Partida Rol por web

Karen se sentó nuevamente a la mesa. Pese que su rostro estaba ligeramente demacrado el pequeño ataque que había sufrido parecía haber pasado. Tras acercar su silla hacia la mesa, alejándola levemente del anciano, cogió la servilleta y la colocó pulcramente sobre sus rodillas. Sonriendo a los demás comensales que parecían centrar su atención en ella dijo - Siento haberme ausentado, hay ocasiones en las que una señorita necesita ir al escusado, ruego que me disculpen...- la jovencita volvió a dedicar una arrebatadora sonrisa a todos.

Anne observó cómo se sentaban las jovencitas de nuevo a la mesa. Parecía que la presencia del hombre había perturbado profundamente a Karen. No me extraña que haya tenido que ir al baño. Yo estoy a punto de salir corriendo, solo me mantiene sentada la educación y la seguridad que me da Joss. – No se preocupe, apenas hemos empezado a hablar de ningún asunto. Las estábamos esperando- [(B] el tono de la mujer era conciliador tratando de quitarle hierro al asunto. [B]- Bien señor Mills pasemos directamente al asunto que nos atañe y dejémonos de formalismos - la frese sonó ligeramente forzada pero era educada.

El enorme anciano observó como abandonaban el restaurante los tres caballeros de la cercana mesa. Las enigmáticas palabras del profesor parecían haber pasado desapercibidas para Mills que no hizo ninguna referencia al mismo. Dejando la cuchara sobre el plato y chasqueando levemente la lengua miró a Joss. - Como les iba diciendo se que están interesados en el cargamento que llega desde Egipto - dijo Mills mientras observaba el cambio de actitud que se daba en Karen - Podría conseguirles numerosas piezas interesantes para su tienda de antigüedades. Y probablemente algo más para sus queridas amigas. El hombre les mostró sus amarillentos dientes en un atisbo de sonrisa – Tal vez podría incluso lograr un fragmento del Libro de los muertos- Karen dejó escapar un pequeño gritito de excitación ante la noticia - El cual parece que les resulta atractivo- acabó de decir el hombre mientras miraba lascivamente a Karen dándole una nueva dimensión au frase. - ¿Le interesa?-

Elisabeth miró a Karen sorprendida. En ningún momento habían mencionado el Libro de los Muertos. Intentó recomponerse, pero fracasó, no pudo evitar un timbre nervioso cuando preguntó: - ¿Qué le hace pensar que nos interesa el Libro de los Muertos? Estamos aquí para negociar otro asunto.-

Mills se encontraba más incomodo a cada momento, con cada frase, con cada mirada del señor Mills, parecía que esperar respuesta a su pregunta sería inútil, más aun en presencia de la señortia Kareen, en la cual centraba toda su atención. Evitando decir algún improperio o palabra inoportuna prefirió guardar silencio mientras Elisabeth hablaba sobre el libro de los muertos.

Los actos y aspecto de aquel tipejo serían muy reprobables, pero había que reconocer que era un experto averiguando los intereses de los presentes, no creía que Anne le hubiera hablado demasiado sobre ellos, es más no pudo mencinar a las damas pus nos acompañaron después, sin embargo al mencionar el libro se había aproximado bastante.

Mills volvió a regalarles aquella terrible sonrisa tras las palabras de Elisabeth. Cada vez que alguien decía algo el hombre asentía levemente, como si estuviera recordando un guión que ya estaba escrito, como si nada de lo que pudieran hacer o decir sus contertulios pudiera llegar a sorprenderle. - Es sencillo, pocas señoritas de alta sociedad se interesan por obras como esta y, cuando preguntan por ellas, se convierten en la comidilla de los libreros y anticuarios de la ciudad. Al menos de casi todos- El viejo dirigió una mirada de semireproche a Joss, como si este fuera uno de aquellos que no contaban a nadie detalles sobre otros clientes. - Bien amigos, no tenemos tiempo que perder. ¿Que les interesa realmente del antiguo mundo egipcio?. Puedo conseguir cualquier cosa, incluso algún vaso canopo de las últimas excavaciones, probablemente sean muy cotizados. Ábranse a mí, soy un hombre muy comprensivo con los deseos y anhelos ajenos- dijo mientras sostenía la mirada de cada uno de los comensales.

