Partida Rol por web

En busca del Templo del Mono

2~ Un Alto en el Camino

Cargando editor
29/09/2016, 20:16
Kippei Gennosuke

Al entrar en el molino, Kippei se quedó algo por detrás de ti debido a que se dedicó unos instantes a asegurar la puerta sosteniéndola con algunos maderos. Cuando estuvo bien cerrada, introdujo las manos en las mangas contrarias de su extraño atuendo, y se acercó dubitativo a tu posición, atendiendo a tus explicaciones.

Ehm... ¿S-sacos? -Preguntó, señalando los sacos de grano que había en el almacén, y colocó las manos frente a él con las palmas hacia abajo, moviéndolas a uno y otro lado como mostrando una imaginaria superficie horizontal- J-juntar y... eh... ¿cama?

Sin esperar a ver si habías entendido o no su propuesta, se agachó junto a la chimenea, preparando varios tocones con la evidente intención de encender fuego bajo ellos.

En el exterior, la tormenta cobraba intensidad, azotando las ventanas, que te apresuraste a cerrar. El viento soplaba con fuerza, pero en cuanto Kippei logró que el fuego estuviera encendido, un agradable calor se extendió rápido por buena parte del lugar.

Cargando editor
01/10/2016, 03:35
Rui Wu-San

Ante mis explicaciones, Kippei se refirió a los sacos, sacando las manos de sus mangas para señalar estos. Las puso frente a él con las palmas boca abajo, moviéndolas a uno y otro lado, dejando claro con sus gestos y palabras que proponía hacer una especie de cama con los sacos.

Antes de poder responderle se dirigió hacia la chimenea, agachándose junto a esta dispuesto a encender el fuego. Me hubiera gustado ayudarle, pero fuera la tormenta parecía embravecerse, así que me apresuré a cerrar las ventanas.  Tras ello me dirigí hacia los sacos, comenzando a arrastrar estos para juntarlos. No eran muchos, pero esperaba que fueran suficientes.

Mientras juntaba los sacos formando aquella superficie horizontal sugerida por Kippei, empecé a notar como el lugar se volvía más cálido. Me detuve un momento para mirar al japonés, que había conseguido ya encender el fuego, y terminé de arrimar el último saco.

- Ufff, esto ya esta… - comenté en voz alta, volviendo a erguirme, para acercarme después al chico. – Buen trabajo. – le dije, señalando el fuego después, temiendo que no me entendiera. – El fuego, buen trabajo. – repetí con una tenue sonrisa.

Miré entonces hacia el improvisado camastro, pensativa, volviéndome de nuevo hacia Kippei.

- ¿Servirá? – le pregunté, esperando que así fuera. – ¿Quieres descansar? Puedo vigilar mientras. – le ofrecí, pensando que podría ser él quien más cansado estuviera de los dos.

Cargando editor
01/10/2016, 09:07
Kippei Gennosuke

Kippei había trabajado aquel fuego a conciencia. Pequeños manojos de paja seca habían avivado las llamas hasta que los tocones habían cogido suficiente calor, y el fuego comenzaba a penetrar la madera. Cuando se aseguró de que no se apagaría, colocó algunos troncos más sobre la pila, para que cogiera fuerza, y se puso en pie, sacudiéndose las manos.

Para entonces, ya habías colocado los sacos, no demasiado llenos ni excesivamente duros, unos contra otros formando una especie de camastro. Desde luego, sería mucho más cómodo que el suelo. No contabais con ninguna manta, aunque con el calor que comenzaba a desprender el fuego probablemente no sería necesaria. Alabaste su labor encendiendo el fuego, lo que agradeció con una tímida sonrisa. Le ofreciste a Kippei descansar y montar guardia, pero en seguida negó con la cabeza.

No, no, yo bien, tú descansa. -Te pidió, casi suplicante, señalando los sacos con ambas manos- Yo despierto, rato más. Yo vigila. Tú duerme. Día largo.

Cargando editor
03/10/2016, 02:30
Rui Wu-San

Kippei me sonrió tímidamente cuando hablé sobre su trabajo con el fuego, sin embargo, su semblante cambió radicalmente al ofrecerle que descansara mientras yo vigilaba que no hubiera ningún contratiempo.

Negando con la cabeza y casi suplicante, me pidió que descansara yo, señalándome los sacos con ambas manos. Me dijo que él se quedaría un rato más despierto vigilando, que descansara, pues había sido un día largo; o al menos eso entendí.

Apreté los labios, mirándole con mi ceño ligeramente fruncido. Quise protestar, insistir en que descansara él, o al menos lo hiciéramos los dos, pero sus ojos me decían que no aceptaría algo semejante.

Sus ojos y esa amabilidad y educación extremas que le caracterizan.

- Está bien. – le concedí finalmente, relajando mi rostro y haciendo que desaparecieran las arrugas de mi ceño. – Pero no tardes mucho en acostarte, ¿De acuerdo? – le pedí con tono de preocupación.

Me volví entonces hacia aquella suerte de camastro creado con los sacos, sentándome sobre ellos para tenderme después de lado, con las rodillas flexionabas y un brazo doblado bajo mi cabeza.

- Buenas noches, Kippei. – le dije ya acomodada, justo después de emitir un pequeño bostezo, y esperé a que me mirara. – Arigatou… - añadí en susurro, sonriéndole tenuemente antes de cerrar los ojos, dispuesta a tratar de conciliar el sueño.

