Partida Rol por web

-Lo justo por lo que les hemos ofrecido Groland, te lo puedo asegurar- dijo Brand sonriente mientras agitaba una bolsa tintineante y llena.- noventaicuatro dragones para repartir entre tres, no algo demasiado malo por unos escasos cinco minutos de combate.

Abriendo la bolsa y sacando la mayoría de su contenido, el hechicero divide y cuenta dos montones, que reparte entre sus compañeros.

-Tomad, yo me quedo con treinta y vosotros con treinta y dos dragones cada uno, y cuando os paséis por el templo recordad hacer una ofrenda en mi nombre.

Rashaniel se sorprendió de tener tantísimo dinero encima y al instante se lo guardó, mirando a todos lados. La sutileza no era lo suyo, desde luego, pero el muchacho estaba más preocupado por los ladrones y salteadores que de guardar las apariencias. Cuando llegaron hasta el cruce de calles y vio el templo, pensó que quizás sería una buena idea presentar sus respetos a Corellon Larethian en aquel lugar por llevarle hasta un grupo tan amistoso.

- ¿No vienes a presentar tus respetos a Corellon? - respondió a Brand, sorprendido - ¿No eres devoto del Dios de la Magia, Brand?

Al entrar en tan humilde templo, Rizzen se siente empequeñecido, como un gusano. Un templo tan humilde que respera tanta bondad, tanto poder, ante las muestras insoportales de codicia, orugullo y egocentrismo del mundo. Su cuerpo rebosa de paz en el interior del templo y no puedo por menos que contemplar tanta belleza. 

Al rato sus ojos reparan en aquella elfa de belleza divina, y no puede resistir a elevar una plegaria a Lazhander por crear semejante ser vivo. Pero su rostro se descompone al ver como sumerge la mano en las brasas.

Su primer impulso fue acudir a socorrerla, pero al comtemplar su rostro y ver que nada temia, se tranquilizo sabedor que era consciente de lo que acontenica, seguro de estar protegido por su divinidad. 

-Me temo que eso de la devoción no va conmigo Rash -negó el hechicero- No es que no respete a los dioses ni nada, y mi familia es devota de Corellon, pero... siempre he preferido practicar mi magia para fortalecerme y conseguir lo que quiero antes que ir a rezar a un templo, la verdad.

-No gracias, id vosotros si queréis y acordaros de mi cuando paguéis vuestros respetos a los dioses, que yo me adelantare e iré a la posada, y si vienen preguntando los soldados por Groland les diré que esperen por ti -dice Brand a Groland- Ademas, si nuestros compañeros ya están ahí pronto se preguntaran donde nos hemos metido. ¡Nos vemos!

Con eso Brand se despide y se hecha a andar en dirección a la posada, con pensamientos sobre su bolsa recientemente mas pesada y sobre una buena comida acelerándole el paso. Sobre el, un cuervo sobrevolando las casas grita en simpatía con sus emociones, esperando con ansia llenarse el estomago.

Rashaniel asintió silenciosamente a la explicación de su compañero y sonrió tímidamente cuando éste se marchó. Él no era especialmente devoto, sabía lo suficiente del mundo como para saber que no todo provenía de los Dioses, pero sí que había cogido la costumbre de agradecerles la buena ventura. En su caso, quería que Corellon supiera que le estaba muy agradecido por no haber muerto en el camino y haber conocido a Groland, Brand y los demás.

-¡No tardaremos mucho! -gritó Groland. Espero que no, se dijo. Su estomago secundó la opinión.

-Es tarde -gruñó Groland, volviendo la vista al templo-. Vayamos. 

Y el hombretón se puso en camino por el callejón, con el mago a su lado. Según lo que sabían, podrían haber llegado al templo freyano por la calle de la herrería de Voril, la misma calle donde se habían despedido de Rizzen y Greinh. Pero Groland y sus dos compañeros élficos habían dejado el mercado por otra calle, así que... No, este tiene que ser el templo. Miró de reojo a su compañero, que le seguía en silencio. Quizás he sido un poco seco. Improvisó algo.

