Partida Rol por web

El mediano se defendió con vehemencia, sonaba razonable...hasta que puso esa carita inocente.

Su afirmación de que no había tocado nada, chirrió en tus oídos de elfo. Te pareció más falso que un Dragón* de madera pintado de amarillo. "Ha cogido algo." pensaste.

Te pareció ver un movimiento imperceptible de la mano izquierda del mediano hacia un pequeño saquito que colgaba de su cintura, que corrigió inmediatamente. "Ahí".

Los ánimos parecían calmarse en esos momentos....

¡¡ Y allí estaba !! Justo recordaste uno de los pasajes leídos en "Métodos contra los hijos de la noche.":

- ...."y he descubierto que no aguantan el olor a ajo, un área delimitada con ristras de ajos es un área segura contra un vampiro. Odian los espejos, así que puedes mantenerlo alejado de tí mostrándole uno, o un símbolo sagrado de tu Dios. Es muy difícil matar a una de éstas criaturas. La luz directa del sol les puede destruir, así como una buena estaca de madera clavada en su corazón. Las malas lenguas dicen que cortándole la cabeza y llenándola de obleas sagradas o el equivalente, también surtiría efecto....pero...¿quién no se muere si le cortas la cabeza?"

¿Así que Lannet se había llevado algo más? ¿Qué podrías ser? ¿Quizás algunas gemas fáciles de esconder? ¿Algo de oro? Él estaba dispuesto a pagarle por los servicios prestados, pero la mentira era algo muy feo, sobre todo considerando que había un practicante de lo arcano capaz de discernir la realidad. Le demostraría que con un descendiente de los Lianode´wa no se jugaba.

Mientras Groland se ufanaba en demostrar que era el más cabezota de la comarca, Rashaniel empezó a mover los dedos mientras invocaba uno de sus conjuros más sencillos, y que sin embargo, le había resultado más útil a lo largo de sus aventuras.

Y...¡discusión al canto! Syria no podía participar en tal enfrentamiento, ya que ni conocía muy bien de qué estaban hablando ni se veía tan unida al grupo como para entrar en tal conversación. ¡Si ni siquiera la habían aceptado aún! Pero daba igual, porque les seguiría, quisiera Groland o no. ¡El mundo era libre!

Así pues, con la barbilla apoyada en las rodillas, mal sentada ahora en el asiento, permaneció atenta, escuchando a ver cómo acababa el asunto. Si no se montaba una buena pelea en La Cocatriz sería porque temían más el enfado de la tabernera que el de cualquier otra persona.

¿Lo bueno? Que el asunto de si debía acompañarles o no había quedado en un segundo plano. Quizás incluso podría convencerles de que habían accedido durante aquella refriega. 

Malhumorado, cruzado de brazos, Groland empezaba a impacientarse. Al ver que Sirya no tenía ninguna intención de ponerse con aquel cofre, el guerrero frunció el ceño.

—¿Qué pasa, muchacha? ¿Se te ha roto una uña? —ladró despectivo—. ¿No querías probar lo buena que eres? Ábrelo si puedes, venga. —Soltó un bufido y volvió la vista hacia la ventana golpeada por la lluvia.— O si no, podemos lanzarlo al río y mirar cómo lo intentan las truchas...

Y de nuevo Groland se dirigió, con su ya habitual rudeza, a ella. Syria pegó tal respingo al salir del ensimismamiento que se desequilibró de la silla. Pero por suerte no cayó al suelo. Miró a Groland con ofensa, ya que se estaba dirigiendo de nuevo como "niña". ¿Todavía estaba con esas?

Muy bien. Le enseñaré que la "niña" es más útil que cualquier espada.

Sacó sus objetos de gran calidad y miró la cerradura, examinándola detenidamente. Necesitaba concentrarse, ahora presa de cierto nerviosismo por ser el centro de atención. Si fallaba ya podía olvidarse de unirse al grupo. 

Confía, Syria. Cerraduras más difíciles has abierto.

Y tras respirar hondo, tranquilizando el pulso y la respiración, intentó abrir el cofre. La segunda prueba de fuego.

Mientras hablaban y daban su opinión sobre Lannet, Rashaniel pudo otear el interior del saco con las ropas ensangrentadas. 