Cargando editor
03/10/2016, 07:18
Director

Te despediste de aquel muchacho que te era tan desconocido, y a la par tan cercano y digno de tu confianza, una confianza que no entregabas con facilidad. Pero te fiabas de Kippei, lo suficiente como para cerrar los ojos y abandonarte al descanso delante de él, dejando que, al menos durante un rato, velase tus sueños. Buscaste la postura que te resultó más cómoda, y al abrigo del calor que proporcionaba el fuego, pronto lograste dormir plácidamente.

-------------------

Caminabas por un paisaje de ensueño, un campo verde que nunca había sido horadado por el hombre. Su virginidad mostraba un verde resplandeciente en la hierba bajo tus pies descalzos, mientras delante de ti una suave niebla convertía el avance en un descubrimiento continuo. Caminabas despacio, disfrutando cada paso, cada gesto. Te fijaste en que, alrededor de donde pisabas, la hierba comenzaba a crecer con fuerza. Miraste a tu espalda, para descubrir que el camino que llevabas recorrido se encontraba lleno de flores que habían ido surgiendo a tu paso, creciendo hasta abrirse y desprender un aroma fresco y agradable. Y todo ello te resultaba inexplicablemente normal, natural. Era como debía ser.

Volviste a mirar al frente, y la niebla se abrió para mostrar un árbol de gran tamaño, por entre cuyas ramas y reflejando su luz en cada una de sus hojas, se vislumbraba el mismo sol. A los pies del árbol había una inmensa mesa de jade verde, y a ella se encontraba sentada una mujer, mayor pero hermosa, engalanada con lujosas ropas y joyas, que te esperaba con un vaso en la mano.

Sabías, por su mirada, que esa bebida era para ti. Como sabías, sin comprender cómo, que las escaleras de piedra a su espalda llevaban al mismo paraíso celestial. Tomaste asiento frente a ella, y su sonrisa te llenó de calor.

Bebé, hija mía... -Te dijo, con una absoluta calma, acercándote el vaso- Te queda mucho sendero por recorrer...

Tomaste el vaso entre tus manos, agradecida. Pero, al mirar en su interior, viste que se encontraba vacío. No tuviste tiempo de mirar a la mujer en busca de una explicación, pues oíste una risa en otro lugar. En el árbol, entre las ramas, alguien se burlaba de ti.

Miraste en esa dirección, buscaste entre las ramas, incluso te pusiste en pie, pero el artífice de aquella risa juguetona se ocultaba a tu vista...

-------------------

Abriste los ojos, aún a medio camino entre el mundo real y el de los sueños. Recostada de lado en aquel camastro improvisado, tu vista emborronaba la figura que tenías ante tus ojos. Extrañada y desubicada, trataste de enfocar. ¿Era un... mono? El rostro de un mono, tallado en madera. Era algo que sujetaba entre tus manos, un palo enorme con tallas intrincadas... El báculo que te regalara tu tío. Parpadeaste un par de veces, aclarando tu vista. No lo tenías en la mano al acostarte. Como no tenías... ¿Qué era aquello que te resguardaba del frescor de la mañana, cuya luminosidad propia del alba se filtraba por las ventanas? Esa prenda, esa especie de chaqueta de tejido grueso y desgastado, no era tuyo. Pertenecía a Kippei.

¿Ya has despertado? -Preguntó una voz a tu espalda, pero no era la del joven japonés. Te incorporaste bruscamente, sobresaltada, pero en seguida reconociste, llena de desconcierto, al hombre que te hablaba- Deberíamos marcharnos antes de que llegue el molinero, sobrina. -En efecto, allí sentado sobre sus piernas cruzadas, se encontraba tu tío Lu Yan, con su calabaza en la mano, observándote.

No había rastro de Kippei.

Cargando editor
03/10/2016, 12:28
Rui Wu-San

Me abandoné al cansancio, no tardando en quedarme dormida pensando en todo lo sucedido en aquel día, todo lo que había descubierto y lo que me quedaba por descubrir, en la señora Yeoh, en Kippei…

Me vi trasladada a otro lugar, uno en el que el verde predominaba, un verde que crecía con fuerza a mi paso. Mis pies descalzos caminaban tras una niebla que poco a poco iba descubriéndome cuanto tenía en frente, pero no pude evitar mirar hacia atrás, comprobando que no sólo era aquella hierba lo que crecía, sino flores y más flores que marcaban el camino recorrido.

Al volver la vista al frente, pude ver un gran árbol, que entre sus ramas dejaba asomarse al sol; y bajo este, una resplandeciente mujer sentada en una mesa de jade. Me senté frente a ella, observando aquellas escaleras de piedra a su espalda que debían llevar al mayor de los paraísos, pero no tardé en mirar aquel vaso que parecía ofrecerme tan sólo con la mirada. Su sonrisa resultaba incluso más cálida que aquellos rayos de sol que acariciaban las hojas del árbol, y al pedirme la mujer que bebiera, no lo dudé ni un segundo. Tomé el recipiente entre mis manos, sólo para comprobar que este se encontraba vacío.

Mucho sendero por recorrer…

Repetí para mis adentros, dispuesta a preguntar a la mujer por el inexistente contenido de aquel vaso, pero una risa me distrajo de mi propósito. Alcé la cabeza hacia el árbol, buscando aquella risa, pero ni tan siquiera poniéndome en pie conseguí encontrar el origen de la misma.

