Partida Rol por web

—Me alegra oír eso —levantó el chupito de Adele y lo vació dejando el cristal sobre la barra con un golpe. De nuevo torció el gesto, gruñó y se llevó una mano al estómago. Cuando se percató de que Adele no le quitaba ojo de encima trató de esconder la mano y esbozó su típica sonrisa. Aquel gesto torpe le dio la clave a la agente del FBI de que el sheriff Taylor debía sufrir una patología grave que trataba de disimular con aquellas muecas de dolor que contraían su rostro haciéndole parecer un chiflado.

Cuando el agente Jordan regresó del aseo, su compañera se dio cuenta de que el sheriff regresaba al interior de su coraza protectora de jefe de policía. Borró la sonrisa de sus labios, endureció el rostro y se irguió retirando el codo de la barra.

—Mucha gente de aquí tiene embarcaciones para navegar por el bayou —contestó al agente federal— y algunos turistas también traen las suyas o las alquilan en los numerosos alojamientos locales. Pero si pretende internarse en ese laberinto verde le recomiendo contratar un guía local. El bayou es muy grande y cambiante. Se abre en lago hacia el este, hacia la zona de Louisiana y la isla, pero cerca de Uncertain y hacia el norte forma un área pantanosa donde es muy fácil perderse y tener algún encuentro desagradable con serpientes venenosas, sanguijuelas, mosquitos y caimanes...

- Así que no hay control alguno de quien se mete en el bayou. - Los ojos de Max se clavaron en Adele. - Por lo que si se movió desde aquí, debe conocer muy bien la zona. Aunque apostaría más porque usase otro camino más corto y fácil por el agua. - Max se fijó de nuevo en el sheriff y tras beber un trago más de su refresco, volvió a preguntarle.

- Y en el supuesto caso de que se pierda alguien en el bayou o sus inmediaciones. ¿Cuál es su protocolo? ¿Disponen de alguna lancha de salvamento? ¿Un centro de control o algo así a parte de la oficina? - Preguntó con curiosidad. Si la embarcación había salido de allí, bien podía ser alguien que conociese aquello como la palma de su mano. Dudaba que un turista hiciese algo así, más aún con las desapariciones cada tres meses si no se equivocaba.

Debía ser alguien de la zona. Alguien que se pudiese mover con facilidad.

- Exactamente, ¿cuándo es la temporada alta en este lugar? ¿De qué mes a qué mes? - Algo se le había pasado por la mente del agente del FBI. Pero debía confirmalo aún y eso era más complicado dadas las circunstancias que no eran otras que ellos solo tenían el caso de Theresa. Pero la pregunta era bastante inocente.

Entendió sin palabras la situación en la que estaba el Sheriff Taylor y lo lamentó en silencio. También notó como parecía menos cooperativo con la presencia de Max, sin estar segura de cual podría ser la razón de ello. De todos modos su compañero estaba haciendo buenas preguntas que podría ser útil en caso que el cuerpo fuera el de Theresa; Adele suspiró resignada, sabía que por los próximos días aquella sería la nueva obsesión del rookie, y tendría que estar preparada para aguantar sus malos tonos en caso que se negaran a dejarles participar en el caso. Pero para eso eran compañeros, y lo habían sido ya por tantos años.

Las preguntas de Max respecto a las temporadas no le pasaron desapercibidas a la agente Lewis. Era una buena teoría la que comenzaba a plantear, y podría ser un buen hilo del cual tirar dependiendo de la respuesta que recibiera al respecto.

—Hijo, eso de que no hay control es una suposición suya —replicó el sheriff algo picado—. No hay una lancha guardacostas patrullando cada charco de este condado pantanoso, pero sí existen las licencias para el uso de embarcaciones y para la pesca. ¿Puede haber gente cruzando el Gran Lago ilegalmente? Puede; pero eso no significa que exista un descontrol ni que la oficina del sheriff no tenga los medios adecuados para sacar a alguien de ahí dentro.

El jefe Taylor apuró la cerveza y se colocó bien el cinturón. Parecía que estaba dando por terminada la conversación con los federales.

