Partida Rol por web

La galería de las mujeres estaba tras una puerta metálica (como todas las puertas en esta ciudad sin madera) con cerradura. A la izquierda del pasillo se prolongaba un largo muro con un par de ladrillos luminosos como los que formaban parte de la arquitectura de las calles, y unos cuantos ganchos metálicos sobresalían de la pared a modo de perchas. A la derecha, barrotes. En total se dividía el espacio en dos grandes celdas (una frente a cada ladrillo) de 30'x60'. Pasaron de largo de la primera celda vacía y los metieron en la más alejada de la puerta.

Esto no me puede estar pasando a mí... ¡¿En serio que habiendo dos celdas me metéis en la misma que la Mataniños?! Brrrr...

Malhumorada, Evea se acostó de espaldas sobre uno de los cuatro bloques de piedra junto a la pared que hacían de camastro. No era la única decoración de la celda, también había un viejo cubo con dos dedos de agua sucia para que las presas hiciesen sus necesidades, y un bonito manchón de sangre reseca en el suelo que había olvidado su color rojo y ahora estaba a medio camino entre el burdeos y el ocre.

Pssst...-Becky llamó a sus compañeras para formar un corrillo alejado de Evea, junto al cubo del pis.

La maga del Cárceri que había acabado en la cárcel, se empezó a remangar la falda. Seguramente solo quería que las demás le hiciesen de biombo para mear con algo de privacidad, pero cuando se había destapado hasta los muslos mostró una liga que sujetaba contra la piel la daga comprada a Otto Mangleflow. No era lo único que había llegado a la celda...

A Leiath no le revisaron su bolsa de contención, así que tenía todo su equipo con ella, salvo la honda y su daga, que las había entregado al hombre del saco. Del saco de las armas.

A Aire la dejaron pasar su malla metálica y su broquel, su bolsa de componentes (con las recién adquiridas dos piezas de jade), su diadema y una gema de ojo de tigre en el bolsillo.

A Alice la dejaron pasar con la bolsa para el cinto con una gema de ojo de tigre y su bolsa de componentes, pero no con el libro que pidió. En una tienda especializada como la de Otto Mangleflow es posible encontrar pergaminos, pero los libros no son algo habitual en un semiplano en el que la energía negativa mata a los árboles antes de que puedan ser usados para fabricar papel. Es posible que esa palabra, "libro", haya caído en desuso y el guardia al que se lo pidió ni siquiera sepa a qué se refería.

A Flame la metieron en la celda con la bolsa de polvo de dispersión que encontró en el naufragio del barco del caos, un cinturón curativo y, en uno de sus bolsillos, una gema de ojo de tigre.

Si esa tía nos da problemas, podemos "ocuparnos" de ella. Ahora que somos presidiarias oprimidas en un mundo de hombres, debemos ser duras y cuidar las unas de las otras.

En ocasiones, Becky se metía demasiado en su papel. De niña debió ver demasiados espectáculos de títeres.

Cuando Aire tuvo que dejar a Aristóteles, estuvo muy cerca del llanto. Nunca se había alejado tanto de su querido oso, y sería la primera vez. Pero la joven sacó fuerzas de su interior y se despidió acariciándole la cabeza.

Volveremos a vernos pronto, cuida de los demás dijo, asumiendo, como era obvio, que su osito se iría con los demás hombres. Porque era de sexo masculino. Y cuando le dejaron encima de la mesa se quedó quieta. Le señaló para avisar a los guardias que se olvidaban de él, pero tuvo una idea brillante

Aaaah, claro, si no se dan cuenta de que es un osito, no le encerrarán, y a lo mejor puede sacarnos de la cárcel.

Llevándose las manos a la boca para que no se la viera sonreír, siguió a las demás hasta su celda.

Entró y puso cara de asco. ¿Cómo podían estar en un lugar tan asqueroso y maloliente? Se giró a la puerta y llamó con brusquedad

¡Oigan, oigan! Creo que aquí no ha limpiado nadie. ¡Oigan! ¡Pero que venga alguien a limpiar!

Al no recibir respuesta, Aire se acercó a las demás muy malhumorada. Si así tienen las habitaciones en su trabajo no quiero ni imaginar su casa... ¡Son unos cochinos!

Estaba muy enfadada, pero no por eso dejaba de escuchar a Becky. Sus palabras formaban otra idea en su mente, y no pudo esperar para decirla ¿Y si la obligamos a limpiar la celda? Al menos poder estar aquí y que huela bien.

El estado de la celda era preocupante. En primer lugar, no entendía por qué eran tratados como presos y en segundo lugar, la sangre del suelo no auguraba nada bueno para los que estaban ahí encerrados. Pero que podrían hacer? Por ahora tan solo esperar.

