Partida Rol por web

Ya se había vuelto a enfadar Flame con ella por curarla, pero es que la jóven bruja esperaba otra cosa? Ya se había acostumbrado a los arrebatos de mal carácter de la guerrera y lo echaría en falta si nos lo tuviese. Asi que, ni corta ni perezosa, siguió a lo suyo.

Oteó el horizonte; aún venian más de esas abominaciones a lo lejos, esperaría a convocar la ira fulminante de Hala a que estuviesen algo más cerca, pues bien sabía que debían ver el símbolo de su destrucción para que el miedo les sometiera. Confiaba en que aquellas dos gigantescas montañas de huesos cayeran con los golpes de su experimentado grupo de guerreros, pero no les vendría mal una pequeña ayuda.

- Hala bendice a estos valientes combatientes, dales fuerza para seguir la lucha y acabar con estas horribles abominaciones.

¿Qué me dices tú, Flame? ¿Quieres la maza para luchar contra los esqueletos?

 Me basta Ayash.

Flame caminó por la cubierta del barco y dió un tremendo tajo al esqueleto de Tybalt que hizo temblar todas sus vértebras. Un corte quirúrgico con la espada corta del tiflin terminó por desmoronar la arquitectura esquelética. ¿Y el otro? El otro fue churruscado por el certero rayo de fuego de Aire.

En el muro, uno de los churumbeles de polvo de cementerio logró trepar al otro lado. En un tris, se puso a los pies de la sacerdotisa mirándola desde abajo.

 ¡Cu-cú!

Leiath, no te quedes en la nieve. Sube de nuevo al barco-avisó Becky, mientras hacía descender a su imagen falsa de Onfale para lo que se avecinaba...

Seis necrófagos (dos de ellos corriendo muy juntitos) atravesaron la esfera mágica azulada que se mantenía en torno a los escombros del barco estrellado. Sus objetivos más cercanos: Leiath, Tybalt y la ilusión.

¡El veneno de sus garras paraliza!

-¡Yo me ocupo de esos dos necrófagos!- Onfale los había dejado acercarse lo justo, lo justo para conjurar uno de sus hechizos favoritos.

-  Vammmmmmm, ¡¡Svadhistana mâija!!-Una flor naranja de seis pétalos se dibujó en el vientre del perfumista con otra gemela que se perfiló en el suelo justo de ante de los dos necrófagos que corrían. De las líneas etéreas anaranjadas comenzó a derramarse un líquido resbaladizo y viscoso que cubrió la zona rápidamente. Recuperado ya del primer susto de haberse quedado sin rostro recuperó la ballesta del suelo y dio un paso atrás. El grupo había luchado bien, ya no había rastro de los peligrosos esqueletos ogros.

Flame vio como se acercaban los repugnantes necrófagos y tras oír el grito de Becky, supo lo que contestar, pero Onfale se le había adelantado aunque solo para darles algo de tiempo.

¡Ayash y yo nos encargamos! Gritó a todos. ¡No me dan miedo sus garras paralizantes! ¡No pueden hacerme nada! La mujer cubierta de su brillo plateado se cargó de valor y de furia y cargó, si es que podía contra una, o todas las criaturas comecadáveres que estaban acercándose. Era la hora de que Ayash y ella se pusieran a rebanar cabezas, y los necrófagos eran perfectos para ellos.

Ya tenían a tiro la siguiente oleada de esos seres apestosos. Sabía que debería mantenerse alejada de esos que paralizaban, ya que si ella quedaba fuera de combate no podría atender a sus queridos amigos. Pero primero les mostraría con quién iban a tener que enfrentarse.

Alzó su simbolo sagrado en una posición en la que los recién llegados pudisen verlo a la perfección. Por un momento se le pasó por la cabeza una idea; y qué si el Mane hubiese decidido volver y le pillase la ira de Hala? Se alegraría al ver caer al Vómito Andante pese a depender tanto de él?

Borró de inmediato aquella imagen de su cabeza, pasaría lo que su diosa quisiera, no había que darle más vueltas.

- RETROCEDED, CRIATURAS DEL HORROR, PUES EL PODER DE HALA ESTÁ CON NOSOTROS!

La maga sacudió los pliegues de la túnica y se dispuso a lanzar otro de uno de sus últimos hechizos. Rayo abrasador, fijo el blanco en uno de los pequeños seres que correteaban cerca del barco. Después de ese hechizo tendría que buscar algo con lo que pegar a las criaturas, y lo único que tenia a mano era la daga o el arma que le tendía Becky.

