Partida Rol por web

Alarico guardó el cristal en su mochila tras observarlo cuidadosamente. Luego, antes de partir, lanzó uno de sus milagros curativos sobre Quiora. Miró unos segundos a los presentes y, finalmente, asintió.

- Bien, procedamos pues.

No había podido dormir como a ella le hubiese gustado, pero al menos había disfrutado de cierto descanso y además los cuidados de Alarico le habían dejado como nueva.

Se le había quedado una fea cicatriz en el costado que a ella le resultaba de lo más atractiva. Lo que iba a fardar en la siguiente taberna decente que encontrasen!

Antes de marcharse, recogió un diente del xorn para añadirlo a su colgante de trofeos, le devolvió el vendaje todo sucio a Emmanuel y se preparó para partir.

El viejo sacerdote hablaba de hacer un rodeo. Los rodeos no iban con la mestiza, además si ya estaban luchando, aparecerían detrás de los enemigos, no es así?

Por otro lado Menon y Alarico parecían estar de acuerdo con eso no ir en línea recta. Quiora se lo pensó un segundo y decidió que mejor dejar los movimientos tácticos para los listos, así que asintió a la propuesta.

- Pues bien, a la playa entonces.

Los cristales pueden ser usados de distintas maneras. Lo más lógico es venderlos, pero también pueden usarse como piedras de poder para que los psiónicos puedan acumular energías psíquicas, y como parte del conjuro de transmigración, para transferir tu alma a otro cuerpo.

Ni Menon sabía estampar piedras de poder ni entre ellos había un mago que tuviese tanto poder. Y eso que Alarico había rezado con todas sus fuerzas, y había recibido un montón de dones, pero entre ellos no estaban ni los poderes de los psiónicos ni los poderes de los magos, tan solo los poderes de los sacerdotes.

Por supuesto, vuestras piedras no son tan buenas como para hacer eso, y las que yo llevo están reservadas a los Odem de los que me habéis hablado. Pero siempre podéis abandonar la vida de aventureros y asentaros en Valleta para trabajar en las minas.

De pronto les salió al paso un Odem.

No caminaba hacia ellos, sino que titubeaba como haría un ciego, caminando en un zigzag irregular. Vagaba buscando algo o a alguien.

Su visión no le permitirá vernos si no nos acercamos-Emanuel sacó uno de los prismas de transmigración y se la tendió a Alarico-. Vamos, inténtalo. Ordena a ese mamón que se meta en el cristal.

Desde la posición del camino pedregoso pudieron ver también la bajada hasta la playa. Y en ella, en la arena, reconocieron a Dalabrac, el mago mediano que había sido poseído. Dalabrac luchaba con su bastón contra cuatro aldeanos que le estaban acosando con hoces, horcas y antorchas. Un quinto aldeano, en forma de cadáver, estaba tirado en la arena. Más allá de la playa estaba el río, y vieron a dos botes vacíos a la deriva ser arrastrados por la corriente.

Había que intentarlo, qué diablos. Así que se concentró en el ser y levantó el cristal de transmigración mientras invocaba a su señor Bane, para que le condujera en este trance. Lo cierto era que, en las últimas horas, y por mucho que sus rezos no sirvieran para aumentar su exiguo poder, el sacerdote del dios de la tiranía había sentido, complacido, como sus conocimientos sobre la vida y la muerte, y sobre la religión, aumentaban. Los acontecimientos luctuosos que iban sumándose (y sobre los que era urgente que todos hablaran, toda vez que su misión no parecía precisamente cerca de cumplirse) habían tenido como virtud mejorar su capacidad y, como si a ello se debiera, el intento le resultó mucho más sencillo de lo esperado.

Sus piedras no almacenaban poderes, bueno al menos valdrían para dar oro, quizás en el futuro si podría encontrar maneras para usar sus poderes cuando no tenía reservas de energía como se daba el caso.

Ahora la prioridad era expulsar a los odem, si Alarico lo hacía bien sus amigos serían libres sin causar daños, y sin que ellos los causaran a los demás, que era igual de importante.

