Partida Rol por web

El monstruo emitió un gemido gutural cuando Quiora le hizo una segunda boca con el hacha. La criatura resbaló en la grasa, lo que solo logró que su cuerpo redondeado se inclinase y dos de sus patas pasasen a ser garras mientras dos de sus garras se apoyaban en el suelo. No había mucha diferencia.

Chicos, no puedo luchar con él si entre los dos ocupáis el ancho de la galería-dijo a Alarico y Quiora.

Entonces llegó el feroz contraataque. Una garra arañó el brazo de Quiora y otro su cara, mientras las mandíbulas gigantescas del retaco se cerraban sobre uno de sus hipermusculados y verdosos muslos de bárbara. Quiora resistió, pero no aguantaría otro asalto contra semejante máquina de trocear carne.

Es igual...-dijo, cambiando de parecer-Veo que lo estáis llevando muy bien entre vosotros, no me necesitáis. Os cedo el honor de seguir luchando.

A un mordisco de la muerte, Quiora entró en furia. Ya no sentía el dolor de las heridas, ni veía nada más que no fuese a su enemigo, al que debía eliminar de un tajo.

Pero la fuerza de la semiorca no fue suficiente esta vez y el hacha encontró resistencia a la hora de entrar en el cuerpo del monstruo compuesto por rocas. Gruñó frustrada.

Ese seguramente era el fin para la mestiza que se iría con grandes honores a visitar las tabernas que Uthgard había preparado para su último viaje, allí podría atiborrarse de suculentos manjares y escuchar bardos todo lo que quisiera sin la compañía de bebés llorones.

Quiora lo estaba pasando mal, la criatura le había dado un gran golpe que apunto estuvo de terminar con ella, el bicho apenas había sentido la grasa y peleaba sin problemas, tenía que pasar a la ofensiva, por lo que conjuro un rayo de energía fría en su mente pero el movimiento salvaje del monstruo hizo que el rayo pasara inofensivo a su lado...

- Alarico, cúrala o estamos acabados.

Era cierto, si Quiora caía, todos morirían en esta mina.

No le gustaba. No le gustaba en absoluto. Pero sus compañeros tenían razón. O curaba a Quiora o estaban perdidos. Maldiciendo para dentro Alarico deja que su conjuro de causar heridas leves se pierda y da un paso atrás, mientras vuelve a conjurar, esta vez, invocando poderes de sanación sobre Quiora.

- Ocupa mi puesto, capitán, o todos vamos a morir aquí.

Nathan Timothy se coló entre Alarico y Quiora con una patética daga, y no fue de mucha utilidad. Por detrás del capitán de la semiorca se pusieron los dos clérigos, que ayudaron a sanar a Quiora con sus oraciones de curar heridas leves.

¡Aguantad!

Con cuatro personas por delante de él, la linea de disparo de los rayos de Menon se vuelve casi imposible. Falló, y con la mente al borde de la extenuación por tanto esfuerzo desplegado a lo largo del día, iba a necesitar descanso durante unas horas antes de volver a intentar desplegar sus poderes psíquicos.

En cuanto al xorn, ya cuando parecía que iba a perder el equilibrio, la grasa bajo sus pies desapareció. Aún así, intimidado por la presencia de una Quiora furibunda, a penas logró atinar con un pequeño arañazo a la semiorca.

Tanto manoseo no le estaba sentando bien a la mestiza. Garras, ancianos verdes, manos interesadas. Su furia se iba incrementando nublando la razón. Le empezaba a resultar difícil distinguir quién entre ellos le estaba curando y quién le estaba dando una paliza de muerte.

Solo había una forma de acabar con todo aquello.

Volvió a levantar el hacha para descargarlo sobre lo que tenía delante y una vez más falló en su intento por cercenar algún miembro.

Maldita sea!- exclamó echando espumarajos por la boca.

Menon observo como Quiora seguía debatiéndose con el bicho, a pesar de su fuerza no lograba impactar lo que amenazaba acabar con todos al siguiente ataque.

Su mente volvió a concentrarse en un rayo de energía, pero de nuevo lo lograba impactar entre tantos cuerpos peleándose, estaba gastando energías sin lograr nada a cabo, cada vez le quedaban menos oportunidades de lograr algo.

- Detente- grita Alarico mirando al ser mientras sostiene su símbolo sagrado mirando con ojos llenos de ira a ese... engendro. Y por si acaso, levantando su mano abierta hacia el xorn en el gesto universal para que el mismo se parara- Te lo ordeno en nombre de mi poderoso Señor.