Me desperté, desorientada y con la vista borrosa, comprobando al enfocar esta que la figura de un mono se encontraba frente a mí. Se trataba del báculo que me había regalado mi tío, que por algún motivo se encontraba ahora entre mis brazos. Comencé a incorporarme, tratando de comprender, cuando me di cuenta de que aquello no era lo único que estaba allí que no estaba al acostarme.

- Kippei… - musité, recolocando su prenda sobre mis hombros y sobresaltándome ante la voz a mi espalda.

Terminé de incorporarme de forma repentina, dándome cuenta de que no se trataba de otro que mi tio. Me giré, viéndole sentado con su inseparable amiga, aquella calabaza que parecía no tener fin.

- ¿El molinero? – pregunté frotándome los ojos, no tardando en reaccionar. – Sí, claro, pero… ¿Dónde está Kippei? – añadí casi de inmediato, poniéndome rápidamente en pie.

Miré a un lado y otro, sin encontrar rastro del chico, hasta volver a posar mis ojos en Lu Yan.

- ¿Se ha ido? – pregunté algo acongojada. 

Cargando editor
03/10/2016, 13:01
Lu Yan Garra-del-Tigre-en-el-Ojo-del-Ciempiés

Tu tío te miró, parpadeando con una expresión de sorpresa. Entornó los ojos y se inclinó hacia delante, tratando de ver mejor el rostro acongojado de su sobrina.

¿Kippei? -Preguntó, rascándose la cabeza. Por un momento, temiste no poder obtener ninguna respuesta, que el chico ya no hubiera estado al llegar Lu Yan, no poder saber a dónde había ido ni despedirte de él- ¿Así se llama el muchacho ese? -Indagó, señalando la ventana así espalda- Está junto al río, entrenando. Es un chico curioso, y su técnica es interesante. No fluye como el agua de un arroyo tranquilo, rompe como las olas contra la playa. Desconozco su escuela, aunque se reconocer que no está carente de habilidad...

El viejo cabilaba en voz alta, perdiéndose en pensamientos que poco te interesaban. Miraste por aquella ventana, y efectivamente viste a Kippei junto al río, practicando movimientos fluidos en los que no percibiste que en ningún momento pareciera golpear con puños ni pies. En su lugar, se desplazaba por el espacio manteniendo una posición baja, con los brazos semi extendidos y las manos abiertas.

Lleva ahí desde antes de que el sol apareciera. No me vio entrar, claro, pensará que sigues durmiendo. -Explicó tu tío, viendo cómo mirabas por la ventana- ¿Tienes hambre? No podemos regresar ahora a casa de Ming Yeoh, allí continúan sus desagradables "clientes", pero conozco una aldea no muy lejana donde podemos desayunar. Puedo invitar a tu... ¿amigo? -Se ofreció el viejo, con una sonrisa socarrona, antes de ponerse serio- Me ha dicho la señora Yeoh que estuvisteis hablando ayer... Puede que tengas preguntas, no se...

Cargando editor
03/10/2016, 20:30
Rui Wu-San

Lu Yan me miró sorprendido, inclinándose hacia delante y entrecerrando sus ojos, como si tratara de enfocar mi imagen, preguntando entonces quién era Kippei. El corazón me dio un vuelco al pensar que se había ido antes de que le viera mi tío, que nunca más volvería a verle; aunque algo me decía que el chico de las islas del este no haría algo así.

Por fortuna aquella intuición no erró, y respiré aliviada cuando mi tío preguntó si me refería al chico del exterior, señalando hacia una ventana. Me apresuré a esta, apoyándome en el alféizar mientras observaba a Kippei entrenar, al mismo tiempo que mi tío me hablaba de su técnica. Poco me importaban esas detalles, centrándose casi toda mi atención en los movimientos del chico, que a pesar de suponer una forma de entrenamiento, me transmitían una gran calma.

Lu Yan continuó hablando, diciendo que Kippei llevaba ahí desde antes de que saliera el sol, y que al no verle llegar pensaría que aún seguía durmiendo. Fruncí el ceño molesta, sin dejar de mirar al chico.

¿Cuánto tiempo ha dormido? Porque habrá dormido, ¿No?

Malhumorada me volví hacia mi tío cuando me hizo una pregunta directa. Me sugería ir a desayunar a otra aldea, preguntándome también si podía invitar a mi amigo.

¿Amigo? No estará insinuando nada, ¿No?

Volví a mirar a Kippei por la ventana, para acto seguido volverme hacia mi tío, pero antes de responderle sacó el tema de la charla de ayer; añadiendo que quizás tuviera preguntas. 

- ¿No sabe? ¿En serio, tío? ¿Se está riendo de mí? – respondí con vehemencia. – Aparece de la nada, justo cuando unos tipos me persiguen, ahora me entero que soy familia de tigres… Por extraño que pueda sonar. ¿Qué si tengo preguntas? – insistí, apretando mis manos cerradas, sosteniendo el báculo con una de estas. – D-debería tener la decencia de contármelo todo ya, y-y no esperar a que yo le pregunte. - añadí con impotencia, con mis ojos comenzando a brillar.

