Partida Rol por web

Zicko salta, apoya sus patas en el pecho de Nikeras y muerde al diablillo de un ala, bajándolo al suelo y desequilibrando al druida en el proceso. La presa cae a tierra.

¡Creo que hoy comeremos alas de murciélago! Ahora verás, renacuajo...

Con su conjuro de flamear, a Nigthshade se le prenden las manos con fuego. Mientras, Lord Septow aporrea el suelo intentando alcanzar al huidizo demonio. Asustado por el revés, el diablillo se vuelve a hacer invisible, pero poco antes los tres viajeros logran ver cómo las heridas del diablillo se empiezan a cerrar de modo sobrenatural.

 A pesar de que habían dejado el diablillo en una situación complicada entre él y Zicko... ni Naizer ni Septow lograron dañar a la criatura.

 - Nightshade, ¿cómo quieres quemar a un demoooo...?

 Dijo antes de que el peso y el impulso de Zicko le derribara en el suelo.

 El diablilo, viendose superado, intenta fugarse antes de que le sigan zurrando... Nikeras desesperado intenta lanzarle una estocada con la lanza, pero nunca fue especialmente hábil blandiendo armas. Por suerte, el negro mastín sí logró darle un buen bocado antes de que este se alejara...

 - ¿Dónde te crees que vas?

Lo quemaré con estilo, Nik. Con mucho estilo. ¿Eh? ¿A dónde se fue?

El diablo difumina su contorno hasta volverse completamente invisible. Pero no ha pasado ni un segundo, todavía no ha tenido tiempo de irse muy lejos de allí. Tiene que estar en alguna parte.

 Nikeras se aparta 5', para dar sitio al resto de colocarse y poder atacar sin molestarse unos y otros. Y, aún estando en el suelo, de rodillas, lanza una estocada hacia donde viera el diablillo por última vez...

La mano de Nightshade y la vara de Septow se agitan en la zona intentando encontrar algo... pero nada. Zicko vuelve a ladrar, primero a media altura y después a lo alto. Parece que el monstruo se mantiene espectante. Nikeras tiene tiempo de ponerse en pie. Le cuesta flexionar las rodillas. Por eso el diablillo no ataca: se limita a acechar a su presa hasta que el veneno haga efecto...

Sigue ahí... demasiado alto para nosotros. Y tenemos otro problema. Si Zicko sigue ladrando durante mucho tiempo, otras criaturas de las Brumas pueden localizarnos y acercarse atraídas por el sonido.

 Maldito diablillo...

 Nikeras bizqueó a un lado y a otro intentando ver a la criatura, quien se mantenía oculta con su ruin magia...

 De los cuatro, quien tenía más posibilidades de dar con él era Zicko, pero con el jaleo que estaba armando la cosa se podía complicar.

 Maldito diablillo... Este enfrentamiento no nos aporta nada, solo problemas, no ganaremos nada dándole muerte y él puede complicarnos la vida con el veneno... o peor aún, retardándonos hasta que llegue alguien más.

 - Zicko, schhhhh.

 Mirando al resto añadió.

 - Alejémonos de este lugar. Tal vez solo nos está retrasando.

 ¿Pero alejémonos a dónde? No podemos ver hacia donde ir con esta maldita niebla. Lo suyo sería ir a una zona de vegetación espesa que dificultara el vuelo a la criatura... 

 - Nightshade, abre camino, Septow, tras él. Zicko y yo cubrimos retirada.

Todos echan a andar... luego vienen los nervios... aceleran para dejar atrás al diablillo, esté dónde esté. Corren, sin saber qué dirección están tomando.

¡Por allí!-exclama el Barón, señalando a la izquierda-¡Veo luces!

Se separa de los demás, con la esperanza de que esas luces en la niebla sean su salvación. Sin verlos bien al principio, Nikeras y Nightshade también le siguen. Cuando están suficientemente cerca, tienen un mal presentimiento. Se trata de tres luces quiméricas, fantasmales, que flotan en el aire un poco más lejos. No es la luz fija que podría despedir la ventana de una casa, o la hoguera de un campamento. O la de una lámpara de la mano. Se mueven vivaces y juguetonas, entrelazándose entre ellas. Casi se podría decir que esas tres luces están bailando con voluntad propia.

 Nikeras contempla aquellas luces intentando recordar. 

 ¿Tal vez sea alguna tipo de hada?  Pero me sorprendería, hasta ahora entre las nieblas no ha salido ninguna criatura amistosa... Lo mejor sería intentar seguir alejándonos dirección este, con suerte el diablillo este esté atado de alguna manera a esa estructura.

