Partida Rol por web

Tybalt se da cuenta de que Jeremiah es un flojo. En combate singular, el 80% de las veces el tiflin sería el vencedor. No cuenta con ningún arma, ni ha utilizado hasta ahora ningún artilugio mágico, lo que le convierte en alguien peor pertrechado que Tybalt, y por tanto más débil. La magia de sus compañeros y el trabajo en equipo son las dos cosas que hacen que Jeremiah iguale en fuerzas a Tybalt.

Y de repente llegaron los refuerzos, y no se habían organizado bien... 

No queriendo dejar a su perced al ágil tiflin, pero esta vez el joven guerrero arcano se acercó a Hugo, a quien viera lanzar un conjuro, con la intención de dificultar el que volviera hacerlo.

-¿A quien llamabas perro?

Tybalt clavó su espada sobre Jeremiah sin demasiados problemas pero, a pesar de la herida, charlatán consiguió aprovechar la embestida del tiflin para devolverle el golpe. Enseguida pudo ver que aquel hombre no era más que un bocazas que se crece cuando sus amigos están ahí para esconder sus debilidades. No pudo opinar lo mismo del contraataque del tal Keocratis. Al principio solo notó la presión de la mano del enemigo, lo siguiente fue como si un relámpago recorriese su cuerpo dañando cada célula mestiza. 

El espadachín no retrocedió. Escupió sangre al suelo y se puso en guardia. -Parece que tus amigos saben hacer algo más que dar puñetazos.- Dijo a Jeremiah en tono de desafió. -No sé nada de la muerte de ese amigo tuyo, pero está claro que pronto te reunirás con él.- Sentenció a la vez que sus espadas comenzaban a describir una letal trayectoria hacia su contrincante. 

Eso era una locura, justo lo que quería haber evitado: se mataban entre ellos en vez de defenderse y esperar su turno para atacar al ángel. Es que los hombres no tenían sesera? Seguramente era por eso por lo que Hala tenía preferencia sobre las mujeres a la hora de elegir sus brujas.

- Pero qué decis?! Nosotros no hemos tenido nada que ver con el ataque de los ninjas! A nosotros también nos atacaron y a mi casi me matan! Dejad de pelearos y centraros en el enemigo que tenemos que eliminar para salir todos de aquí victoriosos. Nosotros no queremos vuestra muerte.

Hugo, escúchame! Nosotros no somos el enemigo! Puedo traer la vida de nuevo a tu amigo, cuando salgamos de aqui!- puso su mejor carita al mirar al que parecía el lider del otro grupo, esperando que o entrase en razón, o conseguir cautivarle lo suficiente para que la hiciese caso.

Tan resentido estaba el hombre por no habérsela llevado a la cama aquella noche? Qué mal perder.

Mientras, no perdió el tiempo y curó a a quellos que iban siendo heridos de su aquelarre.

Al verse solo  Onfale no tardó en reaccionar. Bajó del podio cinco y se pegó a Leiath como una lapa para defenderla. De camino había desenfundado ya su esoque mágico y se quedó en posición defensiva observando tanto las reacciones del Pacto de Ashen como de Hugo y cía. - Seguid dándole con ácido.- Espetó a Flame y Aire. Envidiaba el poder de la joven hechicera del osito.

Junto a la Bruja se sentía algo más seguro. Si no fuera por ella sus destartaladas estrategias les habrían llevado a la muerte. No era un mala propusta la de Leiath aunque...

- Esperemos que no sea ya un no muerto...- Le susurró al oído a la Bruja de Hala.

Acosados por los ninjas, uno de los miembros del Pentecostés trata de forzar el final del combate destruyendo al Ángel de la Decadencia. En las puntas de sus dedos se empieza a concentrar una luz poderosa. En seguida, la katana de un ninja cae como una guillotina y le corta los dedos. Desde la grada, el público empezó a abuchear a Leiath y al miembro del Pentecostés sin dedos. Becky se inclinó para susurrar...

Psssh, córtate un poquito, Leiath. Se supone que somos malvados seguidores de Orcus, la gente espera que hagamos uso de conjuros de luz y de curación con moderación.

 No... mash... mentiras, Lelah-se sacudió la cabeza, con su entendimiento mermado, y la mano llevada a la herida causada por la espada de Jadewo.

 Asumo el mando táctico hasta que Hugo se recupere. Keocratis, te necesitamos para frenar a los ninjas. Arpanhoe, dependemos de ti para las defensas mágicas. Jeremiah, trata de agarrar al que atacó a tu hermano.

