Partida Rol por web

La maga pelirroja se estremeció al notar el contacto de la sombras, el frio mortal le recordó las huesudas y gélidas manos de su maestro. El maestro de Alice se había aprovechado en múltiples ocasiones de la inocencia de la maga, y por ello, había iniciado ese largo viaje en busca de conocimientos y poder para completar su venganza.

¡Puñeteras sombras! ¡ARDER EN EL INFIERNO! Grito mientras apuntaba con un dedo a una de las sombras. Entonces un rayo de fuego salió del dedo de la maga envolviendo a la sombra en llamas.

Flame tomó la espada del Lord. Cuando la agarró entre sus manos pudo sentir como su energía y su magia recorrían sus manos y su cuerpo. Ya era hora de blandir un arma que sirviera de algo contra las sombras, había llegado demasiado tarde, pero si el arcanista pícaro no era capaz de abrir la cerradura, tendría que hacerse cargo de las sombras a espadazos.

Aquel arma no era Ayash, en el fondo se sentía como si le estuviera engañando, pero es que su espadón no serviría de nada contra aquellos seres incorporales y el arma del Lord tendría al menos más posibilidades de impactar.

La agarró con fuerza y tanteó el peso. Era demasiado ligera, así que la agarró también con dos manos, como estaba acostumbrada, y a pesar de que las sombras le habían drenado parte de su fuerza, se sentía con la capacidad de hacerlas frente.

Respiró hondo y se enfrentó a la más cercana. ¡Ya era hora de intervenir en aquel combate de una forma mucho más activa!

Por Hala! Es que no iban a acabar de salir nunca?!

Mientras que las poderosas magas del grupo parecían hacerse cargo de las dos sombras que acababan de llegar, la sanadora usó su mágia curativa para reponerse a sí misma algo de la fuerza drenada por esas abjectas criaturas.

La magia furiosa de sus compañeras conseguía mantener a raya a las sombras. Pero ni siquiera aquel poder desatado era suficiente para detener a la incesante oleada de incorpóreos seres, que ahora se lanzaban contra las dos magas, la guerrera y el fraile. 

Tybalt miró frustrado cómo su tajo atravesaba a la sombra más cercana sin causar el más mínimo daño. Pero aquello no le iba a desanimar. Más bien todo lo contrario. El puño del espadachín se cerró con fuerza alrededor de la empuñadura de su arma a la vez que encadenaba su movimiento anterior para coger impulso para el siguiente. Cargando el brazo, Tybalt describió un arco ascendente lanzando un tajo a la sombra acompañado de un grito de ira contenida. El tiflin estaba acostumbrado a enfrentarse a seres con una forma física definida y en este enfrentamiento sus habilidades estaban siendo puestas en entredicho. Aquello no podía seguir ocurriendo.

El rayo de fuego de Alice, que iba perfectamente dirigido, todo hay que decirlo, falló. Porque no importa lo poderosa que sea la magia del fuego, cuando tu blanco se va a un plano colindante con la realidad para esquivarlo. ¿Sabéis qué conjuros afectan a varios planos a la vez? Los de fuerza. Y los proyectiles de Aire no fallaron. Eso sí, después de haber gastado energías mágicas durante tanto tiempo, sus proyectiles eran demasiado débiles como para acabar con un enemigo de un solo impacto (o de tres impactos, para ser más precisos).

Flame y Tybalt salieron al encuentro de las sombras para ganar tiempo suficiente para Onfale. Flame no lo logró, ni con espadas mágicas ni flautas. Se notaba que no era Ayash, en tanto en cuanto Ayash era conceptualmente la prolongación de su brazo, y valía cualquier espadón, pero con una espada más pequeña ya parece que le está siendo infiel a su concepto de Ayash, cuando se ha pasado por la piedra como tres o cuatro espadones distintos a lo largo de lo que lleva de vida. Pero eso no contaba como infidelidad a Ayash, ¿eh?

Por su parte, Tybalt sí lo logró. Y entre su tajo y los proyectiles de Aire, estuvieron a punto de matar a otra sombra. Les faltó nada. Llegan a tener las sombras órganos internos o puntos vulnerables y se la habrían cargado. En cuanto a Onfale...

A ver... no es que Onfale sea demasiado diestro con las ganzúas. Y suerte... suerte tampoco se puede decir que tenga mucha, ¿a quién queremos engañar? Pero es que había tanta magia de por medio que así era difícil que la cerradura no se abriese. Los tres aros metálicos empezaron a girar más lentamente hasta que, como tres hulahops gigantes, juguetearon con el suelo antes de descansar sobre la nieve.