El incómodo silencio que se creó en la mesa fue roto por el camarero que se acercaba a servir el segundo plato. Algunos de vosotros apenas habíais probado el primero de ellos, que ya se había enfriado perdiendo todo su atractivo, por lo que el joven os miró extrañado. - ¿Desean el segundo plato?. ¿Les ha gustado?- dijo esperando la respuesta de los clientes.

Elisabeth levantó la mano en una negación: - Delicioso, aunque ya he comido suficiente, no deseo nada más. -

- Lo que dice el señor Mills tiene lógica, pero no puedo evitar pensar que miente. En cualquier caso... -

Cuando el camarero se marchó, Elisabeth dijo:

- Ha acertado señor Mills, mi amiga Karen y yo estamos interesadas en el Libro de los Muertos...- y añadió recalcando - ...en su versión íntegra.-

Aquello era más de lo que estaba dispuesto a soportar, lo que parecía iba a ser un agradable almuerzo y productivo dia había desembocado en una farsa, en una desagradable comida. - Espero que me disculpen pero creo que he concluido todos los negocios que pudiera realizar aquí, las damas han encontrado el libro que buscaban y yo he perdido el interés por los objetos egipcios. - Encogiendose de hombros resignadamente miró a Anne y sonrió con aspecto vencido. - Tendremos que organizar otro día para volver a comer, no dudo que será delicioso el segundo plato pero también perdí el apetito. ¿Nos vamos?.

Karen miró con ojos preocupados a Joss al escucharle decir que la comida había concluido para él. No podemos quedarnos con este hombre a solas para acabar de negociar con él sobre el libro. Pensé que nos ayudaría. Dejó la cuchara sobre el plato en un gesto nervioso que acrecentó la sensación de intranquilidad que transmitía tras la pequeña exclamación que acababa de emitir. - Sr. Nieman, para mí sería un placer que nos ayudara a cerrar el trato con Mills. No se mucho del mundo de los negocios y preferiría que nos acompañara un poco más - Su voz sonó ligeramente forzada, se encontraba casi a punto de conseguir uno de sus mayores sueños y parecía que la oportunidad se alejaba a grandes pasos - Le estaría muy agradecida- dijo mientras esperaba una respuesta.

Joss se quedó mirando a Kareen, sabía que dejar allí a ambas damas con el señor Mills sería una desfachatez, pero quedarse tampoco era algo que le gustase demasiado. Miró a Anne buscando apoyo, pero la mirada que le dirigió fue suficiente como para saberse en inferioridad.- Perdonad mi falta, di por supuesto que querrían cerrar sus tratos en privado. No tengo inconveniente alguno en ayudarlas y aconsejarlas en lo que pueda.- Las palabras de Joss sonaban sinceras, y lo eran.

Finalmente Elisabeth no pudo morderse más la lengua y explotó:

- Bien señor Nieman, señorita Anne, señor Mills. Creo que Karen y yo nos merecemos una explicación de qué está ocurriendo aquí. Se supone que ustedes habían quedado para comer y hablar de negocios con un amigo de la señorita Anne, sin embargo desde que el señor Mills se ha sentado en la mesa la tensión se palpa en el ambiente. Y cuando finalmente parece que van a hablar de negocios, usted - dijo refiriéndose al anticuario - hace un amago de marcharse. Repito ¿qué ocurre aquí? - finalizó dirigiendo una significativa mirada a la señorita Anne, la persona supuestamente más cercana al señor Mills.

Las palabras de Elisabeth desconcertaron a Joss enormemente, había tenido suficiente con la falta de tacto y educación de Mills como para soportar aquella especie de berrinche, y sobretodo la falta de confianza. - El amigo al que se refiere señorita, es el señor Mills, antiguo conocido de Anne. Sí, teniamos pensado hablar de negocios, como ya hemos hecho, a mi no me ha gustado el ofrecimiento y considero que he terminado, ustedes han mostrado interés por el libro que yo intenteba ayudarlas a conseguir, de modo que poco me quedaba por hacer. ¿Suficiente?.- El anticuario que había vuelto a tomar asiento ante la petición de Karen se levantó por enesima vez en aquel almuerzo y claramente no parecía dispuesto a sentarse de nuevo.- Estoy convencido de que llegarán a un buen acuerdo sin necesidad de mi ayuda, de modo que si me disculpan, tengo algunos asuntos que resolver.

En esta ocasión Joss no preguntó a Anne sino que se dirigió directamente al metre, pagando la cuenta mientras esperaba para recoger su abrigo.