 No tienes que decírmelo dos veces. ¡Ven aquí, canalla!-dijo, abalanzándose sobre Jadewo y cogiéndole como un saco de patatas.

 Mi turno-dijo, retrocediendo 5' y conjurando un enmarañar sobre los ninjas.

 Yo tanbiém voy...-hizo un amago de conjurar, pero no lo hizo bien; se le notaba torpe y atolondrado.

Merkadio dió un paso al frente. Él era un poeta, no un guerrero. Como tal, recitó. Sus manos se posaron en el pecho de Tybalt, que volvió a recibir una descarga de energía negativa, todavía más poderosa que la de Arpanhoe.

Y entonces, los ninjas evadieron la zona enmarañada (salvo el ninja torpe), y masacraron a los chicos guapos. Hugo fue el primero en caer... Flame se encaró con los ninjas, pero se le cayó la espada. Becky estrenó el regalo de Kiaransalee: su cola demoniaca asomó bajo el vestido y golpeó a uno de los ninjas, sin lograr derribarlo ni aturdirlo. Alice lanzó una bola de fuego, su especialidad, pero cuando el fuego se consumió, el Ángel no tenía quemadura alguna. Aire lanzó otra orbe de ácido al Ángel de la Decadencia, pero muy desviado, alcanzó a un señor del público y lo convirtió en una pasta gelatinosa de carne burbujeante.

 Oooops, perdón... Ha sido él-señaló con dedo acusador al cadáver de Garuk el Destructor.

En el centro de la arena, Mauglurien "Dragón Negro", Khavra Akti y Shonvurru masacraban como moscas a los últimos ninjas que se atrevieron a molestarle. Arantham, no. Arantham seguía obcecado, intentando golpear con su maza la ya más que evidente ilusión de la figura de Fray Sébastien. Por último, Kierno Varim, el tiflin, lanzó un rayo a la espalda del ángel, cada vez más herido.

El Pentecostés perdía a su segundo miembro de la velada, aunque conjurando algún inflingir heridas habían disminuído el número de asesinos del Rakshasa que les asediaba.

Los guardaespaldas del Coleccionista acabaron con los ninjas más cercanos al podio doce.

Los ilícidos de la Secta Thoon se tomaban, cada uno, su tercera ración de cerebro ninja.

Viendo eso, la Cábala interrumpe su tercera invocación y se alejan al centro de la arena para poner tierra de por medio con los azotamentes succionacerebros. A la vez, ordenan al demonio babau que se había acercado al Rakshasa que retroceda y elimine primero a la Secta Thoon.

En ese momento, hace su reaparición el Dedo Rojo, ya que su conjuro de invisibilidad termina al atacar a uno de los cabalistas.

 Los asesinos del Dedo Rojo cumplen todos sus encargos, Emmanuel Biphrem-dice, segándole el cuello con una púa-. Objetivo eliminado, marchémonos de este estúpido torneo.

El slaad gris que acompañaba a las chicas saca un cristal y lo arroja al suelo. Al romperse en el impacto, las tres muchachas y el slaad se alabean en el tiempo y el espacio para volver a su propio plano. Parece que no tenían intención de rendir culto a Orcus ni conocerle en persona.

Los ninjas que habían sido afectados por las esporas del vroc, finalmente, mueren en una terrible agonía.

Por último, el Ángel de la Decadencia descarga todos sus ataques en la imagen de Garuk el Destructor, cuya quimera se disipa en un humo oscuro. El vroc y sus múltiples imágenes, viendo el percal, sobrevuela la escena reforzándose para la batalla contra el Ángel de la Decadencia con otro conjuro.

Otra oleada de dolor recorrió el cuerpo de Tybalt cuando retiraba su hoja del cuerpo de Jeremiah, quien parecía ajeno al peligro que se cernía sobre él. La sangre comenzaba a humedecer tímidamente la camisa del tiflin allí donde Mercadio había hecho contacto con sus manos. -Pronto llegará tu turno.- Prometió al otro componente de los charlatanes de Hugo. Pero no debía desviar su atención de Jeremiah ahora que pretendía apresar a Jadewo. 