El ángel, dolorido y confuso, desplegó las alas y voló hasta superponer su figura con la luna maligna de Thánatos. Y después... ¡PUF! Desapareció.

Que no. Que es broma. ¿Qué clase de macabra burla del destino sería si después de tantos esfuerzos y sacrificios el ángel solar se esfumase sin más? Lo que pasó en realidad es que sin las barreras místicas de su prisión, podía volver a utilizar su magia sin restricciones. Su magia de... ¡teleportación! Que no... que no es lo que estáis pensando... No se teleportó en la nada abandonando al resto a su suerte, sino que abrió un portal. Tras abalanzarse como un loco para ser el primero en huir de todas esas sombras, el portal quedó abierto unos segundos más de modo que algunos otros pudiesen ir tras él.

¡Lord Sauvage! Olvida a Lady Arquette: su ombre le ha arrebatado la âme. No puede ser ressuscité. ¡Que alguien coja su bolsa!

Las sombras estaban demasiado encima como para que Fray Sébastien se permitiese el lujo de hacerlo él mismo, así que se centró en ahuyentar al enemigo. La luz se había ido con el ángel y ahora las sombras podrían acechar en cualquier parte. No había tiempo para bolsas de contención ni para bolsos de contencián, que diría la mamá de Aire, y mucho menos tiempo para recoger el cadáver al que estaba atado. Solo unos dedos ágiles podrían llevarse el objeto mágico y todo lo que contenía (como mínimo, la armadura completa de Lord Sauvage), y Becky lo intentó por un segundo, pero valoraba más su vida, y se lanzó hacia el portal como el resto.

Por fin había recuperado su toque, ese con el que había hecho las delicias de los más depravados clientes y amigos de su Creador. La cerradura hizo "click" y los aros metálicos cayeron al suelo al igual que lo hacían las restricciones morales y tabús de muchos hombres cuando comprendían lo que Onfale podía hacer con sus manos, a falta de algo mejor. Su corazón se llenó de gozo al liberar a aquella bendita criatura y, miró a la Bruja de Hala a la espera de recibir la bendición de su diosa por aquella buena acción. Pero cuando volvió de nuevo su mirada hacia el ángel vio cómo éste huía vilmente a través de un portal dejando al grupo de desafortunados aventureros abandonados.

- ¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!- Lágrimas de ira nublaron la vista al perfumista tan asumido tenía que, sin la ayuda del poderoso ser, jamás saldrían de allí. No tardó mucho en recomponerse, espoleado por su propio instinto de supervivencia. Quizá el podría salir de allí con un hechizo de invisibilidad pero, ¿y los demás? Las palabras de Fray Sebastien le dieron de nuevo esperanzas. El portal aún estaba abierto, tenían una oportunidad de escapar.

- ¡Vamos!- Como un acto reflejo, un gesto tan común para el perfumista como atusarse el largo cabello azabache, Onfale tomó la bolsa de contención de Lady Arquettte y, en un parpadeo, ésta desaparecía bajo sus ropajes. Como su aprendiz a ella le hubiera gustado que él la tuviera.

- Qué Hala acoja su alma en su seno...- Musitó mientras atravesaba el portal.

Las fuerzas de Aire flaqueaban y, tras ese último ataque, no sólo ella se había dado cuenta, si no que todos lo pudieron ver. Se mantuvo en pie, aunque sus piernas la pedían un descanso, aunque sólo fuera de un momento, para poder seguir manteniéndola. Parte de la magia acudió a ellas para darlas un soporte extra, aunque eso significara que tendría menos oportunidades para lanzar su siguiente conjuro. Apretó con fuerza a Aristóteles y observó el ir y venir de las sombras, hasta que escuchó cómo los aros de la prisión dejaban de girar y caían al suelo.

El corazón de Aire se dividió en ese momento. Por un lado, esperaba que el ángel resplandeciera de tal manera que las sombras se deshicieran en el acto; por el otro, temía que el ángel no les diera ni una palabra de agradecidimiento y se fuera... Y casi, casi, ocurría ésto último. Los ojos de Aire ardieron con furia al ver que la criatura alada no presentaba batalla. Cerró su puño con tanta energía que se hizo unas pequeñas heridas al clavarse las uñas en las palmas. Pensó si no sería mucho mejor lanzar sus últimos conjuros hacia esa criatura que les había abandonado, lanzar su magia a través de ese portal...

¡El portal! Se dio cuenta de lo que significaba al tiempo que Becky corría a su interior. Aire no era una mujer de dejar las batallas a medias, pero tampoco era tonta, y valoraba su vida mágica por encima de cualquier otra cosa. Siguiendo el ejemplo de la rubia, corrío tanto como sus piernas se lo permitían y saltó dentro del portal.