Perdiendo de vista Septow, ya solo quedan los druidas en su incesante intento de alcanzar el este. Empiezan a bajar el ritmo, a caminar más despacio. No hay noche ni día en el techo blanquecino de las Brumas. No hay noción del tiempo. Solo noción del cansancio acumulado. Un viejo temor nace en Nikeras: la posibilidad de volver a dormir en medio de la diabólica niebla, como cuando todo esto empezó y conoció a Onfale y a Fosco.

Basta... paremos. Necesitamos descansar. Tú necesitas descansar. Me llevas diez o quince años, eso es un lustro por pierna.

No menciona a Septow. En cierto modo le han abandonado a su suerte.

 Nikeras está cansado, fatigado, agotado.

 La marcha durante el día, el encuentro con los lobos muertos... Yuris Khan, el combate con los lobos zombi, la huida hasta topar con árbol que contenía el pergamino. El pergamino, eso fue una experiencia estremecedora. Luego aparecieron en medio de este mar de brumas. La construcción con el diablillo,... más huir. Las luces... y más huir.

 Estaba cansado de tan huir. Simplemente no podía seguir huyendo. Hizo un alto, secándose el sudor que le corría por el rostro, apoyando su peso en el asta de la lanza a modo de cayado. Mirando hacia atrás, con la vaga, muy vaga esperanza, de encontrarse con que Septow llegaba corriendo y rezagado. Pero él sabía que no era más que eso, una vaga esperanza.

 Acariciando, sin darse cuenta de ello, a Zicko, miró a de nuevo a Nightshade y le preguntó mientras recuperaba la respiración.

 - Por cierto, no podrías transformar tu cuerpo más de una vez al día, ¿verdad? Por que nos hubiera ido muy bien que te pudieras alzar por encima de esta espesa niebla y nos pudieras ubicar.

No, lo siento. Solo una vez al día. De momento, claro. Algún día seré un poderoso druida capaz de leer pergaminos y hacer transformaciones más frecuentes. Tú... tú nunca has cambiado de forma, ¿verdad? Oh, no quería que sonara a reproche. Siempre dí por echo que con tus canas eras un druida más instruído que yo. Pero si me pides a mí que me transforme es que tú no puedes... y eso nos deja en desventaja.

Nikeras encuentra unas zarzas que les pueden ocultar esa noche. Tienen metro y medio de altura, y con sus poderes druídicos pueden atravesarlas hasta el interior. Allí descubren un claro cómodo para los tres. Sin embargo, Zicko se puede hacer un poco de daño con las espinas del zarzal, y el muro de vegetación tampoco les protege de los ataques desde el aire.

No está mal... ¿Qué hacemos? ¿Dormimos aquí o seguimos buscando?

 Nikeas siente en lo más profundo de su ser las palabras de Nightshade.

 Ciertamente, ya podría haber aprovechado mejor el tiempo. Pero claro, tal y como tenía planteada mi vida, no preveía enfrentarme a Yuris Khan, ni a estas nieblas, ni a demonios. Tan solo recorrer los bosques y conocer a sus gentes. 

 - Digamos que me falta experimentación. Se me dio más bien el estudio que las prácticas. Bueno... de hecho las prácticas eran con las fatas.- Termina sonriendo bajo su espeso mostacho.

 Mirando el espeso seto comenta.

 - Descansemos, descansemos ahora y continuemos después. No es sensato continuar corriendo y arriesgarnos a toparnos con otros percances estando tan magullados.

 Dicho esto empezó adentrarse, ayudando a Zicko a entrar por las partes menos complicadas, tanto para que no se hiciera daño... y para que no quedara el seto deteriorado.

 Una vez dentro sacó unos frutos secos, bayas y raíces y unas tiras de carne cocinada y fría para dársela a Zicko. Luego tendió su manta y se sentó. La dejó en un extremo del claro, pegado al seto, por que una vez sentado o estirado, este le diera un poco de cobertura respecto a unos ángulos a vista de aire. En cualquier caso esperaba que la niebla les pudiera dar protección en este sentido...

 - Descansa primero, que pareces más herido, a pesar de este abrigo, no está de más mantener los sentidos alertas.

A pesar del cuidado, Zicko se raspa la piel contra las zarzas y se hace un poco de daño. Nada que no sane una buena noche de descanso. Pero cuando llegan al claro, su compañero no le quita las molestas correas que le hacen cargar con la armadura de cuero. Eso significa que Nikeras quiere que Zicko vigile con él.

Ahí le has dado, yo duermo primero. Pienso soñar con ninfas y unicornios, y va a ser un sueño sexualmente explícito y la mar de entretenido. Buenas noches, despiértame para la siguiente ronda de vigilancia. Pero si aparece otro horrible ser de pesadilla, ocúpate tú y a mí déjame con mis orgías oníricas.

