Partida Rol por web

Hacer la pira de Alanis no fue una tarea fácil, perder a alguien y luego preparar la manera de librarse de su cuerpo... deberían haber sido otros, aunque a sus compañeros no parecía que les hubiera afectado mucho, la vida aventurera supongo.

Mientras la pira se convertía en cenizas lo mejor era salir pitando, ya no eran bienvenidos al campamento, y en verdad no tenía muchas ganas de seguir en ese sitio, en medio de sus pensamientos un fantasma de aspecto terrible, mucho peor que los éspiritus del pueblo, y como en este tipo de situaciones Sapo intentaba robar y la semiorca hacía lo que le salía del verde culo...

- Fedora, si le haces caso a esta muchacha y usa su magia crees que podrás darle a ese bicho?

Mientras se desplazaba hacia la muchacha que les había dado el aviso, si el jodido Sapo quería que lo maldijeran y mataran haya él.

Y la verdad... es que Quiora tenia razón. Los puñeteros gitanos se habían comportado como los rateros viles que eran, y ni siquiera les habían dado una pizca de información. De hecho Alarico estaba razonablemente convencido que la tal Eva lo que deseaba era quedarse con las posesiones de "su" Alanis. ¿Quién podía asegurar que de verdad habían intentado salvarla? 

Para colmo, aun cuando quisiera ayudarles, poco podía hacer. No había podido realizar aún sus rezos y eso le convertía, esencialmente, en inútil. No tenía claro que los pocos milagros que le quedaban fueran a servir y, desde luego, su poder no parecía suficiente para enfrentarse a un ser de esa capacidad. Alarico no salió corriendo, observando a la aparición con interés, tratando de dilucidar qué era y cuales eran sus puntos fuertes y débiles. 

Por mucho que no quisiera enfrentarse a ella, si atacaba a sus compañeros, o a él mismo, probablemente no tuviera más remedio que actuar.

- Fedora, si le haces caso a esta muchacha y usa su magia crees que podrás darle a ese bicho?

- No saberrrr, Menon. Perrro yo intentarrrr. - Conestó la norteña al ofrecimiento de su camarada para que ella cogiese la extraña arma anti fantasmas.

Tras eso, se adelantó a ir en busca de Marcella, para ver si terminaba de conjurar aquella arma que decía.

- Si serrr verrrrdad lo que tu desirrrr, Fedorrra agarrrarrrr arrrrma que tu conjurrrarrrr y darrr lecsión a fantasma, da. Conjurrrrarrr tuya arrrma mágica ahorrrra, yo blandirrrr en mia mano. - Dijo contundente la guerrera del grupo.

Mientras Marcela hacía aspavientos y gestos con las manos, Tres Bastardas miró atrás, a Menon, para susurrarle algo al oído.

- Cuando yo porrrrtarrrr arrrrma mágica antifantasmas, tu aprrretarrrr con fuerrrrrsa una ves mia nalga izquierrrrrda. - Pero Menon sonrió al oír aquello. - ¡Quitarrrr tuya rrrrisa de tuya carrrra! No acostumbrrrrarrrr, ¿da? - Sentenció.

Había sudado lo suyo. Con la madera recogiéndola y cuando ardió, prendiendo la carne de Alanis y ahciendo que un olor a sabrosa carne asada se extendiera por el campamento haciendo que su estómago rugiera avergonzándole. Lo cierto era que aquella mujer seguía siendo atractiva incluso tras la muerte.

No había querido dar demasiadas vueltas al tema de las posesiones de Alanis pero lo cierto es que aunque no le había parecido correcto el comportamiento de Alarico, tampoco creía que justificaba la respuesta de la vieja bruja. Quizá un reparto hubiera sido lo correcto. De un lado, suplir la escasez de medios del grupo y de otro, pagar los servicios de la anciana vistana. Pero ya estaba hecho y viendo cómo la mochila de Alanis ardía, solo sintió que todos perdían.

Fuera como fuera, todo aquello no enturbió su sueño, aunque sí lo hizo el ente que se materializó en medio del campamento. Y Genann, una vez más, se sorprendió de la increible presteza de algunos por enarbolar sus armas y agitarlas contra cualquier forma de vida o, como en el presente caso, de no vida. ¿Y si quería comunicarse? ¿Si buscaba ayuda para encontrar la paz? ¿Y si fuera Alanis?

-¿Quién eres? -preguntó al ectoplasma desde una distancia más que prudencial-. ¿Necesitas algo? Porque si no es así, te rogaría que te fueras.

Ya había sido poseído una vez y aunque no tenía grandes recuerdos de aquello, seguía sintiéndose un poco sucio, como si una manada de orcos lo hubieran tenido por una noche de juguete sexual. Miró extrañado el carro de madame Eva. No era normal que la vieja no diera señales de vida ante algo tan extraordinario, así que inconscientemente centró su oído en el carromato por si la vieja estaba roncando.

Sapo correteaba de aquí por allá, al igual que los vistani histéricos que le ignoraban completamente.

Marcella miró con confusión a Fedora.

