Partida Rol por web

Ya era media mañana y el puerto hervía con el trajín cotidiano. Mercaderes y comerciantes compraban y vendían, turistas y diplomáticos paseaban y charlaban, marineros y capitanes negociaban futuros viajes, como en la antigua torre de Babilonia una infinidad de nacionalidades se entremezclaban en aquel lugar como si no estuviesen en guerra o no tuviesen ningún conflicto... Así era Londhs, un lugar donde la conciliación política entre reinos enfrentados se realizaba contentando los intereses más efímeros de cualquiera, hondeando la bandera de la neutralidad absoluta y llenando las arcas a costa de las controversias fuera de sus fronteras.

No era hora de tascas abiertas, hasta los más maleantes trabajaban duro durante el día para poder permitirse el beber nocturno, por ese motivo la pareja de inspectores decidió ir al registro portuario de primeras para investigar coincidencias con el misterioso francés que buscaban.

Llegaron al edificio que estaba custodiado por dos de sus "colegas" de la guardia portuaria. No cruzaron las lanzas para barrerles el paso, después de todo cantaba a leguas que eran casacas negras, pero si que los detuvieron con la excusa de preguntar a los inspectores el motivo de su visita.

La luz del día no solía traer nada bueno al puerto de la ciudad, y lo cierto es que según avanzaba la mañana la cosa no mejoraba, mercaderes de esclavos arrastrando su mercancía por las calles, cadáveres de tahúres y delincuentes de poca monta flotando en los muelles, ratas de cloaca, ladrones y otra escoria de la sociedad... y guardias... siempre guardias... ¿no se cansaba esa gente de molestarle? Odiaba dar explicaciones, sobre todo a la morralla del cuerpo, pero, por el momento, decidió ser colaborativo. Sabía que su uniforme abría muchas puertas en Londhs.

-Buenos días, soy el inspector Black. Éste es mi compañero, el inspector Le Noir, no se dejen engañar por su aspecto, es un Casaca Negra auténtico- dijo a modo de presentación -Venimos a tratar un asunto de extrema urgencia con el encargado del Regístro, así que si son tan amables de acompañarnos ante él estaríamos muy agradecidos-.

No añadió más, no lo creyó necesario. Se limitó a esperar cruzado de brazos a que aquellos dos inútiles cumplieran con lo que les había mandado.

Dejó que Black tomara la iniciativa mientras él se mantenía abstraído en sus propios pensamientos. Conocía el puerto como la palma de su mano, tanto que estaba incluso convencido de poder llegar a su destino con los ojos vendados. Nunca lo había probado, pero dejó que la idea volara por su mente hasta almacenarla en un pequeño rincón con cientos de cosas por hacer algún día. 

El bullicio de mercaderes y comerciantes que vivían su día a día, rateros y truhanes de poca monta, transeúntes y extranjeros despistados que se habían perdido y no sabían dónde ir... Aquél era su mundo, su hogar, y lo disfrutaba. Al menos, hasta que la guardia decidía interferir. 

En esta ocasión tardó un poco más de la cuenta en darse cuenta de lo que ocurría. No reaccionó ante las palabras de los soldados que vigilaban la puerta, pero sí ante la mención de su compañero. 

- ¿Yo qué...? - Movió la cabeza, como despejándose, volviendo a la realidad -. ¿Qué ocurre? ¿Pasamos? 

¿Qué ocurre? ¿Pasamos? 

Antoine se giró levemente hacia su compañero, procurando mantener en su campo visual tanto a Le Noir como a los guardias de la puerta.

-Eso dependerá de estos señores. Aunque espero que no pongan reparos, no sería una situación agradable para ninguno...- respondió. Estaba empezando a perder la paciencia, no le gustaba que le hicieran esperar y la idea de pasar al registro con o sin el permiso de los guardias cruzó fugazmente por su cabeza.

No era la respuesta que los guardias querían haber escuchado, con un "venimos a ver los archivos" les hubiese bastado. Por otro lado no pusieron trabas en dejarlos pasar después de que apareciera el oficial de guardia que se ofreció a acompañarles para lo que dispusiesen.