El monstruo no aparentó reaccionar ante la orden imperiosa dada por el sacerdote de Bane.

Alarico, no creo que este monstruo hable nuestro idioma...

Seguramente el térraro sería una lengua más adecuada para hablar con un ser de afín a la tierra. Sin embargo, el xorn contrarió al sacerdote de Erlin respondiendo a Alarico con una serie de sonidos guturales que se arrastraban hasta parecer palabras.

Yo no detener, humano...
Yo impedir que vosotros robar comida mía...
¡Ladrones morir, y cristales ser para estómago mío!

¡Atrás, ser inmundo de los subterráneos!-gritó Emanuel, sosteniendo su medallón en alto-¡Encógete ante el poder del dios Erlin!

El xorn se estremeció de miedo, dejando soltar un quejido cavernario, pero a pesar de todo siguió luchando por su comida. Sin embargo, sus ataques no lograron arañar a Quiora (ni la semiorca clavar su hacha en el pequeño monstruo). El Capitán tampoco fue de mucha más utilidad, con su pequeña daga. Hasta Menon, al tratar de lanzar su rayo sin que llegara a formarse, se dió cuenta de que no tenía suficiente poder psíquico para manipular las fuerzas elementales.

Ni aunque hubiese hablado orco. La rabia que consumía a la mestiza le hacía sorda a cualquier conversación que llegase a sus oídos. Mientras estuviese en pie seguiría afanada en usar su hacha pese a lo inútil que resultaba frente al pétreo enemigo.

El monstruo sigue intentando acabar con Quiora, pero por suerte falla en el último momento y no impacta en la semiorca, eso nos da un respiro, pero por desgracia la guerrera parece acusar el peso del combate y no logra devolvérsela al monstruo, justo cuando noto un vacio en mi interior que me advierte que ya no me queda nada para lanzar, ya se acabaron los trucos por hoy, justo en el mejor momento.

Ya sin alternativas coge la ballesta y se prepara para intentar darle a la criatura, pero entre la falta de practica y la falta de hueco, el virote falla por mucho.

- Venga acabad con él.

Oye... que yo lo intento. Si quieres, ponte tú en mi lugar.

El muy inútil era incapaz de acertar una simple puñalada, pero esquivaba los golpes como la sucia rata cobarde que era. Entonces llegó el "gigamordisco", "la madre de todas las dentelladas". Las poderosas mandíbulas del renacuajo malencarado mordió el costado de Quiora arrancando piel, carne y un riñón. La semiorca cayó hacia atrás, de inmediato. ¿Y quién estaba detrás? El viejo clérigo que había acudido a curarla la vez anterior.

A duras penas Emanuel logró mantenerse en pie, con la joroba verdosa de Quiora apoyada sobre su pecho mientras el cuerpo de la bárbara amenazaba con caer como un árbol recién talado. Emanuel tuvo que utilizar su máximo potencial para curar mínimamente las heridas de Quiora. El diós Erlin regeneró el riñón faltante, pero quedó al descubierto, sin el trozo de abdómen que podía taparlo. Quiora abrió los ojos, todavía enfurecida, como un luchador medio noqueado que vuelve a la pelea llevado por su instinto más que por su idea de lo que está pasando.

La semiorca sufrió un repentino apagón. Parecía que ese iba a ser el fin de la bárbara, pero la gracia de Erlin de manos de su clérigo no iban a dejar que el escudo de carne que protegía a su siervo se derrumbase sin más.

Ahora solo faltaba acertar algún golpe.

Si el capitán Timothy tuviese el cerebro suficiente, se pondría detrás del enemigo para buscarle algún punto débil y ayudar a distraerlo mientras Quiora terminaba el trabajo. Pero ni Nathan se daba por aludido ni Quiora razonaba con suficiente claridad como para sugerírselo.

Haciendo caso omiso del dolor que le producía tener las entrañas al descubierto y de su precaria situación en general, la mestiza hizo lo único que sabía hacer bien y descargó su hacha de nuevo sobre el montículo de piedra con dientes.

Quiora hacía lo que podía incluso con esa herida horrible en el costado, era un milagro que aún aguantara de pie, pero ese milagro no duraría siempre, puede que dentro de un segundo la semiorca se derrumbe y los siguientes en caer seremos nosotros...dado lo desesperado de la situación dejo la ballesta y preparo la daga con la mano temblorosa para intentar rodear al monstruo y darle ventaja a los que saben pegar, ojala tuviera su reserva de poder.