Obviamente, eran los ropajes de alguien, con manchas de sangre y diversos agujeros de dientes, zarpas o algo largo y puntiagudo, agujeros similares pero más pequeños que los de la armadura. Seguramente sería el hatillo de algún aventurero errante donde llevaba las mudas, y había servido de "objetivo" de prácticas para los lanzamientos de las púas de las crías una vez el aventurero había sido....consumido.

Entre las destrozadas e inservibles ropas, sin embargo, había una capa que se mantenía sin ningún tipo de deterioro, garrazo o agujero. Un par de manchas de sangre oscura y seca afeaban las puntas, pero no era nada que no se pudiera limpiar, por el resto, estaba bien....y lo mejor de todo, tenía un brillo mágico revelador a ojos de Rashaniel, cuyo conjuro ya comenzaba a declinar, no aguantaría mucho más. La escuela a la que pertenecía el conjuro que estaba en la capa, era de abjuración, estaba seguro. 

Cuando metes tus herramientas (ignorando las que te ha ofrecido Lannet), lo primero que te percatas es que la cerradura es de las buenas, has practicado muchas veces con tu "tío Lannet" y sabes que éstas eran muy, muy complicadas de abrir. A pesar de ello, te pones con toda tu alma, y enseguida te das cuenta que la cerradura ya estaba abierta, pero que ha sido "cerrada" de nuevo con habilidad y dejada de tal forma que con un simple movimiento de muñeca la puedes abrir.

Miras de reojo a "tío Lannet" y te guiña un ojo sin que nadie se percate. 

Cuando dice "Además, te juro que no he tocado nada." sabes que está mintiendo descaradamente a Groland y al resto, pero te das cuenta que lo está haciendo adrede para atraer la atención sobre su persona, y no sobre ti, al parecer, se está "inmolando" para que tú tengas éxito y puedas hacer ver que la has abierto tú. 

Recuerdas las veces que, entrenando juntos, le has confesado tus ganas de ver mundo, de ser partícipe de una aventura...y las miradas silenciosas que él te dirigía, como sopesando todas y cada una de tus palabras. 

Sabes que Lannet no es de fiar por completo, pero, estás segura que a ti y a tu hermano os tiene un aprecio especial. "¿Por qué?" preguntaste más de una vez, pero nunca te lo dijo...por mucho que lo intentaste. 

Arue, trasegando su...¿cuarta?, ¿quinta? cerveza, siguió callada mirando hacia el mediano, entrecerrando los ojos e intentando enfocar bien. No debía haber mezclado el vino caliente con cerveza...ahora todo comenzaba a darle vueltas.

Cuando el resto quisieron darse cuenta, Arue estaba hecha una bolita con las piernas encogidas encima del banco que hacía las veces de asiento, bien agarrada a su jarra, que había derramado la mitad de su contenido en el suelo. "Que tre froten, Kerri..." dijo, entre susurros somnolientos. Al poco se pudo escuchar su respiración acompasada, que indicaba que estaba descansando placenteramente. 

La comida, el vino caliente, la cerveza, el calorcito del fuego en contraste con el frío de fuera, la cháchara interminable...todo eso había sido demasiado para ella, y total, tampoco tenía nada urgente que hacer...

Mientras Arue comenzaba a dormir la mona, Sirya intentaba abrir la cerradura, que presentaba un aspecto de una calidad excelente. Al parecer, la cerradura se resistía, pero la joven muchacha no cejaba en su empeño, eligiendo entre sus herramientas un par de hierros delgados terminados en puntas con ángulos, que intercambió por los que estaba usando, como calibrando el grosor.

Lannet asentía, conciliador, a las palabras de Rashaniel y de Kerri, manteniendo sus manos en la mesa, a pesar de que al dejar la bolsa con las treinta monedas, tuvo intención de cogerla, pero se contuvo. "Bueno, es cierto que ha sido una locura, debo reconocerlo, pero...digamos que quería seros de utilidad. Me caéis bien y además, tengo mis razones para ayudaros." explicó, de forma sucinta.

Aguantó, estoico, las palabras de Groland, con la sonrisa en la boca. "¿Ves? hablando se entiende la gente, no hace falta gritar. Sin problemas. Pillo la indirecta, grandullón. Lo tuyo es tuyo y tú te encargas de tus cosas. Perfecto.", pero frunció ligeramente el ceño cuando Groland atacó, sin mucha consideración, a Sirya. "Eh...tampoco hace falta ponerse desagradable con ella. La cerradura es de buena calidad. Se gastaron un dineral con eso, pero estoy convencido de que ella puede." le dijo al Cormyriano, animando a Sirya.