No... Yo no puedo crear un arma de la nada. Lo único que puedo hacer es encantar un arma para que pueda dañar a los fantasmas.

La gitana se fijó en el bastón de la difunta Alanis, que como lo llevaba Fedora no lo quemaron en la pira con el resto de posesiones de la muerta. Le quitó el bastón a Fedora.

Un bastón... podría servir. Naeh wareh aeh jah...

Marcella rompió el bastón en su rodilla, haciendo que de el arma mágica quedasen dos palos encantados. Tendió uno a Fedora.

Adelante. Suerte. ¡¿ALGUIEN MÁS PUEDE LUCHAR CONTRA EL FANTASMA?!

Mientras Marcella esperaba a que otro luchador más recurriese al bastón, el espíritu abanzó hacia Quiora la perezosa y trató de hundir su mano fantasmagórica hasta el corazón, haciendo que notara sus fríos dedos de ultratumba. Por su parte, Genann escuchaba la respiración dormida de la anciana dentro del carromato. Y en cuanto a Alarico... no tenía ni la menor idea de a qué se enfrentaba.

Ese fantasma era tonto o qué? Si ves un toro pastando tranquilo en un prado, no se te ocurre tirarle de la cola a no ser que quieras que te den un buen viaje. Pues atacar a la semiorca era algo parecido.

Qué???!!!- exclamó indignada mientras esquivaba la fría mano del espectro- Pero qué te he hecho yo? Es que a caso buscas leña, eh? Pues la vas a tener!

Retrocedió hasta la vistani para agarrar el trozo de palo imbuido mágicamente y meterselo al fantasma por donde le cupiese.

En fin... había atacado a sus compañeros, con lo que solo restaba tratar de devolver a ese ser al infierno de donde hubiera salido. 

- Bane poderoso señor, a ti te pido tu ayuda para que este ser fantasmal reconozco tu poder y dominio- invocó el sacerdote del dios de la esclavitud y la tiranía, mientras alzaba su símbolo sagrado, tratando de afectar al muerto viviente con una voz que exigía obediencia y que provocaba respeto en quien la escuchaba. 

Realmente Alarico esperaba, esta vez, haber tenido éxito.

La vistani había usado su magia en el bastón y ahora las féminas golpeadoras los empuñaban contra el fantasma, recordando lo dicho por Fedora, se lo pensó un par de segundos:

- Bien Fedora, llamaremos a Suse, pero como reciba otra leche te juro que te lanzaré tal rayo que sólo valdrás para carbón, aunque me quede sin poder.

Dicho lo cual dio un buen apretón a la susodicha nalga.

La vieja dormía plácidamente, ajena a lo que ocurría en el campamento, a los gritos histéricos de unos y otros y al bullicio que se había montado en medio de todo aquel trajín. Fuera como fuera, tenía claro que él no podía pelear. Bueno, podía hacerlo pero tan solo obstaculizaría a aquellos que sí podían, y además, no infligiría daño alguno a aquel ser que ni siquiera le había respondido y cuyas intenciones habían quedado claras tras intentar dañar a Quiora.

Igualmente, las intenciones mercantiles de Sapo no encontraban respuesta, pero entendía lo que pretendía, así que escrutó en la oscuridad, tratando de dar con todos aquellos objetos. Si daba con ellos, ya discutirían de dinero. Mejor vivos y pobres que muertos y ricos. Bueno, lo de muertos y ricos era un eufemismo.

No era la primera vez, ni sería la última, en el que el gnomo estrábico era ignorado. Acostumbrado a ello siguió buscando, pues él si que se comprendía a sí mismo. Tenía que encontrar esos objetos que eran la mejor solución para el problema que tenían entre manos.

Estuvo bastante ensimismado hasta que el espectro hizo acto de aparición. Se le pusieron los pelos de punta, aunque después de los Odem y de su hija empezaba a acostumbrarse a los espectros.

Rápidamente tomó su hacha en mano para enfrentarse al suceso, pero pronto se percató de que no conseguiría hacer nada con ella al fantasma (o al menos eso parecía sugerir la gitana). ¿Qué demonios podía hacer?

Decidió colocarse cerca de una de las dos mujeres guerreras que tan buena habilidad habían demostrado con un instrumento letal en la mano y a la que la gitana parecía haber entregado las únicas armas capaces de dañar al espíritu. Eligió a Fedora.

—Aunque no pueda herir al fantasma, señora, deje que combata a su lado para azuzar al espectro. Quizás yo pueda distraerle mientras usted aprovecha la distacción y le golpea con el arma... embrujada.—

Le gustase o no a Corvino, parecía claro que la brujería se presentaría de un modo u otro. Aunque no le gustara demasiado, preferiría que esta sirviera para ayudarles antes que condenarles al abismo.

Esperó a que Fedora cogiera la mitad del bastón para avanzar junto a ella hacha en mano.

¡Nikoooo! Niko, ¿dónde estás?

Raúl buscaba a su hijo en medio de la confusión. La aguda visión de Genann vió al pequeño acunclillado tras unos sacos apilados, temblando de miedo. Para un niño, la visión de un fantasma es todavía más aterradora que para los adultos. Sapo encontró la flecha mágica y el aceite. Es una táctica habitual de los comerciantes guardar el género en lugares distintos para dificultar el latrocinio: si Sapo quería encontrar algún objeto más, debería seguir buscando.

