Partida Rol por web

Sharada bajó, poniéndose y prendiendo su linterna de minero. 

Bueno, parece que habrá que buscar un mecanismo diferente para salir de aquí. 

Atentos a cualquier cosa que tenga que ver con el aire.  

Escudriñó todas las paredes y esquinas del lugar donde habían llegado.

Pegué un pequeño salto de sorprensa cuando, internándome en aquella oscuridad sumido en mis pensamientos, las escaleras empezaron a tomar su posición original. Si bien mi primer impulso fue llegar hasta ellas de nuevo, temiendo que aquello fuera algún tipo de trampa, al tiempo de girarme me di cuenta de que ya era demasiado tarde. Además, no creo que todo esto vaya en sentido único. Debería haber alguna forma de activar el mecanismo desde aquí abajo.

Encendiendo mi linterna alumbre junto a Sharada la habitación, intentando discernir en que tipo de habítáculo nos habíamos metido.

-Fascinante... -murmuré, sorprendido de que nuevamente la respuesta acertada fuese la más obvia.

Lo de aquella civilización resultaba muy extraño. Aunque era cierto que todas las religiones evidenciaban un futuro tras la muerte, en algunas más esperanzador que en otras, todo apuntaba a que las personas que habían vivido en aquel lugar habían obtenido una supuesta forma de comunicarse con los muertos o con lo que ellos consideraban que debían ser las almas de los difuntos.

-Debe de haber un nuevo mecanismo en esta sala -indiqué, cuando finalmente volvemos a quedar atrapados en la siguiente estancia. Tomé mi linterna para intentar discernir cualquier detalle a mi alrededor-. ¿A dónde creen que nos llevará este camino?

La luz de la linterna de la Dra. Srinivasan dota de realidad al oscuro espació en el corazón de la montaña. Se trata de una sala de forma irregular, aunque algo ovalada, con paredes de roca y unas gloriosas puertas de gruesa madera reforzadas con metal negro dispuestas de manera equidistante unas de otras. Al lado de cada una de las puertas hay colocadas unas lonas de tela raídas por el paso del tiempo que ya han adquirido un tono oscuro y en las que aparece de nuevo el extraño idioma utilizado por los antiguos habitantes del lugar. Hay también un enorme doble portón metálico cerrado a cal y canto justo enfrente de las escaleras de bajada. No posee ninguna señal ni nada que indique su función allí. Yampoco cerradura ni nada que se le asemeje. El suelo está bien conservado, aunque con la inevitable capa de polvo y rocas pequeñas. Conserva una construcción bastante plana y las baldosas, de cuarcita o quizá mármol, no se han erosiado demasiado. Lo que más atrae vuestra atención es una montaña de huesos de alrededor de un metro de altura en el centro del habitáculo rodeando un cartel de madera colocado expresamente para ser visto nada más entrar allí con algo escrito en el enigmático sistema de comunicación ondulatorio.

El aroma que se percibe en el lugar es seco y frío, incluso metálico. Cada pisada, rebota en forma de eco en las paredes de la vacía sala.

Una vez iluminada la sala parecía casi tan enigmática como era momentos antes. Observé a mi alrededor con curiosidad, intentando averiguar qué función cumplía aquel habitáculo. Al ver el gran panel de madera en el centro no pude evitar acercarme.

-¿Tiene el ordenador a mano, doctora? Quizás pudiera usar el mismo algoritmo de antes para descifrar que pone aquí.

Sin duda entender aquella señal nos ayudaría a entender mejor qué hacía allí aquella montaña de huesos.

Seguro Alwin, pero... -titubeó- tengo una duda moral antes, para discutir con ustedes.   Desvió la lámpara al piso y habló con ellos con mesura y sinceridad. 

Me preocupa la libertad de los "no aptos".   Si las almas de ellas y ellos fueron mantenidas aquí, encerradas y no "soltadas al aire" como los demás por no considerarlos dignos, entonces, ¿vagarán aquí por toda la eternidad?  ¿O su escencia se disipará al tiempo? 

