Partida Rol por web

Lyanna se pasa las siguientes dos horas y media con la nariz metida entre memos y libracos que pocos allí dentro podían entender (según parece Lyanna se las arreglaba bastante bien aunque no a la perfección).

Las reglamentaciones de una reunión general eran demasiado burocráticas para seguirlas al pie de la letra, y lamentablemente no había tenido tiempo para leerselas antes de comenzarla.

El bosquejo general del informe estuvo listo para las 18.30, hora en la que Lyanna decidió retirarse completamente del establecimiento antes de quedar totalmente loca.

Con el cabello completamente alborotado signo de las horas que lleva metida alli, cuelga la bata y se despide de las chicas del laboratorio, y sale con la necesidad apremiante de que el aire puro le de en la cara.
Al salir del edificio la calida luz del sol del atardecer en El Cairo y la mezcla de aromas que se respiran en la calle la devuelve al mundo real, la tierra que pisa por un momento deja de estar encerrada dentro del edificio de tochanas y ventanales para estar en el nucleo de la belleza exotica de Egipto, el rugido de mi estomago me duvuelve a la cruda realidad con el estres de todo el dia, no he comido y sinceramente me muero de hambre, asi que me encamino al bar que hay justo en la hacera de enfrente del trabajo para tomarme una buena hamburguesa con patatas y cocacola bien grande.

El típico resto-bar en el que comía el 80% de la población que no confiaba en los capitalizados restaurantes norteamericanos y Chinos se encontraba atestado de gente, el olor a frituras y grasa era pronunciado para cualquier olfato, hasta el más degradado.

Lo de siempre? Le preguntó el mismo camarero que la atendía día tras día durante el tiempo que se encontraba en Egipto.

Tras ver el típico asentimiento de la doctora, el camarero se aleja enredándo su gran cabeza entre las tiras de la puerta que dividía a la cocina de la zona comercial.

El local contaba con unas 9 mesas para cinco o seis personas cada una y todas ellas se encontraban llenas con un mínimo de 10. Cosa totalmente común aún siendo las 19Hs.

Despues de disfrutar de la primera comida digna de todo el dia y el casi medio litro de cocacola que me bebo me dirijo hacia casa, por el camino voy pensando, ahora cuando llegue a casa me cambio de ropa y pengo chandal me apetece hacer algo de deporte y despejar la mente.

Lyanna comienza su viaje hasta su hogar.
La tarde estaba muy clara para ser la hora que era, extraño pero bonito a la vez.

No necesitaba ser una genia ni haber completado el doctorado para notar que dos de los hombres que habían comido en el mismo restobar que ella, ahora caminaban a cincuenta metros detrás de ella.

Durante un momento al volver la vista a tras mirando aun niño en bicicleta que pasaba por mi lado me ha parecido reconocer a dos tipos que habian en el bar, que extraño, no no seran ellos.

Lyanna nota que ambos hombres se encontraban vestidos de traje por lo que no la asustan dada su condición económica visible.

Los observa un segundo más y luego les resta importancia siguiendo su camino a casa.

Lyanna llega a su casa y encuentra todo en orden como lo ha dejado. Nada fuera de lo común.
Ya era oscuro fuera pero aún así decide ir al parque que se encuentra a dos cuadras de su casa a hacer un poco de ejercicio que bien le hace, por lo menos para despejarse de un horrible día de trabajo.

Sale de su casa para emprender el camino cuando en la puerta dos hombres la esperan del otro lado de la reja.

Buenos días señorita. Dice uno de ellos

¿Es usted Lyanna O'Brian?

Observo detenidamente al los dos tipos ue hay en la verja de mi casa, en el umbral de la puerta y en guardia por lo que pudiera ser.

Si, mi nombre es Lyanna O'Brian, ¿puedo ayudarles en algo?

Por supuesto que puede usted ayudarnos. La cara de ambos era de gentileza, formalidad y por sobre todo decencia.

Sería tan amable de abrirnos para poder hablar con usted un tema que precisa de suma atención y concentración. Algo que, obviamente, no podemos hablar en la puerta de su propia casa.

Como comprenderan no acostubro a dejar pasar a mi casa desconocidos sin ni siquiera saber que tenemos de que hablar

Tiene cara de buenas personas em los tiempos que corren cualquiera se fia de los desconocidos

No la culpo si no desea recibir la noticia que venimos a traerle. Pero lamentablemente las reglas son claras. El individuo no debe padecer ningún estrés físico o mental, anexo a que debe estar necesariamente tranquilo y en un ambiente silencioso a la hora de recibir el mensaje.

Los individuos dan media vuelta y comienzan a caminar por el mismo lugar por el que vinieron.

Con cara totalmente perpleja les doy el alto en la calle.

Disculpen, ustedes han estado esta mañana en mi despacho, ¿verdad?, que es lo que quieren si para ello es necesario que este relajada , ya lo estoy pero dejen de seguirme para luego no decir nadaalle.

¿Viene con nosotros? Pregunta sécamente uno de ellos.

Una limosina negra esperaba en la esquina de la misma cuadra en la que vivía Lyanna.

Abre la puerta. Dice uno de los dos sujetos al chofer e inmediatamente se abre la puerta trasera de la limo negra.

¿Qué espera?

Respiro profundamente con la sensacion angustiosa de que no deberia subir a la limusina pero llenando los pulmones de aire intento llenarmos de valor y hago ademan de subir al vehiculo, una vez estemos todos dentro, mi expresion cambia por que quiero que esto acabe rapido y me dejes otra vez seguir con mi vida.

¿Y bien que es eso tan importante que debne decirme?

El chofer cierra los seguros de las puertas automáticamente desde su posición de conductor.
La ventana que separaba ambas partes se cerraba lentamente con un polarizado que parecía fino... nada de blindados extraños ni seguros extras, quizá eso fue lo que tranquilizó un poco a Lyanna.

Antes que nada tenemos que llegar a destino. Igualmente propongo un brindis por este reencuentro Lyanna.
Tras decir las palabras que para la doctora no tenían sentido alguno, el hombre que se encontraba a su izquierda abre una compuerta dentro del compartimento trasero. Parecía un frigobar con variedad de botellas.

¿Champagne o vino?
Pregunta a O'Brian mientras le extiende una copa de Champagne.

No se preocupe que no somos mala gente... y para mejor de todo, le traemos buenas noticias.

Con cara de total estupefaccion y sin entender muy bien a que viene todo esto...
vino

Relájese y disfrute del viaje señorita O'Brian. Dijo el sujeto que a la vez estaba cambiando su copa de champagne por una copa redonda de vino tinto de la mejor calidad.

Es usted doctora ¿Verdad?.