Los reflejos de Tybalt trabajaban al máximo para hacer frente a la situación al completo. No debía descuidar la defensa después de ver de lo que era capaz Merkadio pero tampoco debía frenar su ataque contra el hermano bocazas de Hugo ahora que pretendía entorpecer a Jadewo. Pero el que mucho abarca, poco aprieta. El ataque contra Jeremiah no fue todo lo decisivo que debería y tampoco prestar mucha atención a Merkadio para medir sus movimientos. Tan solo le quedaba confiar en su habilidad para defenderse de cualquier contraataque.

Cual ave de rapiña Onfale vio su oportunidad de actuar. El público quería sangre, por eso abucheaban a Leiath, y él pretendía dársela, aunque de manera diferente a lo que hacía Aire. Al ver que Jeremiah trataba de hacer el abrazo del oso a Jadewo, Onfale trató de meterle el estoque, de manera sibilina, por el costado.

Sin perder de vista al hermano de Hugo, quien por poco le dejara fuera de combate con el primer golpe, Jadewo logra imponer su físico al del barbas, logrando así escapar de su presa... y dejándolo a merced entre Tybalt, Onfale y él mismo.

Centrando esta vez su atención en el ataque, el guerrero arcano lanza dos tajos rápidos al acosado Jeremiah, la acerada cimitarra cortó aire y carne, derramando así la sangre del asceta.

Acto seguido, lejos de quedarse lejos dió un paso hacia los ninjas que venían para así dar cobertura al resto de compañeros.

Leiath escuchó los abucheos del público y la advertencia de Becky. Que un público lleno de demoniso y muertos viviente la abucheasen, en cierta forma la complacía, pero, si bien la maga rubia estaba un poco tocada de la cabeza, siempre solía estar cargada de razón. Había que tener más cuidado con mostrar su alma bondadosa.

Eligió así otro plan de acción que pensaba ayudaría a Tylbat pero sin curarle. Recogió un guijarro del suelo.

Tylbat, con esta piedra que te voy a dar lo que haya a tu alrededor no podrá emitir sonido alguno. Encargate de estar cerca de los enemigos que usen magia para mantenerlos a raya, si ves que solo te estorba, tírala lejos. - le susurró esperando entendiese la idea.

Usó el poder de Hala para imbuir el guijarro con un conjuro de silencio y se lo pasó al tiflin. Ahora aquel clérigo malvado no podría volver a tocarle de aquella forma.

Inmediatamente después se alejó lo que pudo de la zona de silencio.

Las batallas sangrientas dentro del área de un conjuro de silencio son especialmente poéticas. Casi parece que transcurran a cámara lenta. Tybalt y Jadewo dan muerte a Jeremiah, mientras el gesto de Merkadio se contrae intentando gritar. A su espalda, un ninja se vuelve visible hundiéndole la katana en el pecho, pulmón izquierdo, no mortal, haciendo que Merkadio escupa sangre por la boca. En opinión de Tybalt, Merkadio es un poco menos bueno que Leiath en lo suyo: conjurar y cuidar de los suyos. A la desesperada, Arpanhoe y Merkadio tratan en vano de conjurar sendos santuarios, pero las palabras no le salen de la boca.

Los ninjas también caen sobre el grupo de Becky, hiriendo a Flame, y ensañándose especialmente con Leiath y Tybalt. El tiflin está en las últimas, y el regalo envenenado de una piedra que le impide curar sus heridas, bien activando su cinturón, bien permitiendo a Leiath conjurar, no le está siendo de ayuda.

Finalmente, en una eternidad, el cadáver sin vida de Jeremiah se desploma en lo alto del podio, dejando rodar un brazo cercenado escalones abajo.

En la maraña convocada por Keocratis, el enano y la eladrina se llevan arrastras, con dificultad, a Arantham. El tiflin del Pacto de Ashen lanza otro rayo al ángel corrupto. La marilith se mantiene en guardia, por si los ninjas les atacan por ese flanco, pero están demasiado ocupados en el combate con los tres miembros que quedan del Pentecostés. Parece que están agotados, y ya no pueden utilizar sus ninjutsus de desaparecer y reaparecer en un abrir y cerrar de ojos para atacar a traición.

El Coleccionista, ya libre de amenazas, se limita a permanecer sobre el podio y dejar que sean los demás los que se ocupen del ángel.

El babau avanza decidido hacia los azotamentes. Uno de ellos lanza su explosión mental, y el demonio sacude la cabeza, y sigue caminando. El segundo ilícido realiza otra explosión mental, suficiente para que el demonio se tambalee y avance a trompicones. El tercer miembro de la Secta Thoon, algo temeroso de la aproximación del contrincante, lanza el último ataque psíquico contra el babau, aturdiéndolo al fin.

