Partida Rol por web

- Leiath, si tenemos que romper cajas haremos bastante ruido. ¿No habrás preparado ese conjuro de silencio que nos resultó tan útil la vez pasada?- Después se juntó con Flame, dispuesto a ayudarla en todo lo que fuera necesario e inspeccionando minuciosamente la caja que fuera a romper.

¡Uh, uh! dijo Aire, acercándose a Onfale y levantando la mano, pidiendo la palabra. Pero, si nos atacan, no podré hacer mis trucos continuó, agitando las manos, como si estuviese lanzando un conjuro. Además, yo creo que hablas muy alto afirmó con la cabeza mientras se cruzaba de brazos y abrazaba a Aristóteles Bueno, tú y todos. Hay que susurrar shhhhh miró a todos lados, con cara de pocos amigos. No creo que haya mucha diferencia entre romper una caja y seguir hablando.
 

La jóven Aire tenía razón, estaban armando demasiado ruido, ya sin pensar en el que haría Flame al rompre cajas.

Cogió un pequeño trozo de madera que había saltado de la caja que les había transportado y se dispuso a infundirle el conjuro de silencio. Pero antes susurró al grupo.

- Flame, te lo daré a tí. Ten en cuenta que no podremos comunicarnos o conjurar hechizos asi que deberíamos dejar algunas señales básicas para comunicarnos.

El dedo pulgar para arriba, significa que todo esta bien; ponte la mano sobre la frente para decir que ves que se acerca alguien; hacer asi con la mano, como si tirase algo fuerte, significa que te deshagas del silencio o lo aljes de nosotros,... - Asi fue numerando algunos gestos que pensaba ayudarían si se encontraban en total silencio- Os parece bien?

Dejó que el resto expresase su opinión y diesen el visto bueno antes de pedir a su diosa el conjuro y depositarlo en la astilla.

Onfale elevó el pulgar ya sin emitir ni una sola palabra para decirle a Leiath que estaba de acuerdo. La bruja de Hala  tenía también recursos de gran utilidad.

Flame recogió el conjuro de silencio imbuído en la astilla. Como la magia solo alcanzaba los veinte pies de radio, cuatro privilegiados que se hallaban junto a las cajas 3 y 4 podían seguir diciendo estupideces. Flame trepó hasta la caja 1' y golpeó su pared con el espadón. La madera se partió como una cerilla. En el interior, el filo rompía tres viales de fuego de alquimista en una gran y silenciosa explosión de llamas.

El fuego a su vez hizo una reacción en cadena, y la presión liberada rompió más viales y liberó más llamas. La falta de oxígeno del interior consumió el fuego sin causar grandes daños estructurales a la caja. El interior de las paredes quedaron tiznadas de hollín.

Mientras, el fuego que había sido excretado por la abertura echa por el espadón, había envuelto a Flame en un mar de llamas que con dificultad apagó, pero no a tiempo para salvar del fuego a la pequeña astilla de madera que le dió Leiath con un conjuro de silencio.

A ras del suelo, una ascua salpicada desde más arriba sucumbía ante las suelas de Becky, que sofocaba el conato de incendio. Pulgares arriba.

Todo está bien. Puedes seguir.

La maga contemplaba extasiada las explosiones y como el fuego alquímico se expandía de uno a otro vial. Suspiro profundamente. ¡Espectacular!. ¿Quién quiere un conjuro de transformar persona en sapo, cuando puedes hacer explosiones de ese tipo?

¿Flame? ¿Estás bien? Pregunto la maga pelirroja después de recuperarse de su obnubilación por la explosión. Pero estaba claro que la rubia no lo había pasado tan bien como ella.

En un universo paralelo, la mandibula de la bruja de Hala se habría descolgado hasta el suelo, en este, su asombro solo se dejaba entrever por lo abiertos que tenía los ojos. En su fuero interno no sabía si alegrarse o echarse las manos a la cabeza; al fin y al cabo su hechizo había servido para evitar que la explosión se escuchase por todo el barco. De ahora en adelante, Flame tendría que ir con más cuidado.