—Ya le he dicho antes de ir a mear que la temporada alta es de abril a octubre. Desde luego que hay mucha gente que conoce el bayou como la palma de su mano. Así, por de pronto, se me vienen a la cabeza dos o tres; pero no pienso darle el nombre de ninguno hasta que no regresen aquí con el resultado de las pruebas de ADN.

Ese último desafío trataba de dar por zanjada la conversación.

Adele sospechó que el mal humor que el Sheriff estaba mostrando con Max se debía a las distintas insinuaciones veladas que se había hecho respecto a las capacidades de aquel hombre y sus alguaciles para resolver los problemas. De momento quedaba claro que no colaboraría más con los agentes del FBI hasta que éstos trajeran resultados y pudiera iniciarse una investigación.

La agente Lewis dejó su cerveza a medias en la barra. -Muy agradecidos por toda la ayuda.- Sacó la billetera y pagó por las bebidas, consumidas o no. Cuando dejaron el garito, la mujer de color avanzó hacia el coche del sheriff, acompañando al hombre, haciéndole una seña con la cabeza a Max para que fuera encendiendo el coche. Se detuvo junto a la puerta de conductor del sheriff Taylor. -¿Cuanto tiempo le dieron?- Preguntó, directa.

- Lo lamento sheriff, creo que me expresé mal. Me refería a un embarcadero donde figuren las entras y salidas de los botes al bayou, con fechas y horas. No a un control de quien tenía que tipo de embarcación. Entiendo que, mínimo las que lleven motor, deben estar registradas en algún sitio. Pero sinceramente, no estoy muy puesto en ese tema. Lamento el malentendido. - Respondió Max al ver como se picaba el sheriff con aquellas palabras.

- El mes de octubre si me quedó claro, fue el de abril el que no me quedé con él. Ya no se me olvida. - Le sonrió, tratando de calmarle un poco. Una cerveza y un chupito de lo que me pareció whisky no eran buenos compañeros y menos aún con el estómago vacío. No quería tener una bronca con él y menos aún si el alcohol se metía de por medio. Un agente que no respetaba la norma de no beber estando de servicio no se merecía el respeto de Max, pero tendría que tragar al menos hasta que acabase con la investigación.

Después ya vería.

- Pues no olvide esos nombres y a ver si de aquí a entonces recuerda alguno más, aunque por como habla del bayou, dudo que la embarcación saliese de aquí. - Era demasiado arriesgado. Temporada alta, mes de junio, este calor a estas horas... o la gente salía al amanecer y le pillarían con un bulto extraño o se movió de noche.

- Por mi parte esas eran mis dudas sobre este acojedor lugar. - Le dijo al sheriff mientras le hacía un gesto al camarero o lo que fuese para que le pasara la cuenta y apuró lo que quedaba de su refresco. Max vio como Adele tenía intención de pagar. - No, dije que invitaba yo. - Le indicó a la mujer con una sonrisa. - La próxima la paga usted. - Una vez pagada la ronda y la broma del sheriff con los chupitos, Max salió al exterior, sintiendo otra bofetada de calor. - Mi tarjeta, por si ocurre algo y necesita hablar con nosotros. - Le dijo al sheriff tendiéndosela, solo que esta vez no estaban los números personales de Max en ella. Supuso que Adele haría lo mismo.

Luego se encaminó al coche y esperó a que Adele abriese el vehículo para soltarse del maletín y guardar los grilletes en su funda a su espalda. Pero en lugar de eso recibió las llaves del mismo. Así que no dudó en arrancar una vez liberado de la maleta y abrir para que saliese todo el calor.

Antes de subir al coche, se quitó la chaqueta y la dobló para que no se arrugase, dejándola en el asiento de atrás. Se subió de copiloto se quitó la corbata y se aflojó un par de botones de la camisa. - No sabes cuanto me alegro de salir de este infierno racista, Addi. Me estaba poniendo malo con la gente de aquí. - Le confesó a su compañera, cuando esta se subía en el coche y cerraba la puerta tras de sí.

Lo mejor sería ir a llevar el ADN para que lo analizasen y desde allí, con los ordenadores, buscar en la hemeroteca los casos de los chicos desaparecidos en aquel condado y el vecino. Max no se iba a quedar de brazos cruzados en esos dos días que esperaba que pudiesen acortar a uno...