Rashaniel rebuscaba dentro de un saco lleno de ropajes ensangrentados, mientras Kerri parecía concentrada al máximo en aquellos momentos intentando recordar algo...

Glarian salió de la zona de la cocina, donde hacía breves momentos se habían dejado de oir los sonidos de los cacharros, al parecer, había estado bastante ocupada y no se había percatado de nada de lo que había pasado en el comedor. Con diligencia, pasó por la mesa contigua donde se habían apartado los platos y vasos usados y mientras recogía contempló, con una ceja levantada y semi-sonriente, a Arue, que dormitaba con la jarra colgando de sus dedos. Recogió la jarra con cuidado, resoplando ligeramente "Creo que ella está ya para el arrastre. Mejor lo recojo todo y os dejo tranquilos."

La semi-elfa se acercó a la chimenea, lanzó un par de troncos más y tras cerrar la puerta de la cocina, se retiró escaleras arriba. "Ya sabéis...si necesitáis algo, estirar una vez de aquella cuerda", dijo, señalando una cuerda que colgaba al lado de la barra, pegada a una columna de madera. "Cuando os vayáis, dad tres tirones seguidos y así bajaré a cerrar la puerta. Buenas noches...que Freya os protega, amigos.". La posada, vacía a excepción de vosotros, ya no daría más trabajo a la posadera por hoy.

Al parecer, no pudo resistirse a añadir algo más "Sirya, igual deberías irte a casa ya, es tarde y quizá tu padre esté preocupado...". En el tono de la semi-elfa se notó que intentaba imprimía algo de persuasión en sus palabras.

Tras eso, subió las esceras, desapareciendo en el pasillo del primer piso.

No les había dado ni tres minutos para seguir discutiendo cuando Syria les mostró el cofre abierto. Les miró a todos con confianza y cara de superioridad. Si es que... mira que darle a abrir algo tan sencillo... se sopló las uñas y las abrillantó en su camiseta un par de veces al tiempo que decía:

- Sencillito.

¿Qué? Ahora no os quedan excusas para llevarme con vosotros.

No miró a nadie en particular, concentrada como estaba en la limpieza de sus uñas, esperando las exclamaciones de sorpresa y las felicitaciones.

Pero entonces la enviaron a casa. ¡Ni hablar! No volvería a pisar esa casa nunca más. 

- No, gracias. Estoy bien y seguro que no está preocupado.- pero la semi-elfa podía tener razón. A lo mejor se metía en algún lío si no acudía pronto...

¿Y qué? ¿Acaso no me voy a ir de aquí para siempre?

Su tío era el mejor del mundo. Lo cierto era que agradecía la ayuda mostrada y siempre se acordaría de él. A diferencia de sus padres él sí comprendía las necesidades de Syria. Salir... conocer mundo... ¡y no volver a ser castigada por cosas que ni siquiera recordaba haber hecho!

Sonrió ligeramente en señal de agradecimiento y aprovecharía aquella oportunidad. Jamás contaría que el cofre estaba abierto.

Mientras la chica se peleaba con la cerradura, Groland aprovechó para observar a su compañero Rash y lo que quiera que fuera lo que había encontrado. ¿Por qué Lannet había considerado valioso un puñado de ropas ensangrentadas? También se despidió de Glarian y le dio las buenas noches.

La destreza con la que Sirya se desenvolvió con la cerradura hizo que Groland tuviera que reconocer internamente que la chica tenía dotes, pero eso no se tradujo en un elogio o una disculpa. En su lugar, el cormyriense soltó un tímido bufido de desprecio, como para no llamar mucho la atención. O quizás para no despertar a Arue. Miró a la drow con envidia.

—¿Y bien? —preguntó, inclinándose hacia el cofre cuando éste estuvo abierto—. ¿Qué hay ahí?

Kerri estaba ensimismada en sus pensamientos y no se percato de que abrieran el cofre, ni de la pregunta de Groland, tampoco se acordaba de cuando pregunto a Rash por la bolsa ensangrentada, solo estaba recordado algún pasaje de vampiros, al final miro al resto con un brillo en los ojos y sin que la conversación tuviera nada que ver con lo que estaba pasando en la mesa dijo:- No aguantan el olor a ajo, así que deberíamos comprar una ristra de ajos cada uno para protegernos, si las unimos y las ponemos en el suelo no pueden atravesarlo al parecer. Odian los espejos, así que habrá que comprar uno para cada uno, mostrándoselo, dicen que se alejan, o en su defecto un símbolo sagrado como seria mi caso, par matarlas seria aplicar luz directa del sol, por lo que tendríamos que ir de día, y usar los espejos para meter el sol del estertor dentro de su recinto, también estacas clavadas en el corazón acabarían con el, hay gente que menciona que cortándole la cabeza y llenándola de obleas sagradas o el equivalente, se le mata, pero no tiene mucha credibilidad, aunque quien resiste sin cabeza?

