Partida Rol por web

Giuseppe Roni no tenía forma alguna, o mejor dicho motivo alguno para negarse... por no tener, ni siquiera tenía ganas de negarse. Todo lo que fuera ir por ahí fortaleciendo a aquella banda pirata para tener una mayor fuerza militar para usar en contra del régimen era algo que para Giuseppe era un buen plan.

-Por supuesto. -Indicó asintiendo con la cabeza mientras se acercaba al capitán- Aunque me gustaría que Sam se fuera con el grumete, el rubio y el Sub-Capitán. A fin de cuentas; un par de ojos y una actitud inocente como la de Sam, les puede venir bien para hacerse con la radio.

Quizás el motivo fuera porque bajo aquellas capas de sotana, había un corazón marchito que realmente se preocupara de la salud y el bienestar de la pequeña. O quizás porque buscaba no tener la mirada enfadada de sus dos compañeros en caso de que Sam pereciera por algún motivo en su misión particular con el capitán. Lo que fuere...

 El sub-capitán, que se había acercado a Henry, Sam y el resto de los agentes para oír de que hablaban, fue tomado de la mano por McTaker con furor. Un apretón muy masculino. El "grumete" estaba por partir con su equipo compuesto por Ivanov y el propio sub-capitán. Antes de partir, sin embargo, el cardenal sugirió al grupo que se llevaran a la adolescente con ellos. Quizá un acto de benevolencia o de pragmatismo, lo importante era que Roni ofrecía a su "asistente" como herramienta para conseguir la radio.

 Josh dudó de la decisión del pater, haciéndose oír por sobre las palabras del agente.

- ¿Está seguro de está decisión? Quizá sea mejor que la muchacha no vaya a ninguna de las dos misiones y se quede aquí con los otros piratas...

 Aquellas palabras del sub-capitán, que quizá fueron tan ilusas que hicieron que hasta el propio Capitán Dojo levantara sus cejas en señal de sorpresa, llevaron la mirada de muchos hacia el pirata desfigurado, Kyle Junai. El mismo se encontraba apoyado contra una pared, con la vista fija en el grupo que discutía las misiones. Cuando se hizo mención de que la niña se podía quedar con los piratas, sin supervisión de los agentes, una sonrisa se poso en el rostro de Kyle.

 Evidentemente le gustaba la idea.

 Sam, que se encontraba de acuerdo con todo lo que decía el pater hasta el momento, aceptó sin pensar la idea de acompañar al otro grupo a buscar la radio. Una misión que parecía más inofensiva en comparación a lo que Roni y Dojo iban a hacer. Y luego de ver la expresión del pirata desfigurado desde el otro lado del depósito, no dudo en reafirmar la decisión de su "señor".

- ¡El Sr. Stromboli por supuesto que está seguro! No diría cosas de las que dudase. Así que iré con el Sr. Grumete, el Sr. Sub-Capitán y el turista.

 Dicho esto, dejó su posición a un lado del pater y se acercó al otro grupo, posicionándose a un lado del agente Ivanov, Se mantuvo callada en esa posición esperando la partida del grupo, aunque se podía notar una ligera distorsión en su rostro.

 Henry veía que ya estaba todo decidido, por lo que no había necesidad de tener más conversaciones. Él no era un hombre de demasiadas palabras, a menos que fuera dando discursos motivacionales sobre saquear e incendiar pueblos. Con un fuerte aplauso, llamó la atención de todos los piratas.

- ¡ATENCIÓN! Este grupo de piratas, comandado por nuestro reciente adquirido grumete, se dirigirá hacia una misión dispuesta por mi. Mientras tanto, Stromboli y yo nos dirigiremos a buscar aliados en este basurero de ciudad. Volveremos a ser grandes, bucaneros, pero hay que ser más inteligentes que la última vez. Debemos prepararnos, ya que los enemigos que vienen desde el mar son más fuertes que los cerdos del régimen... ¡pero ni ellos ni nadie podrán con nosotros! ¡ARGH!