Los ángeles por definción eran buenos, y si tan solo su presencia y la luz que emitían eran suficientes para espantar a las malvadas sombras eso implicaba que podría estar de su lado. Así que la presencia del portal creado por él le hizo sentirse un poco más tranquila. Temía que el nuevo mundo al que se dirigiesen fuese aún peor, pero realmente allí se encontraba en un territorio hostil, en un mundo hostil y que lo único que se podía hacer era luchar y luchar para mantenerse con vida para... ¿para qué? Para que llegase un milagro como aquél y para que ojalá les lograsen liberar algún día.

Flame soñaba con regresar algún día al plano material, comprarse una casa, colgar a Ayash de una pared y no volver jamás a luchar. Ya había perdido a unos cuantos compañeros por el camino, ella misma había perdido hasta su cabeza, y no quería insistir. Le habían dado suficientes lecciones en su vida y ya no era la orgullosa chamán del dragón que había empezado aquella aventura. Era hora de regresar a casa, y ese portal parecía acercarla un poco más a su objetivo.

Finalmente, tras Becky, Aire y Onfale, la lagartona miró al tiflin y a Leiath, y por último a Alice. Es hora de que nos larguemos de aquí. Dijo lanzándose al portal de un salto.

No, no, no!

Sólo esas palabras se le pasaban por la mente a la jóven bruja. Pero, por qué se iba? No se daba cuenta de que necesitaban su ayuda para liberar las almas de la Rosa de Laón? No era ese el designio de Hala? Entonces por qué aquel angel huía de aquella forma?

Entre decepcionada y furiosa, Leiath se abalanzó hacia el portal con la esperanza de agarrar a la angélica figura por un ala y traerla de vuelta al combate.

Se lanzó sin pensarlo dos veces, con las manos por delante, con ansia.

- No, no nos puedes dejar!!!

La maga contemplo como su conjuro fallaba. ¿Cómo? ¿Cómo puede haber fallado? ¡Maldita sombra del inframundo! Grito desesperada pero ese no era el único disgusto, para colmo de males, el ángel había desaparecido. Si Alice no hubiera sido una persona sana seguramente hubiera sufrido un infarto de corazón o una apoplejía.

Decidida corrió hacia el portal era la opción menos malas, saltar a un portal desconocido a “vete tú a saber que plano” o quedarse esperando a que las sombras la convirtieran en un cascaron inerte. Cualquier otro plano iba a ser mejor que el infierno.

Tybalt notó cómo el acero de su espada esta vez si que encontraba resistencia al atravesar el cuerpo de la sombra, que ahora se encontraba moribunda aunque no por mucho tiempo. Habían pasado suficiente tiempo en este plano para saber que si no matabas a un engendro que lo habite lo más rápido posible, no tardaría en curarse del daño. El espadachín estaba dispuesto a repetir su ataque cuando un sonido metálico seguido de un resplandor lo distrajo. 

El tiflin miró de reojo con cierta curiosidad para luego contemplar con total estupefacción cómo el ángel, el que tanto esfuerzo les costó liberar, sí, ése mismo; los abandonaba a su suerte huyendo a través de un portal. -Será...- No llegó a terminar la frase pues enseguida vio cómo Becky saltaba por la puerta abierta y Flame no tardó en hacer audible la idea que se le estaba pasando por la cabeza al mismo Tybalt. De repente, ajustar cuentas con el ángel había pasado al tercer puesto en la lista de prioridades del tiflin. Primero debía asegurarse que Leiath atravesase el portal sana y salva. En segundo lugar, el semi infernal inició su propia carrera para salir de aquel estresante plano de una vez por todas. Para la siguiente entrada de la lista primero debía ver el lugar a donde iría a parar. De una cosa estaba seguro y es que no sería peor que éste... o eso es lo que deseaba en lo más profundo de su ser...

Lord Sauvage, debilitado, a penas podía levantar sus botas de la nieve mientras arrastraba sus pies en dirección al portal. Torpemente, tropezó y se dió de bruces contra el suelo. Fray Sébastien lo vió, y fue en su ayuda. Ambos vieron al último de los jóvenes cruzar el umbral antes de que el portal se cerrase dejándolos atrás. Los viejos, bajo las penumbras de la luna de Thánatos, giraban sus rostros tratando de captar el inquietante ulular de las decenas de sombras que se cernían sobre ellos... El fraile tomó con fuerza el medallón entre sus manos e invocó el poder de Heironeous para expulsar a las criaturas malignas, solo que esta vez su dios no le escuchó.

