Partida Rol por web

Tras el incidente de la casa, un par de semanas después el profesor Steve Rogers recibió una carta de un antiguo compañero de oficio del que hacia mucho que no sabía nada. Habían sido profesores en la misma universidad durante mas de cinco años pero cuando el profesor Rogers empezó a dedicarse a la investigación de campo perdieron el contacto. La carta le indicaba que tenía que verlo cuanto antes en esa misma semana y que, de ser posible, acudiese a él junto con las personas que habían estado con él en el incidente de la casa.

Después de lo ocurrido en la casa de Corbitt el hecho había tenido repercusión en algunos periódicos locales, aunque por la carta deducían que aquello había llegado un poco mas lejos y había cobrado algo de importancia, cosa que se fue olvidando con el paso del tiempo pues noticias sobre avistamientos de ovnis y otras cosas poblaban los periódicos sensacionalistas y estas cosas se olvidaban en poco tiempo.

El profesor, que había seguido en contacto con el padre Alexander charlando sobre teorías acerca de la vida, de Dios y otras cuestiones extracorporales, además de estudiar el libro que habían encontrado en la capilla de la contemplación, se puso en contacto con el resto. Fue a buscar a la señorita Sybill al hospital y esta a su vez se puso en contacto con el agente Michael que, forzado a unas vacaciones, la visitaba a menudo.

Tres días mas tarde los cuatro se encuentran frente al Hospital de Santa María, que se encuentra en la zona céntrica de Arkham, junto a la Universidad de Miskatonic. Es un edificio blanco de tres plantas, rodeado por pequeño césped por el que caminan algunas enfermeras llevando a algunos pacientes en sillas de ruedas. La mañana es clara y soleada, aunque empieza ha hacer frío el día parece bueno y, aunque el viaje a sido largo no os sentís cansados.

Tras el largo viaje llegamos a Arkham. 5 minutos después llegamos al Hospital de Santa María junto a la Universidad de Miskatonic.

Observamos como las enfermeras pasean junto a pacientes en silla de ruedas. Mi mente automáticamente vuelve unas semanas atrás en el tiempo y recuerdo las visitas al hospital mientras investigamos la Casa Corbit y una vez finalizada la investigación. En esa ocasión conseguimos salir vivos por los pelos. Espero que esta vez la fortuna también estén con nosotros y no tengamos que lamentar ninguna baja en el grupo.

- Bien. Ya hemos llegado. - digo algo cansado del viaje. Veamos que es lo que pasa aquí.

Aunque nada más verlos, Sybill había saludado con un abrazo a aquellos compañeros a los que no había visto desde hacía semanas, apenas había abierto la boca durante todo el cámino. Una vez llegaron a la puerta del hospital la joven bajó ligeramente la cabeza y cerró los ojos tratando de olvidar las últimas semanas que había pasado ingresada en un edificio como ese.

¿Qué demonios hago aqui? pensó mientras se recolocaba con un escalofrío que nada tenía que ver con el frío la chaqueta sobre los hombros para evitar mostrar aquella terrible cicatriz.

El padre Alexander miró el edificio. El había estado durante unos meses ayudando en el Hospital General de Massachusetts, uno de los más antiguos del país. Su escaso conocimiento de medicina y cómo reaccionar en casos de emergencia lo había aprendido allí. No es que hubiese participado como cuerpo médico, él estuvo allí más bien como guía espiritual para todo aquel que lo requiriera.

Je, guía espiritual. No sé si podría guiar a alguien de ninguna forma ahora ...

Su pensamiento se perdió cuando el profesor habló.

¿A quién estamos buscando exactamente, Steve?

Michael caminaba junto a sus compañeros mientras se dirigían al hospital. No entendía muy bien qué podía querer de ellos aquél conocido del profesor Rogers... pero después de lo ocurrido en la casa Corbitt no podía negar que se alegraba de ver que todos ellos estaban bien y empezaban a superar aquello. Era imposible olvidar los sucesos de los que habían sido testigos aquél día y se había vuelto algo más callado y reservado, algo que todo su entorno había notado. Pero es imposible pasar por algo así sin que te deje secuelas.

- ¿Todo bien, Sybill...? -preguntó acercándose a la joven, a la que ya tuteaba después de sus visitas en el hospital. La notaba muy taciturna mientras se acercaban al lugar de la cita.

Vamos Sybill, seguro que no es más que un amigo de Steve que quiere saber lo que pasó...Nada más.¿Pero por qué nos cita en un hospital?

Con una cansada mirada la joven volvió a mirar al edificio y su mirada pasó por sus compañeros hasta detenerse finalmente en el agente Michael Parkers. Sybill se llevó la mano a la sién y frotandola repondió.. Estoy cogiendo algo de manía a los hospitales. Eso es todo. -Luego tras unos momentos de silencio añadió refiriendose al revolver- Por cierto, tienes que devolverme algo Michael pero ya lo haras cuando salgamos de aquí.