Un azotamentes se aproxima hacia el demonio para devorar su cerebro, los otros dos avanzan hacia los dos miembros de la Cábala que quedan. Los dos demonologistas huyen elevándose en el aire con un conjuro de caminar con el viento.

El Ángel de la Decadencia despliega las alas en lo alto del podio, y alza el vuelo volviendo al centro de la arena. Su fuerte aletear a baja altura arranca las raíces del conjuro de enmarañar de Keocratis, y el no-muerto empieza a comprobar por sí mismo que el grupo de Fray Sébastien es solo un cebo.

Ahora que ambos contendientes ocupan los cielos, el Vroc se cree con superioridad, y ataca. Despliega las esporas de sus alas, que se hunden en el cadáver volador, y trata de hundir su garra en la dura carne del Ángel de la Decadencia, sin éxito.

La situación se hizo intensa. Y eso que no hacían frente directamente a aquella aberración que representaba el ángel caído.

El guerrero centró sus ataques sobre los ninjas que acotaban a Leiath de forma que esta pudiera ofrecer sus oraciones sobre  Tybalt, quien estaba especialmente herido.

Pero de d´nde habían salido de repente todos esos ninjas. No solo eran unos cansinos sino que les destrozaban cualquier táctica que intentasen realizar.

La bruja rogó a su diosa por protección frente a aquellos embates. No había funcionado muy bien la vez anterior, pero esperaba que almenos, esta vez, le librase de algún golpe.

Jeremiah ya era historia y así el grupo de Hugo honraba a Orcus.¡Alabado sea! El lugar del "osito" lo ocupaba un ninja que trataba de ensartarlo en su katana. Aunque no eras muy buenos luchadores su número les hacía peligrosos como podía atestiguar Tybalt.

- ¡Te cubro!- Intentó gritarle al tiflin pero el aura de silencio de Leiath se lo impidió. Afortunadamente Onfale se depilaba las cejas de forma que con los ojos tenía una gran expresividad que le servía para expresarlo todo sin palabras.

Jeremiah no se pudo resistir al ataque combinado de Jadewo y Tybalt, pereciendo sin emitir sonido alguno. El tiflin enseguida recuperó su postura para enfrentar a Merkadio y ver cómo una espada asomaba por su pecho, hiriéndolo gravemente. La sorpresa del repentino ataque y el silencio absoluto no le permitieron al espadachín reaccionar al ninja que apareció justo frente a él. No hubo sonido, tan solo el dolor le advirtió de la hoja que se hundía en su propio cuerpo. Sin duda alguna, la dramática escena podría calificarse como la película muda más sangrienta en un plano en el que no tengan por costumbre celebrar festivales donde la muerte sea el principal espectáculo... Lo cual eliminaría muchos lugares de la lista.

Tybalt se zafó del ninja a pesar de su lamentable estado. El mágico silencio no le permitía recurrir a su cinturón y le había entregado su última poción a Alice, de modo que solo quedaba una cosa por hacer. Esperaba que Leiath no se molestase por el gesto. De modo que, al igual que una máquina con unos engranajes bien engrasados, Tybalt hizo un gesto a Becky para dejarle sitio para retirarse a la vez que el valiente Onfale ocupaba su lugar en la primera fila para mantener la línea de ninjas. El tiflin envainó una de sus espadas y se apresuró en lanzar la piedra hacia lejos de donde estaban, hacia el no muerto que los persiguió con su ejército de esqueletos. Entonces miró a la bruja. -Tenía que hacerlo.- Se disculpó con Leiath con las pocas fuerzas que le quedaban. Ahora solo le faltaba recurrir al valioso cinturón para reponerse y regresar a la batalla. 

Ogh, menos mal... pensé que no volvería a poder hablar en la vida. Con lo que a mí me gusta soltar mis cuatro palabras. Es como aquella vez... Ah, sí. Ya sé: primero matar, luego hablar-dijo, mientras un trallazo de su cola partía en dos al ninja que casi mata a Tybalt.

El golpe de Onfale no fue suficiente para eliminar a su contrincante. El eunuco no estaba solo, pero Flame ni con la bendición de Hala logró alcanzar al ninja que estaba atacando a Onfale. Ese ninja se hizo invisible, recogió su katana del suelo y la hundió en el costillar de Onfale. El aura de Flame amortiguó el golpe, pero sangrar sangraba igual.

