Partida Rol por web

Pepín se alejó dando saltitos, hasta perderse tras un arbusto, antes de que Alarico hubiese tenido tiempo de devolverle los trozos del monóculo roto. La verdad es que Bane está teniendo una paciencia infinita con su blando y gentil acólito.

En cuanto a la perra, con su particular sentido del honor, estimó que había sido derrotada, y que su suerte no dependería de ella, sino de los vencedores. En cualquier caso, estaba demasiado herida como para caminar. Temiendo que los lobos diesen buena cuenta de la perra, Genann la subió a la grupa de Mandryva, transportándola como un fardo.

El grupo avanzó por el bosque hasta la orilla del río, pero cuando llegaron el balandro fondeado ya se había marchado. Río abajo, el Noisette cruzaba las Brumas. Río arriba estaba Karina, la capital de Invidia.

¿Ahora a dónde vamos? ¿Tratamos de seguir la orilla del río a ver si encontramos el dichoso barco? ¿Llevamos a la perra al castillo de Loupet?

Al llegar al río y ver que no estaba el barco, a pesar de que antes había dicho que tenía el ancla echada y no se iba amover de ahí, los ojos de Sapo permanecieron tan saltones y tan desviados como siempre. Estaba enfrascado en los nuevos detalles que la perra había añadido al relato de Pepín.

- Sabemos que Malocchio perseguía vistanis en sus cacerías, hombres o mujeres. Sabemos que sólo las mujeres vistani son brujas, a excepción de extraños casos como el del propio Malocchio. Sabemos que la última vez que salió perseguía a una mujer. Si damos por hecho que esa mujer era vistana, debemos concluir que era una Bruja. Todos nosotros, aguerridos aventureros, tenemos miedo de meternos en las brumas. Es verdad que esa mujer debía saber que se aproximaba a una cruel muerte y que, por lo tanto, como medida desesperada, quizá decidiera meterse en las brumas. Pero tampoco podemos descartar que fuera una treta. ¿Quién sabe qué visión tendría acerca de tan peligroso medio de escapada? Eso sin contar con el extraño comportamiento de Malocchio entonces al no dejar a su presa escapar a pesar de que salía fuera de los límites. Además hay otra cosa extraña.- Sapo no creía en las casualidades y ese dato le hacía sospechas aún más acerca de que la licantropía estuviera mezclada en todo el asunto. - La aparición de ese lobo... Genann, cuando las perras volvieron a devorar el cadáver del lobo, ¿seguía siendo un lobo o había adoptado otra forma?¿Seguía estando allí? ¿Hirió dicho ser a su Amo?- No creía, pro otro lado, que si Malocchio hubiera sido el lobo las perras lo hubieran atacado.- Si no queremos entrar en las brumas, cosa que me parece lo más sensato, ahora no veo tan descabellado hacer una visita a la madre de Malocchio.- Era la única vistana que conocía por el lugar.- Aunque podemos llevar a la perra al castillo, si queréis o tratar de encontrar el barco, aunque vais muy lentos.

Nuevo cambio de rumbo del grupo, los planes tienen la consistencia del viento con esta gente, al menos el druida había recuperado el color y la capacidad de andar, su charla con la fata había resultado de gran utilidad y es la que sembró la duda en el grupo, ahora todo el mundo tenía miedo de una zona mágica, dado nuestro nivel de poder no es que fuéramos un grupo muy destructor, pero a nivel marcial deberíamos ser capaces de atravesar dicha zona.

- Bien dado que los planes cambian a cada latido, iremos al barco para ver que pudieron ver desde allí, sin duda con sus catalejos estuvieron viendo toda la escena y nos darán muchos detalles - no dejo duda del tono sarcástico de mi voz - y cuando recopilemos esa información habrá que ir a las brumas si o si, por lo que es mejor que el que lo necesite se vaya mentalizando. 

Perder al pixie tan temprano era un error, sin duda hubiera sido un guía muy bueno de la zona, pero cada uno tiene que jugar con lo que le toca en esta vida.

