Partida Rol por web

Independientemente de qué hubiese sido de Genann cuando el río se lo llevó, el resto del grupo avanzó hasta la posada. Estaba cerrada con llave, lo cual era un milagro teniendo en cuenta la despreocupada fiesta que vivió Valetta desde la victoria.

Esperad, dejadme abrir a mí. A lo mejor es solo que está atascada...

Nathan tapó con su cuerpo la cerradura para que nadie le viese trabajar la cerradura. Compulsivamente forcejeaba con el pomo hacia delante y hacia atrás, con lo que visto por la espalda se prestaba a malentendidos.

Vamos... vamos... Nngh... Hasta el final...

Ese tipo de frases tampoco ayudaban. Y resultó que el Capitán no era tan diestro como él se creía, y tardó más de lo esperado, pero al final...

¡Sí! Ejem... Estaba abierta-dijo, metiendo poco disimuladamente una ganzúa bajo la manga.

La planta baja de la posada estaba vacía. Las mesas con velas encendidas estaban llenas de sobras frías, botellas y copas, que los regentes habrían dejado para recoger mañana e irse a dormir. El silencio se rompió con el crujir de un peldaño de madera, cuando una figura bajó desde la planta superior.

¿A quién tengo el placer de conocer?-preguntó el humano.

Alarico pensó que, sin duda, estaba en el infierno. La semiorca no era capaz de atar bien a nadie. El capitán N. era un idiota petulante creído de sí mismo al que, sin duda, deberían haber matado. Bueno, mejor torturado y esclavizado para que les llevara por el río que, después de todo, navegar, lo que se dice navegar, no le parecía que ninguno supiera. Y Menon era demasiado silencioso para su gusto, al menos generalmente.

En fin, al menos tenemos a Alanis. Es una preciosidad.

La miró, más que unos segundos, sobre todo para distraer su mente porque, si seguía observando como el capitán N. se las arreglaba para intentar forzar una maldita cerradura, iba a chillar. ¿Cómo podía ser que un idiota de ese calibre siguera vivo? Miró a las tetas, y a la cara, y a la cintura de Alanis, y a las piernas, aprovechando esos momentos de asueto. Preciosa, sin duda. Ese pensamiento, sin embargo, le llevó a recuerdos menos agradables. ¡Ay, cuántas servicias y degradaciones tiene uno que soportar cuando sirve como esclavo! Sí, después de todo, era una suerte estar allí. Y ya habría tiempo para ajustar cuentas con el capitán. Ahora sin embargo... Como era de esperar el capitán "No Tienes Idea de lo Tonto que soy y lo creído que me lo tengo" (capitán Nathan Timothy para los amigos) había entrado en una posada cerrada y vacía y, con buen criterio, alguien (¿quizás el posadero?) bajaba a ver lo que estaba ocurriendo. Y dicho sea de paso, haciendo gala de una contención admirable. Alarico dudaba que él hubiera mostrado tanta.

- Buenas noches. Como ve nuestra buena Quiora- dijo señalando a la semiorca- ha encontrado a un bebé de escasa edad, y al llegar al puerto fluvial, el bueno del capitán Nathan Timothy nos aseguró que la posada estaba abierta, y ha abierto la puerta. Supongo que será amigo suyo. Como fuere, creo que pretendía invitarnos a nosotros y al bebó a comida y bebida. Siempre que esté abierta, y alguien pueda ofrecernos tales cosas lo que, reconozco, empiezo a dudar. 

Al pobre Gennan se lo había llevado la corriente sin que nadie, yo incluido hiciese nada para evitarlo, por mi parte pocos conocimientos de nadar tengo y mis poderes aún son muy limitados, dato del que me voy dando cuenta en los distintos encuentros que se van sucediendo, y de donde momento prevalece la fuerza sobre lo demás.

A la llegada al pueblo Quiora de un paso al frente y se hace cargo del niño, al menos hasta que llegar a un edificio del pueblo que el capitán identifica como taberna, la cual intenta abrir con la habilidad de un mono borracho, pero con menos gracia, que este hombre haya sido capaz de hacernos llegar hasta aquí es toda heroicidad y quizás tengamos a algún dios a nuestro favor o en contra, según se mire.

