Partida Rol por web

El mago una vez más lanzó uno de sus conjuros favoritos, y una gran cantidad de polvo brillante se posó sobre todos los orcos que estaban alrededor de la hoguera. A penas habían sido conscientes de la presencia del escarabajo, cuando para colmo estaban sufriendo ataques mágicos y otro más era decapitado por las mandíbulas de aquella sabandija.

Y se nota que todos los medianos tenían suerte, porque la puntería que tuvo al acertar a otro de los orcos fue casi divina, pues logró atravesar con ella el cráneo de otro de sus enemigos. Tras su flecha llegó una nueva, esta vez la había disparado el batidor de orcos conocido como Fausto, que logró eliminar a otro más. A ese paso no quedaría mucho rival en aquel pantano.

Por si acaso, los enemigos, a pesar de que algunos de ellos estaban cegados, salieron huyendo y se desplegaron para esconderse mejor. A pesar de que sus unidades habían descendido consideradamente, ellos no parecían tener interés en rendirse, y rápidamente se refugiaron detrás de la jaula que conteía al jabalí.

Fausto avanzó mientras sacaba otra flecha del carcaj. Todavía quedaban muchos enemigos por abatir y aquel enorme jabalí podía ser un problema.

Se detuvo y alzó el arco. Había localizado a su objetivo. Aquellos orcos se habían refugiado detrás de la jaula, todos menos uno que se había quedado en la zona de la puerta de la jaula. Tensó la cuerda, estaban lejos así que le imprimió un poco más de fuerza, tanta que hasta el arco se quejó.

Después soltó la flecha que fue directa a su objetivo. 

- Hey, no se escapen - el mediano siguió avanzando con su guja en la mano, malhumorado ante la retirada de los orcos - Mi arma quiere hablar con vosotros - insitió mientras sus pasos lo acercaban a la jaula, el jabalí y los orcos en retirada

El bárbaro paso cerca de los cadáveres y de la extraña criatura que los estaba ayudando en su camino hacia a los monstruos "Ese truco del mago no lo conocía, espero que sepa que no debe atacarnos a nosotros" se planteó al ver el enorme escarabajo que seguía matando orcos, sin pensar, ni siquiera por un momento que el origen de la misma podía ser de su congérnere

Eulendileas, desde su escondite, vio todo lo que ocurría.

Y que los orcos se escapasen, no le hacía ninguna gracia.

¡Eh, eh, eeeeeh! ¡Sólo estamos hablando, no huyan, cobardes! gritó, cogiendo una flecha y la agitó por encima de su cabeza. La puso en su arco y disparó. Esperaba que llegara antes de que estuvieran muy lejos.
 

Pelotis rodeó la hoguera y se movió hacia el orco más cercano, por suerte las partículas rutilantes ya habían caído al suelo y no quedó cegado, Eulendileas disparó una flecha sin tener muy buen ángulo de visión, por lo que la flecha se perdió entre la profundidad del pantano.

Mientras Jed y Demetrio continuaban parados sin hacer nada, Fausto y Zurkor avanzaban hacia la batalla, e incluso el explorador fue capaz de ensartar una de sus flechas en el orco más cercano a la puerta de la jaula. La lástima es que para cuando se quisieron dar cuenta, la puerta ya había sido abierta, y rápidamente el jabalí salió directo contra el escarabajo. Iba a acabar con el rival más cercano, y sin duda aquél era Pelotis.

Los orcos aprovecharon la cobertura que ahora les daba el jabalí, para colocarse en el otro lado del camino y disparar sus ballestas contra los enemigos que se le iban acercando. Parecía que la mayoría de ellos no habían quedado tan cegados como pensaban y una lluvia de virotes fue a parar directamente contra Zurkor, aunque tan solo una le alcanzó.

Zurkor encajó el flechazo apretando los dientes y estuvo a punto de dirigirse hacia los orcos que le estaban disparando. Sin embargo, tras pensarlo un momento decidió que pasar entre el extraño escarabajo que los estaba ayudando y el jabalí no era una buena idea. Y menos aún si debía adentrarse en el area donde la luminiscencia del conjuro de Jed brillaba en el aire

Estaba claro, por lo menos para el, que ese no era el camino. Con decisión siguió avanzando hasta el lateral de la jaula donde había estado encerado el jabalí y casi sin cambiar el paso trepó por los barrotes como si estuviera moviendose sobre el piso.

- Uds ocupense de esos orcos - le gritó al resto mientras aferraba el mango de su arma con las dos manos y se preparaba para dejar caer el golpe sobre el craneo del jabalí que, en ese momento, veía a sus pies - Que de este me ocupo yo - añadió dispuesto a cumplir su palabra.

Con todo, su puntería no fue tan buena como hubiera querido, estaba claro que la capacidad para correr sobre las paredes no lo ayudaba a mantener los ojos en su objetivo

Dreyden se movió y disparó su ballesta pero la distancia era grande y el dardo erró su objetivo por bastante. El mago tendría que acercarse para resultar efectivo.

-Ayudad a Zurkor! Que estén ciegos no significa que no puedan herirlo!

Eulendileas asintió a las palabras de los demás. Cogió otra de sus flechas y la colocó en la cuerda, apuntando con detenimiento a los orcos que estaban más allá de la lucha de bestias...