El sheriff Taylor agradeció la invitación con sinceridad ignorando el comentario irónico y mientras "Big Jim" recogía el dinero y se cobraba se quedó junto al agente Jordan.

—No hay un solo embarcadero en estos condados. Aquí en Uncertain hay un par de ellos más grandes, para los tours de recreo y demás, pero cada persona que viva cerca del bayou tiene su propio acceso al agua —bajó la vista un momento hacia el suelo y luego volvió a mirar a Jordan, hacia arriba, dada la diferencia de alturas—. Entiendo su razonamiento, agente, pero créame, es como buscar una aguja en un pajar.

Una vez fuera el sheriff caminó junto a Adele hasta su pickup. Dejó la puerta cerrada por cortesía hacia la mujer, indicando que no tenía prisa por terminar de hablar; pero cuando la agente Lewis disparó su pregunta, Jason Taylor la encajó con gesto serio. Se había percatado de la calculadora frialdad de su mirada y de algo más que había detrás*.

—Me queda lo suficiente para saber que ustedes dos son como dos perros de presa que nunca sueltan un bocado cuando han mordido carne blanda. Y eso me alegra, me alegra muchísimo —afirmó con una triste sonrisa—. Porque son lo suficientemente profesionales para llevar este caso tan bien o incluso mejor que los Rangers que he llamado y, a la vez, están tan trastornados que no podrán abandonarlo hasta llegar al fondo, como yo mismo he intentado durante estos cuatro años.

»Se va a arrastrar por uno de los peores casos de su vida, agente Lewis; se va llenar de tanta mierda que no podrá quitársela en años; va a conocer lugares y personas que su civilizada mente progresista cree que desaparecieron hace décadas; va a arrepentirse de muchas decisiones que tendrá que tomar y de haber traído con usted al pirado de su compañero.

»Si Dios es tan misericordioso como nos cuentan, usted regresará a casa con la satisfacción del deber cumplido, pero también sin poder olvidar todo lo que tuvo que hacer y padecer para merecerlo —hizo una breve pausa—. Cuando todo esto termine no volverá a ser la misma, se lo aseguro.

El sheriff abrió la puerta de su coche con el rostro congestionado por el dolor y se metió dentro del vehículo. Lo puso en marcha y bajó la ventanilla.

—Me tiene a su total disposición, agente Lewis. Espero verla pronto por mi condado —concluyó con una sonrisa y salió del aparcamiento con aquel brío que caracterizaba a su estilo de conducción**.

Para cuando Adele subió al coche, el aire-acondicionado ya estaba en marcha y desde luego se estaba mejor dentro del vehículo que fuera. Max no sabía que había ocurrido entre ambos cuando fue al baño, pero el gesto aquel del chupito de whisky le dio una ligera idea y más aún cuando vio al sheriff relajado en su todoterreno hablando con Adele. Estaba claro que Jordan no le gustaba nada, pero el sentimiento era mutuo. De golpe el rostro del sheriff cambió y le vio marcharse como alma que lleva el diablo de allí, con su alocada conducción.

- ¿Le sacaste algo más sobre el caso? - Le preguntó a Adele cuando esta tomó el asiento del conductor. - ¿O le dijiste que no a una cita? - Bromeó Max tras ver el gesto del sheriff.

- Yo no se tú, pero creo que perdiste la apuesta. Nos volvemos a Shreveport a esperar... pagas tú la cena, pero la comida yo. En cuanto lleguemos y entreguemos las pruebas nos iremos a un burguer o una pizzería, porque dudo que un restaurante sirva nada a estas horas ya. - Le dijo a su compañera.

- Luego no tendremos demasiadas horas. Quizás podríamos consultar las bases de datos del FBI. Meter los nombres de los chicos desaparecios, de sus padres, a ver que sale. Puede que ya estén subidos los periódicos de hace diez años hacia aquí en las hemerotecas y demos con algo más, otras desapariciones en la zona no denunciadas o que dependan de otro sheriff... quizás deberíamos mirar también desapariciones en la zona límite de Lousiana con Texas, por si acaso juega a dos bandas. De hecho, sabemos que lo está haciendo. Dejando un cuerpo de un estado a otro, ya es jugársela. Estoy por ir a cavar a esa isla por si los deja allí, Addi. - Le dijo a la mujer mirándola con intensidad a los ojos.