Cargando editor
03/10/2016, 21:46
Lu Yan Garra-del-Tigre-en-el-Ojo-del-Ciempiés

El viejo maestro asistía al estallido de vehemencia de su sobrina con impavidez. Casi parecía que no te estuviera escuchando siquiera, con esa sonrisa bobalicona propia del borracho que era, en lo que se había convertido, según Ming Yeoh, tras la más alta y dura caída.

Sin embargo, cuando terminaste con tu exigencia, llena de impotencia, te miró de repente, como si acabase de percatarse de tu presencia.

¿Hm? ¡Oh, sí, claro! -Dijo de repente, mostrando una amplia sonrisa que convirtió sus ojos en apenas dos rendijas sobre sus hinchados mofletes- Te contaré lo que quieras saber, pero las preguntas, a veces, son tan importantes como las respuestas, quizás más. Dime, sobrina, ¿qué quieres saber, exactamente? -Preguntó como si tal cosa, permaneciendo expectante a tu reacción.

Cargando editor
05/10/2016, 22:11
Rui Wu-San

Me sentía molesta, impotente, y mi frustración aumentaba al ver a mi tío impasible con aquella sonrisa bobalicona que le caracterizaba. Dudé incluso de que me estuviera escuchando, pero entonces de pronto me miró, como si acabara de presentarme frente a él, sonriendo ampliamente.

¿Por qué sonríe tanto?

Para mi sorpresa, aceptó contarme lo que quisiera saber, pero no sin apuntar la importancia que podían tener las preguntas; animándome a hacerlas. Aflojé mis manos algo descolocada, y es que no tenía muchas esperanzas de que mi tío fuera a darme respuestas tan fácilmente; sin embargo, ahí estaba frente a mí, preguntándome qué quería saber.

- Yo… Son muchas cosas. – dije a punto de temblarme la voz, pero resistiendo, repasando todo lo sucedido. – Usted… Creo que no me ha mentido, pero sólo me ha contado verdades a medias. ¿De verdad no sabe por qué me busca esa gente? Ese señor Bingbing se está tomando demasiadas molestias por una simple concubina, como usted decía. – Suspiré, algo sobrepasada por no saber qué preguntar exactamente, demasiadas cosas rondaban ya mi cabeza. - ¿Y qué hay de usted? Resulta que no es lo que pensaba que era… La dije que no me gusta la gente que oculta lo que es, y es precisamente lo que usted ha hecho, tío. – dije con cierta contundencia que podría interpretarse como enfado, pero también hablaba la desilusión, y es que en estos pocos días había cogido cierto cariño al viejo. – Dígame quién es de verdad, quiénes somos. – concluí, incluyéndome. 

Cargando editor
06/10/2016, 11:33
Lu Yan Garra-del-Tigre-en-el-Ojo-del-Ciempiés

La sonrisa de tu tío se fue difuminando a medida que hablabas, con la voz a punto de quebrarse. Su mirada dejó de sostenerse en la tuya, quedando perdida en un punto del suelo frente a él, hasta que su gesto se tornó serio y cerró los ojos un instante, con un suspiro.

Soy... el que soy. -Dijo con voz cansada, resultando tan enigmático que casi resultaba ofensivo, dada la situación- No el que fui. -Explicó, quedándote clara la dirección de lo que pretendía responderte- Llevas razón, sobrina. No te he contado toda la verdad. Pero sí sabes quien soy, en eso no te he engañado. -Dijo, llenándose sus ojos del brillo de la tristeza y la melancolía- Soy sólo un viejo con demasiados recuerdos que no puede borrar y los ahoga en bebida, alguien que está sólo en el mundo y espera el momento de que la gran madre decida llevarlo a su lado. Pero antes, debo dejar atadas algunas cosas. Algún día, lo poco o mucho que tenga deberá ser para alguien... sobrina. -Te dijo con seriedad.

Respecto a lo otro... -Volvió a mirar al suelo, cabizbajo- Tenía intención de hablarte de tu linaje, Rui Wu-San, aunque no consideré que fuera aún el momento. Se que te han contado lo de la sangre de tigre que corre por tus venas pero, dado que eres ya un poco mayor sin haberse revelado un cambio en ti, asumí que no corría prisa. Quería mostrarte antes mis tierras, hablarte de la luna madre... No se, quizás sea mejor así. -Admitió con una breve y tenue sonrisa- La señora Yeoh y ese chico de ahí fuera me han hecho un gran favor, supongo... -Tu tío alzó la cabeza, mirando de reojo la ventana a tu espalda. En su gesto, sin embargo, te pareció atisbar un extraño destello, como la comprensión de algo que se desvaneció al momento, quizás algo que no importase demasiado, ya que volvió a mirar al suelo- Aún a riesgo de equivocarme, pues en ocasiones el cambio se produce de forma tardía, creo que formas parte, al igual que tu padre, de la parentela de la tribu Khan, a la que yo pertenezco. El pueblo tigre, si prefieres llamarlo así. Me gustaría sinceramente poder hablarte de nuestra tribu, enseñarte todo lo que quieras saber acerca de tu linaje, aunque eso requeriría de mucho tiempo. Ese era otro motivo por el que deseaba mostrarte mi hogar... Debo confesarte, sobrina, que albergaba la esperanza de que... b-bueno... te quedases a vivir conmigo.

La proposición, así como el modo de formularla, te pillaron por sorpresa. Lu Yan se rascó la cabeza, visiblemente incómodo, y no esperó una respuesta por tu parte, sino que continuó hablando.