 Un audible "ARGH!!!" se escuchó en todo el depósito. Aunque era un "ARGH!!!" con un poco de melancolía agregada; definitivamente no era el "ARGH!!!" triunfante y alegre que los piratas habían proclamado cuando lograron tomar Puerto Obikanui. El "ARGH!!!" del Capitán Dojo, sin embargo, seguía impoluto: la esperanza de aquel hombre de reconstruir lo perdido era más grande que la toda su tripulación combinada.

 Luego del saludo pirata, Dojo y Roni salieron por una puerta y el grupo compuesto por McTaker, Ivanov, Josh y Sam salieron por otra. Separándose así el trío de agentes.

 El cuarteto designado para aquella misión salió del depósito, alejándose del resto de los piratas por primera vez desde hace mucho tiempo. Contando la excepción de que estaban acompañados por Josh Hinue, el sub-capitán. Aquel sujeto ya estaba por empezar a caminar a través del callejón para salir a la calle, sin esperar al trío. Pero antes de que pudiesen avanzar, tuvieron que prestarle atención a una cosa más.

 La adolescente, Sam, se apoyó contra una pared, visiblemente conflictuada. Poco a poco, se fue agarrando la cabeza y frunciendo el ceño, como si fuese víctima de una jaqueca importante. Quizá los dos agentes comprendían la naturaleza de lo que le pasaba a Sam, pero el pirata que estaba con ellos no. Rápidamente se volvió a acercar al grupo.

- ¿Qué le pasa a la niña? Hace un momento estaba bien, ¿y ahora? ¡Hey, tú! ¡Déjate de cuentos y empieza a caminar!

 Aunque no era tan imponente como el Capitán Dojo, el Sub-Capitán Hinue tampoco parecía tener mucha paciencia. Mientras tanto, Sam empezaba a gadear y a respirar de forma entrecortada.

 Siendo solo dos personas y atrayendo menos miradas, Dojo y Roni se dirigieron hacia la tienda de canastas de la que había hablado el capitán. El dúo compuesto por el alto y fornido pirata y el escuálido y encorbado cardenal empezó a caminar por la calle principal de la ciudad, en esa dirección. En el camino, pudieron ver gente de lo más variopinta. Vendedores, pandillas, personas en calzoncillos. Pero había un par de personas que llamaron más la atención de los agentes:

 Un joven militar, uniformado, entrenado, y con la mirada enojada y los movimientos rígidos. Parecía estar pratullando las calles, y de vez en cuando le gritaba a algún transeúnte con mala suerte, o ayudaba a algunas personas con sus tareas. Aún así, no les hizo demasiado caso al dúo Dojo-Stromboli.

 Una anciana, que estaba sentada frente a un negocio tejiendo una canasta. Lo que llamaba la atención era que, a su humilde puesto de canastas, entraban personas de aspecto amenazante. Gente que parecían pandilleros de poca monta o demás personas que definitivamente no querían canastas. Y todas hablaban con ella antes de entrar.

 Una persona encapuchada que avanzaba a través de la muchedumbre, que era mucha en aquellas horas del día. Aquel encapuchado tenía un bolso en su espalda, y del mismo parecía sacar y poner cosas. Era difícil decir qué cosas eran, pero daba la impresión de ser trapicheos.

 Henry guía al cardenal hasta el negocio de la anciana, siendo aquel lugar el punto de encuentro con los "hombres de confianza" de los que se había hablado. El negocio parecía modesto y agradable, salvo por la sospechosa clientela que albergaba. La señora que tejía canastas levanta la mirada con lentitud y le dedica una sonrisa cálida a ambos hombres.

Hola, apuestos caballeros, ¿en qué puedo servirles?

 Zaheera observa la ciudad con total pesar, quizá porque aquel ambiente aglomerado y poco alegre le recordase a algunas escenas propias de su vida en la India. Donde la densidad poblacional era fácilmente comparable con la de Los Bloques. Pero, una vez llegados al cuartel, la agente dedicó toda su atención a poder crear una buena impresión ante las autoridades del régimen, siguiendo con el plan de Jack. Hasta el momento, Jones había hecho un buen trabajo explicando la situación. Se enfocó en el cardenal y dejó a La Agencia en un segundo plano. Astuto. Ella no iba a agregar nada, pero recordó que había algo que haría que todas las dudas se despejasen de la cabeza del general. - General, para que vea que, en efecto, le estamos diciendo la verdad. Está es una carta de recomendación de parte del fallecido Bob Dong, en la cual sugiere la participación de mi marido en los asuntos del régimen -

 El saludo militar por parte de Jack sorprende un poco al viejo general, que se muestra alagado por el reconocimiento de su rango y le devuelve uno similar. Luego escucha con atención la explicación de Jones y, después de recibir la carta de recomendación de Bob y leerla rápidamente, suspira con cierta pena ante tantas noticias escabrosas y negativas. Lo primero que hace es despachar al soldado herido que había acompañado a la pareja de agentes hasta el momento.