En la playa se veía a Dalabrac rodeado de lugareños con malas intenciones, si no llegaban pronto algo malo sucedería, aunque primero Alarico se enfrentó al odem con su poder, las energías fluían del clérigo con gran poder, sería suficiente?

Su psicocristal se puso nervioso ante las energías que estaban en el ambiente, cosa mala fuera? Libre ya? Menon intentaba calmarlo mientras observaba atentamente lo que sucedía.

Los ojos de la mestiza iban del cristal que Alarico tenía en las manos al mediano que le había acompañado y que ahora se encontraba luchando contra los pueblerinos.

No le sorprendía mucho ver que sus compañeros poseídos hubiesen alcanzado la aldea y que además los recibiesen a golpes (normal). El caso es, merecía la pena salvarlos?

Por experiencia propia ganada gracias al druida 'alimento para perros', lo mejor para tratar con esa gente controlada por espíritus era dejarlos fuera de combate. A saber si los mataban quizás el odem saltaría a la siguiente víctima. Lo mejor sería dejarlos k.o. y esperar que Alarico o el vejete les 'liberaran' a su forma divina.

Bueno, yo voy a encargarme de ese- dijo señalando al afortunado Dalabrac- no tardéis mucho.

Se dirigió con paso resuelto hacia la contienda, con el hacha dispuesta por su parte plana.

Ey, muchachos!- se dirigió así, a los aldeanos, avisándoles de sus intenciones- Dejadme a mí a ese mediano. Yo me encargo de él!

El espíritu fue absorvido (o más bien guiado contra su voluntad) al interior del cristal tal y como había ordenado Alarico. Emanuel asintió satisfecho con la exhibición del novato, y sacó de su saco dos enormes cristales de transmigración de tres pies de largo y medio de ancho.

Ten, Alarico, nos distribuiremos el trabajo. Acaba con dos Odem más, y yo lo haré con los tres restantes.

La voz de Quiora les sorprendió a todos. La salvaje bajó corriendo de la cresta rocosa para cruzar la playa. Los aldeanos se separaron al verla llegar, y el mango del hacha golpeó en la cabeza de Dalabrac, clavándolo en la arena.

¡Quiora! ¡No! ¡Para!

Demasiado tarde. El cuerpo de Dalabrac había quedado inútil, y el Odem ya no tenía motivos para quedarse en su interior. El Odem salió del cuerpo del mediano, como un gas por sus fosas nasales, y se materializó delante de Quiora.

Si no actuamos rápido, el Odem poseerá a Quiora. ¡Quiora aléjate!

Emanuel trató de controlar su caballo para adentrarse en la playa al galope, con tanta torpeza como jinete que ese tiempo pudo ser utilizado por los demás para adelantársele. Menon y Alanis bajaron calmados, y pudieron ver a uno de los campesinos gundarakís presionando la herida del cuerpo de un Corvino moribundo para evitar que muriese.

Asintió, un instante, para luego observar con horror como la mejor guerrera que tenían salía corriendo, dispuesta a dejar inconsciente a Dalabrac y a exponerse, innecesariamente, a ser poseída. ¿Es que no había escuchado a...?

Le pides peras al olmo, Alarico. Pelea bien, es valiente, y no dice gilipolleces. ¿Encima piensas que iba a escucharte? ¡Es una bárbara semiorca por el amor de Bane!

Casi con una sonrisa avanzó en dirección a donde había cargado la semiorca, mientras alzaba uno de los cristales, exigiendo al odem que entrara en el cristal. El ser no muerto vibró unos segundos... antes de verse nuevamente obligado a entrar dentro del cristal.

- Solucionado, Quiora.

El espíritu se metió a pesar de su resistencia en el cristal, esos usos de la habilidades de clérigo tenían muy interesado a Menon, cualquier clérigo podría manejar o los espíritus o sólo ciertas deidades? El espíritu se quedaría toda la eternidad en el cristal? Esas preguntas de momento no tendrían respuesta, puesto que Quiora ya se había lanzado sin pensar a pegar a sus compañeros, lo haría por su seguridad o por el simple placer de golpear? Seguramente una combinación de ambas, el resto intentó advertirla, pero Menon ni despegó los labios, una vez Quiora empezaba a moverse para luchar nada la detendría, por lo que esperó acontecimientos.