Sobre ese tipo, Bingbing, pocas certezas tengo, esa es la verdad. -Reconoció, y de algún modo sus palabras te convencieron de su veracidad- Es cierto que se toma muchas molestias, demasiados hombres, pero no he oído hablar de él y no se si ese grupo será tan sólo una mínima parte de su ejército. Podría ser alguien tan poderoso que esto no suponga en realidad una molestia para él. Por otra parte, no puedo evitar sospechar que haya fuerzas más oscuras detrás de ello. A fin de cuentas, sobrina, tú no eres una chica normal... -Añadió alzando la mirada, con preocupación.

Cargando editor
06/10/2016, 16:31
Rui Wu-San

Pude ver como la sonrisa de mi tío fue poco a poco desapareciendo ante mis palabras. Dejó de mirarme, y al volverse del todo serio cerró los ojos un instante, suspirando. Tras aquel gesto, que hacía evidente lo complicado que también era esto para mi tío, se dispuso a darme las respuestas que le pedía.

Comenzó a hablarme de un modo que no comprendía, pero pronto dejó claro que sí me había mostradoquién era, mas no quién había sido. En eso no podía quitarle la razón, aunque, ¿Acaso no forma el pasado parte de nosotros mismos? Ojalá no fuera así, ojalá pudiera yo también dejar al margen una parte de mi vida, pero no era capaz. No de momento.

Se me encogió el pecho al escuchar hablar a mi tío de aquella forma, describiéndose como un viejo borracho al que ya sólo le quedaba esperar la muerte. Puede que así fuera, al menos en parte, pero no podía olvidar el por qué de esa situación, todo lo que la señora Yeoh me había contado que había tenido que padecer mi tío.

Agaché la mirada al mencionar el hecho de tener que dejar algunos asuntos atados, hablando de legar sus pertenencias. Quizás había sido demasiado vehemente, cuando él sólo estaba pensando en mí, pero yo también tenía derecho a saber quién era yo.

Me explicó entonces que ya sabía que me habían hablado de mi linaje, que su intención era hacerlo pero que había decidido esperar. Mencionó algo por lo que no había prisa por ello, pero aquello no lo comprendí. Una tenue sonrisa volvió a dibujarse en su rostro por un instante al admitir que a lo mejor había sido mejor así, lo cual debía agradecer a Ming Yeoh y a Kippei. Sus ojos parecieron desviarse en busca de este al mencionarle, o eso me pareció, y pude advertir algo en aquella mirada durante un segundo; pero no le di importancia en un principio.

Lu Yan me explicó entonces algo más sobre mí, concluyendo que parecía haber querido esperar porque en mí no se había dado ese cambio del que hablaba; y en ese sentido yo debía ser como mi padre. Me dijo entonces que le encantaría enseñarme cuanto quisiera sobre nuestra tribu y linaje, y yo estaba deseando saber más, pero al parecer aquello requería mucho tiempo. Fue entonces cuando me confesó que tenía la esperanza de que una vez en su casa, conociendo la verdad, decidiera quedarme con él.

Mi tío parecía incómodo con la confesión, mientras que yo me quedé algo bloqueada, sin haberme esperado aquello. En todo momento había pensado que simplemente recorríamos una senda juntos que acabaría bifurcándose, pero ahora, con todo lo que estaba sucediendo, ya no lo sabía, no tenía nada claro.

Sin embargo, no se hizo necesario que diera una respuesta inmediata, pues mi tío, aún cabizbajo, continuó hablándome. Respondió a mi pregunta sobre los hombres que me perseguían, contemplando que a lo mejor aquel señor Bingbing fuera lo suficientemente poderoso y contara con tantos hombres que seguir a una chica corriente como yo no le supusiera mayor trastorno; pero también existía otra posibilidad ante sus ojos.

Alzó la vista, mirándome con preocupación, diciéndome que a fin de cuentas yo no era una chica normal. Había contemplado que se debiera a aquello, pero no terminaba de entender el alcance de eso.

- Pero tío… No soy normal, pero lo soy ¿No? – pregunté, también preocupada, sin soltar el bastón. – Yo no me transformo como Kippei o usted, ni hay nada especial en mí. Además, no sabía nada de todo esto hasta ayer, ¿Cómo podrían saberlo esos hombres? – le pregunté confusa, mirando un instante hacia atrás, queriendo ver si Kippei continuaba fuera. – Ni siquiera Kippei parecía saberlo, no es algo que se sepa a simple vista ni entre los nuestros, ¿No? – insistí, tratando de comprender lo que sucedía.

Cargando editor
06/10/2016, 21:22
Lu Yan Garra-del-Tigre-en-el-Ojo-del-Ciempiés

Lu Yan sonrió ante tus apreciaciones, meneando la cabeza a ambos lados mientras asentía. Parecía divertirle algo, quizás tu perspicacia. Finalmente, giró la cabeza hacia un lado, como si quisiera escuchar algo, pero al mirarte de nuevo, no dijo nada.

Sobrina, hay mucho aún que no conoces, pero has dado en el clavo sin quererlo. -Indicó, mirándote de medio lado.

