Partida Rol por web

-No es lo que esperaba, pero al menos no me ha costado otro trombo cerebral...- pensó Antoine ante la respuesta de Smet. Le consolaba por una parte tener a un experto en burocracia a su servicio, seguramente le sería útil para encontrar alguna pista en las pilas de documentos, y por otro lado, podría dejar esa actitud amigable que tan odiosa le parecía.
-Bien Ben, voy a ponerte al día, pero todo lo que veas y oigas se borrará de tu memoria en cuanto recuperes tu voluntad, ¿lo has entenido? Seguro que sí, eres un tipo listo, ¿verdad?. Presta atención, no quiero repetirlo, cada jueves de mediados de mes durante los últimos diez meses alguien ha estado viéndose con el capitán. En sus registros personales aparece borrado, pero seguro que aquí lo encuentras- dijo apoyando la mano en uno de los montones.

-Por otro lado está un tal Franchesco, que ha estado recibiendo pagos días después de esas visitas. Necesito nombres Ben-.

Se hizo a un lado para dejar paso franco al escritorio. Antes de comenzar la tarea, ¿Dónde puedo encontrar al Almirante Blake?¿Que sabe de él o de sus "secretos"?- eso era lo más parecido a una pista que tenía hasta ahora.

Como un muerto viviente descerebrado Ben se acercó a una ventana y le mostró un palacete a los pies del mar, una bonita obra arquitectónica que presidía imponente la llegada al puerto de cualquier navío. Ahí es donde encontrarás al Alimirante, respecto a sus secretos... son secretos, solo él los conoce, no sería prudente compartirlos con un humilde funcionario.

Dicho esto y sin más dilaciones se dirigió a un estante y de él extrajo cuatro tomos de registros. Sonrió para si mismo con satisfacción... aquí era donde hallaría las respuestas a la primera cuestión. Le Voilá!

Apiló los tomos y con suma precisión comenzó a ojear el primero de ellos. No tardó mucho en levantarse para ir a buscar papel y pluma para hacer anotaciones... sin duda sabía lo que se hacía y parecía disfrutar con ello.

A pesar de su enorme capacidad de percibir y memorizar los más mínimos detalles Le Noir tuvo problemas para desenvolverse en el empeño que perseguía... era difícil trasladar a la realidad las ambiguas visiones con las que trabajaba. No obstante llegó hasta un callejón entre una posada y una casa de huéspedes que se hallaba en el barrio del interior, alejado del mar.

Pensó que se habría equivocado, si el fugitivo debía acabar flotando en el mar sin duda algo fallaba, Pero de repente un aroma a cerdo asado sazonado le hizo salivar... giró su cabeza y reconoció al fondo del callejón la puerta por donde había entrado el escurridizo funcionario. Con prudencia se acercó para reconocer una tonadilla que salia de la ventana del edificio contiguo. Sin duda era aquí.

Como se imaginaba, aquel hombrecillo no tenía ni idea de nada, pero por Dios que sabía manejar aquellos archivos. Apenas había empezado a buscar y ya estaba escribiendo notas en un papel.

Se acercó por detrás intentando no hacer ruido para no entorpecer la tarea del funcionario y leyó lo que había escrito por encima de su hombro. Después se acercó a la ventana a mirar la residencia del Almirante.
-Bueno, bueno, ¿qué secretos guardas?- susurró con su puño apyado en los labios. Su mirada seguía una y otra vez un recorrido desde la ventana del registro hasta el palacete y vuelta, le gustaba observar los movimientos de la gente mientras pensaba.

¿Dónde estaría ese cabeza hueca de Le Noir?

El primer tomo le llevó unos minutos revisarlo, pero gracias a las pistas dadas por el inspector Black y una vez creyó encontrar lo que buscaba todo fue rapidísimo. Apenas había llegado a abstraerse en sus pensamientos mirando a través de la ventana cuando Smet dijo:

Lo tengo señor, la persona que busca es François du Plessis. Su visado se registra cada miércoles de mediados de cada mes desde hace diez meses al menos... había un par de candidatos más, pero no cumplían tan a rajatabla sus visitas ¿Puede ser?

