Partida Rol por web

—Doc. Gemma,? Me escucháis?En que situación estáis?

Paul se fue hacia la puerta y pulsó para abrirla. En cuanto lo hizo, vio a Smith y a McFadden... y detrás de ellos, a escasos metros y acercándose, un buen puñado de aquellos bichos con forma de pelota y patas de araña.... y una mujer completamente desnuda rodeada por ellos, aproximándose a vosotros.

Era como si la mujer y aquellos bichos estuviesen juntos, aunque no parecía peligrosa para nada y desde luego, con aquel cuerpo, de haber sido Paul como era, habría tenido problemas para controlarse.

Abrí la puerta y allí aparecieron todos: mis compañeros, una mujer desnuda, escultural y maciza, rodeada de bichos como si fueran sus perrillos. La cosa estaba complicada, ya que si lograban entrar todos esos alienígenas, moriríamos devorados. Nada más pasar McFadden y Smith, le di a la palanca manual para cerrar la puerta inmediatamente, para acto seguido bloquearla. Esto sería un búnker a partir de ahora.

-"Veo que han estado ocupados, ¿qué ha pasado? ¿Y quién es ella?"

John repasaba todos los posibles escenarios a un millón de revoluciones por minuto dentro de su cabeza, que harían si no los dejaban entrar, o si los dejaban, si llegarían a pasar, o que hacer una vez que estuvieran adentro. Estarían encerrados con esos bichos y la chica que dudaba que tuviese muchos inconvenientes para ingresar. Necesitaban encontrar una solución a su pequeño problema o morirían todos. Pero lo primero ahora era estar momentaneamente a salvo. Cuando se abrió la puerta pasó primero McFadden y él lo siguió, lo más rápido que pudo.

Paul abrió deprisa, pero ni McFadden ni Smith corrieron tanto como debía y para cuando cerró, ya habían entrado 3 de aquellos malditos bichos dentro del puente, dispuestos a lanzarse sobre vosotros.

Afortunadamente, la chica pareció llegar más tarde y las puertas terminaron por cerrarle el paso, aunque estaba por ver si no podía entrar de cualquier otra forma.

Los tres bichos se giraron y cada uno de ellos se dirigió hacia Paul, Smith y McFadden, caminando como arañas del demonio, y flexionando sus patas de forma que parecía que en cualquier momento, iban a saltar.

John logró entrar, pero tres de aquellos malditos gremlins del espacio entraron con él y McFadden. Uno se disponía a merendarlo, por lo que buscó con la mirada algo con lo que golpearle, o contra lo que tirarlo si saltaba hacia él. Si podía, esquivaría el salto y al tenerlo a tiro le daría tantas patadas como le diera la vida hasta que no fuera más que un amasijo sanguinolento. Pero entre las intenciones y la realidad había un gran trecho, y el capitán de la Greta lo sabía muy bien. 

Y McFadden no se lo pensó. Tenía si arma entre las manos y a uno de aquellos seres que se acercaba irremediablemente hacia él. Sumar no era muy difícil de apretar el gatillo menos. Eso hizo y como de costumbre salió rematadamente mal...

- ¡Oh, oh...! - Alcanzó a decir al ver dónde había ido la bala. 

—¡¡Malditos bichos!! —tomó el arma que le había dado el capitán, y se dirigió hacia el que tenía más cerca,— no vas a jugar más conmigo — su disparo se escuchó con fuerza dentro del puente de mando, pero no fue el único que sonó. Un acto reflejo hizo que, tras escuchar el segundo disparo, se refugiara detrás de uno de los mostradores que soportaban el panel de comunicaciones, sabía que las balas perdidas jugaban en contra.

Busco a mi alrededor cualquier objeto contundente con el que poder golpear a los malditos bicho y una vez que lo encuentr, ataco al que más cerca se encuentre de mí...

Las puertas se cerraron a tiempo, pero los tres bichos que habían sido más rápidos que vosotros, se dirigieron sin compasión hacia los recién llegados y Paul.

Smith miró a su alrededor en busca de alguna clase de arma, pero sin tiempo que perder, se deshizo momentáneamente de él con una patada. El bicho retrocedió a causa del golpe, pero no tardó en abrir y cerrar su boca y mostrar de nuevo sus puntiagudos dientes.

McFadden, en cambio, decidió acabar a su estilo. Elevó el arma y apretó el gatillo sin apuntar siquiera, impactando afortunadamente en una pared, muy cerca de donde estaba el piloto.

Rook sacó su arma y disparó a uno de los que estaban dando vueltas por allí y que estaba atacando a Paul. La bala atravesó el cuerpo del bicho, que quedó muerto y con el mismo aspecto que una naranja recién exprimida. Por si acaso, se ocultó detrás de los paneles, esquivando así la bala que sin intención le había dedicado el soldado.

Por su parte, Tristán corrió para echar una mano y le dio una patada al que quedaba, que estaba atacando a McFadden, pero este logró esquivarle y giró para dirigirse hacia el ingeniero. Flexionó sus patas y dio un salto directamente hacia su rostro, con la boca abriéndose en el aire, mostrando la hilera de dientes.

Al menos, habían conseguido matar a uno pero los otros dos no tardarían en recuperarse y saltar sobre uno de vosotros.

Viendo que los critters habían entrado en el puente, corrí para ayudar a los demás. Comprobaríamos qué tal iban las nuevas manos apachurrabichosraros. El que estaba al lado mía había caído, abatido por un disparo. Así que me dirigí al que estaba más próximo e intenté agarrarle para triturarlo con mis PROPIAS MANOS. Pero el cabrito era veloz y se zafó.

Viendo al bicho saltando hacia mi cara me agacho intentando esquivarlo...

John había logrado resistir el primer ataque, pero aquella criatura seguía con ganas de probarlo. Buscó desesperadamente algo contundente con lo que acariciarlo con violencia, sin perder de vista que cualquier descuido podía dejarlo sin manos, o peor. Encontrara o no algo, vendería cara su piel. Se preparó para recibir un nuevo ataque.

Paul intentó agarrar al que estaba todavía suelto, fallando por bastante. La bola con patas se lanzó hacia Tristán, que afortunadamente logró agacharse a tiempo para evitarlo, al mismo tiempo que Smith conseguía cerrar la mano entorno a una vara metálica, que sin duda había formado parte de algún refuerzo, y golpeaba con todas su fuerzas al maldito bicho.

A pesar de todo, la bola saltó justo en ese instante hacia la cara del capitán Smith, que se vio sorprendido y sin posibilidad de esquivarlo. Los dientes de la criatura envolvieron su cabeza de un lado a otro, haciendo que cayese al suelo entre intensos dolores, y moviéndose para intentar quitárselo de encima, mientras notaba como el dolor se agudizaba a medida que se clavaban y atravesaban la carne.