Partida Rol por web

El almacén sería un buen lugar para esconder aquel fiambre hasta que alguien se ocupara de él. Elmer arrojó el cuerpo del lobo detrás de unos barriles vino para ocultarlo de las miradas de los curiosos y se giró hacia el bardo que lo llevaba siguiendo  desde que se cruzaron por el pasillo.

Aquí podemos hablar tranquilamente, lejos de oídos indiscretos...

Me paso la mano por la cara para limpiarmela de sangre. Estaba bien cansado de todo esto, pero con algo de suerte pronto sería de día. Miro al bardo mientras me siento en un barril.

-¿Que tal a ido vuestra velada señor?-Pregunto tratando de ser amistoso.- Estoy seguro que en vuestra vida habeis asistido a una fiesta igual.

Miro con cara de asco al cazador e ignorando su pregunta le espeto:

- ¡Al final lo conseguisteis! ¡Mañana tendreis una capa de piel de lobo para regalarle a la reina! -Estaba horrorizado, ese lobo había hecho cosas en el pasado pero parecía sincero en su nueva filosofía de vive y deja vivir, al parecer a Elmer le molestaba su simple existencia. -¡Se había rehabilitado! ¡No deberíais haberlo matado y esta noche cuando se supone que estaba baja la protección del rey en la noche de audiencías! ¡Deberiais haberle dado la oportunidad de enfrentaros con vos e igualdad de condiciones! Aunque claro... -Le digo mas calmado aunque no menos enfadado -Entonces puede que el resultado hubiese sido distinto como cada vez que os habéis enfrentado ambos

Miro desapasionadamente al bardo luego niego con la cabeza.

-No os voy a mentir bardo. Durante años e deseado poder cazar a este lobo. Le e rastreado, perseguido, evitado que matara y sufrido en mis carnes las represalias. Encontrarle se volvía una obsesión constante, noche tras noche pensaba en sus madrigueras y sus fechorías... Encontrarlo, batirnos, hundir un cuchillo de fria plata por entre sus costillas mientras sus garras me acometían... Habría sido un final épico... Fuera cual fuera el desenlace.-Digo con ojos soñadores.

Incluso muerto el maldito lobo seguía afectandome. Miro al bardo a los ojos con intensidad. ¿Que sabe un maldito trotamundos lo que es la vida del cazador? Daba gracias de poder vivir con mi familia y no en un sucio cuchitril en medio de un bosque.

- Pero no e sido yo quien le a matado, muy a mi pesar. Me importa tres bledos si una criatura se reforma o no. Un asesino probado por mucho que se arrepienta se a de enfrentar a la horca. Esos animales parlantes se enorgullecen de su raciocinio, de poder ser superiores a sus semejantes. En ese caso, que paguen por sus crímenes no me parece malo.

Luego miro con tristeza al lobo para luego volver a mirar al bardo.

- Ya sabeis mi version, creerla o no es cosa vuestra. E oido que vais a componer un relato, y que este se hará realidad. Me importa poco el papel que me hagais desempeñar en el. Pero si quiero que ocurra cierta cosa. Estoy dispuesto a contaros un secreto REALmente jugoso.- Sonrio.- ¿Tenemos un trato?

Suspiro mientras miro al pobre lobo. En fin ya no está, se lo mereciera o no, ya no había manera de cambiar el resultado. Será mejor que sigan viviendo los vivos y que dejemos descansar a los muertos.

-Bien, cuéntame aquello que me querias contar. Como ya le dije a alguien al principio de la noche Dioses aquello parece ya un siglo.... -Me da igual los resultados individuales de cada uno de vosotros, yo tengo que contar mi cuento, sólamente eso, si llegamos a algún tipo de acuerdo podría incluir tu propuesta en mi cuento.

Niego con la cabeza.

-No debo hacerlo. Es algo grande, realmente grande. No diré nada hasta que me digas si me harás o no el favor y obviamente de aqui no sale nada.-Me inclino y le digo al oido- Este reino necesita los compromisos. Los dos. Creeme, merece la pena.

