Partida Rol por web

¡A por todas, canalla!-gritó a Kelris-Jejeje...

Estragón no tenía muy claro aún si Kelris era un elfo chico o un elfo chica. Para esta ocasión, en la mente del semiorco, Kelris era chica, y su velada con la suma sacerdotisa se le hacía sumamente interesante, hasta el punto de hacer volar su imaginación. ¿O salivaba por hambre? Se metió un par de trozos de comida más en la boca, como un hámster. Fue la única manera de que aquel bocazas verdoso se callase un rato.

En cuanto a la comida sobrante, Estragón había conocido suficientes templos para saber que los clérigos regalaban comida a los pobres. Seguramente habría un pequeño ejército de monaguillos detrás de las columnas, esperando con sacos a que los invitados se marchasen para así recoger las sobras. Como experto en alimentación, Estragón también sabía los tumultos y las peleas que generaban los repartos de comida. Más de una vez Estragón había tenido que romper dientes de pordioseros a codazos para llevarse los mejores bocados y comer gratis, a raíz de los viajes con su hermano. Por eso Estragón esperó a que Deornoth saliese primero con su plan social de comedor benéfico. Ya cuando las cosas se tranquilizasen allá afuera, y el tumulto se disgregase, tendría un momento para salir sin agobios. O eso fue al menos su intención inicial...

Bajo su gorro, Rata mordió la coronilla de Estragón para hacerle ver que Ashzyx era mejor cuidador que el cocinero, que Ashzyx se preocupaba por Krick, y que lo menos que podía hacer el semiorco era pasarle bajo el sombrero un trozo de queso. Estragón no lo interpretó así. Se dió dos golpes de pecho, para hacer bajar la comida.

Está bien, está bien... Lo capto. Quieres irte de la fiesta. Ya vamos.

Estragón se levantó y salió del templo, y Rata se quedó sin su merecido queso. En un lugar como aquel, la leche la sacarían de una camella, así que el queso local tampoco iba a ser gran cosa.

Su gozo en un pozo, pese a que su anfitriona les había agasajado con una suculenta cena, Kendra veía más lejos el poder descansar en algún lugar. No así como Kelris que había acaparado toda la atención de la sacerdotisa, invitándole a su propia alcoba.

- ¡A por ella, tigre! Qué no se diga... - Dijo sonriéndole con cierto aire a su medio primo, mientras le golpeaba con el codo en el costado.

Más tarde, mientras todos iban terminando de comer, la escritora del grupo no paraba de pensar en donde dormirían ellos, porque no habían sido invitados a hacerlo en el templo y no pensaba salir fuera del pueblo, al raso.

- ¿Alguno se le ocurre donde podríamos pasar la noche? No me veo fuera de la ciudad acampando al raso... - Dijo suspirando y levantándose el flequillo mientras lo hacía.

La sacerdotisa, tras haber despedido a sus invitados, paso una suave y cálida mano por el pecho del elfo. Luego, con paso fluido, contoneando las caderas, empezó a avanzar hacia la puerta cubierta con la cortina de seda. Mientras caminaba, iba dejando caer parte de sus joyas y vestiduras. Las finas ropas de seda descendían acariciando sus torneados muslos. Finalmente desapareció tras la cortina mientras que con la mano indicaba que la siguieras.

El grupo salida del templo dejando atrás a su compañeros elfo, ¿o era elfa?, en manos de la sacerdotisa y un mullido colchón de plumas de oca.  Seguramente el pícaro elfo pasara mejor noche que el grupo de aventureros.

El primero en salir a las calles del poblado de Muhar fue Ashzyx y su enorme provisión de sobras de comida. Ninguno de los sirvientes de Isu puso pegas al comportamiento del mediano, aunque los rostros de los sirvientes mostraban pena. Seguramente el mediano se estaba llevando su cena.  

En el exterior del templo todo estaba oscuro, solo iluminado por la luz de la luna y las estrellas. La temperatura había descendido bruscamente en comparación con el calor de la mañana, y era necesario llevar algo de abrigo sobre los hombros. En las calles del poblado no había nadie, solo algunos gatos que corrían detrás de los ratones.

Acurrucado contra una de las paredes del templo, cubierto por una manta apolillada, se encontraba Abu. Fue necesario un par intentos para despertar al chico. ¿Comida bien? Isu ser buena anfitriona. Muy buena con la gente. Tras frotarse los ojos y retirarse las legañas, el guía pudo darse cuenta de la ausencia del elfo. Entonces añadió con una sonrisa. También hacérselo pasar muy bien a vuestro amigo. Hombre con cara de niña pasar hoy buena noche, muy buena noche.

