Partida Rol por web

El Elena´s L´Etoile era un pequeño restaurante francés situado cerca del museo británico. En sus tiempos había sido un lugar innovador que se había visto beneficiado por la creciente moda de la cocina parisina. El restaurante presentaba un único salón decorado con unas hermosas pinturas impresionistas. A lo largo del mismo, varias mesas se disponían ocupando completamente el espacio. El menú variaba a diario dependiendo de los caprichos del magnífico chef y esto resultaba innovador y atractivo a la alta sociedad. Sin embargo, el tiempo habia hecho mella en el magnífico local y ahora se mantenía tan solo con la clientela habitual.

Aquel día apenas se encontraban ocupadas dos mesas y el maitre se afanó en situaros en una de las mejores.

-Buenos dias señor Nieman, ¿Qué desean para beber?. El camarero se balanceó levemente sobre los pies esperando la respuesta..

El Elena´s L´Etoile era un pequeño restaurante francés situado cerca del museo británico. En sus tiempos había sido un lugar innovador que se había visto beneficiado por la creciente moda de la cocina parisina. El restaurante presentaba un único salón decorado con unas hermosas pinturas impresionistas. A lo largo del mismo, varias mesas se disponían ocupando completamente el espacio. El menú variaba a diario dependiendo de los caprichos del magnífico chef y esto resultaba innovador y atractivo a la alta sociedad. Sin embargo, el tiempo habia hecho mella en el magnífico local y ahora se mantenía tan solo con la clientela habitual.

Aquel día apenas se encontraban ocupadas dos mesas y el maitre se afanó en situaros en una de las mejores.

-Buenos dias señor Pitrie, ¿Qué desean para beber?. El camarero se balanceó levemente sobre los pies.

Daniel entró en el local mirando a su alrededor con curiosidad. Debido a sus escasos ingresos las pocas veces que había comido en restaurantes había sido por motivos de trabajo y para él no dejaba de ser un inesperado placer el disfrutar de una sofisticada comida. Saludó con una leve inclinación de cabeza a los ocupantes de las otras dos mesas y siguió a los dos hombres que eran guiados por el maitre. Se sentó al lado del señor Pitrie.

Cita:

El joven esperó pacientemente a que los dos estudiosos pidiesen

En el trayecto hacia el restaurante, Lowell había vuelto a dejar atrás sus temores y conversaba animadamente sobre el tiempo inglés y las señoritas británicas. A su entrada en el restaurante, Lowell ojeó curioso el contenido de los platos servidos en ambas mesas, como esperando encontrar alguna sugerencia.
- Un vermouth seco por mi parte - contestó a la pregunta del camarero. - ¿Tiene usted edad para beber, hijo? ¡Anímese y pida otro! - y continuó con voz más baja, hablando apenas para sí mismo - algo me dice que lo necesitaremos...

Pitrie sonrió ampliamente ante el comentario del doctor Lowell y miró a su estimado aprendiz. Le vendrá bien enfrentarse a una personalidad tan fuerte como la del Dr. Lowell. Además, así podrá aprende de uno de los mejores en lo referente a buscar nuevas sendas en la investigación.

- Traiganos tambien una botelle de vino francés. Alguno de la añada de 1920 que fue excepcionalmente bueno. Miró a sus acompañantes y, visiblemente mas relajado que en la cafetería, apoyó sus manos sobre la mesa.

- ¿Han comido aquí alguna vez?. Es uno de mis restaurantes favoritos. Como habrán comprobado no hay carta. Observó cómo el camarero se alejaba para buscar las bebidas. - Este restaurante se hizo famoso por su chef. Todos los dias hace un menu especial y es lo único que sirven.

Daniel sintió como se ruborizaba ligeramente ante el comentario del Doctor Lowell.

Gracias por la sugerencia, Doctor Lowell, pero creo que de momento me conformaré con el vino francés logró decir tras carraspear. Sonrió vacilante al camarero que tomó nota y se marchó.