¡BOOOOOOOOOM!

Las energías mágicas que Alice intentó manipular salieron de su control. Magia salvaje. Magia desagradecida. El proyecto de rayo abrasador estalló delante de sus narices, dejándola malherida. La onda expansiva empujó el delgado cuerpo de Alice contra el de Onfale, interrumpiéndole en su conjuración y evitando que lanzase el hechizo de grasa todavía.

Hala, por contra, estaba a otro nivel. Fue mentarla Leiath, y las cabezas de los seis necrarios directamente estallaron, dejando al resto de sus cuerpos caer sobre la nieve. ¡Oh si Mane llega a estar presente, de la que se salvó!

Flame, que a veces tiene sus momentos buenos y a veces su caos entrópico, tropezó mientras descendía del barco y cayó sobre mullidita nieve... y sobre la menuda mota de cementerio que se había acercado a Leiath antes de que ella se alejase. Cuando la mujer se levantó, dejando un gracioso agujero por la caída, comprobó que la mota ya no estaba. Luego vinieron las cosquillas bajo su coraza. Aquel pequeño ser de polvo se había colado en el interior de la ropa de Flame. Se movía por todos los rincones, intentando morder, pero el aura plateada de Flame endurecía lo suficiente la carne para que los diminutos dientecillos no perforasen su piel. Lo máximo que producían eran unas irrefenables cosquillas.

¡Cielos! ¡Flame se contorneaba como una prostituta barata! Normal, tenía que sacudirse bien para que la mota del cementerio cayese de nuevo a la nieve.

Aquella mota pervertida era lo único que quedaba de este lado del muro. Más allá, la burbuja daba cobijo a la otra mota, que seguía intentando trepar en la nieve, y a tres vestimentas ensangrentadas de cadáveres un poco más lejos. Las vestimentas movían las perneras de su pantalón sin arrastrarlas por el suelo, como un fantasma sin pies, con lo que la grasa de Onfale no sería efectiva.

Aire notaba cómo su energía se acababa. Notaba como, poco a poco, sus niveles de ira descendían y la infantil muchacha regresaba. Pero no quería, sabía que podía acabar con todas esas criaturas. Miró al oso, y pensó en empezar a dar mazazos. Después, miró al arma que ofrecía Becky. ¿Y si la utilizaba? ¿Sería suficientemente poderosa? Aunque era cierto que Aire no era muy fuerte, quizá sólo hacía el tonto y no conseguía ayudar en nada.

De momento, lo mejor era seguir usando su magia. Pero decidió reservar algunos conjuros poderosos para el final. Levantó la mano, un par de zarzillos rojos empezaron a revolotear a su alrededor. Con un gesto, se lanzaron contra la criatura más cercana

Flame comenzó a dar saltitos en el sitio donde estaba para ver si conseguía que aquello que tenía dentro de su cuerpo se cayese. Y así parece ser que lo consiguió, cuando vio aquella cosa tan asquerosa, y sin tener muy clara las recomendaciones que había hecho Becky sobre como actuar contra ellas, le soltó un espadazo.

Fue entonces cuando recordó que alguien había dicho que aquellas motas eran peligrosas precisamente contra ella, y aunque parecía que le iba a costar hacerle el más leve daño, debía acabar con ella cuanto antes. Agradeció que le hubieran encantado su arma, y que ahora mismo fuese mágica y así pudiera acabar con aquella cosa de un solo golpe.

¡0h , sí, ya lo tenía! Con esfuerzo había abierto sus chakras, dejando fluir la energía inconmensurable hacia el Svadhistana, localizado en su plano vientre.

¡BOOOOOOOOOM!

¡CLAP!

El olor del fracaso, de la Esencia Sagrada mal manipulada, inundó sus fosas nasales. Notó el fuerte impacto en su espalda y cómo sus chakras se cerraban a la defensiva, cual esfínter mal estimulado. Al mirar atrás vio el cuerpo de la maga roja y comprendió. Era la tercera vez que Alice trataba de acabar con su vida. ¿Qué rencor le guardaba la Maga Roja? ¿Acaso no había luchado Onfale por resucitarla, incluso vendiendo sus pertenencias más caras? Le dieron ganas de cogerla de los pelos y arrastrarla hasta los necrófagos para que se dieran un festín con su carne dura y correosa pero, en ese mismo momento, sus cabezas explotaron ante las amenazas de Leiath y la energía divina que fluía a través de ella. El perfumista se limitó a recoger su ballesta cargada del suelo, eso sí, al hacerlo escupió a los pies de la maga.