- Genial Eli, una vez más no has conseguido contener tu lengua y esto se está convirtiendo en un desastre. -

Antes de que el señor Nieman se marchara del restaurante Elisabeth intentó disculparse por su arranque de furia. Se levantó mientras el anticuario pagaba la cuenta y le dijo intentando que el señor Mills no les oyera:

- Ruego disculpe mi arranque señor Nieman, pero desde que el señor Mills ha entrado en el restaurante las cosas se han ido torciendo por momentos. Sé que no es una disculpa para perder el control, pero considere que Karen y yo nos hemos visto implicadas en una situación que no buscábamos. -

Quizás había estado demasiado duro, aquella situación parecía superarles a todos menos a Mills, debía haber sido menos brusco.- Un camarero le entregó el abrigo del guardarropa mientras otro se llevaba la cuenta y el dinero, en ese mismo momento la señorita Elisabeth le pedía disculpas.- Esta disculpada Señorita Staunton, como dice parece que la situación nos ha superado un poco a todos.- Trato de mostrar una sonrisa conciliadora mientras continuaba hablando mientras sostenía su gabardina en el brazo.- Lo mejor será posponer esta reunión para otro momento más apropiado y en la que nos sintamos más cómodos.

Una enorme risotada proveniente de la mesa rompió la poca privacidad que habían logrado el anticuario y la joven al levantarse. Mills se sujetaba la barriga con ambas manos mientras liberaba otra sonora risotada. Junto a él, Anne y Karen le miraban lívidas, completamente anuladas por algo más que sola presencia de aquel hombre. En un brusco movimiento, mucho mas veloz de lo que su corpachón podía dar a entender se levantó de la mesa y tiró la servilleta sobre la silla. - No se molesten, el que ha acabado con la charla soy yo- dijo el gordo anciano mientras pasaba junto a ambos - Les agradezco la invitación a comer-, el hombre salió del restaurante sin permitir un nuevo intercambio de impresiones. Tan solo el agrio olor a podredumbre que despedía esperó algo mas tras su partida para desaparecer instantes después.

Elisabeth estaba a punto de responder al señor Nieman que quizá pasarían por la tienda en uno o dos días, cuando el señor Mills se marchó dejándolos a todos perplejos. Para cuando Elisabeth se recuperó de la escena habían pasado ya un par de minutos de silencio.

Elisabeth miraba alternativamente a Karen, a la señorita Anne y al señor Nieman esperando a que alguien dijera algo. Finalmente optó por romper ella el silencio:

- Bien, creo que será mejor que nos marchemos todos y volvamos a reunirnos en otro momento. - iba a añadir cuando nos hayamos recuperado pero prefirió decir - Mañana Karen y yo teníamos planeado ir al encuentro del Doctor Carter cuando llegara el Newcastle. ¿Nos veremos allí? -

Esto era lo último que le faltaba por ver ese día, ahora era el tal Mills quien salía del restaurante, pues mucho mejor, que se fuera estaba cansado de respirar aquel aroma agrio y a podredumbre que exudaba.

Joss cogió el abrigo de Anne y se acercó a la mesa para ayudarla a ponerselo. - Ahora que el personaje que ha echado a perder nuestro almuerzo se fue, quizás podamos tomar un café y tratar de relajarnos todos. Señoritas están invitadas y las aseguro que no esperamos ninguna visita de negocios.- Nieman esperaba que con algo más de calama aquella extraña situación se aclarase un poco, había ciertos sucesos que habían llamado su atención y quería comentar.

Elisabeth lo pensó un momento: - Sí, creo que será mejor que aclaremos todo esto lo antes posible. Si lo dejamos así, sin aclarar las cosas, no podré dormir en toda la noche dándole vueltas al asunto. -

- Acepto la invitación señor Nieman, aunque creo que en lugar de un café me tomaré un reconstituyente té. - añadió con una sonrisa - ¿Karen, te unes a nosotros? - preguntó mirando a su amiga.

Karen aun se encontraba parcialmente afectada por la presencia del anciano. Semitemblorosa miró a su amiga y al señor Nieman mientras la proponían tomar un café en algún otro lugar. - Claro será una buena idea para calmarnos todos un poco- dijo mientras se levantaba de la mesa con Anne -Creo que a todos nos vendrá bien-. Ambas mujeres caminaron hacia sus acompañantes para salir del restaurante.

- Bien señor Nieman. ¿dónde iremos a tomar ese café? - preguntó Elisabeth mientras dejaba que el camarero le ayudara a ponerse el abrigo.