La jóven bruja oia sin realmente escuchar las aportaciones de Becky y Aire, mientras concentraba su mirada en aquella extraña a la cual le debían la visita rápida a la cárcel. Leiath, pese al mal humor que se apoderaba de ella de vez en cuando (era cosa de familia), tenía un gran corazón, y decidió dar a la mujer una segunda oportunidad. Se acercó a ella.

Hmmm- aclaró su la garganta mientras pensaba qué decirla para limar asperezas-, creo que no hemos empezado muy bien aunque parece que ha sido un malentendido. Aqui estamos todas en una situación muy complicada y creo que deberíamos estar juntas por si la cosas se complica. Mi nombre es Leiath y soy curandera, esta son mis amigas y compañeras de viaje Aire, Alice, Flame y Becky. No quería hacer daño a ese pequeño, solo detenerle antes de que saliese huyendo con nuestra comida. Te parece si empezamos de nuevo? Cómo te llamas? Llevas mucho tiempo en esta ciudad?

Cuando Leiath empezó a hablar diplomáticamente, Evea se giró sobre la piedra en la que estaba recostada para no darle la espalda. Según avanzaron las palabras de la Mataniños, la Gata empezó a desfruncir el ceño. Se sentó para hablar más sosegadamente con la Bruja de Hala, soltando un suspiro hondo.

Mira... ya no hacen falta presentaciones. Se vuestros nombres. Estaba allí cuando los facilitásteis a los guardias. Yo también di el mío: Evea. Entiendo que fueron momentos tensos, y que no tenías la mente despejada para reparar en las cosas que pasaban a tu alrededor, pero yo tengo la mente despierta, y... Perdón, eso ha sonado grosero. Quiero decir que me he entrenado desde adolescente para estar atenta a los detalles, no que tú seas una tontolaba...

Ooogh... porqué estas cosas se me dan tan mal...

De todas formas, solo soy una desconocida. En unas horas curarán al niño y dará su versión de los hechos. Yo saldré de la cárcel, quizás tú también, me da igual, y lo más probable es que no volvamos a cruzarnos en ninguna de las laberínticas y abarrotadas calles de Galendure. No hay que forzar nada, ni fingir que seamos amigas. Basta con esperar.

Y esperaron. La puerta de hierro se abrió para dejar entrar en el pasillo al Teniente Cassis y a uno de sus subalternos, que portaba una ballesta cargada.

Bien. Traigo buenas noticias. La primera de ellas es que el niño siguió con vida lo suficiente como para ser curado por uno de nuestros sacerdotes, así que no se van a presentar cargos por homicidio tras dejarle al borde de la muerte. La segunda buena nueva es que el niño ha confesado todo...

El Teniente Cassis quitó la púa de la hebilla de su cinturón, como si acabase de comer y estuviese lleno.

Admitió ser un ladrón. Él y su socio vigilaban en la esquina esperando a que saliese algún cliente de la joyería de Otto Mangleflow. Cogió la bolsa del cinto de, y cito palabras textuales, "la señora de pelo negro largo". Tras eso echó a correr entre la multitud y escuchó una terrible amenaza a sus espaldas antes de notar algo. La verdad es que no supo explicar muy bien cómo le noqueasteis.

El cinturón se deslizó por la cintura del Teniente a medida que tiraba de un extremo.

Estaba a punto de cruzarse con su compinche para pasarle la bolsa. Lo último que vió es que el botín salía volando de sus manos al sentir dos impactos, pero es de presuponer que cayó junto a su compañero y le abandonó a su suerte llevándose la bolsa robada. Pequeñas ratas traicioneras...

El Teniente Cassis se dió la vuelta y colgó su cinturón de uno de los ganchos de la pared opuesta a la celda.

Enhorabuena: colgaremos al niño y eliminaremos a un sucio ladrón de nuestras calles gracias a vuestra colaboración. Entiendo que os hubiese gustado recuperar la bolsa, pero las calles cambian por la magia cada dos por tres, y habría sido inútil tratar de sonsacarle la ubicación de su compinche. Procederemos a vuestra inmediata puesta en libertad y os devolveremos vuestras pertenencias. Pero antes...

Cuando escucho la declaración del niño y como se refería a Olfate como “la señora del pelo largo” no pudo contener la risa. Al final las cosas iban a salir bien, el niño seria ajusticiado y podrían salir en liberta. La pena por robo le pareció un poco exagerada, pero la ley era la ley, en otros sitios cortaban las manos.