Cita:

No, la verdad es que nunca había estado dijo en voz baja apartándose un mechón de pelo rebelde de la frente que se le había escapado de su pulcro peinado.

- Oh, Pitrie, veo que no ha descuidado usted su paladar durante estos años. Si tiene usted tan buen gusto con el vino como con la comida -dijo volviéndose a la mesa ocupada más cercana y tratando de olisquear el contenido de los platos- , me pongo enteramente en sus manos. El hecho ya de habernos ahorrado el suplicio de probar la comida de este país dice mucho en su favor

Daniel enarcó ligeramente una ceja cuando vio el gesto del Doctor Lowell. Este hombre es realmente peculiar. Luego rio disimuladamente ante el comentario sobre la comida. Bueno, cierto que los restaurante ingleses no son muy buenos pero la comida casera de mi madre sí...pensó abstraído acordándose de su único familiar. Hacía mucho tiempo que no la visitaba pues últimamente había estado muy ocupado. Debería de ir pronto...menos mal que por lo menos nos escribimos con regularidad. Daniel adoraba a su valiente y luchadora madre. Quizás era la única persona con la que se sentía agusto y su natural timidez desaparecía en su presencia sustituida por el cariño.

Petrie sonrió ante el comentario del Doctor. - Me aficioné a la comida francesa en uno de las últimas excavaciones que hice en Egipto y no he podido dejar de añorarla desde entonces. Flinders dejó vagar la mirada unos instantes, recordando tiempos pasados. Mientras unos pasos delatarón al camarero, acercándose hacia la mesa.

- ¿Quién va a probar el vino?. EL camareró deescorchó elegantemente la botella y limpió el extremo de la misma con un paño blanco.

- Por favor Dr. Lowell haganos los honores. Petrie miró a Daniel tras realizar el comentario. - ¿Conocía usted este restaurante Jackson?. No se si le había traido hasta aqui alguna vez.

El camarero inclinó la botella ligeramente y el vino, de un rojo intenso, cayó en el interior de la copa. La luz jugó sobre el líquido, arrancándole tonos color rubí. Su fragancia invitaba a perderse en viejos recuerdos ya vividos.

Aquellas magníficas excavaciones de mi juventud...

- Sí, sí, por supuesto. Estaré encantado de echar el primer trago. Veamos - dijo mientras alzaba la copa y husmeaba el contenido. Lowell arrugó la nariz y tras unos incómodos instantes se llevó el contenido a la boca. Nuevamente, el doctor hizo algunas muecas manifestando un cierto desagrado. - ¡Magnífico! - continuó diciendo de manera sorprendente - Tienen ustedes que probarlo... antes de que me lo acabe yo mismo. Sírvales, amigo - dijo dirigiéndose al camarero -, no escatime en el elixir de Baco con estos señores. Damon, ¡no sea tímido, sea generoso con sus tragos!

- Es usted un tunante, Petrie. ¿En Egipto dice que empezó usted a aficionarse a la buena comida? No le he conocido yo sin que manifestase usted un gusto exquisito. ¡Y no conseguí yo hace ya 10 años- (suspiro) -encontrar en El Cairo un sólo restaurante donde me sirvieran algo decente!

Elisabeth le entregó el abrigo, los guantes y el sombrero al maitre mientras examinaba el local. Lo conocía bien, ella y Karen habían pasado algunas veladas allí hablando sobre sus aficiones comunes. Consideraba muy apropiado que un trato de este tipo se cerrara en este lugar. Atenta por si era necesario devolver un saludo o una sonrisa a alguno de los comensales que ya estaban en el local, tomó asiento junto a Karen aceptando la ayuda del maitre y esperó a que el señor Nieman despachara al camarero.

Al entrar dejé el abrigo en manos de uno de los solícitos camareros y me dirigí hacia la mesa que nos idicaron. Esperé a que las tres damas se acomodasen y tomaran asiento, para hacer lo propio, en cualquier otro restaurante de la ciudad me habrían tendido la carta de vinos para elegir, sin embargo el Elena no erá un restaurante al uso.