Las palabras de Elmer me habían dejado mu intregado. Me encojo de hombros y le digo.

-De acuerdo, si aquello que me pides no provoca que mi cabeza acabe en un pica a la entrada del castillo, veré que puedo hacer.

Elmer sonríe. Quizas esto tenga un buen final y todo. Aun sabiendo que el bardo mantendrá la boca cerrada, traicionar la confianza de los reyes... Aun sabiendo eso se que ante el más mínimo rumor de algo similar puedo cazar al bardo como a un conejo mantendrá su boca cerrada. Y lo que es más importante es que el tambien lo sabe. Si habla al respecto está muerto. 

-Las hijas de la reina solo tienen la mitad de sangre real.- Digo lentamente.

¿Y bien? ¿Qué piensa este cazador que soy un palurdo que no ha vivido en el mundo? ¿Debo ahora escandalizarme como una matrona anticuada? ¿Ruborizarme por lo pícaro y morboso de la situación como una doncella? No lo sabía pero tampoco me extraña después de las confidencias que me hizo la reina al comienzo del baile

-¿Y bien? - Le prengunto -No se a que venía tanto misterio. He de reconocer que no sabía nada pero tampoco me sorprende. Pasa en muchas familias reales. Ya se sabe, cunado uno se casa por intereses de estado o ajenos debe de buscar el amor donde pueda y pocas veces es en el lecho de la pareja.

Supongo que esta declaración vendrá por algo importante

-¿Y bien? ¿Qué debo hacer ahora? ¿Contarlo acaso en el cuento y destruirle la vida a esas dos muchachas? ¿Arruinarles cualquier oportunidad de que cumplan sus planes de juventud? Quizás debais explallaros un poco más cazador, el amanecer llegará pronto y aún no me habeis dicho nada, ¿porqué a vos os importa de quién sean esas niñas? -Sonrio al cazador antes de continuar. -Deberíais preocuparos más por vuestro propio hijo y dejar de meter la nariz en la paternidad de los hijos ajenos.

Rio sin poder evitarlo. El maldito bardo acierta de lleno de echo.

-¿No lo entendeis? Me preocupo por mi familia. Por mis hijas.-Digo con la cara apoyada en una mano.-¿Eso tambien lo sabíais cuentacuentos?

Sin dejar de sonreir miro al bardo.

-Lo importante es que Peach y Zelda se casen con los príncipes. Zelda ama a Encantador y Peach... Bueno, huelgan las palabras ¿No crees?

Elmer y el bardo conversaban en el almacén de palacio adonde llevaba el surco de sangre que había dejado tras de sí el cadáver del lobo. El príncipe Encantador se acercó entonces a ellos con un rostro, por vez primera en toda la noche, grave y preocupado.

Guardo silencio de golpe y miro fijamente al príncipe. Si lo a oido... solo me dejaría una opcion.

-Príncipe, que sorpresa... ¿A que debemos su presencia?-acaricio la escopeta con la mano- Si busca al bardo no lo retendré mucho más.

Miro sorprendido a Encantador. Fuente y origen de todos mis problemas esta noche

¿Qué desea excelencia? ¿Me busca a mi o al señor cazador?

El príncipe da vueltas por el palacio, preocupado, en busca de aquel bardo que creía había convencido de escribir un cuento acorde a su principal deseo esta noche. Cuando al fin abre aquella puerta y se encuentra al cazador hablando con su objetivo, no duda en dar unos pasos hacia delante y comenzar a explicarse...

- Me parece que teníamos un trato... dice mirando al bardo. Le dejo sólo unos minutos y ya le da la vuelta al cuento? creo que no he sido muy exigente son usted, sólo le pedí una mísera cosa y no entiendo porque se deja embaucar por las mujeres y piensa que yo sólo quiero el trono, yo la quiero a ella cómo esposa, bardo, la quiero como esposa.