...

Tybalt llegó al otro lado, y el portal se cerró tras él. A los ancianos no les había dado tiempo, pero Leiath, Becky, Aire, Alice, Hollín, Flame y Onfale seguían con el tiflin.

Era de noche. La luna llena brillaba en el cielo y la nieve se hundía unas pulgadas bajo cada bota. En el cielo, el ángel daba tumbos, tratando de tomar altura. Seguía chirriando de dolor: rasgos de energía negativa. Aquel portal les teleportó a otro punto de Thánatos, y la luna se ve diferente porque han cambiado de latitud: se han desplazado en horizontal. Es probable que todavía sigan en las Llanuras del hambre.

El ángel lo intentó de nuevo. Es probable que la primera vez solo estuviese comprobando que la jaula abierta le permitía teleportarse. El contorno de una de las nubes del cielo pasó del negro al plateado. El portal a Celestia, demasiado alto para que las humanas, el tiflin y el eunuco le pudiesen seguir.

Hollín, por contra, desertaba. Volaba siguiendo al ángel hacia un lugar mejor. El ángel solar hundió su mano en la nube, pero algo iba mal. Algo no le cuadraba. No detectaba energía positiva al otro lado. Y entonces, desde el interior de la nube, unos tentáculos surgieron y lo arrastraron hacia adentro. A Alice le recordó a las Brumas vistas en Dorvinia... en la primera capa del abismo... y que se había filtrado por algún portal hasta Thánatos. Entonces todo cuadró: Thánatos no tenía nubes. Es un páramo helado de agua congelada que no se evapora para formar cúmulos. Aquellas nubes fueron desde el principio, las Brumas de Ravenloft. Hollín volvió a descender junto a su ama.

 Yo... no estaba huyendo, ni nada. Fui a dar un reconocimiento aéreo. Vi la silueta de una ciudad más adelante. Y en uno de los barrios, los rayos de luna hacían brillar una superficie esférica... una burbuja como la del Barco del Caos, solo que más grande.

Las palabras que emitía la bruja eran demasiado grotescas como para transcribirlas. Se encontraba de pie en la nieve, con el puño en alto, gritando improperios al hombre alado. Para ella ya no era ningún ángel, sino un ser cobarde y desagradecido que había conseguido en su haber la muerte de 3 honorables ancianos.

Nunca había estado Leiath tan furiosa y decepcionada. La ira no le permitió escuchar las noticias del ave de Alice. Esperaba que Hala o el mismisimo Hironeus lanzase un rayo y desintegrase al pollo humanoide ese.

Onfale no miró hacia atrás para comprobar quién no lo conseguía. No podía permitirse ese lujo o caería presa de la desesperación y moriría en aquel plano, preso para la eternidad. La patética imagen del ángel chillando y dando tumbos no es la que hubiera esperado encontrar al otro lado del portal.

- Estúpido.- Musitó. Y fue entonces cuando vio las brumas y comprendió que lo tomaban todo, incluso al divino ser.- ¡¡Las Brumas!!- Chilló con la voz totalmente descontrolada. Hubiera sido fácil dejarse caer en la nieve, de rodillas y con los brazos inertes, como una muñeca de trapo, y esperar allí a la dulce muerte que jamás llegaría. Sin embargo no podía hacer eso, algo en su interior le forzaba a continuar.- Vayamos donde dice el cuervo. Salgamos de una vez de las Llanuras del Hambre.- Con la magia de todos agotada por el duro combate con las sombras, debían darse prisa o la energía negativa acabaría con ellos para convertirlos en monstruos.- ¡Vamos!- Gritó tirando de la Bruja de Hala. No podía dejar que se derrumbara pues dependían de su diosa para sobrevivir.- Si esa burbuja es como la del barco allí estaremos a salvo.- Ni siquiera se lo creía él mismo. Una cosa era que la piel no se deshiciera con el contacto con la atmósfera y otra muy diferente era estar a salvo. Aún así se forzó por mostrarse convincente. 

La maga se hubiera unido a los gritos de Leiath contra el ángel, pero la situación era demasiado desesperada, no había tiempo que perder. ¡Vamos! Hay que ir hasta la ciudad. Era una carrera desesperada hacia una ciudad de la cual no sabían nada. ¿Podría ser un antro de demonios o algo mucho peor? Pero al igual que con el anterior portal del ángel en esa ciudad había un mínimo de esperanza, en cambio, en la llanura solo encontrarían la muerte.

