al notar la mano en tu brazo. "Tranquila...no soy un fantasma...jeje..mira, te he traído algo. Sé que quieres irte, así que te traigo un regalo de buena suerte." 

Te entregó un paquete envuelto en una tela y atado con cuerdas de cuero que pesaba un poco. "Ten cuidado, Sirya. Recuerda lo que te he enseñado. No se puede matar lo que no se puede ver...y si te oyen venir, que sea para escuchar su muerte. Si te ves superada, huye. Más vale huir y tener la opción de luchar otro día. Y no hay nada que merezca arriesgarse...excepto una buena joya o una bolsa bien grande de platino...jejeje..." 

Con delicadeza, te dio un abrazo y se despidió de ti, alejándose en la oscuridad. "Adiós...que la gracia de Freya y Olidammara te acompañen."

Durante un momento contemplaste como se alejaba, sintiendo varias emociones a la vez. Tu estado emocional bailaba de un punto a otro de la pirámide....

Apenas habías dejado la capa mojada en el perchero de la entrada y dado cuatro pasos dentro de casa, cuando la puerta se abrió de nuevo a tu espalda. Tu padre entraba justo detrás de ti. Al parecer, los momentos que habías perdido dando una vuelta de más para enfriar tu ánimo, además de la escueta conversación con Lannet y tu posterior momento mirando por donde se había ido y sopesando sus palabras, le había dado tiempo para cogerte. 

"Espera, tenemos que hablar de esto." te dijo, quitándose la capa y dejándola en la entrada. Durante un momento, se quedó mirando el paquete que tenías entre las manos, suspirando profundamente. "Hazme caso por una vez, Sirya, no montemos una escena a estas horas. Ven al comedor a calentarnos en la chimenea y hablemos ésto como....adultos". La última palabra le había costado aproximadamente dos segundos y una vida entera decirla. 

Al llegar al comedor * se sentó en uno de los dos sofás de una plaza que habían justo delante de la encendida chimenea, con la mesita redonda en medio y un juego de pipa, tabaco y yesquero encima. Cogió la pipa y la cargó, encendiéndola con una ramita que sacó de entre las llamas. El calor de la chimenea inundaba el comedor, haciendo agradable la estancia. 

"Cariño....sé que a veces soy muy pesado, y que...que soy muy estricto. Pero debes saber que todo lo hago por vuestro bien. El tuyo y el de tu hermano" alzó una mano pidiéndote silencio unos momentos mientras continuaba, preveyendo tu reacción. "Sí, lo sé, tú no opinas igual. Ya me lo has dicho en múltiples ocasiones." Aspiró de la pipa mientras pensaba un momento. 

"Tu madre y yo hemos hablado...sobre ti y sobre tu hermano. Ambos tenéis ganas de conocer mundo, de explorar, de ser independientes, sólo los dioses saben lo mucho que me aterra el veros ir. Me gustaría que permanecierais a mi lado para siempre. Soy egoísta, lo sé, pero sois todo lo que vuestra madre y yo tenemos, lo que más queremos". 

Desde luego, era la primera vez que tu padre se mostraba tan franco y directo contigo. Intuías que algo había cambiado. 

"Al parecer, tu hermano de momento se queda en casa, lo he convencido de que tiene cosas que aprender aún, y voy a darle un cargo para mantenerlo ocupado y que se sienta responsable." respiración, chupada a la pipa y humo fuera. "Es posible que algún día me arrepienta de decir ésto, pero, con todo es una posibilidad, grande o pequeña, puede suceder o no. De lo que sí que tengo la certeza absoluta es de que si no te lo digo, me arrepentiré siempre." tu padre se paró un momento para coger aire. 

"Sólo te pido que no te vayas para siempre. Éste es tu hogar, y siempre puedes volver, cuando quieras. Ten mucho cuidado ahí fuera, y...si la experiencia de tu padre sirve de algo, no te alejes mucho de ése grupo de gente. Tienen a Freya de su parte, y son capaces y buenos, aunque ellos no son conscientes aún.". Se quedó en silencio, mirando a las llamas mientras respiraba por su pipa y esperaba tu contestación.