Dalabrac cayó como un saco de patatas, y el espíritu abandono el cuerpo buscando otro anfitrión, pero Alarico estuvo rápido y lo encerró en otra piedra.

Ya que ambos religiosos parecían tener la situación bajo control, Menon se acerco a la Dalabrac para comprobar su estado, por si a Quiora se le había ido la mano.

Jajaja caer como piedra, dormido como cachorro, divertido al menos alguien le encontraba el lado alegre a esto...

Ya tá!- pensó satisfecha la mestiza al ver al pequeño mago caer al suelo como un fruto maduro.

A los pocos segundos Alarico apareció a su lado y solucionó el tema espiritual sin demora ni dificultad aparente. Sí, señor! Eso era un buen trabajo en equipo!

Bien, dónde están los demás?- preguntó a los aldeanos mientras reposaba un momento el hacha sobre su muslo  y se empolvaba las manos para quitarse el sudor, y conseguir así una mayor adherencia con mango del arma.

Los aldeanos señalaron al centro del pueblo, desde donde llegaban sonidos de pelea, espadas chocando y esas memeces. Por la calle principal se veía a lo lejos a un caballero con armadura tirado en el suelo, moribundo o muerto, así que su asesino no debería estar muy lejos.

Por allí-señaló uno de los campesinos, en dirección al caballero en el suelo-¡El Capitán de la Guardia ha caído!

Emanuel Maryszkas bajó de su caballo junto al cuerpo de Corvino, y le curó con magia. No estaba muy claro si lo hizo porque supuso que el Odem habría abandonado ya el cuerpo (seguramente fue el que encerró Alarico la primera vez) o porque el campesino que intentaba parar la hemorragia le indujo a pensar que estaba ante otro habitante de Valleta.

Corvino despertó, herido y cansado. La situación no había cambiado desde la última vez. El viejo era consciente de todo lo que había pasado cuando el Odem estuvo al mando de su cuerpo. Ya no estaba allí Sapo, pero Dalabrac estaba tumbado en la arena mientras Menon comprobaba que el mediano se recuperaría de sus heridas. El bebé que habían encontrado en el río estaba en brazos de Alanis. También estaba allí el Capitán Ene.

Que cada habitante de Valleta se junte con uno de estos viajeros y lo acompañe-ordenó a los campesinos-. Por lo menos si os ven acompañados no os confundirán con los asaltantes-explicó a los aventureros.

Quiora fue la primera en llegar hasta el centro del pueblo, junto al cuerpo del capitán de la guardia, haciendo que su campesino se quedase un poco más rezagado por no ser capaz de seguir el ritmo de la semiorca.

Desde la plaza central, Quiora pudo ver una pelea ante la puerta del polvorín: un joven soldado y Fedora estaban en el suelo; otro joven soldado y Heian estaban frente a frente. De las fosas nasales de Fedora empezó a surgir un humo oscuro: otro Odem.

Por otra calle se veía el muelle. No quedaba allí amarrada ninguna embarcación. Hasta el Virago del Capitán Nathan Timothy estaba desaparecido.

En otra dirección, desde la plaza se podía ver la puerta de la iglesia abierta en plena noche.

Quiora no fue o no quiso ser consciente del Odem que se escapaba del cuerpo Fedora, quizás porque confiaba en que Alarico se encargase de ese al igual que había hecho con los dos anteriores. Se dedicó así a hacer su trabajo.

Al ver el camino libre hasta el enano, mediano o humano bajito del sombrero quiso repetir la misma técnica que con Dalabrac y cargó hacía él preparando la parte roma de su hacha para dejarlo fuera de combate pero sin matarlo.

Tranquilo, ya te ayudo!- fueron las únicas palabras que salieron de la boca de la semiorca durante su frenética embestida. Obviamente dirigidas a Heian, aunque pareciese todo lo contrario.