Mientras el pequeño mago hablaba, la norteña le miraba fíjamente, perdiéndose en el agujero oscuro que tenía en medio de la cara, donde debería estar su nariz. No paraba de asentir con la cabeza, como si le estuviera prestando la mayor atención e interés del mundo. Pero lo cierto es que Fedora no se estaba enterando de lo más mínimo de lo que estaba pasando. Su cabeza no daba para tanto. Bastante tenía con ir de aquí para allá y dando tumbos sin saber si ir por el barco, por las brumas o sentarse en el suelo a descansar. Todo le parecía muy extraño y estaban más perdidos que cuando llegaron, a su parecer.

- Yo querrerr irr a brrumas como Quiorra. No tenierr prroblemas, perro si serr peligrroso mejorr irr a verr barrco. Después brrumas. No parreserr buena opción irr a verr madrre de Malocchio... - Dejó caer mirando hacía arriba con un dedo en el mentón.
 

La mente de la semiorca, siempre tan explícita, mostraba una clara imagen de la opinión que merecían de la mayoría de los presentes.

Se hurgaba la nariz, perdida en sus pensamientos, mientras esperaba que se le marcase un nuevo rumbo a seguir. Probablemente ir a tomar unas sopitas al castillo o algo por el estilo más conforme con los 'valerosos' varones que parecían guiar al grupo.

Genann asintió tras escuchar a Sapo y se volvió hacia la perra llevada por la yegua.

-¿Cómo te llamas, guerrera? -le dijo tras acariciarle suavemente tras las orejas y en una aproximación que no pudiera interpretar como agresiva-. Querría saber algo si te ves con fuerzas para responder. El lobo que matasteis. ¿Hirió a Malocchio? Y cuando volvisteis para devorarlo, ¿seguía siendo un lobo o se había transformado en humano?

Aguardó paciente a que respondiera. Ignoraba siquiera si sus heridas le permitirían responder, pues bastante parecía tener con respirar. Y mientras aguardaba, miró al río, en un sentido y otro, tratando de averiguar qué dirección habría tomado, escuchando por si alcanzaba a oír algún sonido procedente del marino. 

-Corvino, cuando viste el barco, ¿la proa en qué dirección apuntaba? Lo lógico sería pensar que apuntara en la dirección que seguiría. De todos modos, ¿creéis que la mujer que Aderre acosaba podría haber viajado en ese balandro? Quizá aquellos ruidos que se escucharon eran para llamar su atención e indicarle la dirección a seguir pensando que se había perdido. Tal vez bajó a estirar las piernas o hacer sus necesidades y se encontró con lo que se encontró.

-Vamos Gennan, tesoro, no es necesario sacar mil hipótesis diferentes de una sola situación, aveces las cosas son más simples de lo que parecen.-comentó la hechicera distraidamente, mientras miraba a Quiora urgarse la nariz...si, esas chicas necesitaban unas buenas lecciones para ser unas damas, en situaciones más amables, Alanis se hubiera ofrecido para ser la hermosa institutriz de aquellas dos altas chicas, pero con lo caldeado que habian quedado los animos, la hechicera de los ojos verdes, deseaba no terminar con la nariz rota, por lo que se limitó a quedar en silencio una vez más.

Se volteó a ver a Ramond -Esa perra ha fracasado en su trabajo, y para aquello en lo que habia sido entrenada, nuestro druída anticanes es lógico que sienta simpatía por ella, pero que piensas que hará el entrenador cuando regresemos al castillo con un inútil animal mal herido, si a un caballo lo matan cuando se le rompe una pata, imagina lo que harán con una perra de guerra que ha sido vencida...yo no creo que sea buena idea regresar la perra al castillo...por lo que si, sigamos por la orilla del río hasta que encontremos el barco.-

Debilmente, la perra acercó el hocico a la cara de Genann y le lamió la cara con quejidos lastimosos. El efecto del conjuro había finalizado, y el druida ya no entendía la diferencia entre un gruñido y un ladrido.