- Quizás un oporto sea interesante, aunque escucharé la sugerencia del chef para acompañar la comida.- Con una sonrisa despedí al camarero y desdoblé la servilleta del plato para dejarla sobre mi pierna.

- Señorita Staunton, siento curiosidad por algo que comentó, algo sobre excavaciones.

Elisabeth sonrió, le encantaban estos momentos en los que podía hablar con alguien de sus viajes, especialmente si su interlocutor no se escandalizaba por estas actividades tan impropias de una señorita. Y esperaba que el señor Nieman fuera de esa clase de interlocutor.

- Quizá les sorprenda saber que viajo con cierta frecuencia a los lugares donde se están llevando a cabo trabajos arqueológicos para participar en las excavaciones. - comenzó mirando alternativamente a sus dos interlocutores - Es una actividad que practico desde joven, cuando acompañaba a mis padres en sus viajes y con motivo de las explotaciones realizadas por mi padre salía a la luz algún yacimiento de interés. En la actualidad soy más selectiva y me desplazo a aquellos lugares que están relacionados con alguna de mis investigaciones. -

Con un gesto teatral de la mano queriendo decir sorpresa, sentenció: - Como ven no sólo me dedico a buscar viejos libros entre estanterías polvorientas.-

Cita:

No, Doctor Pitrie Daniel negó con la cabeza. Pero sí que he oído hablar de él. Dicen que la comida es excelente. Su tono educado y comedido contrastaba con la hilaridad y jovialidad del Doctor Lowell.

Daniel observó cómo el líquido rojo caía bailando dentro de la copa y los extraños gestos del profesor Lowell Trabajar con este hombre va a ser divertido pensó a su pesar. Cuando el camarero le sirvió el vino le sonrió amable levantando la vista ligeramente.

Gracias murmuró, luego se llevó la copa a los labios y saboreó el vino despacio. Normalmente no podía permitirse el pagar una botella de vino pero eso no quería decir que no reconociese una buena cosecha cuando la probaba.

Cita:

Daniel sonrió educadamente y bebió un poco más deleitándose. No hacía falta que se lo dijesen.

Tras probar el vino que os han servido comenzais a charlar amigablemente acerca del menú que os servirán hoy. Al poco, observais como aparecen cuatro nuevos clientes en el restaurante. Se trata de un hombre que viste con una gabardina color crema y un sencillo sombrero. Su rostro parece afable y corresponde al de una persona de unos treinte años aproximadamente. A su lado, se encuentra una señorita vestida con un sencillo vestido de flores y una gorrita francesa de color rojo. Va agarrada del brazo del caballero y charla con otras dos mujeres jóvenes que les acompañan. Las dos jovencitas caminan una al aldo de la otra, con resolución, como si se encontraran en una posición cómoda frente a la pareja. Ambas visten ropas caras de diseño y una de ellas, la mas joven, luce algunas joyas de valor. Los cuatro pasan junto a vosotros y se sientan en una mesa para cinco.

Tras recogeros las ropas de abrigo el maitre os sienta en una mesa para cinco comensales. El camrero os ha servido un vino francés del la Costa azul, un afamado vino tinto para acompañar carnes rojas. Mientras charlais observais el restaurante, que presenta tan solo cuatro mesas ocupadas. En una de ellas observais a tres hombres sentados a la misma con aire de intelectuales. Uno de ellos es un hombre jóven que por la forma de atender la conversación es claramente mucho más tímido que sus acompañantes, además de parecer algo mas servil con ambos. Junto a él se sienta un hombre de unos cincuenta años, con una ligera barba bien recortada que charla animadamente con los otros dos, haciendo gestos muy marcados cuando habla. El último de los comensales, el más viejo d elos tres, luce una barba blanca y una barriga prominente.