El portal se había cerrado, dejando a los viejos en el otro lado. Para la Aire mágica, era una pérdida asumible, incluso necesaria para que ella todavía siguiera allí con vida. Pero, para la Aire inocente, era otra pérdida importante. No sólo había dejado a su madre en ese viaje, buscando salir de su plano natal. Si no que se había reencontrado con sus abuelos y los había perdido uno a uno. Incluso había ayudado a deshacerse de la oscura alma maligna de su abuela.

Pero eso poco importaba. No dudaba que hubiese echado las manos al cuello del maldito ángel, que no se había dignado a darles las gracias. ¿Quién se creía ese sucio ser? Podrían haberle dejado allí para que las sombras se alimentaran de él. Quizá todos seguirían vivos y, sobre todo, con más conjuros. En ese estado, ya poco les quedaba.

No nos queda más opción, no paremos hasta llegar continuó la frase de sus compañeros, mirando de un lado a otro, en parte temerosa de que les volviesen a atacar.

Al contrario que la última vez que atravesó un portal, esta experiencia resultó mucho menos invasiva y más rápida que la anterior. Lo primero que hizo Tybalt al cruzar la puerta dimensional fue... fue darse cuenta de que seguía en el mismo plano. "Por lo menos no es algo peor que antes..." Pensó tratando de buscar consuelo en los entresijos más rebuscados de la lógica. Después de todo, aunque su situación no era mejor tampoco había empeorado y, por lo menos, ya no tenían encima a las sombras. 

Por otra parte, una vez con los pies en firme, hizo recuento de los que había logrado cruzar el portal. Sintió una ligera punzada al darse cuenta de que los ancianos no lo habían logrado. No es que les hubiera cogido estima, es más, ellos a penas podían tolerarlo; pero no se podía negar que había aportado mucho a su avance por este desolado lugar. Ahora tan solo quedaba ajustar cuentas con el desagradecido ángel, quién seguía gritando de angustia mientras revoloteaba sin rumbo fijo. Tybalt estuvo a punto de echar mano de su arco cuando vio que de nuevo pretendía atravesar un portal, pero enseguida se detuvo al presenciar lo que ocurrió. Después de haber sido tan castigados en su viaje parecía que este mundo por fin hacía algo por ellos, por poco útil o práctico que fuera. 

Después de tan horrible visión, fue el cuervo de Alice el que rompió el hielo al revelares la existencia de una ciudad no muy lejos de donde estaban. Además, parecía que contaban con algo parecido, al menos visualmente, a la burbuja que los protegía dentro del barco. -No tenemos tiempo que perder.- Dijo para sumarse a la creciente iniciativa de moverse lo más pronto posible hacia ese lugar. 

Temerosos de que el conjuro protector del anciano se fuese a acabar en cualquier momento, echaron a correr por la nieve guiados por Hollín y la impertérrita luz de la luna. Aire fue la primera en ver las luces de la ciudad... o del barrio de la ciudad que estaba bajo la cúpula. El resto de la villa permanecía a oscuras, en solemnes edificios de piedra.

Para llegar al barrio tuvieron que cruzar parte de esas calles oscuras. El silencio se rompió en dos ocasiones, por el ruido de escombros deslizándose por una cuesta o trozos de fachada cayendo desde gran altura y estrellándose contra el suelo. Eso daba la idea de lo ruinosa que estaba la ciudad. Si no se trataba de un deterioro natural, sino que había criaturas causándolo, era una posibilidad que ponía los pelos de punta.

Finalmente cruzaron la burbuja hasta la zona iluminada. El barrio en sí consistía en una única fortaleza de muros altos que a Flame no le costaría trepar. Sin embargo Hollín hizo una inspección preliminar mientras los humanos retomaban el aliento tras la carrera. Resulta que en lo alto de la fortaleza hay techos planos sin fisuras. Incluso las ventanas que despiden luz tienen muros invisibles para evitar la entrada de intrusos. También localizó una puerta, a la que se podría llegar rodeando la fortaleza durante media milla de caminata. Y después de mucho andar...

Las puertas eran mazizas y de oro, decoradas con motivos que podrían referirse a esquemas de distintos planos. Aire, nuevamente atenta a los peligros, advirtió a todos de la presencia de uno ojo volador mágico paseando cerca del dintel. Lamentablemente, aunque encontrasen el modo de esquivar al ojo, las puertas no tenían una cerradura que Onfale pudiese abrir al segundo intento (ya sabemos que al primer intento le cuesta), como era lógico en las puertas de una fortaleza. Seguramente la puerta estaría trabada desde dentro con alguna viga y unos cuantos cerrojos.