-Ese estúpido hechicero... -dijo en tono reprobador-. Ignorar a los dioses no es bueno: hay que rezarles para conseguir su protección, y para que no se enfaden... -Gran tema de conversación, Groland. Eran obviedades, y lo sabía. ¿Intentas hacer migas con el medioelfo? Prueba algo más personal. Groland sabía bastante de dioses, así que decidió tirar por ahí.- Así que... ¿Devoto de la Dama de los Misterios*, o de Corel...? -Se cortó, dándose cuenta de lo inadecuada de la pregunta: era hurgar en la cuestión racial. De mal gusto, al menos en Cormyr.- Uhm... no... quiero decir...

Poco a poco se iban acercando al templo.

El templo de Freya es un edificio de madera con su tejado de doble agua donde alberga una capilla abierta de una habitación con un altar de piedra junto a la pared norte. El altar está decorado con la talla de la cabeza de un ciervo. Desde fuera podéis observar como Greinh y Rizzen están absortos mirando a una elfa única en todos los sentidos. Además de su belleza cautivadora es alta para una hembra de su raza. Lleva su largo cabello recogido en trenzas, cosa tampoco habitual en las elfas. Parece que ha terminado de realizar una ofrenda a la diosa junto al altar.

La posada era como la había descrito Baran. Cuenta con tres pisos, a los que se accede por un escalera con una barandilla de madera hermosamente tallada. Tras la barra se encuentra la posadera, una semielfa, atareda limpiando platos y demás enseres de cocina. En estos momentos en la planta baja se encuentran dos personas más a parte de la posadera. En una de las mesas está bebiendo cerveza un humano, y por su estado no debe de ser la primera. En otra una semidrow comiendo, por su aspecto debe de ser una exploradora.

Con su cuervo apoyado en el hombro y un estomago vacío el hechicero entra en la posada. No perdiendo el tiempo se acerca a la barra a pedir una comida.

-Ponme tu mejor plato, preciosa -dice Brand con lo que el piensa que es una sonrisa seductora- Y una jarra cerveza para beber.

Cuando la posadera vuelve con su comida y bebida, Brand la coge y se busca una mesa. Afortunadamente para el, la decisión de cual elegir es obvia.

-Mi nombre es Brand,- dice el elfo cuando se sienta enfrente de la semidrow dejando la comida en la mesa.- poderoso aventurero y héroe ambulante. ¿Puedo tener el placer de conocer tu nombre?

Mientras caminaban al Templo, Rashaniel se permitió evadirse del barullo que les rodeaba y centrarse en la conversación con Groland.

- No le culpes, la fe es algo muy personal. Mi madre me educó en la fe a Corellon Larethian* y yo lo respeto por tradición, aunque nunca he sentido su influencia - dijo, bajando levemente la voz - Quiero decir, he visto lo que gente realmente devota es capaz de hacer, pero yo he seguido un camino distinto.

Dijo esto último palmeando levemente el tomo que colgaba del cinto que llevaba al hombro, como si fuera una bolsa de viaje.

- Vaya... - dijo, cuando sus ojos se posaron en el cuerpo de la joven, más como asombro que por pura atracción - Mira, son ellos... eh... ¡Greinh y Rizzen!

Groland también los había visto, pero pensaba en otra cosa.

...así que si su madre le educó en la fe élfica, su madre debe de ser elfa. Groland no había querido hacer la pregunta, pero no le molestaba saber algo más de su compañero.

Groland y Rash caminaron en dirección a sus compañeros, que parecían estar enfrascados mirando a una hermosa elfa de estatura inusual. ¿Una semielfa? Si es así, vaya coincidencia... Miro a Rashaniel, buscando alguna expresión, pero no vio nada.

Greinh acababa de realizar las oraciones a su dios, después de esto fueron a la capilla de la deidad local, en ella una elfa con una belleza desbordante hablaba en un idioma extraño, Greinh la miro sorprendido cuando metio su mano en el cuenco hirviendo. Impaciente se acerco hacia ella para ver si se encontraba bien. 

A corta distancia los rasgos de la elfa eran perfectos, resultaron extremadamente atractivos para Grehin que sintió el deseo carnal por un momento, pero oculto su deseo y rápido pensó en si estaba bien la mujer elfa. 

Groland y Rashaniel entran en el templo saludándoos, es gratificante encontrar caras conocidas. Mientras tanto la sacerdotisa elfa completa el pequeño sacrificio de grano para Freya y deja sobre el altar el resplandeciente cuenco de plata que ha sumergido en el brasero.

Se vuelve hacia vosotros caminando grácilmente y os habla con una dulce voz. - ¿Qué deseáis, caballeros?. Se arregló la sencilla túnica que tenía bajo su capa de lobo invernal.