- No voy a poder estar de brazos cruzados mientras hacen la prueba del ADN. Esa es otra, a ver si logramos que la hagan pronto... y deberíamos revisar el informe del forense del FBI sobre el cuerpo encontrado. Quizás haya visto más de lo que vieron esos... - Max apretó los puños. Como podían haber destrozado un caso así. Seguramente ocurrió lo mismo con su hija. Él no pudo hacer nada por salvarla ni a ella ni a su mujer y despertar del coma y encontrarse sin su familia, fue lo peor que le pudo pasar. Trató de quitar aquellos recuerdos de su cabeza y centrarse en lo que tenían. - Mañana podremos volver a Urcentain a seguir buscando por allí, pero tenemos las manos atadas gracias a los poco colaboradores de los rangers. Así que no se que haremos allí que no podamos buscar desde la oficina, más tranquilos y sin problemas con esa gente. Incluídos los rangers.

» Quizás no sea mala idea dar una vuelta por la zona por donde pille mejor botar una embarcación que no pille lejos de la isla y el lugar sea tranquilo y discreto. El bayou es complicado y tienen el mismo control que en el resto del lago: ninguno.

La sinceridad del sheriff, a pesar de haberle supuesto un trago un tanto amargo, fue también refrescante. Le quedó más claro que entre el hombre y ella se entenderían bien mientras fuera relacionado con el caso, y nada más que eso importaba. El camino auguraba dificultades, sólo esperaba que entre Max y ella lograran sortearlas. Le hizo un asentimiento, aún al lado de la puerta de la pickup. -Nos veremos pronto, Sheriff. Contácteme cuando guste.- Le aseguró, entregándole su tarjeta por la ventanilla, antes de encaminarse al coche.

-Nada adicional, pero estoy segura que será un gran aliado en resolver este caso, Max. Después de todo, no tiene nada que perder. Está muriendo.- Reveló, colocándose el cinturón de seguridad y poniéndose en marcha hacia las oficinas. -Al menos querrá irse en paz sabiendo que hizo todo lo que pudo por esos niños.-

Agradeciendo el aire frío dentro del coche, escuchó los planes de Max para los siguientes días. -Los del laboratorio no me tienen en tanta estima, la última vez que fui a pedir resultados Günther me sacó de su laboratorio.- Se sonrió de lado, Günther Smith odiaba que le pusieran presión, pero era el mejor en lo que hacía, seguido de cerca por Rebbeca Davis. -¿Quizás puedas hablar con Becca? Creo que ha estado esperando a que la lleves a cenar desde el primer día que te vio.- Agregó mirándole de reojo con sonrisa burlona.

-Me gustaría que fuéramos a la parroquia de Caddo para hablar con el equipo forense de allí, y saber qué pasó con las pruebas que no nos enviaron, es decir, la bolsa de tela y la ropa interior hallada. Puedo hacer algunas llamadas para eso, y para conseguir el bote, si insistes con la idea de acercarnos a la Isla de Tarr.- No creía que fueran a hallar nada distinto o importante en el lugar, sin embargo confiaba en las corazonadas de Max. Suspiró. -Nadie dijo nada de estar de brazos cruzados. Veamos que podemos encontrar en los archivos y la base de datos, e informémonos lo más que podamos del asunto. Después de todo, nadie nos espera en casa.-

- Vayamos por pasos. La isla puede esperar. No se va a ir a ningún sitio. En cambio el resto de pruebas, viendo como trataron todo el tema, son capaces de tirarlas si no las reclamamos pronto. - Le dijo Max a Addie. El hombre suspiró. - Creo que nos tocará comer conduciendo... dejamos el ADN para que empiecen ya y salimos volando hacia Caddo a ver que ha pasado. Seguramente lo hayan perdido o nos digan que se ha enviado... a saber. Si lo conseguimos pues más para el laboratorio, aunque dudo que nos den mucho. El agua habrá borrado cualquier rastro de ADN, aunque encontremos cabellos del hombre, estarán degradados y la tela... espero que al menos esa si nos de algo de información.