Luego rascándose la cabeza y recolocándose los lentes de forma obsesiva hizo una observación respecto al misterioso Franchesco no creo que aquí encuentre nada, un nombre sin apellido... además si es cuestión de dinero quizás debería ir al registro bancario. ¿No, mi señor?

Aquél lugar era, muy a su pesar, un verdadero laberinto. Llevaba ya años viviendo allí, en el puerto, recorriendo sus calles, visitando sus tiendas, tabernas y burdeles, burlándose de los guardias y escabulléndose entre las callejuelas y rincones oscuros (esto, por supuesto, sin su uniforme oficial, entonces no tendría gracia), y aún así, pese a creer conocer cada centímetro de ese sitio, le costó un buen rato seguir el rastro del funcionario hasta la posada que había logrado entrever en sus visiones, y sólo el delicioso aroma que salía de allí le hizo no darse la vuelta, convencido de que se había perdido. 

Sin embargo, allí estaba, silbando inconscientemente al ritmo de la música que se filtraba por el callejón, decidiendo cual sería el mejor curso de acción para entrar en aquél edificio dónde, muy posiblemente, se encontrara una importante pista para resolver aquél caso. 

Entrar en aquella casa podía resultar mortal si no se andaba con ojo, pues había tantas posibilidades de que le estuvieran esperando como de que no. No es que tuviera miedo, al fin y al cabo luchaba bien, o al menos menos mejor que muchos, simplemente es que no quería mancharse las manos si había otra oportunidad. 

Echó una ojeada a su alrededor, buscando posibles formas de escape si aquello salía mal, rincones oscuros donde le pudieran tender una emboscada al salir y, en definitiva, cualquier peligro más allá del que la misma vivienda encerraba. Además, analizó las mismas posibles entradas. La puerta era la más obvia, pero también había allí, un poco más arriba, una ventana que podría servir. 

Tardó unos minutos en decidirse, pues su mente iba de un plan a otro con suma facilidad, hasta que al final, consciente de todos los pros y contras, se decantó por la principal. 

Dejó libres el puñal y el estoque, la combinación perfecta para luchar y protegerse, sobre todo si había más de un oponente, y sacó sus ganzuas, unas herramientas de magnífica factura que había hecho fabricar, personalmente nada más ser nombrado Casaca Negra, según sus propias directrices.

Esbozó una sonrisa, como si se tratara de cualquier chiquillo a punto de empezar a jugar, y comenzó a abrir aquella cerradura que le llevaría, confiaba, hasta el mismo hilo del que tirar para resolver el caso. Lo mejor, sopesó, es que si lograba su cometido podría restregárselo a Black el resto de sus días como compañeros.

El tranquilizador y conocido sonido de la cerradura al abrirse le hizo relamerse, sonriendo ante lo fácil que había sido; un simple chasquido apenas audible que le acercaba, un poco más, a su meta. 

Guardó las ganzúas de nuevo, con cuidado de mantenerlas a salvo, pues valían una pequeña fortuna, y desenfundó la pistola, la cual cargó antes de entrar, con el arma de fuego en una mano y la espada ropera en la otra. 

¡Por fin! Resultados. Se acercó al funcionario, que seguía sentado con cara de alelado y le dió unas palmaditas en la cabeza. -Buen trabajo Smety- dijo mirando el nombre que había escrito en el papel, François du Plessis, ¿era este su hombre francés? Esperaba que sí.

Registro bancario, ¿eh?, no era mala idea...

-Smety, ¿tienes acceso a esos registros bancarios? Me sería de gran utilidad... Aunque si no lo tienes, me ayudarás a conseguirlo. ¿Sabes dónde están? Conduceme allí- algo parecido a la excitación bullía dentro de él, había dado un paso hacia el asesino y no pensaba pararse allí.