Ese joven japonés no es más que un cachorro, apenas le han salido los dientes y no ha recibido aún sus primeras bendiciones. Sería imposible para alguien como él descubrir tu naturaleza, tan fácilmente. -Señaló, alzando un dedo- Pero podría llegar a serlo algún día. -Apuntó, como si fuera algo importante- Una persona "normal" no sería capaz de ver lo especial que hay en ti, Rui Wu-San. Por eso me temo... que ese tal Bingbing NO sea una persona normal. -El rostro del anciano se llenó de suspicacia. Viste cómo su mano se enroscaba con fuerza alrededor de la calabaza que contenía ese licor que tanto necesitaba la mayor parte del tiempo, quizás sintiendo que hablar de todo eso le hacía necesitar un trago- Desconozco la verdadera naturaleza de ese noble, así como sus intenciones para contigo. Podría ser un cambiante, alguien de nuestra tribu o de cualquier otra, deseoso de contar con descendencia adecuada. La sangre de tigre te hace más proclive a ello. Pero, de no ser así, podría tratarse de algo aún más oscuro y peligroso... -Indicó, con el rostro ensombrecido, antes de mirarte fijamente a los ojos- Sobrina, temo por tu seguridad. Quizás... -Su gesto se volvió triste y apurado, comenzó a desviar la mirada a uno y otro lado, como buscando una salida- Quizás... deberíamos buscar ayuda. Alguien que realmente pueda cuidar de ti y mantenerte a salvo.

Cargando editor
07/10/2016, 21:49
Rui Wu-San

No comprendía los gestos de mi tío mientras le exponía mis inquietudes, pero al mirarme de lado y decirme aquellas palabras, creí comprenderlo. De algún modo había dado con la clave de la cuestión, cosa que me sorprendió, y expectante esperé a que Lu Yan se explicara.

Al parecer Kippei aún era demasiado joven e inexperto como para poder captar que yo era miembro de su pueblo, pero mi tío me hizo saber alzando el dedo que eso era algo que podría cambiar. Dejó claro así que se trataba de un dato importante, un dato que no tardó en relacionar con lo que estaba sucediendo, concluyendo que pudiera ser que ese Bingbing no fuera una persona normal y por eso supiera aquello sobre mí.

Le miré con preocupación, mientras agarrado a la calabaza me explicaba cómo ese hombre podría ser algún tipo de cambiante interesado en mi para tener descendencia adecuada, ya que al parecer la sangre de tigre aumentaba esta posibilidad; o lo que era peor, que fuera algo más peligroso lo que estuviera realmente detrás de los incidentes que habíamos vivido.

¿Más peligroso aún?

El rostro de mi tío se ensombreció, mientras mis ojos le miraban llenos de confusión y temor. ¿Es que la vida no había sido ya suficientemente dura conmigo? ¿Por qué me tenía que pasar todo eso a mí?

Pensaba preguntar algunas dudas cuando mi tío confesó temer por mi seguridad, comenzando a mostrarse algo nervioso mirando a un lado y otro, para finalmente decirme que quizás debiéramos buscar ayuda, alguien que pudiera mantenerme a salvo.

- ¿Cuidar de mí? – pregunté con extrañeza, abriendo algo más mis ojos, para negar de inmediato con la cabeza. – Usted ya cuida de mí, lo hizo en casa, ¿Recuerda? Dijo que había sido casualidad, pero ahora sé que no… - traté de convencerle, no queriendo que ningún desconocido tuviera que hacerse cargo de mí.

Cargando editor
10/10/2016, 15:18
Lu Yan Garra-del-Tigre-en-el-Ojo-del-Ciempiés

El anciano pareció envejecer aún más de repente, como si los años pasaran como aleteos de una mariposa ante tus ojos. Agachó la mirada, y notaste un movimiento en su cuello, como si su nuez se desplazase al tragar saliva. Tampoco te pasó desapercibido el modo en que su mano aferraba con más fuerza su calabaza, apretándola contra su cuerpo como si de algún modo temiera perderla.

¿Y-yo...? -La voz del anciano temblaba, carente de fuerza y convicción- N-no se... N-no creo q-que sea la persona más adecuada...

En ese momento, la puerta se abrió bruscamente, dando un sonoro golpe al encontrar el final de su recorrido. Te giraste, sobresaltada, para descubrir a Kippei de pie bajo su marco, con el rostro agachado hacia el suelo y los ojos cerrados, los puños apretados a ambos lados de su cuerpo, rígido y temblando de lo que sólo podrías definir como impotencia. Lu Yan le miró, sorprendido, inclinando su cabeza hacia un costado.

Me preguntaba cuando te decidirías a entrar, muchacho... -Afirmó tu tío, dejando claro que le esperaba- Eres muy silencioso, pero podía oír tu respiración junto a la puerta desde aquí...

Cargando editor
10/10/2016, 15:50
Kippei Gennosuke

Kippei apenas abrió los ojos. Sus labios temblaban casi tanto como el resto de su cuerpo, cubierto por una fina camisola en ausencia de la resistente prenda que había dejado cubriendo tu cuerpo dormido. Esa camisola estaba húmeda, como el pelo del muchacho, pero no era el frío lo que hacía temblar al japonés. Dio varios pasos en dirección a Lu Yan, y se dejó caer al suelo, de rodillas, y con las manos unidas en el suelo frente a él.