Miró por la ventanilla antes de volver al tema de sheriff. Le había impactado la noticia, pero no quiso darle demasiada importancia. Todos morían. Unos vivían más años de prestado y otros eran arrebatados injustamente de este mundo. Aún debía averiguar si realmente aquel hombre estaba en un lado o en otro. Pero Addi parecía tenerlo claro. - No lo sé, solo veo que contigo se relaja y conmigo se tensa. Me resulta curioso viviendo en racismolandia donde además las mujeres tienen poco valor. Es como si en mí viese un rival, alguien que quiere quitarle su puesto... no lo sé, la verdad. No se que pensar de él.

Max pilló el gesto de Addi a la primera. - No vería justo aprovecharme así de una compañera de trabajo, además ya sabes, donde tengas la olla no metas... Imagínate que Becca es otra Lisa. Si esa zorra me tiene así, supón que es una de los nuestros... sería un ambiente insoportable. Además, aún pidiéndola esa cita, Lisa se las apañaría para estropearlo todo y jodernos los resultados. Podría ir a hablar con ella, pero no prometo nada. Sabes que solo conecto con la gente está pasando por lo que pasé yo y a veces me cuesta, como con los O'Hara. Si no llegas a intervenir tú. - En su voz sonaba agradecimiento.

- Después de ir a la parroquia de Caddo, buscaremos en las bases de datos. Lo de la isla puede esperar a mañana. - Cuando Adele dijo aquello de que nadie les esperaba en casa, Max agachó la mirada, dolido por aquella verdad. En el fondo quería volver a tener una pareja, una familia, pero tenía tanto miedo a que todo se repitiese de nuevo que no se atrevía a formalizar ninguna relación y siempre acababa cortando con ellas.

Y Lisa no ayudaba demasiado a que quisiera tener más citas en un tiempo.

Max repasó de nuevo los informes del FBI, en contreto todo lo que había sobre la parte forense. - Addi, creo que ir hasta Caddo será una tontería ahora mismo. En lo que hemos estado fuera, han podido llegar las pruebas y si no una llamada telefónica será suficiente por ahora. - Jordan estaba cansado por el calor y tenían suficiente con que trabajar en la oficina, como para andar de un lado a otro con el coche. - Creo que deberíamos entregar el ADN, comprar algo para cenar y centrarnos en los datos de los padres y los chicos.

» Tú llevas más tiempo que yo en el departamento y bueno, eres mi superior. Seguramente te sea más fácil conseguir que adelanten esa prueba. Si no... pues intentaré invitar a cenar a Becca*, pero no me gusta la idea de aprovecharme de una compañera para esto y menos aún meterla en un lío por culpa de Lisa. - Dijo resignado. Necesitaban esos datos pronto o acabarían haciendo agujeros en la isla de Tar con una pala y ese calor sofocante hasta tener el resultado.

- Paremos a comprar algo ahí. - Dijo señalando un local de comida rápida. - Luego llevaré yo el coche hasta Nueva Orleans, tu ya has conducido bastante por hoy. - Le dijo a su compañera y después de comer algo y reponer líquidos, Max se puso al volante y condujo hacia la central del FBI de Nueva Orleans.

Una vez frente las instalaciones, Max aparcó el vehículo, se abrochó la camisa y se puso la corbata antes de salir. Abrió la puerta trasera y cogió su chaqueta. Luego fue al maletero a por el maletín con las pruebas - ¿Quieres entregarlas tú mientras yo encargo unas hamburguesas para cenar? - Preguntó a Adele tendiéndole la maleta con las muestras de ADN, metidas en sus correspondientes bolsas. - En lo que rellenas el papeleo quizás logres convencerles de que urgen. Yo iré encendiendo los ordenadores mientras...

Adee tenía que darle la razón a Max; aunque a ella le hubiera gustado presentarse ante los forenses de Caddo y pedir frente a frente justificación de por qué las pruebas habían sido manejadas tan pobremente, sabía que no sería más que una regañina para intentar convencerlos de que aquello no se repitiera, pero que no ayudaría en el caso que tenían entre manos.