- Me la vas a pagar.- Susurró junto a su oído. La voz del mago era tan fría como la nieve que rodeaba el barco. Sólo tenía que apretar el gatillo y un virote atravesaría el cráneo vacío de Alice. Pondría cara de sorpresa ante la mirada reprobatoria de Leiath, sabía cómo hacerlo, y se excusaría diciendo que el arma estaba defectuosa al haber caído al suelo. Sin embargo el mago mantuvo la sangre fría por mucho que su imaginación corría desbocada.

Quizás rebanarle el cuello mientras duerme... o mejor envenenarla sin dejar rastro como hacía  Fosco... -Pero ahora necesitaban toda la ayuda para aguantar allí, aunque le doliera no era lo suficientemente poderoso para ser independiente. Le avergonzaba tener que rodearse de seres tan pusilánimes como ella pero parecía que Hala le ponía a prueba.

La desaparición de los muertos vivientes, una visión gloriosa para la jóven bruja. Pero parecía que era la única extasiada por tanta presencia divina. Alice, no daba una; Flame estaba saltando como si se hubiese caido en un nido de vívoras y Onfale, el pobre destilaba odio por todos sus perfumados poros, y es que el destino no hacía más que jugársela.

Por lo menos Tybalt, Aire y la habladora de Becky estaban algo más centrados. Y eso era una suerte porque aún había más por llegar.

Leiath respiró profundamente, pues sabía que su proxima acción era más peligrosa que ponerse delante de una horada de monstruos come-caras: debía tocar de nuevo a Flame para que se cerrasen algunas de sus heridas y estuviese preparada para la siguiente oleada de enemigos. Esa mujer necesitaba un novio para quitarle el miedo que tenía al contacto físico, quizás algún día, Leiath podría hacer de casamentera.

Si Tybalt notaba la presencia de una mano oscura que trataba de arrebatarle la libertad que tan solo le pertenecía a él, ahora veía con claridad a otra entidad que luchaba por evitarlo. "Hala..." El nombre de aquella diosa desconocida hasta hace unos días para el tiflin ganaba presencia en la vida de este. Cada vez comenzaba a cuestionarse la posibilidad de que su huída de Li'Huriek fuese fruto de una conveniente coincidencia y, en cambio, tratarse de un plan orquestado por una consciencia superior.

'Algo' había impedido que la Githzerai lo sacase de la ciudad submarina y, en cambio, alguien guió la mano de Aire para escapar de manera impensable del Horror Diletante así como para cruzar de manera milagrosa el portal que los llevó hasta este plano. Todas aquellas ideas comenzaban a cobrar sentido a medida que se entrelazaban las unas con las otras. Recordó su frustración cuando su primer intento para escapar resultó ser un fracaso. Pero ahora podía verlo desde otra perspectiva, sobre todo al ver el poder divino que Leiath desataba sobre las inmundas criaturas que pretendían darse un banquete con ellos. ¿Acaso Tybalt había sido escogido por la deidad para proteger a su más humilde servidora? La respuesta a esta pregunta era algo que se escapaba de la comprensión del espadachín y que tan solo su más puro intuición podría estar preparado para asimilar. Pero si de algo estaba seguro, era de que no podía dejar morir a aquella mujer. -Sube al barco y quédate a mi espalda.- Le dijo con una seriedad hasta ahora desconocida para el tiflin. -No dejaré que ninguna de esas criaturas te dé alcance.- Prometió con la mirada fija en la mota que intentaba superar el muro de nieve torpemente y sin perder de vista tampoco a las vestimentas que parecían deslizarse a escasos centímetros del nevado suelo. Tybalt se hallaba en un estado de concentración absoluta confiando en su habilidad mejorada con la magia para poder ser un muro de espadas contra todo aquello que osase acercarse a la bruja de Hala mientras ésta continuaba canalizando la voluntad de su diosa para enfrentar el mal que encarnaban todos aquellos seres.

La maga roja se sacudió las vestimentas otro hechizo que fallaba, esto no era normal. Trato de levantarse e iba a pedirle disculpas a Onfate cuando este le amenazo, o eso fue lo que la maga entendió. Lo siento, es este maldito plano que interfiere con mis conjuros. Dijo a modo de disculpa pero viendo la cara de rabia del mago de poco o nada serviría la disculpa.