- ¿Alguno se le ocurre donde podríamos pasar la noche? No me veo fuera de la ciudad acampando al raso... –

Abu, como buen guía, rápidamente respondió a la pregunta de Kendra.  Muhar es pueblo pequeño, no tener posada. Yo dormir cerca del oasis en majada abandonada. En majada haber sitio para todos. Majada tambien estar cerca de vuestros otros amigos de cara agria.

La juventud de Kelris no hacía más que incrementar uno de sus mayores defectos, y este era su debilidad frente a las mujeres hermosas. Carecía de la experiencia o la sabiduría necesaria para no dejarse llevar por sus instintos, su sino parecía ciertamente sellado.

Sin embargo, las circunstancias especiales dadas por el inhóspito lugar y la excesiva confianza de la dama, hizo al joven hechicero recelar y fijarse con más detenimiento de lo que cabía esperar en los gestos de la sacerdotisa y en lo que pudiese esperarle tras aquella cortina.

Estragón miró al niño como diciendo "qué sabras tú de esas cosas, piojo". Se encogió de hombros.

No son amigos nuestros en realidad, pero Isu dice que el comercio se ha cortado por culpa de las tormentas de arena, así que lo menos que podríamos hacer es avisarles para que no dejen Muhar, porque el tiempo no acompaña. ¿Y qué le ha pasado a la temperatura? ¡Este sitio es de locos!

Rata se estremeció bajo el gorro al escuchar un sonido extraño.

¡Solo son gatos, rata cobardica! ¡No te pongas histérica! O histérico.

Las ratas son como los elfos: a simple vista es imposible discernir su sexo a los ojos de un semiorco. En otras cuestiones, como en lo de tener una cola larga, son completamente diferentes.

¿Comida bien?

Si, la verdad es que ha sido demasiada, y aunque no mucha, te hemos traído un poco para tí y para tu familia digo mostrándole la comida que había logrado rescatar de las garras de ese asqueroso y egoísta mediano.

Es cierto digo girándome hacia Estragón la temperatura baja rápidamente. Espero que sea suficiente con la manta que llevo, aunque si a alguno le hace falta, digo mirando a Kendra que, en caso de no llevar, parece que la puede necesitar más que Carndra, que parece mucho más recia se la puedo dejar sin problemas.

Mientras hablo, me dirijo junto al resto hacia el oasis, en la majada abandonada. Lo peor de todo es que allí estará ese Ashzyx y su escorpión gigante.

Zyx salió del templo ignorando los improperios del "montón de chatarra" andante. "Aquel estúpido llevaba suficiente metal encima como para adquirir un barrio entero de una ciudad estado como Nibenay y ni siquiera lo sabe.. Por que alguien habría de vestirse de tal manera?" pensaba para si, envuelto en un monologo interno.

Al verle llegar con tal cantidad de comida, Krick crujió sus mandíbulas frotándolas en señal de alegría. Manejando el disco flotante de Tenser con la mente, volcó todo el contenido de la bandeja cerca del escorpión y dijo..

- Toma amiguito.. pensabas que me había olvidado de ti, eh?. De eso nada.. 

Mientras daba de comer a su montura/mascota/compañero, el halfling disfrutó de unos momentos de calma del oasis a merced de la luna.

Gracias señor de metal. Dijo aceptando la poca comida que Deornoth le ofrecía. Con esto pagar un día de trabajo. Añadió con la boca llena de migas. El chico no presto atención al disco flotante lleno de comida, solo comió aquello que Deornoth le ofreció.

Tras comer frugazmente, el guía se puso en cabeza del grupo de aventureros y comenzó a caminar por la calles del poblado mientras explicaba al curioso clima del desierto. Ser clima del desierto. Doctor Jones decir que ser normal. Días muy calurosos y noches muy frías. Doctor Jones decir que ser por isubarras y masa de aire. Los más legos del grupo supusieron que el chico se refería a las isobaras. Pero yo no entender.  Aire no ser masa para hacer pan.

El silencio en las calles era sepulcral solo roto por los maullidos de los gatos y sus peleas. Era obvio que aquel pueblo tenía algún problema con la sobrepoblación de gatos.

Cuando doblasteis por la esquina de la última casa para encaminar el llano de arena que llevaba hasta el desierto los gritos de ayuda empezaron a resonar nítidamente. ¿Cómo era posible que no los escucharais antes? Puede que fuera por culpa del exceso de vino, o simplemente porque estabais sordos como tapias.

El campamento gitano estaba siendo atacado. Varios de los hermanos luchaban contra una horda de unos doce o quince hombres desarrapados. Los atacantes vestían simples túnicas de lino raídas y su piel se había secado, pegándose sobre los huesos y adquiriendo la textura de pergamino viejo.   