- Adelante no nos queda otra!

En el interior de la mina, en cuanto el hacha de Quiora tumbó al monstruo, el intrépido Capitán Nathan Timothy se abalanzó sobre el cadáver para hundir repetidamente su daga en la criatura. Una y otra vez. Una y otra vez.

¡Ya! ¡Vencido! Este cabroncete recordará el día en el que fue derrotado por el Capitán Ene Punto Timothy.

Encontraron los picos en la otra galería, y los trajeron para empezar a picar. Sin conocimientos en el tema, los grandes cristales se quebraban y quedaban inservibles y sin valor en cuanto el pico golpeaba los prismas. Era necesaria mucha pericia para lograr extraer trozos enteros, que sirviesen para el exorcismo o para vender.

Pasaron allí dentro horas. Por turnos, hasta podían salir a relevar a Alanis, con que la remilgada hechicera también tuvo oportunidad de intentar hacerse rica extrayendo cristales de transposición.

El capitán Timothy estuvo a punto de morir aquel día. Y no por es monstruo surgido de las profundidades de la caverna, sino por meterse entre una semiorca enfurecida y su contrincante.

Quisieron los dioses que Quiora se diese cuenta que su enemigo había caído y por tanto el cansancio y el dolor pudo más que su furia incontrolable.

Las llamas de los ojos de la bárbara se apagaron casi por completo y cayó como un saco al suelo.

Agotada y dolorida, permaneció tumbada intentando taparse con las manos el enorme boquete que dejaba al descubierto su recién reconstruido riñón.

Oye viejo- llamó al clérigo de Erlin con toda la amabilidad que le permitía su estado- podrías curarme esto?

La mestiza descansó lo que pudo. No se iba a poner a picar piedras hasta encontrarse con fuerzas, pero cuando se encontrase mejor estaría dispuesta a aportar su pequeño granito de arena a aquella complicada misión que parecía no tener fin. Tendrían que haber secuestrado a un minero bien equipado para facilitarles la tarea...

Alarico bufó con desagrado mirando al infame e inútil capitán N. La poca simpatía que el bribón había obtenido, por su donaire y gracejo, había ido desapareciendo con bastante rapidez. Entendámonos, no es que Alarico sintiera una especial simpatía por la justicia. Más bien al contrario. La justicia no era sino el espejismo que débiles de corazón interponían en el camino de la ley y el poder. Lo que ocurría es que el capitán era... desagradable. Menos impredecible de lo que él pensaba ser, pero igualmente, desagradable. E inútil, lo que era mucho peor.

Se acercó el sacerdote a Quiora, a pesar de haber solicitado la asistencia de Emanuel, y recitó una oración a Bane, sabiendo que, al menos, algo mejoraría la maltrecha salud de la semiorca.

- Has combatido bien. Sin ti, estaríamos todos muertos. Gracias, Quiora.- dijo con sinceridad, para, acto seguido, usar el último de sus trucos en tratar de detectar magia. Quizás hubiera algo más aquí de lo que se veía a simple vista. Sólo tras eso, procedió a tratar, con los demás, de obtener esos malditos cristales. Tras esto (y tras tomar los objetos que encontrara para repartirlos, si es que los había) procedió a revisar por completo el cuerpo del xorn. Era un ser extraño, como poco, y tal vez hubiera en el mismo algo útil.

Sólo tras todo esto se dispuso a proceder con las artes mineras. No puso pegas a la distribución de guardias de la semiorca y, antes de acostarse, rezó a su Señor para recuperar su magia para el día siguiente.

Menon se dejó caer con alivio en la pared de la mina, el hacha de Quiora dió un terrible golpe al monstruo que rasga carne. hueso y órganos, los asquerosos fluidos abandonan el cuerpo y este se queda inerte.

- Buen trabajo Quiora, cuando vuelcas toda esa mala leche en aplastar a nuestros enemigos, eres una compañera de primera, como ha dicho Alarico sin ti ahora nos estarían royendo los huesos.

 Aparte en cuando repasar un poco los acontecimientos noto un cosquilleo en su interior, nuevas energías parecían navegar por su interior, en su mente surgían nuevas formas de moldear el poder, puede que en cuanto descansara pudiera ser de utilidad y no como hasta ahora...su psicocristal pareció reaccionar a esos cambios pero sin que estos repercutieran en el, de momento.