Alarico tenía un semblante algo tenso, sólo relajado cuando examina ha Alanis con precisión cuasi matemática, tal es la atención que presta a su cuerpo, sin ningún tipo de pudor ni disimulo, debe de tener algún tipo de necesidad física insatisfecha, quizás le podría enseñar a meditar para concentrarse mejor, o no, cada uno tiene las aficiones que quiere.

Al poco de su accidentada entrada en la taberna un humano sale a recibirlos, sin mal talante al parecer, una novedad después del mal encuentro con los espíritus.

- Como ha dicho mi compañero somos viajeros que acabamos de llegar por el río, nuestra travesía ha sido dura y esperábamos poder descansar en vuestro establecimiento, sobre todo el bebe que encontramos en nuestro camino, mi nombre es Menon señor.

El bebé estaba extrañamente callado. De hecho no había emitido ni in ruidito babeante desde que lo recogieran y que no llorase al someterse al intenso olor de la semiorca no era ni medio normal. Estaría muerto?

Quiora aprovechó el tiempo que le daba la lucha de 'Ene' contra la puerta de la posada para entreabrir la manta en la que le habían arropado y observar el rostro de la criatura. Metió un dedo para rozarle el cuello e intentar averiguar su temperatura.

No te preocupes pequeño, dentro de poco te encontraremos un hogar- susurró con la esperanza de que fuese cierto y quitárselo de encima pronto.

Después de lo que le parecieron horas (estuvo a punto de arremeter ella misma contra la puerta, solo el hecho de llevar al bebé en brazos la frenó), entraron y un viejo vino a saludarles.

A sabiendas de que no sería bien recibida, puso la pequeña criatura por delante para que el posadero pudiera verla bien y entendiese pues la urgencia que tenían.

Un sexto sentido le decía que aquel anciano debía ser un conocido del capitán.

Desde que Quiora molestó al bebé, que estaba más caliente desde que lo habían envuelto en unas mantas secas, el pequeño empezó a lanzar pobres berreos intermitentes. Por culpa del hambre, se estaba quedando sin fuerzas para llorar.

Espera... la última vez que estuve aquí, este viejo no era el dueño de este establecimiento.

Nooo... claro que no. Yo solo soy un viajero alojado aquí. Mi nombre es Emanuel Maryszkas. ¿Puedo ver al bebé?

El anciano cogió amablemente al niño de los brazos de su portadora, acunándolo para que dejase de llorar. Lo dejó sobre la mesa, con el resto de la comida, e hizo un pequeño reconocimiento de la temperatura, las encías y el grosor de sus brazos.

Está un poco desnutrido... Este bebé necesita comer algo. ¡Pera!

Cogió un cuenco y peló una pieza de fruta de la que había expuesta en un frutero. A los viajeros en general también les entró un poco de hambre, ya que no habían cenado, y tenían a su disposición restos de comida en las fuentes en los centros de cada mesa. El Capitán Timothy fue de los primeros en picotear de las sobras de la fiesta. Emanuel picó la pera y luego la aplastó con un cubierto hasta hacerla pulpa.

Y ahora un poco de leche...

Cogió una pequeña bota de su cinto y vertió su contenido, leche tibia, en el cuenco, haciendo un caldo. Con una cuchara empezó a darle la papilla al bebé.

El niño comió con un ansia digna de su tita Quiora. En cuanto probó la primera cucharada, dejó de llorar. Mientras era alimentado en el regazo del anciano, la mano del bebé jugaba con el medallón que colgaba del cuello de Emanuel.

Alarico se dió cuenta de que el colgante se trataba de un símbolo de alguna extraña religión minoritaria con la que jamás había coincidido. Teniendo en cuenta que estaban en territorio gundarakí, Alarico presupuso que se trataba del Culto de Erlin. Poco sabía del tema. Al dios Erlin se le suponía muerto, ya que los sacerdotes de su culto no pudieron hacer conjuros durante muchos años, pero la situación había cambiado, lo que se conocía como la Resurrección de Erlin.