Una vez dentro el oficial les guió hasta el archivo, era una enorme biblioteca con dos docenas de funcionarios que documentaban, registraban y archivaban todos los movimientos habidos en el puerto (llegadas y salidas de barcos, sus mercancías, pasajeros y capitanes).

Antes de dejar a los inspectores el oficial les presentó y puso a su servicio a uno de los funcionarios, nadie mejor que una rata de biblioteca para esta faena.

Rió por lo bajo al ver las caras de los guardias que habían captado la amenaza en las palabras de su compañero. La verdad es que Black no le caía bien, pero tampoco le gustaba demasiado que le hicieran perder el tiempo ni que le molestaran el resto de guardias. 

Sin embargo no dijo nada, simplemente esperó a que apareciera un oficial y les acompañara por aquél laberíntico lugar donde decenas de funcionarios iban y venían con documentos, seguro que de vital importancia muchos, de un lado a otro. 

Aquél lugar albergaba información valiosa y, si tenían suerte, algo que les pudiera ayudar a ellos, pero sería imposible encontrar nada sin ayuda. Por suerte el soldado debió de tener la misma idea, o simplemente no se sentía cómodo con dos Casacas Negras, y el caso es que no tardó demasiado en llevarles hasta uno de aquellos bibliotecarios y dejarles con él. 

Sonrió. 

- Buen día monsieur... - Odiaba el francés, los acentos, el tono de las palabras, pero era su lengua, y era incapaz de desprenderse de ella, como si quisiera torturarse poco a poco, para siempre -. Espero que pueda sernos de utilidad, pues es de máxima urgencia lo que venimos a buscar. 

Dejó una pequeña pausa, unos minutos de teatralidad dando tensión a la situación, mirando fijamente al funcionario, intentando minar su calma, mientras dejaba que Antoine se impacientara a su lado. Luego volvió a hablar, guiñando un ojo a la pobre rata que no había hecho nada lo suficientemente malo en su vida, seguro, como para haber tenido que acabar ahí, con dos Casacas Negras cuyos nervios estaban crispados desde hacía horas. 

- Iré directo al grano. Necesitamos todo lo referente en los dos últimos años al capitán Von Frey que se encuentre en estos archivos, así como cualquier referencia hacia un tal Franchesco, que ha recibido en los últimos meses ingresos a su favor de manera periódica - Se estiró, cerrando los ojos, como si se acabara de despertar y estuviera desperezándose, y cuando los volvió a abrir pasados unos segundos, miró con incredulidad al hombre -. ¿Aún sigues aquí? Lo necesitábamos para ayer. No quieras que te lo pida mi compañero... - Se acercó al funcionario, poniendo la mano delante de su boca como si estuviera haciendo una confidencia pero hablando en alto - Créeme, ha dormido mal, no está de muy buen humor. 

Luego se giró, riéndose, y se encamino hacia uno de los estantes, empezando a sacar informes, leerlos por encima, y volverlos a meter, esperando encontrar algo útil, especialmente en relación a barcos franceses que pudieran haber llegado hacía poco o que se hubieran marchado esa misma mañana. 

Al llegar a la biblioteca la cantidad de documentos le apabulló, esperaba un gran volumen de datos, pero aquello era realmente impresionante, debía de haber registros archivados desde la fundación de la ciudad.

Después de ver como su compañero asustaba a aquel pobre hombrecillo se dispuso a desplegar su equipo de campo, vio una mesa libre justo detrás del funcionario y se encaminó hacia ella. Al pasar junto al hombre se inclinó levemente sobre él -Yo nunca duermo bien...- dijo con una voz que helaba la sangre -haga caso al inspector... por favor-. Y siguió hasta la mesa.

Alli abrió su maletín y empezó a extraer y colocar minuciosamente su equipo de investigación, su lupa, su cuaderno de campo, en fin, ese tipo de cosas. Cuando hubo terminado metió la mano en su bolsillo y acarició su medallón, sabía que no podía utilizarlo delante de toda aquella gente, pero su tacto le transmitía seguridad y le ayudaba a enfocar su atención.

Empezó a husmear por la sala atestada de legajos y funcionarios atareados, no sabía muy bien que estaba buscando, pero confiaba con poder dar con algo útil para la investigación.