Con la llegada de Suse, Menon fue arrojado por el cielo hasta aterrizar en un arbusto. La guerrera golpeó con el bastón roto al fantasma, sin la ayuda de Corvino ni nada, y el espíritu se arrugó por el dolor de un palo, y por el terror que le infundía Alarico.

En cuanto a Quiora, en cuanto retrocedió hasta Marcella, la vistani puso el otro trozo de bastón en las manos de la semiorca.

Hey, dejádme un poquito!- recriminó la semiorca ya que Fedora parecía no querer dejarle nada de aquella criatura que había osado atacarla.

Agarró el palo que le ofreció la bruja y golpeó con fuerza al espectro, pero aquello que hace un instante parecía estar delante de sus ojos, desapareció el tiempo suficiente para que no impactase, dejando a la luchadora muy confundida.

-Cómo no te he dado? Pero si estaba aquí mismo! Lo habéis visto verdad?

Como era de esperar Suse lo envió a volar pero esta vez sin graves daños, sólo a su maltrecho orgullo, al menos la loca salvaje consiguió darle al espíritu. Sería vulnerable a la magia? Intentaría lanzar un rayo para comprobar un par de cosa, se podría Suse llevar un chispazo.

Genann no encontró lo que buscaba aunque sí lo hizo Sapo y de igual forma, él dio con el objeto de los gritos del padre del pequeño Niko. El propio Niko.

Corriendo por el campamento y tratando de eludir cualquier proximidad o contacto con el espíritu que parecía estar bastante maltrecho a base de los porrazos de Fedora y de los gritos de Alarico, alcanzó la posición del gitanillo y se colocó a su lado. Puso un brazo protector sobre su espalda, obligándole a volverse para que no siguiera contemplando aquello que tanto le asustaba.

-No Niko, no mires. Debes estar tranquilo. En breve mis compañeros le habrán vencido y yo no permitiré que se te acerque. ¿De acuerdo?

Los ojos divergentes de Sapo no tenían problema en encontrar objetos en lugares dispares, pues cada uno apuntaba en una dirección. ¡Qué era lo mejor hacer ahora? Las dos mujeronas de su grupo ya se encontraban fuera de sí, dándole lo suyo al fantasma. No veía a nadie, más que a él mismo, lo suficientemente bueno como para recibir los dones del aceite. Tampoco había nadie ducho en el arco como para usar la flecha sin problema. Su fría mente analítica le decía que lo mejor era seguir buscando. Si el fantasma sobrepasaba a las dos guerreras entonces se lo pensaría de nuevo.

Con una maléfica sonrisa y tratando de golpear nuevamente al fantasma, Suse, quien ahora ocupaba la sique de la norteña, no daba tregua a su enemigo, tratando de golpearla, pese a que esta vez no tuvo tanto acierto.

- Ohhh, vamos Quiora. Lo quiero todo para mí. Corre o no te dejaré ni las sobras de este fantasma. - Dijo sin perder la sonrisa, pese a errar su siguiente golpe.

Tras lograr afectar al no muerto, Alarico trata de colocarse flanqueando al no muerto... pero entonces, en vez de atacarle, lo que hace es tratar de apoyar el ataque de Fedora, esperando que entre el flanqueo y el apoyo sea suficiente para que logre causar daño al no muerto. Sin embargo su intento no tiene éxito alguno.
 

Todos los que tenían un mínimo de agallas se acercaron al fantasma e intentaron ayudar a las portadoras del bastón encantado. El chispazo de Menon funcionó, e hizo que el espíritu dejase escapar un alarido espeluznante. Sapo pasó de estratega que buscaba una solución al problema, a un simple ladronzuelo, atesorando objetos en lugar de ponerlos en práctica contra la amenaza que se cernía sobre el campamento.

Los gitanos también empezaron a reaccionar. Niko se abrazó con fuerza a Genann. Poco a poco dejó de temblar. Y Marcella, una vez cumplido su papel encantando el bastón, empezó a cantar. Sus "primos" dejaron de corretear en el caos y poco a poco se fueron sumando a Marcella acompañándola con sus voces. Se formó un corrillo alrededor de los extranjeros, todos cantando, tocando y poniendo sus esperanzas en sus salvadores.

La mano espectral del fantasma rozó a Suse, y un mechón de su salvaje melena negra perdió el color, y se volvió canoso mientras el espíritu le empezaba a robar su juventud...

Había que seguir intentándolo, y en ello invirtió su esfuerzo Alarico, tratando de dar apoyo a las acciones de Fedora, facilitando el ataque de esta e incordiando al lóbrego que, al fin y al cabo, seguía estremecido por el poder de la fe del sacerdote malvado.

Pero, reconozcámoslo, con su actuación mística, el sacerdote, que ni siquiera había podido recuperar los milagros realizados el día anterior, había hecho suficiente. Y, al menos por ahora, en manos de otros quedaba el terminar de salvar la noche.