Otra posible explicación para la falta de poderes temporal tenía que ver con las dimensiones y los planos. Es decir, Erlin no había muerto, solo había quedado aislado en un plano que no permitía mandar sus dones divinos a sus sacerdotes. Obviamente, desde el punto de vista del creyente era mucho más épico y más popular decir que tu dios venció a la muerte y resucitó. Sugerir que Erlin estaba prisionero de otros dioses o que se había ido de parranda despreocupándose de los mortales seguramente fuese heregía en el Culto de Erlin.

Al ser una religión tan minoritaria y centrada geográficamente en una región pequeña que Alarico nunca había pisado, no conocía más detalles del tema.

A Quiora le habían quitado de encima un pesado lastre, más pesado que cualquier otra cosa que hubiese cargado nunca, incluso más que aquella vaca que robó una vez y arrastró todo el camino hasta el cobertizo donde se refugiaba por entonces para poderla comer en paz.

Con un suspiro de alivio, la semiorca se dejó caer en una silla cercana a los 'manjares' que reposaban sobre las mesas. Royó los huesos de los que aun quedaba algo de carne, se metió los trozos de pan sin miramientos en la boca y sorbió los restos de sopas de sus cazos, hasta que lo dejó todo bien limpio.

Después de un sonoro eructo preguntó:- Y el dueño de esto está durmiendo y tiene un viejo que vigila la puerta por él? Acaso no os habéis percatado de que la aldea vecina está completamente destruida y llena de fantasmas? No es por nada, pero si habéis sido vosotros, me andaría con cuidado con esos espíritus. Ofrecería mis servicios para protegeros, pero poco puedo hacer contra algo a lo que no puedo pegar con mi hacha.

El viejo demostró ser ducho en manejar al bebe, suerte de haber encontrado a alguien con ganas de ayudar, no llevaban una buena racha de encuentros con personas, al menos hasta el momento. Menon rebuscó un poco algo que tuviera buen aspecto en la comida y empezó a comer algo.

- Gracias por todo señor, como dice mi compañera el pueblo del enfrente es un desastre y hay espíritus merodeando... que es lo que se celebra aquí? Parece que ha sido una fiesta importante para que nadie se quede vigilando, algo bastante insensato si se me permite decirlo.

Algunas respuestas no vendrían mal a lo hora de dilucidar que hacer.

Alarico miró con curiosidad al hombre, y luego miró al infante. Y volvió mirar al hombre. Una idea peregrina y probablemente ridícula había aparecido en su mente, al considerar sorprendente la casualidad de, primero, encontrar un bebé que debía estar muerto y, acto seguido, encontrarse a un adorador de un dios que fingió su propia muerte (o peor aún fue apresado, u olvidó a sus adoradores) para luego regresar como si hubiera resucitado.

Era una casualidad curiosa. Desgraciadamente no habían dejado morir a ese niño de nadie, y ahora se veían obligados a llevarlo a un adorador de una deidad obviamente inadecuada. Mentalmente, suspiró.

- Un placer en tal caso, Emanuel Maryszkas. ¿Sois sacerdote o meramente un adorador de Erlin? ¿qué os trae a esta posada? Realmente parece dárseos bien esto de los niños. ¿Sabéis si está por aquí el dueño de la posada? No me parece correcto comer las sobras de una mesa a la que no he sido invitado. ¿Os parece que le sentará mal? Es... curioso que haya cerrado la posada en estos días de celebración, ¿no creéis?

Soy Sacerdote de Erlin, y no, el dueño del establecimiento no me ha ordenado que vigile. Pero oí a alguien forcejear con la puerta debajo de mi ventana y pensé que algún viajero necesitaba que le abriesen. Yo, sin embargo, no reconozco el símbolo de vuestro colgante-dijo a Alarico-, ¿también eres clérigo? Yo vine de visita, para ver al párroco local. Es un muchacho sin mucha experiencia en el sacerdocio, y aún necesita un poco de guía y supervisión de los veteranos en la profesión de vez en cuando.