Mientras los inspectores inspeccionaban (valga la redundancia) las instalaciones el funcionario puso cara de espanto al ver el trabajazo que le esperaba. Asintió con la cabeza y llamó a un par de ayudantes para tamaña epopeya. Pasados unos minutos poco a poco fueron llegando los estudiosos escribas cargados con montañas de libros que apilaron sobre una mesa.

Esto es todo lo directamente relacionado con El capitán en los últimos dos años... bufff resopló no se lo que buscan, pero si existe aquí lo encontrarán. Hizo gesto para que sus ayudantes siguieran a lo suyo y él se quedó a un lado esperando por si podía ser de más utilidad con una sonrisa nerviosa.

te das cuenta que al decir esto

- Iré directo al grano. Necesitamos todo lo referente en los dos últimos años al capitán Von Frey que se encuentre en estos archivos, así como cualquier referencia hacia un tal Franchesco, que ha recibido en los últimos meses ingresos a su favor de manera periódica

un funcionario que anda por ahí mira sutilmente en vuestra dirección. en unos instantes y de forma muy sutil desaparece de la escena

Al ver el flujo constante de funcionarios yendo y viniendo con fardos de documentos que iban depositando sobre la mesa en enormes pilas de papel una mueca pasó fugaz por su rostro. No pensaba que sería tal cantidad de información.

Se quedó durante unos instantes pensando, con el dedo indice apoyado en los labios y la mirada fija en la montaña de documentación. Aquello iba a ser una ardua tarea... De repente una idea pasó por su cabeza, se giró sobre sus talones y se encaminó al lugar donde había desplegado su equipo, cogió su cuaderno de campo y pasó unas cuantas páginas hacia atrás.

4. Aparecen blancos en los registros de cada jueves de mediados de mes de los últimos 10 meses.

Quizá no era necesario rebuscar tanto, por lo menos de partida, podían limitarse a buscar que datos eran los que faltaban en los registros del capitán.

-Diez meses no son dos años... y la fecha es bastante concreta- pensó. Deberían empezar por ahi, pero antes se acercó al pobre funcionario con la mejor de sus sonrísas, que posiblemente era más terrorifica que su adusto semblante habitual, pero, tras el incidente con la sirvienta, no quería causar una impresión demasiado... agresiva.

-Disculpe, señor...¿cómo dijo que se llamaba? No he podido evitar percatarme de su comentario acerca de que estos documentos son todo lo relacionado "directamente" con Von Fray. ¿Hay documentos que le impliquen indirectamente en algo?- preguntó como quitándole importancia al asunto.

No prestó demasiada atención a los resoplidos del funcionario ni a las ideas de su compañero. No había acabado de hablar cuando, de improviso, tal vez guiado por una mano invisible, dirigió su mirada hacia otro de los hombres que deambulaba por allí. 

No supo exactamente que fue, si la expresión de su rostro, el brillo en sus ojos, o alguna otra cosa, pero rápidamente aquella rata de biblioteca le llamó la atención el tiempo justo para ver como escapaba de allí de manera sutil. 

No necesitaba más. No hacía falta. 

- Investigad por aquí, ahora vuelvo. 

Y como un gato persiguiendo a su presa se lanzó a la carrera tras el huidizo funcionario. Algo no encajaba, y descubriría el que. 

Smet, Ben Smet, Señor... No había acabado de presentarse el funcionario cuando pasmado vió como Le Noir ponía pies en polvorosa de aquel lugar sin dar demasiadas explicaciones.

Eeeeesto... tras un pequeño instante de pausa por desorientación por la confusa escena continuó ... si, todo aquí refiriendose a todo el lugar relaciona directa o indirectamente al Capitán Von Fray, después de todo es el mandamás del puerto sonrió nervioso. ¿Por? se atrevió a preguntar

Salió fuera con la esperanza de perseguir al funcionario con tan sospechosa actitud, pero cuando el inspector salió a la calle se encontró con el bullicio del puerto en pleno furor... le habían dado esquinazo ¿o no?