Isu no parecía tener ninguna intención dañina, mas allá de acerté sufrir en la cama. O eso creías o te hacía creer tu naturaleza masculina. Sabías que en muchas ocasiones tu libido te había llevado por el mal camino. ¿Sería esta una de esas ocasiones nefastas?

Mientras tú, tú mismo y tu inconsciente debatías sobre qué hacer, Isu comenzó a impacientarse. Como una gata en busca de mimos la sacerdotisa comenzó a restregase sobre una de las columnas, comenzando a bajar y subir por la columna mientras contoneaba sus caderas.

Con el raciocinio totalmente embotado por la magia embaucadora de la sacerdotisa, Kelris no dudó ni un segundo más y se lanzó a los brazos de la bella mujer como un felino salta sobre una presa.

Qué puede hacer un humilde elfo como yo para satisfacer a una mujer bendecida por los dioses como tú?- dijo pidiéndola así permiso para seguir acariciandola. Sea como fuera, no quería faltarle al respeto, a ella ni a ninguna hembra del universo, por supuesto.

La besó apasionadamente y se dejó llevar.

Juas, juas, juas... Tan tarde y aún de juerga. Ya decía yo que estos lugareños sabían pasárselo bien.

Estragón se arremangó las lorzas de sus antebrazos y tomó el bastón que colgaba a su espalda. Si hubiese más luz, quizás podría buscar piedras para lanzar, pero una guerra de palos también era divertido (incluso cuando los demás, en lugar de palos, llevaran cuchillos o luchasen con las manos desnudas). Cargó con la torpeza de quien confunde la sal y el azúcar y con el ímpetu de quien desmenuza una vaca en el matadero.

La situación que observamos me dejo un tanto sorprendido, pues no esperaba encontrarme una situación así en un lugar como ese. El tiempo que habían pasado había sido tranquilo, sin rastro de peligrosos por las calles, sin embargo, ahora había una marabunta de hombre atacando a los que tan amablemente nos habían ayudado allá en el desierto.

Espere unos segundos, por si alguno de mis compañeros usaba armas a distancia o cosas que arrojarles, hasta ver cómo Estragón salía a la carga. Al contrario que para el semiorco, para mí las luchas, batallas y guerras eran algo que me tomaba muy en serio, por pequeñas que fueran. Ayudemos a quienes nos ayudaron digo asintiendo con la cabeza, conforme con la acción del piel verde.

Apretando fuerte la mano de la espada, sigo al semiorco par abalanzarme contra el gentío, lanzando un espadazo al primero que me encuentro.

El ataque a sus camaradas gitanos era un hecho, ya había pensado Kendra en que quedarse fuera de la ciudad era un problema ya que se estaba expuesto a todos los peligros. Pero la estudiosa de lo arcano tenía bien claro que ayudar a los que le ayudaron antes era lo propio, aunque le diera pereza. Así, comenzó a gesticular con las manos y entonar algunas extrañas palabras.

- ¡Cóoooo chiro cu beammmm! - Exclamó, mientras unas partículas rutilantes se materializaron donde estaba el enemigo.

Después, suspiró durante unos segundos antes de decir. - Uffff, ¿es qué una no va a poder dormir esta noche?

Busca las abundantes sombras para esconderse y encontrar el lugar óptimo desde el que manejar su arco. Lo prepara, coloca una flecha, tensa la cuerda y dispara.

Zyx se encontraba con Krick que no tardo en dar cuenta de los restos de la cena.. mientras, subido a una palmera pudo escuchar el alboroto de la pelea cercano. Ganando altura, el druida pudo intuir el revuelo de la pelea a cierta distancia.

Decidiendo que no era asunto suyo, el mediano permaneció en su atalaya mientras apuraba unos dátiles, quedando a la espera de lo que pudiera pasar.

La mujer del pelo morado cargo también hacia el enemigo con su gran espadón. Golpeando con fuerza a los misteriosos seres.                                                                                                     

La arena no proporcionaba una superficie adecuada para cargar, muestra de ellos era Estragón. La arena se metía dentro de sus botas y le impedía correr adecuadamente, y una vez en el combate, fallo por poco con su bastón. En contraposición al orondo cocinero, estaban Deornoth y Carndra. El guerrero caminaba con majestuosidad y porte heroico hacia el combate, mientras que la mujer corría con ímpetu y sed de sangre en los ojos. Sus espadas golpearon sin dificultad a los seres. Aunque los golpe de sendas armas de filo, poderosos y cortantes, no parecieron hacer mucha meya en aquellos seres.

Kendra se dedicó a gesticulas con las manos y una misteriosa nube de partículas brillantes comenzó a cubrir a los atacantes. Ashzyx y Mochuelo se ocultaron en las sombras, pero mientras uno ayudaba disparando su arco, el otro, simplemente, se entretenía comiendo.