La cara de la maga cambio cuando el teniente menciono que no habría forma de recuperar la bolsa y que había un “pero”. ¿Qué querrá ahora este? Seguro que nada bueno.

A Flame le hizo gracia la definición que dieron de Onfale pero estaba tan tensa y de tan poco humor que no hizo ninguna muestra de ello. Simplemente se limitó a esperar a que terminara la frase, pues se había quedado expectante y con ganas  de saber cuál era ese "pero" del que hablaba.

Colgar al niño? Pero qué clase de bárbaros vivían en aquella ciudad?!

Pero Señor- interrumpió la jóven a su carcelero cuando este se diponía a contar los 'peros' de su liberación-. El pequeño, es tan solo un niño, solo necesita una reprimenda. No hay una forma de darle una segunda oportunidad? Quizás si nos llevase él mismo hasta su compinche se pudiese ganar su perdón...

¿Qué? No. Esta ciudadela está llena de escoria humana. Realmente tenemos unas calles muy estrechas para movernos. Aunque pudiésemos saber a ciencia cierta que ese niño no volvería a ser un peligro para la sociedad, está ocupando un espacio que puede ser ocupado por alguien mejor. Alguien útil. Y hablando de cosas útiles... como iba diciendo antes de ser interrumpido...

Queremos dos voluntarias. Dos mujeres que se pongan cariñosas con mi subordinado y conmigo, para que podamos desahogarnos-ahora tenía más sentido porqué se quitaba el cinto-. Si preferís sentiros aliviadas de la carga de elegir, podemos decidir por vosotras. Después de que me lo pase bien, podréis salir con todo lo requisado y con los huesos intactos. Vuestros chicos jamás se enterarán de vuestro sacrificio. Diablos, hasta os puedo tramitar los permisos para poder parir si os quedáis embarazadas.

Sacó un llavero de un bolsillo interior de sus ropas que parecía que encajaban con el tamaño y estilo de la cerradura de la celda, pero no abrió la puerta.

Es un buen trato, creedme. Tenéis cosas muy caras que merecen la pena que no se traspapelen a cambio de diez minutos de humillación, y siempre es mejor para vosotras contar con dos violadas que con seis.

O también podrían luchar. Fugarse por la fuerza... llegar hasta sus compañeros varones y liberarlos... salvar al niño de la horca... para que pueda llevarles junto al saco de contención que les robó...

Aire no podía escuchar lo que decía. El niño, su hijo adoptivo, iba a ser colgado por robar. ¿No había sido suficientemente castigo el que había impuesto Leiath? Aire se llevó las manos a la cabeza, mientras negaba y lloraba. Su cabeza no aguantaba ese momento, las imágenes de su infancia se agolpaban y agolpaban...

Hasta que la magia volvió a dominar a la joven. Su rostro, un tanto hinchado por las pocas lágrimas que había soltado Aire y las muchas que se habían contenido, se alzó para mirar al hombre que las proponía sexo a cambio de su liberación. Y en el rostro de la joven, ya no había inocencia.

¿Dos? No podéis ni con una de nosotras. Yo me ofrezco. Os dejaré tan cansados que no podréis respirar durante un buen rato.

En esos momentos, quizá Aire y Alice eran las más peligrosas de las mujeres. Ellas eran las que podían hacer frente a esos hombres. No con armas, si no con magia. Y sabía que la armadura que escondían sus ropas la protegerían de más ataques que la túnica ligera de la maga roja. Al fin y al cabo, esos hombres no saldrían vivos de un encuentro con Aire.

-Pero cómo os atreveis a siquiera sugerir tal infamia?!

Leiath se puso delante de sus compañeras, protectora. No pensaba dejar que les tocasen ni un pelo esos malditos y sucios carceleros.

- Qué clase de ciudad es esta que quiere ajusticiar un niño por robar para alimentarse y que ponen al mando de la guardia a violadores oportunistas?! No sois mejores que los muertos vivientes que tanto pareceis odiar. Si no nos dejais ir ahora mismo y nos devolveis nuestras pertenencias, lo lamentareis.

La bruja de Hala se quedó desafiante, agarrada a una de las barras de la celda, esperando la reacción del Teniente Cassis y de su subordinado. En su boca, preparada una plegaría que no dudaría en recitar si alguno de los hombres decidiese enfrentarse a ellas.

Jijijijijijiji... Esto va a ser muy divertido.

La llave metálica hizo un estruendo al entrar en la cerradura y otro al girar. El Teniente Cassis abrió la puerta de par en par mientras su subordinado hacía un gesto con la punta del virote cargado en su ballesta para que retrocediesen al fondo de la celda.

Miau, miau. Miariamiau, miau...