Bueno ¿y ahora qué hago?  Se preguntó la maga mientras se miraba las manos totalmente calcinadas por el hechizo, no tenía armas a distancia y le quedaban pocos hechizos. Solo podía esperar y ayudar si era necesario. Con las manos totalmente quemadas no podía entrar a combate cuerpo a cuerpo.

Flame partió a la mota por la mitad, que paulatinamente se fue disgregando en un enjambre de polvo como si fuese diente de león arrastrada por el viento. En cubierta, de la palma de Aire surgieron dos flechas mágicas que curvaron su trayectoria final para caer sobre la otra mota de cementerio. A ras de suelo, y con menos ángulo de visión, Tybalt no supo que Aire había tenido éxito hasta que vió el mismo efecto de espora flotando por la brisa y elevándose en el aire. ¿Tienen cielo las motas del cementerio? ¿Habrán ascendido, cómo hacen algunos héroes en el plano material, convirtiéndose en la Hala de las motas de cementerio? ¿Existen motas del cementerio "macho", es decir, motos del cementerio? Y en caso de respuesta afirmativa, ¿las motos de cementerio son cómo el motorista fantasma?

Atentos...

La ropa se deslizó sobre la muralla sin tocarla. De los tres "modelitos", uno se dirigió a la quimera de Onfale, la imagen silenciosa creada por Becky. Las otras dos vestimentas se repartieron entre Tybalt, que la rasgó nada más llegar con un tajo de espada, y Flame. Más allá del muro, cuatro manadas de ratas empezaron a excavar bajo la nieve para llegar al barco.

Con las manos temblando aún por el shock de haberse quedado sin rostro, Onfale cargó de nuevo virote en la ballesta. Esta vez su objetivo fue otra de esas vestimentas que caminaban con parsimonia, despacio pero sin pausa. La descarada se acercaba a la imagen quimérica que Becky había creado a su imagen y semejanza. Era la cosa más bonita que la maga había creado nunca, al menos desde que el perfumista la conociera, pues aún conservaba sus bellas facciones de antes del ataque de las cometas de piel. ¡Algo tan bonito no podía ser destruido!

El disparo salió muy desviado, tanto que por poco no dio a alguno de sus compañeros. ¡Qué le estaba pasando? ¡Tenía que tranquilizarse!

Pranayama. 

Eso es lo que necesitaba. La disciplina ancestral que había practicado desde pequeño que ponía el cuerpo en comunión con la Divina Esencia a través de la regulación de la respiración, la armonización de sus corrientes positiva (solar) y negativa (lunar) o masculina y femenina. Una higiene introspectiva, de los flujos de chakra a través de su cuerpo, centrada en la purificación de todo el organismo y que le daría la fuerza necesaria para salir de allí. Ya se preocuparía después de su rostro. Sin dudarlo comenzó a inspirar por la fosa nasal derecha y a expirar por la izquierda mientras que focalizaba toda su atención en un punto brillante entre ceja y ceja.
 

Bien, Flame ya estaba casi al cien por cien para enfrentarse a lo que viniera, pero y el resto? Alice tenía las manos gravemente heridas por ese hechizo que le había salido mal, pero aunque se las curase en aquel momento, no veía a la maga fuerte suficiente como enfrentarse cuerpo a cuerpo con nada, ni con una pequeña, rata por muy esquelética que esta fuera. Pero había que hacer algo si no querían recoger la cabeza de la maga pelirroja del suelo de nuevo.

Claro! Leiath ya sabía que haría para protejer a su amiga.

Se aseguró una posición detrás de los guerreros para que nada le interrumpiera el conjuro que tenía que preparar, pues llevaba su tiempo y mucha concentración; debía comunicarse con otro plano. Buscaría un aliado y le llamaría para que les ayudase en esa batalla sin tregua.

Los ojos de la jóven bruja pemanecían cerrados, tal era su estado de concentración. Su mente volaba en busca de otra mente abierta a su llamada hasta que por fín encontró alguien que la escuchó y que estaba dispuesto, en nombre de Hala a acudir a la llamada de su sierva.

Poco a poco, un lobo de dimensiones gigantescas se empezó a materializar delante de las narices de Alice. De mirada fiera y dientes afilados. Por un momento parecía que aquellos licántropos que se los querían merendar en lo que parecía ahora un momento lejano, habían regresado a tomar su parte del festín, pero pronto se vió que aquel animal estaba de su parte; sino ya se habría comido a la maga que tenía pegada al gigantesco lomo.