Por otro lado, soltarlos, no se si hiciera daño.  ¿Se volverían vientos iracundos que tirarían caminantes por despeñaderos? 

Es el mismo debate en nuestras diversas sociedades sobre la prisión.  De acuerdo, los aislamos. En algunos países, con más o menor sinceridad y éxito, hay programas de rehabilitación.  En los mejores hay proceso de perdón pedido a familiares inclusive.  Con procesos de sanación comunitaria en los mejores de ellos, presentes y pasados. 

Miró a su alrededor. 

¿Aquí que había? 

No me quiero equivocar. -Hizo eco su alma, ¿con el viento? 

Si lo que creo dice ese letrero, una advertencia contra no soltar a estas gentes, ¿que haríamos?  ¿Les haríamos caso a los supuestos sabios que aquí habitaban de que los otros son "no dignos"? ¿Soltaríamos irresponsablemente a criminales, o liberaríamos a gente de una prisión injusta?   ¿Cual de esas es? 

Recuerden lo que nos dijeron los vientos allá arriba, removiendo los huesos ante mi primera pregunta. 

No tengo compás moral en este subterráneo.  -concluyó.  El sonido de su ordenador prendiendo y empezando el proceso para descifrar aquel letrero sonó solitario donde polvos danzaban en los haces de luz; mientras, esperaba callada la antropóloga a la respuesta y sabiduría de sus compañeros de viaje. 

Una nueva sala se ofrecía ante nosotros y más huesos apilados, esta vez rodeados y marcados. La magnitud de aquel lugar era impresionante, no en vano, servía como lugar de reclusión de aquellos que accedían al templo y no eran dignos de ascender como viento.

Antes de hacer ningún tipo de conjetura, lo mejor sería descifrar tanto el cartel como las cortinas. Aquellas puertas seguramente escondían algo y la tentación de abrirlas era demasiado intensa.

Si, Romijnsen. Mejor descifremos todos esos símbolos y después podemos decidir si abrir las puertas o no. La verdad es que siento mucha curiosidad siempre en ver lo que hay tras puertas cerradas.

Me acerqué al portón de madera y lo toqué haciendo un poco de presión ante la ilusa probabilidad de que estuviera abierta.

No veo ningún símbolo arcano ni nada parecido por aquí. Los símbolos ocultistas siempre son presentes en algún tipo de prisión de almas y no reconozco ninguno. No creo que liberemos nada maligno si abrimos estas puertas, pero no quiero que en una de ellas ponga "No abrir, detrás hay una criatura maligna" y la abramos sin más.

-Estoy de acuerdo con Ohrin -dije, sin apartar la mirada de aquel montón de huesos, preguntándome cuál sería el motivo por el que habían sido depositados allí-. Descifremos primero estos símbolos utilizando el algoritmo que ya conocemos. Una vez que lo hagamos, ya decidiremos sobre si abrir o no eras puertas.

Las pruebas están corriendo*, compañeros.  Les señaló la pantalla.   Pero eso no impide que puedan decirme que harían en caso de que dijera: "No los saquen."

Las traducciones no se hacen esperar y los resultados desfilan por la pantalla del ordenador portátil. De nuevo, la amalgama de lenguas codificadas en amplitudes, frecuencias y otros términos ondulatorios muestra la intencionalidad que tenían los habitantes de comunicarse con los vientos.

La primera traducción que aparece, y las que más os intriga, es la que sostiene la montaña de huesos:

El Camino Del Aire es la senda/camino que te liberará de todo lo que pesa [carga/lastra] y continuar el viaje. Cinco son los pasos [andaduras] a cruzar por el solitario viajero. Cada camino al otro lado de cada puerta debe ser algo personal [íntimo/individual]. Tu victoria será tu llave para cruzar el umbral, pues no hay camino atrás.