Repite la frase pensando que así puede hacerse realidad, mientras espera la respuesta del bardo, deseando que todo haya sido una equivocación y su sonrisa haya creado el efecto que esperaba.

Me levanto lentamente sin quitar el ojo de encima al príncipe. No me gusta que me interrumpan, y etse príncipe tiene algo que me hace desconfiar. Aun así ambos habíamos trabajado juntos en el salon y me negaba a desconfiar del joven.

-Tranquilicese príncipe. Nuestros objetivos son los mismos. Yo también deseo que ella se case con vos. Si me dejais terminar la conversacion con el bardo a solas será todo vuestro cuando me vaya.-Sonrio al Bardo- Si el está de acuerdo por supuesto.

Al ver que el bardo no reacciona y escuchar los comentarios del cazador, que hasta ahora, había merecido su respeto, el príncipe se da la vuelta y sale de la habitación, no sin antes girarse hacia el bardo una vez más.

Espero realmente que tenga en cuenta mis palabras.. me da igual que esté embarazada...

El príncipe es consciente de sus palabras, delante del padre del amante de la princesa. Gira el pomo de la puerta y sale en busca de la princesa Peach

Miro sorprendido al príncipe.

-¿Que has dicho? ¿Embarazada?- Tomo asiento. Me paso la mano por la cara para poder pensar con calma.- ¿Estas diciendo que la princesa Peach está embarazada de Joker?

- Así es -Confirmo yo mismo al cazador. -Poco importa ya lo que yo diga en el cuento porqu nada va a cambiar el hecho de que la princesa Peach se haya embarazada de su medio hermano.

Miro con cara triste al cazador, ese castillo parece envuelto en alguna oscura maldición.

- La idea de Peach me parecía justa. Ella solo quiere estar con Joker y no verse obligada a casarse con Encantador a quien no solo no ama sino que desprecia. Está embarazada de Joker y solo desea creae su propia familia. Para eso, su idea era cambiar su primogenitura con Zelda de forma que Zelda pudiese caarse con Encantador ya que según ellas y su propio hermano el príncipe solo ansía la corona de Macedonia y de da igual que princesa sea la que la herede.

Me siento en un saco de maiz. Estaba ya muy cansado esa noche y aún me quedaba escribir terminar de montar todo mi cuento.

-Hasta que tu has venido y has terminado de montar toda esta historia me parecía un buen final para todos esos chicos que solo buscan ser felices, cada uno a su manera.

Mantengo un minuto de silencio, mientras Elmer recapacita en todo lo que he dicho antes de continuar.

-Por cierto ¿Qué ha pasado al final con la bruja y el gato? Siento no poder haber hablado con ellos así que si no te importara contarme tu por ellos algo que pudiese poner en mi cuento... Me daría mucha pena que no pudiesen aparecer porque el asunto de las princesas se ha comido casi toda la noche...

Me levanto y apartando a un lado al principe voy al salon.

-Tranquilo bardo, hare que vengan.-digo con voz neutra.

El príncipe se dirigía a la puerta de salida cuando el bardo contesta a su anterior petición. Baja sus hombros, desesperanzado, oh dios no hay nada que hacer

No hay solución? realmente no se puede quitar a ese hijo bastardo de su vientre con tu cuento?... el príncipe se encuentra indeciso, podrá soportar vivir con un hijo que no es suyo?... definitivamente no.

Está bien, contesta al bardo resignado, ellas lo han querido, haré mia a la princesa Zelda, a pesar de las advertencias que ya he discutido con ella. Desde luego, era preferible para el príncipe quedarse con Macedonia que sin nada, pero después de todas las peticiones que ha tenido esta noche, esperaba ignorar la mia, eso es injusto, así que sólo le voy a pedir una última cosa y espero realmente que esta vez la tenga en cuenta... 

Quiero ser el protagonista de tu cuento, me lo merezco.

El príncipe utiliza su sonrisa, esperando ahora que con menos gente y mayor concentración, surta el efecto que espera.