Corvino recordaba que la proa miraba río arriba, hacia Karina, así que hacia allí se dirigieron. Era mucho más fácil guiarse por la orilla del río que bosque através, y durante el camino tendrían tiempo de decidir si torcían a la izquierda por el camino para llevar a la perra al castillo... o cruzaban el puente, pasando por Karina para encaminarse hacia el castillo de Gabrielle Aderre. Al llegar a la intersección, Corvino señaló al puerto fluvial de Karina: atracado en uno de sus muelles reconoció el balandro Virago que había visto río abajo antes de llegar hasta allí.

Yo tenía órdenes de guiaros por el bosque, así que como os vais por peteneras me vuelvo al castillo. Si queréis que me lleve a la perra conmigo, os acompaño hasta la ciudad y alquilo un carro. Si os lleváis a la perra, nuestros caminos se separan aquí. Bastantes sustos he tenido por hoy.

Al final el día estaba convirtiéndose en un ameno paseo por la orilla del río.

Quiora iba canturreando mientras recogía flores por el camino y se las intentaba meter al gnomo entre las ropas. Cuando quedó claro que no iba ser tarea fácil, pasó a la siguiente víctima; el silencioso enano del sombrero. Esta vez intentó decorar dicho sombrero con todo lo que encontraba; piñas, bellotas, cacas de cabra (o de conejo, vete a saber)... Pero no fueron todo gamberradas, también recogió un gran ramo de bellas flores y se las ofreció con un guiño a Alarico para que se las regalase a Alanis.

Por suerte para sus acompañantes pronto llegaron a 'buen puerto'.

Ey, seguro que debe haber una taberna! Yo os espero allí!- se lanzó a la carrera esperanzada por la idea de tomarse una buena cerveza escuchando a un bardo.

Genann miró a Alanis pero no le respondió. Evidentemente, la mente de aquella muchacha solo estaba construida para la simplicidad, así que suspiró quedamente y calló. Por contra, la cabeza de sapo era otro mundo. Parecía que las leyes de la naturaleza exigían ciertas compensaciones en las que inteligencia y belleza eran los dos extremos marcados por el fiel en medio.

-Lo siento, Sapo. Mi hechizo se ha consumido. Deberemos esperar al día de mañana para poder comunicarnos con la perra -dijo al hombrecillo.

Y sin más que decir, prosiguió el camino junto a la montura y su carga canina, hablando en un murmullo a la perra, con el fin de tranquilizarla y sufriendo por sus heridas. Cuando se detuvieron y Corvino apuntó al barco cuya estela perdida habían seguido, Ramond se decidió a hablar.

Genann parpadeó un par de veces. No, a la perra no se la llevaría. Regresar al castillo de Aderre solo sería condenarla. O bien optarían por sacrificarla o recuperada, debería enfrentarse nuevamente a aquello para lo que había sido criada. Cacerías de humanos. Ni una ni otra eran buenas opciones.

-La perra se quedará conmigo -dijo rotundo-. Necesitaremos un lugar donde descansar y donde pueda cuidar de ella -dijo señalando al can y mirando en derredor y frunciendo la nariz. La corriente de agua no era lo suficiente rápida como para evitar la acumulación de residuos o que las aguas fecales desaparecieran sin dejar su rastro apestoso. Cogió de la riendas a la yegua-. Voy a preguntar por ahí y de paso, a ver si me entero de algo sobre ese balandro.

Alarico espera unos segundos a que todos se pongan en movimiento, para acto seguido guardarse los trocitos diminutos del monóculo. Qué demonios. Pueden suponer un importante dinero, y lo que se deja tirado... pues eso.

Tras esperar unos segundos contemplando el lugar en donde se había producido el enfrentamiento con los perros y con el duende (si es que a la disparidad de criterios se le puede llamar enfrentamiento) Alarico vuelve a ponerse en movimiento, una vez el resto del grupo ya ha abandonado el lugar.