Nightshade se tumba sobre la tierra del claro. Él no necesita mantita, no es un flojo druida sureño. Él se crío en el Valle del Gries. Nikeras se pasa los siguientes minutos vigilando. Zicko, después de comer... Zicko anda por allí, vigilando. A las espaldas de Nikeras, Zicko se mira las patitas. Algo extraño le pasa a esta tierra, que no es el típico lugar que elegiría Zicko para enterrar un hueso. El perro se está empezando a hundir. Y allí cerca, Nightshade también se empieza a hundir... y cuando la tierra le llega a la cara, escupe y dispierta.

¿Nikeras...? Nikeras, ¿tienes un segundo? Creo que esto es importante. ¿Nikeras? ¡La tierra nos está tragando!

Efectivamente, Zicko y Nightshade se están hundiendo, en el centro del claro. Nikeras, con la manta en la periferia, está alejado de la zona que se está tragando a sus amigos.

 Nikeras se estaba acomodando sobre la manta, resguardado con los espinos, cambiando la hierba de la cazoleta de su pipa cuando Naizer:

¿Nikeras...?

- ¿Aha?...- Dice mientras saca la falquitrera y mordiendo uno de los cordones  va colocando hierba nueva.

Nikeras, ¿tienes un segundo?

- Dime, Nightshade.- Dice mientras se guarda la falquitrera en un bolsillo oculto de sus ropas.

 Creo que esto es importante. ¿Nikeras?

El barbudo druida se coloca la pipa en los labios y tantea palpando en busca del saquito donde guarda el pedernal y algo de yesca. Mientras busca con la mirada a Naizer y a Zicko.

¡La tierra nos está tragando!

 Al ver la situación la pipa le cae de los labios esparciendo parte de la hierba.

 ¡Maldición!

 - Zicko, quieto.

 Como si tuviera un resorte, el hombre se apartó de la manta y sin dudarlo sacó su daga y empezó a cortar apresurádamente su manta en tres largos trozos de tela con un ancho de dos palmos cada uno. Tras guardarse la daga, empieza anudar dos trozos de tela por los extremos y luego une el tercer trozo de tela a los otros dos ya anudando. Improvisando una fea cuerda de lana de unos nueve pies de largo.

 - Agárralo, con las dos manos, ahora te saco, muévete despacio.

 Luego se acerca a Naizer y le arroja uno de los extremos para que lo sujete fuertemente y empieza a tirar con cuidado, de forma que sea una fuerza constante, sin tirones.

Zicko, inquieto, levanta sus patitas del suelo por turnos. Es volverlos a meter en la tierra, y sentir cómo se vuelve a hundir. Nightshade, por su parte, se ha logrado estabilizar. El precio de todo ese desperdicio de movimientos es que ahora está enterrado hasta la cintura, pero gracias a eso se ha acercado un poquito más hacia Nikeras. Ahora está a la distancia apropiada para lanzarle la improvisada cuerda de tela. La sujeta, y ambos druidas quedan unidos por unos endebles girones.

¡TIRA! ¡TIRAAA...!

Nightshade se está dejando llevar por el pánico, con lo que vuelve a alzar la voz en las peligrosas Brumas. Poco a poco, va trepando por la tela, pero la tierra sigue succionándole. Sin la ayuda de Nikeras no lo conseguirá.

Nikeras aferro la punta de la manta y empezo a tirar...sus fuertes brazos lograrn flexionarse... pero en lugar de arrastrar a Nightshade hacia él, fueron sus pies las que se deslizaron por encima de la tierra un palmo, tenia que afianzar mejor los pies... tras hacerlo repitio el esfuerzo... esa vez sí logro empezar a liberar al otro druida, mientras apretaba sus dientes y se ponia rojo como un pimiento por el esfuerzo.
Sin dudarlo, una vez Nightshade quedo liberado, aferrando la tela y empezo acercarse a Zicko, mientres le decia palabras para calmarlo, cuando estuvo suficientemente cerca le tiro el extremo de la improvisada cuerda, para que el perro la mordiera y poder intentar tirar de él antes de que la tela cediera...

De pronto, la tierra que desaparecía en el suelo empezó a moldear un agujero rectangular que casi ocupaba todo el claro. Toda la tierra se cayó a la vez, sin que la cúpula que formaba pudiese sostener ya su propio peso. Zicko se desplomó por la ausencia de suelo a sus pies. Y Nightshade...

Nightshade estaba tumbado sobre la cuerda improvisada de tela, recuperando el aliento. Cuando su tronco se empezó a inclinar hacia el agujero, Nikeras sujetó la manta para sostenerle, casi como acto reflejo. El resultado es que Nikeras se mantuvo en el borde de caer en unas antiguas ruinas del subsuelo, mientras que Nightshade osciló hacia esa misma cornisa. Al golpearse la frente contra la piedra labrada, quedó inconsciente y sus manos dejaron de agarrar. Y Nightshade cayó como lo hizo Zicko.