Mañana le comentaré a mi discípulo lo de los fantasmas, porque oí que había planes para desmantelar los parapetos y rellenar las trincheras del bando de Beltis, pero si hay fantasmas es mejor que no se acerquen. Lo ideal sería exterminarlos. Rezando por muchos conjuros de arma mágica, se les podría hacer frente. Pero los rebeldes de Ardonk Szerieza tal vez prefiera que sea Malocchio el que se desgaste limpiando Beltis de los fantasmas. Dudo mucho que en su nuevo estado sepan orientarse para llegar hasta aquí, los fantasmas confunden lo etéreo con el plano material y no van a ver un paisaje con el que estuviesen familiarizados en vida.

El posadero estará seguramente durmiendo en su habitación, pero no creo que le importe que comáis las sobras. Ayer, cuando llegué, todo el mundo estaba de buen humor. Celebraban la victoria sobre las tropas de Malocchio que estaban asentadas en Beltis. Si cerraron la puerta con llave, será por costumbre, no porque esten en contra de seguir con la fiesta. Y aunque Valetta se haya entregado al alcohol, y no vigilen tanto como debieran, mañana seguramente la aldea volverá a la normalidad.

¿Qué planes tenéis para el bebé?

Emanuel mentía sobre los motivos para visitar Valetta. Llevaba leche en la bota del cinto, y no era algo muy común ver a un viajero que prefiriese eso al agua o al vino. Estaba viajando preparado para alimentar a un retoño perdido. El sacerdote estaba buscando al bebé y a la madre, y a buen seguro que aceptaría quedarse con el niño si se lo ofrecéis.

Quiora era de esas mujeres que siempre se encuentran en la fina línea que separa la calma de la tormenta. Más dada a dejarse llevar por la furia que por el sentido común, sólo pocas cosas la calmaban; un buen bardo, un buen guiso y un golpe contundente en la cabeza.

Cuando sintió que aquel anciano la estaba tomando por tonta, se le empezó a hinchar la vena del cuello.

Mira viejo, si te quieres quedar con el bebé por mí quédatelo. No tienes porque mentirnos, no somos tontos!- en labios de la semiorca aquella afirmación sonaba bastante ridícula.

-Vas a hacer que me enfade, así que mejor dinos toda la verdad. Sino te vas a quedar al final sin bebé y sin cuello. Es que acaso ese dios al que sirves es tan brutal que requiere sacrificios de lactantes? Tú conocías la existencia de la criatura, verdad? Habla, marrano!

Se puso en pie y se golpeó la palma de una mano con el puño de la otra, mostrando lo que estaba dispuesta a hacerle en la cara como siguiese mintiendo de aquella forma. No sería el primer anciano clérigo que pasa tristemente por manos de la bárbara. De hecho, si Sapo o Fedora se hubiesen encontrado presentes, recordarían como Quiora había conseguido que casi los mataran a todos entregando al anciano clérigo a un vampiro que les acosaba en cierta posada.

Nunca tuvo la intención de que el viejo muriese, como tampoco ahora, pero los accidentes siempre pasan.

No falla, en cuanto aparece alguien amable Quiora tiene que intentar ostiarlo, como esa enfermera en el hospital... desde luego su ambiente natural es el campo de batalla, si pasa tiempo en sociedad tiene que matar algo, será algún problema mental? Alguna condición propia de su raza?

Al menos el sacerdote nos ha dejado claro que el pueblo ya pasan de lo sucedido enfrente suya, en la mañana habrá que exponerles todo lo sucedido.

- Perdonad a mi compañera, pero hemos perdido a compañeros a manos de esos fantasmas, si hubiera una forma de recuperarlos sin dañarlos os lo agradecería, en cuanto al bebe, como podéis comprobar no somos un grupo preparado para cuidarlo, esperábamos que en esta aldea hubiera alguien dispuesto a cuidarlo.