La joven había tenido intención de pedirle su amuleto en el hospital, pero entre la seguridad y las enfermeras entrando y saliendo cada dos por tres se lo habían impedido.

- No me extraña Señora Leefolt. No me extraña. - digo con una sonrisa.

- Nada, tan sólo estoy mentalizándome para entrar en el Hospital para ver a un profesor, antiguo compañero de la Facultad, el cual está hospitalizado. - digo sin más. Creo que tiene algo interesante para que investiguemos. Y me ha pedido que os trajera conmigo.

En el mostrador de vestíbulo hay una señorita que  no tarda en indicarles como llegar subiendo las escaleras hasta la habitación privada que tiene el señor Merriweather en la tercera planta. Al llegar arriba los investigadores se encuentran la puerta abierta. Dentro de la habitación, junto a Rupert Merriweather hay una mujer de la edad del propio Rupert y un hombre mas joven hablando con él.

Cuando Rupert os ve en la puerta sonrríe y hace un gesto con la mano para que paséis:

-¡Buenos días! Pasad, pasad.

- Rupert, viejo amigo. Cuanto tiempo. Me alegro de verte. - digo entrando en la habitación. ¿Qué te ha pasado?

Rupert es un hombre grueso y de bigote poblado, goza de un saludable aspecto pero se le nota cansado y afligido. Cuando os hace pasar sigue hablando, con la voz un poco áspera.

-Steve, y que lo digas. Hacía mucho que no te veía y cuando leí un periódico y te ví... menuda sorpresa. Ella-dice señalando a la mujer-es mi esposa Agnes y este es mi hijo Bertrand. Supongo que estos son tus compañeros. Encantado, disculpad si no me levanto, el cáncer me tiene agotado.

- No se preocupe -dijo Michael cortésmente, adelantándose para estrechar la mano al señor Merriweather-. Agente Michael Parker, de la Policía de Boston.

Parecía un hombre bastante normal, con su dinero, su familia y sus problemas. Dentro de poco sabrían por qué les había reunido a los cuatro allí, así que se esforzó en obligar a su mente a dejar de hacer conjeturas.

El padre Alexander se acercó al amigo del profesor cuando el agente Parker terminó de presentarse.

Alexander Brandt, sacerdote. Aunque creo que esto último sobra por evidente.

El sacerdote se echa a un lado para que la señora Leefolt pueda presentarse también.

Siento mucho oir eso señor Merriweather- comentó Sybill tendiendole la mano. -Mi nombre es Sybill Leefolt, encantada de conocerle.

Luego se dió cuenta de que sus compañeros habían especificado su ofico así que haciendo de tripas corazón esbozo un sonrisa y continuó con su ya tradicional mentira-Soy la esposa de John Rivers, no se si habrá oido hablar de él...Es escritor

Luego se giró a saludar a la familia del enfermo.

Encantada

Oh querida, si lo llego a saber-dijo la mujer sorprendida- me encantan los libros de tu esposo. El ultimo que sacó, el del secuestro del bebe... se me ponían los pelos de punta, cuando llegan al pueblo aquel y resulta que el secuestrador veneraba a unas criaturas subterráneas-dice sin parar de hablar.

Querida, por favor, me gustaría hablar con ellos a solas-le dijo sonriente-. Bertrand lleva a tu madre a que tome un café, la pobre casi no ha dormido, dejadnos un rato para que nos pongamos al día-dijo tras un acceso de tos.

La mujer, aun llorosa accede y, pese a que Bertrand, el hijo de la pareja no parece muy convencido de ello, se marchan de la habitación. El hombre os mira y os pide que os aseguréis de que la puerta se ha cerrado bien.

-Supongo-dice cansado- que vosotros sois de confianza, de todas formas es mi última esperanza. ¿Era verdad lo que se dijo de la casa? Salio en muy pocos periódicos, ya sabéis, son de esas cosas que la gente no se cree como el bigfoot o el monstruo del lago Ness. Imagino que la gente ya lo habrá olvidado.

Michael asintió taciturno, aunque no dijo nada.

- Pregúntele a mi hombro si fue verdad -pensó para sus adentros.

La cara de Alexander cambió a un gesto sombrío. Desde luego no había conseguido olvidar lo que había sucedido en aquella casa, en aquel sótano. Había llegado a aquel lugar cargado con la fuerza de su fe y se había ido ... bueno, se había ido de allí, que dadas las circunstancias no era poco.
Cerró los ojos al tiempo que movía levemente la cabeza en gesto de negación. Cuando volvió a abrir los ojos le costó volver a enfocar la vista.

Sybill desvió la mirada.

Lo sabía

Desde el momento en el que el profesor la había explicado que quería conocer a los que habían ido a la casa, sospechaba que no iba a tratarse de una simple entrevista.

-La verdad que preferí no leer lo que escribió la prensa-murmuró por lo bajo la joven. Bastante duro fue vivirlo