- Soldado Soh, puede retirarse hacia la enfermería. Ha hecho un buen trabajo, dadas las circunstancias... ve a descansar, muchacho.

 El general le dirige una sonrisa a Tobi y luego se remite a hablar con los agentes. Tobi, que pensaba que iba a recibir alguna reprimenda o críticas por su desempeño, simplemente se va con una expresión confundida. No sin antes  saludar a los dos agentes con los que había viajado tanto.

 Al irse el muchacho, el general prosiguió con las palabras, ahora atendiendo lo que habían dicho Jack y Zeta.

- ¿Un cura en el grupo pirata? Suena bizarro... pero lo tendré en consideración. No me extrañaría que la Iglesia también tenga algún tipo de interés en derrocar al régimen. Si la ONU nos ha dado la espalda, ya poco esperaría de todas las demás instituciones. Peggy lo dijo desde el principio: somos nosotros contra el resto del mundo. Le daremos cacería a ese cura, y al resto de los terroristas apátridas que lo siguen.

 Se notaba un discurso nacionalista y defensor del régimen por parte del General Wok; quizá el más potente que habían escuchado hasta el momento. Se diferenciaba de forma contundente de Bob Dong, que había mostrado ser más un oportunista que un patriota, o de Tobi Soh, que parecía más un joven adoctrinado que un adulto consciente. Este hombre era un hombre de Peggy.

- Así que Bob está muerto... a Donna esto no le va a gustar nada. Si ustedes llegaron a conocer a Bob, como dice esta carta, entonces sabrán que él no era un militar. Era un hombre de confianza de Donna, venía de uno de los sindicatos de trabajadores que ella maneja. Cuando vayan a verla, tendrán que revelarle esta información; aunque el hecho de que él no este en Los Bloques ya habla por si solo...

 El hombre suspira una última vez antes de hacer su última acotación.

- ¿Están seguros de que quieren verla? Yo iré con ustedes, pero debo advertirles que puede ser un poco... áspera cuando las situaciones están tan tensas como ahora.

Vladimir entornó los ojos brevemente ante la sugerencia de Roni, pero de algún modo se sintió aliviado. Comenzaba a creer un poco más en que el Pater realmente se comportaría con la niña, aunque su método seguía sin gustarle. Se soltó, claro, del agarre de McTaker con una mirada de "¿Qué cojones crees que haces?", pero siguió al americano y al sub-capitán.

Una vez la influencia de Roni dejó de afectar a Sam, la reacción fue evidente. Vlad se apresuró a ponerse a su lado y poner una mano en su espalda. -Respira. Ya estamos lejos de él.- Intentó calmarla. La voz del sub-capitán le hizo levantar la mirada en su dirección. -Danos un minuto, ha estado en tensión hasta este momento.- Dijo, sin dar más explicaciones, pero mirando significativamente a McTaker.

Me acerco y te susurro con un en un rumano, luego un bielorruso y finalmente un ruso algo chapurreico

"No me gusta la idea del Páter de enviarnos a la niña"

En todo momento, lo disimulo como canticos de victoria.

A pesar del acento chapucero, Vlad comprendió y asintió. También el sospechaba que Roni usara a Sam como espía aún sin que la chica lo supiera. Pero es ese momento más le preocupaba la presencia del segundo al mando, luego lidiarían con Sam. De ser posible, prefería alejarla todo lo posible de la influencia de Roni.

Respecto al segundo al mando, tengo algo claro: La tarea de La Agencia es exterminar criminales. Y este criminal no volverá a hacer el mal. Pero la niña... ella es inocente.