Cuando el polvo del derrumbe se disipó, Nikeras pudo contemplar aquella especie de sótano. Había un gran túnel en el centro de cada una de las cuatro paredes y, a cada lado de cada entrada, dos gruesas columnas semicónicas adosadas a la pared le daban un aspecto férreo que al final no resultó tener.

El suelo era un gran arenal, fruto del desplome. Sobresalía algún que otro bloque de piedra que quizás pertenecía a una columna central ahora derribada; el perro Zicko, semienterrado, excavaba con las patas delanteras para salir; y un inconsciente Nightshade, con una gran brecha en la frente, reposaba cabeza arriba, tumbado en la arena.

Acababan de dejar a Nikeras allá arriba, solo.

 El canoso Nikeras miró incrédulo la escena. Todo cubierto de polvo, con la tela en las manos y los hombros caídos.

 Ya soy demasiado viejo para esto...

 Con un suspiro, el barbudo druida, se puso a hacer un par de nudos en cada una de la sección de la manta que formaba la improvisada cuerda, tanto para darle resistencia a la estructura como para tener asideros para las manos. Luego tanteó el suelo, buscando la dureza de esta. Sacó su daga, traspaso con esta uno de los extremos de la cuerda manta, con el filo apuntando hacia el agujero y el nudo en el contra filo de la daga. La clavó con fuerza en el suelo, asomando solo la empuñadura y dejando enterrada el palmo de acero.

 Tiró al fondo del sótano su lanza y escudo, y con calma, empezó a deslizarse por la cuerda manta llena de nudos... resoplando y apoyando los pies en la pared, pero procurando no hacer demasiada palanca como para arrancar el improvisado anclaje.

 Una vez en el suelo arenoso, se dirigió hacia Nightshade y usó su último conjuro disponible.

 - No te me mueras tú ahora.

 Con la voy en un hilo pronunció la queda oración:

 - Mam yn anadlu cipolwg ar eich bywyd ar eich plentyn i ffurflen dreth hon ei hun.

Ngggg... ahora no, mamá...

Farfulla, apartando con la mano a Nikeras de su lado, y luego se gira para dormir en posición fetal, sobre su costado derecho. Qué tierno. Habla en sueños de su madre muerta.

Ahora que la oración está completada, y que Nightshade no corre peligro, es hora de fijarse en la situación. Aunque Nikeras se descolgase sin hacerse daño, el extremo más bajo de la manta anudada está bastante alto. Necesitará la ayuda del otro druida para que lo aupe. Para izar a Zicko será más problemático.

 Nikeras suspira aliviado al ver que Nightshade está vivo... la verdad es que muestra una buena colección de mordiscos por el cuerpo. No obstante de momento decide no despertarle y se acerca raudo para ver el estado del perro lobo.

 - Este es mi chico.- Dice con una sonrisa entre sus barbas mientras le acaricia la cabeza y da un vistazo por si hay alguna fea herida.- ¿Vaya susto nos hemos llevado, eh?

 Una vez junto al can, se aparta de las arenas para inspeccionar la piedra que resta a la vista, en busca de alguna inscripción, así como fijarse en las entradas, buscando algún resplandor y olisqueando el aire.

 No me gusta esto... buen hace ya días que no me gusta lo que voy viendo, a decir la verdad. Tenemos que descansar y atender esas feas heridas. Lo primero es salir de aquí.

 Con calma se fue quitando las cosas de los bolsillos de la capa y lo guardó en su mochila, luego se la desabrochó la capa y la estiró en el suelo y la fue llenando de arena, tomó los extremos a modo de hatillo y fue transportando, con paciencia y muchos viajes y trabajo, montoncitos de arena bajo la cuerda hecha de tela creando una montañita de arena que le permitiera auparse hacia el extremo de la cuerda, dejando que Nightshade descansara allí donde estaba.

 Aquel montículo, con tiempo le permitió, ganar unos pocos pies entre la distancia entre el suelo y la cuerda. Luego se quitó el cinturón de cuero y lo paso por el arnés de la barda de Zicko, quedando bien fijado, con un gesto de su compañero Zicko se puso a dos patas apoyando sus patas delanteras en el muro de pierda, con lo cual el cinturón que que había pasado por la barda quedaba a buena altura para finalmente anudar el extremo de la manta con el cinturón.

 Luego con calma, el druida volvió a subir por la cuerda llena de nudos hacia la parte de arriba. Una vez arriba y haber retomado el aliento tomó el extremo de la cuerda.

 - Calma Zicko, ahora te saco.

 Y empezó a izar a Zicko quien colgaba inerte del extremo de la cuerda. Un buen esfuerzo, la verdad, apretaba los dientes y resoplaba a medida que lo iba subiendo.

 - Un poco más y... y... ya está... podremos descansar un... poco...