¡Lu Yan! -Exclamó, hundiendo su cabeza- ¡Tú Lu Yan Garra-de-águila-en-ojo-de-tigre, nombre suena en taghairma tan lejos como hay tierra, y más lejos que mar; tú gran maestro, gran guerrero, gran sabio! -Recitó en voz alta, en un tono que te resultó exagerado, y que por lo que podías comprobar le resultaba tremendamente costoso- ¡Tú puede proteger Rui Wu-San! ¡Tú debe proteger ella! -Tras exigir aquello de manera tan vehemente, se inclinó aún más, apoyando incluso la frente contra el suelo.

Cargando editor
10/10/2016, 16:02
Lu Yan Garra-del-Tigre-en-el-Ojo-del-Ciempiés

Tu viejo tío observó la reacción del muchacho sin inmutarse. por un breve instante, te pareció ver de verdad al sabio maestro que todos decían que era en otro tiempo, imperturbable, sereno. Su mirada sólo despidió un destello al ver al muchacho echarse al suelo, suplicando en tu nombre. Giró su rostro y te miró, con una mezcla de lástima y vergüenza. Volviste a notar cómo su mano aferraba esa calabaza con desesperación.

S-sobrina... ¿Estás segura...? -Te peguntó, como si implorase a los cielos que cambiases de opinión.

Cargando editor
11/10/2016, 02:46
Rui Wu-San

Mi tío recibió mi petición con extrañeza, con la mirada gacha y agarrando aquella calabaza con fuerza contra él, incluso me pareció que tragaba saliva. Sus torpes palabras no mostraban más que inseguridad, y cuando me disponía a insistir a mi tío, la puerta se abrió de repente dando un sonoro golpe.

Me sobresalté y giré de inmediato, comprobando con sorpresa que había sido Kippei quien había abierto la puerta de forma tan brusca. El chico se encontraba cabizbajo, con sus ojos y puños cerrados, y temblaba. Pero no parecía ser debido al frío, y es que la rigidez de su cuerpo parecía indicar otra cosa: Rabia, impotencia.

¿Qué ha pasado?

- ¿Kippei? ¿Estás bien, qué pasa? – pregunté alarmada al chico, sin atreverme a acercarme.

Entonces mi tío le dedicó unas palabras, unas que me hicieron volver a sorprenderme. ¿Es que Kippei estaba espiándonos? ¿Cuánto tiempo llevaba tras la puerta? Recordé entonces esos sutiles gestos de mi tio mientras hablábamos, y me preguntó si habría sido entonces cuando se dio cuenta de que el chico permanecía allí.

Mi mirada volvió a posarse en Kippei, sin comprender qué sucedía, pero de pronto este se echó a los pies de mi tío, de rodillas y con sus manos unidas en el suelo; para en seguida hundir su cabeza. En tono elevado comenzó a alabar a mi tío, aunque no pude comprender todo lo que decía, pero el mensaje era claro. No podía dejar de mirar al chico sin que el asombro abandonara mi rostro, pero este se multiplicó al continuar escuchándole, implorando porque mi tío se ocupara de mi agachando su cabeza todo cuando pudo.

- K-kippei, levanta. – le pedí con voz temblorosa, confusa y avergonzada por tal gesto en mi nombre. – No es necesario… - insistí, agachándome a su lado para tratar de hacer que se pusiera en pie, comprobando que tal y como parecía, su ropa estaba húmeda.

Miré entonces a mi tío, quien habiéndose mostrado como el sabio maestro que decían que era al ver a Kippei arrodillarse, ahora me miraba con lástima y vergüenza. Aferrado a la calabaza me preguntó si estaba segura, pareciendo querer que realmente no fuera así.

- Tío… - comencé a decir, poniéndome en pie nuevamente y dando un paso hacia Lu Yan. – Desconozco si hay ahí fuera alguien más que pueda ayudarnos, pero usted… Usted es mi tío. – agaché la mirada un instante, dejando escapar un suspiro antes de volver a mirarle a los ojos. – No me queda nadie, no conozco a nadie más en quien pueda confiar, salvo usted y Kippei. - Aunque ahora parece que le gusta jugar a los espías... - Aunque él quisiera ayudarnos, aún es un cachorro, usted lo ha dicho. Necesito que usted me ayude, tío… ¿Podría volver a ser el hombre que una vez fue? – le pregunté, no sin cierta congoja, mirando aquella calabaza de la que no se separaba.

Cargando editor
12/10/2016, 18:39
Lu Yan Garra-del-Tigre-en-el-Ojo-del-Ciempiés

Lu Yan observó con triste mirada el modo en que Kippei aceptó incorporarse ante tu insistente petición. No se puso en pie, sin embargo, sino que quedó arrodillado frente al anciano con las manos en los muslos y el rostro agachado, mirando al suelo. Tu tío le miró de arriba a abajo, y te pareció que negaba con la cabeza de forma casi imperceptible, cuando cerró los ojos un instante.

Se giró entonces hacia ti, al acercarte y exponer los motivos por los que precisabas de él, tu tío, sangre de tu sangre, para cuidar de ti. El anciano pronto agachó su rostro, con las mejillas coloradas y los ojos vidriosos. Viste moverse la nuez en su cuello, arriba y abajo, mientras luchaba por tragar con suma dificultad. Sostenía su calabaza con ambas manos.