Alarico miró al aldeano que se había unido a él, y asintió.

- Ven conmigo entonces. Veremos si podemos parar a esos odem antes que destruyan vuestra aldea- y tras esto se movió tan rápido como le fue posible en dirección a la plaza central, dispuesto a apoderarse del odem que estaba saliendo del cuerpo inconsciente de Fedora.

Menon observó como Quiora cargaba con alegría hacia los demás compañeros poseídos, mientras los lugareños se acercaban a nosotros sin muchas ganas, no fuera que la semiorca les arreara una ostia, pero por el momento los odem no aguantaban los poderes de Alarico, así que la cosa pinta bien.

- No so despegeís de mi, y seguramente no recibamos ningún daño - dijo Menon al aldeano adyacente para calmarlo.

Heian se acunclilló ante el cuerpo de Fedora y le dió de beber una poción a la norteña ante la pusilánime actitud del soldado. El gas negro volvió dentro de la humana, mientras pestañeaba en el suelo, recién despertada. Quiora dejó inconsciente a Heian.

 ¡Y yo te ayudarë a ti, sucia piel verde!

Menon, Corvino, Alanis, Alarico y los demás giraron la esquina a tiempo para verlo. La bastarda de Fedora se puso en pie y hundió su bastarda espada en el torso de Quiora. Pero la semiorca era demasiado dura de pelar, y se mantuvo en pie como una jabata.

A su vez, del cuerpo de Heian salió el Odem gasificado, incorpóreo. La nube negruzca empezó a amalgamarse hasta convertirse en algo parecido a una sombra o a un espectro. Otra oportunidad de Alarico para atraer al espíritu corrupto al interior de un cristal prismático.

EL filo de Fedora hirió en lo más hondo a la semiorca. Había cogido aprecio por la guerrera y le dolió que la tratase de aquel modo.

Cuántos espíritus debía tener ahora dentro la norteña? Se debían estar montando una fiesta ahí dentro. Bueno, lo mejor era terminar con esa pelea antes que Fedora acabase con ella. No era un enemigo fácil.

Se aseguró una posición ventajosa que le ofrecían los aldeanos que peleaban por defender su poblado y atacó a su compañera sin muchas ganas.

Por suerte o por desgracia, las dudas de la bárbara no le ayudaron a flanquear las defensas de su contrincante y falló.

Fedora, déjalo antes de que nos hagamos más daño- intentó disuadirla de seguir atacando aunque sin mucha esperanza.

De todos los compañeros poseídos tenía que ser Fedora la que respondiera con violencia, no había otra persona con más peligro y tenía que ser precisamente la que le diera un tremendo espadazo a Quiora, si no inventaban algo pronto alguna de las dos acabaría muerta y ya no habría espíritus que valieran, y si Fedora era la ganadora seguramente  las muertes continuaran.

Sin pensarlo demasiado, pues seguramente se estaba dirigiendo a una muerte segura Menon rodeó a las combatientes y se dispuso a apretar la nalga izquierda de Fedora, quizás un cambio de mente en la poseída guerrera les diera el tiempo necesario para retenerla, seguro que el odem no se esperaba eso, y si se lo esperaba seguramente eran los últimos segundos de vida que le quedaban, que pondrían en su epitafio, vivió como un pensador y murió como un depravado?

Alarico no dudó. Había que eliminar la amenaza tan pronto como fuera posible, y ese odem, perfectamente, podía ahora pasar a apoderarse de cualquiera de sus amigos. Observó, con cierta preocupación, como una posiblemente poseída Fedora golpeaba a Quiora, que tan efectiva había sido hasta ese momento.

Y tal vez por eso, por esa mirada, sus movimientos no fueron tan perfectos, su ademán tan exigente. Y el odem estuvo a punto de evitar entrar en el cristal.

Afortunadamente Alarico había aumentado sus conocimientos sobre la no muerte, los espíritus y la magia desde que había comenzado la aventura, y a fuerza de voluntad, logró obligar a ese ser a introducirse en el cristal.