Partida Rol por web

- Sr. Rush, no es necesario que me pida usted disculpas por el desafortunado incidente acaecido anteriormente en casa del Doctor Sinclair. - digo, con un cálida sonrisa dibujada en mis labios - Si alguien tiene que disculparse, una vez más, por el reprochable comportamiento de mi amigo esa soy yo. Joseph siempre ha sido una persona malhumorada que no cree en absoluto en el trabajo que usted realiza, y a la que le gusta imponer su opinión sobre los demás. - Hago una pequeña pausa, la cual aprovecho para marcar aún más mi sonrisa. - Por suerte, yo no opino igual que él, y encuentro la labor que usted realiza realmente fascinante, la cual considero que, en cierta medida, está ligeramente relacionada con mi trabajo, pues algunas de las antiguedades que vendo en mi tienda poseen en su historia algún tipo de acontecimiento sobrenatural. Si usted quiere, puede pasarse algún día por la tienda, y podemos charlar sobre ello mientras tomamos una taza de café. -

Después, tras realizar una pausa mucho más larga, la cual aprovecho para acercarme algo más a mi interlocutor, le susurro, poniendo cara de pena:

- Pero dígame, Sr. Rush, si tenía tantas ganas de volver a verme, y de pedirme disculpas, ¿por qué se marchó cuando Mike y yo salimos de casa del Doctor Sinclair, en vez de quedarse junto a los investigadores?. No será que me está usted mintiendo, y que en realidad no quería volver a coincidir conmigo. -

Cuando veo que la mujer se acerca tanto a mi, mi corazón empieza a latir frenéticamente, hace mucho tiempo que una mujer no se acercaba a mi y eso hizo que se me pusieran los pelos de punta al notar su aliento caliente cerca de mi oreja. Algo confundido por la situación y los nervios por tenerla tan cerca dije:

-¿Marcharme? No sé bien de qué me habla, creo recordar que yo la saludé, pero fue usted la que no me devolvió el saludo. Ni usted, ni su compañero.

De todas maneras, creo que deberíamos dejarnos de tanta charla y ponernos en camino cuanto antes. ¿No lo cree, señora Dickinson?

- ¿Nos saludó a Mike y a mí? - pregunto, extrañada, mientras me alejo levemente del parapsicólogo, y mi semblante se torna serio. - Espero, Señor Rush, no haberle parecido entonces una maleducada al no devolver dicho saludo, pero le prometo que no le vi hacerlo. Por favor, le pido que acepte mis disculpas por ello. -

Hago una pequeña pausa, la cual aprovecho para sonreir cándidamente.

- Pero, ¿por qué se ha parado después, usted, aquí?. ¿Es que acaso no podía soportar la idea de no haber podido volver a hablar conmigo, y tenía intención de regresar? - pregunto, mientras vuelvo a acercarme juguetonamente a mi interlocutor, e ignoro, de manera intencionada, su propuesta de partir lo antes posible.

- ¿Por qué no se deja de rodeos, señorita Dickinson? Es totalmente notorio que está tratando de hacer o decir algo, y no entiendo por qué le está dando tantas vueltas. Si de verdad quiere decirme algo, haga el favor de lanzarse directamente y déjese de enigmas, señorita.

Rush notaba cierto tono en sus frases y sus preguntas y estaba deseando que la señorita mostrase las verdaderas intenciones que tenía con sus actos.

Ves como se alejan los dos investigadores privados, cogidos del brazo, se suben a su coche y parten en la noche.

Mientras tanto, como el caballero que eres, decides esperar a la señorita Dickinson. Sacando un cigarrillo de tu pitillera de plata, lo enciendes con parsimonia y disfrutas cada calada al fresco de la noche.

Tus ojos siguen pendientes de Emily, por lo que puedes comprobar como esta se acerca al coche que vistéis detenido un poco más arriba de la calle e inicia lo que te parece una animada conversación con el ocupante, que puedes identificar fácilmente como el señor Rush.

Antes de proceder a satisfacer la petición de mi interlocutor, exhalo un largo suspiro, mientras me separo totalmente de él, y mi rostro se torna completamente serio.