Pero, a todo esto, la guerrera estaría bien? Se puso de puntillas y alargó el cuello, como si eso le dejase ver mejor el estado de Flame. Esperó a que esta le indicase con una de las señales acordadas, si se encontraba en condiciones de seguir.

Al ver la explosión, que no escucharla, se tiró al suelo, pensando que el fuego les alcanzaría a todos. A los pocos segundos, al no sentir que las llamas lamían su cuerpo y lo destrozaban, giró la cabeza como pudo para mirar hacia arriba. La única herida era Flame, a la que aún le quedaban algunas llamas por apagar. Aire se tapó la boca con las manos para evitar reirse a carcajadas. Si hubiese sido un señor con bigote, seguro que sus puntas se hubiesen quemado, y era la imagen que la muchacha tenía en ese momento en su cabeza.

Flame se dio cuenta de que era absurdo ir rompiendo las cajas de abajo cuando podrían moverse todos por la parte superior de las cajas.

Flame guardó su espadón, ella poseía suficiente fuerza para poder ir abriendo sola la caja, aún así miró a todos para indicarle con los pulgares hacia arriba que estaba bien, aunque a juzgar por su apariencia parecía algo quemada. Después miró al tiflin y le señaló para indicarle con gestos que se uniera a él.  De todos los presentes cría que era el siguiente más fuerte, así que quizá entre los dos podrían ir rompiendo las cajas con un poco más de cuidado. Después negó con la cabeza al comprender que ya podía hablar de forma normal, aún así prefirió seguir callado. Pero antes de continuar, esperarían a que la bruja de Hala les lanzase otro conjuro de silencio por si acaso. Aunque estaba claro que el destino* les estaba indicando que algo estaban haciendo mal.

Cuando Flame le indicó que quería que le lanzase un nuevo conjuro de silencio ( o eso creyó Leiath que intentaba decir la guerrera mediante gestos), alzó las manos y los hombros y negó con la cabeza: no le había pedido a su diosa más de aquellos hechizos para aquel día.

La madera del plano del abismo no arde como la del plano material. La caja churruscada mantiene su estructura intacta a pesar del fuego, y no permite ver qué hay más allá. Con gran aparatosidad y dificultades técnicas, Flame se pega a la caja 2' y tira del techo de la caja 1' deslizándola hasta el espacio hueco. Al estar completamente vacía, ni siquiera es necesaria la magia de Becky. Tybalt hace una demostración asombrosa de fuerza. Con su gran altura, los humanos pasan a su izquierda y derecha, abriéndole paso. Cuando llega a la esquina opuesta, deja el cajón en el suelo.

Flame se coloca sobre la caja 1. A su izquierda, la plancha metálica continúa. Al frente y a la derecha, dos nuevas cajas les impiden el paso.

Tybalt estaba demasiado absorto tratando de recordar algo que le sonase a Barco del Caos pero, para desgracia del tiflin, en una ciudad submarina y en su calidad de esclavo era extraño coincidir con cualquier clase de embarcación. Pronto se dio cuenta de que no tenía ni la más remota idea de la clase de transporte en la que se habían colado y decidió mantener una expresión de profunda reflexión... solo por mantener las apariencias.

Por suerte, o por desgracia según se mire, el accidente de Flame al romper la primera caja le permitió detener la pantomima antes de que el silencio, o la falta de lenguaje de signos dada la situación, del tiflin resultase sospechoso e incluso ridículo. La mujer parecía haber encajado bastante bien la llamarada recibida y pronto regresó a su tarea de abrir camino no sin antes de pedirle ayuda a Tybalt. Subió sin reparos y abrió camino para el resto esperando a que continuasen buscando una ruta por la que salir de aquella bodega.

Aire se aburría. Inflaba sus morros y soltaba el aire soltando pequeñas pedorretas mientras pellizcaba la cabeza de Aristóteles, que se quejaba con gritos silenciosos.

Miró hacia arriba, contemplando lo alta que estaba la tia de Fosco. Pero eso no la entretenía. Se acercó a una caja y puso la oreja dentro.