Durante unos minutos, el sacerdote permanece en silencio, quizás meditando sobre los ignotos motivos por los que su Señor no ha respondido a su plegaria. Es evidente que la falta de respuesta de Bane no ha agradado al sacerdote, como tampoco el no localizar al barco. Tampoco mereció respuesta alguna Ramond y su huída, o Gennan decidiendo quedarse con el perro. Con educada cortesía agradeció que Quiora le entregara las flores, mirando divertido a la guerrera marcharse acto seguido y, tras esto, miró a Alanis a la que, tal vez por haber visto el comportamiento de la semiorca antes, o por resultarle todo divertido, le tendió casi de inmediato las flores.

- Alanis, querida, creo que tenéis numerosos admiradores. No sólo yo, sino también nuestra buena Quiora, como véis, que os ofrece estas flores... aunque por persona interpuesta, como podéis comprobar. Aunque viendo como ha quedado el sombrero de nuestro buen Heian... aconsejo prudencia. O tal vez no. A veces con la belleza toda prudencia es poca. O demasiada. O ambas cosas a la vez.

Por un segundo pensó en acercarse hasta donde el druida estaba preguntando pero prefirió quedarse mirando, unos instantes, antes de proceder. No fuera a ser que no fuera necesario y que el druida se bastara.

Alanis sonrió complacida con muchísima franqueza cuando Alarico le extendió el ramillete de flores que Alanis habia visto cortar a Quiora, momentos después de haber convertido el sombrero de Heian en un frutero ambulante y bastante gracioso.

Alanis las apretó contra su pecho, llevándolas a su nariz, tenían el fresco aroma a hierba recién cortada, la natural, casi simple, pero a la vez, atractiva fragancia de las flores silvestres, las que crecen en la intemperie siempre son las mas bellas de todas...¿Dónde había leido esa frase Alanis?. -El sentimiento de admiración es mutuo, mi señor Alarico.- sacando una de las flores del ramillete, Alanis la colocó con cuidado en la solapa de la camisa de Alarico, con un movimiento afectuoso y delicado de sus blancas manos, mientras sujetaba el resto de las flores en la boca...claro, necesitaba las dos manos para la tarea, Alanis no era un pulpo disfrazado de humano.

Sacándose las flores de la boca, y cogiéndolas maternalmente entre sus brazos, Alanis le dedico una cándida sonrisa al sacerdote de Bane, y les dijo al resto de sus compañeros. -Vere que historias interesantes tienen para contar las personas de este lugar, a una pobre e inexperta jovencita sola-se mordió la yema de su dedo índice inocentemente -Por si  alguien desea acompañarme.- el enfasis en la palabra ALGUIEN, y la mirada que le dedicó a Alarico, eran más que obvias, la muchacha sacudió su cabello, y se alejó caminando con su gracioso contoneo de caderas, y su habitual aire altivo y desdeñoso, en pos de los muelles, con su bastón a sus espaldas, y una tierna sonrisa surcando sus labios.

Alarico asintió a las palabras de Alanis, aunque aún miró unos segundos al druida, por si este lograba alguna información relevante. En todo caso, acompañó a la joven

- Bien... supongo que no habrá problema en acompañarte, Alanis. Sin duda será divertido hablar con las gentes, y tratar de obtener algo de información.- antes de seguir a la joven miró al resto- ¿Esperáis aquí a que terminen nuestras pesquisas? ¿señalamos algún lugar para encontrarnos cuando terminemos?

Tras la respuesta Alarico acompaña a Alanis en sus pesquisas.
 

A los humanos y sus ciclos reproductivos, si pusieran sólo la mitad del énfasis que ponen en copular en hacer cosas útiles el mundo sería muy distinto, por otro lado esta bien ver a Quiora tan distendida, eso aleja la amenaza de puños volando de aquí para allí bastante.

Ahora tocaba sacar información sobre ese balandro, en verdad no tengo esperanzas de que valga para nada, pero en este caso cuando parece que averiguas algo, te lleva a otro callejón y vuelta a empezar.

- Lo mejor es que intentemos cubrir varias áreas del puerto, nos veremos en la entrada principal para compartir lo que hayamos averiguado, os parece bien?- dijo Menom en respuesta a lo planteado por Alarico.

Dicho esto ensayo mis mejores expresiones para hablar con la gente.