Lo había dicho. Le estaba dando permiso para irse. 

¡¿Qué se habían creído?! Habían continuado tratándola como una niña durante toda la noche, ignorándola y poniéndola trabas y excusas para evitar que les acompañara, sobre todo el bruto de Groland. ¡Pero si incluso había demostrado lo que valía...! Cada vez estaba más cabreada con él, definitivamente era un burro con mal gusto e incapaz de ver lo buena que ella era. ¡Pues él se lo perdía! Como se fueran sin ella se iba a enfadar y no se lo perdonaría... ¡Y a su padre tampoco! Justo había llegado cuando estaba a punto de convencerlos, haciéndola parecer aún más cría. No se daba cuenta de que ya tenía quince años, ¡casi dieciséis!, y que no podía tratarla así. La vida era super injusta con ella, pero se iba a ir, aunque tuviera que hacerlo sola; las lágrimas que ahogaban sus ojos y amenazaban con cubrir sus mejillas no eran de miedo ni de pena, sino de rabia y frustración. 

Y es que ni siquiera pensar en su tío la ayudaba a quitarse aquella sensación. Él era el único que la entendía, que comprendía sus ganas de vivir aventuras, ser una heroína -¡y una princesa también! ¿Por qué no?-, y ver el mundo. Había aprendido bien, pero los demás no querían verlo, sólo Lannet lo hacía. Aquél regalo era prueba de ello; aunque no sabía aún lo que era, estaba segura de que le encantaría, siempre acertaba. 

Estaba a punto de subir corriendo a su habitación para abrir el paquete, cuando el sonido de la puerta al cerrarse -de una manera mucho más suave de lo que lo había hecho ella- se escuchó a su espalda. Supo sin mirar que era su padre, que había logrado alcanzarla, y se giró con un gesto a medio camino entre un enfado infantil y una orgullosa indignación. Arlen pareció averiguar rápidamente sus intenciones, y trató de apaciguarla sin mucho éxito antes de que se pusiera a gritar o saliera corriendo. No quería saber que le tenía que decir, y si estaba pensando en volver a azotarla como castigo, ¡lo llevaba claro!, pero aún así le siguió al salón, refunfuñando por lo bajo.

Una vez frente a la chimenea, disfrutando de la cálida sensación que allí sentía -aunque no iba a aceptarlo- se sentó en el otro sofá, encogiéndose todo lo posible mientras ponía los pies por debajo de su cuerpecito, se abrazaba las rodillas que apoyaba contra el pecho y prácticamente se hacía una bola. Luego atendió a su padre, mordiéndose la lengua en ocasiones pero no por ello dejando ver sus gestos de desagrado, intercalados con alguna sonrisilla divertida o irónica y, finalmente, abriendo los ojos como platos, sorprendida ante aquello. No era lo que esperaba, jamás habría imaginado que su padre pudiera decir aquellas palabras, pero lo había hecho; no era un sueño, no era su imaginación, acababa de darle permiso para irse con aquél grupito de héroes, y no sólo eso, su beneplácito seguro que les obligaba a aceptarla si querían seguir sus aventuras por aquella zona. 

Más rápido de lo que creía capaz saltó del sillón y se lanzó contra su padre, abrazándole durante un minuto y dándole un beso en la mejilla antes de volver a levantarse, saltar, y salir corriendo hacia las escaleras. Sólo se detuvo para volver atrás, recoger el regalo que se dejaba en el suelo, y volver a correr a su habitación antes de que cambiara de cambiara de opinión. Ya estaba en su cuarto cuando se dio cuenta de que no había respondido nada, estaba tan emocionada que no se había acordado de responder, pero estaba segura de que lo entendería, y que sabía que volvería allí; de todas formas, tampoco iba a alejarse mucho de momento.