Pero sería una flecha perdida. Lo sabía. Ellos estaban demasiado lejos. Él era demasiado pequeño como para salir corriendo y acercarse. ¿Qué iba a hacer? Pues lo obvio. Quitar los obstáculos de su camino.

Así que, ni corto ni perezoso, decidió que el jabalí era el obstáculo. Redirigió su saeta y apuntó al ojo de la criatura. Con un poco de suerte, dejaría de ser capaz de ver por un ojo.

Los orcos huían así que Fausto se adelantó y atacó al peligro más inminente, el enorme jabalí.

Jedemiah imploró ayuda para su compañero, y colocó un virote en la ballesta que llevaba consigo. El mago no estaba acostumbrado a usar aquel arma, por lo que no fue capaz de dar en el blanco. Mientras tanto, el escarabajo gigantesco que estaba enfrentándose contra la bestia que había escapado de su jaula, hacía todo lo posible por derribarla, pero el conjuro del mago lo había cegado por completo, impidiendo asi que lograra hacer efectivo su ataque.

Mientras tanto Eulendileas clavó una flecha en el ojo del jabalí, pero éste siguió enfrentándose contra la enorme criatura que tenía delante. Zurkor también se movió, trepó por la jaula y fue a enfrentarse al jabalí, solo que la bestia esquivó su envite como si la lucha no fuera con él.

Fausto no hizo caso de los consejos de sus compañeros, y decidió también enfrentarse al paquidermo, pero el resultado fue tan parecido como el del mediano trepamuros.

Los afilados cuernos de aquella bestia lograron romper el duro caparazón de Pelotis, dejándole muy mal herido, aunque el escudo de energía que le cubría logró hacerle un poco de daño también a al jabalí. Además, el insecto era incapaz de poder esquivar parte de sus ataques, pues no veía absolutamente nada, se había convertido en un rival muy fácil. Casi tan fácil como Zurkor, que se había subido a lo alto de una jaula para que el resto de orcos hicieran mejor diana con él. Por fortuna, todos los medianos tenían mucha suerte, y la lluvia de flechas cuyo objetivo era él, lo rodeó sin llegar a ensartarlo. No podía quejarse el trepamuros, había que reconocer que aunque no estuviera ciegos, tenían casi tan mala puntería como sus compañeros.

El pequeño barbaro sonrió al notar que el enorme jabalí recibía daño ácido y se preparó para añadir un corte de su guja. Emocionado por las posibilidades que le brindaba su posición, sobre la jaula, que impedía que recibiese un contrataque del enorme animal se desentendió totalmente de las fechas que volaron a su alrededor, concentrandose en el jabalí

Tras moverse unos pasos, caminando con soltura sobre el techo de la jaula, aferró su arma con ambas manos y la balanceó con cuidado sobre su cabeza, mientras apuntaba a la cabeza del animal. Sus movimientos fueron suficientes para golpear donde quería, pero, para su sorpresa, la piel del jabalí resultó demasiado dura como para poder infligirle demasiado daño

Meneando la cabeza se prepraró a golpear de nuevo, enojado consigo mismo por la poca profundidad que había conseguido el filo de su arma

Dreyden dejó caer la ballesta y echó a correr hacia la tienda más cercana mientras sacaba su varita. Quizás podría debilitar al Jabalí para que fuera más fácil de vencer.

Fausto avanzó sin miramientos. Observó como aquellos orcos huían a la carrera y sacó una de sus emplumadas flechas. Se detuvo un instante para sopesar la distancia y los inconvenientes y dejó que la flecha volara hacia su objetivo.

Eulendileas vio cómo el escarabajo fallaba su ataque, y se permitió unos instantes para mirar mal al mago. ¡Le había cegado! ¡Su mejor oportunidad para acabar con esa criatura de pocos golpes y la habían desaprovechado! Pero bueno, se le pasó rápido el enfado. Ver su flecha clavada en el ojo del jabalí le animó. ¡Ojo de jabalí a la brasa! Era una de las partes más buenas de aquella criatura, aunque muy pocos se atrevían a probarla Cobardes pensó, mientras apuntaba de nuevo a la criatura y dejaba que la flecha buscara su objetivo.

El mago decidió volver a actuar en la batalla y salió corriendo para colocarse detrás de uno de las casetas que habían instalado los orcos. Mientras tanto, Pelotis a pesar de no ver absolutamente nada, logró clavar sus mandíbulas y aferrar por el cuello al jabalí, y aún así el paquidermo seguía resistiéndose a morir. Pero Eulendileas aprovechó la situación para apuntar en el otro ojo, y con una puntería casi bárbara, lo alcanzó, atravesándole el cráneo de parte a parte. Instantes después, aquella bestia calló al suelo desplomada.

Para sorpresa de todos, la bestia aún respiraba, y aunque todos la daban ya por muerto, ésta se volvió a levantar y entonces Zurkor la remató desde lo alto de la jaula. Ahora sí que había llegado el final para el terrible jabalí.

Con la bestia fuera de combate, Fausto pudo apuntar perfectamente a uno de los orcos que no hacía más que retroceder, ensartándole el cuello con una de sus flechas.

Los orcos se vieron en inferioridad numérica, y sin la fuerza que el jabalí suponía, salieron huyendo de allí lo más rápido que pudieron.

Por suerte para todos, el combate había finalizado y así podrían investigar aquel campamento, con la esperanza de descubrir nuevas pistas sobre el paradero de quienes estaban buscando.