Quiora era mucho más grande que él, a pesar de que fuese un humano y no un enano. Mientras caminaban iba sintiendo como la gigante no hacía más que incordiarle pues le andaba poniendo florecitas donde encontraba un hueco. Para Heian su sombrero era sagrado y no le hacía ninguna gracia. Pero cuando vio que quien le estaba molestando era Quiora prefirió quitárselo, sacudirlo y llevarlo en la mano sin decir nada.

No tenía ninguna ganas de enfrentarse a ella, porque aunque podría usar sus dotes contra ella, no tenía muy claro si serían o no efectivas.

Después escuchó las palabras del moribundo druida y se unió a ellas, yo te echaré una mano, pues cualquier excusa sería perfecta para separarse de Quiora.

Las bromas de Quiora no le hacían ninguna gracia, más bien no las pillaba. No tenía sentido del humor. Le parecían ataques gratuitos hacia su persona.- No eresh el primer shemiorco que me cargo.- La amenazó y seseó que es lo que hacía cuando mentía o exageraba. Es verdad que había sobrevivido a dos hermanos semiorcos en una de sus aventuras, pero él no había tenido mucho que ver en su desgracia. Uno había sido reducido a cenizas y el otro había perdido su preciosa taberna.

- ¡Fedora, mira a Quioraaaaa!-Cuando Quira insistía Sapo se hacía un ovillo y se balanceaba asqueado pro su contacto físico, gimiendo y llamando a Fedora como haría un niño  llamando a su madre por una hermana incordiona.

- La perra es más útil que tú. Adiós.- Se despidió así de Ramond, sin ningún tacto, el gnomo sin nariz . Era cierto. Cuando Gennan pudiera hablar con la perra ella podría guiarles y, seguramente, mucho mejor que el patético humano que había caído en las garras musicales de la fata. Estaba haciendo buenas migas el ilusionista con el druida con mal karma, así que Sapo a veces correteaba a su lado, observádole con sus ojos saltones, intrigado por su extraña forma de comportarse, que, por otro lado, se parecía más a la suya.

- Este necesita también un maestro como Licasto, Lentejuela.- Le susurró a su mula al ver el poco don de gentes del que hacía gala. Según los registros en el cerebro de Sapo los druidas eran seres solitarios, "abraza-árboles", amantes de los animales.- Jijijiji- El gnomo soltaba una risilla imaginándose a Lentejuela, la anciana mula, copulando con Gennan.

- Buenos días, ¿qué puede decirme de ese barco?- Recordando las normas de cortesía de su maestro Sapo trataba de modular su antisocial forma de ser. No era fácil con los desagradables orificios nasales que dejaban ver todo su "interior".

¡AAAAAAAH! ¡UN GNOMO FEO Y ASQUEROSO!

El hombre al que se había dirigido Sapo salió corriendo. Sapo se dió la vuelta para ver a su congénere, pero allí no había ningún gnomo feo y asqueroso como había dicho el viandante. No tuvo mucho más éxito en el resto de su callejeo por el puerto.

El grupo, salvo Quiora y Genann, se volvió a reunir en el punto de encuentro minutos después. Menon y Heian expusieron sus conclusiones primero: el Virago pertenecía a un verbekí llamado Nathan Timothy; la última vez que vieron al Capitán Timothy entraba en un antro de mala muerte junto al muelle dos. Alarico y Alanis asentían a cada palabra de Menon, sin añadir ningún dato a mayores. Algunos se preguntaron si realmente la parejita había conseguido la misma información que Menon y Heian, o se habían escaqueado a hacerse carantoñas durante todo este tiempo.

El ulular de un búho les hizo mirar al oeste. Por la dársena venía al galope Mandryva, perseguida por una jauría de perros callejeros que ladraban a Genann mientras se afanaba en sujetar a la perra de Malocchio. Ya se lo había advertido Corvino en el bosque: la perra estaba en celo. En un mal requiebro, hombre y animal cayeron de la silla de Mandryva por su flanco izquierdo, cayendo en el río. Los perros siguieron ladrando desde tierra firme, pero al sumergir las gónadas de la perra en agua, el olor que les excitaba menguó. Corvino intervino, dispersando a la jauría con silbidos y aspavientos. Cuando Genann pudo salir del río con la perra en brazos, ambos estaban bien, más allá de estar calados hasta los huesos. La armadura de pieles de Genann pesaba mucho más por culpa del agua, y el druida, al revisar sus cosas, detectó que seis monedas se le habían caído al agua, o quizás en algún callejón.