- Lo que yo deseo, Señor Rush, es que me cuente usted los verdaderos motivos por lo que se marchó inmediatamente después de que el Profesor O'Sullivan y yo apareciésemos, por qué se detuvo en este lugar escasos minutos más tarde, y de qué conoce a aquellos investigadores. ¿Es que acaso pretendía observarnos desde la distancia?. -

Hago una pequeña pausa, la cual aprovecho para mirar fijamente a los ojos al parapsicólogo.

- Sé que quizá le parezca una estúpida, pero ha de reconocer que su forma de comportarse resulta de los más extraña.-

- Tuve una discusión algo acalorada. Entendí mal ciertos aspectos de la conversación y me lo tomé a lo personal. Había dormido poco y mal e interpreté las cosas como no eran.

Después me arrepentí y cuando pretendía entrar para pedir disculpas salisteis de allí y es en este punto en el que nos encontramos.

A los investigadores no los conozco de nada, simplemente parece que tenemos un amigo en común y éste me dijo que me reuniera con ellos, solo eso. No hay más extrañeza en mis actos.

Exhalo un nuevo suspiro antes de comenzar a hablar, a la vez que un ligero gesto de tristeza baña mi sonrojado, por la vergüenza, rostro.

- Tiene usted razón, Señor Rush. Visto de ese modo, su forma de comportarse no tiene ningún signo de extrañeza. Le pido, una vez más, que, por favor, acepte mis disculpas por haber convertido, quizá debido al nerviosismo causado por la situación de mi amigo y su esposa, nuestro reencuentro en un gran, y desafortunado, malentendido, y espero que lo aquí acontecido no afecte a nuestro trato en el futuro. ¿Le apetecería desayunar conmigo mañana en mi tienda, con el fin de poder recompensarle por esta incómoda situación?. -

Finalizo mi invitación con una cándida sonrisa.

¿A desayunar? Por qué no me invistas mejor a una copa directamente esta misma noche en tu casa. Ya veremos eso de desayunar... Si la copa es buena, seguro que te perdono.

- Señor Rush, no sé que se habrá usted imaginado, pero le puedo asegurar que está completamente equivocado. - digo, dejando  ver claramente mi indignación a mi interlocutor. - Le ofrecí que desayunáramos juntos como una forma de olvidar los malentendidos en los que, por desgracia, se han convertido nuestros recientes encuentros, y como una excusa para poder conversar de manera sosegada sobre el extraño suceso que ha dado lugar a que nos conociéramos, así como de su forma de ganarse la vida, forma de vida que, como le he comentado anteriormente, me parece realmente fascinante y creo que está medianamente relacionada con el mundo de las antigüedades. -

Hago una pequeña pausa, la cual aprovecho para entregarle una tarjeta con la dirección de la tienda al parapsicólogo.

- Mi oferta sigue en pie, Señor Rush. Pienseselo. Hasta entonces, que tenga usted una buena noche. -

Tras terminar de hablar, comienzo a caminar en dirección al lugar en el que se encuentran Mike y los dos investigadores.

Tras está última alocución, la señorita Dickinson se da media vuelta y prácticamente te deja con la palabra en la boca. 

Visto que no hay opción a seguir con la conversación, decides acabar tu último pitillo y retirarte a tu casa, donde preparas el equipaje para el día siguiente y te acuestas a descansar.

Al día siguiente, decides que la mejor opción será aceptar la oferta de Emily y pasarte a desayunar por la tienda, cuya dirección te facilitó anoche.

Si voy a tener que ir con esta gente será preferible que me presente con alguien que no sea decididamente hostil - piensas mientras arrancas el coche y te diriges a ese desayuno prometido.

La señorita Dickinson vuelve tras su breve charla con el señor Rush, de la que comenta que simplemente ha tratado de limar asperezas.

Tras apagar el cigarrillo, os montáis en el coche y la llevas a su casa. Quedáis citados para mañana desayunar antes de dirigiros a la casa del doctor Sinclair, advirtiendote que es posible que el señor Rush se presente a dicho desayuno.

Una vez que cada uno estáis en vuestras respectivas casas, preparáis el equipaje y os acostáis, dispuestos a aprovechar las pocas horas de sueño que tenéis antes de partir.