Partida Rol por web

Removí mi hacha del cráneo partido y ensangrentado del huargo haciendo un sonido húmedo y desagradable. El filo de mi arma goteaba el líquido carmesí, oscuro y denso, que resbalaba por el acero y se estiraba largo hasta mojar la tierra.

Su antiguo jinete se repuso, desenvainó la espada, colérico, y atacó. Su arma resbaló y hendió el suelo. No pude evitar sorprenderme y soltar un bufido de molestia. ¿Qué clase de soldado era aquél?

Fue entonces cuando Gwalin, quién había cargado junto conmigo cuesta arriba en contra de la infame bestia, atacó. No me quedé atrás, aguardé un instante detrás del escudo hasta que un espacio se abrió en la inconsistente defensa del enemigo, y entonces descargué un hachazo sobre el orco.

El oponente no se asustó.
"Bien." pensó Garamil, sonriendo de oreja a oreja. Había clavado su mirada en el trasgo y se preparaba para derribarlo. Ya no requería de la cobertura de sus hermanos, y quería dar una lección inolvidable al enemigo.

Aquella vez atacaba con la cabeza y no con el pico, ansiando sentir el cráneo del trasgo crujiendo bajo el metal. Dio unos pasos -¡una magnífica carga de enano!- y descargó de arriba hacia abajo el martillo sobre el rostro horrendo del bicho.

Veo a Dolill luchando con un grupo de goblins, manteniendo su posición y ganando terreno.Un sólo enano con una lanza, si agregamos a otro y un Mazo? cojo carrera a asistir a Dolill, con mi escudo en alto me acerco a su posición para bloquear cualquier cosa que vaya contra el. Trinchalos Dolill

La batalla seguía su transcurso, la mayoría de mis compañeros luchaban en la parte baja, y yo, mientras tanto, seguía concentrado en asestar un buen golpe al orco, *maldita sea, como se resiste; vamos Dôlill, ¿ésto es todo lo que sabes hacer?. En ese momento, me giré hacía el lado muerto del trasgo y logré asestarle un par de buenos golpes en las costillas, éste retrocedió unos pasos mientras iba empujando con el escudo....

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Una vez cogida la distancia, me volví a colocar estático esperando la acometida, noté como algo venía con paso firme maza en mano a mi posición, giré la cabeza y ví al sombra de un enano, los ojos se me iluminaron y las ganas de combatir aún sin ver quien de mis compañeros venía creció. Era Darn armado con su maza y escudo, al grito de "Trinchalos Dôlill!", desprendía una furia que me contagió en el acto....."NO LES DES RESPIRO DARN", en ese momento, salí corriendo sin que el sucio orco tuviese tiempo a reaccionar y.....

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Propiné un gran cabezazo al orco, le dí de lleno y lo dejé viendo las estrellas, "NUNCA INTENTES MATAR A UN ENANO TÚ SOLO, PODRÍAN LLEGAR MÁS HAHAHÁ!!; dejé de sonreír y la expresión de mi cara cambió radicalmente,  furia, AAAAAAAAAGH"  , balanceé rápidamente el brazo y procedí a taladrar su armadura con mi lanza...

A falta de ordenes por parte de nuestros mayores, tenía que mantener lo último que me habían dicho, mantener la posición. Aunque veía como el resto de mis compañeros pasaba por encima de los goblins y orcos que nos acosaban y no dejaba de pensar en que podría unirme a ellos en eso de machacar pieles verdes.

- Que no quede ni uno.

Alzando el escudo y presionando con él Tolgur hizo retroceder unos pasos al trasgo que enfrentaba Garamil, dándole tiempo a recuperar  de nuevo la posición de su arma a dos manos. Mientras el mirnethron creaba un muro de carne y acero entre el viejo enano y su enemigo ancestral.

Miré en derredor, analizando el campo de batalla por el rabillo del ojo. Tratando de tener ubicados a cada uno de mis compañeros y enemigos. La batalla no estaba siendo pan comido, pero tampoco teníamos heridos. Mis primeros cálculos sobre nuestra fuerza habían sido acertados: unos pocos trasgos no eran desafío alguno para nosotros.

-¡Acaben con ellos, chicos! -vociferé, mientras avanzaba sobre el Orco jinete- ¡Por el Rey! ¡Por Erebor!

Mi hacha cayó con fuerza sobre el enemigo, como el rayo fulminante de la tormenta que doblega la montaña con su furia imparable. 

Codo a codo con Khazdor, Gwalin se esforzaba por acabar cuanto antes con el jefe orco. Sus hachas hacían una danza macabra contra su enemigo a fin de acabar con él. Parecía que lo habían ensayado miles de veces pues no se estorbaban en cada tajo lanzado en cambio se protegían como si de un muro se tratara. Joven y Viejo pero con la misma entereza y disciplina.

- ¡¡Por el Rey!!, ¡¡Por Erebor!!, ¡¡Por Moria!!

Con un potente golpe Stilgur, fuerza al trasgo a retroceder, pero éste se encontraba aúnblejos de caer. 

Por su parte Khazdor descarga el hacha sobre el orco quién recibe un buen corte gruñendo de dolor.

Voy a despedazarte maldito enano. ¡¡Cuando acabe contigo serás alimento para mis huargos!! - vocifera el orco, bastante furioso.

Mientras el orco se distrae amenazando a Stilgur Khazdor descarga un segundo golpe sobre él dejándolo mal herido.

Siendo finalmente el golpe de Gwalin quien derriba al orco, el cual ahora lucha por ponerse de pie mientras una furia ciega lo consume, cualquier similitud entre un guerrero y el orco había desaparecido, ahora sólo quedaba una bestia sedienta de sangre.

Por su parte Dolil logra derribar al suelo a su rival para luego clavarle su lanza casi sin daño para su rival, pero el movimiento de la lanza de Dolil logra despedazar la armadura del trasgo que ahora yace en el suelo.

Con un potente golpe de su hacha Stilgur le abre la cabeza a uno de los arqueros, dejando la vía libre para poder unirse a sus hermanos en la batalla contra el orco.

Aquel arquero no tuvo ninguna oportunidad contra el poderoso filo del hacha de batalla del enano.

El cráneo del despreciable ser se abrió cual melón desparramando su contenido a los pies de Stilgur, quien apartó el cuerpo del arquero con un simple movimiento de su brazo, haciendo que este se precipite por el acantilado de forma violenta e inexorable.

Tras mi golpe, Gwalin logró derribar al orco, quién yo asumía como el líder de la banda enemiga. Era el momento de terminar con el jinete del huargo y demostrarle a aquellos patéticos trasgos quiénes eran los verdaderos señores de las montañas.

Impuse mi cuerpo sobre el bribón y descargué mi hacha con toda la fuerza que mi cuerpo curtido pudo manejar.