Aquí nadie va a violar a nadie...

Sin dolor, sin daño, sin un AU...

Mientras mi canto os irradie...

No moveréis ni un músculo...

Y nosotras os daremos por el...

No sé ninguna palabra que rime con úsculo...

Crepúsculo tal vez, pero da igual, nos vamos de aquí...

Mientras Evea seguía cantando, los dos violadores quedaron absortos por la belleza de aquella melodía. Leiath se relajó al no tener que lanzar ya el conjuro que tenía pensado, y Aire... bueno, siempre es difícil saber qué le pasaba por la cabeza.

Evea fue la primera en salir de la celda, pasando por delante de la ballesta cargada con toda la tensión de saber que una nota desafinada haría al soldado apretar el gatillo. Ahora que habían salido al pasillo, la siguiente puerta que debían sortear era de acero macizo.

La maga roja miro al teniente con ira, había tenido que sufrir múltiples humillaciones durante su etapa de aprendizaje. Su maestro era un viejo verde que no paraba de sobarla y de practicar con la barita mágica. No había huido de él para terminar humillada por una sabandija como aquella. Iba a comenzar a preparar un conjuro de rayo abrasador cuando la gatita comenzó a cantar. ¿Qué narices pretende esta ahora? Pero la canción de la gata sirvió para desconcertar a los dos violadores.

Alice comenzó a mover se con sigilo hacia la puerta, tratando de pasar lo más alejada de los dos asquerosos hombres, para llegar a la puerta de acero. 

¿En serio? Iba a ser muy divertidos convertir sus cuerpos en cenizas susurró Aire, sin que la magia le abandonara. Caminó con decisión hasta la puerta y vio el siguiente obstáculo.

¿Puedes mantenerles así aunque busque a ver si tienen la llave? Preguntó a Evea, intentando que no se desconcentrara en su canto. Si la puerta estaba cerrada, necesitaban la llave para salir de allí.

Flame salió de la celda más dispuesta que muchas a echar un polvo. Desde que había conocido a Onfale había estado bastante caliente, y de eso había pasado ya mucho tiempo. Desde entonces no había conseguido saciar su apetito sexual, y quizá aquellos dos hombres hubieran sido suficientes para relajarla un poco en ese aspecto. Sobre todo cuando después le lanzara un buen chorretón de ácido como muestra de su más admirado cariño.

En cualquier caso, la oportunidad se le pasó a la rubia, y vio que era un buen momento para escapar. Se planteó si sería buena idea deshacerse de aquellos dos guardias y darles su merecido, pero quizá eso les complicase aún más la huida y lo mejor iba a ser dirigirse hacia la puerta.

Evea, tú sigue cantando mientras Aire rebusca entre sus puertas, yo voy a tratar de buscar algún tipo de trampa o mecanismo que necesite la puerta para ser abierto.

Fue una grata sorpresa cuando la jóven extraña hechizó a los guardias con su canto, evitando asi un posible derramamiento de sangre. Pero no había tiempo que perder en contemplaciones.

- Busquemos algo con lo que poder atarlos y amordazarlos asi podremos revisar mejor lo que llevan. Coged sus armas.

Luego podrían cerrar con llave la celda y eso les daría mucho más tiempo antes de que pudiesen dar la alarma.

Fue un buen intento por parte de Flame tratar de abrir la cerradura, y lo habría conseguido si tuviese las herramientas necesarias, pero es toda una monada ver lo que se esfuerza. También es adorable que crea que ella, con su falta de carisma y atractivo, sería una de las dos violadas.. máxime teniendo en cuenta que está acompañada de cuatro auténticas diosas hechas carne como Alice, Evea, Leiath y Aire.

No tenéis de qué preocuparos...

Evea siempre seguirá cantando...

el tiempo necesario para daros...

oportunidad de seguir registrando...

pero no los ataquéis, ni atéis...

cojedlos de la mano y guiadlos hasta el interior de la celda...

para poder encerrarles cuando nos vayamos, aunque me fastidie la rima...

Becky quitó el juego de llaves de la puerta de la celda y se las lanzó a Flame para que fuese probando cual entraba en la puerta del pasillo. Registrando al Teniente Cassis, cuyo pantalón sin cinto le ha bajado hasta los tobillos mostrando unos gallumbos igual de negros que su ropa, las chicas encuentran dos piezas de oro y cuatro piezas de plata. El "lugarteniente" del teniente tiene una ballesta ligera y diez virotes (incluyendo el que ya está cargado), que se suma a la daga de Becky como únicas armas para el motín. También tiene un silbato. Ninguno viste armadura, han venido a lo que han venido.