Kippei no puede ayudarte... -Reconoció con cierta amargura, provocando que el joven al oírlo agachase aún más la cabeza, sacudido por un fuerte temblor de impotencia- No lo digo porque no estuviera a la altura. No es libre para hacerlo. Su vida, hoy en día, pertenece a otro. -Sentenció, antes de mirarte de nuevo- Yo... no puedo ser el hombre que fui, sobrina. No puedo ser Garra-del-águila-en-el-ojo-del-tigre, no puedo ser el Puño de los Cinco Magníficos, no puedo ser el maestro, guerrero y héroe. Ese hombre murió, en el foso más profundo de la montaña más alta, hace demasiado tiempo... -Explicó, mientras sus ojos se humedecían más y más, al borde de las lágrimas. En su mente se agolpaban recuerdos de una vida feliz que perdió, recuerdos que trataba de ocultar en el fondo de su alma para no tener que enfrentarlos cada día de su vida- P-pero... p-puedo ser tu tío. -Añadió, forzando una triste sonrisa- Tu tío Lu Yan, sólo Lu Yan, de quien eres su única familia, aunque no te conozca. -Una lágrima se deslizó por la mejilla de ese anciano que una vez fue tan grande- Q-quiero conocerte ahora, sobrina. Y quiero cuidarte. -Culminó asintiendo, antes de limpiarse el rostro con la manga, sorbiendo por la nariz en un esfuerzo por no romper a llorar.

Cargando editor
14/10/2016, 05:51
Rui Wu-San

A pesar de mi petición, Kippei decidió seguir en el suelo de rodillas con la cabeza gacha, ante lo que le solté despacio, mirándole con una mezcla de congoja e incomprensión mientras me ponía en pie. Observé como mi tío le miraba entonces, dándome la impresión por un momento de que negaba ante la actitud del chico.

No entendí ese gesto, pero tampoco comprendía la actitud de Kippei. ¿Tan extrema era realmente la cultura de aquel chico? ¿O quizás era más cosa de su educación? No era la primera vez que me preguntaba aquellas cosas, pero me resultaba difícil de entender que el corazón del japonés fuera tan sumamente grande, y es que no me había topado con nadie semejante en la vida. No sólo me había ayudado a escapar de los hombres de Bingbing sin esperar nada a cambio y arriesgándose a un nuevo castigo de esa bestia que se hacía llamar Shunito, sino que no había dudado un segundo en plegarse ante mi tío para pedir su protección en mi nombre.

He incluso el hecho de espiar tras la puerta, seguramente solo fuera preocupación…

Cerré los ojos un instante con pesadumbre, antes de volverme hacia mi tío y acercarme a él para compartir mis pensamientos y hacerle otra vez aquella petición.

Al terminar y ver la reacción de mi tío no pude evitar que se me cayera el alma a los pies. A pesar de agachar su cabeza, pude ver sus ojos vidriosos y mejillas coloradas mientras sostenía aquella calabaza, al mismo tiempo que parecía luchar por tragar saliva.

Al comenzar a hablar la cosa no mejoró. Escuché como confirmaba que Kippei no podía ayudarme, y no porque el chico no fuera capaz, sino porque su vida pertenecía a otra persona.

¿Pertenecer? P-pero eso…

Miré a Kippei, que agachó más su cabeza como si se tratara de un perro apaleado, pero no pude hacerlo durante mucho tiempo, pues Lu Yan continuó dándome sus explicaciones. Afirmó no poder ser ese gran hombre que muchos aún recordaban y hasta añoraban, mientras sus ojos iban llenándose más y más de lágrimas. Los míos también se humedecían, ya no sólo por la negativa de quien era mi única familia, sino por ver todo aquel dolor en su mirada. Agarré mis ropas con congoja, cuando Lu Yan aceptó que lo que sí podía era ser mi tío. Esbozó una triste sonrisa y afirmó poder ofrecerme eso, expresando además su deseo de conocerme y cuidar de mí, justo después de que una lágrima recorriera su arrugado rostro.

Agarré con más fuerza mis ropas, emocionada y llena de frustración, viendo como aquel hombre, mi tío, asentía y limpiaba su rostro intentando no llorar. Sentí deseos de abrazarle, pero no me atrevía a hacerlo, y mi mano apretaba cada vez más mis ropas, usando tal fuerza que comenzó a temblar.

- G-gracias, tío. – terminé diciendo cuando conseguí que las palabras me salieran, con mis ojos aún húmedos. – Yo también deseo conocerle. – me acerqué algo más, estirando mi brazo para posar una mano sobre una de las suyas, la que aún sujetaba esa calabaza. - Gracias...

Mantuve el contacto unos segundos, hasta que vi a mi tío recomponerse un poco y yo también lo hice. Entonces miré a Kippei, aún de rodillas y con aquella ropa mojada, y me acerqué a él; agachándome a su lado.

- Arigatou. – le dije con una tenue sonrisa, agradecida por todo cuanto estaba haciendo por mí, quitándome su ropa de encima de mis hombros y entregándosela, antes de volver a ponerme en pie; sin separarme de su lado, pero mirando a mi tío. – Tenemos que hablar de Kippei, y… - me detuve un momento, pensativa, queriendo dilucidar el verdadero motivo de la pregunta que quería formular. Pero aquello daba igual, quería saber. - ¿Qué es eso de que pertenece a otra persona? Pensaba que el deber sagrado era de su maestro… - pregunté, no comprendiendo aún cómo funcionaba el pueblo tigre.