Keocratis, en su torpeza, dejó caer la daga. Su garrote, sin embargo, fue suficiente para acabar con el ninja que le acosaba antes de que se volviese invisible de nuevo. No pudo hacer nada por Merkadio, cuya cabeza fue cercenada por el filo de otro de los ninjas.

Recapitulando...

Jeremiah y Merkadio estaban muertos. Era probable que Hugo también. Quedaban seis enemigos disputándoles el podio:

Keocratis estaba solo, y con una sola arma.

Arpanhoe esquivaba a la Muerte, siempre con la suerte de cara, evitando al ninja que intentaba matarle.

A parte del ninja que atacaba a Arpanhoe,

otro ninja estaba luchando con Onfale;

otro estaba solo, y con probabilidades de atacar inminentemente o a Keocratis, o a Flame, o a Leiath, o a Jadewo...

y el cuarto ninja, el ninja torpe, estaba atrapado en las enredaderas.

El Pacto de Ashen retrocedía, tratando de alejarse de la piedra de silencio, y reagruparse en el podio doce. Eso hizo que el Coleccionista y sus tres guardaespaldas avanzasen al podio once, rehuyendo la lucha. En el podio uno, un dos contra dos: los útlimos miembros del Pentacostés contra dos asesinos del Rakshasa. La Secta Thoon eligió al tigre como su siguiente víctima, pero él y sus ninjas permanecieron imperturbables ante los ataques aturdidores mentales de los ilícidos. Cada vez era más notorio que se trataba de una ilusión.

La Cábala deliberaba: ¿estaba volando el Ángel de la Decadencia lo suficientemente alto como para que la zona de silencio no le afectase? Uno afirmaba que sí, que escuchaba su aletear; el otro lo negaba, indicando que lo que oía eran las alas del vroc. De la discusión dependería que lanzasen alguna explosión de sonido contra el Ángel de la Decadencia o se guardasen los conjuros para otra ocasión.

El Vroc y el Ángel empezaron a luchar en el centro del cielo, bajo el hormigón que delimitaba la arena de combate y la separaba de la planta inmediatamente superior. Como una niña buena, Aire les azuzó lanzando una flecha ácida de Melf.

Jadewo avanzó un par de pasos de forma que se colocó entre los dos ninjas cercanos, el que acosaba Onfale y el que le cercaba a él mismo y a Leiath. Atacando primero al ninja que había herido a Onfale, la cimitarra cortó al ninja tras el ataque que hiciera, esperando que no tuviera tiempo a volver a desaparecer...

Tranquilo porque nadie pudiera escuchar sus gritos se desahogó a gusto cuando , otra vez, la katana de uno de los cientos asesinos ninjas penetró en su cuerpo.

- AaaaaaaAAAAaaaaaaaaaaAAAAAAAAAAAaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah.- Lo peor de todo era que Tybalt ya había lanzado la piedra de silencio lejos y la afeminada voz del perfumista, liberada del yugo que el mago le ponía todo el tiempo para hacerla sonar más masculina, sonó potente y clara, muy desafinada, como la de un adolescente al que le cambia la voz.

- Me las harás pagar.- Se dirigió así al ninja y trató de devolvérsela ensartándole en el estoque pero no hubo manera.

Alice vio que era un buen momento para utilizar uno de sus nuevos hechizos. Empezó a rebuscar en su bolsa de conjuntos y saco una vela medio derretida. Esto servirá. Luego comenzó a canturrear un conjuro que era mucho más largo de lo normal. Finalmente lanzo la vela detrás de los ninjas. ¡Bonito! ¡Bonito! Mata a esos tipos de las catanas. 

Tybalt no esperó un segundo para activar su cinturón en cuanto la magia de su cinturón. El dolor se alivió levemente pero todavía estaba lejos de sentirse plenamente recuperado, pero no podía permitirse estar alejado de la batalla tanto tiempo. No podía eludir su función, su deber.

Con decisión y escondiendo su dolor a ojos de Leiath, el tiflin desenfundó de nuevo su otra espada decidido a regresar al frente. Usaría el cinturón una vez más si era necesario pero no se atrevería a consumir la carga de la última piedra en sí mismo. Hasta ahora había recibido más daño* de lo que habría esperado por no estar a la altura de las circunstancias. Había dejado que su resentimiento hacia el grupo de Hugo lo volviese descuidado. No se repetiría otra vez.