Mientras comía un plato simple de la posada, pensaba en mi viaje y en las cosas que ya había visto, oído y vivido. Me gustaba viajar, aunque no me gustaban los pueblos pequeños. Era normal que mucha gente actuase de manera algo negativa (por decir algo) al verme, pero en los pueblos pequeños eran aún más desconfiados. En cambio en las ciudades... hay tanta gente que muchos ni reparan en tu presencia, y tampoco me sentía amenazada por la gentuza. Ahora... sólo tenía qué pensar qué podía sacar de aquí...

Mis pensamientos se vieron interrumpidos por la voz de alguien. Era una voz masculina y seguro de si mismo. Por lo que había dicho, o bien era un borracho (aunque no desprendía olor a vino rancio ni cerveza, así que no debía de ir tan bebido), o si no de verdad era un aventurero, aunque me temía que con aires de grandeza.

Levanté mi cabeza de la comida con la que ya llevaba un rato jugando y para mi sorpresa me encontré con un elfo de parecer bastante impresionante. Pero había conocido a mucha gente que era tan sólo fachada.

- Dependerá de si dándote mi nombre obtendré algún beneficio. - aparté el palto hacia un lado y apoyé ambos brazos en la mesa - Siendo aventurero seguro que andas detrás de algo, y si no, tendrás historias interesantes que contar. ¿Cierto?

-Solo el beneficio de mi compañía señorita -respondió Brand nada preocupado por la fría respuesta de la semidrow-, aunque le puedo asegurar que sería una compañía muy agradable. Y en cuanto a andar detrás de algo... soy aventurero, no cazarrecompensas ni buscador de tesoros, y lo que busco es algo tan simple como ayudar a quien lo necesite.

El hechicero deja de hablar durante un momento para darle un mordisco a la barra de pan mientras con la otra mano le va dando trozos de carne al cuervo en su hombro. Al cavo de unos segundos continua hablando.

-Si quieres oír historias puedo contarte como esta misma mañana, sin ir mas lejos, mis compañeros y yo fuimos emboscados por un grupo de orcos a los que derrotemos sin sufrir un solo rasguño -explica Brand con aires de grandeza-, mientras que nuestros enemigos acabaron muertos en el suelo a los pocos segundos gracias a mi magia y a las armas de mis camaradas.

Rizzen aun no da credito a sus ojos al ver como la mano de la joven elfa esta intacta tras ser devorada por llamas.Pero al contemplar su belleza divina no sabe si su sensacion de rubor es por aquel milagro o por contemplar su belleza.

Con gentil respeto se dirige a la elfa Mi nombre es Rizzen, sacerdote de Lazhander. Somos viajeros recien llegados. He venido a rendir mis respetos a vuestra deidad, maxime tras el ataque sufrido en el camino 

Bajando su mirada quiza dslumbrado por su belleza y su poder, prosigue he visto como metias tu mano en el fuego y ... nada le ha pasado. Loados sean los dioses. ¿pero porque meter la mano en el fuego?

"Parece que tenemos aquí un alma altruista. La verdad es que nunca lo habría dicho."

Esperé paciente a que saborease su comida, pues parecía que iba a seguir hablando. Y efectivamente,a sí lo hizo, y lo que contó ahora hizo que unas chispas refulgieran en mis ojos. La batalla siempre me encendía.

- ¿Orcos, eh? Llevo años...tratando, con ellos. Conozco muy bien cómo se mueven y cómo enfrentarlos, epro siempre sigue siendo divertido. - Me quedé en silencio unos segundos y después alargué mi mano. - Mi nombre es Aure.

-Encantado de conocerte Aure -dice Brand mientras agarra suavemente el brazo ofrecido y, levantándose ligeramente, le besa el dorso de la mano. Volviéndose a sentar, el hechicero se mantiene callado por unos segundos mientras corta la carne, asegurándose de apartar de vez en cuando trozos para su mascota.

-¿Y que te trae por aquí, Aure? ¿A que te dedicas? -pregunta al rato.

Al ver la conversación que el sacerdote mantenía con la elfa, Groland decidió mantenerse al margen. Saludó con la cabeza a Greinh, que se había percatado de su presencia y de la de Rashaniel, pero no se acercó, sino que permaneció atento a la escena.