Una cosa más señor, el tal François parte de nuevo cada sábado por la mañana hizo una pausa reflexiva hoy es viernes mediodía, deberá darse prisa si quiere hablar con él o partirá para no volver hasta el mes que viene

Un detalle que le hizo caer en cuenta las palabras que llevaban cruzadas el funcionario y el inspector, parecía que Smet no era consciente de la muerte del Capitán, el rumor del hecho aun no se había extendido... pero si el francés lo sabía y conseguía huir tal vez no regresaría jamás.

después Black preguntó sobre los registros bancarios

uy, no señor, eso no está ni en este distrito, se lleva desde el ayuntamiento... a no ser que sea algo derivado del comercio portuario, en ese caso es con Messie Sharon con quien debería hablar, pero es una persona poderosa y muy ocupada, pedir estancia le puede llevar semanas...

Poco más podía sacarle a Smet, así que decidió que la mejor opción sería encontrar a su compañero para decidir la forma de actuar... pero a donde se había ido?

Le Noir entró precavido y sigiloso en aquel lugar, sin duda la intrusión y la emboscada eran unas de sus mejores cualidades y esa ventaja le hacía poderoso en caso de encontrar algo que le pusiese en apuros. Durante unos pocos segundos el inspector observó el lugar, desde la puerta se podía controlar casi toda la planta baja y sus dotes perceptivas lo hacían infalible en ese aspecto. No halló a nadie ahí abajo y tras acercarse a la escalera no le pareció escuchar ni un solo ruido... tal vez había llegado antes que el funcionario o tal vez su visión le había llevado aquí por algún motivo relacionado con el tema y el fugitivo se dirigía a su muerte cerca del mar.

-Bien Smety, ahora vuelve a guardar todo esto y vuelve a tus quehaceres normales y aburridos. Recuerda, todo lo que has visto y oido ha sido producto de tu imaginación. No le des más vueltas, no tiene sentido- y sin mediar más palabras recogió su equipo lo más rápido que pudo y salió de la gran sala por el camino que había seguido Le Noir. Esperaba que no se encontrase muy lejos...

Mientras abandonaba el lugar garabateó en un papel los nombres y lugares que deberían tener en cuenta:

-Almirante Blake. Intentaría localizarlo en su palacete junto al mar.

-François du Plessis. ¿El asesino francés?. Tenían hasta mañana por la mañana para dar con él antes de que zarpase. Podría seguir por la zona del puerto.

-Messie Sharon. Encargado del registro bancario del comercio portuario.

No encontró peligro alguno, como una parte de él se esperaba, al entrar en aquella casa, pero por desgracia, tampoco pilló a nadie por sorpresa. Realmente, no encontró a nadie porque aquél lugar estaba vacío y silencioso como un cementerio. 

La idea de poderse haber equivocado estaba presente en su mente, pues sus visiones no siempre eran todo lo útiles que querría que fueran, y el pensamiento de haber perdido el tiempo mientras el escurridizo funcionario, su única pista, hacia otro lugar en pos de su muerte, le hacía sentir rabia por dentro. 

Alejó todo aquello de su cabeza y empezó a trabajar, analizando todo lo que sabía y veía. Quería pensar que algo allí merecía su atención, aunque no veía el que. Pero él era una máquina racional, entrenada para descubrir lo oculto y dar luz a lo invisible...

Le Noir no tardó en suponer que esa casa era una pieza importante en este rompecabezas, pero que quizás lo que había visto que podía pasar en ella estaba por suceder. Tal vez no había nada en ese lugar que aun pudiera resultar interesante. Quizás lo mejor era tenerla en cuenta y volver más adelante... pero cuando?

Pensativo y penumbroso el inspector decidió que posiblemente la mejor opción de momento era la de volver con su compañero al registro.

No fue complicado seguir los pasos de Le Noir, Black solo tuvo que ir preguntándole al burgo si habían visto a un casaca Negra corriendo por ahí... nadie dudo en señalar el rumbo tomado por su compañero.

A medio camino entre el Registro portuario y el presunto paradero de Le Noir los inspectores se reencontraron.

Casi se encontró de bruces con su compañero, parecía que regresaba de vete a saber tú donde.

-Espero que tu carrera haya dado sus frutos- dijo arrugando la nariz -Y no me refiero precisamente a ese olor a sudor...-

-Por mi parte he hecho algunas pesquisas- continuó sacando pecho -Deberíamos ponernos en camino hacia el Registro Bancario, te podré al corriente de mis averiguaciones por el camino, si te parece bien. Se trata de una carrera contrarreloj y solo tenemos hasta mañana por la mañana para dar con nuestro hombre-.