No iba a escapar, aquella rata huidiza sería encontrada y luego desearía no haberle hecho perder el valioso tiempo del que disponía. Había visto algo, eso estaba claro, y aquella persecución era muestra de ello.

- Si crees que la gente servirá para despistarme estás muy equivocado... - Dijo en un susurro mientras sonreía.

Cerró los ojos, llevándose los dedos índice y corazón de cada mano a las sienes correspondientes, y empezó a enfocar su mente. En su cabeza pudo ver con nitidez el rostro de su presa, sus gestos, su manera de correr, y lentamente, con calma, empezó a intentar vislumbrar sus pasos, su camino.

Pasados unos segundos en los que el tiempo parecía haberse detenido para él, alzó la vista hacia el puerto que se extendía ante él y salió corriendo hacia donde le marcaba el instinto.

De repente abrió los ojos y todo a su alrededor estaba quieto, era como si el mundo se hubiese detenido en aquel instante. A una distancia bastante larga el inspector Le Noir vio algo moverse... el funcionario, sin duda. Le llevaba ventaja, pero aunque lo intentara no lograba esconderse de él, y lo sabía. 

Como un fantasma Le Noir levitaba en la persecución, era como si el mundo girase bajo tus pies y él sin moverse avanzara. Tras un rato de persecución al fin el escurridizo funcionario llegó hasta una puerta que abrió y entró cerrándola tras de si. Miró alrededor y no reconoció el lugar, pero si escuchó una música que le resultó familiar y le embriagó un aroma a cerdo asado con un exquisito sazonado de hiervas muy especial. Abrió la puerta en pos del fugitivo y al otro lado estaba el mar... el funcionario flotaba bocabajo muerto... Todo se volvió oscuro, abrió los ojos y aun estaba ahí, delante del archivo portuario.

La abrupta reacción de Le Noir no le llamó la atención. Aquel zopenco sin modales no sabía comportarse. -En fin... ¿Por dónde iba?-

-Bien señor Smet- dijo Antoine acercándose al funcionario. No le había pasado desapercibido el tono de nerviosismo de aquel hombrecillo.
-Pero seguro que hay algo más... secreto por ahí guardado. Algo que no deba ser revelado a nadie...- miró a Ben con calma, nada amenazante, lo que le costó más de lo que esperaba -Nadie que no sea un agente de la ley claro- añadió haciendo un gesto hacia su negro uniforme.
-Se nota que es un buen hombre, señor Smet, vamos, écheme una mano- su tono de voz bajó hasta límites audibles, como dos amigos intercambiando un chisme sin importancia.

El mundo a su alrededor era borroso, difuso, cubierto por una neblina que lentamente, demasiado, iba desapareciendo dejando que la luz de la ciudad se filtrara hasta iluminar todo. Odiaba cuando eso pasaba, el mareo, las nauseas, el desconcierto de no saber, durante un instante, que era real y que no. 

Suspiró con cansancio. Estaba convencido de que el alcohol aún seguía haciendo de las suyas aunque fuera a un nivel tan profundo como aquél. Y además, todo para algo tan vago como aquello. Al menos, se dijo, no había ido muy lejos. Se chascó los nudillos mientras estiraba el cuello haciendo un "crack" poco prometedor, y luego, sin perder más tiempo, empezó a seguir el rastro del escurridizo funcionario. 

Era rápido, no podía negarlo, pero el debía serlo más. Si su visión era acertada, aquél hombre podía morir en poco, incluso ya podría haber muerto, pero no podía desaprovechar la oportunidad. 

Se lanzó de nuevo a la carrera por donde creía haber visto al hombre huir, con la mente ocupada en ver qué taberna era aquella dónde encontraría a la maldita rata aquella.

Smet abrió la boca como un bobo, sin duda Black era amo de su voluntad en aquellos momentos.

Si, le echaré una mano, ayudaré en lo que desee, pero se equivoca de hombre si quiere secretos, el Almirante Blake sabe cosas, seguro, pero yo solo se de libros y pergaminos, pero no estudio sus contenidos.

Sin duda decía la verdad, no tenía nada que ofrecer excepto su habilidad para encontrar cosas en los archivos... Tal vez Black no hizo la pregunta correcta.