Estacionó y bajó del coche, agradeciendo que pronto estarían dentro del edificio sin tener que pensar en el calor. -Vale, saca el dinero de la primera gaveta de mi mesa para las hamburguesas. La mía ya sabes como la pido.- Doble carne, doble queso, sin cebolla. No pedía extra de bacon, tenía que mantener la figura. Con la maleta en mano, y pasando su identificación en la entrada, se dirigió hacia los laboratorios.

-Buenas tardes, ¿quien está de guardia hoy?- Preguntó al llegar a la recepción de pruebas. -Les tengo un trabajo fácil, tan fácil que seguro lo tienen antes de la hora, ¿cierto?- Dijo, mirando con una sonrisa hacia quien tenía que atenderla ese día.

Adele y Max se separaron dentro del edificio y el hombre subió a su mesa. Desde su móvil personal llamó para hacer el pedido habitual cada vez que se quedaban o sabían que se iban a quedar demasiadas horas trabajando. Para Addi pidió su clásica hamburguesa. Para él pidió dos con doble de todo. Si iban a estar allí toda la noche, le tocaría volver a comer de madrugada. Ya lo quemaría corriendo por la calle en cuanto tuvise un rato.

Mientras esperaba a que Addi subiese con el resultado de sus acciones y tras encender ambos ordenadores, Max comenzó a indagar sobre los padres de Theresa O'Hara. A fin de cuentas, aquel era su caso... luego vendrían los demás. De hecho, sacó su libreta y anotó en un mail los nombres de los chicos desaparecidos y todo lo que había dejado escrito en ella y se lo envió a Adele, para que tuviese toda la información, por si tenía que ausentarse para invitar a Becca a cenar.

Seguía sin gustarle la idea y no sabía ni como plantearle que fuese un intercambio. Le sonaba fatal, como si se aprovechase de ella o algo así. Con el ordenador arrancado y la base de datos en marcha, introdujo el nombre del padre de Theresa O'Hara y esperó el resultado, mientras miraba hacia el ascensor, esperando que Addi trajese buenas noticias.

Había algo o más bien muchas cosas que no le gustaban de ese hombre y era el momento de ver que eran.

Ni bien había dicho las palabras cuando se encontró directamente con la mirada de Gunther, el cual la miró de forma sombría. Sin embargo, la presencia de Becca evitó que el hombre mandara a la agente a volver otro día a ver si podía atenderla. Adele agradeció mentalmente que así fuera, y aunque sin pasar por completo sobre la autoridad de el científico de laboratorio, dirigió la mayor parte de su atención hacia la chica.

-Me conoces, Becca, y tú también Gunther. Tengo ya varios años llevando casos así. Si les pido velocidad no es sólo por capricho, sino porque sé que son los mejores en esto, y ustedes saben que yo soy buena en mi trabajo.- Les miró seriamente, antes de seguir, colocando el maletín sobre la mesa con cuidado. -Hay una familia en este momento que por primera vez en mucho tiempo tiene la esperanza de saber sobre el destino de su hija, desaparecida hace dos años. Esto puede ser el paso que les permita seguir adelante y continúen criando a su otra pequeña. Mientras más rápido tenga los resultados, más pronto podremos avanzar con este caso, y dale paz a ellos.-

No se cruzó de brazos, sino que los mantuvo sobre sus anchas caderas, y mantuvo su gesto serio, ese que le habían conocido desde que había entrado al FBI, quince años atrás.

—Está bien, está bien —aceptó Günther. Podía ser un tipo antisocial y algo dictadorzuelo, pero también era un profesional y veterano del cuerpo. Sabía que si Adele Lewis necesitaba esas pruebas urgentemente no lo hacía por un capricho, sino por una necesidad verdadera—. Aún así, sabes que no las tendremos antes de mañana a mediodía. Becca y yo podemos pasar la noche sin dormir, pero el secuenciador no irá más rápido...

Aquel parecía un trato justo. De hecho Günther le había ofrecido un plazo bastante corto y abreviando el papeleo una barbaridad.