Esa manera de aludir a lo que parece un viaje iniciático ha sido común en grupos y comunidades en todo el planeta, y no es extraño que allí se repitiera. Cada uno a su manera, os formáis la imagen mental del joven temeroso y solo, ahí dentro, enfrentándose a cada uno de esos "pasos" antes de lograr el reconocimiento y la virtud que supuestamente hay al otro lado de las puertas grandes.

Un nuevo análisis del ordenador portátil, esta vez de los escritos de las lonas al lado de cada una de las puertas, ofrece resultados claros, aunque de difícil interpretación para haceros una idea de lo que hay al otro lado de cada una de ellas:

Camino de la pérdida de las posesiones.

Camino de la supresión del ego.

Camino de la rotura de las relaciones.

Camino del olvido de las emociones.

Camino del fin del cuerpo.

El chop chop de unas gotas de agua proveniente de alguna filtración en algún punto de la sala marca un desasosegante tempo, como una cuenta atrás que acelera vuestros corazones y os conminan a tomar una decisión.

Pues se me hace que no hay salida de aquí.  Y lo de perder el cuerpo es dejar los huesos.  Y habiendo cruzado los 5 lugares, convertirse en aire. 

Me da terror de que nos equivocamos al bajar aquí solos, sin dejar nadie arriba que le pida al aire que nos abra la puerta para salir.   Sólo espero que podamos salir sin tener que dejar los huesos.  Tengo aún varios hijos que criar, jjeej, mi marido no podría sólo, jeje.  

¿Debe haber un orden para cruzar las puertas que nos abra para salir? 

¿Alguien se habrá quedado allá adentro? 

¿Cual es el orden correcto a recorrer, compañeros? 

Mi especulación sería:  1) posesiones, 2) relaciones, 3) ego, 4) cuerpo, 5) emociones.  ¿La de ustedes? 

Me quedé pensativo frente a las cinco frases de la puerta.

Creo más bien que sería. 1)Posesiones, 2)Relaciones, 3)Emociones, 4)Ego, 5)Cuerpo.

Lo útlimo que dejaba esta gente al final era el cuerpo físico y lo más arraigado a cada ser es el Ego. Por eso considero que debería ser lo último de lo que deberías desprenderte.

Escuché en silencio las palabras de Threkor y la doctora, pensando en el orden correcto de aquellas cinco puertas. Aquellas cinco fases que se debían recorrer.

-Si tuviera que apostar, diría el mismo orden que ha propuesto el señor Ohrin: 1) Posesiones, 2) Relaciones, 3) Emociones, 4) Ego y 5) Cuerpo -expliqué, enumerando el orden que yo también seguiría-. Creo que todos coincidimos en que las posesiones deberían de ser lo primero de lo que nos desprendiéramos, tras lo cual las relaciones que poseamos, las cuales pueden llegar a considerarse posesiones de alguna manera. Luego de eso, vendría desprenderse de las emociones, a las cuales podríamos considerar posesiones espirituales. Por último, habría que desprenderse del ego, la única emoción arraigada en uno mismo, y finalmente del cuerpo, lo único que nos quedaría.

Ahora bien, el letrero central parece sugerir que sea de una persona en una persona.   ¿Quieren que comencemos a recorrer los pasos abriendo puertas?  Uno que vaya y los demás esperamos en el centro, ¿les parece razonable? 

¿Quien quisiera ir primero?  -dijo, ella dispuesta a ir si fuera necesario. 

Estudié las transcripciones con cara de preocupación. Según ponía "no había camino". ¿Significaba eso entonces que estábamos encerrados? Mis colegas empezaron a elucubrar sobre el orden de las puertas, mientras yo seguía mirando alrededor en busca de una salida. Sharada parecía la única en compartir mi nerviosismo.

-Quizás estén en orden -dije al fin-. De izquierda a derecha, diría yo.

Había perdido mi aire despreocupado y alegre, pues lo que estaba pensando no era nada halagüeño.