Si el sacerdote no se cagaba en dios por lo dicho por Quiora puede que aún nos ayude, pero no tengo muchas esperanzas.

Una sonrisa llena de ironía apareció en los labios de Alarico, quien negó ante las palabras del sacerdote. Sin embargo, antes que el sacerdote pueda replicar, es la temperamental Quiora quien toma la voz. Al revés que otros de sus compañeros, que podían tomarse a mal las palabras de la semiorca, (y así de hecho fue el caso de Menon) no fue tal el caso de Alarico quien, sencillamente, cuando esta terminó, asintió.

- Aunque puedo no compartir su vehemencia- señaló el clérigo, omitiendo toda referencia a su propia fe y hablando en un tono mesurado, casi elegante, y aprovechando para servirse algo de comida- lo cierto es que comparto su indignación. Poco hábil es mentir con formas tales a desconocidos; sobre todo si lo que se pretende es que tales desconocidos nos hagan un enorme favor que, sin duda, mucho tiene que ver con vuestra fé. Como bien ha indicado mi compañera, con una sagacidad que ya quisieran muchos que aparentan mayor inteligencia, es evidente que conocíais la existencia de esta... "criatura"-  dice mirando al bebé sin el menor rasgo de aprecio- ... y que no sólo lo conocíais sino que, también, habéis partido para encontrarlo. Quizás de no habernos mentido, hubiéramos podido entregároslo sin más. Ahora, sin embargo, nuestra ayuda tendrá una adecuada contraprestación. Por ahora, contadnos la verdad. Y tras esto, veremos lo que podemos hacer.

Comprendedlo... no os estaba mintiendo, solo quería saber vuestras intenciones para proceder con cautela. Mi revisión del estado físico del bebé era un modo de comprobar que se trataba del mismo que busco. El padre del niño sigue vivo. Se llama Stepan y es vecino mío en la aldea de Tancos. Su esposa se llama Evelyn. Evelyn se internó en Mantobosque* y enloqueció. Al volver al pueblo se tiró al río con su bebé, Kneve.

Stepan estaba muy alterado por la situación, y nunca salió de Tancos. Pensamos que con suerte la corriente podría haber llevado a Evelyn hasta Valetta, pero no había ninguna seguridad en esa hipótesis. Stepan se quedó en Tancos. Yo, mientras, vine aquí para ver si alguien la había visto, pero al no encontrarla supuse que el río la había arrastrado más abajo, o que había acabado en la orilla opuesta.

¿Sabeis algo de Evelyn? Además del bebé, ¿encontrasteis a una mujer que farfullaba cosas sin sentido?

'Bla, bla, bla...' 

Eso fue lo que llegó al cerebro de la semiorca de toda la charla del buen samaritano. En realidad no había tenido la intención de matar al bebé ni al anciano, no sabía ni por qué se había enfadado tanto ante la idea de que usaran al recién nacido como sacrificio a un dios cualquiera, ni que fuera asunto suyo. Un desperdicio de alimento. Sí, era por eso, sin duda.

Más calmada, se centró en lo importante. Alarico parecía tener la negociación bien enfocada así que Quiora le susurró audiblemente:- Pregúntale cómo sacamos los espíritus de los cuerpos de la gente, quizás lo necesitemos algún día si encontramos a Fedora y al resto. Qué mierda! Si hasta el bebé puede estar poseído y no nos hemos dado cuenta! Dile que lo mire!

-Ah! Y un arma para matarlos. Eso, pídele que me de algo para poder cortar en dos a esos espectros!

Así que el anciano estaba buscando al bebe, por una vez Quiora y Alarico habían estado audaces de pillarle la intención, por lo que parece aqui puedo ofrecer, puede que cuando el resto del pueblo se levante podamos organizarnos un poco y recuperar a nuestros compañeros.

- La mujer que mencionáis estaba muerta cuando la encontramos, por un momento pensamos que el niño era un muerto viviente por haberlo encontrado aún moviéndose,  pero dejaré que Alarico os de los detalles, entre clérigos será más fácil que os entendáis.