Alice.... ¡Alice! llamaba a la maga roja ¿Y si vamos abriendo estas cajas con un poquito de fuego? Así vamos más rápido

Flame continuó moviendo y rompiendo cajas en paralelo a la plancha de hierro. No tenía intención alguna de volver a clavar a Ayash en aquellas cajas, porque temía que lo que atravesase fuera aún más peligroso que lo que ya había vivido. Confiaba que entre el tiflin y ella pudieran ir abriendo, con el suficiente cuidado, el resto de cajas.

El fogonazo hizo retroceder al perfumista que pronto pudo apreciar el olor a pelo quemado. Su primera reacción fue ver como estaba Flame, pero la mujerona había encajado bien el golpe. El mago torció el gesto de nuevo ante las dificultades. Se apartó y trató de no ser un estorbo ante la demostración de fuerza del enorme Tybalt. ¿Qué habría en la siguiente caja? Admiraba el valor y determinación de Flame.

¿Y porque no usar fuego? Pero rápidamente la maga roja negó con la cabeza., si lanzaban aquí un hechizo de fuego todo saldría volando por los aires, seguro que había más cajas con fuego alquímico y más cosas inflamables. No creo que sea una buena idea. Tenemos que ser sigilosos, aunque a mí también me apetecería lanzar una bola de fuego y destrozar todas las cajas.  La maga suspiro, durante el periplo por el interior de la montaña había conseguido preparar el poderoso hechizo bola de fuego, pero desde su “muerte” no había podido volverlo a preparar. Estaba seguro que algo en la resurrección había salido mal y había quedado algo más tonta que antes.

Cuando el enorme cuerpo de Tybalt no hizo chirriar la madera de la caja 1 sobre la que los dos estaban, Flame se dió cuenta de que seguían en una zona de silencio. Se puso a buscar, y encontró la astilla sobre la caja 2'. Había sido despedida por la explosión, aterrizando allí. Mostró su hallazgo a los demás desde lo alto. Pulgares arriba. Se dejó escuchar alguna risita de emoción por todas las esperanzas renovadas.

Bien, bien... vamos a conseguirlo...

Flame y Tybalt trataron de empujar la caja 5'. No pudieron. Puede que hubiese otra caja detrás que lo impidiese. Cambiaron de táctica, y optaron por tirar, con los dedos sujetos a la arista superior de la única cara de la caja que podían ver. Tampoco se inclinó hacia ellos ni un ápice. Era obvio que el contenido de la caja pesaba demasiado, no había más remedio que golpear con el Ayash y quebrar la madera.

Las manos de la mujer temblaron de la vibración transmitida hasta la empuñadura. Dentro de la caja, Ayash había chocado con algo metálico. Empezaron a arrancar trozos de madera haciendo palanca hasta que fragmentos del tablón se astillaron. Por la rendija vertical abierta se veía una circunferencia de un pie de diámetro. Con más trabajo al utilizar las manos para abrirse paso, el contenido se desveló.

Eran cilindros apilados como troncos de árboles. Una hendidura como un diámetro hacía que esa circunferencia del extremo de cada base se dividiese en dos semicírculos, unidos por un juego de visagras. En la parte alta de la caja, los troncos apilados estaban coronados por unas piezas cónicas que parecían dientes rabiosos apretados. Los que reposaban su base sobre los troncos, a modo de dientes inferiores, y los que tenían la base del cono contra el techo, a modo de dientes superiores.

En su parte más ancha, los conos llegaban a pie y medio de ancho, más que los cilindros. Por contra, los cilindros se prolongaban de lado a lado de la caja, unos diez pies de largo.

Tybalt cogió uno de esos conos de metal y vió que no tenía base. Un cono abierto, como un capirote. Dentro había dos planchas triangulares (triángulo escaleno) de modo que la hipotenusa encajase entre dos pestañas que iban de la base del cono hacia el vértice. El cateto menor, y no me estoy refiriendo al pequeño Fosco, tenía el borde almohadillado, de manera que se podía sujetar para deslizar el triángulo por la pestaña hasta separarlo del cono, sin temor de cortarse con la hoja de la plancha por error. El cateto mayor, y no me estoy refiriendo al alto Tybalt, estaba troquelado en una hilera de agujeros. Los catetos intermedios siguieron observando desde el suelo cómo Flame y el tiflin trabajaban.