-Parece que no hay vuelta atrás, lo cual me parece bastante preocupante. Si estoy entendiendo bien todo esto, puede que los huesos sean las personas que no lograron completar el ritual, que no parece fácil por cierto, y aquellos que lo completaron se convirtieron en "viento". No sé a ustedes, pero yo ahora mismo no estoy preparado ni para lo uno ni para lo otro.

Expresé mis preocupaciones, las cuales sonaban todavía peor en aquella sala tan lúgubre. 

-¿Alguna idea?

Si, los huesos fueron movidos por el viento en la sala de arriba cuando pregunté cómo liberar a los encerrados. -dijo Sharada, iluminada a tiempos por las lámparas de minero que todos llevaban, dándole un aspecto onírico, casi de teatro, a sus palabras. 

Pero los que volaban en papalotes también quedaron hechos hueso, o momificados en seco, en sus averiguaciones sobre el alma y el viento.  Y lo mismo la escalera.  Así que creo que no es disyuntiva.  Siempre acabamos en los huesos.

En todo caso, Alwin, -dijo en su fuerte acento hindú,- no creo que nos pase nada.  No nos hemos preparados por años para este ritual y entendimiento.  Así que lo que espero es que sean salas a "medio usar".   Un poco como cuando entra una a una tumba de pasaje, como de un faraón, y está segura que no por ello tendrá vida eterna en los carrizales divinos.  Ya si aparece un mecanismo que quiera que apuremos el paso, pues lo esquivamos, ¿no?

Sharada se puso a revisar el orden, como manecillas de reloj o a inversa, de los "caminos", para probar la hipótesis del joven Romijnsen.  A ver que secuencia nos dan.

Así pues, salga lo que salga, ¿quien quiere abrir la primera puerta, la de "las posesiones"?  Todos, como buenos hindúes y cristianos, coincidimos en esa. 

La explicación de Sharada no terminó de calmarme, pero me tranquilizó un poco. Aun así me di la vuelta, mirando el lugar donde momentos antes estaban las escaleras, y me puse a buscar algún tipo de mecanismo. 

-No viene mal corrobarar que realmente no podemos volver atrás, en caso de que sea necesario -comenté-. Pero sí, estoy de acuerdo con la doctora de que deberíamos abrir la puerta de las posesiones, y ver qué se esconde tras ella.

La gruesa puerta llamada Camino de la pérdida de las posesiones carece de pomo o manivela, pero se abre fácilmente empujándola. Sin entrar todavía, el interior que se distingue se asemeja a un pasillo en línea recta invadido por la oscuridad hasta el punto de no ver el final.

Sharada habló en voz modesta a sus compañeros. 

¿Podrían desviar sus luces?  

Se comenzó a quitar el equipo, la lámpara, el resto de la mochila, la ropa.  Se quedó con sólo su ropa interior y la sencilla camisola larga de dormir de tela cruda que llevaba para el calor. 

Espero esto califique como "sin posesiones".  Pues lo es.  La bata es de mi hermana.  Les guiñó el ojo en la oscuridad.  Jajja. 

Abriré y entraré en la primera puerta.  Deseenme suerte.  

Ah, esta doctora, siempre tan aventada. 

Miré a la doctora con expresión confusa hasta que, de buenas a primeras, empezó a desvestirse. Entendiendo, apagué la linterna y me giré, algo avergonzado.

-No me parece una mala idea, doctora, pero creo que deberíamos entrar en cada puerta de dos en dos al menos. No sabemos lo que nos espera ahí dentro, y si a uno le pasa algo, siempre puede volver el otro a pedir ayuda. Aun así entiendo si prefiere ir sola... O quizás podríamos ir dos hombres.

No estaba seguro si debíamos entrar sin posesiones, o si debíamos renunciar a ellas una vez estuviéramos dentro de la sala. Pero me preocupaba que Sharada entrara sola sin saber lo que encontraría allí dentro.