- Bien, echaré una mano con esos cristales, ya que no sé sanar como vosotros, aparte conviene que baje Alanis, seguramente aqui se esta ahora más seguro que allí arriba.

Quiora, siéntate un momento. Veré lo que puedo hacer.

Emanuel le dió instrucciones a la semiorca para que se quitara su armadura de cuero, y para que se sentase. Sacó de su saco unas vendas que enroscó en torno al bajo torso, cubriendo las heridas del riñón. Quiora tuvo más sensación curativa con el conjuro de Alarico que con las vendas.

Es importante para que la herida no coja infección. El párroco de Valleta te curará mejor cuando estemos de vuelta, pero por ahora será suficiente.

Tras eso comenzó la jornada de minería. En la mayor parte de las ocasiones, el pico dañaba el cristal y lo hacía añicos. Tardaron varias horas en conseguir cristales suficientes para los exorcismos (en total seis), pero tras una inspección preliminar Emanuel no consideró aptos a la mitad de ellos. Siguieron trabajando un poco más, cada vez con más soltura, hasta que lograron los materiales adecuados para la transmigración. Los otros cristales sobrantes se repartieron entre los que más trabajaron en la mina: Quiora, Menon y Alarico. Quiora se quedó con el que tenia aspecto de ser más caro. Era lo lógico, teniendo en cuenta su batalla con el xorn y su gran labor picando en la mina.

En cuanto al xorn, por la dentición Alarico supuso que se trataba solo de un especimen joven. Seguramente, si seguía creciendo, alcanzaría tamaños mayores y llegaría a convertirse en el futuro en un peligro para las nobles gentes de Vallaki, esas personas entrañables entregadas a la fiesta, el alcohol y las matanzas de sus vecinos bélticos. En cuanto a la magia, la única traza que encontró en el ambiente era la de la bolsa de contención de Emanuel. El propio anciano y Menon también emitían ciertas auras sobrenaturales, cosa que ya se sabía, puesto que Emanuel era sacerdote de Erlin y Menon hacía cosas con la mente que Quiora jamás podría hacer.

Cuando salieron de la mina todavía no había amanecido. A lo lejos, en el pueblo, se escucharon ruidos de disparos, como los que habían escuchado hacer al Capitán Ene con su varita de hacer boom en otros momentos del viaje.

Parece que ya han empezado. Tenemos que darnos prisa, pero tampoco podemos ir a lo loco. Por el camino principal llegaremos al centro de Valleta, pero podemos dar un rodeo y aparecer en la playa y entrar por el este, o podríamos llegar desde el oeste si pasamos por los astilleros.

Menon se froto los dedos doloridos tras el esfuerzo de sacar los cristales de las paredes de la mina, no estaba acostumbrado al esfuerzo físico, hacer las cosas con las propias manos era muy loable, pero Menon desde luego prefería las mas nobles tareas intelectuales, más adaptadas a su estilo personal, aunque al ver los cristales que había conseguido para si, una sonrisa se dibujó en su rostro, era una buena cosecha aunque aún no sabía que hacer con ellos.

Su psicocristal estaba algo alterado durante el proceso, mientras estaba picando varias veces había insistido si esos eran sus hermanos y como los estábamos rompiendo, tardo un poco en aprender los conceptos de minería y minerales, aún le quedaba mucho por mejorar, pero Menon confiaba que en el futuro aumentara sus capacidades cognitivas y fuera un compañero mas locuaz.

Emanuel vendó las heridas de Quiora, que al menos parecía estar fuera de peligro, sus golpes les habían salvado la vida y por poco le habían costado la suya a la semiorca, Menon siempre pensaba que la mente debía gobernar al cuerpo, pero lo cierto es que hasta ahora la brutalidad de Quiora y su simpleza había demostrado ser más efectiva que sus poderes... ojala ahora que sentía un aumento es sus poderes pudiera ser mas decisivo, desde que dejo la vida contemplativa, la vida de aventuras era mucho más dura de lo imaginado.

Al parecer en el pueblo se estaba combatiendo, hay que acelerar antes de que a sus compañeros los eliminen estando poseídos sin remedio.

- Tenemos que liberar cuanto antes a nuestros compañeros, por lo que voto por ir por el camino de la playa para cruzarnos cuanto antes con ellos.