Pensaba en eso mientras habría el ligero paquete viendo lo que su pícaro tío le había comprado, impaciente y haciéndose un montón de ideas en su cabeza. Cuando terminó de abrirlo, supo que iba a encajarle perfectamente y, sin poder esperar un sólo segundo, se puso la armadura* para mirarse al espejo con ella. Una sonrisa pícara y llena de intenciones asomó a sus labios mientras se miraba, dándose cuenta de que iba a viajar con Groland, ¡y qué cara se le iba a quedar cuando la viera! Seguro que olvidaba a aquella estúpida de Jerinor, ¡jum!

La armadura que su tío Lannet le había regalado le sentaba estupendamente, como un guante*, aunque mientras se la probaba volvió a pensar en su padre que simplemente había esbozado una pesarosa sonrisa mientras su hija se le tiraba encima y le besaba. Así era ella, impulsiva y cabezota. El hombre negó con la cabeza mientras la veía subir las escaleras de dos en dos con el paquete entre sus manos. 

Con la excitación de lo venidero, a Sirya le costó dormirse, pero a pesar de eso, se levantó casi pronto, cuando aún era media mañana. No se había dormido, sólo estaba cogiendo fuerzas para la gran aventura que le venía encima. Claro está que ahora le tocaba vestirse y prepararse a toda velocidad, porque quizás Groland y el resto decidían irse sin ella....

Mientras se vestía, le vino una pregunta a la cabeza ¿Cual sería su siguiente paso ahora?**

Cuando despertó a la mañana siguiente, o más bien se levantó, ya que no recordaba haber dormido en toda la noche, tardó menos de un suspiro en preparar todas sus cosas, más o  menos como si fuera directa a la guerra o se acercara al fin del mundo. Lo primero que hizo, por supuesto, fue volver a ponerse el regalo de Lannet; con aquella armadura que encajaba en ella de manera perfecta -casi podría pensar que su tío había tenido la consideración de encargarla a medida- se sentía tan exultante como maravillada por el futuro que tenía ante sí. 

Bien era verdad que perdía un poco de su gracia natural así vestida, pero cuando terminó de ceñirse las ataduras y colgarse después la espada corta al cinturón y la ballesta a la espalda, supo que no importaba. Mientras se miraba al espejo, recordándose una vez más lo preciosa que era, pensaba en las leyendas sobre las hermosas y salvajes amazonas y valquirias, más poderosas que cien guerreros y cuya belleza hacía que ningún hombre pudiera apartar la vista de ellas. Ella era, si lo pensaba bien, como una versión en miniatura -y algo más escurridiza- de esas poderosas mujeres. Groland se iba a arrepentir de haberla tratado con ese desprecio, cuando la volviera a mirar iba a tener que arrastrarse para recuperar su atención. Y a... "Jerinor", pensó mientras repetía con rintitín  el nombre de la guardia en su cabeza, "¡Jum!", no sabía que le haría pero algo seguro. Ella si que iba a desear no haberla tratado como una niña pequeña. 

Al final, entre arreglarse, peinarse -pues ser una gran heroína no tenía que significar ir como una vagabunda-, y volver a repeinarse de otra manera distinta -solo por si acaso-, tardó más de lo esperado en salir de su habitación y bajar de nuevo las escaleras, gritando el nombre de sus padres y su hermano para que fueran a verla y despedirse de ellos* por el momento, aunque no quiso tardar mucho en ello, en parte porque tampoco esperaba estar demasiado fuera -sabía que ahora que su pueblo era el punto de reunión y operaciones del grupo de aventureros volvería si o si-, y además porque no quería que aquellos desagradecidos se escabulleran sin ella, ¡que les veía capaz!

Así que en menos de dos horas, un tiempo más que razonable para una señorita de su categoría, estaba ya corriendo con los nervios a flor de piel hacia donde se alojaban sus nuevos compañeros**, que ahora la aceptarían sí o sí, y le darían las gracias incluso. No tardó mucho en llegar, pero eso sí, se aseguró de estar presentable antes de entrar.