Como era de esperar, la siguiente oleada de enemigos no tardó en llegar hasta las reducidas filas del grupo de viajeros interplanarios. Esta vez se trataba de unas vestimentas que se acercaban como si de un pase de modelos se tratase. Tybalt, dispuesto a proteger a Leiath a toda costa, enseguida reaccionó ante el conjunto de trapos que se le acercaba. Con un ágil movimiento le hizo el primer desgarrón de muchos más que vendrían. 

Para disgusto del tiflin y al igual que había sucedido con los anteriores rivales, no era capaz de leer a su contrincante de la manera que estaba acostumbrado. En Li'Huriek seguía con vida el que lograba escapar a tiempo o el que conseguía asestar el primer golpe mortal. En el caso de Tybalt había aprendido tanto a estudiar a las posibles amenazas buscando un punto débil en un tiempo récord como a correr como alma que lleva el diablo. El pack de supervivencia al completo para la ciudad submarina, se podría decir. Pero con estas criaturas la frustración del espadachín iba en aumento pues, aunque sus tajos eran certeros, no podía hacerlos más efectivos. No obstante, su rival esta vez se trataba de un montón de tela y tan solo se le ocurría una manera de vencerla. -Voy a hacer trapos contigo.- Le prometió un instante antes de comenzar su danza para blandir el acero de sus espadas. Las hojas de sus armas emitían un ligero silbido al cortar el aire con la intención de hacer trizas a la vestimenta que tenía delante.

Tybalt falló estrepitosamente sus dos ataques. Entonces la ropa lanzó una manga atrás y, como si fuese un látigo, lo hizo restallar en las narices del tiflin sin llegar a impactar. Flame cortó en dos a su oponente, y las tiras de ropa cayeron en la nieve sin más movimiento que la gravedad, pero la que luchaba con la imagen de Becky se dió rápidamente cuenta de la trampa. Ignorando al Onfale falso, cambió de rumbo para ponerse junto a la espadachina rubia.

Los ojos de Aire se abrieron como platos al ver al gigantesco perrito en la nieve. Poco a poco el lobo, del tamaño de un caballo, que había invocado la sacerdotisa, se iba materializando. Llevaba más tiempo del deseable, pero el necesario para que una de las manadas de ratas muertas vivientes se dirigiesen contra él. Las otras plagas que habían excavado bajo los muros se distribuyeron tal y como hicieron las vestimentas en un primer lugar: una en dirección a Flame, otra para Tybalt y otra correteando hacia la quimera del eunuco que había creado Onfale.

Ahora  que pensaba que Alice estaba bien cubierta por el lobo, podía retomar su misión expulsar a los nuevos contrincantes, si es que Hala tenía  a bien volver a mostrar su inmenso poder.

Con la garganta ya algo irritada de tanto alarido místico pero sin perder ni un ápice su aplomo, alzó el simbolo sagrado que con tanto afecto solía guardar entre los pechos y encomendó a los muertos vivientes que, en forma de plaga les acosaban, que se alejaran de ahí.

La maga vio al terrible lobo materializarse delante de sus narices y entonces le asaltaron todas aquellas imágenes del pueblo, la bruma y lobos, cientos de lobos, lobos pequeños que tendían emboscadas en el bosque, lobos más grandes que los perseguían por los tejados de la pueblo y lobos aún más grandes que eran capaces de saltar las murallas de un ciudad. La maga pelirroja vio su fin en los ojos amarillentos y llenos de rabia del lobo. En condiciones normales la maga se habría desmallado y habría dejado que el lobo se diera un festín con su tierno cuerpo, pero la rabia que tenía acumulada era tan grande que antes de que el lobo la devorara le gritaría un par de cosas. ¡No te fastidia! He sobrevivido a demonios del infierno para que ahora un chucho sarnoso me devore…. ¿Y luego que? vendrá una vistania desde otro plano para jugar a la pelota con mi cabeza.

Al rato comprendió que el lobo no pretendía devorarla. Que fallo, Alice solo abres la boca para fastidiarla. Lo siento lobito, espero no haberte ofendió…. Ve y muerde unos cuantos huesos, mira por ese lado hay muchos. ¡Venga lobito!. La maga no se atrevió a ponerle un nombre al lobo, todos los animales a los que había puesto nombre terminaban muriendo.