De entre las desgarradas ropas del zurrón, Rashaniel sacó una especie de capa que, sorprendentemente, había sobrevivido al destrozo provocado por la Mantícora y sus crías. Sus ojos brillaron con el resplandor del reconocimiento, aunque su ceño se frunció porque había algo que desconocía, o que no encajaba. Y si algo había demostrado Rashaniel, era que detestaba no saber algo.

- Esta capa... es mágica. Ha respondido a mi hechizo de detección, pero exactamente no sé qué propiedades tiene- miró a sus compañeros - Y nunca es buena idea usar un objeto sin conocerlo a fondo. Kerri, ¿sabrías decirme si está maldita? ¿Posees esos conocimientos*?

Sirya abrió el cofre con un gesto triunfal en la cara y una sonrisa de oreja a oreja. La cerradura era de las complicadas, pero sin embargo, lo había conseguido. El interior del cofre estaba forrado con terciopelo dorado, y el fondo era una pequeña almohadilla del mismo color sobre el que descansaban 4 objetos. Un libro con las tapas marrones y desgastadas y un intrincado dibujo que apenas se podía ver:

Un par de dagas:

Y una poción con una etiqueta donde ponía algo en un idioma extraño* "Laraek Valos":

Mientras tanto, Rash sacó una capa de entre las ropas ensangrentadas del saco, con las puntas de la capa oscurecidas con sendas manchas sangrientas, pero por el resto, intacta y en buen estado:

Lannet rompió el silencio que se formó mientras todos contemplabais los objetos..."¿Véis? Os dije que era buena. " La sonrisa de Lannet era casi idéntica a la de Sirya. "Así que....ajo, espejos y estacas. Bueno...suena bien. Me apuntaría, pero tengo cosas que hacer, bueno, a menos que me digáis que me necesitáis también, si me lo decis, voy." Mientras tanto, cogió la bolsita que le había tendido Kerri y se la guardó con tranquilidad dentro de la capa.

La noche, poco a poco avanzaba. Ya se había sobrepasado la hora de la cena de sobras, y se acercaba la medianoche. **

- Me costará un tiempo saber qué hace cada cosa... a no ser que alguno las reconozca de leyendas o así - dijo, apoyando las manos sobre la mesa. Luego cogió el frasco con cuidado y leyó la etiqueta - Laraek Valos... esto es idioma de dragones... qué inusual. Veamos... Laraek era esto... pero conjugado así...

Había dejado la capa sobre la mesa, pero se le veía contento. Tras el enfado infantil que cogió tras la leve discusión con Shandrill sobre la entrega de objetos para las misiones, ahora tenía la oportunidad de poner sus manitas en algo realmente "mágico" y que no fueran sus conjuros. 

Porque tenía claro que con algo se iba a quedar.

Tu conjuro sigue activo, así que lo centras en los objetos del interior del cofre. Tres de ellos se te presentan con auras mágicas que se van diferenciando poco a poco entre sí. El libro, una de las dagas (la de las gemas azules) y la poción.

El objeto que presenta el aura más poderosa es el libro, que desprende un aura de evocación fuerte, cosa que te impresiona sobremanera, pues no esperabas encontrar un objeto tan poderoso abandonado en una cueva de mala muerte. Casi solapa el aura de los otros dos objetos, la daga desprendía un aura de evocación débil, y la poción desprendía un aura de transmutación débil. En la poción ponía en Dracónico "Encantar Arma", que, tras un pequeño esfuerzo mental*, dedujiste que se trataba del equivalente al conjuro "Arma Mágica", con lo que te cuadró con el aura que desprendía, pues ése conjuro era de la escuela Transmutación. El líquido oleoso de dentro de la poción era un aceite, sin duda.

La otra daga no desprendía magia, por lo que, abrumado como estabas con las demás auras, estudiando sus intensidades, las escuelas a las que pertenecían...la ignoraste.