Quitaron todos los conos que pudieron de arriba de todo y se los pasaron a los de abajo para que los apartase a algún rincón. Había que liberar el cajón de su contenido para poder moverlo. Algunos conos quedaban demasiado atrás, y ni los brazos de Tybalt alcanzaban. Luego pudieron empezar a extraer cilindros. Los deslizaban sobre el borde de la caja 1 hasta el suelo, pero el conjuro de silencio evitaba el estruendo del choque. Ya abajo, los demás se encargaban de meterlos en la caja 0.

Por malsana curiosidad, algunos intelectuales del grupo desplegaron el cilindro de diez pies por sus visagras, convirtiéndolo en un semicilindro de veinte pies de largo. El extremo que no tenía visagras presentaba, por contra, varias ranuras. Al desplegar el cilindro, cuando se quedaron las visagras en el centro de aquel mástil, las ranuras quedaron en los extremos.

A partir de ahí empezaron a probar. Los triángulos engarzaban en uno de los extremos, encajando los agujeros del cateto mayor en unos minicilindros a izquierda y derecha, como dos alas. El cono se podía unir a cualquiera de los dos extremos, salvo que el cilindro tuviese puestos los triángulos para obstaculizarlo, así que pusieron el cono en la punta opuesta. Como la base del cono era más grande que la del semicilindro, encajaba como un capuchón.

A falta de otro tronco para completar la estructura, Becky abrió los ojos como platos: había descubierto qué era aquel objeto.

Jopé, qué de cantidad de piezas metálicas, para qué serviría? Un ariete? Armas para criaturas gigantescas? Aparejos para el barco? Sin duda solo un estorbo para que ellos avanzaran. Leiath apartó la mirada de aquel puzzle sin interés alguno por lo que pudiese ser en realidad. A ella lo que le importaba era que los dos guerreros estuvieran bien. Le preocupaba que se encontrasen con otra caja sorpresa, asi que fijó su mirada en ellos atenta a cualquier problema con el que se pudieran topar.

A medida que iban sacando las piezas y dejándolas en el suelo, Onfale, por la curiosidad propia de su profesión, iba manipulando las piezas y tratando de descifrar cómo podían encajar. No estaba seguro pero le parecían virotes gigantes. Quizá hubieran dado con una caja que contenía munición para enormes balistas. Flame y Tybalt seguían sacando material y Onfale, fuera del círculo de silencio, expuso sus ideas.

- Esto parece munición gigante.- Los capirotes como capuchoñes podían ser la punta de un virote. El tronco del virote formado por dos semicilindros unidos pro su cara plana. Y los triángulos para darle estabilidad en el vuelo, como las plumas de una flecha.- Diría que es munición para las balistas que tenga este barco del caos.- Si el barco iba a una guerra tenía sentido. Hacía borratajos en uno de sus pergaminos tratando de hacerles ver a los demás cómo podía quedar el resultado final.

¡Sí! ¡Es munición de balista! Ha sido todo un entretenimiento montarla, pero ahora tenemos que seguir moviendo el resto de cilindros para poder salir de aquí.

Unos minutos después, Flame y Tybalt empujaban la caja vacía, que caía al suelo sin hacer ruido por el conjuro de silencio. Ante ellos se abría un nuevo espacio. El resto de la bodega estaba libre (el resto de cajas por cargar llegarían al amanecer), y mostraba una rampa que subía hasta algún otro lugar. La pared del fondo, de madera, presentaba un gran hueco central que para dejar paso a transeúntes al siguiente compartimento de esta bodega. La luz de Becky no iluminaba tan lejos, así que solo era el umbral a la oscuridad.

Tanto la rampa, como el arco de pared, eran lo suficientemente grandes como para que demonios enormes pudiesen circular por ellos. A igual peligro, ¿explorarían el nivel superior o el compartimento anexo a la bodega?