Me extraña que el Páter la haya mandado con nosotros ¡El páter es un héroe entre héroes! ¿Tendrá pensado hacer un Exterminatus con Henry y sus hombres, y no querrá que lo vea?

Era evidente que la situación parecía sobrepasar al agente, el hecho de estar solo en un terreno practicamente desconocido era algo que le desagradaba; pues no solo era un lugar desconocido, sino aún peor. Hostil. Por lo que viendo que la situación iba a ser como mínimo complicada, este trató de mostrar sus encantos con los lugareños, en concreto con esa mujer.

-Hola, Jovencita... -Comentó con una sonrisa- ¿Está su Mamá en casa?.

Quizás no fuera la mejor línea de acción o de diálogo que alguien en su situación estaría dispuesto a tomar, pero él no era una persona corriente, él era un espía del Vaticano. Lo que implica lo mismo que antes, pero con dos o tres matices que lo hacen aún peor de lo que pudiera parecer.

Ya vimos que era un tipo... Peculiar, la verdad. Le faltaba el porte militar que usted presenta, general. - asentía. - Pero tampoco podemos negar que era una persona útil e influyente para el régimen, al menos en el puerto. Aún sea como sea la señora Donna, nuestro deber es informar de lo que le sucedió. - suspiró y se encaminó para ver a Donna. - Ve con cuidado soldado Soh, pese a su edad, ha demostrado un valor digno de un veterano. - fue lo último que dijo mientras caminaba junto con el general y Zeta hacia el encuentro con Donna, dirigiéndose hacia Toby, quien les había acompañado durante aquella pequeña pero intensa travesía.

Ahora solo quedaba informar a Donna... Tal como la habían descrito parecía un demonio ¿qué clase de persona sería?

 La muchacha se aferra al chaleco de Ivanov, sintiendo debilidad en las piernas. Aunque de a poco, parece ir recuperándose de las punzadas en la cabeza y del malestar. Levanta la cabeza y cruza su mirada con la del agente soviético, con unos ojos más expresivos. Lo que expresaban era pánico y estrés, algo que no se había visto en Sam desde hacía muchas horas.

- T-tú...

 Sam, lejos de dejar de aferrarse a Ivanov, abraza al agente hundiendo su rostro en su pecho. Lo cual hace que el sub-capitán miré al dúo con aún mayor indredulidad. Sin embargo, no hace más comentarios al respecto. Sam levanta la mirada hacía Vladimir, con una expresión más seria.

- Lo que sea que sea ese anciano... mantenme lejos de él, ¿ok?

 Josh se abstuvo se hacer más comentarios sobre la situación de Sam, pero seguía con la idea de avanzar con la misión a toda costa. El hombre se gira hacia McTaker, al ser la única persona que no era un prisionero de los piratas.

- Tenemos que localizar al hombre de la radio. He visto de lo que eres de hacer, grumete. En la batalla de Puerto Obikanui, creaste una espada que también era un escudo con las cosas que encontraste tiradas por el puerto. Esa habilidad nos puede venir muy bien ahora. ¿Se te ocurre alguna manera de localizar al hombre de la radio? Supongo que detectar las ondas podría ser una posibilidad...

 El sub-capitán parecía estar pensando en cómo encontrar a aquel hombre que tenía la preciada radio, pero en realidad estaba esperando que el agente McTaker pusiera su creatividad en marcha para dar con él. Después de todo, el "grumete" se había creado una reputación de ser un manitas con aquel "escudo-espada" que había creado el día anterior.

 Lo que, en cualquier otra ocasión, hubiera sido una línea seductora o un piropo bien intencionado, en este caso ofendió a la anciana. Aparentemente, el encanto que Roni tenía con los jóvenes era directamente proporcional al desagrado que le provocaba a las señoras mayores (o por lo menos, con esta señora mayor). La señora Watake miró con disgusto al cardenal y simplemente continuó hablando con el Capitán Dojo.

- Solo dígame la contraseña y entré con su compañero el marrano...

 Henry dijo la contraseña, "Canasta Dorada", y los dos hombres pudieron entrar. El cardenal había fallado en conseguir una amiga en la señora Watake, pero las demás persona que hubiese allí adentro seguían desconociendo a Roni. Tenía hartas oportunidades de dar una buena primera impresión.