Escuché con atención las palabras de la Señorita Staunton mientras nos servían el vino, que como solía ocurrirme era diferente del que yo podía haber pensado, nunca tuve paladar para esta bebida.

- Que vuestro padre también se dedique a la arqueologia explica algunas cosas, debe ser realmente interesante recorrer el mundo en busca objetos y culturas antiguas.- Ahora recordaba que su padre había mencionado en alguna ocasión al Señor Staunton, pero nunca habría imaginado que su hija siguiese sus pasos.¿En qué paises ha estado ultimamente?, para los que apenas hemos salido de Gran Bretaña, resulta emocionante escuchar sobre otros lugares.

Echando un vistazo rápido a las mesas de alrededor me llamó la atención la presencia de tres caballeros, en especial uno, le resultaba familiar, acercándome un poco a mi ayudante y sin mirar la mesa donde se encontraba el caballero mayor.- Anne, ¿no es aquel el Profesor Flinders Pitrie?

Daniel desvió la mirada hacia la puerta cuando oyó al camarero hablar. Saludó con una inclinación de cabeza a los nuevos clientes mientras éstos pasaban a su lado y de nuevo volvió a sumergirse en la conversación. En realidad él no participaba mucho, sólo cuando se veía obligado a ello porque le preguntaban directamente. De carácter introvertido, el joven siempre prefería escuchar. Quizás por ello, nada se le escapaba a sus ojos atentos y a su mente despierta. Por mí como si sólo nos sirven espaguettis...tengo una hambre...pensó dando un nuevo sorbo a la copa.

-¿Mi padre arqueólogo?- dijo Elisabeth riendo como si la mera idea le pareciese divertida - Me temo que mis palabras le han llevado a una conclusión errónea señor Nieman.-

- Mi padre,- comenzó a explicar - Roger Stauton, se dedica a la explotación de minas de carbón. Sin embargo, lejos de ser uno de esos incultos mineros que sólo ven cifras cuando miran una montaña, siempre se ha preocupado por preservar el patrimonio cultural en los casos en que sus excavaciones han hecho salir a la luz algún yacimiento importante. Todos los trabajadores de las minas de mi padre tienen la orden de avisar y parar de excavar si encuentran algo que no sea una piedra y que pueda ser antiguo. Mi padre contrata para cada explotación un experto capaz de hacer una evaluación inicial de la importancia de lo que se encuentre. En los casos en los que se encuentra algo se le hace llamar y, si el hallazgo es de alguna relevancia, él se encarga de comunicarlo para que se haga venir a algún grupo de expertos en el tipo de yacimiento encontrado. -

Tomó un sorbo de vino y añadió: - Fue en esos yacimientos en los que comencé a interesarme por lo antiguo y lo oculto. -

Terminada su explicación pasó a contestar a su pregunta con una sonrisa:

- Ahora que soy mayor no me limito a los yacimientos encontrados en las minas de mi padre, sino que me pongo en contacto con los arqueólogos dedicados a aquellos lugares en los que podría extraer información para mis investigaciones. Hace poco me puse en contacto con el profesor Lorentz, de la Universidad de Oxford y se podría decir que acabo de llegar de un viaje para visitar su expedición en Egipto.-

Petrie tomó la copa entre sus manos y degustó el vino mientras asentía ante los comentarios de Lowell.

- Si, aunque parezca mentira organizaba una comida con nuestros colegas franceses siempre que podía. Habían traido un magnífico cocinero desde París y me enamoré rápidamente de su arte. El camarero se acercó a la mesa con una bandeja cargada con el primer plato.

- ¿Ah!Bouillabaise. ¿La han probado alguna vez?. Pitrie se acercó a su plato para oler el humeante contenido. Su gesto casi se asemejaba al de un pajarillo que se acerca alegre dando saltitos hacia un sabroso descubrimiento. - Es un guiso delicioso a base de mariscos y pescados. Espero que le guste Jackson. Dijo Pitrie mientras invitaba a sus invitados a probar la comida.