Con el grupo ya reunido, salvo la desaparecida Quiora, emprendieron camino a la taberna del muelle dos. Allí encontraron a la semiorca comiendo, quizás sopa de pollo, o un poco de carne aviar, era difícil saberlo porque estaba en la barra, de espaldas a todos. En una mesa jugaban unos marineros azarosamente a los dados.

Vamos siete, vamos siete...

El cubilete quedó boca abajo mientras se hacía el silencio. El jugador, al que Sapo había visto por el puerto (el gnomo siempre con buen ojo), destapó la jugada de sopetón.

¡Sí! ¡Siete! ¡Nadie puede derrotar al apuesto y hábil Capitán ene punto Timothy!-¿Quién en su sano juicio utiliza la inicial para decir su nombre de pila?

Los brazos de Nathan Timothy barrieron las ganancias hacia él. No demasiado conformes con haber perdido su dinero, los marineros sacaron sus pistolas. Aquello tenía pinta de terminar en pelea.

Y de nuevo nada de bardo. Es que la gente no se daba cuenta del valor de una buena tonada? Calmaba los ánimos y calentaba el ambiente de cualquier antro.

Además, la comida también dejaba mucho que desear. Pensaba que haber entrado en aquella taberna había sido un error hasta que por fin ocurrió algo interesante que animó el cotarro.

Se giró de inmediato al escuchar el follón y bramó:

- Apuesto una moneda de oro por el guapo!

Quiora no tenía intención de perder el dinero, por lo que se situó al lado del susodicho capitán Ene y le susurró; -si necesitas una ayudita por cinco monedas de oro me deshago de esos desgraciados.

Sapo hacía huir a la gente mientras que, por el contrario, Gennan parecía atraer de forma insana a los canes. Dos formas diferentes de ser antisocial, de no encajar en el cruel mundo. Al menos Sapo no se daba por aludido, su cerebro no funcionaba como el de los demás, por lo que no sentía culpa, ni rechazo alguno, como mucho algo de frustración por poder comprender los intrincados mecanismos de la lógica y las matemáticas, pero ser incapaz de asimilar el aleatorio y sin sentido comportamiento humano.

Cuando finalmente llegaron al antro portuario el inteligente gnomo descifró enseguida el significado de la misteriosa inicial que emprleaba el hombre que había ganado en el juego y al que había visto pro las calles de Invidia.

- La ene es de Nathan. Ene punto es como se escribe la inicial de su nombre de pila.- Le explicó a Fedora, tars la que ya se cubría Sapo viendo que Quiora iba a desencadenar una pelea de taberna, algo en lo que un gnomo no solía acabar bien parado.- Es el hombre que buscamos.- Dijo tirando de sus pantalones con cierta impaciencia pues los marineros llevaban esas varitas mágicas tan dañinas y ruidosas. Y oculto tras Quiora Sapo comenzó a amasar el éter dando forma a la arcilla mágica. No tardó mucho en moldear una boca que era la viva imagen de la suya propia. Dicha imagen etérea voló a ras de suelo hasta escabullirse por debajo de la mesa hasta detrás de los marineros y comenzar a hablar a la vez que Sapo movía los labios.

- ¡Eh, vosotros! Hay que saber perder, rufianes. ¿No tenéis honor?Tres contra uno es una clara desventaja.- Necesitaban añadir al lado de la ecuación de Nathan dos sumandos más de una unidad cada para igualar las tornas. Lo bueno es que no sólo tenían dos unidades sino que eran muchos más y los que podían pasar a ser unos abusones eran ellos. Estaba en el claro bando ganador y eso le hacía sentirse seguro.