-Que tal te ha ido a tí?- preguntó mirando impaciente la calle por la que debían continuar.

Al final la carrera y la persecución no habían servido de nada. No había logrado encontrar al escurridizo funcionario, que bien podría estar muerto, ni había descubierto nada en aquella casa más que suponer que algo iba a pasar allí en algún momento, aunque no tenía ni idea de cuando.

Cuando se encontró con Black sus ánimo, ya bajos de por si, pasaron a ser una coctelera de odio y malas pulgas hacia su compañero, debido principalmente al tono orgulloso que utilizaba. Sin duda había descubierto algo, y se sentía muy bien por ello. Decidió ignorar su pregunta y hacerle creer que, lo que hubiera descubierto, no lo iba a compartir de momento, así que hizo un gesto de asco a la vez que extendía el brazo y la mano dando a entender que le seguía.

- Tú primero, cuéntame tus grandes descubrimientos de camino - Lo dijo con un tono sarcástico pero que dejaba entrever cierta frialdad. 

Cuando encontrara a alguien con autoridad mandaría vigilar aquella casa. Tal vez sería la mejor idea y descubriera algo con lo que dar en las narices a su compañero.

-Nuestro hombre se llama François du Plessis, es el nombre que faltaba en los registros del capitán. El problema es que su barco zarpa mañana por la mañana. Había pensado en interceptarlo ahora mismo, pero temo que si nos adelantamos podemos perder la pista del otro hombre, Franchesco, del cual no he descubierto nada... aún, pero puede que en el Registro Bancario de Messie Sharon, en el ayuntamiento, encontremos alguna pista sobre los pagos que el Von Fray hacía al tal Franchesco, o no, quien sabe-.

Paró un momento a coger aire mientras miraba alternativamente a Le Noir y su alrededor en busca de algo sospechoso, quizás una daga en la espalda, se estaban metiendo con gente muy poderosa.

-Seguramente el alcalde esté al corriente de esos pagos, no creo que le haya pasado por alto un chanchullo semejante en su ayuntamiento- continuó.

-Y finalmente -suspiró mientras levantaba la cabeza hacia el palacete -está el Almirante Blake, según el funcionario del registro "sabe cosas" y "tiene secretos". Puede que sea la clave, puede que no sirva de nada... Me parece que entrar allí y sacar algo en claro no va a ser tarea fácil-.

Aceleró el paso cuando abandonaban el distrito del Puerto y se encaminaban al distrito del Ayuntamiento.

-Tenemos que darnos prisa antes de que se enfríe el rastro- dijo con un tono de responsabilidad nada propio de él. No quería que se les escapase ese maldito asesino.

Siguió a su compañero como pudo, intentando mantener el ritmo a pesar de sentir un leve cansancio después de la última carrera, contando también con el hecho de que después de la fiesta nocturna se sentía agotado, aunque ya parecía haber pasado una eternidad desde aquello. 

Sin embargo, aunque le costó ir al paso de Black, no perdió una sola palabra de lo que le decía, y aunque no habló ni hizo gesto alguno más que para asentir en ocasiones, una ligera envidia le corroía por dentro con cada vez más fuerza; Mientras él había perdido el tiempo, Antoine había avanzado a pasos agigantados, algo que no podía permitirse en el futuro. 

Todo lo que hizo fue, en definitiva, seguirle y aceptar que iba un paso por delante suya. La única excepción fue cuando, antes de salir del distrito portuario, se encontró con uno de los guardias que hacía la ronda, y que por desgracia estaba en el lugar equivocado. Con premura, pues no quería perder el rastro de su nueva pista, escribió una nota en el cuaderno que siempre llevaba y ordenó que llevara instrucciones detalladas a cualquiera con autoridad para vigilar la casa a la que, con toda la precisión que pudo, guió sobre un mapa al soldado, sin dar más explicación que la de que debía ser avisado ante cualquier movimiento en ella.

Esperaba que eso cambiara su suerte en un futuro próximo, y además disfrutaba de su autoridad como Casaca Negra, era un mínimo placer cuando se sentía frustrado...